¿Por qué en el noajismo se habla tan radicalmente de la pena de muerte para el gentil que comete ciertas transgresiones? Tengo entendido que eso fue abolido por Rabí Akiva. ¿O no? ¿Cómo manejar esos conceptos hoy?
Gracias…
Bienvenido y gracias por enviarnos su interesante misiva.
Ante todo, no es el noajísmo quien impone ese severo castigo para el noájida que incurre en transgresión de los mandamientos. Es el Padre Celestial quien ha dispuesto tanto las leyes como las penas por quebrantarlas.
Recordemos que los Siete Mandamientos Universales, heredad y patrimonio de los noájidas, NO son creación de hombre alguno. Su valor y validez NO radican en la genialidad de algún legislador antiguo, sino que son las Reglas Espirituales que el Eterno ha decretado para las naciones de la tierra.
Tenga presente esto en todo momento, para apartarse del mal y hacer lo que es bueno.
Tal como Maimónides recopila (Normas de Reyes, cap. 10, ley 1), y de acuerdo a lo que fuera consignado oralmente en la Revelación de Dios (puesta por escrito en TB Macot 9a), el castigo para el noájida que transgreda alguno de los mandamientos de «no hacer», es la sentencia a muerte.
¿Por qué el Dios que es Misericordioso y Justo es tan severo en lo que refiere al cumplimiento de estos mandamientos?
Una de las respuestas es que, siendo estos mandamientos básicos, muy sencillos de cumplir, absolutamente cercanos al corazón de la persona, se entiende que el que los quiebra voluntariamente está manifestando un ánimo de rebelión, de desprecio hacia el orden del Eterno.
Si Dios te manda que no robes, ni asesines, ni te acuestes con la mujer de otro, ni adores falsos dioses, ni maldigas a Dios, ni hagas sufrir innecesariamente a una bestia (y no te importe su dolor, al punto que te sientas a comer despreocupadamente), y tú lo haces… ¿qué clase de persona eres?
Alguien vil, inclinado al mal, que se está lastimando y ocasiona daños a otros o a la sociedad.
Entonces, esta persona debe ser detenida, por su propio bien, y el de los otros.
Por supuesto que recibirá un trato justo y respetuoso.
Tendrá todas las garantías y derechos del debido proceso judicial, tal como deben ejercer los noájidas.
Habrá que demostrar a ciencia cierta su culpabilidad, y luego, deberá ser sentenciado a la pena capital.
Por el bien de la sociedad.
Por el bien de esa persona también.
Ya que, recordemos que nuestra vida en la Tierra es solamente un tránsito, un pasadizo hacia una realidad superior y eterna.
Es infinitamente mejor ser ajusticiado en la tierra y recibir una sentencia severa aquí, para no padecer los sufrimientos incontables del Más Allá.
Seguramente que nos puede resultar demasiado severo, muy «legalista», hasta quizás cruel.
Es que estamos criados en sociedades individualistas, egoístas, centradas en el Yo, que desprecian la vida terrenal y detestan la vida trascendental.
Estamos ya habituados a que la corrupción, la violencia, la malicia pululen y estén por todos lados.
No nos impresionamos ante el dolor y sufrimiento del prójimo.
Miramos para otro lado a la hora de actuar para defender al que está siendo violentado.
Nos acostumbraron y acostumbramos a escondernos detrás de rejas, a vivir con miedo, a ocultarnos, a aplaudir lo que sentimos en lo profundo que está mal.
Nos ahogamos en la cloaca paulista, con toda su macabra doctrina enfermiza, tal como el mismo Pablo, que como rebelde resentido atacaba las leyes de Dios, en nombre de una ideología tonta y perniciosa, asesina de vidas en Este Mundo y atormentadora de espíritus en la Eternidad.
Hasta nos resulta «malo» que el Creador de TODO haya decretado la sentencia máxima para el noájida que viola voluntariamente Sus mandamientos.
Pero así es.
Porque el Eterno ha hablado, ¿quién lo contradecirá?
Más bien, debemos decir, ERA así.
Y esto debe quedar MUY CLARO.
Entre los noájidas no hay derecho para se comiencen a hacer «cazas de brujas».
No pueden actuar como esos idólatras que viven señalando y maldiciendo a los que consideran pecadores.
Los noájidas de la actualidad NO tienen ni autoridad, ni autorización para perseguir, segregar, asesinar, o juzgar (judicialmente) a nadie, a nadie.
A no ser que el juicio (judicial) se haga de acuerdo a las leyes justas, en sintonía con los Mandamientos Universales, por medio de Cortes de Justicia establecidas en cumplimiento del mandamiento correspondiente.
Así pues, ni su congregación noájida tiene derecho a imponer castigos severos a sus miembros, ni nadie tiene la autoridad para salir a matar o excluir en nombre de Dios.
NADIE.
Eso debe quedar firmemente en la mente y corazón de cada noájida.
Si alguno tuviera algún inconveniente legal con otro, que acuda a la justicia de su país, para que impere el orden, el respeto, la justicia, de acuerdo a lo que cada sociedad haya establecido y esté en consonancia con los mandamientos del Eterno.
¿Queda bien claro?
Por otra parte, buena parte de la sociedad gentil de la actualidad está en la condición de un niño que ha sido raptado por forajidos (tinok shenishba), y por tanto no ha sido educado como corresponde, sino en la senda del mal.
Por lo cual, los Sabios han sentenciado que no pueden ser juzgados con toda la severidad que corresponde a aquel que ha sido educado correctamente y no ha sido compelido a andar por la senda del error.
Así pues, el gentil que ha actuado en contra del Eterno, se ha rebelado, ha violado alguno de los mandamientos que le corresponden, DEBE arrepentirse sinceramente y por completo.
Debe abandonar la senda del mal para comenzar a andar por la Buena Senda.
Debe compensar o enmedar el daño que haya causado con sus conductas pasadas.
Debe someterse al juicio justo que en su sociedad se establezca para los delitos que haya cometido (si es que los cometió).
Debe buscar al Padre Celestial para hacer lo que a Él agrada, y no seguir los dogmas de las religiones del mundo.
Como sabemos, la mayoría de los gentiles pecan en el asunto de la blasfemia y adoración a falsos dioses.
Son los menos los que cometen los otros pecados.
Por lo cual, que la persona que ha errado en su vida, se dedique a corregirse, a pedir perdón, a arrepentirse.
Que se entregue de lleno a servir al Eterno, sin abandonar por eso su vida.
Y si la persona no quiere andar por la Senda del Eterno, sino que sigue escogiendo la conducta nociva, entonces que se la aparte para que no lastime a otros.
Sin violencia, sin malicia, sin repudio, pero con ánimo de justicia y misericordia, para que impere el bien y la verdad.
Si la persona está delinquiendo, que se lo someta a la justicia (justa) del país.
Pero principalmente, que sea el Eterno quien lo juzgue (judicialmente) y le retribuya según Su Voluntad.
¿Queda claro?
Si le quedan dudas pertinentes, hágalas llegar.
Dios te bendiga, y que podamos ser constructores de Shalom.
Su apoyo constante nos permite seguir trabajando
Extraordinariamente claro…Cristalino, diria yo…!!! Le envio un fuerte abrazo Lic. Ribco y mis mejores deseos: E-l Eterno, Bendito Sea, le bendiga y le proteja y, con Ud., a su familia y a todo lo que es suyo.
vale la pena leer:
http://serjudio.com/rap2351a2400/rap2391.htm