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Del Ietzer HaRá

Comencemos recordando que ietzer se asocia en el idioma de la Creación con ietzirá, que es creatividad, generar, también está vinculado con dar forma, modelar.
Pero se suele traducir como instinto, impulso, índole, naturaleza, deseo, afán, o tendencia.
De forma interesante Lehatzer es restringir, confinar o limitar.

El ietzer es un impulso natural, irracional, necesario, constituyente del ser humano.
Genera impulsos para alcanzar objetos, para saciar necesidades, para colmar deseos.
Esta energía confina a la persona, la restringe, la somete, la esclaviza.
Aunque puede resultar paradójico en una primera mirada, aquello que busca la expansión sin límites, el tomar más y más, el recibir por el mero hecho de recibir, es lo que reduce a la persona a un estado de esclavitud.
La manera de liberarse, ciertamente está en limitar al ietzer.
Limitarlo, pero no destruirlo, puesto que cumple funciones básicas que son orgánicas y necesarias para el funcionamiento de la persona y de la sociedad (Midrash Tehilim –Buber- Mizmor 9).

Cuando opera para sostener el funcionamiento de la persona o el colectivo, se denomina ietzer hatov, es decir, impulso o inclinación hacia el bien.
Cuando se transforma en una entidad nociva, demandante, opresora, enemiga de la persona, enojosa, obstaculizante, ensimismada, enceguecida, egoísta, empedernida entonces se denomina ietzer hará, impulso o inclinación al mal o negativo

Observemos las palabras de Hilel:

“Él solía decir:
Si no soy para mí mismo, ¿quién es para mí?
Y cuando soy para mí mismo, ¿qué soy?
Y si no es ahora, ¿cuándo?”
(Pirkei Avot 1:14)

Yo debo hacer para mí, eso es ietzer hatov.
Si me hundo en mi mismo, soy un egocéntrico, un ególatra, un siervo del EGO, eso es ietzer hará.
Si me dedico a cavilar sobre el pasado, si fantaseo sobre el futuro, si no vivo aquí y ahora, NO VIVO.

En la Torá Oral se trata con intensidad y profundidad acerca del Ietzer Hará.
Son varios y sustanciales los pasajes a considerar del sagrado legado de Israel, pero hemos escogido solamente un párrafo pequeño (Talmud Babilonio, Suca 52a), muy interesante, que espero nos sirva para aprender un poco al respecto:

“R. Avira o, como dicen algunos, R. Ioshua b. Levi, hizo la siguiente exposición: ‘La inclinación al mal tiene siete nombres.

  1. El Santo, bendito sea, le llama el mal, como dice <<porque la imaginación del corazón del hombre es mal desde su juventud.>> (Bereshit/Génesis 8:21)
  2. Moisés lo llama no circuncidado, como dice <<Circuncidad pues, el prepucio de vuestro corazón.>> (Devarim/Deuteronomio 10:16)
  3. David lo llama impuro, como dice, <<Crea en mí un corazón puro, Oh Señor>> (Tehilim/Salmos 51:12) que implica que hay uno impuro.
  4. Salomón le llama enemigo (u odiador), como dice, <<Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer pan y si tuviere sed dale de beber agua. Pondrás así un montón de carbones encendidos sobre su cabeza, y el Señor te recompensará>> (Mishlei/Proverbios 25:21,22); no leas, <<ieshalem-recompensará>>, sino <<iashlimenu-hará que esté en paz contigo.>>
  5. Isaías lo llama tropiezo, ya que dijo, <<¡Allanad, allanad la calzada! ¡Preparad el camino! ¡Quitad los obstáculos del camino de mi pueblo!>> (Ieshaiá/Isaías 57:14)
  6. Ezequiel le llama piedra, como dice, <<y quitaré el corazón de piedra de sus cuerpos y les daré un corazón de carne.>> (Iejezkel/Ezequiel 36:26)
  7. Joel lo llamó el oculto, como dice, <<Yo haré que se aleje de vosotros lo que viene del norte (u oculto)>> (Ioel/Joel 2:20)’”

¿Cuál es el tabique, mojón, evento, que podemos considerar que transforma al ietzer en un monstruo interno que maltrata al ser y su entorno?
Según aprendemos es desde la primer vivencia de impotencia del ser humano, que se produce en el mismo instante del nacimiento.
Hasta ese momento la vida intrauterina se desarrollaba en una constante placidez, satisfacción, plenitud. Es probable pero poco representativo el sentimiento de impotencia dentro del útero materno.
Sin embargo, el impacto del nacimiento marca al alma de la persona de una forma intensa.
Por primera vez se sufre, y grandemente.
El hambre, el desamparo, el frío, el descontrol, la insatisfacción, el no poder nada, repito no poder nada, quizás tan solo llorar y quejarse sin siquiera emitir una palabra, un movimiento coordinado, un acto provechoso.
El instinto de supervivencia ejecuta su partitura, pero en el ser ya ha quedado fijado ese recuerdo de impotencia terrible, que se reiterará incontadas veces y que irá afianzando el dominio del ietzer hará en la persona.
Notemos que en principio, y por mucho tiempo la tendencia no es malvada ( en el idioma de la Creación), sino meramente centrada en el Yo, absorta en la supervivencia y en alejarse del sufrimiento.
Paulatinamente ese accionar y sentir irá adosando negatividad, malicia, despojando del sentido de supervivencia o reacción ante el terror, para hacerse un modo de vida negativo, malvado.
Advirtamos también que modernamente se ha hecho frecuente identificar al ietzer hará con el EGO.
Cambia la terminología, se tiñe de los conocimientos vertidos por el tiempo, pero en su esencia sigue siendo lo mismo.

El EGO es la tendencia a recibir, el impulso a la vida.
El Ego positivo es cuando su meta es para que la persona funcione, para que la sociedad sea estable y armoniosa. Se conforma así en buena parte del Yo Auténtico, a partir de la armonización del Yo Vivido.
El Ego negativo es cuando su meta es corroer la identidad, usurparla, llenar al hombre de fantasías pavorosas, correr el centro del ser, ahogarse en sí mismo desconociendo su Yo Esencial.

En la parashá Mishpatim que hemos leído esta semana (29/1/2011), encontramos que en cuanto al tratamiento adecuado del guer – prosélito (converso legal y leal al judaísmo; según el contexto puede entenderse como residente extranjero), Rashi nos hace ver que la Torá nos invita a reflexionar sobre el sufrimiento y las penurias del “recién llegado de lejos” tal y como si estuviéramos en su misma situación.
Por ello dice (Shemot/Éxodo 22:20 y 23:9):

“No hieras los sentimientos del guer ni lo oprimas, puesto que ustedes fueron extranjeros en Egipto.
וְגֵר לֹא תוֹנֶה וְלֹא תִלְחָצֶנּוּ כִּי גֵרִים הֱיִיתֶם בְּאֶרֶץ מִצְרָיִם:”

“No oprimas al guer. Ustedes saben lo que se siente al ser extranjero, puesto que fueron extranjeros en Egipto.
וְגֵר לֹא תִלְחָץ וְאַתֶּם יְדַעְתֶּם אֶת נֶפֶשׁ הַגֵּר כִּי גֵרִים הֱיִיתֶם בְּאֶרֶץ מִצְרָיִם:”

¿Por qué Rashi siente que la reflexión personal es la clave para dominar este impulso al maltrato, a la indiferencia, a la repulsión del que es “recién llegado de lejos”?
¿Por qué sería necesario ponerse en el lugar del otro para actuar de la manera moralmente correcta?
¿Acaso no sería suficiente que nos dejáramos llevar por nuestro impulso ético?
¿O que la Torá lisa y llanamente nos ordenara hacer lo que hay que hacer sin mencionar el pasado extranjero y de prosélito de todos nuestros antepasados judíos?

Rab Eliahu Dessler, en una magnífica colección de cartas y ensayos creativos y originales, se pregunta «¿por qué Dios tiene que crear nuestro ego tan fuerte?»
R. Dessler audazmente sostiene que es sobre todo debido a nuestro ego que somos capaces de alcanzar los niveles de la espiritualidad de otro modo inalcanzables. La sed insaciable de grandeza nos empuja más allá de nuestros límites aparentes. Sin embargo, cuando no se controla el EGO puede ir demasiado lejos. Si no se controla, nos podemos creer dioses, tal como la falsa promesa del serpiente a Eva para que ingiera del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal.
Permitir que el EGO nos controle, es perder el control.
El EGO ha de ser un siervo, una herramienta a nuestro servicio.
¿Qué nos mantiene en equilibrio?
«Veahavta Leracha Kamoja», «Ama a tu prójimo como a ti mismo.»
Significado, utiliza tu EGO para determinar en primer lugar lo que nosotros queremos para nosotros mismos y en qué podemos hacer por nuestro prójimo.
Por ello Rashi recurre a nuestros sentimientos personales, para que despierte nuestro EGO así identificamos nuestras propias necesidades para apreciar las necesidades de nuestros vecinos.

Para finalizar nuestro encuentro, su me permites, te dejo una tarea domiciliaria.
Si la haces, tú y los tuyos serán los únicos beneficiados.
Te presento una pequeña lista de párrafos tomados del Pirkei Avot, que es un muestrario condensado de la sabiduría de los Maestros de la Santa Tradición.
Te voy a pedir que los leas, los analices, los comprendas y le encuentres el nexo con el tema de nuestro artículo así como con tu vida.
Si descubres la clave que te estoy ofreciendo, abrirás la puerta a un gran tesoro que te llenará de riquezas materiales y espirituales.
¿Te animas a hacerlo?
¿Te animas a compartir con nosotros, aquí debajo en la sección de comentarios, lo que hayas aprendido?
Gracias.

  • Shemaia y Avtalion recibieron de ellos [Sabios mencionados en fragmentos anteriores]. Shemaia dice: Ama el trabajo y detesta la actitud autoritaria, y no te asocies con los que detentan el autoritarismo. (Pirkei Avot 1:10)
  • Raban Shimon ben Gamliel dice: En virtud de tres principios el mundo perdura: por la justicia, por la verdad y por la paz. Pues fue dicho “Éstas son las cosas que habéis de hacer: Hablad verdad cada cual con su prójimo. Juzgad en vuestros tribunales con juicio de paz.»
    (Zejariá / Zacarías 8:16)”. (Pirkei Avot 1:18)
  • Sean prudentes con los que detentan la autoridad, pues no se acercan al hombre sino por interés propio; dan la impresión de ser amigos cuando les conviene, mas no ayudan al hombre en el momento de su necesidad. (Pirkei Avot 2:3)
  • Hilel dice: no te separes de la comunidad, no creas en ti mismo hasta el dia de tu muerte, no juzgues a tu compañero hasta que no estés en su lugar, no digas cosa alguna que no sea posible escuchar, pues terminara por ser oída, y no digas: “Cuando me desocupe estudiaré”, no sea que no te desocupes. (Perkei Avot 2:5)
  • El [Ben Azai] solía decir: No menosprecies a ningún hombre, y no desdeñes ninguna cosa, pues no hay hombre a quien no llegue su hora, y no hay cosa que no tenga su lugar. (Pirkei Avot 4:2)
  • Rabí Levitas, hombre de Yavné dice: Sé de espíritu modesto en extremo, pues el porvenir del hombre es la putrefacción. (Pirkei Avot 4:3)
  • Ribi dice: No te fijes en la vasija sino en su contenido; hay vasijas nuevas llenas de añejo, y viejas que ni siquiera nuevo hay en ellas (Pirkei Avot 4:26)
  • Rabí Elazar HaKafar dice: La envidia, la voracidad y el honor destierran al hombre del mundo. (Pirkei Avot 4:27)
  • La espada de la guerra llega al mundo a causa de la postergación de la justicia, a causa de la perversión de la justicia, y a causa de quienes ensenan Torá en discrepancia con la Halajá. (Pirkei Avot 5:9)

Lecturas recomendadas:

http://fulvida.com/id-noajica/identidad/los-miedos-y-el-noajismo-2

http://serjudio.com/exclusivo/cterapia/la-agresividad-y-su-canalizacin

Las 5 culpas más comunes de la gente antes de morir.

Un ‘ranking’ que hizo una enfermera australiana entre pacientes terminales se volvió ‘best seller’.

La tristeza profunda de no haber llevado una vida auténtica -sino la vida que otros querían- fue el lamento que más oyó Bronnie Ware durante los ocho años que cuidó y acompañó a cientos de personas mientras se morían.

Esa afirmación, que al principio fue tan solo un párrafo en su blog (leído por más de 3 millones de personas en su primer año), se convirtió en el pilar del libro Los 5 principales remordimientos de los moribundos, hoy best seller en varios países europeos.

Ware no es una investigadora, ni siquiera es una académica. Cuando le pregunto cómo terminó convertida en escritora, dice amablemente desde Australia, donde vive y en donde está a punto de dar a luz, que simplemente tuvo la oportunidad de oír mucho sobre la muerte. Y que escribir un libro siempre fue su anhelo.

«Me di cuenta de que un libro era la mejor manera de compartir los pesares de la gente (a la que se le había acabado el tiempo), contar mi propia historia y mostrar cómo las lecciones de esas personas que mueren me ayudaron en mi propia vida».

Antes de escuchar cómo cientos de pacientes meditaban su propio epitafio, trabajó por años como cocinera y mesera en un bar, en el sector empresarial y en un banco. Siempre haciendo algo que no quería hacer. Hoy, además de escribir y componer, creó un curso de música y guitarra para las internas de una prisión cercana (Emu Plains Correctional). «A través de las personas que murieron he encontrado el coraje de honrar a mi corazón y dejar que este me guíe», cuenta.

La segunda tristeza común entre los pacientes de Ware, que acompañó en turnos de 12 horas, uno a la vez y en periodos que iban de entre 3 a 12 semanas, fue la frustración de haber trabajado mucho y haber compartido poco. Esa tristeza, dice en su libro, fue casi exclusiva de los hombres.

Bronnie Ware nunca fue una enfermera calificada, aunque dice que tantos años de experiencia le enseñaron muy bien el trabajo de acompañante hacia la muerte.

«Las conversaciones siempre eran muy personales, ya que generalmente solo estábamos en la casa el enfermo terminal y yo -sentencia-. Todos los hombres lamentaron profundamente haber trabajado mucho. Se perdieron la niñez de sus hijos y la compañía de sus esposas».

-¿Usted ya hizo esas cinco cosas que sus pacientes no hicieron? ¿La muerte la sorprenderá en completa tranquilidad?

-Sí. A través de los pesares que la gente compartió conmigo he aprendido a ser valiente para asegurar que no tendré los mismos lamentos cuando llegue al final de mi vida. Habiendo visto lo doloroso que fue para muchos darse cuenta demasiado tarde de que habían tomado decisiones equivocadas, creo que cualquier reto vale la pena. La paz que llevo conmigo me la da el saber que estoy caminando fiel a mi propia vocación. Vale la pena cada reto que me he propuesto y que me propondré en el futuro.

Tal vez la locuacidad de Ware tiene que ver con lo que ella ha establecido como la tercera culpa: la capacidad de expresar los sentimientos. Dice que muchas personas desarrollan enfermedades que se originan en la amargura y en no permitirse expresar lo que se tiene adentro.

Y ese punto tiene mucho que ver con los dos que le siguen, «ojalá me hubiera quedado en contacto con mis amigos» y «ojalá me hubiese permitido ser más feliz». Para ella, muchos quedaron atrapados en sus propias vidas y renunciaron a amistades de oro. «Vi un muy profundo remordimiento por no haber brindado a esas amistades el tiempo y el esfuerzo que merecían. Todos extrañan a sus amigos cuando se están muriendo», finaliza.

The top five regrets of the dying – nombre original del libro- todavía no ha sido traducido. La australiana está en conversaciones con una editorial española y espera poder lanzarlo en castellano a finales de este año. Por ahora, si desea resarcir sus culpas antes de que sea demasiado tarde, visite la red. Allí estará Bronnie.

Psicología ‘La fase terminal es el duelo de sí mismo’

Isa Fonnegra, psicóloga clínica experta en muerte y autora de libros como ‘Morir con dignidad’ o ‘De cara a la muerte’, se refiere al remordimiento en futuro, es decir, por cosas que quedaron pendientes. «Cuando una persona joven se ve enfrentada a la realidad de tener que morirse, las culpas tienen que ver con lo que no se hizo, con lo que quedó pendiente». Como sea, dice en uno de sus apartes Bronnie Ware, aparecen las fases propias del duelo. «La gente crece mucho cuando se enfrenta a su propia mortalidad. Algunos cambios fueron fenomenales. Cada experiencia es un compendio de una variedad de emociones, como era de esperarse: la negación, el miedo, la ira, el remordimiento, la negación y la aceptación finalmente. Cada paciente encuentra su paz antes de partir. Cada uno de ellos, sin embargo, tuvo que replantearse», remata.

ANDRÉS ROSALES GARCÍA

Periodico El Tiempo.

El Predicador y tus metas

A veces nos proponemos ciertas metas.

Para algunas nunca comenzamos  a recorrer el camino para alcanzarlas.
Para otras damos unos pasos, y nos quedamos allí. Tal vez nos desviamos, tal vez retrocedemos, tal vez simplemente nos quedamos quietos. Muy comúnmente nos olvidamos de qué queríamos alcanzar, también perdemos conciencia de que habíamos fijado cierto rumbo, simplemente se esfuma.
Para otras damos pasos directamente en la dirección contraria.
A veces, no sé cómo, llegamos a la meta.

Entonces, no bajamos de peso, ni siquiera pisamos el gimnasio, dejamos de fumar 2 minutos, la dieta nos duró del lunes al lunes por la tarde, seguimos aferrados a sentimientos oscuros, mantenemos hirientes disputas con la pareja, nos excusamos para continuar en ese trabajo que detestamos y no reditúa, posponemos rendir aquel examen, apareció un bultito bastante feo pero no concurrimos al médico, sabemos que teneos actitudes para superar y nos quedamos (con suerte) en saberlo, etc.

Estas metas nacen de distintos deseos.
Los cálculos de la mente.
Los mandatos sociales.
Las presiones, manipulaciones, que nos demandan y coaccionan.
Las apetencias sensoriales.
Las pasiones fuera de límite.
Esa vocecita tenue que desde lo profundo nos indica la senda hacia la Luz.
Las punzadas del EGO, con sus miedos, desvalorizaciones, egocentrismo, ceguera, necedad, agresión, disgusto.
Sí, son muchas las fuentes de las que surgen las metas.

En gran cantidad de estas metas encontramos el anhelo de tapar brechas, llenar huecos, huir de la pobreza que sentimos dentro. Dejar de angustiarnos con la impotencia para tener la ilusión de poder.
Sí, las metas son demostraciones de poder.
De poder.
Pero llegados allí, en su inmensa mayoría, descubrimos –si somos conscientes- que el hambre sigue apretando, que la felicidad fue pasajera, que la frustración está a la vuelta de la esquina, que la meta no fue el final. Des-cubrimos, si nos atrevemos, que no tenemos paz.
Entonces, puede que nos hundamos. Puede que nos excitemos y propongamos ya otras metas. Puede que hagamos manifestación de nuestro poder, sonriendo con fuerza, para tapar el dolor. Puede que tomemos distancia. Puede…
Y el impulso sigue vibrante, nos requiere más, y pareciera que no hay océano que apague su ardor.

Así, ni la sabiduría, ni los triunfos, ni el romance, ni los hijos, ni el trabajo, ni el título, ni la batalla vencida, ni la medalla alcanzada, ni los millones de dólares, ni la luhjuria, ni las comilonas, ni el cuerpo perfecto, ni los récords mundiales, ni… nada de ello es suficiente.
Siempre habrá más, otra meta.
Esto es bueno, pero no lo es.

Por más que sigamos luchando, nunca lograremos llenar nuestro vacío.
Porque es la brecha que media entre nuestro Yo Auténtico y la capa del Yo Vivido.
Mientras exista esa separación, esa falta de armonía, ninguna meta, ningún trofeo, ningún “éxito” será el definitivo ni la cura para el malestar existencial. Seguirá habiendo miedo, sentimiento de impotencia, agresión, pobreza…

Sobre esto escribió el inspirado autor de Kohelet/Eclesiastés.
El rey Salomón experimentó todo, pasó por todas las modas, conoció el placer sensual, el lujo, la miseria, el intelecto, lo sagrado y lo profano, las bondades de una vida fácil, el exilio, la desesperación y la calma.
Todo ello lo va reflejando en su maduro y profundísimo Kohelet.
Cada capítulo es otra prueba que el hombre para encontrar sentido a su vida, para hallar la dicha verdadera, para estar en shalom.
Y con cada prueba, con cada meta, con cada trofeo, se eleva nuevamente la decepción.
Sí, el buen rey se acostó con miles de hermosas mujeres, pero no disfrutó del amor. Poseyó bienes incalculables, pero seguía hundido en la pobreza. Alternó con los nobles, poetas, filósofos, estrellas del Hollywood de aquella época, y no tenía momento de verdadera dicha. Rezó, estudió, repitió lemas sagrados pero igual se sentía vacío, en la separatividad del ser. Sin unidad, sin unicidad, sin alegría.
Allí está Kohelet, para quien tiene la clave de su estudio. Lleno de sabiduría, teórica y práctica. Llena de vacío y el hombre haciendo todo lo que tiene a mano para llenarlo, y ver que es insignificante, impotente.

Finalmente la clave para vencer la impotencia, para disipar la separatividad, para sentir dicha, para estar pleno la resume de la siguiente manera:

«(8) Porque si el hombre vive muchos años, que se alegre en todos ellos; pero que recuerde los días de oscuridad, que serán muchos… y que todo lo que vendrá es insignificancia.
(9) Alégrate, joven, en tu adolescencia, y tenga placer tu corazón en los días de tu juventud. Anda según los caminos de tu corazón y según la vista de tus ojos, pero ten presente que por todas estas cosas Elokim te traerá a juicio.
(10) Quita, pues, de tu corazón la ira, y aleja de tu cuerpo el mal; porque la adolescencia y la juventud son insignificancia.»
(Kohelet / Predicador 11:8-10)

«(12) Además de esto, hijo mío, queda advertido: El hacer muchos libros [especulativos] es algo sin fin, y la charlatanería fatiga el cuerpo.
(13) La conclusión de todo el discurso oído es ésta: Sé consciente de Elokim (el Todopoderoso) y guarda Sus mandamientos, pues esto es el todo del hombre.
(14) Porque Elokim traerá a juicio toda acción junto con todo lo escondido, sea bueno o sea malo.»
(Kohelet / Predicador 12:12-14)

No, no está en libros de filosofía, ni en religiones, ni en la charlatanería, ni en repetir palabras estrambóticas, ni en fatigar al cuerpo con rituales. No, allí no se encuentra la dicha, la meta más elevada y eterna del hombre.

Se trata de:

  • vivir a pleno
  • gozar de TODO  lo permitido
  • alejarse de lo prohibido
  • no aferrase a lo que daña
  • aprovechar el aquí y ahora al máximo, porque no hay otro tiempo ni lugar que el aquí y ahora, sin embargo, que los hechos sean responsables, armoniosos
  • tomar conciencia de Dios
  • cumplir los mandamientos que Él ha dado a cada uno

Es un estilo de vida completo, saludable.
Su fortaleza está en admitir todo lo del hombre, lo bueno como lo malo, pero sin derivarse hacia lo malo. Está en nutrir cada dimensión del ser, no parcializarlo, no fracturarlo. Impone un sistema de vida en el cual se reconoce al goce en su dimensión sagrada.
Propone la unidad del ser, la armonía entre sus distintos Yoes.
No dejarse someter por el EGO, sino que estar pendiente del Eterno y hacer de sus mandamientos el código de existencia.

Este método conecta, a ti contigo mismo, con el prójimo, con el cosmos, con Dios.
Te permite abrirte a la bendición que de continuo recibes de lo Alto. Así disfrutarás de abundancia, bienestar, amor, expansión, gratitud, paz.

Recuerda, no permitas a la charlatanería religiosa envolverte con su tela de araña. No precisas de libros sofisticados, ni de filosofías complicadas, ni de religiones.
La clave está en ti, en unificar tu ser. En conectarte. En aceptarte. En amarte. En repararte. En abrir la puerta de la celdita mental y ser libre del EGO y su tiranía.

Estoy seguro que tu mente ya está inventado justificaciones para seguir como antes. Dirás que suena muy lindo pero tienes cuentas que pagar. Que muy “espiritual” pero tu trabajo, tu suegra, tu esposa, tu enfermedad, etc., es insufrible.

Sí, la mente está aliada al EGO, más bien, es su sierva.
Trabaja para someterte, si es que no la tienes entrenada para sintonizar con tu esencia espiritual.

Tómate tu tiempo para ver por qué sigues en relaciones tóxicas, qué te mantiene en lugares que te asfixian, qué temes que no cambias, que no sueltas y te retiene como ancla al naufragio, qué no has querido o podido des-aprender para aprender a ver Luz en ti y hacer que irradie y se difunda.

Hasta ahora tus metas no te han servido para alcanzar la dicha, ¿no?
Sigues enfrascado en el dolor.
Sí, por supuesto, hay días menos malos, otros que parecen bastante bonitos, pero presientes que estás actuando en una mala obra de cabaret, en vez de estar disfrutando a pleno de tu potencial sagrado.

Alcanzar la dicha, es tu meta.
Es lo que Dios quiere para ti.
¿Quieres colaborar con Él y construir shalom para ser dichoso?

Es tu decisión.

Ahora, ¿cómo contarás lo que te sucede?

Como cuentas las cosas, tiene su importancia en los resultados.

Según reporta la “Journal of Psychological Science”, un estudio de la Universidad de Columbia, del año 2005, indica que las personas que cuentan sus malas experiencias pasadas en tercera persona, como si le hubiera ocurrido a otro, presentan mayor confianza y optimismo, en contraste con aquellos que las contaron como recuerdos personales.

Es un dato interesante.
Pareciera contradecir a ciertas corrientes de psicología que demandan que se cuente todo en primera persona, como forma de apropiarse de sus conductas, sentimientos, recuerdos, deseos, etc.

Creo que ambas opciones son acertadas, de acuerdo al uso que hagamos.

Veamos un poco lo que quiero enseñarte.
(Es oportuno que leas antes esto: http://fulvida.com/fortalecimiento/feliz-septimo/yo-soy-el-que-soy)

Tú haces, no hay relatos, sino acciones.
Pueden ser acciones internas, de las que ni tienes conciencia (funcionamiento de los órganos, fluir sanguíneo, etc.), o de las que sí tomas conocimiento.
Acciones externas, conscientes (un acto voluntario, por ejemplo) o no (tamborileo de los dedos como tic, movimiento de las piernas al caminar, etc.).
Es el mundo del hacer, sin más.
No hay cuento.

Luego, sientes, percibes y te comunicas.
Allí cuentas TU historia. Eres el personaje. A ti le suceden, a ti te hicieron, tú fuiste y volviste.
Estás envuelto en la narrativa, eres la narrativa, eres el mundo.
Te afectas por tu relato, tu relato te afecta.
Tu cerebro no distingue entre relato y realidad, entre recuerdo y suceso. Se entreveran tus hilos narrativos, te emocionas, actúas el pesar, ya no sabes si estás contando o siendo contado.
Estás en un tobogán, ¡no! Es una montaña rusa.
Todo gira en torno a “yo”, mí, mío. Sí, allí están los demás, pero son títeres, no tienen consistencia real, no son personas.
Hay expresión, hay relato, hay manipulación, pero siempre centrado en el yo.
Hay un cuento en primerísima persona.

Pero entonces subes un peldaño.
Te separas un poco de ti mismo y te duplicas (sin saberlo estás viajando el denso viaje hacia la unificación, hacia la unidad).
Ahora distingues los personajes, ya no eres el único intérprete de la obra. Estás tú, está el otro, estamos nosotros, y ellos.
Está el dar, el recibir, el compartir, el negar, el mendigar, el reclamar, el demandar, el exigir… la relación es lo que prevalece.
Juzgas, perdonas. Eres generoso, retienes. Te relacionas y te ubicas al relacionarte.
Entonces el relato ya no se hace midiendo lo que sientes, lo que haces, sino lo que estás siendo en tu relación con otros.
Hay un cuento ambivalente, en primera persona con participaciones estelares de los invitados a la fiesta.

Y allí subes otro peldaño en la integración de tu personalidad multidimensional, aunque aún está en el mundo de las dualidades, de las polaridades, de la confusión.
En este grado logramos hablar en tercera persona, aún de los sucesos personales.
Porque la mente permite tomar distancia, a la vez que acerca lo lejano.
En este plano analizamos, encasillamos, encuadramos, relacionamos con mayor perspectiva.
Vemos las causas y consecuencias… tomamos distancia, aunque no sé si tomamos conciencia.
Es una herramienta poderosa, porque se involucra la fantasías, la imaginación, la creatividad. Pero al mismo tiempo se inventan excusas, se rebuscan justificativos, se amparan errores, se somete al frío y la lógica aquello que debiera ser cálido y tierno.
Aquí hay un cuento aséptico, impersonal, en tercera persona.

Por último, se alcanza el peldaño de la unificación, de la unidad.
Uno es uno, pero es todo.
Se está en conexión permanente.
Se es consciente, más allá de los pensamientos y las razones.
Se deja de lado el juicio, la manipulación es intolerable, las mentiras son derretidas, las máscaras pierden sustancia.
Es el plano de la verdad absoluta, de la autenticidad plena.
El dolor y el gozo se encuentran, pero no afectan.
Aquí el relato existe como total aceptación.

Con esta breve descripción que proviene de lo más profundo de las enseñanzas cabalísticas, estarías en condiciones para comprender el resultado de la investigación que te mencioné al comienzo, así como los dictados de las corrientes de psicología también señaladas.

De paso, esta enseñanza te podría habilitar a conocerte un poco mejor, por tanto a amarte un poco más, y así acercarte a la meta sagrada de la persona: ser feliz por llevar una vida de servicio al Eterno, por medio del amor a sí mismo y al prójimo.

Ahora, ¿cómo contarás lo que te sucede?

Te propongo que hagas el experimento. Cuenta un suceso “dramático” en primera persona. Luego cuenta el mismo pero como si le hubiera pasado a otro. Observa las diferencias en tus reacciones emocionales.
¿Lo harás y nos contarás?

De paso, recuerdo otra técnica que te he brindado hace un tiempo atrás, la de contar lo dramático pero en tono de humor. Como en un “stand-up”. Pruébalo, te resultará de sanidad.

Gracias por acompañarme en la lectura hasta aquí.

Soy exitoso… si quiero

Perdonen mi candor por lo que compartiré a continuación.

En mi diccionario (basado en la sagrada Tradición), por "éxito" se entiende la medida de cuanto bien y justicia se ha hecho (en el día, el período, la vida, etc.).

El “triunfo” es la lealtad a su esencia eterna (su espíritu), que se alcanza al sintonizar y armonizar todas las dimensiones de nuestra vida con ella.

Lo demás, son LOGROS, cuestiones pasajeras, y muchas veces trofeos del EGO.
La marca del carro, las habitaciones de tu casa, los parajes recorridos, las vacaciones costosas, la esposa modelo publicitaria, el marido musculoso y galante, el dinero en tu cuenta de banco, los adversarios vencidos, las disputas en las que tuviste la última palabra… logros, que te pueden dar un paladeo del placer, pero nunca la alegría.

Pero claro, en este mundo que el éxito se mide por lo económico, por el aplauso social, por el poder sobre otras personas, ¿vale de algo mi inocente idea?

¿A ti q te parece?
¿Cómo definen los “pastores” al éxito, según tu experiencia personal?
Esos que son muy religiosos porque reciben “dones y milagros”, porque su dios muere para salvarlos a ellos de sus propios pecados, ¿qué creen que es ser exitoso?


Real Academia de la Lengua:

éxito.

(Del lat. exĭtus, salida).

1. m. Resultado feliz de un negocio, actuación, etc.

2. m. Buena aceptación que tiene alguien o algo.

3. m. p. us. Fin o terminación de un negocio o asunto.

 

triunfar.

(Del lat. triumphāre).

1. intr. Quedar victorioso.

2. intr. Tener éxito.

3. intr. En ciertos juegos de naipes, jugar del palo del triunfo.

4. intr. Gastar mucho y aparatosamente.

5. intr. En la Roma antigua, dicho del vencedor de los enemigos de la República: Entrar con gran pompa y acompañamiento.

Yo soy el que soy

Hay un yo que hace.
Un yo que lo siente y lo cuenta.
Un yo que lo distingue, interpreta y relaciona.
Un yo que lo encasilla, dosifica, enumera, ordena y excusa.
Un yo que toma conciencia de que es uno, uno consigo mismo, uno con el prójimo, en constante comunión con Dios.

¿Cuál yo eres tú?

Toma conciencia.
Si deseas, respóndelo aquí mismo.
¿Sí?
Gracias.

(Te pido que me ayudes.
¿Qué entiendes de este texto?
¿Cómo te ayuda a construir shalom?
¿Te parece útil?
¿Lo puedes relacionar con enseñanzas previas?
¿Vislumbras la conexión cabalística de esta enseñanza?
Gracias.)

Piensa bien y saldrá bien

Se nos ha dicho de que “si piensas bien, te irá bien”.
Y no, realmente no es así.
Es una falsedad evidente.
Es demostración del pensamiento mágico, típico de la inmadura mente infantil (link).
(Sí, ya sé, hay grandes personalidades que lo han instruido y sus seguidores lo repiten y otros los defienden. Sí, lo sé).

Claro, el pensar bien, el verdadero pensamiento positivo es beneficioso.
¿Por qué?
Lo podemos resumir con un verso: “Apártate del mal y haz el bien; busca la paz, y síguela. ” (Tehilim / Salmos 34:15).
Primero, entendamos al comienzo de las palabras del salmista.
Apartarse del mal, también de pensamientos, de acciones, de reacciones que sean malas, adversas, negativas, contrarias, conflictivas, falsas. Lo que sea mal.
En gran medida porque enfocarse en lo negativo, buscar la oscuridad, llenarse de abatimiento, sumirse en desesperación, prohibirse disfrutar, vaticinar calamidades solamente, produce un efecto túnel en nuestra percepción. Estaremos solo pendientes a los signos adversos que parezcan demostrar nuestra pesadez mental, nuestra parálisis emocional, nuestra impotencia.
Enchufarse a lo oscuro no brinda conexión con lo luminoso.

Así pues, si fuera solo para esto, para evitar caer en un pozo estimulado por la pesadez de pensamiento, ya estaríamos contentos con el pensamiento positivo.
Porque nos estaríamos apartando del mal.

Pero, mira el detalle significativo, el salmista inmediatamente después no te dice que te acerques al bien, tampoco que pienses bien, él te recomienda (con su inspiración divina al mando) a que HAGAS el bien.
Hacer. No divagar, fantasear, desear, anhelar, añorar, recordar, convocar con pensamientos, agitar con ensalmos… nada de superstición o magia, ni mandar a Dios para que sea Él quien nos haga los mandados.
Sino HACER el bien.
HACER el bien.
¿Y qué es el bien?
Aquello que te lleva a unificarte, a sintonizar tus dimensiones, a conectarte contigo y con el otro y con Dios.
Bien es lo que Dios ha declarado que es bien.

Así y todo, haciendo el bien, no es suficiente para el salmista.
Te aconseja que busques la paz, que la sigas, que la conviertas en tu meta, en tu destino.
La paz, que es la plenitud, la completitud, la armonía, la unificación del ser, la salud multidimensional, la conexión sin máscaras.
Tú debes buscar el Shalom afanosamente, es tu misión en la vida.
Construir shalom no es un mero ideal nacido entre nosotros, sino un imperativo sagrado de todos los tiempos.
Está implícito en el ser humano, en nuestra esencia como especie.
Construir Shalom, comenzando por dentro y luego con el afuera.
Unificarnos. Conectarnos. Despojarnos de la mentira. Ser auténticos.

Es lo que dice el salmista, al menos así lo vemos nosotros.
No se nos dice de pensar bien, ni de esperar milagros, ni de dejar que Dios haga todo.
Somos nosotros que tenemos el imperativo triple de accionar así:

  • alejarnos del mal
  • hacer el bien
  • construir Shalom.

No cuenta pensar bien como si fuera todo lo anterior.
Pensar bien es bueno, es saludable, en tanto no sea una excusa para dejar de hacer lo que nos toca hacer, lo que es deber hacer.

Andar por la vida con un ánimo optimista, confiando en Dios y en las propias potencias y en el prójimo, suele tener buenos resultados, mejores que andar esperando desastres, penurias, maldiciones, etc. Es cierto, el pensar bien es muy saludable. Yo no me atrevo a negarlo.
Pero si tenemos la certeza de que haremos “milagros” a través del mero pensar, de que la vida cambiará radicalmente solo por esperar que nuestro pensamiento controle al universo… estamos lejos de haber madurado y andar por la senda de la cordura.
Estamos más próximos a los niños, a los supersticiosos, a los que creen que una cintita roja los protege de algo llamado “mal de ojo”, los que creen que si dan caridad recibirán automáticamente un tanto por ciento, los que pretenden manipular a Dios con oraciones o creencias.
No, ese no es el camino indicado para el leal a Dios.

Entonces, adelante, llena tus pensamientos de Luz, pero no te creas el que controla todo, el que decide todo, el que a través del pensamiento adquirirás aquello que deseas.
También habrás de esforzarte, de trabajar, de comprometerte, de levantarte y seguir luego de tropezar… sí, deberás hacer tu parte y no aguardar milagritos ni magia.
¡Qué pena si no te gusta!
Pero no soy yo quien lo dice, solo lo repito para ti.

Y por si no fuera claro, el salmista reitera y amplía: “Apártate del mal, y haz el bien, y vivirás para siempre.”  (Tehilim / Salmos 37:27).
Ciertamente no es una promesa tonta de vida eterna en este mundo limitado, en el cual la muerte es una realidad constante, en la cual las desgracias ocurren, en la cual las fallas y deterioros acontecen sin por ello ser “castigos divinos”.
El “vivir para siempre” es una promesa de superación, de dejar de estar limitado por nuestra condición material, de unificar nuestro ser y gozar en el más allá de los placeres que cosechan los que actúan en sintonía con los dictados de Dios.
Sí, la promesa del “paraíso”, de la “salvación”, que no se adquiere por creer en dioses crucificados, ni por peregrinar a tumbas, ni por cosechar reliquias, ni por venerar líderes religiosos.
Se adquiere muy fácilmente, apartándote del mal y haciendo lo que Dios te ha dicho que es bueno.
Encontrando la unificación. Siendo uno. Conectándote, contigo, con el otro, con Dios. Dejando libre el dolor. Dejando de imponer tus miedos. Asumiendo tu impotencia y no adorar al EGO a causa de ella.

Y, presta atención, el salmista, inspirado por Dios, no te dice que si haces el mal eres un demonio, o un fracaso espiritual.
El salmista, por ser un hombre de Dios, sabe que tienes que luchar contra tu EGO, que no la tienes fácil, que en la vida del hombre es natural la tendencia al mal y que muchas veces caemos, nos resbalamos hacia la mala acción.
El salmista, un hombre de Dios, lo sabe, él también tuvo que luchar esa batalla diaria contra sus tendencias, contra las presiones sociales nocivas, contra la pereza, etc.
No te condena por haber errado algún paso. No eres un demonio por equivocarte. No eres “condenado” por pecar.
Sino que el salmista, en su sagrada sabiduría te recomienda que te apartes del mal, que hagas el esfuerzo necesario para no caer.
Eres humano, así que eso es lo que debes hacer.
Luego, cuando te has fortalecido, o mientras lo estás haciendo, es que debes hacer lo posible para construir Shalom, por supuesto.

¡Cuánta diferencia con el mundo plagado de infierno y maldición de la idolatría que se hace pasar por santidad!
Mira el enorme contraste: “Amado, no imites lo malo sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; el que hace lo malo no ha visto a Dios.” (Libro idolátrico tercero de Juan 1:11).
¡Mira que malicia, petulancia, ignorancia, falsa santidad!
Este señor te dice que si haces lo que él te dice, entonces eres “de Dios”, sea lo que ellos signifique en su doctrina oscura.
Pero, pobrecito de ti, si haces lo malo eres alguien sin Dios, desconectado, en falta eterna, en pecado original, carente de salvación, un hijo de Satanás.
No te reconoce en tu dimensión humana. No se identifica contigo. No admite que todos tenemos que esforzarnos para alejarnos del mal.
Este santulón te exige que seas perfecto, que no metas la pata, ni un poquito, porque si haces algo malo entonces es demostración que eres de Satanás y te vas al infierno, con tu padre…

¡Es TERRIBLE!
Es inadmisible, pero a pesar de esto sigue siendo predicado por todos lados, sigue siendo considerado un libro santo, sigue siendo adorado como único modo para alcanzar “la salvación”.

El profeta de la Verdad ha declarado firmemente la cuestión:

"(11) Dice el Eterno: ‘¿De qué me sirve la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y del sebo de animales engordados. No deseo la sangre de toros, de corderos y de machos cabríos.
(12) Cuando venís a ver mi rostro, ¿quién pide esto de vuestras manos, para que pisoteéis mis atrios?
(13) No traigáis más ofrendas vanas. El incienso me es una abominación; también las lunas nuevas, los shabatot y el convocar asambleas. ¡No puedo soportar iniquidad con asamblea festiva!
(14) Mi alma aborrece vuestras lunas nuevas y vuestras festividades. Me son una carga; estoy cansado de soportarlas.
(15) Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos. Aunque multipliquéis las oraciones, yo no escucharé. ¡Vuestras manos están llenas de sangre!
(16) ‘Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras acciones de delante de mis ojos. Dejad de hacer el mal.
(17) Aprended a hacer el bien, buscad el derecho, reprended al opresor, defended al huérfano, amparad a la viuda.
(18) ‘Venid, pues, dice el Eterno; y razonemos juntos: Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
(19) Si queréis y obedecéis, comeréis de lo mejor de la tierra.
(20) Pero si rehusáis y os rebeláis, seréis consumidos por la espada; porque la boca del Eterno ha hablado.’"
(Ieshaiá / Isaías 1:11-20)

Lee lentamente el párrafo del profeta.
De a poco, entiende cada palabra, cada una en su contexto.
Des-aprende lo que te hayan introducido como dogma religioso (específicamente cristiano, recordemos que los mesiánicos o netzaritas son cristianos también), para permitir que el sentido espiritual te sea claro.

Te lo resumo, si quieres me lo agradeces luego: apártate del mal, haz el bien, construye shalom y vivirás por siempre.

No fe, no pensamientos mágicos, no rituales, no repetir lemas, no memorizar párrafos, no llenarse de mitología, no ahondar en cabalistería, no servir líderes religiosos, no ser fanático irracional… no, nada de eso…
Es lo que dijo el profeta, lo que sintetizo el salmista, lo que permea la Sacra Tradición desde el mismo comienzo de la humanidad.

Ahora, un dato de la investigación de psicología científica.
En un serio estudio reciente (link) se ha arribado a un inesperado resultado.
La visualización positiva NO ES efectiva para alcanzar éxitos, y además muchas veces es contraproducente.
Básicamente se explica de la siguiente manera.
El cerebro no tiene cómo reconocer si lo que percibe es un pensamiento, una actuación, una broma, un hecho real y verídico, un delirio. El cerebro recibe la información primaria y la procesa como original y dispara las reacciones automáticas oportunas.
Ejemplo, estás viendo una película de terror y aquella escena te paralizó, realmente te llenaste de pavor. Pero oye, dime, estabas en el cine o en tu sala, sabías que no era real, que era una película, entonces, ¿por qué sentiste miedo? Porque tu cerebro no discierne si es cuento o fáctico, simplemente lo toma y reacciona para preservar su existencia como mejor pueda.

Cuando la persona por medio de la técnica de la visualización positiva induce a su cerebro a creer que ha alcanzado la meta buscada, entonces se dispara una respuesta de relajación, tal y como si hubiéramos conseguido lo anhelado.
Se pierde fuerza, concentración, intención. Se fracasa por haber “pensado bien”.

Claro, el EGO está detrás de esto.
Usa cualquier recurso para someterte, para hacerte sentir impotente.
Sí. también el pensamiento positivo. Sea en su versión mágica, para que te quedes quieto y no cambies tu mundo. Sea en su versión “visualiza exitoso”, para que tu cerebro se lo crea y te desarmes. Para que en la realidad nada mejore y entonces la realidad sea la que te denuncie como impotente.
Como sea el EGO es astuto.
El EGO juega con la mente, se crean excusas a una velocidad impresionante. Todo suena plausible, hasta lo ridículo, en tanto sigas sometido al EGO.

Me he extendido muchísimo más de lo que era mi intención inicial.
He tocado muchos puntos, demasiado importantes e intensos.
Creo que de tan largo y complejo podría resultar confuso o perder poder, así que te pido me hagas el favor de releerlo, de estudiarlo y de compartirlo para poder conversar con otros al respecto y ver si estás de acuerdo, si encuentras algún error, si deseas expresar tu opinión, etc.

Quedo de ti, hasta luego.

Bienaventurados los…

No se trata de saber,
sino de ser.
Ser uno. Unificado. En armonía.

No se trata de haber leído muchos libros, ni de repetir frases,
sino de hacer carne el conocimiento 
para que esto te lleve a la unidad del ser.

No se trata de ser sumiso a un líder y a una doctrina, sino de ser tu propio amo, en bondad, en justicia, en autenticidad.
Atiende a tus maestros, respeta a tus guías, encuentra la enseñanza que proviene de toda criatura.
Que tu conciencia se amplíe y siempre agradece.

No se trata de meditar sobre espiritualidad,
sino de hacer que lo material reluzca en su propia espiritualidad.
Ser uno. En armonía. Ser uno mismo.

No es en la religión que se encuentra Dios,
sino en vivir de acuerdo a Su Voluntad, tal como Él la manifestó para ti.

Se trata de amarte a ti mismo.
Sí de amarte, a ti, a quien eres en esencia, a quien estás siendo.

Así,
solamente así puedes amar al prójimo y amar a Dios.

El resultado será tu dicha, alegría sincera.

Sefirot

Hablemos un poco de Cabalá, que es un método de estudio judío de la Torá judía.
No es algo novedoso, porque habitualmente lo hacemos en nuestros textos, los cuales suelen rebosar de conocimiento de Torá y del enfoque cabalístico, pero no lo anunciamos, ni llenamos el ojo con palabrería extraña o conceptos oscuros. Compartimos este pan de forma implícita, de manera discreta, tratando en lo posible de no quebrantar las reglas que atienen al estudio de Torá.
Que el conocimiento sea aplicable, útil, beneficioso, dentro del marco legal, para que sea bendito y de bendición.
Esa es nuestra forma de actuar, porque consideramos que es la correcta y mejor.
No precisamos de disfrazarnos de lo que no somos, ni vestirnos de manera graciosa para llamar la atención, ni de abusar de palabras incomprensibles para someter a nuestros lectores a la impresión de que somos inalcanzablemente sabios y los lectores mediocres o quizás obtusos y sin comprensión.
Preferimos comunicar auténticamente, en la medida de lo posible.
Ser claros, simples, concisos, precisos, exactos, explicar para que se establezca la comunión, y no dar cátedra de vanidad con nombre de “Kabbalah”.
En el ánimo de compartir el buen pan y de que alimente, es imprescindible hablar el mismo idioma, expresarnos con corrección, usar el lenguaje “normal” sin por ello perder el rigor intelectual.
Podemos proceder así porque no nos inspira el EGO, no buscamos poder, ni gloria, ni dinero ajeno, ni someter a los demás, ni hacernos pasar por lo que no somos. Pero los malabaristas de la fe, los que hacen de “la religión” un negocio, de la “Kabbalah” una tienda de mascotas, se empecinan en ser oscuros, impenetrables, adrede llenos de complejidades, para de esa manera someter a sus seguidores, perturbarlos, dominarlos, esclavizarlos, tal como ellos mismos están bajo la bota del EGO.

Hoy daremos unos breves pantallazos cabalísticos explícitos, breves, no queremos abundar, no nos parece ni necesario ni beneficioso.

En una conceptualización cabalística, una entre varias existentes y válidas, se representa los canales y  manifestaciones de la energía de la deidad en la creación como un conjunto de cualidades que son humanamente comprensibles.
Esta elaboración conceptual recibe el nombre de “Árbol de las Vidas”, y a esas esferas de recepción de la Luz para su irradiación se las llama “Sefirot”.
Es un intento humano por comprender al infinito y absolutamente diferente (Dios), a partir de un esquema de comprensión de la multidimensionalidad humana.
Entendamos bien, en su original y puro sentido NO es un intento por describir a Dios, ni de representarLo, ni de señalar Sus “partes”.
Nada de esto está en la base de esta conceptualización, porque, limitar a Dios a una imagen,representarLo, afirmar que no es uno y único, es idolatría y blasfemia.
Pero, reconocer Sus obras, describir Sus acciones en el mundo, contemplar cómo Él se ha manifestado ante Sus criaturas, es admisible.

Estas emanaciones se encuadran en cinco “mundos”, o grados de la irradiación, según nivel de ocultamiento de la energía:

  • Adam kadmón,
  • Atzilut,
  • Briá,
  • Ietzirá
  • y Asiá.

En nuestras palabras, estos cinco mundos son las cinco dimensiones que forman al ser humano, según nivel de amplitud de conectividad:

  • Espiritual,
  • Mental,
  • Social,
  • Emociona
  • y Físico.

Por supuesto, al confundido anhelante de retorcidos pensamientos, le parecerá poco “sagrado” decir “Social”, y preferirá decir “Briá”, aunque no tenga ni la menor idea de lo que significa o cómo repercute en su vida diaria. Se esconde detrás de los trucos de circo del EGO, para de esa forma no hacer el trabajo espiritual verdadero, que es la construcción de Shalom.
El EGO es astuto, en lo complicado encuentra cómo dejar empantanada a la persona, que se someta, que siga presa de su sentimiento de impotencia, de sus miedos, para que no se libere de las cadenas del EGO.
Es por esto que el EGO habla difícil, renuncia a lo simple, es rebuscado cuando no es necesario.

Retornemos a la conceptualización del Árbol.

Podemos encontrar que las sefirot, esferas de emanación y acción, se organizan en tres columnas, las aprecias en el esquema que acompaña a este texto.
La de la derecha, de arriba-abajo, está formada por: Jojmá, Jesed y Netzaj.
La central, de arriba-abajo, está formada por: Keter, (Daat), Tiferet, Iesod, Maljut.
La de la izquierda, de arriba-abajo, está formada por: Biná, Guevurá y Hod.

La columna derecha es la de la apertura, la expansión, expresividad, fusionar.
La izquierda es la de la oclusión, la limitación, receptividad, desunir.
La central, es la intermedia entre ambas, no exactamente el resultado de ligar dos tendencias contrarias, sino esto y algo más.

Cuando una persona funciona centrada en una de sus sefirot, si se “especializa” en una o un reducido número, podría parecer ser un rasgo positivo, puesto que “la práctica hace al maestro”, pero no es beneficioso.
La flexibilidad es una señal de salud. Claro, flexibilidad dentro de una coherencia fluida.
Por tanto, cada una de las sefirot es esencial que sea activa, en su justa medida, tiempo y espacio.
Somos un sistema multidimensional, y así debemos funcionar. Cuando se bloquea un canal, se perturba el flujo del sistema. Al estar problematizada una dimensión es toda la persona la que sufre, aunque le síntoma sea específico a un área.
Reitero, en su justa medida, tiempo y espacio cada sefirá recibiendo y revelando su potencial.

Alguien que caracterice su vida por actuar según su sefirá de Jesed, por ejemplo, y sea extremadamente buena, dadivosa, generosa, dispuesta a dar todo por los demás, ciertamente no está haciendo las cosas bien.
En su contracara, el excesivamente rígido, avaro, carente de buenas acciones por estar siempre en actitud de justicia estricta, tampoco está haciendo ni bien ni justicieramente sus cosas.
Ambas sefirot deben ser activas, armonizadas, porque el exceso, el rechazo a cualquiera de los olamot o sus sefirot, empobrece a la persona, le quita sentido a su existencia, perjudica la ecología cósmica a la que debe favorecer.

Entonces, cada cualidad ha de ser ejercitada, cada acción entrenada, cada dimensión tomada en consideración, porque cuando se deja de nutrir alguna, o se desequilibra en favor de alguna, no hay salud, sino enfermedad. Es la ruptura de las vasijas, que se menciona en el lenguaje cabalístico tradicional. La enfermedad por exceder la capacidad de una vasija al tiempo que se agota la capacidad de otras.

Por lo cual, tu vida saludable se compone de acciones positivas en el mundo espiritual, mental, social, emocional y físico. (Ya enseñamos que en realidad el mundo espiritual no crece ni disminuye, no se ve afectado por nuestras acciones y omisiones, igualmente es un plano a mantener saludable. Está enseñado, busca por favor).
Tu salud está en mantener en actividad cada una de las emanaciones de tu personalidad sagrada, lo que permite armonizar entre tu Yo Esencial, el Auténtico y el Vivido.
Porque es en esta armonía que se alcanza la plenitud, la paz, la trascendencia.

¿Cómo se armoniza?
Bueno, no te lo puedo decir en unas pocas líneas, pero te daré alguna idea, además de las que ya compartí contigo en otras ocasiones.
Debes permitir que cada sefirá se active en tiempo, forma y medida.
Todos ellos forman parte de un sistema, el individual, el colectivo, el universal. Todos son necesarios, todos forman parte de la armonía. Cada uno interactúa con otros, no hay manera de que sean independientes. Los altos y los bajos, de un lado y del otro, la interacción es la norma. De hecho, cada sefirá es holográfica, es decir, contiene a las otras, por tanto es impensable que se tome a una sin armonizar con el resto.
Así, hay tiempo, forma y medida para:

  1. Rezar (no las payasadas religiosas, sino la Comunicación Auténtica con el Padre Celestial desde lo más profundo de tu ser)
  2. Crear, idear, estudiar
  3. Razonar, analizar, teorizar
  4. Resolver, inteligencia aplicada a ordenar el caos
  5. Ser bondadoso, involucrarse con los demás como si no hubiera límites
  6. Ser justo, reconocer las cualidades propias y ajenas, tomar la distancia necesaria
  7. Trabajar para mejorar y alcanzar el éxito real, aquel que es “yo gano y tú ganas”
  8. Ser tenaz y esforzado, aventurarse, establecer marco de seguridad, dar otro paso más
  9. Sensibilidad, receptividad, agradecer, recogerse
  10. Comunicar auténticamente, conectarse a una persona que es significativa
  11. Ejercitar el cuerpo, gozar de lo permitido y alejarse de lo prohibido

Aquí y ahora, es el momento para conocernos, respetarnos y amarnos.
Sin culparse por lo pasado. Sin temblar por el futuro. Porque ambas son irrealidades, fantasmas, motivos para huir y no vivir el presente.
Es cierto que el pasado nos aporta material, que el futuro nos condiciona, pero es el aquí y ahora la única realidad actual.
Por tanto, el ideal, la meta, es construir Shalom a cada momento.
Las herramientas para ello son las que acabamos de mencionar, justamente las que son antagónicas a las del EGO.
El EGO usa el llanto, el grito, el golpe o la desconexión de la realidad, con todos sus respectivos derivados y ramificaciones más o menos evidentes.
La construcción del Shalom no apela a la manipulación, ni a la extorsión, ni a la mentira, ni a la presión social, ni a la amenaza, ni a la falsa promesa de salvación, ni a la demanda de fe en absurdos, ni a la ceguera, no a ser oveja de un pastor, ni a mendigar, ni a mantener vividores, ni a… nada de lo que se acostumbra a hacer a partir del EGO.
Las herramientas de la construcción de Shalom se pueden resumir en: bondad (columna derecha), justicia (columna izquierda) y autenticidad/lealtad (columna central).
Por supuesto de estas también son raíces, de las cuales emergen ramas frondosas, árboles y bosques de acciones, conductas, creencias, pensamientos, emociones, gestos, palabras de Luz.
Con las herramientas de la Luz se construye Shalom, que es paz, plenitud, armonía, salud, alegría sincera, autenticidad, conexión, sentido, fluidez, perpetuidad.

Responde a la pregunta: ¿quién soy?
Luego, ¿adónde voy?
Y por último: ¿para qué estoy en el mundo?