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Identidad noájica y códigos elaborados por rabinos

Es frecuente para algunos noájidas suponer que es imprescindible la dirección por parte de un rabino en las cuestiones que hacen a su vida diaria.
Algunos suponen que se precisa un libro de leyes codificado por algún rabino, tal como tienen los judíos un código llamado «Shulján Aruj».
Quieren creer que sin tal libro de leyes, de origen rabínico y basado en el conocimiento de Torá de algún rabino, no pudieran ser noájidas a pleno, «observantes», fieles y leales a Dios.

Por supuesto, esto no es necesario.
Dios ha dado Siete Mandamientos para las naciones, nada más.
Tales son los mandamientos y preceptos que deben cumplir los gentiles, es decir, la gente que no es judía.
A diferencia de los judíos que han recibido 613 mandamientos, a los que se suman infinidad de reglas (llamadas halajot), que constituyen parte fundamental de la Torá oral y que hacen al correcto cumplimiento de los 613 mandamientos.

Pero, para los noájidas solamente hay SIETE y nada más.
Sin reglamentos expuestos en alguna ignota «Torá oral noáijca», sin misterios, ni ritos, sin pautas secretas, sin una tradición resguarada por los rabinos como parte de la ley oral.
Los Siete se desarrollan en reglamentos a partir de uno de los siete mandamientos, aquel de establecer cortes de justicia.
Es decir, cuando un noájida quiere acatar los mandamientos divinos con los reglamentos derivados, NO DEBE necesariamente consultar con un rabino, ni en la Torá, sino conocer y cumplir las leyes de su propio país.

La orientación de maestros de Torá puede ser necesaria cuando de los mandamientos noájicos en relación a Dios se trata: no servir dioses ajenos y no blasfemar.
En ese caso claramente podría ser provechoso conocer lo que la Torá define como servicio a dioses ajenos, saber qué son dioses ajenos, conocer y entender qué es blasfemia, etc.
Pero, nuevamente no hay que caer en error.
Los dos mandamientos fundamentales que refieren a la relación del noájida con Dios no se pueden equiparar a las decenas de mandamientos que los judíos han de guardar con respecto a Dios con todos sus detalles y reglamentos.
No comprender esto, es andar por una senda que podría llevar al error.
Pues, una persona noájida sin contacto con rabinos, maestros de Torá, ni códigos «rabínicos», que comprende cabalmente los dos mandamientos que mencionamos recién, fácilmente sabrá que no servir a una deidad extraña significa sencillamente eso, sin más vueltas, con la pureza, claridad y sencillez que Dios decretó para las naciones. Algo similar con respecto a no insultar el nombre de Dios.
Querer copiar modos judíos, sentirse inútil sin el librito o libro judío (o de autor judío), creerse desamparado y «no-salvo» por no saber la palabra hebrea o la ley judía, es un error de concepto muy frecuente de los noájidas, y también de muchos judíos  (incluso estudiados, pero que no han captado la esencia y dimensión del noájismo en su fundamento, sin hacerlo dependiente de su propia visión judaica de la vida).

Por otra parte, libros como «El Camino del Gentil Justo», por ejemplo, son muy útiles, aunque no sean imprescindibles y no deben ser tomados como «el código de la ley del noájida», pues sirven para conocer la opinión de algún erudito judío al respecto de las leyes, pero especialmente más para tener alguna noción y poder comparar la realidad judaica con la realidad noájida a la hora de cumplir con los mandamientos.

Reitero, tener el auxilio, la compañía, el relato, la idea, el abrazo de algún erudito (certero y n o u nmero ególatra o comerciante de la fe), o de algún judío entendido es bueno; no tiene nada de negativo o depredador de la propia identidad; siempre y cuando en esa relación se tenga bien en cuenta y en claro cuál es la identidad y misión de cada uno, de acuerdo a lo dispuesto por el Eterno.
Pero, pasar a ser una mochila dependiente de algún rabino o moré, o escarbar en la cultura judía a la espera de encontrar la propia identidad, o someterse a ideas exclusivistas judaicas, o convertir la sacralidad noájica en una especie de culto, no es la intención de Dios con respecto al noajismo, ni lo que las autoridades rabínicas de todas las épocas han indicado como correcto.

Ahora, que el auge del noajismo está en crecimiento (y FULVIDA es uno de los mayores responsables de esto en el mundo latino), no tardarán en ir apareciendo códigos «rabínicos» para los gentiles.
Recibirán elogios y recomendaciones, todos ellos loables, y serán vistos por muchos como si fuera la «biblia noájica», el «shulján aruj noájico», y cuya palabra es sagrada y debe ser respetada so pena de ser tildado como hereje.
Pero, ciertamente no son ni serán un código de leyes obligatorio para los noájidas, aunque tengan mil firmas de rabinos refrendándolos, sino solamente trabajos constructivos que sirven para fortalecer la identidad noájica, proveer de datos para llevar una vida correcta, conocer lo que la ley judía indica para los judíos (y que algunos quieren cargar con ello a los noájidas), y un poco más.

Recuerda lo que Dios demanda de ti no es ser una persona que vive una vida de noajUda, ni sentirte dependiente de los maestros de Torá o de cualquier otro judío, ni que te creas en una etapa de transición hacia ser judío o «noájida jasídico» o algo parecido.
Dios demanda de ti humildad para serLe fiel, y que actúes con bondad y justicia.
¿Cómo?
Haciendo lo que Él te mandó, a través de tus ancestros: cumplir los Siete Mandamientos Universales.

En resumen, conoce tu identidad, vívela a pleno sin depender de códigos judíos, aunque no rechaces su conocimiento y quizás iluminación en algunos aspectos que la legislación de tu país no alumbra o no sintoniza con los Siete Mandamientos.
Sé sencillo ante tu Dios y no pretendas la vida de otro, que sagrada y de bendición es la tuya.

Resp. 681 – Despertar a quien es

Profesor Y. Ribco; Saludos:
Esta es la tercera vez que le escribo.
Soy la Sra. M. Aroche de aca de la Florida.
Gracias por su pagina.
Es dura y sin tapujos.
Una vez la borre de todos los lugares de mi computadora donde la pudiera encontrar; pero……… aqui estoy.
Hoy llegue a la desesperacion con respecto a mi identidad espiritual y clame a HaShem en mi desesperacion.
Y….. unas horas despues me encontre leyendo un articulo de**** .co.il donde una bat noaj relataba algo muy parecido a lo que me estaba ocurriendo. Sin palabras.
1- Mi consulta es la siguiente: Tengo una hija de 17 y un varon de 21 que aun viven conmigo y no se como explicarle esto de que ahora somos Bnei Noaj. Pues primero fuimos hinduistas ,luego cristianos, despues mesianicos y ahora Bnei Noaj?
2- Por otro lado, donde puedo encontrar la Halajot para la observacion de los 7 Mitzvot Bnei Noaj?
Muchas gracias por todo y le reitero mi saludo

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Resp. 311 – Los mandamientos en esencia y la religiosidad

César Oncoy Bustamante nos consulta:

Saludos cordiales,
1- ¿Los mandamientos son sólo los siete en esencia y las derivaciones (ya sea la lista de 30, 66 o la perspectiva mística) no tienen el estatus divino de los siete? Es cierta esta afirmación.
2- ¿Los noájidas deberían incidir en enseñar acerca de los reglamentos derivados, es esto prudente o el enfásis principal debe ser en los siete?
3- ¿Cuales son los parámetros para evitar que el noajísmo caiga en lo religioso o se configure en una nueva religión?
Gracias César, Oncoy, 19, estudiante de negocios internacionales, Lima, Perú

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Las reglas que sigues

Existen cinco tipos de reglas/leyes que te mencionaré un poco más adelante.

Es imprescindible que toda persona conozca estos cinco tipos de reglas y reconozca las diferencias básicas entre cada tipo.
Cuando aprendes esto, tienes la posibilidad de entender porqué actúas como lo haces y qué es aquello que pudieras hacer para perfeccionar tu vida y traer redención al mundo.

Cuando ignoras la existencia de estos cinco tipos de reglas, y actúas siguiendo ciegamente solamente alguno de los tipos, estás actuando basado en información parcial, lo que probablemente te aleja de la Buena Senda.

Reglas Espirituales.
Son aquellas que ha dictado Dios y que han sido preservadas en la Torá (Escrita y Oral), se las denomina mitzvot (mandamientos).
Las normas para la aplicación de las mitzvot (halajot) fueron recibidas por Moshé directamente del Eterno.
Aunque algunas de las halajot fueron desarrolladas por excelentes asambleas de autoridades rabínicas, que seguían estrictos patrones de legislación en perfecta sintonía con la Torá.
Los mandamientos son un conjunto completo y orgánico, un sistema vital, que favorece el crecimiento personal, el establecimiento de sociedades saludables y, por si fuera poco, la vida eterna del espíritu individual.
Su cumplimiento se siente como una necesidad del espíritu, una sed interior irrefrenable, ya que el espíritu puro de cada persona se nutre con el conocimiento de estos mandamientos y su correcta ejecución.
Para su cumplimiento no hace falta comprender los motivos o razones que las sostienen, ni las ventajas o beneficios, ni que estén de acuerdo con la opinión de la masa. Solamente hace falta entender que han sido dictadas por el Creador y Señor del universo, que es nuestro deber ante Él, y nuestra misión principal en la vida.

Reglas Intelectuales.
Son reglas éticas, del comportamiento que nace de la elección racional personal que es considerado como bueno.
La persona reflexiona y medita hasta encontrar las reglas que escoge seguir y que cree que reportan bien.
Dependen del sujeto que se pauta estas reglas, de acuerdo a su propio intelecto.
Pueden estar en sintonía con las Reglas Espirituales, o con Reglas Sociales, o con el propio deseo; pero el motivo fundamental para su aceptación depende de las razones que argumente la persona.
Como depende del propio sujeto, de aquello que razona y cree, probablemente elabore normas de conducta negativas, que lesionen a la persona o a otros, pero con la excusa y justificación de estar actuando de buena voluntad.

Reglas Sociales.
Son las que dictamina determinada sociedad (o comunidad de pertenencia / referencia), en cierta época y lugar.
Actualmente en la mayoría de las naciones se sigue la opinión de las masas, teniendo la idea de que la aceptación de una mayoría es suficiente como para aprobar reglas y sustentarlas.
Sin embargo, la mayoría no siempre es consciente de lo que escoge, ni tienen capacidad como para determinar lo que es el bien común, ni siquiera se aplican con fidelidad a la Senda de las Reglas Espirituales
Por lo cual, la mayoría puede tender hacia el mal, y hacer del mal una meta común de la sociedad.
En palabras de la Torá: «No seguirás a la mayoría para hacer el mal. No testificarás en un pleito, inclinándote a la mayoría, para pervertir la causa.» (Shemot / Éxodo 23:2)
Y recordemos las palabras de un antiguo político: “Aun suponiendo el ver triunfante la opinión de los insensatos mediante el número, no por eso podrán trastocar la naturaleza de las cosas” (Cicerón en “De Legibus” (tengamos presente que este autor no era precisamente amigo del Eterno, ni apoyaba a Sus fieles, sin embargo advertía que el consenso no siempre es el mejor patrón a seguir)).

Reglas del Deseo.
Estas son pautas imprevistas, súbitas, individuales, que siguen el dictado del propio deseo, el afán de encontrar gozo o evitar lo que se teme, sin más consideración.
De por sí estas normas no atienden dictados sociales, ni siguen líneas de razonamiento lógico, ni se alumbran por el faro esclarecedor de la verdadera espiritualidad.
Por cierto que estas reglas podrían coincidir con reglas de otros niveles, y hasta sumarse para alcanzar las similares finalidades, pero sin estar supeditadas a ellas.
Por supuesto que la búsqueda de satisfacción y la evasión pueden provocar heridas de todo tipo, a quien así actúa o a los otros, sea voluntariamente, por desidia o como resultado secundario de la acción y omisión.

Reglas Naturales.
Son las que dependen exclusivamente de patrones físico-químicos.

Para llevar una vida de integridad, de trascendencia, de tendencia verdadera al bien, de bondad, de justicia, de plenitud, necesariamente se deben acatar las Reglas Espirituales, sin dejar de lado aquellas reglas de los otros cuatro tipos que no contradigan ninguna de las Reglas Espirituales.

El noájida debe tener presente los Siete Mandamientos Universales, conocer las normas derivadas, tener presente los consejos de los sabios, para de esa manera desplegar una verdadera luminosa, de construcción de Shalom.
Su vida debiera girar en torno a la fidelidad del Eterno, del modo que Él marcó, que es siguiendo la Buena Senda de los Siete Mandamientos Universales.

Los noájidas no deben actuar como hacen los devotos de las religiones, que se encierran en sus comunidades, que revolotean en torno a sus pastores, que se creen santos por censurar a otros o por privarse de los bienes y placeres que el Eterno les ha hecho llegar.
Esas conductas de santurronería no son propias de los adherentes del Padre Celestial, sino de los seguidores de falsas deidades y de doctrinas de personas ajenas a Dios.

El noájida puede y debe desarrollar una vida de gozo y alegría, llena de sensaciones agradables, placeres permitidos y que no conducen a nada que esté prohibido por Dios o los Sabios.

El noájida debe buscar la superación personal en todos los planos, el material, el social, el académico, el económico, etc.; siempre y cuando no caiga en conductas nocivas, o en cosas que lo aparten de la Buena Senda de las Reglas Espirituales.

El noájida puede y debe participar de las actividades sociales de toda índole, política, arte, cultura, ocio, deportes, etc., siempre y cuando sus actuaciones no incurran en faltas a los Mandamientos Universales y sus derivados.

El noájida tiene la obligación de cultivar su intelecto, aprender a pensar, aprender a criticar, entrenarse en criticar con sabiduría y autocriticarse con justicia.
Debe aprender de cosas mundanas, porque nada del mundo le está vedado, en tanto no vaya en contra de los Siete Mandamientos Universales.

El noájida debe llenar su vida de verdadera espiritualidad, hacer obras de bien sin contrariar las Reglas Espirituales, estudiar las porciones de la Torá que tienen permitidas, y dedicar su vida con empeño a cumplir con sus mandamientos, sin negarse los bienes de este mundo.

Conoce los tipos de reglas, aprende qué tipo estás siguiendo tú.
Ten en cuenta constante los Siete Mandamientos Universales, que son tu herencia y tu porción de bendición en Este Mundo y de gozo eterno en el Mundo Venidero.

Sé un constructor de Shalom, porque avanzas por la Buena Senda.