La Razon de la Creación

Los sabios se preguntan: ¿Cuál es el sentido o la finalidad de la Torá en el primer capítulo de sus cinco primeros libros, los de Moshé, donde se describe la creación del mundo?

¿Cuál es la importancia de este capítulo dentro del contexto general de la Torá?

Recordemos que la meta primordial de la Torá es educar al hombre y no solamente describir los actos del Todopoderoso.

¿Qué es HaShem? ¿Qué significa D-s para los judíos?

El judaísmo considera a D-s como un planificador, el Creador y amo Eterno de todas las fuerzas, la material y la vida del universo. D-s es quien ordena toda la existencia y le brinda un significado, es un ser absoluto e ilimitado que todo lo sabe y que se encuentra en todas partes: en el espacio, el tiempo y la naturaleza. El Todopoderoso alienta al hombre para que éste lo considere como a un Padre Celestial que se interesa personalmente por todas sus criaturas, fijando normas objetivas correctas e igualitarias para todos los hombres, especialmente para su pueblo elegido – El pueblo de Israel.

Para los judíos, D-s no es un concepto imaginario, abstracto, sino más bien una realidad omnipotente, alguien con quien todos los seres humanos pueden vincularse directamente.

D-s es el guardián supremo, alguien a quien podemos expresar y comunicar nuestros sentimientos más profundos sin necesidad de intermediarios.

La Torá comienza con los cinco libros de Moshé, donde se describe la creación del mundo por el Todopoderoso, quien se encuentra fuera y por encima del universo. Existe una distancia espiritual entre D-s y el hombre, a quien se le ofrece la libertad completa, acompañada, sin embargo, de un significado concreto.

GENESIS

Acerca de la moral, el bien y el mal, la honestidad, la justicia, la presión, la perversidad y en general, de todo aquello que lo hace responsable de sus actos, puesto que, habiendo sido creado a imagen de D-s y disfrutando de la libertad que éste le obsequió, se encuentra constantemente a prueba. Es el hombre quien tendrá que elegir, dentro de su estado de libertad, entre el bien y el mal.

Si negáramos la aparición del mundo por la fuerza del Creador, la ética y la moral serían solamente una gran ilusión terrenal. Los ácidos, las moléculas y los gases por sí mismo no son ni buenos ni malos. Si aceptamos la tesis de que la materia es la única realidad existente en el universo, dejan de tener sentido la ética y la moral como valores por sí mismos.

Los valores, los pensamientos acerca del bien y del mal, así como las posiciones éticas y morales, son, a fin de cuentas, concepciones de las personas que las representan.

Por esta razón, la Torá comienza con el relato de la creación del mundo por el Todopoderoso y ésa es la base que posibilita la exigencia de una vida moral y ética de los seres humanos. Este es el parámetro a través de cuya luz los seres humanos examinan y reflexionan sobre sus actos y pensamientos. Esta es la medida entre el bien y el mal, el punto de partida básico que dará significado a la historia de los seres humanos y a las acciones individuales, que encontraremos en el segundo capítulo del libro Breshit (Génesis), donde encontraremos al primer hombre y su primera gran equivocación.

El primer capítulo de este libro relata y describe la ceración del mundo. Cuenta con treinta y un versículos, que se caracterizan por ser muy parcos en palabras. Afortunadamente, en el Talmud y el Midrash, nuestros sabios nos explican detalladamente la creación del mundo. Nos indican que fueron cuatro los testigos de los hechos del altísimo y de todo lo sucedido en el fenómeno de la creación del cielo y la tierra.

D-s le relató a Adam – el primer hombre – quien murió en el año 930 de la creación, todo lo sucedido durante los seis días anteriores a su propia creación, la de Adam. Este fue quien se lo relató a Lémej, que nació en el año 874 y que estuvo en contacto con Adam durante 56 años. Noaj nació en 1056 y murió en el año 2006, recibiendo de Lémej, el relato de todo lo sucedido hasta entonces. Abraham – nuestro patriarca – el primer hebreo, nació en 1948 y conoció a Noaj durante 58 años y éste le transmitió su conocimiento acerca de la creación. Abraham transmitió a Itzjak y así continuó la cadena sucesivamente hasta nuestros días.

Maimónides, Rabí Moshé Ben Maimón, describe la creación en su Guía de los Descarriados y gracias a él tenemos un conocimiento veraz de lo sucedido durante la creación y el diluvio. No se trata de un asunto de fe, de creer o no creer. Se trata de un testimonio viviente, transmitido de persona a persona a través de toda la historia de la humanidad.

(Extraído del libro Breshit del Rabino Iona Blickstein)

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