Muy seguramente muchos de los que hemos pasado por alguna creencia equivocada recordemos cual es una de las maneras más sutiles, y comunes con las que se manipula a quienes pertenecen a una de ellas. Allí se enseña que: “el amor propio es Ego”, y de ese modo se manipula disminuyendo a tantos incautos que luego pasan a ser parte de obras teatrales, donde su papel no va más allá de ser simples títeres sin voluntad y sin conocimiento real de su identidad.
El amor propio, a lo que ellos llaman ego NO es malo, pues amarse es solo una forma de vivir plenamente, de reconocerse y mostrarse tal cual se es, sin temores a ser disminuidos, “el genuino amor propio está MUY lejos, del deseo de obtener grandeza a los ojos de otros”.
Pero ¿Cómo no caer en el error de esperar elogios, ó halagos de grandeza de parte de los demás?, basta con saber quiénes somos y delante de quien estamos. Si recordáramos que en TODO momento estamos frente a nuestro Hacedor, quien todo lo ve y todo lo sabe, quien nos conoce sin máscaras, sin disfraces, sin títulos, sin adornos o apariencias, entonces tal vez seremos capaces de reconocer cuan dependientes somos, y a quien hemos de servir.
Ante su grandeza claramente somos menos que Él, pero NO inferiores a su obra, sino parte de ella y por lo tanto hay un lugar para cada uno de nosotros.
Creer que estamos por encima, subirse en pedestales para intentar aparentar puede engañar a otros, y lo más probable es que también nos engañemos a nosotros mismos, pero Nunca a nuestro Creador, pues acaso ¿no ha de conocer mejor, la obra de sus manos aquel que la hizo?
Ponernos por debajo es menospreciar lo que hemos recibido, puede convertirse en excusa para buscar “una falsa perfección” inmiscuyéndonos por ejemplo en roles, e identidades que no nos pertenecen, que no, nos son propias y que sólo serán cortinas que intentan ocultar la verdad de “quienes somos”; cuando se actúa de ese modo, vanamente se intenta ocupar un lugar por encima de D’s , cosa que nunca podría darse, pero con esa actitud despreciamos y vemos en poco lo que nos ha sido asignado, y se actúa tontamente al creer que hubo un error en la repartición, en otras palabras “ se cree tontamente que D’s se equivocó, y tontamente… lo único que se hace es alimentar al ego”.
Pero al reconocernos como lo que somos, al ser agradecidos por nuestra porción, aprenderemos a amarnos, y ese amor propio; no es creerse perfectos, basta con mirar nuestro caminar y reconocer en nuestra vida, esas acciones que han pasado a ser errores, para aprender de ellas e intentar evitar volver a equivocarse, o volver a repetirlas.
Es de humanos caer, equivocarse, pero también lo es el levantarse y enmendar los errores, eso sí, nos hace crecer y ser mejores. Reconocernos como lo que somos, no ha de llenarnos de temor, sólo nos llenará de motivos, para no quedarnos en el error; para no dejar de lado la posibilidad de cumplir con nuestro verdadero propósito. Y mientras lo hacemos seremos felices con lo nuestra porción.
Ser noájida, mostrar lo que eres, es una hermosa oportunidad de ser libres, de realmente “ser”, de dejar de lado las apariencias, de vivir sin intentar ocupar un lugar de reconocimiento, o de grandeza, cuando eres noájida puedes serlo sin temor a mostrar quien eres, ya no lo harás para agradar a un líder, a un grupo ó al mundo, lo harás porque te reconoces a ti mismo, y te amas tal cual , y sabrás que al único que sirves es a Dios, no a tu ego, no a los hombres, solo a tu Creador.
No esperes más para amarte a ti mismo
Un Abrazo amigos.