El EGO está detrás de la timidez extrema.
Ésta se constituye en un verdadero obstáculo que puede dificultar nuestro progreso multidimensional.
Su función es asilarte del mundo, empequeñecerte, hacerte desaparecer, que te vueltas invisible, que seas nadie.
No debe confundirse con la modestia, también conocida como humildad, que es el saber el lugar propio en el mundo, con los defectos y virtudes personales, y actuar en consonancia.
A diferencia de la modestia, la timidez es negarse, desconocerse, rechazar el contacto, sumergirse en pensamientos y creencias oscuros e irreales, que te separan de la realidad, de los otros y de ti mismo.
Por supuesto que hay grados, pero todos comparten la misma meta, el mismo origen, similares procedimientos, con mayor o menor énfasis o gravedad.
Como te he dicho, es el EGO quien manipula desde las sombras, desde lo más profundo de tu cerebro, para que vivas de esa manera.
Es su estrategia para dejarte estancado por sentirte impotente, que no te conozcas en tus reales dimensiones, para que de esa forma sigas dependiente de su falso abrazo salvador, de su mentirosa proclama de salvación.
Porque cuento más hundido en el sentimiento de impotencia, más fácilmente el EGO toma el control de tu vida.
Si tú sientes que no caes bien, si no te animas a esbozar la menor crítica, si no sabes lo qué decir, si no puedes pedir ayuda, si juzgas que si te equivocas –aunque en una cuestión mínima- eres un fracasado o se reirán de ti, si dices a cada rato “no sé” o “no puedo” y ni siquiera haces un poquito de esfuerzo para saber o poder, si te escondes, si te encierras, si te quedas en soledad, si pasan a tu lado como si no existieras, si sufres por todo esto o ya te has acostumbrado a esta tortura, estás evidentemente sumergido en el océano de la impotencia, bajo el mando del EGO.
Por ahí a veces se te ocurre alguna excusa, te justificas de tal o cual manera, encuentras que como nadie te comprende mejor no hablas, como nadie te lleva el apunte mejor ni te apareces, como ya sufriste de que te rechazaran mejor te autoexcluyes, y así vas inventando una tras otra excusas, o das siempre la misma, o hasta ya te cansaste y ni siquiera precisas decir más que “soy tímido”.
Aunque te parezca imposible, o innecesario, o ridículo, o lo que fuera, debes tener presente la necesidad de pedir ayuda para salir de esta situación. En realidad, no solo pedirla, sino también aceptarla y hacerte cargo de tu parte para salir de esta prisión que desde tu interior te has impuesto.
La gran mayoría de los psicólogos no manejan el concepto de EGO (todavía) como nosotros lo hacemos, pero igualmente tienen a disposición herramientas y técnicas para ayudarte. No sigas perdiendo el tiempo, pues estás malgastando tu tesoro más precioso, que es tu vida.
En vez de dar excusas huecas, es hora de ponerte en marcha para salir de esa prisión que te has construido, quizás con ladrillos y barrotes que otros te han dado, pero que tú te has construido con tu timidez.
Por supuesto que puede haber personas que son menos activas, menos sociables, menos comunicativas, y que no padecen de timidez patológica, sino que su estilo de ser es más bien reservado, lacónico, etc. Esto es aceptable, por supuesto. No todos somos iguales ni debemos actuar de forma idéntica.
Pero, la timidez extrema, la que paraliza, obtura, inmoviliza, impide el crecimiento, esa es necesario reconocerla y desactivarla, pues detrás de ella siempre está el EGO ejerciendo sus influencias nocivas.
Piensa esto, si tu eres callado, no vas a reuniones, no conversas, etc., porque en el fondo –o no tanto- te das cuenta que tienes miedo a: el fracaso social, al rechazo, a la soledad, a equivocarte, a parecer tonto, a que te crean loco, a decir algo desubicado, a no parecer exitoso, a quedar en desventaja por tus ideas, a la vergüenza, entonces, allí está el EGO operando para someterte.
Te daré ahora unos pequeños consejos para ir saliendo de la prisión de la timidez (pero recuerda solicitar ayuda especializada, dado el caso).
- Conoce y aplica la comunicación auténtica en toda ocasión. Aunque tengas excusas para no hacerlo, hazlo. Las excusas se inspiran en el EGO y es a éste a quien no queremos más como tirano en tu vida.
- Uno de los principios de la comunicación auténtica es no prejuzgar. En este sentido, debes saber que es imposible que interpretes correctamente y sin errores el pensamiento del otro a partir de sus gestos, de alguna palabra, de su expresión facial, etc. Podrías suponer, sacar conclusiones y estar por completo fuera de foco.
Al tener conciencia de lo limitado de tu capacidad de apreciar sin errores, lo indicado es que preguntes, con tacto, con respeto, con amabilidad, pero no que te quedes con la idea de que tienes el conocimiento y te manejes a partir de ese prejuicio.
Muchos tímidos optan por guardar silencio, por esconderse, por huir, porque presuponen intenciones, ideas, creencias, etc. en el otro, cuando quizás todo fuera absolutamente diferente de lo que está prejuzgando.
Lo mejor, aunque cueste, es preguntar.
- Como vimos, entre la timidez y el EGO están los miedos, muchos de los cuales se resumen al de fracasar, al de cometer errores.
Aceptar que somos falibles, que podemos fallar, que no nos hace peores el ser imperfectos, es esencial para dejar de lado el mecanismo de la timidez.
Por supuesto que tampoco sirva de excusa para ser perezoso, descuidado, irresponsable, si igual todos nos equivocamos… ¡no! Tú haz tu parte, plenamente, cabalmente, con todo, para que el éxito sea posible, pero ten presente que el resultado final no depende solamente de ti.
- Tienes derecho a disentir, a contradecir, a no estar de acuerdo, a pensar diferente, a no gustarte algo, a tener ideas propias, a cambiar de parecer, a no decir “amén” a todo. Tienes derechos, aunque el EGO y otros que te quieren manipular te los nieguen.
Claro que el que se escuda en la timidez propondrá mil excusas que parecen inteligentes para no decir, es más, para ni siquiera pensar algo que pudiera ponerlo en contrario a otros. Entonces, deja de luchar contigo mismo, no te esfuerces en hacer algo que te duela, pero tampoco dejes de hacerlo.
- Hablar en voz alta, casi gritando, con seguridad, proyectando el aire las palabras, con gestos fuertes, pero sin agresiones, sin faltar el respeto, sin quebrar límites, eso dará seguridad. En principio externa, como sentida forzada, pero que se irá convirtiendo en parte de la manera habitual de comunicarse.
- Así como tú eres imperfecto, tienes dificultades, dudas, temes, te escondes, también los otros.
Reconoce el Yo Auténtico detrás de las máscaras.
Reconoce las máscaras y aprécialas en su rol. Las máscaras ocultan, pero también revelan.
Encuentra la sintonía para ti y para estar con el prójimo.
- No juzgues (no en el sentido falsamente espiritual, de los religiosos), no te dejes llevar por el EGO.
Deja de pretender controlar aquello que no puedes controlar.
Quisiera oírte a ti.