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¡Por los milagros y favores!

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No es fácil hablar a otros cuando están enfermos, cuando atraviesan por la difícil  perdida de un ser querido, cuando existen situaciones que emocionalmente los desestabiliza, cuando apremia el miedo, el dolor o la impotencia; ser asertivos en ocasiones no parece ser el fuerte de todo el mundo, pese a las buenas intenciones, a veces no sabemos ¿qué decir, o qué hacer? para intentar afrontar  una situación en la que nosotros mismos no sabríamos como actuar.

La enfermedad, por ejemplo suele tocar las fibras y las emociones de aquel que la tiene, y junto a él de las personas que le rodean, el dolor físico no es fácil para quien lo padece, pero podría decir que  el dolor más grande surge cuando la impotencia nos muestra la fragilidad del ser humano en todo su esplendor, nuestro limitado o nulo poder para controlar la vida y la muerte, precisamente la enfermedad suele ponernos cara a cara con uno de nuestros miedos básicos:  el miedo a la muerte.

Hace tres meses fui sometida a una intervención quirúrgica para tratar una MAV (malformación arteriovenosa cerebelosa), catorce años atrás había reventado y comprendía perfectamente lo que significaba que siguiera allí, para esa fecha estaba creciendo, y venía causándome dolores de cabeza permanentes.   Comprendía el riesgo que corría, porque hasta entonces cada vez que entraba a un consultorio y un médico me preguntaba por mi historia clínica y si había sido operada, yo comentaba o  mostraba mis exámenes, me miraban sorprendidos, para ellos era un milagro, ¡doble!: además de estar viva,  no tenía secuelas.  No quiero entrar en detalles porque la historia es larga, pero me ha dejado grandes y profundas enseñanzas, espero compartir algo de ellas.

 

Claro que tuve miedo, claro que salieron a flote todas mis emociones, llore muchas veces en privado, y el dolor me recordaba constantemente la bomba de tiempo que tenía en mi cabeza, reconocía mi impotencia.

Creo que  en medio del no saber cómo actuar, y de intentar no perderse en las respuestas del Ego, es posible que aparezcan esos famosos insight, que  para mí son quizás los susurros de nuestra alma que finalmente pueden ser oídos,  pese al ensordecedor grito de nuestro Ego que intenta controlar una situación, aparece entonces eso que nos brinda alternativas, que nos da una pequeña luz para emprender una acción concreta,  en mi caso ver el lado bueno era maravilloso, porque con tiempo supe que había algo que podría cortar mi vida instantáneamente,  y por esa misma razón podrían buscarse alternativas que  gracias a la ciencia y a los avances tecnológicos hoy ofrecen una  posibilidad de tratamiento, y aunque también había riesgo, tener algo en mi cabeza a punto de reventar era quizás un riesgo que años atrás me habían marcado, así que era preciso admitir que no podemos controlarlo todo, y que sólo podemos actuar en eso que nos es posible, seguir un tratamiento,  someterse a una intervención quirúrgica, atender a las recomendaciones médicas, y hacerlo en el momento.

No podemos decidir si saldremos de la operación, si el médico será el mejor,  si el procedimiento será un éxito, solo podemos decidir entrar,   emprender esa marcha para hacer lo que podemos.

Hace 14  años no tuve la opción de decidir si operarme o no, me operaron porque era una situación de emergencia, ya había reventado y tratarían de salvarme la vida,  y es ese mínimo o casi nulo de posibilidad de sobrevivir el resultado fue exitoso al 100%, pero esta ocasión debía tomar la decisión, en la que corría contra el reloj,  no era algo que pudiese tratar mediante medicamentos, el primer médico me dio dos alternativas optar por tratarla o  en sus palabras “pegarse a un dios y  pensar que no pasará nada”,   el riesgo era alto,  pero finalmente era yo quien debía tomar la decisión,  él me remitió a otros médicos para mirar las opciones de tratamiento.  Para ellos en cambio había que tratarlo sobre todo tras mirar la historia clínica, así que luego de mirar las alternativas, de escuchar atentamente las observaciones médicas, de revisar personalmente información referente a los tratamientos, sentí alivio al saber que tenía un chance.  Pese a la decisión el miedo apremiaba y  con un nudo en mi garganta, con lágrimas en mis ojos, con mi esposo mirándome sin saber que decir ni que hacer, le dije al médico que había aprendido que: lo que está en nuestras manos hacer debemos hacerlo, pensé en que quería vivir otro tiempo, en que quería ver a mis hijos más grandes y menos dependientes de mamá y papá,  también  que ya había vivido lo que tenía, que ya había tenido oportunidad, que el tiempo vivido había valido la pena, pero sentía que quizás todavía habían cosas pendientes. 

Tuve la oportunidad de despedirme de mi esposo,  de confiarle a él mis deseos si faltaba y aproveche para decirle  lo feliz que me sentía por haber compartido este tiempo de crecimiento juntos, confesé que pese a mis lagrimas si me iba lo haría feliz, porque no sentía que tuviera sueños que no hubiese cumplido, pero … aun allí nuevamente  lloré por mis hijos porque aun están pequeños, porque tenía miedo, ya saben hay un abanico de emociones y sensaciones en esos momentos que parecen inundarnos.

No quise comentarlo con  muchas personas, ni siquiera a mis papás quise explicarles la complejidad del procedimiento al considerar su condición actual de salud y una noticia de esta podría hacer mucho daño.  Así que lo hice sólo con los más cercanos, quizás lo comente a otras personas pero no a profundidad.  Y mientras tanto opte por vivir a plenitud el tiempo que tenía, haciendo lo cotidiano, pero siendo feliz por ese tiempo.

 

El resultado luego de decidir entrar al quirófano, fue nuevamente un ¡milagro maravilloso!, y otra vez: ¡Doble!; y es que  a parte de tratar la MAV, el médico  intervencionista al estar realizando el  procedimiento encontró en el interior un Aneurisma Cerebral y pudo cerrarlo, hasta ese momento sólo había sido visible la malformación, y bueno aquí estoy, agradecida profundamente por esa nueva oportunidad y  escribiendo con la intención de compartir algo que te pueda ser útil también a ti.

Para todos aquellos que pasan en éste momento por una situación difícil, ya sea por enfermedad  u otra de esas situaciones en las que las emociones no nos permiten ver con claridad, es mi deseo que puedan alcanzar alivio, tranquilidad y fortaleza en esa dura prueba, y espero puedas tener presente lo siguiente:

 

  1. Haz Tu parte

Tengan presente que: si  existen cosas que pueden y  está en sus manos hacer, es eso precisamente lo que deben hacer, pero ten presente, no es dar órdenes al universo para que cumpla tu voluntad, ni apegarse a falsas expectativas que puedan prometer cambiar la realidad,  son acciones concretas, lejos de la fantasía, por ejemplo:  seguir las prescripciones médicas, tomar los medicamentos, realizar las terapias, someterte a una intervención quirúrgica, realizar cambios en la alimentación o hábitos para favorecer  un tratamiento, buscar ayuda de profesionales, orientación si se precisa, admitir nuestras emociones, nuestro limitado poder sin dejar de hacer lo que nos corresponde,  en pocas palabras hacer eso que puedes, optar por la vida haciendo lo que te corresponde a ti.

 

  1. Se optimista, alégrate por el momento presente

Sobre todo allí donde el miedo, y el dolor nos recuerdan la fragilidad del ser humano, de esa dimensión física que es vulnerable,  la alegría (que puede parecer perdida o escasa frente al miedo) es necesaria para aumentar las defensas, para dispersar nuestra mente de las ideas fatalistas de nuestro Ego, claro debes recordar que;  estar alegres no implica negar el miedo, suprimir las lágrimas cuando aparezcan, intentar negar las emociones, sino saber que existen, admitirlas, y luego reconocernos en nuestro justo lugar, sí, es verdad somos el puntito al interior de un punto en el vasto universo, y aún así hay tantas cosas  buenas que al momento presente hemos recibido, alegrías, tristezas, conocimiento, placeres, hemos disfrutado de un helado alguna vez, de un chocolate, de un abrazo sincero, y “no todo tiempo pasado fue mejor”,  el presente ha llevado a nuevos desarrollos, a encontrar respuestas, alternativas, tratamientos, en fin; mirar con optimismo esas posibilidades que existen, que no son supersticiones, ni fantasías, ni falsas ideas de poder, sino eso que es real sin ir más allá del presente y empezando a disfrutar de cada instante al máximo.

 

  1. Confía en el Eterno, eleva tus oraciones

Finalmente ten presente que has de  confiar en Aquel que TODO lo puede, ello incluye eso que para nosotros es imposible, y aunque se dice fácil  por experiencia se,  que  en la marcha no lo es, pero; es necesario, será útil, el no sentirte sólo, el reconocer que el mundo no es una casualidad, como tampoco lo es tu vida,  el mirar a tu alrededor y descubrir que tras la perfección de un mundo maravilloso hay un Hacedor que no obra por casualidad, que hizo un mundo perfecto, que te hizo milagrosamente increíble al igual  que a  cada ser y cada detalle de la obra creadora.   Solamente, ten presente que Él,  no es un siervo, así que no demandes de su parte  milagros,  no hagas trueques con Él, pactos que parecen negocios, sólo date el chance de encontrarlo en la medida que lo buscas, eso ya será bastante..

Ora, con tus palabras, lee salmos, pero habla con Él, personalmente no quería pedir milagros.  ¿Cómo hacerlo cuando constantemente veo, recibo, y vivo gracias a ellos?, por el contrario justo en ésos momentos la oración que más repetí era de agradecimiento,  quise reconocer los milagros cotidianos, lo valioso del tiempo que había vivido, y esa fue mi oración,

 

  1. Se agradecido por todo lo que ya has recibido

 Déjate maravillar al contemplar y reconocer cada suceso cotidiano como un milagro, y agradece por ellos, por lo que has recibido a cada instante, hazlo en un diálogo sincero,  con tus palabras, pero… “Agradece”, empezar a hacerlo te hará reconocer los muchos regalos que has recibido.  Hay una bella oración que con el permiso de nuestros hermanos judíos comparto, porque creo nos enseña mucho.   Es una oración que hace parte del  Shajarit para todos los días, y está en  la parte del  Shemone Esre,  se no es una oración propia, no me pertenece pero estoy segura guarda un mensaje para tener presente.

 Te habremos de agradecer  y pronunciaremos alabanzas  para Ti,

por nuestras vidas, que están en Tus manos, 

y por nuestras almas, que están depositadas en Ti,

Y por Tus milagros, que están constantemente con nosotros,

y por Tus milagros y favores de cada momento,

al atardecer, al amanecer y al mediodía.

Tú eres el Benéfico, pues Tu compasión no cesa nunca,

el Compasivo, pues Tu bondad es infinita,

porque siempre depositamos en Ti nuestra esperanza.

 

Maravillosa, profunda.  Quizás en momentos difíciles anhelamos un milagro, queremos que “algo” nos saque de esa situación de impotencia, pero tal vez lo que debemos hacer dista de anhelar milagros para empezar a ver con detenimiento cada uno de esos sucesos que pese a que damos por sentados son milagrosos,  y que provienen constantemente del Ser que es todo bondad.  Que sea un acto cotidiano el agradecer por todo ello, eso nos alejará de ser demandantes y nos acercará a ser agradecidos por todo.

 

Hasta aquí, lo que quería compartirles, espero les sea útil.  Toda mi gratitud primeramente para el Eterno,  por hacer que esa probabilidad fuera un milagro para mí, y para los que estuvieron cerca, o para quienes fueron usados desde su competencia médica.  Mi gratitud a esos «buenos amigos» cuyas oraciones se dirigieron también por que continuara mi vida, y estuvieron allí pendientes, y se alegraron junto a mi por el resultado, gente maravillosa.  ¡Gracias infinitas!

P.D.: Me siento feliz, una de las razones es que el 3 de Tamuz  según el  calendario hebreo me recuerda que  han pasado 37 años, de oportunidades, de vivencias y sobre todo de reconocer a cada instante esos milagros que nos llenan constantemente. Me siento profundamente agradecida con Aquel que me ha dado la Vida .

 

(Por la salud  de María Consuelo González quien me ha enseñado lo que significa fortaleza pese a nuestra debilidad, de mi querido Maestro Yehuda Ribco y su familia.  Por el descanso de Jairo Castellanos, y el pronto consuelo de su familia.   Igualmente que prontamente  no sepamos de enfermedad, de dolor y de tristeza).

 

Un abrazo, y Feliz semana

 

Enfocarse y elegir

El cerebro funciona como filtro, porque no todo lo que ingresa por nuestros órganos sensoriales es finalmente percibido y llevado a la conciencia.
De no ser así, estaríamos saturados de información, imposibilitándonos la existencia. Imagínate la cantidad impresionante de datos que te están atravesando en este mismo instante, que si tú no contarás con la capacidad de filtrarlos, estarías saltando de uno a otro de manera ininterrumpida.

Lo mismo ocurre con aquellos pequeños fragmentos de información que provienen de nuestra NESHAMÁ, en nuestro cerebro se encuentra el receptor de la LUZ de la NESHAMÁ, pero también su bloqueo.
Igualmente, la información que recibimos por la vía espiritual ya está sumamente limitada por bloqueos impuestos desde Arriba.
Apenas si algunas inspiraciones, ínfimas intuiciones, retazos de claridad arropados en sueños; por ahora no mucho más, hasta que se abra nuevamente el canal profético, cerrado ya hace unos 2500 años.
¿Cómo sobrevivir a la saturación de información (¿casi?) infinita sin el debido entrenamiento, fortaleza, pureza, conciencia, etc.? Por ello, el cerebro primero es un gran deflector, para luego sí permitir cierto grado de receptividad.

El cerebro también opera en un modo economizador de energía.
Se enfoca en aquello que le llama la atención, no desperdicia habitualmente energía en analizar o decodificar información accesoria o redundante.
Toma apenas algunos datos y con ello completa paisajes mentales complejos. En base a la experiencia puede diseñar paisajes que coincidan más plenamente con la realidad externa. Pero, obviamente no hay una certeza absoluta.

Así vamos construyendo nuestro mundo interno y comprendiendo o dando sentido al mundo externo.
Dejando de lado infinidad de cosas, para dejarnos atrapar por unas poquitas que se transforman en el centro de nuestra atención, y que codifican nuestras creencias, y nos hacen percibirnos de determinada forma y actuar en consecuencia.
Es como si las oportunidades para elegir se esfumaran, se redujeran, para quedar unas poquitas, aquellas que pasan el filtro en forma de embudo de nuestro cerebro.

Aquello que nos atrae está programado en nuestra naturaleza primitiva, la genética y la espiritual.
También vamos aprendiendo de otras personas a orientar la atención. Son fundamentales los primeros años de vida para la formación de esas tendencias, creencias, hábitos que se adquieren y complementan (a veces contradicen) la naturaleza innata.
La gran tarea que tenemos por delante es tomar esto que se nos ha dado y transformarlo en un espejo de nuestro Yo Auténtico.
Así, cuando nuestro Yo Vivido representa a nuestro Yo Auténtico, hemos logrado establecer la armonía interna, y probablemente la externa.

Cualquiera puede vivir dejándose llevar por sus instintos o tendencias, o seguir como necio los mandatos que se nos han introducido de fuera.
No tiene mucha grandeza el seguir como autómata los hábitos, el echar culpas a los adultos que nos criaron, o excusarse en que es a causa de la sociedad, o un destino perverso, o lo que fuera.
La belleza del ser está en lograr enfocarse, encontrar lo que es relevante, y decidir para optar por lo que da vida, que es lo que construye SHALOM.
Ampliar la conciencia, encontrar otras opciones, darse cuenta de lo que es permitido y evaluarlo, en tanto se aparta de aquello que ha sido prohibido.

Cada instante es una clase, y cada lugar una aula de estudios. Cada persona con la que nos cruzamos un maestro.
De lo simple, de lo corriente, de lo rutinario, también tenemos lecciones para aprender.
Todo sirve como oportunidad y desafío, por lo que deberíamos estar consientes, enfocados, atentos y escoger lo que construye SHALOM.

Al tener claro esto, no estaremos más a la espera del aplauso de otros para sentirnos a gusto con nosotros mismos.

Motivo para actuar bien

El RAMJAL menciona tres clases de personas que actúan bien, quien lo hace:

  • por miedo al castigo;
  • para obtener una recompensa;
  • únicamente motivado por lo ético/espiritual.

Obviamente que todas estas personas son meritorias, pero su nivel de mérito varía de acuerdo a lo que los mueve.

De hecho, solamente la persona que se conduce de acuerdo a la ética/espíritu, está a más a salvo de desviarse adrede de la buena senda. Porque, el que huye del castigo, si encuentra la manera de que sus hechos no sean presentados en su contra, o de deslindar la responsabilidad, ¿por qué no habría de actuar mal? Realmente no está interesado en el bien ni en la justicia, sino simplemente en no padecer.
El que solamente hace lo bueno para tener ventajas, probablemente dejaría el bien hacer al informársele que no existen premios, o que por alguna cuestión no los recibirá de acuerdo a su deseo. También, en caso de estar ya satisfecho y no tener nada más por delante, ¿cuál sería el motor para sus buenos actos?
Ambos, además corren un gran riesgo, el de amargar su humor, enojarse con la vida, y por tanto dejar de lado lo bueno para hacer lo que les viene en gana.
Por su parte, la persona que está firme en su lealtad al bien porque es lo bueno y justo, lo que debe ser hecho, difícilmente traicione su identidad ética/espiritual.

¿Cómo hacer para ser una persona ética?

Porque Tú estás conmigo

Dice el inspirado salmista (23:4):

«Aunque ande por valle de sombra de muerte, no temeré mal, porque Tú estás conmigo«

En este mundo estamos tan limitados, reducidos a padecer constante impotencia.
Estamos en un valle ensombrecido por la presencia de la muerte, que es la máxima expresión del no-poder.

Nuestro potencial, que es la capacidad de superarnos, nos puede llevar un pasito más allá, un peldaño más arriba, pero el tope pronto nos estorba el progreso.
Es un hecho, este mundo es de limitaciones.
Incluso el pensamiento entrenado para razonar, fortalecido por la imaginación productiva, aceitado para expandirse, finalmente tiene un muro que lo contiene.
Solamente el espíritu se vincula con lo infinito, con el poder sin límite.
Pero, el espíritu es solamente una de nuestras dimensiones en tanto moradores de esta realidad mundana, por lo cual, aceptar nuestra impotencia es parte del poder.

Mira que paradoja, morir es la máxima de las impotencias, pero al mismo tiempo es cuando dejamos la impotencia de este mundo para existir en la plenitud del mundo venidero.
Sin embargo, no tenemos ni permiso ni derecho para apurar nuestra partida, sino que debemos mantenernos aquí hasta que nos llegue el momento de trascender.

Entonces, tengamos presente que no tengo control de lo que no puedo controlar, aunque llore, grite, patalee o niegue la realidad: mi dominio es limitado y hay una infinitud de factores y elementos que no pueden ser determinados ni por mis deseos, caprichos, pensamientos, oraciones, necesidades, trueques, trucos, negociados, etc.
Debo internalizar mi impotencia, analizarla y aceptarla; porque al hacerlo obtengo una cuota de poder.

En nuestra debilidad vivamos la vida, plenamente, en la medida de nuestras posibilidades. Dentro de lo permitido, apartándonos de lo prohibido.
Tengamos la conciencia de que es el Eterno quien tiene el control, porque al saberlo podremos calmar nuestra angustia aun cuando andamos por valles de sombras o de muerte.
Él no hará magia para cumplir nuestro caprichos, no aparecerá en un unicornio para salvarnos, aunque recemos mucho, aunque Le prometamos hasta lo inconcebible, Él no está para servirnos ni para darnos un sobrenatural poder sobre nuestra impotencia.
Pero, saber que Él está, que no nos abandona, que finalmente encontraremos la paz en Su seno, nos puede dar ánimo, entereza emocional y aclarar un poco nuestras ideas.

Así, podremos esforzarnos y ser valientes, disminuir nuestro miedo, para enfocarnos en la tarea de construir SHALOM con acciones de bondad Y justicia.
No temeremos el mal, aunque choquemos con el muro de la impotencia.
Y, si toca sufrir, lo haremos, pero con la capacidad para reponernos en la medida de lo posible y con la voluntad para elaborar un sentido trascendente de nuestra momento, sea de éxito o de fracaso.

Entonces, haz tu parte, eso es lo que Dios espera de ti.
Él hará la Suya.

Ser Sus hijos no nos libra de atravesar valles de sombras o de muerte y puede que sintamos miedo aterrador, pánico o desesperación y es en ese momento que debemos confiar en que Él es nuestro pastor fiel, que nos conduce sin abandonarnos.
Seamos nosotros quien no Lo abandonamos, pero especialmente quienes no NOS abandonamos a la impotencia y las reacciones erróneas para sobreponernos a ella.
¡No cambies a Dios por religión (ni siquiera por la de algunos judíos que desvían la senda espiritual con el pretexto de ser espirituales)!
¡No cambies Su compañía por espejismos y la falsedad de la fe!
¡Haz tu parte, construyendo SHALOM!

El dorado camino medio

¡Qué gran problema es la exageración!
Sea hacia uno o el otro extremo, el de la falta o el de la abundancia, al perder el sentido de la proporcionalidad, nos paramos en un terreno inseguro, resbaloso y arbitrario.
Dramatizar la impotencia (el no poder), puede ser tan nocivo como ver nuestro vigor a través de una lupa.
Al no tener cabal noción de nuestro lugar y capacidad, nos cuesta distinguir qué es superfluo y qué fundamental, qué merece la pena dedicar más esfuerzo y qué dejar fluir sin esclavizarnos a ilusiones inalcanzables.
Difícil evaluar sabiamente cualidades y defectos, cuando nuestra balanza indica cualquier cosa menos algo parecido a la realidad.

El sabio consejo de Maimónides (entre otros grandes de la sapiencia) ha sido el punto medio, entre tensión y distensión, entre trabajo y descanso, entre bondad y justicia, entre disfrutar y limitarnos, en todo.
Porque, no siempre a mayor esfuerzo se obtienen mejores resultados.
Ni cuanto más presión se ejerce se recibe más rendimiento.
Ni el exceso de actividad procura bienestar.
Ni la indulgencia extrema resulta en cariño y satisfacción.
Como sus contrarios tampoco son provechosos.

El dorado punto medio, es el que integra los opuestos, que anula los extremos perjudiciales, que no acepta lo prohibido ni tolera lo mediocre.
Más bien es el equilibrio dinámico, no es una estatua estática, ni un monumento paralizado, ni una cosa hecha para perdurar como una momia; sino una realidad que se modifica a cada instante, que precisa de trabajo pentadimensional para sostenerse, para controlar los desbordes, para conseguir la efectividad.

Así por ejemplo, entre la sabiduría y el razonamiento está el entendimiento; entre la bondad y la justicia está la misericordia; entre el dar y recibir está el compartir; entre el atender y expresar está la comunicación auténtica; entre la impotencia y el poder está la construcción de SHALOM.

Pero, no solemos andar (hechos, palabras, pensamientos) por la senda media; sino en la exageración.
Ante la impotencia pretendemos exagerar nuestro rol de víctima y manipular para tener un presunto poder, que es una distorsión exagerada del verdadero poder, lo que nos lleva a ser victimarios de nosotros mismos y/o de otros.

Te lo explico con un sencillo y cotidiano ejemplo.
Por el motivo que sea (que no toca analizar ahora) temes equivocarte en tus acciones, entonces te comportas de manera extremista en lo que refiere a ser perfeccionista, exigente, severamente persigues el más mínimo error. Por consiguiente, no paras de cometerlos o descubrir imperfecciones donde nadie más las ve, avanzas en tus proyectos tan lento que pierdes las oportunidades y los tiempos de entrega, te paralizas por considerarte inepto. En resumen, terminas viviendo en la realidad aquello que tanto temías: equivocarte.
¿Cuál es el punto medio, el de la no exageración?
Quizás, admitir que habrá retrasos, contratiempos, desaciertos y tener tolerancia con todos ellos, siempre y cuando no se pase al extremo opuesto, el de la indulgencia arbitraria, la pereza viciosa, la disculpa engañosa.
¿Entiendes la propuesta?

Otro ejemplo cotidiano.
Crees que no haces lo suficiente para que te quieran, y en vez de atender a tus hijos, comunicarte con ellos, compartir a pleno momentos significativos, escoges el extremo en apariencia fácil: por ello dedicas cantidades enormes de dinero (incluso excediendo tus posibilidades reales) a comprar cariño en forma de regalos, premios sin motivo, salidas a comer y cuestiones parecidas. Derrochas hasta lo que no tienes para comprar el cariño, te niegas a ponerte límites por miedo a quedar abandonada. Al final de la jornada te descubres sola, vacía y sin un peso en el bolsillo aunque llena de deudas. ¿Y tus hijos? Dudo que estés en sus mentes o corazones, a no ser a la hora de las quejas, reclamos, pedidos, y protestas por más y mejores regalos.
Mejor sería aprender el punto dorado del equilibrio dinámico y así andar por el sendero del medio.
Cómprales regalos, pero con moderación, que la mayoría de ellos sean premios reales; pero mejor, dedícales tiempo y real presencia, participa junto con ellos, sé parte de sus vidas, da y recibe amor y no compres lo que no tiene precio.

Y así podríamos encontrar cientos de ejemplos, en las cuestiones que te incumben a ti individualmente, a tu relación con hijos, cónyuge, amigos, padres, jefes, empleados, desconocidos, sociedad, Dios, etc.
Encuentra tu foco, mide con precisión, anda por el dorado camino medio.

Nejushtan: la serpiente en el estandarte

Mucho se ha hablado de la serpiente de bronce sobre el estandarte (Bemidbar/Números 21:4-9). A veces se han dicho cosas brillantes, con enormes enseñanzas y aplicaciones prácticas. En ocasiones fueron fantasías sin pies ni cabeza, pero elogiadas y buscadas por muchos (como las que equiparan el hecho a un personaje mitológico colgado de un madero y que salva mágicamente a sus seguidores). Esta vez quiero presentar otra idea, de la cual no soy el autor pero tristemente no tengo referencia del origen de la misma.

La serpiente simboliza lo natural, así como también lo pasional y falto de la mesura intelectual.
Por su parte el palo usado como estandarte, con su línea recta claramente definida, marca lo artificial, aquello que proviene de la acción modificadora del hombre, y que se vincula con el razonamiento, con el procesamiento sofisticado mental.
Como sabemos, en la naturaleza no se presentan líneas rectas, sino tan solo como obra del hombre.
Entonces, la representación metálica de la serpiente venenosa está haciendo referencia a ese mundo natural, carente de reglas humanas, desprovisto de espiritualidad, en donde los instintos comandan. Mientras que el estandarte está para simbolizar la acción que proviene del hombre y perfecciona lo ya creado, dotándolo de sentido, de trascendencia, de pensamiento de conexión con el plano espiritual.

No es casualidad que los faraones usaran un prototipo de tefilín de cabeza mucho antes que aquel ordenado por Dios en la Torá para el uso del judío.
Una de las enormes diferencias está en que el aparato sagrado faraónico tiene una serpiente sobre la frente, como si el instinto comandara el pensamiento, como indicando que la cabeza es sirviente del deseo. Así era la cultura en Egipto, en donde se empleaban sus grandes recursos intelectuales para someter a las masas a las fantasías religiosas, en donde la perversión estaba en el trono, oprimiendo al espíritu detrás de escombros que ocultaban su LUZ.

Pero, los tefilín judíos son de cuero de animal que ha sido trabajado para adquirir una forma definida, marcada por precisos reglamentos, con una perfecta forma cúbica, en donde prevalecen las líneas rectas marcadas. No se deja al hombre librado a sus pasiones, ni se lo somete a la ceguera del inconsciente, sino que se le dota de poder para refrenar sus deseos, se le fortalece para que sea el pensamiento iluminado por el espíritu quien se haga cargo y decida.

Entonces, ¿qué podemos aprender de la estatua de serpiente ardiente/venenosa que se ha enroscado en el estandarte y puesto a la vista de los judíos para curarlos de la mordida?
Podría ser que el hombre está formado por ambas naturalezas, la natural y la humana, la pasional y la mental, y que cada una tiene su respectivo lugar y función.
Cuando aprendemos a mantener la armonía apropiada, bajo la luminosa guía celestial que proviene del espíritu, entonces hay paz en nuestro interior, salud, bendición para compartir con el entorno.
Pero, cuando nos dejamos dominar por una sola de nuestras dimensiones, y especialmente es la más primitiva y menos evolucionado, entonces estaremos cayendo en conflictos, en altercados, en toxicidad, en enfermedad y muerte.

Es siempre el momento correcto para levantar la vista y buscar la dirección divina, la cual está en la Torá para los judíos y en los Siete Mandamientos para las naciones.
Entonces, con esa guía sagrada tomar las decisiones correctas de manera racional, sopesada, crítica. Haciendo uso del motor que es la dimensión emocional.
De esa forma, encontramos una existencia de mayor plenitud.

(Texto escrito para SERJUDIO.com, pero que contiene importantes enseñanzas provechosas para los noájidas).

¿Iguales ante los ojos de dios? ¡¡dios me libre!!

En los tiempos modernos, como consecuencia negativa de la globalización[1] se ha estandarizado y masificado al hombre, reduciéndolo a un objeto de consumo que se rige por las leyes del mercado.

Vivimos intentando alcanza los mismos sueños: estudios universitarios, trabajos bien remunerados, pensiones de jubilación jugosas, viajes de vacaciones en las mismas fechas, paseos domingueros a los mismos malls, el ultimo celular Iphone  o Samsung Galaxy, etc, todo en una perfecta sincronización.

El individuo no importa, lo que realmente tiene valor es la masa, la colectividad, las fuerzas de las muchedumbres que consumen lo mismo.

Pero ese fenómeno de masificación fue primeramente desarrollado por La Religión. Anuló la individualidad de las personas para redirigirlas a una personalidad prefabricada.

La religión le impuso a las masas a un dios para que lo consumiéramos. Impuso normas, reglas, ritos y castigos para mantenernos como rebaños de animales a un mismo ritmo de creencia, de comunicación con dios y con los demás.

Nos creímos iguales porque vendimos la individualidad a cambio de la seguridad del rebaño. Si todos piensan que creer en dios es bueno para el hombre, no cabe la duda, la interrogación o la negación. Porque cualquier intento para recobrar la individualidad o la verdadera identidad tiene que ser tratada como sublevación.

Y aun así, hoy en día, a pesar de que muchos se han purgado de la religión en que fueron educados, sin saberlo siguen sincronizados con ideas venenosas. Equivocadamente creen que emulando los servicios judaicos encontraran consuelo espiritual por el vacío que dejó su divorcio con la religión.

Nada más alejado de la verdad. Si la persona que dio ese paso, tiene la oportunidad que no tuvieron los antepasados: la posibilidad de saber quien se es y que se quiere; de reencontrar la verdadera identidad.

Pero esa identidad no se desenterrará en los fundos de los judíos. Hasta donde se me ha educado, dios hizo separación en los humanos, entre otras cosas, con señales. A los NO JUDIOS les dio un fenómeno natural por señal. A los JUDIOS les dio, entre otras señas, un día. Lo que hagan ese día, sea lunes, domingo, Sabbat o jueves, es asunto judío. A los NO JUDIOS les dio un compendio legal que se debía trasmitir y desarrollar por vía oral. A los JUDIOS les dio otro escrito.

Sería una actitud del religioso entrenado tratar de imitarlos; y si se tiene ahora la oportunidad de educarse con un maestro judío, lo razonable sería aprovechar la oportunidad para redescubrir quien realmente somos.

Y No. No somos iguales ante los ojos de nadie y nunca lo fuimos. Somos diferentes.

 

Alegria

[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Globalizaci%C3%B3n

Mas del Ego

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He perdido la cuenta de los artículos que he leído sobre el Ego que se encuentran en este sitio. Cualquier interesado en el tema encuentra acá incontables artículos; de vieja data o recientes, que le cambiarán la perspectiva de lo que es el Ego y su influencia en la vida del hombre.

Con las primeras lecturas, y de primera entrada, tratará el tema como uno más de los montones que se encuentran; como un elemento que es ajeno al lector, o bien, que el Ego es un algo que pueda manejar con la voluntad. Le parecerá que cuando se refiere al Ego propio, es un algo que puede minimizar o anular con su sola capacidad volitiva.

Nada más alejado de la realidad; pero esas son las primeras impresiones. El Ego como algo ajeno al lector o de fácil docilidad o anulación.

Con el tiempo de estudio detallado, el lector se dará cuenta de su error de apreciación, pues mientras más se analiza detalladamente, descubrirá que El Ego humano, más que un concepto filosófico, psicológico o psiquiátrico, es una dualidad de función en la persona (amigo y enemigo a la vez); ya que pasa de auxiliar la vida del hombre, a una identidad de la persona (Yo Vivido), sin que el hombre sea consciente de ello.

De a poco, se llega a descubrir su influencia en los pensamientos, sentimientos y acciones; influencia que creó una identidad irreal, un “yo vivido” que no es realmente el “yo soy”.

En lo personal, he aprendido que ese activo natural no es enemigo del hombre, mucho menos un ente externo al hombre; simplemente una función humana (y de otras especies) que le auxilió en la impotencia primera del nacimiento.

Una función que es clara y, naturalmente, noble: mantener la vida ante la impotencia real. En nuestro caso, por nacer sin ninguna defensa natural para enfrentar los elementos, más que aquellos cuidados que nos pueden brindar las personas a quienes logramos llamar la atención.

Partiendo de que El Ego es una función natural, podrá entonces el lector hacer una primera diferenciación con el egoísmo [1], es decir, no se está refiriendo únicamente al deseo desmedido individual, sino que a un recurso humano para sobrevivir.

Esa función se complejiza y extralimita sus funciones naturales sin que la persona esté consciente de eso. La extralimitación de dicha función natural es la que produce la desviación del hombre; primeramente la persona repite conductas de para llamar la atención de otros, o bien, para desconectarse de la realidad, produciendo hábitos [2] que con el tiempo crean una falsa identidad a la que se le denomina “yo vivido”. Segundo, que desde esa falsa identidad, el hombre empieza su relación con el mundo, la sociedad y la vida.

Llegado a este punto de comprensión, puede el lector concluir que el tema no se refiere a una lucha entre “el bien o el mal” como es tratada por la religión. Tampoco como un tema de seudo espiritualidad barato y sin sentido, sino que a un tema de urgencia necesidad para poder desarrollarse como persona con la real identidad que le corresponde, libre e independiente de los malos hábitos que los impulsos primeros ocasionaron.

Sea que el Ego del hombre tenga su origen o sus raíces cerebrales [3], físicas [4], o bien, en zonas abstractas por donde transita la psiquis humana [5] lo cierto es que esta función extralimitada ha degenerado una falsa identidad en la persona, lo que conlleva a falsos pensamientos, falsos sentimientos, falsas ideas y preconceptos y falsas motivaciones de las acciones.

Responsabilizar al Ego de los problemas del hombre, a mi juicio, sería un error ya que como función natural cumple su destino de auxiliarle en el momento crucial de completa y total indefensión. Tampoco la extralimitación de su función natural se podría definir como defecto humano y así responsabilizar por tal defecto al creador del hombre (dios o la evolución). Se extralimita por ignorancia del hombre de sus otros mecanismos para enfrentar la realidad que no sea desde su mismo Ego.

Lo que impera es una ignorancia (individual y social) en materia del Ego, su función y su extralimitación. Insistir en su análisis es educar a la persona en hacerle comprender que los hábitos por las conductas repetidas de las impotencias sentidas le han creado una falsa identidad, un “alguien” que no es la persona.

La falta de control o la impotencia, -que hace que la función natural entre en acción, que a la postre degenera la identidad por la repetición de conductas- es el detonante que debe concientizar y vigilar el estudioso del Ego. No solo el señor Yehuda Ribco insiste en que es la falta de poder, control o dominio sobre la realidad, la vida o los cambios que ella dispone, son insoportables para la persona al punto de desviarlo de su identidad real. Otros pensadores así los han propuesto:

“…La historia social del hombre se inició al emerger éste de un estado de unidad indiferenciada  con el mundo natural, para adquirir conciencia de sí mismo como de una entidad separada y distinta de la naturaleza y de los hombres que lo rodeaban… El individuo permanecía estrechamente ligado al mundo social y natural del cual había emergido; mientras tenía conciencia de sí mismo, si bien parcialmente, como de una entidad distinta, no dejaba al propio tiempo de sentirse parte del mundo circundante…otro aspecto del proceso de individuación consiste en el aumento de la soledad… En la medida en que el niño emerge de ese mundo se da cuenta de su soledad, de ser una entidad separada de todos los demás. Esa separación de un mundo que, en comparación con la propia existencia del individuo, es fuerte  y poderoso en forma abrumadora, y a menudo  es también amenazador y peligroso, crea un sentimiento de angustia e impotencia…Surge el impulso de abandonar la propia personalidad…”  [6]    (el resaltado es intencional)

En palabras propias, la evolución del hombre y de la sociedad individualizo a la persona y a su vez la separó (o mejor dicho, la responsabilizó) para ponerlo de cara a la vida, a la realidad, al mundo. Magno hecho aterrorizó al ser humano al punto de que éste no pudiera responder desde su verdadera (y desconocida) identidad, sino que, por ignorancia, sucumbió a lo que narcotizó en la infancia, degenerando en una falsa identidad.

No es culpa del hombre su falta de conciencia del fenómeno que le ocurre cada vez que experimenta la falta de poder, pero es su responsabilidad adquirirla, si es que pretende descubrir su verdadera personalidad para responderse y responderle al mundo y a la vida.

Estar consiente no solamente implica conocer lo que nos ha sucedido. Pues es imposible conocer y esperar vegetativamente. Estar consiente es el acto más espiritual que pueda tener la persona [7] porque implica conocimiento, experimentación y aplicación a la misma vez.

Ser consiente es no suponer [8] que es dios quien nos debe de revelar nuestros secretos, o que es el mesías quien debe de hacerlo. O que a través de la magia del rezo o la fe o creencia hueca en dios se logrará descubrir la real identidad. O creerse que es aceptar la Tora Noajida ciegamente la que devolverá a la persona su desconocido “yo”.

En definitiva, implica un estudio concienzudo de uno mismo. Tal vez se logre comprender que el espíritu de las Leyes de la Humanidad era “si corriges tus malos hábitos ególatras descubres tu identidad”.

Solo me resta agradecer su lectura y comentario. Y mi sincero deseo de Buena Suerte al lector interesado en el tema del Ego, de la identidad, de la espiritualidad.

[1] “… egoísmo (atender el propio interés sin importarle lo que ocurre con los demás o el entorno), egocentrismo (creerse el centro del mundo y despreciar lo que ocurre a los demás), egolatría (veneración religiosa de uno mismo)..” http://fulvida.com/2012/05/30/el-mesas-de-tu-vida/

[2] “…conductas aprendidas que se han convertido en hábitos, y como tales se disparan de manera involuntaria, inconsciente. Son estos hábitos los que se deben modificar, muchos de ellos extirpar, otros contener, evaporar…” http://serjudio.com/exclusivo/cterapia/para-erradicar-la-idolatra

[3] “…En su origen, el EGO es una instancia absolutamente individual, pues es la denominación que le damos a una función instintiva de supervivencia que se aloja en la zona “reptiliana” de nuestro cerebro..”  http://serjudio.com/exclusivo/cterapia/ego-colectivo-y-era-mesinica

[4]“…El primer banco de memoria es nuestro cuerpo.  El primero en aprender es nuestro cuerpo. El primero en responder, incluso en edad adulta, es el cuerpo. Cuando nacemos, cuando nos vemos sumergidos en un océano de plena impotencia, es el cuerpo el que padece, el que memoriza el trauma espantoso. Es el cuerpo el que mantiene el recuerdo, no con palabras, no con imágenes, no con vínculos lógicos y racionales, no de forma consciente, pero el cuerpo guarda aquellos momentos y los revive…” http://serjudio.com/exclusivo/cterapia/el-cuerpo-conoce

 

[5] «…Entre la conciencia y la esencia se interpone una barrera formada por el EGO, con sus máscaras multiformes, con sus apetitos normales pero que cuando exceden el límite se convierten en problemas…» http://serjudio.com/exclusivo/cterapia/el-deseo-como-apego-a-la-idolatra

[6] El Miedo a la Libertad. Erich Fromm. Ediciones Culturales Paidós S.A. 2012. Pag 49-52

[7] “..Todo el tiempo, sin pausas, sin alteraciones, estamos conectados a la gran red espiritual, a través de nuestra neshamá, lo que llamamos esencia espiritual. Todo se guarda en esa nube, en ese gran disco duro, que se preserva sin errores ni pérdidas, por siempre. Sean impresiones, sensaciones, sentimientos, ideas, vivencias, acciones, todo sin excepción, en perfecto registro… Llenemos nuestra memoria trascendente con buenos recuerdos, de actos de bondad y justicia, de fidelidad, de experiencias agradables, de disfrutar de lo permitido, de alegría, de placer apto, para que tengamos una memoria y conciencia eterna de verdadero paraíso. Si hacemos esto, también estamos compartiendo el bien y la bendición con el prójimo, preservando así una huella de vida más allá de la muerte física…” http://serjudio.com/personas/etica/memoria-y-conciencia-tras-la-muerte

[8] “…No lo sé, y por eso mismo, no supongo, y si supongo no actúo a partir de mi creencia, sino que trato de verificarla o desmentirla, analizando, preguntando, avanzando con respeto y cuidado…” http://serjudio.com/personas/crecimiento/el-consejo-diario-584

El hombre sufre

El hombre sufre.
El sufrimiento es causado por su impotencia.
Sea que haya tenido alguna oportunidad de ejercer poder antes del sufrimiento, como si no, el hecho cierto es que ahora sufre.
Sea su culpa, o responsabilidad, o que haya sido víctima de otra persona, o como consecuencia de algún evento natural que le aconteció y sumió en el estado de impotencia, lo cierto es que ahora sufre.

Ahora, cuando sufre, ¿cuál es su poder?
Pues, no dejarse llevar por el EGO, es decir, no reaccionar automáticamente con el fin de llamar la atención (de otros seres humanos, o de supuestos seres sobrenaturales, o de Dios) y así tratar de obtener algún auxilio que le salve del sufrimiento.
En este instante de sufrimiento, es que puede ejercer su poder de elección, de libre albedrío.
El libre albedrío es la capacidad y oportunidad que tiene el hombre para escoger entre el bien y lo que no lo es.
Si se deja empujar por su EGO, cancela momentáneamente su libre albedrío, pues no escoge realmente, simplemente se deja llevar o arrastrar de manera ciega e irreflexiva. Pero, si detiene el movimiento automático y toma una decisión, sea esta “buena o mala”, estará ejerciendo esa capacidad única que es propia de nuestra especie.
Si la elección es guiada por la NESHAMÁ, entonces tenderá al BIEN, a la construcción de SHALOM por medio de acciones de bondad Y justicia.
Tal vez el resultado final no sea el que uno escogió, pero debemos saber que controlamos una ínfima porción de la realidad, tan pequeña que ni siquiera controlamos la mayor parte de nuestro organismo.

Por tanto, si detenemos la reacción disparada por el EGO y hacemos el esfuerzo para escoger verdaderamente, eso es lo que controlamos; no el resultado.
Igualmente, somos responsables por lo que hacemos y dejamos de hacer.

¡Así lo decidió el Eterno!
Porque, no nos creó como marionetas de Su poder, ni como autómatas dirigidos por instintos, ni para depender de milagros o maravillas sobrenaturales.
Nos hizo humanos, a Su imagen y semejanza.
Por tanto, con capacidad para discernir –en la medida de nuestras limitaciones- entre el bien y el mal, y también para ser socios en la creación.
Podemos elegir y debemos hacer. Así nos creó Él, ¿alguna queja?

Si nos hemos equivocado, si nos desviamos del camino correcto, la elección inteligente y excelente es la TESHUVÁ.
No escapar de nuestras responsabilidades, ni acusar a otros o a Otro. Como tampoco vivir angustiados en reproches y sentimientos estériles de infelicidad.
No es el desánimo lo que nuestro Padre quiere para nosotros.

Cada persona leal al Eterno y a su propia esencia espiritual entiende que no se debe pretender manipular a Dios, ni por medio de órdenes, ni con rezos, ni con sacrificios, ni con negociaciones, ni con pensamientos mágicos, ni con fe, ni con el cumplimiento de preceptos, ni por seguir costumbres, ni con reverencia a hombres o dogmas.
A Él se le agradece, se le pide como un hijo al padre amoroso, se le alaba como a un Rey que está por encima de todos los gobernantes.
Pero, no se espera que Él esté a nuestro servicio, ni haga nuestro trabajo, ni complete nuestra tarea domiciliaria, ni prepare el examen y lo dé en  nuestro lugar, ni que labore en nuestro reemplazo para traer el sueldo a casa, ni que solucione los que nosotros estamos capacitados para resolver.

El idólatra, incluso disfrazada de piadoso y docto en Ley –Torá- no deja de ser idólatra.
Por tanto, mucho cuidado con la fe; extrema precaución con los que insisten en llevar una vida religiosa que está hueca de todo contenido espiritual. Absoluta claridad para no seguir sufriendo, ni siquiera con la excusa de llevar una sonrisa perpetua en el rostro y proclamar lemas de alegría sin fin con apariencia de Torá.

El sufrimiento es inevitable en esta vida.
Inevitable también es sobreponernos, ser poderosos, construir SHALOM, ser poderosos dentro de nuestras limitaciones para no aumentar el malestar con más impotencia.

La educación

“La educación es una obra de arte, el educador es un artista que rehace el mundo, redibuja el mundo, redanza el mundo…” dijo Paulo Freire.

Modestamente sugiero esta idea:
La educación es parte del trabajo para perfeccionar la creación;
el que está en función de educador acompaña al artista, que es el llamado educando,
el cual construye su mundo,
redibuja su mundo,
y le regala al maestro un nuevo desafío: aprender a rehacer su propio mundo.”