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El consejo diario 417

¿Tú que quieres ser un tzadik (justo, ser de especial sensibilidad y actitud),
al menos sabes ser tú mismo,
en armoniosa sintonía entre tu Yo Esencial y el Yo Vivido?

El consejo sería, aprende a conocer tu esencia espiritual,
aprende a quererte,
vive de acuerdo a esa realidad pura,
entonces podrás alcanzar la plenitud sin necesidad de aparentar nada ante nadie.

Viene y va a la Luz

Como comentario a un post reciente de mi autoría, un atento lector escribió:

Vengo de la oscuridad, de una mala vida donde era un mal hombre, al cual no importaba pisotear a quien o a lo que fuera.
Voy hacia la luz, a rendir cuentas por mis malos actos, a estudiarme a mi mismo y ver en que falle a El y a mi entorno, a reparar ese daño con trabajo intenso, a no volver atrás y no dejarme caer de nuevo, en fin, a ser un mejor hombre y un mejor servidor

A partir de tan honestas y profundas palabras, quisiera añadir unas humildes y pequeñas ideas de mi parte.

“Vengo de la oscuridad, de una mala vida donde era un mal hombre, al cual no importaba pisotear a quien o a lo que fuera. “
Está muy bien rever la conducta pasada y encontrar los puntos en los cuales nos hemos podido equivocar, y peor aún, empecinarnos en la mala senda apartándonos más y más del bien, que es nuestra esencia. Al ver esas manchas en nuestro historial, que recubren la pura Luz de nuestro Yo Esencial (neshamá) y nos asfixian en todos los planos de existencia, está mucho mejor emprender el camino del retorno, lo que conocemos como TESHUVÁ.
No quedarnos esclavizados por las conductas repetitivas nocivas, que nos mantienen atrapados en patrones de comportamiento que nos maltratan así como probablemente dañan a otros.
Sino, atreverse a retornar a la patria, salir del exilio espiritual para reencontrarse.
Es una senda con altibajos, con dudas, con temores, con la insistente voz del EGO que nos trata de retener en el mal paso. Encontraremos o inventaremos miles de excusas y pretextos, para cobijarnos en la comodidad de lo que creemos conocer, amparados en creencias que son equivocadas pero que las consideramos correctas por cargar con ellas.
Sin embargo, el que persevera en andar por la senda correcta, de Arriba le proveen ayuda para lograrlo. Tristemente, el que decide quedar encerrado en su celdita mental, atrapado en la tela de araña de sus creencias y consiguientes patrones de conducta tóxicos, también le dicen amén desde Arriba. Así pues, mucho cuidado y esmero para no ser cómplice del retroceso, o del empeoramiento, siendo que uno ya ha dado el enorme paso de reconocer que ha actuado mal, que ha sido perjudicial, que se ha lastimado así como a otros.
Más bien, actuar con responsabilidad, dando respuestas, en tanto se siguen realizando las preguntas necesarias para no volver a caer en errores y males.

“Voy hacia la luz”
Es genial tener en claro esto, que uno no simplemente quiere dar pasitos fuera de la celdita mental, ya no volver a repetir los errores, ya no dar excusas, ya no mirar para otro lado haciéndose el inocente. Por el contrario, lo estupendo es poder ser consciente y responsable, y actuar en consecuencia.
Sé que estuve mal, entonces me comprometo con el mejoramiento, y lo llevo a cabo.
Lo que el amigo del comentario expresó como “voy hacia la luz”.
Si se me permite, haré una pequeñísima corrección.
Me parece que debiera expresarse mejor como “RETORNO hacia la Luz”, porque nuestra esencia es pura, intachable, no se quiebra a causa del pecado o cualquier otra inconducta, sino que siempre destella la Luz espiritual, que nos mantiene en constante conexión con nuestro Padre y Hacedor.
El pecado, la mala conducta, el desvío de la buena senda, no nos pone en el vacío, no corta la ligadura sagrada con Él, sino que pone cáscaras que nos impiden darnos cuenta de la brillante realidad que seguimos siendo, nos opaca la conciencia, nos perturba la mirada, nos desmorona la percepción de la verdad, pero en modo alguno corta el lazo con Él.
Seguimos siendo luminosos, plenos, con un Yo Esencial que suavecito nos habla sin pausa, nos recuerda quien somos realmente y nos insta a retornar a nuestra verdadera identidad. Que nos despojemos de aquellas máscaras del Yo Vivido que nos desfiguran la cara y siempre nos mantengamos leales a nuestro ser eterno.
Así pues, más no vamos a la luz cuando estamos en el sagrado proceso de TESHUVÁ, ya que nunca salimos de ella. Volvemos a la Luz, regresamos al hogar, dejamos el exilio para establecernos nuevamente en nuestra patria. Así como es el sionismo para el pueblo judío, es la TESHUVÁ para el alma de cada ser humano.

“a rendir cuentas por mis malos actos”
No solamente rendimos cuenta por actos malos, sino también por aquellos en los que permanecimos indiferente pudiendo hacer algo positivo, y también por los deleites permitidos y legales que teníamos a nuestro alcance pero rechazamos con la excusa de ser más santos por sumergirnos en privaciones innecesarias.
Pero también, se nos valora nuestros actos positivos, se nos descubre lo que hemos aportado de bien al mundo, aquello que ni siquiera comprendimos su alcance de bondad se nos revela y obtenemos por ello el rédito correspondiente.
El Juicio del Padre no es solamente de castigo, porque Él no es un Dios que ame el dolor y torture a Sus hijos, sino que es más bien como el momento ineludible de vernos y reconocernos en el espejo de la verdad, en donde somos nosotros mismos los encargados de demostrar lo que hemos sido, en todos los aspectos.
Cada acto es medido y pesado, en sí mismo y en su contexto, siendo Él un Juez justo pero a la vez bondadoso.
Entonces, no nos enfermemos con culpas y seguir cargando pesadas mochilas que dificultan el proceso de crecimiento que es la TESHUVÁ, cuando ya hemos recorrido el camino, cuando dejamos de lado la conducta negativa, no permanezcamos atrapados mentalmente en recuerdos y sentimientos de culpa que nos debilitan. Sepamos que somos falibles, en qué tropezamos, para no volver a hacerlo.
Porque, parte del retorno a la esencia es perdonarse a sí mismo, cuando se ha cumplido cabalmente el trayecto necesario.

“a ser un mejor hombre y un mejor servidor”
Esa es la idea.
Me alegro que tenga esa meta y que esté en el proceso de superarse a diario.
Quiera el Eterno que cada día sea mucho mejor, de más plenitud, con sensación de regocijo por la tarea bien realizada, de bendición y de dador de bendiciones.

Sabe de donde viene y hacia donde va, en el medio está haciendo lo necesario para que su vida tenga un sentido pleno, trascendente, de valor aquí y en la eternidad.
Sin pomposidad, sin religiones, sin superstición, sin atribuirse identidades que no le corresponden, sin malabarismos místicos, sin palabrería incongruente y falsaria, sin dobleces, sin pretender ser lo que no se es, sino actuando como un excelente hijo del Eterno y un servidor leal a Él y al prójimo.
¡Que bueno que así sea!

Abraham NO ERA un hombre de FE

Los que te quieren vender su producto religioso (y por tanto nefasto para tu espíritu) aseguran que “la fe” era el gran mérito del patriarca HEBREO (de los JUDÍOS y nadie más) Abraham.
Se basan en una equívoca traducción y en un incompleto pensamiento a partir de este pasaje:

«Él creyó al Eterno, y le fue contado por justicia.»
(Bereshit / Génesis 15:6)

A partir de esto construyen rascacielos de torturas religiosas, basándose en fe en el absurdo, en contrariar la Ley para adherirse al sentimentalismo y similares. Especialmente se encuentran en el mundo cristiano (que por supuesto INCLUYE A TODOS LOS QUE SE HACEN LLAMAR JUDÍOS MESIÁNICOS y similares), pero no deja de haber también judíos que tienen una ideología similar, encerrados en sus burbujas de misticismo e irrealidad religiosa.

Entonces, tomando a Abraham como modelo insisten en que la persona baje la cabeza y obedezca a su líder religioso, que no cuestione sino sea manso, que no analice sino que memorice y repita, que no piense sino que actúe movido por el sentimentalismo (seudo amor y mucho terror).
Porque para esta gente y sus grupos lo importante no es dudar para aprender mejor, ni preguntar para llenarse de sentido, ni oponerse a lo malo aunque provenga de sus patrones religiosos, sino ser ovejas con fe, mucha fe, llenos de fe, jubilosos en fe, saltando en una pata de fe, aplaudiendo para recibir dones por fe, orando para ser salvos por fe, ¿o acaso no viste nunca una montaña moverse por la fe o al universo conspirar para darte lo que tu pensamiento positivo reclama?

Pero, si somos atentos y respetuosos del santo texto, pronto vemos como el “obediente” Abraham, el cegado por la fe Abraham, el que no se atrevía a desviarse del dogma y la doxa, realmente no es como lo pintan los religiosos (y los poco comprensivos).
Tomemos un solo ejemplo:

Venía el Eterno repitiéndole a Abraham que de él y su esposa Sarai saldría una numerosa nación, que vivirían en la tierra de Israel, que serían benditos y de bendición, etcéteras varios conocidos y repetidos, ¿cuál fue la “enceguecida por la fe” reacción de Abraham?
Mira:

«Entonces Avraham [Abraham] se postró sobre su rostro y se rió diciendo en su corazón: ‘¿A un hombre de 100 años le ha de nacer un hijo? ¿Y Sara, ya de 90 años, ha de dar a luz?’
Luego Avraham [Abraham] dijo a Elohim: -¡Ojalá Ishmael [Ismael] viva delante de ti!
Y Elohim respondió: -Ciertamente Sara tu mujer te dará un hijo, y llamarás su nombre Itzjac [Isaac]. Yo confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para su descendencia después de él.»
(Bereshit / Génesis 17:17-19)

¡En “la cara” de Dios Abraham le estaba negando Sus palabras!
¡Estaba contradiciendo directamente lo que Él no solamente decía, sino que estaba PROMETIENDO!
El buen hombre estalló en risa al escuchar del Eterno que su anciana esposa tendría un hijo y de él nacería una estirpe populosa y gloriosa.
Dudaba, pero no por estar a la intemperie y sin Presencia del Eterno, ¡sino ante la propia Presencia de Él!
Porque, si tú tienes tus dudas respecto a Dios, bueno… ¿qué podemos hacer? Él no habla contigo, no te acompañó abiertamente en tu vida durante cuarto de siglo, no tienes promesas de Su parte de primera mano. Él está “escondiendo Su rostro” de nosotros, ya no hay profecía ni tenemos manera concreta y directa de tener certezas sobre Él. Si dudas, es comprensible.
Pero, ¿Abraham hacer así, comportarse de esa manera?
¿Así es como se comporta un hombre de fe ciega?
Para peor, todavía tuvo el atrevimiento de sugerir alguna salida elegante para Dios, como hacerle acordar que tenía un hijo junto a una esclava, que estaría conforme y satisfecho si ese hijo no se le malograba y corrompía.
¡Cómo se atreve Abraham a semejante propuesta irreverente!
¿Él dándole sugerencias a Dios? ¿Haciendo extraños malabares para que al menos un hijo suyo tuviera un pequeño destaque, ya que evidentemente la promesa del Eterno era imposible de cumplir?

Pues bien, ¡ese es también Abraham!
Fue un escéptico, lo que le permitió romper con las pesadas cadenas del imperialismo político y el radicalismo religioso politeísta de su época.
Abraham no tenía miedo en dudar, en atreverse a pensar, a proponer, porque sabía que con ello no estaba siendo irrespetuoso ni desviándose del camino del Eterno.
Dentro de los límites de lo permitido, gocemos.
Sí, también de la libertad de no ser presos de la tontera de la fe.
Porque la fe, en su 100% (si no me equivoco), es producto exclusivamente del EGO, no del AMOR, no proviene de la neshamá (esencia espiritual), sino del instinto de supervivencia más básico de nuestra especie.

Como ya explicamos infinidad de veces, una cosa es la creencia y la convicción, otra muy diferente es la fe.
La fe no debiera tener cabida en la persona que valora la espiritualidad y por ello vive a pleno en su multidimensionalidad.

¿Sionista O Religioso?

Abram probablemente se veía a sí mismo, al principio y por un tiempo, como líder de un grupo revolucionario “religioso”. Él había reencontrado la pista del monoteísmo y luchaba a su manera contra el imperialismo político acodado en la hegemonía idolátrica. Era un rebelde, sin dudas, que hacía lo que podía, de acuerdo a su época, contexto, conocimiento, cualidades, experiencia, tradición familiar, etc. Su militancia por el monoteísmo fue agresiva y radical al principio, para pasar a ser mesurada y negociadora más tarde. Hasta podría parecer que la imposición monoteísta, combativa y demoledora de los musulmanes tienen un antiguo referente en este primer Abram.

PERO,
¿era ese el rol que quería el Eterno para él?
¿Realmente el Padre Celestial esperaba que Abram fuera un profeta vociferante, un guerrero despiadado del monoteísmo, un aniquilador de herejes, un conquistador de tierras para Él, un atormentador de desviados, un gurú religioso con aura mítica?
¿Quería nuestro Señor una religión, la semilla de la religión judía y la ramificación de la religión noájida, o quería otra cosa complemente diferente?
(Antes de continuar, recuerda que ni noajismo ni judaísmo son religiones, aunque algunas personas se confundan y las denominen así. Recuerda también que la religión es la cara opuesta a la espiritualidad, no por mucha religiosidad te encuentras con tu esencia sagrada ni con el Padre Celestial, más bien lo contrario).

Veamos con calma unas palabras que sabemos hasta el hartazgo, por lo mismo dudosamente las analizamos y encontramos enseñanzas en ellas:

«Entonces el Eterno dijo a Avram [Abram]: ‘Vete de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.
Yo haré de ti una gran nación. Te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.'»
(Bereshit / Génesis 12:1-3)

Abram debía irse de su lugar de residencia, dejar atrás sus costumbres, separarse de su mochila histórica e incluso hacer un corte consigo mismo, algo así como renacer. Esto último se aprende de las palabras “lej lejá”, que se traducen como vete o vete para ti, pero si comparamos con otras alocuciones semejantes en el TANAJ descubrimos que correspondería a irse de sí mismo. ¿Qué quiere decir irse de sí mismo? ¿Enloquecer? ¿Perder la conciencia? ¿Sufrir de amnesia? ¿Negar su historia y su realidad? ¡No! Quiere decir dejar de ser quien está siendo, pasar la raya para comenzar una nueva etapa, diferente, totalmente diferente.
El requerimiento del Eterno implicaba que tuviera que dejar TODO lo que era y conocía, para construir una nueva identidad. De las cenizas de su propio pasado debía emerger el nuevo hombre.
Un hombre nuevo dedicado, ¿a qué?
Mira las palabras del Eterno, son precisas: ser padre de una gran nación en una tierra de su propiedad.
Es decir, Dios no quería un Papa sino un pionero sionista, uno que dejara su acomodada vida, su idiosincrasia, sus títulos nobiliarios, su bienestar material y social para emprender una tarea de carácter personal-social-espiritual, levantar una patria sionista en la tierra de Israel.
Claro que no se hablaba de sionismo ni de Israel, pero, así como el primer Abram podría ser tomado como modelo para el radicalismo religioso musulmán, el segundo Abram (quien recibe mensajes de Dios de cómo encaminar su vida) es el primer modelo para el judío sionista apegado a la espiritualidad.

¿Entiendes las ideas que se desprenden de este texto y esta interpretación?
Porque, no vemos llamados religiosos de parte de Dios hacia Abram, ni le ordena formar una secta o partido religioso, ni le encomienda un texto sagrado, ni tratar de convertir gente a sus creencias, ni de organizar rituales, ni de enseñar hebreo (o arameo, probablemente), ni de vestir de forma curiosa y llamativa para diferenciarse de otros, ni repetir salmos y entonar cánticos, ni de perseguir brujas y endemoniados, ni de alabar con loas y alelushas, ni de pedir el diezmo para levantar iglesias o templos, ni ofrendar sacrificios cotidianos para congraciarse con la divinidad, ni aprender pasajes místicos y cabalisteros para un pretendido control universal, ni conquistar tierras y embanderarlas bajo Allah o Elohim, ni… ¿entiendes la idea?

Sencillamente estaba llamado a hacer una familia y a establecerse en la tierra que le correspondía por derecho como patria.
Que de esa familia surgiera, eventualmente, una nación que morara en su terruño y viviera de acuerdo a su costumbre.
EL ideal sería que entre esas costumbres tuviera prevalencia y preponderancia las que conectan con la espiritualidad (las que erróneamente algunos llaman “religiosas”), que para la identidad judía corresponden actualmente con el legado que brilla desde la Torá.

El día que los descendientes de Abraham (de Itzac y de Iaacov, continuadores de la herencia abrahámica) puedan vivir en paz en su tierra, gozando de la bendición de su patria,  entonces será el día que todas las naciones de la tierra podrán disfrutar de su propia bendición, en prosperidad, en santidad.

Tenemos por delante numerosos desafíos, que nos quedan planteados desde estas sencillas pero perpetuas palabras.

(Texto publicado originalmente para serjudio.com, contiene interesantes enseñanzas para la identidad espiritual noájida.)

Vienes y vas

«El enviado del Eterno la encontró en el desierto junto a un manantial de agua [el manantial que está en el camino de Shur],
y le dijo: -Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes y a dónde vas?
Ella respondió: -Huyo de la presencia de Sarai, mi señora.»
(Bereshit / Génesis 16:7-8)

¿De dónde vienes?
¿Hacia dónde vas?
Son dos interrogantes que debieras tener en tu menú diario, junto a sus correspondientes respuestas.

Pero, muchas veces pasamos por la vida sin preguntarnos esto,
o hacemos como la embrutecida Hagar y dejamos de responder a alguna de ellas,
o, como esta misma mujer, damos respuestas débiles, carentes de contenido, que nos mantienen en oscuridad e impotencia.

¿Qué respondió la sierva de Sarai a las preguntas del emisario celestial?
Solamente a la primera de las preguntas dio algo parecido a una respuesta.
Más o menos describió de dónde venía, de lo de Sarai.
Pero, no era una salida racional, inteligente, saludable, sino un escape, una reacción automática, algo rayano en el instinto. Ella estaba escapando de la situación/sentimiento de impotencia en su relación con su patrona. Salió corriendo y su rumbo quizás estaba más o menos dibujado en su mente, pero no lo supo o no lo quiso expresar ante el requerimiento del ángel.

Escapaba y no sabía hacía donde iba. Al menos no lo sabemos nosotros si es que tenía alguna meta en mente.
Lo que sabemos es que se sentía atormentada, ahogada en su impotencia, devastada y sin tener recursos para otra cosa más que permanecer paralizada o escapar.
Y huyó al desierto, a la soledad, a la miseria, a la probable muerte, si es que no intervenían los emisarios celestiales para cambiar su paso.

¿Te pasa a ti algo parecido cuando te encuentras en impotencia?
¿Reaccionas de manera automática, con las herramientas básicas y activas del EGO y/o sus derivados (llanto, grito, pataleo)?
Si no consigues rescatar algo de poder para sobresalir y mantenerte a flote, ¿recurres de la desconexión de la realidad y/o alguno de sus derivados, tal como lo es la escapatoria?

¿Sabes de dónde vienes y hacia donde te diriges?

Si no tienes en claro el puerto al cual quieres arribar, ¿hacia dónde navegas, o meramente te dejas llevar por las corrientes sin aportar nada sustancial a tu vida y a la de tu prójimo?
Si dibujaste en mente alguna meta, pero permites que cualquier viento te lleva y traiga, estás a merced de las opiniones y modas, son otros los que dictan tus caminos, ¿llegarás algún día a tu puerto?
¿Cómo estar pleno y feliz con una vida sin finalidad, sin sentido?
O, ¿es que el sentido de la vida es ajeno al sentido existencial?
Preguntas que probablemente sean difíciles de tragar y más para brindar respuestas claras y satisfactorias.

Y, si no tienes claro de dónde vienes y porque has salido de allí, ¿de qué te estás perdiendo?

Este breve texto espero que te ayude a diagramar tu posición actual, reconociendo tu punto de partida y el anhelado de llegada, así como lo que te motiva a seguir recorriendo la senda que aún te queda por andar.
Para que no seas una pluma al viento, un madero que flota, alguien que huye o reacciona automáticamente a las circunstancias de la vida.
Porque, así estarás más cerca de vivir una espiritualidad plena, que conlleva felicidad en lo cotidiano y en la eternidad.

Salir de ti

«Entonces el Eterno dijo a Avram [Abram]: ‘Vete de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.
Yo haré de ti una gran nación. Te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.»
(Bereshit / Génesis 12:1-2)

No intentaremos en este post abordar grandes ideas, ni rozar conocimientos densos y esotéricos. Trataremos de quedarnos en aspectos concretos, cotidianos, palpables, que puedan contribuir a una práctica diaria que nos brinde bienestar y bendición, aquí y en la eternidad.

Sea que existan casualidades o causalidades, que los accidentes sean solamente infortunios, o que todo forme parte de una trama misteriosa y harto compleja, lo cierto y comprobable es que cada circunstancia brinda un texto y un contexto para desplegar nuestro plan de vida en su integralidad.

El sentido de tu existencia lo construyes tú, con tus decisiones, con lo que haces o dejas de hacer.
¿Fue por casualidad? ¡Construye sentido!
¿Fue obra de la causalidad? ¡Construye sentido!

A cada momento, y de manera llamativa en aquello que rompe con la rutina, tenemos un texto que nos ofrecen los hechos, enmarcado en un contexto que brinda posibilidad para descifrarlo.
Ejemplo, cuando nos encontramos casualmente con alguien a quien hacía mucho tiempo no veíamos, y al cual habíamos justamente recordado por estos días, podemos tomarlo como (a) un hecho pasajero y sin importancia, o (b) atribuirle una trascendencia misteriosa, o (c) aventurar explicaciones más o menos racionales. Cualquiera sea nuestra actitud ante el acontecimiento, estaremos actuando de acuerdo a nuestras creencias, reforzándolas, trabajando para darnos seguridad y un marco conocido dentro del cual movernos.
Si creo que no existe casualidad, sino solo causalidad, entonces obviamente no se me cruzará por la mente otra idea, y entonces el haberme topado con esa persona seguramente se debe a algún factor metafísico, que forma parte de un plan cósmico que me resulta inabarcable.
Si creo que existe el azar, pudiendo haber un Dios que opera en el mundo y ejerce Su influencia, entonces mi mente no se detendrá mucho rato en descubrir conexiones misteriosas, simplemente me permitirá vivir el momento.
Si creo que no puedo determinar si es casualidad o causalidad, pero que tal vez hay enseñanzas de todo tipo para extraer del suceso, entonces me las ingeniaré para hablar de sincronicidad, telepatía, indeterminismo, o vaya uno a saber que teoría o conjetura de aspecto racional que sirva para explicar en mayor o menor medida el suceso acontecido.
Y así como con este ejemplo, con cualquier otro incidente –habitual o extraordinario- que se te ocurra proponer.
Un retraso que provocó salvarse de una desgracia.
Encontrar un billete de lotería ganador.
Ser diagnosticado a tiempo para curarse de una enfermedad gravísima a causa de consultar por una molestia totalmente secundaria e irrelevante.
Conocer a la “media naranja” de visita en un lugar al cual no teníamos ninguna ganas ni interés de ir.
Etcéteras hasta el infinito.

En raras oportunidades aprovechamos para elaborar pensamientos reales, que corten con la repetición de la creencia, y nos aventure a preguntar sinceramente con el afán de encontrar respuestas igualmente sinceras (aunque éstas fueran disruptivas con nuestras creencias).
Sería estupendo tomarse unos minutos, si fuera posible, para hacerse preguntas acerca de lo acontecido, analizar y no meramente dejarse llevar por opiniones, creencias, la corriente, aunque pueda resultar más fatigoso y a veces doloroso, porque a la postre nos dota de mayor poder, de oportunidad de encontrar un tesoro de felicidad y resguardo.

Más allá de la metafísica, de las teorías y las creencias en fuerzas místicas que operan en el mundo, están las acciones (o meramente reaccionamos) ante los hechos que nos suceden.

Una de esas rutinarias circunstancias de nuestra vida es la forma preferida para llamar la atención de los demás.
Está quien lo hace a través del llanto, o sus derivados; quien con gritos, o sus derivados; quien con violencia física, o sus derivados; quien desconectando de la realidad, en cualquiera de sus vertientes; quien a través de acciones descentradas del egoísmo, en cualquiera de sus facetas.
Aquello que le ha funcionado para llamar la atención, es lo que probablemente seguirá haciendo.
¿Es la docilidad?
¿Es la rebeldía?
¿Es la camaradería?
¿Es la complicidad?
¿Es la extorsión?
¿Es la palabrería densa?
¿Es la queja?
¿Es el autoritarismo?
¿Es la descalificación de otros?
¿Es la auto degradación con la consiguiente lisonja del otro?
Así cada uno podría descubrir a qué apela de manera más cotidiana para obtener esa atención tan necesaria, casi como el pan cotidiano.

Al vernos en el espejo y reconocer cómo nos comportamos, en algo tan básico y primitivo como el pedido de atención, seguramente nos sorprenderíamos en alguna de las siguientes categorías:

  • Nos mimetizamos con el comportamiento de alguno de nuestros padres, o de otras personas de referencia de nuestra infancia/actualidad.
  • Nos comportamos como complementarios a aquellas personas.
  • Nuestro comportamiento es el antagónico y totalmente contrario al que seguían esas personas.
  • En algunas muy raras excepciones no podremos encontrar ninguna de las anteriores, sino una por completo ajena.

De paso, podrías hacer el ejercicio de recordarte cómo lo hacías en tu infancia y cuáles eran las reacciones que brotaban de aquellos a los que pretendíamos llamar la atención.
¿Te animas a hacerlo?

Cuando podemos visualizar todo esto, hacernos preguntas al respecto, darnos cuenta de cómo estamos creyendo, actuando, reaccionando a los demás, quizás tendremos oportunidad de mejorar nuestra vida y la de nuestro prójimo.

Comunicación Auténtica desde el principio

En el comienzo de la historia del Hombre, relatada en Bereshit, encontramos al Eterno hablando con Adam y éste con Él. Y cuando Adam le habló, fue con reproche, falta de agradecimiento, escamoteo de la verdad.
Al Najash con Eva y ésta con él.
El Eterno con Eva y con el Najash.
Al Eterno con Cain y a éste con Él.
A Cain haciendo el intento de hablar con Hebel, pero sin alcanzar a hacerlo, según leemos: «Caín habló con su hermano Abel. Y sucedió que estando juntos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató.» (Bereshit / Génesis 4:8).

Pasan las personas, las generaciones, los sucesos, la gente sabe hablar pero no se comunica.
Porque, no es lo mismo hablar que comunicarse.
¿Sabías?
Ni tampoco es igual un monólogo de a dos que un diálogo.
Por lo general, nos enfrascamos en monólogos de a dos, compartimos un espacio y hacemos la mímica de estar conversando y comunicándonos, pero es solo eso, una mímica.
La Comunicación Auténtica es escasa, lo era ya en el comienzo de la humanidad y lo sigue siendo ahora.

Mira un ejemplo desastroso, el que es registrado en la Torá como la primera conversación entre dos o más personas:

«Entonces Lemej/Lamec dijo a sus mujeres: ‘Ada y Zila, oíd mi voz. Oh mujeres de Lemej, escuchad mi dicho: Yo maté a un hombre, porque me hirió; maté a un muchacho, porque me golpeó.  Si Caín ha de ser vengado siete veces, Lemej lo será setenta y siete veces.'»
(Bereshit / Génesis 4:23-24)

Eso fue.
Un lamentable llamado de atención, las piruetas de un saltimbanqui para atraer un poco de interés sobre él.
¿Es eso comunicación, y Comunicación Auténtica?

Ten presente esas historias que enumeramos recién, donde el diálogo no existían, donde la palabra no se usaba para comunicar, donde el lenguaje era empleado como distracción o para someter a otros a manipulaciones varias. ¿Cuál fue el resultado de la falta de Comunicación Auténtica?
Errores, pecados, mentiras, engaños, violencia, sufrimiento, padecimiento, angustia, dolor,  miseria, soledad, exilio… Pudiendo comunicar no lo hicieron, entonces lo no dicho estalló en algunas de las facetas lamentables que provoca el EGO (alias Ietzer haRá).

Las historias de la Torá, especialmente las de su comienzo, no están para que aprendamos historia, antropología, paleontología, física o cuestiones similares, ni siquiera para aprender halajot (normativa judía) sino que son más bien un manual de vida para llevarnos por sendas de Vida en nuestra conducta. Como un GPS espiritual, que permite regular nuestra existencia terrenal en un ámbito que antecede y rodea a la estricta aplicación de la Ley.

Entre otras enseñanzas podemos distinguir ésta del empleo de la Comunicación Auténtica, de la cual hemos escrito en variadas oportunidades por lo que solamente te listaré sus pautas esenciales:

  • Ser honesto, sin por ello excederse en decir todo cuando ello no es generador de Shalom.
  • Respeto al otro y a uno mismo.
  • Claridad, sencillez, ser concreto.
  • No suponer, preguntar.

Si tenemos estas simples herramientas a mano, en el momento de interactuar, es mucho más fácil que colaboremos en la construcción de Shalom.
Un Shalom interno y que repercute positivamente en lo externo.

Opciones de vida

La vida es una constante toma de decisiones, en todos los planos de la vida.
Algunas parecen ser más fundamentales que otras, pero rara vez percibimos el alcance real de cada una de ellas.
Incluso lo que a simple vista puede parecer una elección banal, podría resultar en tremendos efectos, muchas veces inesperados.
A la inversa también se da, cosas que suponemos de gran impacto, a la postre se diluyen sin ser notadas.
Las posibilidades  son variadas, escapan a nuestro control, por más datos que recabemos previamente, siempre habrá factores que harán el final desconocido hasta alcanzarlo.

Así, cada uno puede escoger de acuerdo a lo que sabe, entiende, puede, aprecia, se manifiesta, supone, desea, planifica en un determinado contexto, en cierto momento puntual, ejerciendo el poder que tenemos allí y ahí; pero, luego, el resto ya no depende de nosotros. Hay una inmensidad que opera y que está por completo ajeno a nuestros intereses, sueños, cuestionamientos, manipulaciones. Hay una infinitud de factores ante los cuales somos absolutamente impotentes, y otros tantos que somos incapaces de determinar previamente.

Aunque quizás nos hayan hecho creer que por medio de sortilegios, operaciones cabalisteras, murmuración de ensalmos, rezos a deidades, saltos carnavalescos, pensamientos de atracción de beneficios, o cualquier otra cosa de apariencia metafísica encontraremos una llave secreta para obtener el control universal o de poderosas fuerzas ocultas, en verdad, solo podemos ese poquito que dominamos en el aquí y ahora. Luego, estamos a la intemperie, a la buena de Dios y de Su creación.

Por supuesto que podemos/debemos rezar, es decir conversar con el Padre y Rey, y confesarle nuestras debilidades, hacer luz en nuestras oscuridades, agradecer lo que tenemos, descubrir potenciales ocultos o manifiestos, ver por las necesidades y carencias de otros, así como también humildemente solicitar de Su ayuda (¡para agregar a todo lo que ya nos está dando!). Pero, lejos está el rezo verdadero de servir como una paparruchada pretenciosa de manipular al Señor de señores. Él hará de acuerdo a Su Voluntad, no de acuerdo a nuestro capricho u honesta necesidad.

Ante Él no valen gritos, llantos, aplausos o pataleos, como tampoco mentiras, engaños, fraudes, seudo negociados, intentos de echar culpas para obtener el sometimiento.
Tal vez nos beneficien a la hora de darnos excusas para no avanzar, o como mecanismos nefastos para someter a otros a nuestro impotente autoritarismo.
Pero, con Dios no tienen ningún efecto positivo.

Mejor es emplear el rezo para conocernos más, darnos cuenta de la situación en la que nos encontramos, evaluar nuestra capacidad, reconocer lo que podemos y lo que no, advertir en lo que podemos ser útiles al prójimo, liberarnos de cargas que nos corrompen y nos asfixian, todo ello mientras elogiamos dignamente al Eterno, le solicitamos Su apoyo y agradecemos por todo lo que nos provee.
En este caso, la plegaria es una poderosa herramienta, no de carácter místico ni operadora de mágicos resultados, sino como aplanadora que allana el camino para que avancemos hacia metas que son valiosas.

Claro está que a nuestros pedidos Su respuesta es “NO”, ¿por qué habría de ser de otra manera?
Podemos sentirnos desatendidos, afectados por esa prescindencia divina, apenados por no tener lo demandado, lo que corrobora nuestro sentimiento de impotencia. Si entonces reaccionamos de la forma natural, y que reforzamos con la constante repetición, con las herramientas del EGO, entonces nos estamos apartando de nuestra esencia sagrada, poblamos nuestra mente de más oscuridad, vibramos en ondas disarmónicas, lo que nos afecta y enturbia la existencia.
Mejor es no pretender controlar lo que está por fuera de nuestro dominio, dejar fluir, admitir y aceptar sin por ello dejar de hacer nuestra parte en la tarea plenamente.

Hay otras maneras que difieren a la habitual de desmoronarse, a malgastar energías, a estar enojado y con rencores.
Podemos elevarnos, aunque sea un peldaño, dejando de reaccionar automáticamente, a instancias del EGO.
Aunque sintamos la impotencia y la consiguiente respuesta inconsciente y maquinal, podemos hacer una breve pausa y aunque nos cueste un poco dejar de lado la reacción agresiva y manipuladora, para emprender el ejercicio del dominio verdadera, que aunque sea breve y limitado es nuestro real poder. Ya no más fantasías de control, no afanarse por someter a otro, dejar de depender con la careta de ser el que comanda. Podemos intentar otros modos y crecer.

Tenemos la opción, podemos elegir, entre seguir por el sendero del aprendizaje por el sufrimiento, o hacerlo por el camino de los actos de bondad Y justicia con lealtad.
Por el camino automatizado, el del sufrimiento, ya hemos experimentado el dolor, el continuo caer en impotencia, el pretender dominar para nuevamente ser inoperantes.
El otro camino, el de la conciencia, el de la plenitud, el de la consolidación del Yo Auténtico seguramente lo hemos recorrido menos, hasta incluso somos ignorantes de su presencia.
Tal vez es tiempo para escoger por una vez diferente, en dirección a la VIDA.

Ceguera de lo cotidiano

¿Hay alguien que no conozca, aunque sea de oídas, la historia de Noaj/Noé?
Tengo la impresión que la mayoría de nosotros hemos escuchado algo al respecto. Como el relato de David y Goliat, o el juicio Salomónico, o las plagas sobre Egipto, uno de los tantos temas bíblicos que se han vuelto populares (al menos sus títulos, no sé si las historias en sí).
Esto pareciera ser una gran ventaja a simple vista, ¿no?
Partimos del supuesto de que ya tenemos idea de lo que tratan, con solo el enunciado parece alcanzar, sin necesidad de esforzarnos por aprender, así aligeramos nuestra tarea.
Pero, si nos detenemos a observar con calma, llegamos a darnos cuenta de que pocas veces se les presta verdadera atención, por lo cual dudosamente se los analiza apropiadamente para comprender, instruirnos y enriquecernos con ellos.
Es uno de los riesgos de la familiaridad, del hábito, del dar por sentado que las cosas son tal como las creemos, las suponemos, o confusamente recordamos.
Y no solo pasa con historias del TANAJ, porque podemos encontrar similar patrón de conducta en el resto de las áreas de nuestra vida, desde lo cotidiano a lo infrecuente, de lo vulgar a lo noble, de lo banal a lo trascendente, en (casi) todo y no exclusivamente en relatos antiguos o modernos; también en cuestiones del trato con nuestro semejante.
Ocurre una ceguera (parcial o total) de lo cotidiano, “obstáculos epistemológicos” dicen los entendidos (busca de esto, es realmente interesante y provechoso).
Heredamos y formamos creencias, que nos marcan la manera que concebimos al mundo (incluidos nosotros) y cómo actuamos en él. Andamos de un lado a otro, saltando de un estereotipo al otro.
Usamos el lenguaje asumiendo que conocemos los significados, cuando a menudo estamos adivinando sobre la marcha, y muchas veces erróneamente.
Enarbolamos lemas y banderas, en tanto nos convertimos en fanáticos de tal o cual asunto, personaje, moda, aunque nos excusamos diciendo que todas las opiniones son igualmente válidas, que el derecho a la libre expresión convalida todo disparate. Como si la auténtica y valiosa libertad de expresarse diera autoridad a todas las opiniones y validez a cualquier postulado.
Ante este modo de actuar se plantan firmemente otros modos, por ejemplo el espíritu crítico del científico, del investigador y también de la persona que estudia en verdad TORÁ, sabiendo que es algo más que un cuentito ya conocido, fábulas antiguas, cosas religiosas sin aplicación actual, o una profesión de fe.
Aunque también están los que parecen buscar y desear el conocimiento, pero son solo estrategias para no salir de las propias limitaciones y cegueras.
En el texto de la parashá NOAJ, así como en los comentarios que se hacen de ella, encontramos ejemplos de todo esto, ¿te animas a descubrirlos y compartirlos con nosotros?
¿Te animas, si quieres, a verte al espejo espiritual y ver tus propias dificultades para avanzar en la construcción de un conocimiento más elaborado y que mejore el shalom?

Este texto fue escrito originalmente para SERJUDIO.com, pero creo contiene valiosas enseñanzas para la identidad espiritual del noájida.
Con gusto leeré tus comentarios al respecto, así como a lo que plantea en sí el artículo. Gracias.

Shminí Atzeret 5775 y Bereshit

Texto originalmente escrito para publicar en SERJUDIO.com, sin embargo contiene valiosas enseñanzas apropiadas para la identidad espiritual noájica. ¿Te animas a comentar cuáles? Gracias.

  
Continúa la festividad de SUCOT hasta este miércoles a la noche, cuando comienza SHEMINÍ ATZERET (22 de Tishrei). Ésta es una festividad en sí misma, independiente de Sucot, aunque se la suele confundir como su día final. Sin embargo, cuenta con sus propias reglas, oraciones (petición de lluvia, Izcor, menciones específicas) y motivo de existencia. (En la Diáspora hay gente que  suele comer en la Sucá, aunque sin los rezos y otras costumbres  propios de los días anteriores).

En el versículo de la Torá que ordena su conmemoración (Vaikrá/Levítico 23:36), RASHI recuerda: “Dios dijo a Israel: ‘Los retengo para que permanezcan conmigo’. Como un rey que invita a sus hijos a festejar con él por un número determinado de días, y cuando llega el momento de separarse, él les dice: ‘Hijos míos, por favor, quédense conmigo solo un día más; me es difícil separarme de ustedes’.“

Es un día extra de regocijo, para abstenerse de labores y preocupaciones cotidianas, para celebrar en familia y con amigos, sintiendo la Presencia de Hashem en nuestras vidas.
Pero, ¿cuál es la esencia profunda para este júbilo?  Según nuestra Tradición, el séptimo y último día de Sucot, llamado HOSHANA RABÁ, es especialmente importante y grave. Te explico: ELUL es tiempo para prepararnos  para el juicio anual que Hashem hace sobre cada persona en ROSH HASHANÁ, en  IOM KIPUR se da el veredicto, tenemos SUCOT para apelar hasta su último día cuando se nos entrega el dictamen final. Estuvimos más de cincuenta días trabajando para hacer TESHUVÁ y comprometernos para mejorar en todos los aspectos, entonces, ¿cómo no habremos de festejar al día siguiente?

Con el correr del tiempo, se hizo costumbre que en este día se termine y de inmediato reinicie el ciclo de lectura pública de Torá, por lo cual festejamos SIMJAT TORÁ. En Israel ambas fiestas son en el mismo día, en tanto que en la Diáspora en dos días consecutivos. Es la ocasión festiva en la cual se lee la última parashá de la Torá, VEZOT HABERAJÁ, para luego dar comienzo al nuevo ciclo al leer los párrafos iniciales de BERESHIT. Como demostrando que es un ciclo sin rupturas, una fuerte cadena que se continúa y preserva fielmente. No basta con que existan las fechas marcadas en el calendario, es indispensable que nosotros aprendamos acerca de ellas para poder vivirlas a pleno, instruirse y enseñar, con palabras y con el ejemplo. De esa manera nosotros cuidamos nuestra cultura, al mismo tiempo que ésta cuida de nuestra identidad. Al estilo de lo dicho por Ajad haAm, quien sin ser esmerado en cumplir los preceptos, igualmente no tuvo conflicto alguno para afirmar: “Más de lo que Israel cuidó al Shabat, el Shabat cuidó al pueblo de Israel”.

Encontramos en la SIDRÁ BERESHIT, lectura para este Shabbat, que hay un Creador de TODO, quien además está presente y atento a su creación. Creó, ordenó, evaluó, estableció leyes y permanece involucrado activamente con su obra. Es el mismo que nos rescató de Egipto y nos entregó la Torá, formando así la médula de nuestra identidad. En la medida de nuestras capacidades y posibilidades debemos proceder como Él y las festividades judías son especiales ocasiones para no olvidarlo y añadir luz a nuestra existencia.