Archivo de la categoría: Estudios de espiritualidad

Ver mas en #Tora gentil /#

Shofetim 5775

En esta parashá en particular, pero en la Torá y en el resto del NAJ (libros que conforman las “Sagradas Escrituras”) en general, encontramos el insistente mensaje de Dios para que llevemos una vida justa.
Se nos instruye para que TZEDEK, la justicia (también llamada DIN, en ocasiones), sea uno de los principios que regule nuestras decisiones y acciones. Es decir, tomar en consideración los hechos, convertirlos en datos para ser analizados, evaluar con mesura y prudencia, ser racionales y en la medida de lo posible objetivos. Se emplean pruebas, evidencias y testimonios válidos al servicio de la Ley.

Al mismo tiempo se propone a JESED, la bondad, como su contrapeso.
Es decir, la fórmula del éxito cuenta con una mirada estricta, rígida, severa, apegada a la norma de forma escrupulosa; pero también se precisa la perspectiva generosa, sensible, comprensiva de las limitaciones, que encuentra las fórmulas legales para ser juiciosamente blandos.

Cuando ambas, TZEDEK y JESED, están en funcionamiento orgánico, se consigue el equilibrio interno y externo, pues se establecen relaciones humanas fluidas y saludables, un estado general de SHALOM, paz y/o completitud; con EMET, la verdad, abundando.

¿Serías capaz de expresar tres ejemplos, uno de solo TZEDEK, otro de solo JESED, y un tercero en el cual haya combinación de ambos y como resultado se obtenga SHALOM?

La Torá sabe que esta propuesta no debe quedar solamente como un lindo lema de vida, como una invitación idealista pero sin contenido concreto.
Por el contrario, indica mecanismos para que sea llevada a los hechos y se manifieste en la conducta cotidiana y habitual.
Por ejemplo, en el plano de lo colectivo declarando la necesidad de magistrados preparados y honorables; de fuerzas del orden público que sean competentes y leales; de gobernantes apegados al Derecho y con vocación de servir a Dios y por ello conducir con firmeza y honestidad al pueblo.

Esto mismo se trasfiere a lo individual, en cada uno de nosotros debe existir un líder positivo que nos lleva a grandes y buenas realizaciones; jueces que nos ponen en el camino; inspectores que nos advierten al salirnos de la ruta correcta; generales que nos llevan a la batalla contra los malos impulsos, etc.
Para construir SHALOM por medio de la bondad y la justicia, en pensamientos, palabras y acciones.

¿Hay alguna relación directa entre estas enseñanzas y el motivo central del jodesh ELUL, que está dedicado a la TEFILÁ (rezo), TESHUVÁ (arrepentimiento) y TZEDAKÁ (caridad)?

(Escrito y publicado originalmente en SERJUDIO.com pero republicado aquí por sus altas enseñanzas acordes a la espiritualidad del noájida).

¿El hombre malvado y el hombre justo?

Quisiera saber cuando la torá en proverbios y salmos hablan sobre los malvados,
1- que clase de pecado cometen esos malvados,
2- y cuando se habla del justo ? quienes son esos Justos.
3- como saber si soy una persona justa.
4- En el salmo 145 , dice que Dios es Dios de todos los que le invocan, Abre su mano y colma de bendición a todo ser viviente (Salmo 145-16) quienes son esos todos?
Gracias, en espera de su pronta respuesta. bendiciones.
Graciela.

Seguir leyendo ¿El hombre malvado y el hombre justo?

A Él servirás

En la Tradición aprendemos que el rezo completo consta de tres partes: alabanzas al Eterno, pedidos a él y agradecerLE por todo, sea que se nos cumplan los deseos o no.

Hay que tener mucho cuidado, muchísimo, de que las alabanzas no se transformen en insultos o blasfemia, cosa que es muy probable que ocurra cuando nos dejamos llevar por nuestras ideas o creencias y no nos atenemos a los parámetros codificados en la Tradición.
Te daré un ejemplo del peligro implícito en las alabanzas en boca de ignorante.
Si alguien dijera: “Dios el grande”, y eso no fuera parte ya preestablecida por los Sabios, estaría cometiendo una terrible ofensa contra el Señor. Porque, cuando uno dice grande, siempre es en relación a otra cosa, y para un grande siempre se encontrará uno mayor. Entonces, el tonto al pretender elogiar a Dios, lo termina insultando, sin siquiera darse cuenta de adonde lo condujeron sus pasos ignorantes.
Otro ejemplo, aquel que se pone a hablar DE Dios, en lugar de hablar CON Dios, se explaya en montón de adjetivos positivos, hasta que su léxico se termina. Entonces, viene alguien y le pregunta: “¿Acaso ya abarcaste todo lo que el infinito Dios es que has terminado tu listita de elogios?”
Sí, también aquí el pretendido elogioso se convierte en un blasfemo, sin quererlo, pero blasfemo al fin de cuentas.
Por ello, las alabanzas siempre deben ser medidas, enmarcadas dentro de la Tradición, que contiene los datos aportados por los profetas y evaluados por los Sabios para darnos una seguridad en el momento de dar loas al Eterno.

En cuanto a los pedidos, por supuesto que es muy bueno recurrir a Él para hacerlo.
Pero, con mucha atención y precaución, para no creernos al mano de Dios, como si Él fuera nuestro esclavo, o el genio de la lámpara, que estará a los apurones cumpliendo nuestros deseos.
¡No! Esa pretensión infantil e idolátrica debe ser desterrada de nuestra vida.
PedirLe es un momento de humildad de nuestra parte, al enfrentar nuestra limitada existencia humana y reconocer que por más avances y poderes que ostentemos, finalmente está en Dios el verdadero dominio.
Entonces, más que una bravuconería pretenciosa, más que una imposición al Rey, más que hacer pactitos y negociados para obtener magia celestial, el verdadero pedido debe confrontar nuestro poder, llevarnos a hacer nuestra mejor parte, hacer TODO lo que está a nuestro alcance para que se cumpla la tarea. Luego, y sin ser perezosos ni altivos, confiar en Dios. ESA es la verdadera EMUNÁ, y no el zafarrancho egoísta y peligroso que destilan los idólatras, entre los cuales también se puede incluir judíos que se dicen ortodoxos. Pues toman la EMUNÁ como sinónimo de fe irracional, de llave mágica para abrir tesoros que Dios regalará por el mero hecho de ser ilusos, faltos de raciocinio, carentes de esfuerzo concreto, abandonados al “destino”, al cual estos idólatras llaman “fe”, manera incorrecta de traducir EMUNÁ.

Y por supuesto, agradecer.
El ser agradecido es un valor fundamental, de primer orden.
Aquel que rechaza el reconocimiento, está esclavizado por su EGO y pretende tener el derecho universal, en lugar de asumirse como un receptor de las bondades del Eterno. Por supuesto que somos receptores de bondades, pero eso no quita que también seamos socios de Él, pues esa es una de las tareas principales que Él nos ha encomendado a cada uno de nosotros.

Entonces, habla CON el Padre, no DE Él.
Si puedes, usa el libro de rezos que te corresponda.
Ayúdate con sus textos, pero no dejes de enfocarte en conocer más de ti, en ver qué precisa el prójimo, en contactar lo más genuino que eres para de esa manera estar en Comunicación Auténtica con el Eterno.

Habla CON Dios.
Reza.
No como parte de un ritual vacío, ni porque tienes la codicia de recibir algo a cambio.
Simplemente hazlo, porque es algo que debes hacer y es bueno para ti hacerlo.

Y ahora, te dejo un ejercicio para que sigas profundizando en el estudio.
¿Podrías encontrar cómo esta enseñanza se vincula con estos dos textos? Gracias.
http://serjudio.com/exclusivo/cterapia/una-cosa-lleva-a-la-otra

http://serjudio.com/exclusivo/cterapia/amor-en-tres-fases

Ree 5775

Así comienza la parashá:

«Mira, pues; yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: la bendición, si obedecéis los mandamientos del Eterno vuestro Elohim que yo os mando hoy; y la maldición, si no obedecéis los mandamientos del Eterno vuestro Elohim, sino que os apartáis del camino que yo os mando hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no habéis conocido…»
(Devarim / Deuteronomio 11:26-28)

Uno de los principios que destaca el judaísmo es que el hombre tiene libre albedrío, que es la posibilidad real de escoger entre el bien y el mal. Varias veces lo manifiesta la Torá y nos recuerda el deber de conocer entre una cosa y la otra, para así poder optar conscientemente, libremente, por el bien, lo cual trae como consecuencia el bienestar y la bendición.

Hay multitud de doctrinas que afirman que carecemos de libre albedrío. Sin él, no se puede exigir responsabilidad por las acciones, porque, ¿qué culpa tiene la persona si reacciona de acuerdo a un programa preestablecido e inmodificable? Sea una conducta generada por instintos o tendencias biológicas; o sea un destino metafísico que opera por sobre la humana voluntad. Si no puede elegir, no puede ser responsable, pero aun así, muchos de esos credos encuentran la excusa para condenar al hombre a sufrir de culpa, a pesar de no contar con mecanismos para escoger otra alternativa.

Pero, el judaísmo tradicionalmente afirma que en verdad SÍ somos responsables, porque Hashem nos ha creado de tal manera que tenemos un cierto control sobre nuestras decisiones y podemos elegir entre el bien y el mal. No tenemos un poder ilimitado, pero en aquello que somos poderosos, es nuestro deber escoger y hacerlo bien.
Por eso, es tan importante instruirnos, aprender, estudiar y esforzarnos; porque se nos pide rendir cuentas de aquello que está bajo nuestro dominio. Y si nos hemos equivocado, existe la TESHUVÁ, hasta el último momento tenemos la oportunidad de escoger el bien, aunque adolezcamos un pasado lleno de errores. Como indica el párrafo citado al comienzo, cada día es ese “HOY” en el cual elegimos hacia qué lado marchamos.

Podemos ser obstinados y profundizar el error, o podemos librarnos de él por medio de la TESHUVÁ. Porque Hashem nos ha dado este regalo gigante, que es el poder arrepentirnos y volver a la senda correcta sin depender de milagros o ángeles, sino solamente comprometernos a dejar lo negativo y dedicarnos a lo positivo.

Por ello, mucho cuidado para no “ir detrás de dioses que no hemos conocido”, que es inventar cualquier justificación para apartarse del correcto camino, usando como excusa “dioses”, que parecen ofrecer soluciones mágicas, respuestas satisfactorias, permisos increíbles, pero que no corresponden a una vida ética/espiritual.

¿Qué podemos y queremos hacer nosotros para elegir bien y disfrutar de sus resultados?

(Publicado originalmente en SERJUDIO.com pero con importantes enseñanzas noájicas, por lo cual fue republicado también aquí).

Amor en tres fases

(Publicado originalmente en SERJUDIO.com, provechoso para el crecimiento de la identidad espiritual noájica. Recomiendo que los padres lo lean y estudien con sus hijos y luego puedan compartir aquí los diálogos que vayan surgiendo.)

En la parashá anterior, Vaetjanán, encontramos el siguiente mandamiento (para los judíos, conducta loable para los gentiles):

«Y amarás al Eterno tu Elohim con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.»
(Devarim / Deuteronomio 6:5)

Es el párrafo inmediatamente posterior a la proclama del SHEMÁ ISRAEL.

En la parashá de esta semana, Ekev, nos encontramos con dos enunciados que pudieran parecer innecesarios en una lectura superficial o ingenua, pues repiten amar a Dios.
El primero de ellos:

«Ahora pues, Israel, ¿qué pide el Eterno tu Elohim de ti? Sólo que reverencies al Eterno tu Elokim, que andes en todos Sus caminos, que ames y sirvas al Eterno tu Elokim con todo tu corazón y con toda tu alma, y que guardes los mandamientos del Eterno y Sus estatutos que yo te prescribo hoy, para tu bien.»
(Devarim / Deuteronomio 10:12-13)
«Amarás, pues, al Eterno tu Elohim y guardarás su ordenanza, Sus estatutos, Sus decretos y Sus mandamientos, todos los días.»
(Devarim / Deuteronomio 11:1)

El segundo:

«Sucederá que si obedecéis cuidadosamente mis mandamientos que hoy os mando, para amar al Eterno vuestro Elohim y para servirLe con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma»
(Devarim / Deuteronomio 11:13)

¿Podemos descubrir algún motivo para esta artificial insistencia?
Cuando estudiamos los párrafos en su contexto y respaldados por las enseñanzas de los maestros, pronto reconocemos que estamos ante diferentes tipos o niveles de amor hacia el Eterno nuestro Elohim.
En el primer caso, es una orden de amar a Dios a causa de que intelectualmente reconocemos Su existencia, Presencia, naturaleza por completo diferente a todo el resto del universo. Es el amor que proviene de la razón, que no busca agradar, ni se detiene en consideraciones emocionales, sino solamente reacciona ante la maravilla de lo trascendente e infinitamente inefable. Podría decirse que está en un nivel de ordenanza, porque es deber realizarla tal como la decreta el Rey.

El segundo caso, surge espontáneamente al reconocer y recordar las bondad que hemos recibido de parte de Él. Brota del alma regocijada, agradecida, feliz, que atiende virtuosa luego de disfrutar las bondades que el Eterno nos ha prodigado. Su origen está en lo emocional, secundado por lo intelectual. Es el canto claro y puro del niño quien se deleita alegre con la presencia de su padre, quien lo acompaña y sustenta, le brinda protección y enseñanzas, sostiene en el camino y alienta a avanzar, que hace todo esto y más porque ama a su hijo, y éste retribuye el amor con la misma moneda.

El tercero, es un amor interesado. No se basa en cumplir una orden superior, ni el reconocimiento puro de la bondad, sino el cálculo interesado por obtener algún beneficio o evitar algún padecimiento. Evidentemente éste es un amor precario, en comparación a los dos anteriores, y sin embargo sigue siendo amor. Pero, ¿por qué? ¿Cómo puede definirse amor a una acción realizada con la finalidad de obtener algo a cambio? ¿Qué te parece a ti?

Ahora, resultaría necesario tener en claro qué es “amor”, pero no lo definiremos ahora, pues ya lo hemos hecho en otras ocasiones y te invitamos a que busques y leas en los otros textos.
Por otra parte, sería muy provechoso que pudieras transpolar esta enseñanza acerca del amor de nosotros hacia Dios y vieras como se manifiesta en nuestro amor por el prójimo. ¿Te animas a comentar algo al respecto aquí debajo, como un nutritivo y positivo comentario?
Gracias, hasta luego.

Para ser poderoso

El antiguo Israel contaba con figuras de autoridad que representaban diferentes aspectos de nuestro naturaleza multidimensional (física, emocional, social, mental y espiritual).

Profeta: quien difunde el mensaje ético/espiritual, de acuerdo a la Divina Voluntad. Tiene acceso a cada lugar, incluso a la sala del Trono, porque es emisario del Eterno y portador de Su Verdad. Y sin embargo, se lo evitaba, se lo perseguía, se lo rechazaba, se lo negaba. Porque su mensaje puede resultar muy duro, que confronta a la persona con un ideal ético que no se vende al mejor postor ni se corrompe detrás de excusas y justificaciones.

Sacerdote: aquel que se dedica de oficio y por herencia a las cuestiones rituales, del Templo. Su ambiente de trabajo es el de la santidad, comprendida como dedicación a lo del Eterno y más concretamente como lo que conecta con la vida. Podemos encontrar que todos, o casi, los procedimientos ceremoniales tienen un gran componente  emocional, y sirven para equilibrar las emociones y adecuarlos para una vida socialmente compartida. Suele ser el poder menos proclive al cambio, atado a tradiciones, encajonado por reglas estrictas de comportamiento. Por su origen, por su función, es que depende de lo material y no tiene mucho margen para la innovación.

Sabio: miembro del Senado y/o Corte, encargado de legislar y juzgar, que debe actuar dentro de un marco de normas establecido anteriormente. Ese marco puede ser perfeccionado, adecuado a las circunstancias cambiantes del entorno y la sociedad, pero siempre de acuerdo a las propias normas ya pautadas para realizarlo. A diferencia del profeta que es escogido por Dios, y del sacerdote que es por linaje, el sabio encuentra en su propio desarrollo y cualidades su estatus.

Rey: el encargado de administrar el país, juzgar más allá de las atribuciones del Senado/Corte, atento a las necesidades de su pueblo. Los tres funcionarios anteriormente citados participaban de manera habitual asesorándolo, pero en última instancia era él quien debía hacerse cargo de las cuestiones cotidianas y mantener el estado en paz.

Levita: encargado de asistir a los sacerdotes en las actividades del Templo, pero también maestros de Torá (escrita), sus difusores y esclarecedores básicos, quienes estaban en contacto más constante y directo con el pueblo, al cual guiaban y educaban de acuerdo a la Enseñanza Divina.

¿Cómo estas figuras sirven para simbolizar tu propia estructura multidimensional?
¿Qué podrías aprender de ello para mejorar tu existencia?
¿Te habías dado cuenta de esto antes de esta enseñanza?

¿Hay algo malo en ti/mí?

Quien construye SHALOM seriamente, en todo momento, ¿es capaz de ver algo malo en los demás?
El haber alcanzado un cierto estado de armonía multidimensional, orientado desde el plano espiritual, ¿impide reconocer las malas acciones que las personas ejecutan?

Humildemente considero que es todo lo contrario, y abunda el TANAJ de buenos ejemplos demostrando mi parecer (toma cualquier profeta, estúdialo, ya está el punto demostrado).
El constructor de SHALOM no nubla su intelecto ni se esconde detrás de excusas.
No justifica el mal, porque no quiere ni puede ser cómplice de ello.
No cacarea desde el facilísimo, slogans como “todo es para bien”, “detrás de todo mal hay una semilla de bien”, “es un camino largo y difícil para que brote el bien”, aunque quizás alguna de estas ideas tengan un núcleo de verdad, no por ello se cumplen a rajatabla en todo momento.

El constructor de SHALOM denuncia lo malo, señala el error, exige el cambio hacia lo positivo, lucha con esfuerzo y bondad para extirpar el mal y así liberar al “malo”.
Ve lo negativo en lo demás, porque está alerta a ver lo negativo en sí mismo.
No delira creyéndose sobrenatural, con poderes mágicos, que le hacen incorruptible y perfecto; sino que admite su debilidad, pero no sucumbe a los cantos de falso éxito del EGO.

Usa el espejo de los otros para verse a sí mismo, y trata de ser un buen modelo para espejar a los demás.

Y no deja de ayudar a que el malo deje de serlo, porque la naturaleza humana NO es mala, nuestro “corazón” ES bueno.
Por eso existe la TESHUVÁ, incluso para aquel que no comete pecados.
Porque somos NESHAMÁ, hagamos lo que hagamos.

A no confundir misericordia (justicia teñida por bondad) con justificar el mal.
A no pretender dictar clases de moral cuando con ellas se tapa lo que no debe ser.
A no asociarse al caos, sino mejor construir SHALOM en todo momento.

Un buen plan de vida

Vive construyendo SHALOM, a través de la conducta buena y justa.
En tus sentimientos, pensamientos, palabras y acciones concretas; para contigo, para con el prójimo, para con el universo, para lo que está por fuera de él.
Que sea siempre de construcción de SHALOM.

Existen los mandamientos que el Eterno nos ha dado para ayudarnos en esta tarea.
Él entregó a los gentiles, a la humanidad, Siete Mandamientos para que cada uno los conozca y cumpla. Ese, y no otro, es el camino espiritual para el gentil, el cual le lleva a conducirse bajo la brújula sagrada del Eterno en todo momento.
A los judíos Dios entregó la Torá, escrita y oral, con sus 613 mandamientos y multitud de reglas que se derivan de ellos. Constituye este el camino espiritual propio para los judíos, ya que así Dios ha determinado que sea. NO ES el camino para los gentiles, aunque tenga muchísimas conductas benéficas las cuales el gentil puede aprovechar e incorporar a su nutrición espiritual cotidiana. Pero, a no confundir el permiso para sumar conductas provechosas en la práctica, a llenarse de costumbres ajenas, vivir de forma ritual e inapropiada, convertirse en una mala copia de lo que se cree que es lo judío despreciando así en alto grado la belleza, pureza y perfección del noajismo con sus Siete Mandamientos.

Quien vive plenamente, construyendo SHALOM, no tiene asegurado ningún buen pasar en este mundo, ni cuenta con un escudo mágico protector, ni existen ensalmos u objetos maravillosos que evitan las desgracias y malos momentos.
No, ni un salmo, ni una mezuzá, ni una bendición rabínica, ni repetir lemas del Zohar, ni adoctrinarse en esoterismo nos pone por encima de las dificultades que atraviesa cualquier ser en este mundo.

Es precisamente por esto que la construcción de SHALOM es un pilar fundamental.
Porque nos permite encarar las circunstancias de la vida de una manera realmente optimista, confiada, segura, noble, responsivamente saludable, proactiva. 
Porque nos endulza aun en el momento del trago amargo.
Porque nos fortalece aunque estemos naufragando en la vulnerabilidad.
Porque nos acompaña hasta en el vacío más solitario.
Construir SHALOM es el remedio, es el sentido, es la tarea.

Entonces, con ese ánimo curtido por la experiencia y dulcificado por la construcción de SHALOM, podemos ser notablemente humildes, en su verdadero sentido y no en la parodia religiosa del mismo.
Tener conciencia de nuestras virtudes y defectos, reconocer nuestros errores y aciertos, admitir nuestro fracaso sin por ello abandonar la carrera por el éxito.
Saber nuestro lugar y aprovechar al máximo lo que está a nuestro alcance para vivir en satisfacción saludable.

Así, con humildad tratamos de encontrar sentido en todo lo que le pasa en la vida, en las buenas y en las malas.
Si descubrimos algo que nos perturba y perjudica y está a nuestro alcance modificarlo, podremos hacer lo posible por cambiarlo.
Si prometimos algo, seremos nobles como para cumplirlo.
Si nos hemos desviado, tendremos la dignidad como para corregir el rumbo, retornar a la buena senda, y tratar de corregir y reparar lo que hemos dañado.
Si estamos en lo correcto, aunque el mundo se oponga, igualmente seguiremos firmes, con respeto, con aprecio, con valor sosteniendo nuestra posición; pero sin miedo a cambiarla cuando advirtamos que nos equivocamos o ya no es sostenible.
Atentos a la TESHUVÁ, la propia y la del prójimo.
Dispuestos a dejar fluir, sin tormentos ni reproches estériles, cuando las cosas no estén bajo nuestro control.
En resumen, construir SHALOM en todo momento, para ser estables y para cambiar, pero siempre intentando aproximar nuestra vivencia terrena a la imagen perfecta de nuestra NESHAMÁ eterna.

¿Precisamos para ellos objetos simbólicos, rituales, festivales, congregaciones, prédicas encendidas?
Puede que algunas personas anden necesitadas de algún bastón, porque no tienen la fuerza para sostenerse y avanzar por sí mismos.

Clave de DO

Por supuesto que es bueno estar consciente de nuestras acciones,
atender con cuidado a lo que haremos,
ser responsable por los actos pasados,
cumplir con nuestra palabra,
corregir lo que hemos estropeado,
en resumen, ser una persona plenamente presente, aquí y ahora.
Multidimensional, armoniosa, completa, en SHALOM y construyéndolo indefinidamente.

Pero, cuando nos pasamos observándonos,
analizando nuestros actos,
prestando obsesiva atención a los hechos que nos acontecen,
girando una y otra vez alrededor de las vicisitudes del Yo Vivido,
algo fundamental y trascendente estamos dejando de lado.

¡Ocupémonos de algo distinto a los afanes del Yo Vivido!
Ayudemos bondadosamente al prójimo,
colaboremos con el necesitado,
estudiemos por el placer de hacerlo,
amemos sin esperar nada a cambio,
hagamos ese pequeño acto solidario que puede resultar enorme para quien lo recibe,
estimulemos el avance positivo del prójimo,
cumplamos con nuestros deberes (espirituales) sin aguardar la retribución, sea ésta justa o no,
pasemos tiempo de valor con la familia,
desarrollemos nuestros potenciales afirmativos,
disfrutemos en este momento de lo permitido sin complicarnos con complejos cálculos y ecuaciones,
hay tanto que nos trasciende y al mismo tiempo depende de nosotros.

Tanto que nos conecta con nuestro Yo Esencial y con el Yo Auténtico,
que nos pone en relación afectuosa y efectiva con el prójimo,
que nos permite descorrer un poco los velos que ocultan la LUZ de la NESHAMÁ,
que nos hace sentir la Presencia Divina en todo lo creado, por supuesto en nosotros también,
que nos aparta de la obsesiva mirada recurrente sobre el EGO.
Tanto que hay por disfrutar y por hacer,
pero que no lo percibimos a causa de la pereza o del temor o de la definida esclavitud al EGO.

Trascendemos cuando ya no estamos mirando nuestro ombligo, ni esperando llenar nuestro vacío.
Somos auténticamente nosotros cuando nos desprendemos de infinidad de máscaras para encontrar el camino a uno mismo.