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¿Libertad?

Una alumna muy lúcida me realizó una pregunta brillante: “Si Pesaj es la fiesta de la libertad, ¿por qué se nos prohíbe comer jametz? Se supone que si somos libres podemos hacer lo que queramos.”.

Ante este planteo la respuesta tradicionalmente judía es: “somos libres cuando nuestra voluntad se sintoniza con la Voluntad de nuestro Creador. El cumplimiento de los mandamientos nos libera, a pesar de que nos limita en muchísimos aspectos. ¿Esto por qué es así? Porque somos responsables de nuestros actos y escogemos de manera consciente y voluntaria un camino en particular, en vez de dejarnos llevar por pasiones, modas, opiniones, cuestiones intrascendentes y del momento. Es decir, somos libres cuando estamos en paz con las leyes del Eterno y no hundidos en libertinaje. ¿Qué tan libre es una persona que está prisionero de sus deseos?”.

No sé si quedó satisfecha la joven alumna con esta respuesta, cosa que me parecería genial, así continúa investigando, analizando, creciendo.
¿A ti qué te parece esta manera de proponer la libertad?

¿Se asemeja o distancia de la definición que nos trae el diccionario (lee aquí si gustas)?
¿Cuál es tu opinión?
¿En qué te basas para sustanciar tus ideas?

Por mi parte, busqué las palabras del gran maestro, el Rav Avraham Itzjac Kook, y hallé un interesante texto que podría sorprenderte, al mismo tiempo que confirmarte nuevamente las enseñanzas que compartimos de manera habitual acerca del EGO.

Parafraseo al maestro que explica (Ma’amerei HaRe’iyah, “Celebración del Espíritu”, pp. 141-143):

El tema central de la festividad de Pesaj, indudablemente, es la libertad. Pero debemos comprender de que se trata la libertad. ¿Refiere solamente al final de la esclavitud en Egipto? ¿Es una libertad política, un lujo que eludió al pueblo judío la mayor parte de sus casi 4000 años de existencia?

Verdad para nuestro Esencia Interior

La diferencia entre un esclavo y una persona libre no es meramente cuestión de posición social. Podemos encontrar un iluminado esclavo cuyo espíritu es libre, así como a un hombre libre que mentalmente es esclavo.

La verdadera libertad es aquella que eleva el espíritu del individuo –así como la de la nación como un todo- y le inspira a mantenerse leal a su esencia interior, con el atributo espiritual de la imagen Divina que está en su interior. Es esta cualidad la que nos permite sentir que nuestra vida tiene valor y sentido.

Una persona con la mentalidad de esclavo vive y abriga emociones que están enraizadas no en su propia esencial espiritual natural, sino en aquello que atrae y es bueno a los ojos de otros. Así, está dominado por otros, sea físicamente o por convenciones sociales.

Derrotados y en exilios, hemos sido oprimidos por cientos de años por amos crueles. Pero nuestro espíritu interior está imbuido por el espíritu de la libertad. Si no fuera por el maravilloso regalo de la Torá, concedido a nosotros (judíos) cuando salimos de Egipto para una eterna libertad, el exilio habría reducido nuestros espíritus al modo de pensamiento del esclavo. Pero, en la fiesta de la libertad, nosotros abiertamente demostramos que somos libres en nuestra verdadera esencia. Nuestros nobles anhelos por lo que es bueno y santo son un genuino reflejo de nuestra naturaleza esencial.

Hasta aquí el parafraseo del maestro.

¿Puedes advertir el mensaje?
¿Comprendes cómo queda definida la libertad?
¿Te das cuenta del rol del EGO, así como la función del Yo Vivido con sus máscaras y cáscaras?
¿Te queda claro el papel del Yo Auténtico y del Yo Esencial en el disfrute de la libertad?
¿Es posible ser libre cuando se deja de lado los mandamientos para vivir de acuerdo a los golpes de timón del EGO?
La religión, cualquiera de ellas, ¿permite encontrar el sendero de la libertad o es otra muralla que nos impide disfrutar de nuestra esencia espiritual?
¿Sabes cómo hacer para verte al espejo del espíritu y poder reconocer tu verdadera identidad, aquella que es la neshamá?

Me agradaría leer tus respuestas y quizás una síntesis que quisieras hacer de este importante tema.
Muchas gracias por hacerlo, o al menos por leer hasta aquí.

Kedoshim קְדֹשִׁים 5774

Texto escrito originalmente para SERJUDIO.com pero que guarda enseñanzas éticas y espirituales de valor para los noájidas.

La parashá presenta importantes enseñanzas (ama a tu prójimo, no te vengues, no guardes rencor, no mientas, no engañes, paga cuando debes, actúa con decencia siempre, entre otras varias más), pero quisiera detenerme en ésta: "Como a un natural de vosotros consideraréis al extranjero que resida entre vosotros. Lo amarás como a ti mismo, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. Yo soy el Eterno, vuestro Elokim." (Vaikrá / Levítico 19:34).

Nos recuerda que la terrible experiencia de ser esclavos debe ayudarnos a mejorar nuestra conducta en los hechos cotidianos. Tenemos la obligación de considerar y ayudar, amar al diferente en su diferencia, precisamente porque hemos padecido la segregación, la actitud discriminatoria, persecuciones, maltratos, entre otras cosas adversas; sin olvidar que también disfrutamos de positivas. Como sabrás, la Familia judía, ha morado en diversas tierras, por variadas causas y circunstancias. Nuestro destino en estos más de 33 siglos de existencia ha sido cambiante. A veces fuimos bienvenidos, otras no tanto. Se nos ha perseguido; también se nos ha protegido. Construimos países a la par de nuestros hermanos gentiles; pero también se nos trató como extranjeros, diferentes, parias, imposibilitados de acceder a los derechos básicos por el mero hecho de pertenecer a la familia judía. Como en el antiguo Egipto, en donde al principio se nos recibió con honores, pero al mismo tiempo excluyéndonos. Pudimos crecer y encontrar la abundancia, pero también se nos esclavizó, martirizó, apenó con numerosas fatigas. País que nos encerró con tormentos de todo tipo, al punto de llevarnos a la desesperación. Por intervención divina fuimos rescatados, y, a pesar del sufrimiento y de los amargos recuerdos, la Torá ordena que NO tengamos rencor hacia los egipcios, según leemos: “no aborrecerás al egipcio, porque fuiste extranjero en su tierra.” (Devarim / Deuteronomio 23:8).
Podemos tener diferencias. Aprendamos a que no obstaculicen la convivencia en paz, sin descuidar de nuestra identidad. Ser firmes y leales no significa ser fanáticos ni necios, ni prohibirse cambios favorables. Pero, nuestra lealtad no es excusa para negar al otro que mantenga su otredad, con sus propias cualidades positivas que lo identifican.

Sabemos qué y quién nos liberó, pero ¿sabemos qué nos llevó a ser esclavos?
Una respuesta la brinda el midrash, la sabiduría de nuestros Sabios, que cuenta que los hijos de Lea y Rajel molestaban a sus medio hermanos, los hijos de Bilhá y Zilpá, por ser ellas concubinas de Iaacov y no esposas. No había unidad, ni respeto, ni amor (tal como lo que motiva el duelo en el período de Sefirat haOmer, cuestión que queda para conversar en otra ocasión). Este irrespeto culminó con todos los hijos de Israel siendo esclavos en Egipto, para que en el momento de su liberación todos pudieran decir: “esclavos fuimos”. La penuria vivida los obligaría a encontrar el respeto que no supieron tener cuando eran libres y soberanos.
Es una lección terrible, ¿la hemos aprendido?

Esta explicación me recordó el testimonio de un sobreviviente de la Shoá, que parafraseo: "Cuando a un judío lo hacían entrar a un campo de exterminio no le preguntaban a que corriente del judaísmo pertenecía, les bastaba que fuera judío. ¿Por qué nosotros nos diferenciamos si los enemigos no lo hacían?".
Excelente pregunta, ¿tú qué opinas?

En 1959, la Kneset decidió que el 27 de Nisán se conmemorara anualmente el Iom haZikarón lashoá vehaGuevurá, el Día del Recuerdo por el Holocausto y sus Héroes. Ellos habían manejado como primera opción la fecha del 14 de Nisán, día que comenzó la sublevación de un grupo heróico de judíos del Gueto de Varsovia, sin embargo, por coincidir con el inicio de Pesaj decidieron posponerla para el 27, que además es ocho días antes de Iom HaAtzmaut, el Día de la Independencia del moderno Estado de Israel. Misma cifra que separa el nacimiento del niño judío de su circuncisión. (Cuando cae en domingo, como en este año, se pospone la conmemoración para el lunes).

Es nuestro deber no olvidar y trabajar para que no se repita nunca más.
¿Puedes aportar ideas de cómo hacerlo?

Como vimos, la Torá propone una vida de bondad y justicia que permiten el SHALOM, con uno mismo y con el otro. Cada una de las enseñanzas es para apartarnos de odio, de la injusticia, de la indiferencia, de la burla, de la venganza, de la inmoralidad, de las máscaras engañosas, de todas las cosas negativas que perturban; y así poder acercarnos a la vida, al bien, a la bendición. Una buena manera de lograrlo es cuando los mayores (padres, maestros, etc.) narran (en palabras y especialmente en hechos) con amor a sus menores (hijos, alumnos, etc.) y por consiguiente éstos querrán las tradiciones y aprenderán a interrogar con alegría y sed de acercarse a sus mayores y su identidad.

Quiera el Eterno que no precisemos más experiencias oscuras para encontrar esa LUZ que brilla constantemente en nosotros y para nosotros.

¿Pan de la pobreza?

Es un texto escrito para serjudio.com, pero creo que tiene un gran mensaje para los noájidas deseosos de servir al Eterno con plenitud, con alegría, con pureza.

Sabemos que la matzá se come en la primera noche de Pesaj (y segunda en la diáspora) porque la masa no fermentó, en el apuro por salir de Egipto.
Eso es lo que encontramos en la tradición, lo que sabios repiten, aunque otros (Rambán, por ejemplo) disienten en esa interpretación del verso:

"No comerás con ella [la ofrenda de Pesaj de las generaciones posteriores a Egipto] ninguna cosa que tenga levadura. Durante siete días comerás con ella pan sin levadura, el pan de aflicción [de la pobreza], para que te acuerdes todos los días de tu vida del día en que saliste de la tierra de Egipto. Pues con prisa saliste de la tierra de Egipto."
(Devarim / Deuteronomio 16:3)

Se dice que, en el apuro por salir de Egipto, la masa no fermentó, por tanto no se formó el pan inflado que comemos habitualmente, el que es jametz; sino que la masa quedó “pobre”, sin henchir, finita, como si fuera una pita (el pan “árabe”).
Pero, pensemos un poco; los judíos sabían que saldrían esa noche, tuvieron varios días para preparase.
¿No tendrían las viandas listas, siendo que el pan era el alimento fundamental de todas las dietas en aquella época y en varias otras?
Lo cierto es que el apuro está referido al modo en el cual fueron echados por Faraón, no a la premura por amasar a último tiempo su alimento.

Resulta que, ANTES de la salida encontramos el siguiente pasaje, en donde el Eterno ordena a los judíos el preparativo para el sacrificio pascual y estar listos para la salida vertiginosa de la tierra de opresión:

"Aquella misma noche comerán la carne, asada al fuego. La comerán con panes sin levadura y con hierbas amargas."
(Shemot / Éxodo 12:8)

Sí, los judíos ya conocían la matzá ANTES de Pesaj, ya la comían, era necesario comer la carne asada junto a matzá y maror, ANTES de salir de Egipto sin tiempo para que la masa leude y sea cocida sobre las espaldas de los judíos.
Por tanto, esa explicación habitual, que reitero es también repetida por sabios (aunque otros disienten), pareciera que tuviera su razón, pero no es el motivo que abarca TODA la explicación del asunto.

¿Se entiende?
Los judíos comieron matzá y maror, acompañando el korbán Pesaj original, ANTES de que Pesaj existiera, ANTES de que se le atribuyera el simbolismo de pan fabricado a las apuradas junto a hierbas que representan la amargura de la esclavitud.

De hecho, la familia judía (y allegados), al igual que el resto de los nómadas de la antigüedad comían habitualmente matzot.
NO en Pesaj.
No como ritual.
No como símbolo.
No para oponerlo al jametz, que pasaría a representar al EGO.
Lo comían porque ese era el alimento habitual para su forma de vida en continuo movimiento, en desapego a cuestiones materiales territoriales.

Como leemos, al respecto de Lot cuando recibió la visita de los enviados del Eterno que antes habían pasado por la morada del tío Abraham:

"Pero él [Lot] les insistió mucho; así que fueron con él y entraron en su casa. Él les preparó un banquete; hizo panes sin levadura y comieron."
(Bereshit / Génesis 19:3)

Es que, ESE era precisamente el pan que ellos conocían y consumían habitualmente.
No el pan que nosotros llamamos así, sino el pan sin levadura era el de todos los días.
Tal como el pan de pita sigue siendo principal entre las culturas de medio oriente actualmente.

Un pan sencillo, pobre, como si fuera afligido, que se prepara en poco tiempo, sin complicaciones, que no precisa de grandes hornos ni de paciencia para que leude, ser amasado, vuelta a leudar.
¡NO! Es simple, es presuroso (como la salida de Egipto, ¿recuerdas?).
Un puñado de harina, otro de agua (o aceite), un par de palmaditas para que tome consistencia, se lanza sobre una chapa caliente (o similar) y en pocos momentos queda cocido.

Como en éste ejemplo:

"Entonces Avraham [Abraham] fue de prisa a la tienda de Sara y le dijo: -Toma rápidamente tres medidas de harina fina, amásala y prepara unas tortas."
(Bereshit / Génesis 18:6; profundizar con Bereshit Rabá 48)

¿Ves la premura, la facilidad?
O aquí:

"Entonces [Eliahu/Elías] se levantó y se fue a Sarepta. Cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí recogiendo leña. Él la llamó y le dijo: -Por favor, tráeme un poco de agua en un vaso, para que beba.
Cuando ella iba a traérsela, la llamó y le dijo: -Por favor, tráeme también un poco de pan en tu mano.
Ella respondió: -¡Vive el Eterno, tu Elokim, que no tengo pan cocido! Solamente tengo un puñado de harina en una tinaja y un poco de aceite en una botella. Y he aquí que estaba recogiendo un par de leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, a fin de que lo comamos y muramos.
Entonces Elías le dijo: -No tengas temor. Ve, haz como has dicho; pero de ello hazme a mí primero una torta pequeña y tráemela. Después harás para ti y para tu hijo."
(1 Melajim / I Reyes 17:10-13)

Pero, en Egipto la cultura sedentaria, de opulencia, de tomarse las cosas con parsimonia, era la clave.
Ellos eran los lords y los popes.
Allí se despreciaba a los pastores de ovejas, a esos pobres hombres sin cultura sofisticada, sin rituales complejos, sin pan horneado, esponjoso, humeante.
Lo que para Egipto representaba su poder, el pan, para los pastores representaba esclavitud.
Era dejar los amplios territorios sin dueño para afincarse en parcelitas, para encerrarse en paredes, para llenarse de riquezas materiales que hacen perder de vista lo realmente importante.
Egipto es el símbolo de la opresión, porque unos pocos ricos se aprovechaban de los bienes de la tierra y del trabajo fatigoso de las mayorías.
Porque el autoritarismo, la apariencia de poder, no dejaba ver la real impotencia de monarcas, sacerdotes y eminencias.

En esto se marca la diferencia, en apreciar el momento, en disfrutar de lo permitido, en no pretender controlar lo que no se puede ni debe controlar.
En gozar del simple pan sencillo, que se realiza en un par de movimiento, tanto como el más suntuoso pan engordado.
Agradecer la rica confitura tanto como la modesta fruta.
Allí está la libertad.
No en la riqueza, pero tampoco en la pobreza, sino en el disfrutar de lo permitido de acuerdo al aquí y ahora de cada uno.

¿En qué se equivocó Egipto?
En pretender que la nada era un dios.
En asumir que el que más grita más sabe.
En aceptar que el que pega más fuerte tiene el poder.
En hacer de cuenta que el dinero compra la felicidad, o al menos tapa mejor los hoyos que deja el sentimiento de impotencia.
En no agradecer por lo simple, en el anhelo nunca satisfecho por una porción más.
En depender de la opresión, en vez de disfrutar de la libertad.
En poner al EGO como amo y señor, dejando el AMOR relegado a una celdita mental.
¿Se te ocurren más cosas, que no sean “religiosas”, por favor?

Creo que este sencillo mensaje de Pesaj viene bien en este momento.
¿Tú qué opinas?

(Para más información, muy interesante y valiosa, te recomiendo este link, está en inglés, que me ha nutrido bastante para este artículo).

Ajaré mot y Pesaj, una conexión

Publicado en serjudio.com y compartido aquí.

Leyendo la parashá Ajaré mot me encuentro con el siguiente pasaje:

"No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual habéis habitado.
Tampoco haréis como hacen en la tierra de Canaán a la cual os llevo.
No seguiréis sus costumbres."
(Vaikrá / Levítico 18:3)

Es fácil seguir la lectura sin encontrar nada extraño en esta frase, porque, evidentemente es un versículo claro, sin cuestiones confusas, sin mística, sencillo de comprender.
¿No?
Dios no quiere que los judíos se comporten como los egipcios ni como los canaaneos, que se abstengan de seguir las costumbres de los habitantes de esas regiones.
¿No es así?

¿Cuántas veces habré recorrido estas palabras sin advertir nada llamativo?
Muchas, supongo.
Hasta el otro día, no sé cómo ni porqué una pregunta brotó por sí sola…
¿Era necesario especificar al hablar de Egipto “en la cual habéis habitado”?
¿Acaso no sabían que a la tierra de Canaán eran llevados por el Eterno?
Entonces, ¿cuál es el motivo para que aquí se especificara esto?
¿Aporta algo al texto?
¿Detalla de alguna manera la orden del Eterno?
¿Cuál podría ser la enseñanza de esta información a primera vista redundante?
Porque, se nos ha dicho que no hay ni siquiera una letra en exceso, ni reiteraciones que no aportan alguna clarificación.
Así pues, ¿cuál sería la enseñanza?
(Si se te ocurre, si la conoces, si la leíste, te agradezco que la compartas en la sección de comentarios. Gracias).

Una de las varias quizás la encontremos al estudiar al exégeta Rashi, en donde podemos asumir que los lugares de residencia de los hebreos en Egipto y allí donde morarían en Canaán eran lo peor de lo peor.
Esto es, ellos tenían experiencias con los extremos más bajos en la escala moral y ética, no se les estaba hablando de teoría, sino de una realidad conocida personalmente por los hebreos. Ellos estuvieron mezclados en ese ambiente vicioso, y luego del pasaje por el desierto volverían a entreverarse en el caos. Salieron de una oscuridad, para entrar en otra.
El viaje intermedio debiera servir para entrenamiento que les fortaleciera en virtudes, en su identidad sagrada, para que así no se afiliaran a las costumbres asquerosas de los canaanitas, ni se apropiaran de las máscaras ajenas para tapar con ellas sus rostros.

En ocasiones, el conocer de primera mano las cosas posibilita estar más precavido y atento para no caer en los errores; pero otras, se puede contaminar de cierta manera, adquirir modos y costumbres, que se han convertido en hábitos, se han automatizado, son una segunda naturaleza, de tal forma que pasan inadvertidas.
Uno se comporta como ha aprendido al estar en contacto con los que se comportan así.

Entonces, hay que estar atento a la propia conducta, a los hábitos, hacerlos conscientes, ver como nos comportamos, evaluarnos con sinceridad para descubrir qué hacemos en nuestra vida, hacia donde estamos dirigiendo nuestra existencia.

Pero, ¿somos capaces de juzgarnos correctamente?
Encerrados en la celdita mental de nuestras creencias, ¿tenemos la visión atinada como para darnos cuenta de lo qué hacemos y qué nos motiva?
Y, si alguien con bondad y justicia nos señala nuestros errores, nuestros hábitos perjudiciales, ¿tenemos la capacidad para admitir, aceptar y corregir?
¿Es posible salir de Egipto y no morar en Canaán cuando vimos que allí estamos hundidos?

Sabemos que hay personas que no solamente no aceptan estos esclarecimientos, sino que se empecinan en el error, se aferran a él, disparan excusas y agresiones para no cambiar y en todo caso empeorar.
No le pasa a otros, me pasa a mí pero también a ti.
Parece como más fácil enceguecerse y actuar con terquedad, que evaluar y corregir la propia existencia.

Porque, ¿cuántos están dispuestos a mirar para dentro, alumbrar los puntos oscuros, recogerlos, limpiarlos y aprender nuevas conductas para que se conviertan en mucho más saludables hábitos?
Como se hace antes de Pesaj, en la bedikat jametz, que se recorre el hogar con una lámpara y una pluma, buscando los residuos de jametz, el producto prohibido para los judíos en la festividad. Ya se hizo una metódica y profunda limpieza, pero se hace el último repaso, rebuscando en los rincones, descubriendo donde no es evidente, inspeccionando incluso lo que está a simple vista y por ello puede pasar desapercibido.
Se enfoca con una mirada diferente, deseosa de encontrar lo prohibido para extirparlo y llenar ese lugar con luz.
El ojo pasó por allí varias veces, quizás, sin admitir lo erróneo, ahora es el momento de cambiar, de encontrar lo negativo para sincerarse y sacarlo de nuestro interior.

Podemos y debemos hacer un viaje de reflexión, de introspección, de mirar nuestro ser y cómo vivimos.
Darnos cuenta de nuestros aciertos y errores en el plano físico, emocional, social, mental y espiritual.
Ver en los rincones, inspeccionar sin miedo y sin excusas, para dar cuenta de esas migajas que nos pesan y corrompen, ese material extraño que se aloja en nuestro hogar y que debemos quitar para nuestro crecimiento multidimensional.

Entonces, probablemente iremos conociendo y dando nombre a las máscaras que componen el Yo Vivido y que nos ocultan de nuestro Yo Auténtico, en vez de representarlo dignamente.
Allí podría estar el yo vengativo, el yo rencoroso, el yo quejoso, el yo agresivo, el yo lujurioso, el yo mendigo, el yo víctima, el yo seductor, el yo temeroso, el yo religioso, el yo sabiondo, el yo presumido, el yo bochinchero, el yo rebuscado, el yo enfermizo, el yo avaro, el yo bombero, el yo ansioso, el yo dependiente, el yo malhumorado, el yo cabalistero, el yo celoso, el yo envidioso, el yo perezoso, el yo mandón, el yo gruñón, el yo cuerpo atractivo, el yo cuerpo defectuoso, el yo rico, el yo pobre, el yo traidor,el yo seudo judío mesiánico, el yo confundido, el yo estudioso, el yo gimnasta, en fin… los cientos o miles de yoes que son máscaras, que se interponen entre tu Esencia Espiritual y su manifestación en la realidad.

Algunas de esas caretas podrían sintonizar con tu esencia, representarte.
Pero, lo común es usar las máscaras que nos impusieron, que asumimos, que nos dejan en impotencia, que nos ofuscan el encuentro con nuestra real identidad.

Saber que salimos de Egipto, saber que estamos en camino a una tierra igualmente corrupta.
Saber que en nuestro interior se alojan yoes que formamos, compramos, tomamos, nos implantaron, creemos que somos eso.
Saber que en lo más profundo se encuentre el Yo Esencial, que nos conecta sin pausa y sin cortes con el Eterno y todo lo creado.
Saber que esa esencia sagrada es lo que somos realmente, eternamente.
Entonces, asumir el trabajo de tomar conciencia, vernos, delimitar lo que no es provechoso, controlar lo que se puede controlar.
Hacer el trabajo necesario para cambiar hacia lo mejor.
En palabras del profeta:

El pueblo que andaba en tinieblas ha visto gran luz; a los que habitaban en tierra de sombra de muerte, la luz ha resplandecido sobre ellos.
(Ieshaiá / Isaías 9:2)

Con la ayuda de rezos, con el esfuerzo personal, recurriendo a profesionales que entrenan y tonifican la multidimensionalidad del ser, asumiendo que tenemos la tarea de descubrir nuestra esencia y hacerla relucir entre los escombros que llamamos “yo”.

Quiera el Eterno que podamos hacerlo, comer la matzá en Pesaj y no encontrar más jametz.

Ajarei mot 5774

Publicado originalmente en SERJUDIO.com.

Unas semanas atrás, en la parashá Sheminí (Vaikrá/Levítico 10) habíamos leído acerca de la accidental muerte de Nadav y Abihu, hijos de Aarón haCohen, cuando elevaron en el santuario una ofrenda de incienso que no había sido requerida por el Eterno. 
Hay un antiguo dicho, de autor y origen desconocido, que viene al caso: “El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”.
Por favor, no lo tomemos literalmente, sino como lo que es, una metáfora, una inteligente reflexión que nos enseña que, la acción basada solo en buenas intenciones pero falta del conocimiento adecuado, acostumbra a producir consecuencias inesperadas e indeseadas.
Por su parte, nuestra sabia Tradición acuñó hace muchos siglos la frase: “sof maasé vemajashabá tejilá” – “la finalidad es la acción, pero antes el pensamiento”, que la cantamos alegremente cada viernes en el Lejá Dodí del Kabalat Shabat.
Sí, la acción es imprescindible, pero acompañada por el sano juicio, la evaluación, el estudio, el conocimiento apropiado que lo antecede y hace del acto un promotor de bienestar y no lo contrario.

Pero, muchas veces nos dejamos llevar por las impresiones, las creencias, las suposiciones, la buena onda, los mandatos que suenan inspiradores, los arrebatos pasionales, el qué dirán, manejos políticamente correctos, el deseo de que las cosas salgan bien, sin ejercer un verdadero acto de pensamiento reforzado por conocimiento. Entonces, en vez de abrir los ojos, corazón y mente, podemos cegarnos detrás de ideas sin fundamento, dejarnos llevar a zonas oscuras y así resultar perjudicados.
Como ocurrió exactamente con los jóvenes sacerdotes que no pretendían ofender al Eterno, ni asumir roles impropios, por el contrario, ellos estaban motivados por un ardiente deseo “religioso”, tan incandescente que al final concluyó en la tragedia que los incineró.

¿Qué hubiera sido mejor?
Tal vez, al sentir esa pasión, esa necesidad, ellos pudieran haberse darse cuenta de la buena intención para cotejarla con la sabiduría, evaluarla con calma y conocimiento, no apurarse en hacer lo que parecía sino actuar de acuerdo a una decisión calculada.
No siempre hacemos así. A veces porque no nos damos cuenta, otras porque suponemos que no tenemos el tiempo, otras porque confundimos creer-querer con pensar, y nos quedamos con las acciones motivadas solo por buenas intenciones.

Pero, que el tanto cavilar no impida llegar a una determinación, que la acción no se vea siempre obstaculizada por una evaluación demasiado precavida.
En palabras del sabio: "El que observa el viento no sembrará, y el que se queda mirando las nubes no segará" (Kohelet / Predicador 11:4). Excusas para no hacer, siempre podemos encontrar o inventar. Miedos para paralizarnos, son fáciles de señalar. Es importante tampoco pasarse al otro extremo, aquel que de tanto procesar mentalmente las cuestiones buscando la perfección, deja de hacer lo que es necesario.

Te lo resumo en una fábula del genial Esopo:
Una mujer viuda tenía una gallina que ponía un huevo todos los días.
Le pareció que si le daba más cebada pondría dos huevos, así que aumentó su ración.
Pero la gallina engordó y ya no pudo ni poner una vez al día.

Si la señora hubiera tenido conocimiento, ¿qué hubiera hecho?
¿Es tiempo perdido aquel que usamos para adquirir conocimientos apropiados?
¿Redunda en beneficio si nos detenemos el tiempo necesario para evaluar correctamente antes de actuar?
¿Cuándo sería el momento para dejar de pensar y pasar a la acción?

En nuestra parashá, para que una tragedia similar a la de los hijos de Aarón no ocurriera nuevamente y para que los servicios rituales continuaran realizándose, es que encontramos reglas precisas de conducta en el Templo. Por ejemplo, solamente el cohén gadol (sumo sacerdote, o primer ministro) podía ingresar al Kodesh haKodashim –Santo de los Santos-, el lugar más sagrado del Templo, un día al año, en Iom Kipur, para ofrendar el ketoret –incienso-ante el Eterno. Debía ir preparado física, emocional, mental y espiritualmente, enfocado en el encuentro sagrado, sin permitir la más mínima distracción.
Por supuesto que hay numerosas reglas de conducta en toda la Torá y es un sello distintivo del judaísmo tradicional, porque en buena medida este marco brinda seguridad al mismo tiempo que deja espacio para el disfrute.

El Dios de Israel

¿Has escuchado alguna vez esta expresión?

Es bueno diferenciar para aprender a distinguir Uno de otro, te brindare una modesta opinión de lo que pienso que significa esta frase.

Antes bien merece la pena aclarar que no todas las personas que utilizan tal expresión es para referirse de manera puntual y exacta al Dios de Israel sino mas bien para vender sus chucherías a los ingenuos, ahí tienes el caso claro y descarado del mesianismo, que con una marca registrada por así decirlo venden su piratería, utilizan las palabras Dios de Israel pero promocionan a un dios mas de esos del montón, un impostor barato que solo trae desgracia a tu vida.

Regresando a lo que nos ocupa, cuando esta frase se utiliza por un entendido en la Tradición Judía es a mi parecer para referirse al Ejemplo positivo del Uno y Único, cuando se dice el Dios de Israel es para referirse a Aquel que promueve la vida, incentiva el crecimiento, apela al uso adecuado del intelecto, demanda responsabilidad en los seres humanos, ese Dios que nosotros le decimos el Eterno y que no demanda un ápice de fe sino integridad con uno mismo y con los demás, claro que muchos podrán utilizar esa expresión para vender alguna de sus baratijas, pero el significado correcto y respetuoso es aquel que la da sentido a la frase argumentando algunos de los muchos aspectos positivos de La conducta del Eterno.

Nosotros los Noajidas también servimos al Dios de Israel puesto que nuestro código legal del mismo modo que el de los Judíos es de Su autoria, si gustas puedes comparar lo que ofrecen las religiones con lo que estableció el Eterno para las Naciones, si eres objetivo y sobre todo sincero alcanzaras a percibir la astronómica diferencia que brecha entre uno y otro, la identidad espiritual esa que nos provee el Eterno es desarrollo, responsabilidad y plenitud por el contrario la religión es estancamiento, mediocridad… el apabullamiento del Yo esencial, mira lo que el Dios de Israel demanda de las Naciones de la tierra

No Relaciones Sexuales Ilícitas
No Asesinar
No Robar
No Idolatría
No Blasfemia
No Comer parte de animal que aun este con vida
Establecer cortes y leyes de justicia

Responsabilidad, desarrollo, armonía, crecimiento, uso adecuado de la capacidad intelectual son entre otras cosas, lo que demanda el Eterno para cada individuo de las Naciones, no fe para que te salves a algún infierno imaginario o que te vueles en mil pedazos en medio de una multitud de inocentes, nada de eso te pide el autentico Dios de Israel sino al contrario que seas responsable y conciente de tus actos.

Así pues creí prudente escribir unas palabras acerca de esto, me parece que te servirán para cumplir con mas destreza y pulcritud el Mandamiento de No blasfemia y creo que afianzaran aun mas tus pasos por el sendero de la virtud y la belleza.

El Dios de Israel es el mejor Ejemplo de Amor, Bondad y Justicia.

El post se dio origen por un comentario que el Moré Yehuda le hizo a una persona diciéndole que ese grupo sectario no servían al Dios de Israel.

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Risa

¿Ya has reído hoy?
Espero que sí, porque si no lo has hecho… ¡no sabes de lo que te has perdido!
Aprovecha ahora, ¡ríe!

¿Cómo dices? ¿No tienes motivos? ¿Todo es oscuro y pesado? ¿No tienes “suerte”? ¿Tu esposa se fue con otro? ¿Te despidieron? ¿Tu mejor amigo está gravemente enfermo? ¿No tienes ni para comer? ¿Perdiste todos tus ahorros en una “inversión milagrosa” que pronto se descubrió como fraude? ¿Tus vecinos son molestos? ¿El gobierno corrupto se instaló eternamente en el poder? Sí… pareciera que tienes razón, que no hay motivos para reír… ¿no?

Pues, ¡todo lo contrario!
Éste es el momento justo para hacerlo.
Claro, respetando la situación emocional de cada uno, porque, por ejemplo, no es cosa de ir a un velorio a reír a mandíbula batiente,¿no te parece?
Por ahí tú tienes una visión diferente acerca de la muerte, la cual no es trágica sino solamente un pasaje, un hecho necesario, un hasta luego; ¿pero eso lo comparte la gente que está de duelo? Por ahí eres tú quien tiene razón al respecto, e incluso el ánimo jocoso –en una dosis mesurada- sería un bálsamo para los dolientes, pero… ¿sería respetuoso de los sentimientos de esas personas y de sus creencias?

Entonces, cuando puedas, y espero que sea todos los días, encuentra el tiempito para reír, soltar la sana carcajada, disfrutar del sonido de tu felicidad.
¿Qué dices? ¿Sigues sin tener motivos? Bueno, déjame que te diga un par de datos.

Reír, es un excelente tónico. Vitaliza, energiza, quita penurias, limpia el alma, permite enfocar el pensamiento, estimula el buen placer.
Dispara cambios positivos en el organismo, regula tus sistema endócrino e inmune, reduce el estrés, disminuye el dolor, silencia el sufrimiento, fortalece el sistema cardiorrespiratorio, baja el colesterol, equilibra la presión arterial, controla el peso corporal, entre otros beneficios.
La risa es contagiosa, te hace sentir mejor y a quien está a tu lado.
En pocas palabras te estoy diciendo que reír beneficia a tu salud multidimensional.

Claro, la risa saludable, no aquella que se basa en burlas, malicia o cuestiones ligadas a pecados.
Porque, una cosa es la risa saludable y otra muy diferente el ladrido del burlón y sus compinches, tómalo en cuenta.

Te pondré un ejemplo, de cientos disponibles. Es personal, quizás no muy elevado, ni trascendente, ni con aires científicos, pero es una experiencia de primera mano que quizás te permita entender los alcances de reír.
No sé si es porque corro casi todos los días de la semana varios kilómetros, o porque así es mi contextura, pero el hecho es que se me encarnan las uñas en ambos pulgares de los pies. Con paciencia y destreza es mi señora, médica ella, la que se dedica a extirpar esos callos dolorosos. Debo confesar que no es una operación pacífica, sale sangre, hay mucho dolor, pero si no se hace la cuestión empeora. Sí, el dolor es terrible. Imagina un pedazo de tu carne que es desgarrada lentamente y arrancada de cuajo. Bien, se puede gritar, llorar, quejarse o abstraerse de la realidad (las herramientas básicas del EGO ante la sensación de impotencia), pero por experiencia propia ninguna de ellas es efectiva para reducir el dolor o hacer más llevadera la cuestión. ¿Sabes qué ayuda (además de contratar a una podóloga especializada)?
¡Reír!
No sonreír, ni una mueca tímida que parezca alegre, sino una verdadera y sonora risa.
Aunque no haya motivo, de seguro que no lo hay. Pero, al hacerlo el dolor se reduce e incluso deja de percibirse. Se siente uno mejor, aunque se esté en un trance doloroso.
Reír, aunque pareciera que es un contrasentido.
Lo he probado, no una sino varias veces, y he visto sus notables resultados.
Con esto y con otros asuntos (por ejemplo, prevención de ataques cardíacos).

Mucho más ahora, a poco de comenzar el mes de Adar (I, en este año 5774), el cual está relacionado en la Tradición con la alegría.
Pero no es solamente un mes, o un día, o una festividad, sino una vara constante. Atiende:

"Por no haber servido al Eterno tu Elokim con alegría y gozo de corazón por la abundancia de todo,
(servirás a tus enemigos que el Eterno enviará contra ti, en medio del hambre, de la sed, de la desnudez y de la falta de todas las cosas…"
(Devarim / Deuteronomio 28:47-48)

¿Comprendes?
Uno pude tener “abundancia de todo” y sin embargo ser un desgraciado, esclavo del EGO.
Como el vil Amán, dueño de TODO, menos de su propia vida al no ubicar al EGO en su lugar. Atiende:

"Aquel día Amán salió alegre y contento de corazón.
Pero cuando Amán vio a Mordejai [Mardoqueo] en la puerta real, y que no se levantaba ni temblaba delante de él, se llenó de ira contra Mordejai [Mardoqueo].
Sin embargo, Amán se contuvo y se fue a su casa. Entonces envió llamar a sus amigos y a Zeresh [Zeres], su mujer.
Y Amán empezó a referirles la gloria de sus riquezas, la multitud de sus hijos, todo con que le había engrandecido el rey, y cómo le había enaltecido sobre los magistrados y los servidores del rey.
Y Amán añadió: -También la reina Ester a ninguno hizo que viniera con el rey al banquete que dio, sino sólo a mí. Además, para mañana yo seré su invitado junto con el rey.
Pero todo esto de nada me sirve cada vez que veo al judío Mordejai [Mardoqueo] sentado junto a la puerta real."
(Ester / Esther 5:9-13)

Desgraciado el malvado, quien teniendo absolutamente toda la abundancia, riqueza, poder, gloria, y sin embargo se ahogaba en su propia ira, en su fracaso al no ser amo de su propia vida.
Tal es el destino de los esclavos del EGO.
Pero, al reír sanamente, se está acorralando al EGO para llevarlo a su útil rincón y no permitirle que sea él quien se encargue de manejar nuestra existencia.

Detrás de la sana risa se encuentra la confianza en el Eterno, la EMUNÁ, que nos fortalece y vitaliza. Que brota desde nuestro Yo Esencial y nos recorre dándonos la seguridad de que tenemos un Padre Celestial, que es Rey de reyes.

Entonces, si la vida es complicada, si te parece que no tienes motivos para reír, quizás es tiempo de que empieces a hacerlo.
¡Ríe, ríe por tu vida!

Fe y conocimiento

Quien tiene fe, la tiene sobre algo que es necesariamente absurdo, irracional, incoherente. Si no fuera así, no precisaría de tapar su hueco con su mera convicción, ya que conseguiría testimonios, pruebas, evidencias, demostraciones empíricas, cálculos abstractos, o cualquier otro método asequible.

Cuando se sabe o conoce, la fe es inútil, pues se cuenta con el conocimiento.

Cuando se ignora pero se procede a aprender (y si quiere hacerlo realmente), no se emplea la opinión como fundamento, sino el estudio, la indagación, el análisis, la pregunta, la comparación, la verificación, cualquier herramientas mental que posibilite adquirir la comprensión.

Cuando no se sabe y se trata de hacerlo, pero el conocimiento permanece fuera del alcance, sea por una incapacidad de percepción, carencia de datos, insuficiencia tecnológica, falta de preparación, o lo que fuera; el aspirante al conocimiento no debiera bloquearse en sus creencias y asumirlas como ciertas y permanentes (es decir, tener fe), sino admitir su ignorancia en tal terreno, comprometerse a hacer lo posible para eliminarla y sostener provisoriamente sus creencias (si eso le diera seguridad y no le perjudica ni a otros).

Pero, quien tiene fe (cualquiera sea ella, no necesariamente religiosa o de una religión determinada), difícilmente quiera abandonar el precario refugio que ésta brinda. Por algo se asiló en ella en primer término.
Ante el abismo insufrible decidió (generalmente de manera inconsciente) imaginar alguna respuesta, o tomó de alguien “venerado” la suya sin mayores indagaciones.
A partir de esa apariencia de conocimiento, que es la convicción, el “hombre de fe” elabora todas sus respuestas, extirpa sus dudas, reniega de la crítica, se atrinchera con sus respuestas imaginadas (o recibidas como doctrina) listas para ser disparadas a la mejor alarma de vacilación.
Su fe en lo absurdo es la generadora de “teorías” acerca de esto y de aquello, es su propia fe la que verifica sus opiniones. Cuando algo pudiera hacer trastabillar la fe, se lo niega, censura, discrimina, destierra, amenaza, oculta, degrada, e incluso se lo llega a integrar dentro del esquema de la fe pero con un sentido completamente diferente al original.
Quien quiera algún ejemplo del conocimiento machacado por la fe y otro del que es integrado para ser devorado y transformado en un bloque más en la muralla de la fe, puede leer este material: de: http://hispanismo.org/ciencia/16587-cronologia-de-la-posicion-oficial-de-la-iglesia-sobre-el-geocentrismo-heliocentrismo.html, es interesante ver todo el relato.

Para quien desea el saber, como mencionamos, la fe es inútil.
Ante la ignorancia y la imposibilidad actual de llenarla con conocimiento, se procede a imaginar respuestas, a las que podríamos llamar hipótesis.
Ésta no se constituye en una monolítica verdad, sino en una solución provisoria, que deberá ser verificada o falsificada a través de su correlación con información empírica.
La hipótesis no obtura el aprendizaje, es la semilla que lo produce.
Surgen de allí preguntas; búsqueda de posibles respuestas en base a conocimiento ya probado anteriormente; se experimenta, registra y cotejan los datos de modo de asegurar que se pueda volver a repetir el mismo procedimiento; se busca asociar los datos con el conocimiento existente y comprueba si la hipótesis queda así respondida o no.
Se construye el conocimiento, la imaginación y la creatividad son puestas al servicio del saber y no de la ignorancia.

Queda por preguntar ¿cómo entender el concepto de EMUNÁ dentro del judaísmo?
EMUNÁ, incorrectamente se traduce como fe, y se pretende como tal; cuando en realidad es correctamente traducida como “confianza”.
Es un tema que hemos trabajado en variadas oportunidades y no quisiera repetir ahora, por ello te brindo una lista de publicaciones para que sigas tu estudio: http://serjudio.com/nosotros/buscar?q=emuna

Si Moisés no existió…

Muchos cristianos, de entre su múltiples denominaciones (por supuesto que mesiánicos, netzaritas y similares dentro de ellas), cuando queda al descubierto que sus argumentos acerca de Jesús (su existencia, divinidad, bondad, mesianismo, poder sobrenatural, influencia positiva, etc.) no son racionales, ni cuentan con evidencias reales, ni tienen más asidero que su sola fe en lo absurdo, suelen disparar con pretendida altura intelectual: “Pero ustedes, los judíos, tampoco pueden demostrar que existió Moisés o Abraham, ni tienen el arca de la alianza, ni documentos antiguos que verifiquen que su “Antiguo Testamento” es otra cosa que un cuento mitológico (como nos insisten ustedes que es nuestro venerado Nuevo Testamento). Entonces, no nos vengan con pruebas, verificaciones, o cosas racionales. Ustedes, los judíos, también creen por fe y no hay forma que puedan demostrar nada”.

Lo habré escuchado infinidad de veces, seguramente he intentado razonar con la persona que lanza tal afirmación con vehemencia, pero por lo general el creyente se aferra a su creencia y demostrarle el error no hace más que fortalecerlo en su esclavitud.
Ni con lenguaje diplomático, ni con ternura, ni con claridad metodológica y conceptual, ni con todo lo contrario a lo anterior; nada de ello araña los barrotes de la celdita mental dentro de la cual se refugia temeroso el creyente.
Tiene oídos, pero no entiende. Tiene ojos, pero no percibe. Tiene la puerta de la celdita sin cerrojo, pero no se atreve a dar el paso hacia la libertad.
A mí me da mucha pena, porque sufro al ver a un congénere esclavo por propia decisión y que se empecina en seguir esclavizado como si en ello le fuera la vida,. Yo quisiera verle libre, pleno, haciendo de su vida un presente maravilloso… pero lo que yo quiero no cambia el hecho cierto, no puedo controlar lo que no puedo controlar. Esa persona porfía y se mantiene como un roca en su fe, ¡yo no voy a pretender controlar eso!
Admito que crea y sienta así, no voy a negar que tiene fe y que cree en eso que cree, aunque a mí no me guste. Para esa persona: su dios es real, sus contradicciones seguramente no son tales en sus ecuaciones mentales, sus evidentes fantasías son hechos concretos; todo lo puede la fe en el absurdo, y admito que eso este ocurriendo con la persona.
Y comprendo perfectamente lo que pasa por detrás, entre las sombras de su pensamiento/sentimiento inconsciente: ¡por algo tuvo la necesidad de esconderse en la creencia absurda de la fe!
Mientras no se remueva el escollo fundamental, el EGO y sus construcciones, que mantiene atrapada a la persona, difícilmente el intelecto, la demostración, las pruebas, la razón, tengan alguna cabida en su vida como creyente.
Porque el EGO ha secuestrado al pensamiento y lo usa para sus objetivos.
La persona puede tener una capacidad intelectual impresionante, pero al estar secuestrado su pensamiento, en poco le sirve para ayudarle a librar de su opresor. Más bien, lo contrario, a mayor capacidad secuestrada, mayor potencial negativo en manos del EGO. Es dable esperar que en áreas que no le afecten al dominio del EGO, la mente seguirá elaborando pensamientos lúcidos, acordes a su capacidad. Pero, al entrar a zonas que pudieran hacer zozobrar el dominio del EGO, las fuerzas intelectuales son puestas en estado de suspensión o de activa repulsión de lo que pudiera servir de liberación.
El mismo EGO impone que se siga con la inercia, ¿cómo admitir que uno estaba en error tanto tiempo y tan profundo? ¡Mejor seguir errado antes que humillarse, demostrar impotencia, y corregirse! Entonces, la persona sigue encarcelada en sus creencias absurdas, atada por un hilito de arañita que de tanto anudarlo termina pareciendo cadenas de titanio o kevlar.

Para quien desee una posible respuesta a aquello de: “Pero ustedes, los judíos, tampoco pueden demostrar…”, aquí presento una.

El ser judío no es formar parte de una religión, sino que es ser parte de una familia: la judía.
Esta familia tiene creencias que le son propias, así como rituales, códigos, historia en común, un hogar, etc.; digamos, como toda familia. En este caso es una muy antigua y muy extendida en el espacio.
Así pues, no modifica ni un milímetro si existió realmente o no alguno de los personajes de su historia, o si hubo tal objeto que ahora no se encuentra, o si el autor de la Torá es Dios, porque hay un hecho cierto, la familia existe y es lo que es. Se puede creer o no, compartir o no la creencia familiar, pero eso no cambia el hecho que uno pertenece a la familia y esa familia es una realidad, no un mito, un parecer, un deseo. Aquí está la familia judía, viva, vigente, actual, con su sistema de vida (el judaísmo) que se adapta perfectamente y permite desarrollar una vida multidimensional productiva y trascendente (y todo esto molestó y molesta a tanto dictador y abusivo, ¿a qué no sabes por qué? Piensa en el EGO y tendrás una posible respuesta).
Un judío ateo es judío.
Un judío que se pierde detrás del EGO y cree en la divinidad o mesianismo de Jesús, sigue siendo de la familia judía, aunque tiene suspendidos legalmente todos sus derechos a ejercer dentro de la vida judía, mientras no se arrepienta completamente de su terrible desvío. (Atención, uno es judío por haber nacido de madre judía o por haberse convertido leal y legalmente al judaísmo. No se es judío por fe, por creer en X cosa, por amar a Israel, por pagar una conversión, porque su apellido es Z, etc.).
Un judío que cree en Dios pero no cumple con los preceptos cabalmente, sigue siendo judío.
Un judío que no cree en Dios pero cumple cabalmente con los preceptos, sigue siendo judíos.
En fin, las creencias no determinan la existencia del judaísmo ni la del judío (aunque, como mencionamos, algunas creencias pueden inhabilitar los derechos que la persona tenga para ser contada dentro de la familia o realizar ciertas formalidades).
El judaísmo es un organismo vivo, multidimensional. Su historia es eso, historia. Sus creencias, creencias. Su existencia, un hecho que no precisa de mirar al pasado, basta con reconocer el presente.
Por otra parte, tenemos una cadena de transmisión de conocimiento (conocimiento, no fe) que no se ha interrumpido de mas de 33 siglos.
Una tradición que se basa, fundamentalmente, en lo que se recibe y entrega en el hogar. A éste se añaden las instituciones que se han erigido como accesorias al trabajo de educación del hogar, tales como escuelas, sinagogas, centros comunitarios, centros juveniles, rabinos, maestros, líderes (madrijim), etc.
No se trata de inculcar y adiestrar en una fe, sino de preservar lo que es propio, la herencia (que no la material, sino la multidimensional).
Es la familia la encargada de vivir las tradiciones, la de enseñar con el ejemplo, la de mantener vivo el relato y la vivencia, la de ir adaptándose a las necesidades del momento sin por ello perder su identidad, su vínculo con las otras familias que forman la Familia. Con la confianza en la base del sistema, porque las nuevas generaciones confían en las que les precedieron. No hay imposición obligada por parte de clérigos, ni conversiones forzadas, ni todo aquello que es propio de sectas y religiones.

Pero, ¿qué pasa si al cristianismo le falta Jesús?
Mira lo que dice su propia creencia: "Si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación, y vana es nuestra fe".
Ellos están obligados a tener fe, aunque sea en lo absurdo o precisamente por serlo.
Sin fe, se cae todo el andamiaje.
Todo.
Como el cristianismo es una religión, y no un pueblo, ni una nación, ni mucho menos una familia, al faltar su dios, su fundador, su corazón, todo el resto ya no tiene ningún sentido.

¿Entiendes cuál es la diferencia fundamental entre ser una familia y ser una religión?
¿Entiendes como el supuesto dardo venenoso que lanzan al querer destruir al judaísmo comparando sus creencias con las cristianas, no tiene ningún sentido?
Para mí está muy claro, pero quizás no lo sé expresar con suficiente solvencia para que sea comprendido por más personas (de entre aquellas que están en condiciones de hacerlo, por no estar cautivados sus intelectos por el EGO).

Si pudiéramos librar a las personas “creyentes” del secuestro mental en el cual se encuentran, rápidamente dejarían de lado todos los asuntos derivados de la fe.
Yo supongo que más pronto que tarde, reconocerían que su identidad espiritual es la noájica y vivirían a pleno el noajismo.
Ya no darían vueltas en torno a sus creencias perimidas, no se angustiarían porque en el pasado estuvieron confundidos y extraviados, ni temerían infiernos y castigos de dioses vengativos.
Serían plenos, felices, verdaderos constructores de Shalom.

Habría otros que quizás continuarían con el cristianismo pero como algo cultural, como aquello que han conocido de toda la vida y forma parte de sus costumbres centenarias. Serían cristianos sin fe, sin Jesús, sin repetir lemas e insistir en que es válido el argumento de su fe en sí mismo. Festejarían Navidad con la excusa de la noche de paz, noche de amor, encuentro familiar, comilonas, regalos, día sin trabajar. Festejarían “pascuas”, para tener días libres, o como tenemos en Uruguay “la Semana de Turismo” en lo que los cristianos llaman “Santa”. Se reunirían el domingo, que está genial como día para no trabajar y dedicar a cosas no frecuentes durante el resto de los días. Sabrían que el día sagrado es el sábado, Shabat para los judíos, pero usarían el domingo para estar con la familia, ir de picnic, ver una peli con los hijos, dormir la siesta, congregarse a estudiar asuntos de valor espiritual que son relevantes a los noájidas, infinidad de cosas que durante los cinco días laborales no es sencillo hacer.
Podrían ser más plenos, menos aterrorizados por fantasías nocivas, más amorosos del prójimo porque quieren serlo y no porque tienen miedo a castigos infernales. Podrían ir a trabajar como “misioneros” a regiones apartadas y complicadas, porque desean colaborar con el bienestar de otras personas, y no porque de esa forma capturan almas para su deidad o se compran un pedazo de cielo a cambio de sufrir aquí en la tierra. Serían mucho mejor noájidas, que es lo que corresponde que sean, aunque siguieran con costumbres que denominan cristianas.

Si quieres aprender más acerca del EGO: http://serjudio.com/category/exclusivo/cterapia

Si deseas ayuda para ir saliendo de la celdita mental, ¡no solo en cuestiones religiosas!: http://serjudio.com/nosotros/sesiones-online

Si quieres colaborar con nuestra sagrada tarea: http://serjudio.com/apoyo

Si quieres saber más acerca de noajismo: FULVIDA

(Gracias al Docto amigo, Jorge Romero Gil –drungario- por la lectura previa).

No tengo fe, no la preciso, no la quiero

La gente religiosa (por tanto no judía ni noájida) por lo general usa el concepto fe con la siguiente acepción: “Creencia en algo sin necesidad de que haya sido confirmado por la experiencia o la razón, o demostrado por la ciencia”.
Fe, que es una ciega creencia que se desespera para abrazarse alegremente con lo absurdo, tal como los propios padres de su religión sostienen. Recuerda a Tertuliano, a quien se atribuye que predicó: “credo quia absurdum” – “creo, porque es absurdo”, con el sentido que se debe tener fe precisamente porque no hay razón posible.
Siendo así, se rechaza el razonamiento, se lo menosprecia, se inventa toda clase de justificaciones para aferrarse a lo irracional e imposible. Se realizan volteretas mentales para no caer estrepitosamente, y, por supuesto, se emplea muchísima emotividad para acallar la reflexión a impulsos de la emoción.

Esto hace de la fe una interesante herramienta de dominación de personas y masas.
Típico recurso del EGO, tanto en lo interno como en lo externo.
¿Te parece infantil creer que una virgen pare un hijo al que concibió de un dios, y que el vástago es a su vez un dios? Precisamente por ello debe ser cierto, dice la fe. Y si no lo crees, algo mal hay en ti. Eres incapaz de recibir el don divino, estás en pecado, eres impuro o cualquier otra excusa para acallar tu pedido de un mínimo de sentido común y evidencias palpables (o verificables).
Eres un “hijo de tu padre Satanás”, si te niegas a admitir lo absurdo que te quiere imponer el mazo de la fe. Como el falso dios, falso salvador, falso rabino, falso profeta, el mítico Jesús, agredió a personas sabias que no podían (y no debían) creer en los disparates que él afirmaba, entonces él, en su “gran amor” disparó: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” (Juan, capítulo 8, verso 44).
Ante esta diatriba, ante tanto odio descargado, ante tanta demanda de fe en lo absurdo, la gente simple y manipulable se sometería, temerosa de vaya uno saber qué castigo terrible. Pero gente preparada intelectual, emocional y espiritualmente no se inmuta con estas alucinadas maldiciones, reconocen su nulidad. Por lo cual, la gente preparada no se deja emboscar por las trampas de la fe. Pero, la gente simple cae, se golpea, se somete y después se mantiene a sí misma encerrada en su celdita mental; ¡no sea cosa que el hablador les envenene nuevamente con sus feroces palabras de muerte!

Como estas buenas gentes, los religiosos, tienen fe en sus dioses, dogmas, libros sagrados, convicciones, mundos imaginarios, tienden a suponer que el resto de los “creyentes” en algún dios también comparten esa forma de relacionarse con su deidad, es decir, por medio de la fe.

Entonces asumen que los judíos tienen fe en el Eterno.
Fe en lo que la Torá expresa es cierto.
Fe en que ocurrieron los hechos descritos en el Tanaj.
Que el judaísmo depende sustancialmente de la fe, porque si no, ¿cómo se explicaría?

Debemos admitir que por desgracia hay judíos y noájidas que no tienen claro los propios conceptos y que al estar inmersos en una mayoritaria sociedad cristiana asumen que judaísmo y noajismo son religiones, y que sus creencias son sustentadas en la fe.
Por supuesto que al realizar un análisis, hasta simple del asunto, pronto se descubre que no es posible que el judaísmo y el noajismo sean religiones, ni que sus creencias dependan de la fe.
Sobre la no-religión de judaísmo y noajismo hemos escrito anteriormente y está publicado. Te convido a que busques en el sitio.
Sobre la diferencia entre EMUNÁ (confianza) y fe, también ya hemos enseñado, pero quisiera dejar ahora un par de ideas nuevas o que refuerzan las ya ofrecidas anteriormente.

Adam no precisó en lo absoluto de fe.
Él tenía una comunicación directa con el Eterno.
Él sabía de la existencia del Eterno y de Su intervención en el mundo.
Incluso luego de su salida del huerto de Edén, aunque pudiera no mantener esa conversación fluida de antaño, el conocimiento de la Presencia estaba marcado en su memoria.

Sus descendientes confiaban en el relato de las generaciones previas, era innecesaria la fe.
Sin embargo, su hijo Caín inventó la religión, es decir, el intento pusilánime por religarse con una deidad a la que se siente lejana, desconectada.
Caín no tenía fe, él también sabía de Dios, pero le faltaba sentir que nunca estamos ausentes de Dios.
Su invento fue una gran piedra de tropiezo de ahí en más. No en vano el acto inmediato posterior de la religión fue el asesinato, inventado por el inventor de la religión.
(Sobre esto ya explicamos en más de una ocasión, también, busca si gustas y te interesa).

Cuando el relato que pasó de Adam a sus descendientes se fue tergiversando, las manifestaciones de la religión se fueron fortaleciendo.
Está plasmado en la Torá con la frase: "Entonces se comenzó a invocar en nombre del Eterno." (Bereshit / Génesis 4:26).
Ya las personas sentían que estaban por completo desconectados de Dios y que precisaban de intermediarios celestiales, sacrificios, rituales, castas sacerdotales, etc. La religión a todo vapor. El resultado, de esto más la corrupción total en lo moral, ético, social, fue la gran devastación del Diluvio.
Quizás esta gente perversa, apartada del bien, tenían fe en sus dioses… ¿cómo saberlo? Lo cierto es que no siguieron el camino de lo que llamaríamos hoy noajismo, que en aquel momento se llamaba adamismo, es decir, el pacto de la humanidad y Dios expresado en el código de mandamientos que Él ordenó a la persona cumplir.

Noaj no precisó la fe.
El era un hombre recto, justo, con ello se ganó “la salvación” de la catástrofe.
El Eterno se comunicaba con él por medio de la profecía.
Noaj sabía de la existencia de Dios, lo comprobaba en sus charlas, en los hechos, en las promesas que se cumplían.

Los tres hijos de Noaj no tenían fe en Dios, ellos eran testigos directos de Su actuación en el mundo.

Quien sería el patriarca de los judíos, Abraham, no tenía fe, ni la precisaba.
Según narra la Tradición, él razonó desde muy pequeño y descubrió que el politeísmo, impuesto por el poder político-militar de Nimrod, no tenía asidero.
Él descubrió, gracias a la reflexión y el análisis, que la fe en dioses y cuentos mitológicos es una planta marchita y hedionda, que la adoración de dioses y otros amuletos es un hecho infantil, carente de valor, propio de gente ignorante y débil. Activó con diligencia en una campaña contra la idolatría y la manipulación política, hasta el punto de poner en riesgo su vida y la de sus familiares, y merecer terribles castigos de parte del gobernante cínico.
Tal cual es descrito en la Tradición, no es mi idea ni lo que quiero creer, sino el relato del Midrash.
Pero no se quedó solo con sus conclusiones inteligentes , ya que recibió directamente de Noaj el conocimiento de la existencia de Dios.
Noaj, su antepasado aún vivía y se encontraron. Noaj quería que su conocimiento de Dios no se perdiera a causa del terror que imponía Nimrod y su obligatoria divulgación de la fe en la idolatría. Así pues, en silencio, sin alertar a los espías del gobernante, Noaj enseñó a su tataranieto acerca de Dios. No eran cuestiones de fe, ni creencias, ni dogmas bizarros, ni asuntos irracionales. Sino las vivencias del anciano, las palabras del pacto noájico que Dios selló con la humanidad para todas las generaciones, los relatos de la gran catástrofe. (La segunda gran catástrofe, la de la Torre de Babel, la vivieron ambos en carne propia).

Pero, la educación en espiritualidad, en conocimiento de Dios y del código noájico no se quedó allí.
Abraham se encontró reiteradamente con Shem, el hijo de Noaj, con el cual estudió varios años las leyes y doctrinas sagradas de su tiempo. También su abuelo Eber participaba del conocimiento secreto de Dios. Recordemos, mantenido en sombras no para tener un poder sobre los ignorantes o hacerse los superados, sino porque el emperador Nimrod los asesinaría a ellos y sus familias si se enteraba de que preservaban el recuerdo de Dios, del noajismo y de las vivencias del mundo anterior al imperio de la religión.
Como siempre, los dictadores de la fe tienen torturas y genocidios listos para lanzar contra los fieles del Eterno.
(Como dato al margen, Nimrod inventó aquello que él era un dios, hijo de EL gran dios de los cielos que había preñado a una virgen, que nació al comienzo del invierno, que murió y resucitó, que solamente la gente se salvaría teniendo fe en él, que era el cordero de dios, entre otras menudencias. Si te suena conocido, solamente ten en cuenta que Nimrod fue milenios anterior al cuento de Jesús. ¡Pequeño dato al margen!).

Regresando a Abraham y su conocimiento de Dios, ya que no fe, recordemos que el título más famoso de Shem es "malki-tzedek", supongo que la gente cristiana lo tiene oído… ¿no?
Así que fe, lo que se dice fe… ¡no! Abraham no la tenía ni la precisaba.
La fe era lo que aportaba la idolatría y el imperio del mal. En cambio el tenía confianza en Dios, una confianza basada en su propio razonamiento, en el relato fidedigno de los mayores a los que respetaba y mantenían con lealtad la Tradición.
La confianza es la base de nuestra vida de sociedad, e incluso de nuestra identidad social. En la confianza reside en gran medida nuestra salud emocional.
Pero no podemos confundir confianza con fe.
La confianza emplea la razón, el estudio, la duda, la pregunta, la crítica, para finalmente reposar.
La fe cree, omite la pregunta, cancela el razonamiento, detesta la pregunta, trata de necio al que critica, reposa antes de cualquier intento de ser plenamente humanos.

Hay un pasaje que se traduce incorrectamente y que a menudo es usado por los portadores de la fe para “demostrar” que Abraham era “justificado por la fe” (sea lo que ello represente).
Donde dice: "Él creyó al Eterno, y le fue contado por justicia." (Bereshit / Génesis 15:6).
Si ponemos el versículo en su contexto, rápidamente descubrimos que no hay ninguna fe aquí, sino plena confianza en Dios.
Abraham está recibiendo un mensaje por vía profética, está en ese momento comunicándose con Dios. No precisa de fe, para él es un hecho que Dios existe, que actúa, que interviene y que está en contacto personal con él. ¿Para qué precisaría fe teniendo el teléfono marcado y a Dios en línea?
Así pues, lo que el pasaje expresa es que ante una promesa hecho por Dios, Abraham la aceptó sin remilgos, sin vueltas raras, sin pedirle pagares o comprobantes.
Él creyó que Dios no cambia de parecer ni engaña, y por tanto recibió como recompensa lo mismo que dio, o sea, ser considerado por Dios como un hombre justo, que no engaña.
Creo que hay más de esto explicado en el sitio, busca si quieres.

Podríamos seguir con Abraham y los otros patriarcas y matriarcas, pero pasemos rápidamente a Moshé.
Él fue criado de muy pequeño con creencias hebreas, las que fueron sepultadas por el enorme adoctrinamiento en varias áreas recibido en palacio de Faraón.
Quizás tenía cierta fe en los dioses egipcios, no lo tengo claro, o quizás era un agnóstico… ¿el primero de ellos? No lo sé.
Lo cierto es que Moshé tuvo el mérito de recibir la revelación directa del Eterno, Él le habló, y sin embargo Moshé dudo de Dios.
Obviamente no tenía fe, ¡ninguna!
Ni siquiera teniendo a Dios hablándole al oído bastó para que el gran hombre admitiera que estaba ante Dios (Shemot/Éxodo capítulos 3 y 4).
Finalmente, a fuerza de evidencias, de demostraciones, de la imposición de la realidad, es que tuvo que reconocer que el Todopoderoso se había comunicado con él y le había encargado el mandadito de servir como Su embajador ante el poderoso Faraón.
Pero, hasta último momento se negó Moshé… y de fe… ¡nada!
La fe no era el nexo entre el Eterno y Moshé, ni en el primer encuentro, mucho menos en los posteriores.
Moshé dejó de lado su incredulidad, su agnosticismo, para saber que era efectivamente Dios la voz que retumbaba en su interior, Aquel que le llevó a realizar obras que ni en los más fantásticos sueños hubiera imaginado.
Sin un rastro de fe, porque era totalmente innecesaria.

Para ir terminando, y para conectarlo con la parashá que precisamente se lee esta semana Beshalaj, por favor, atiende: "Cuando Israel vio la gran hazaña que el Eterno había realizado contra Mitzraim / Egipto, el pueblo temió al Eterno, y creyó en el Eterno y en su siervo Moshé [Moisés]." (Shemot / Éxodo 14:31).
Las diez plagas que castigaron a Egipto, no sirvió para que ellos tuvieran "fe”.
Ni los otros sucesos maravillosos hasta ese entonces.
Solo cuando el grupo de elite del ejército se hundió, tras la apertura y cierre del Mar de las Cañas, recién entonces pudieron creer en Dios y en Moshé.
Hasta ese momento no sabían qué pasaba, si era de Dios o alguna especie de magia.
Si se hubieran guiado por la fe, pronto hubieran aceptado cualquier disparate, como golpeados por un haz de luz caído de una nube que de un instante al siguiente los convierte en gente de fe. Pero no, pasaron meses, quizás algún que otro año, y nada movía su reticencia a creer en lo que Moshé les ofrecía. Para ellos no era cuestión de fe, sino de hechos. Cuando se cumplió lo que debía cumplirse, y el razonamiento les demostró que era la Presencia del Eterno quien actuaba, sin lugar a dudas, entonces creyeron/confiaron, porque ya sabían racionalmente que era lo correcto.

Podríamos seguir dando ideas y explicando, pero para quien le interese tiene material publicado aquí, y para quien prefiera seguir en su celdita mental de la fe, nada le servirá.
Por lo cual, me retiro a descansar, tranquilo de conciencia, feliz con la vida, agradecido al Eterno, en paz conmigo y con mi prójimo.
Que durmamos bien y despertemos mejor, para poder construir a full shalom el día de mañana.

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