En el idolátrico y corrupto rejunte imperial romano conocido como “Nuevo Testamento” encontramos la siguiente doctrina que se quiere presentar como sagrada y espiritual, pero que no es otra cosa que religión, idolatría, engaño, esclavitud al EGO (también conocido como Satán): “Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”, que está en 1 Timoteo, verso 5 del capítulo 2.
No hay mentira más peligrosa que aquella que se rodea de trazos de verdad, para ella misma hacerse pasar por verdadera.
Ni peor esclavitud que la que clama ser libertaria.
Ni más espantosa idolatría que la que usa a Dios y Sus cosas para promover la falsedad, el engaño, los dioses inexistentes.
Esta frase es una prueba de todo ello.
Tiene rastros de verdad, para confundir entre ellos a la mentira.
Pretende dar una clave de liberación, cuando de hecho es una pesada cadena sobre el cuello de quien se somete a ella.
Es idolatría terrible, pero que no tiene empacho en hablar de Dios y afirmar cosas acerca de Él.
Es decir, estamos ante una “obra maestra” de la maldad. Los artistas que diseñaron esta estafa, los hábiles manipuladores que gobernaban desde las sombras del poder en el imperio romano, se tomaron algún tiempo para elaborarla para que surtiera efecto y siguiera provocando daños siglos después de haberla concebido y publicado. Si bien el Nuevo Testamento está plagado de errores e inconsistencias, imposibles de desmentir o encajar desde lo histórico, espiritual y profético, es indudable que se pueden encontrar algunas pequeñas porciones que alcanzan alturas máximas cuando de astucia para el engaño y ejercicio de la estafa se trata.
Esta frase que estamos comentando es una de ellas.
Veamos solamente un poquito, nuestro interés es desenmascarar el engaño, liberar al preso, dar luz al que está en sombras, abrir los ojos a los cegados, para que puedan andar por sí mismos erguidos y felices de la mano con Dios y el prójimo. No es nuestra intención dañar al inocente, ni burlarnos del extraviado, ni oponernos por mero afán contrario. Más bien queremos ser parte de la tarea sagrada que el profeta declaró:
"Yo, el Eterno, te he llamado en justicia, y te asiré de la mano. Te guardaré y te pondré como pacto para el pueblo, y como luz para las naciones, a fin de que abras los ojos que están ciegos y saques de la cárcel a los presos, y de la prisión a los que moran en las tinieblas."
(Ieshaiá / Isaías 42:6-7)
Sí, queremos que salgan de la cárcel del EGO todos los oprimidos, de la religión todos los conturbados por sus falsos dioses y vacíos redentores.
Sí, anhelamos ser miembros del grupo de trabajadores mesiánicos, que allanan el camino para que alumbre con fuerza la Luz del Mesías.
Sí, estamos trabajando desde hace mucho para servir como luz para las naciones.
Por ello, estamos construyendo shalom, también por medio de señalar la falsedad y malicia de la idolatría que se quiere presentar como santidad y en su desfachatez se pretende como de Dios.
Vamos pues a la frase del libro de Timoteo.
Es absolutamente cierto y verídico que hay un solo Dios, el cual es Uno y Único. Creador y sostén del universo. Señor de señores pero al mismo tiempo es Padre de todos.
Hasta ahí la frase es impecable.
El problema se presenta a partir de lo que sigue, que es una terrible mentira y que se constituye en un paredón que corta la relación directa que tenemos con el Padre.
Recuerda, cuando se usa alguna verdad para introducir una mentira, se está haciendo un doble daño:
- se miente, y
- se prostituye la verdad.
Es decir, no solamente se inyecta el veneno del engaño sino que además se corrompe lo saludable, se degrada lo sano, y de ese modo se impide obtener el antídoto para la toxina.
¿Y dónde está esa verdad en la frase del libro Timoteo?
La primera está cuando se afirma que hay un solo mediador entre Dios y los hombres.
Y la segunda, que es monstruosa, es cuando se declara que ese único mediador es Jesús, al cual además le regalan el título de rey del pueblo judío pues se le dice “cristo”, que significa “rey de los judíos” en idioma griego.
Así pues, primer paso te dan a probar del dulce sabor de la verdad.
En seguida te introducen una tremenda mentira.
E inmediatamente, sin darte tiempo para pensar o reaccionar, te insertan una espantosa dosis letal de idolatría y dependencia tóxica a la religión (que siempre es producto del EGO).
Pero, ¿qué tiene de mentira que hay un solo mediador entre Dios y los hombres?
Bueno, de hecho es una doble mentira en sí misma.
Ya que, no hay necesidad de ningún mediador, porque cualquier cosa que medie entre Dios y los hombres es una interrupción de lo que no se interrumpe.
Y para peor, afirman que hay un solo mediador, sin dar lugar a otro.
A poco de analizarlo nos vamos dando cuenta cómo en tan pocas palabras encontramos la corrupción y podredumbre del EGO que se adosa a la palabra “Dios” para infiltrarse de contrabando y hacer su tarea nefasta.
Atiende al profeta de la Verdad cuando asegura que no hay, ni debe haber, ninguna cosa que intermedie entre Dios y Sus hijos:
"’Vosotros sois Mis testigos, dice el Eterno, y Mi siervo que escogí, para que Me conozcáis y Me creáis, y entendáis que Yo soy, antes de Mí no fue formado dios, ni lo será después.
Yo, Yo soy el Eterno; fuera de Mí no hay quien salve.
Yo anuncié y salvé; Yo proclamé, y no algún [dios] extraño entre vosotros. Vosotros sois Mis testigos, y Yo soy Elokim, dice el Eterno.
Aun antes que hubiera día, Yo soy, y no hay quien pueda librar de Mi mano. Lo que hago, ¿quién lo deshará?’"
(Ieshaiá / Isaías 43:10-13)
Es Él, solamente Él.
No hay otros, ni antes, ni después.
El Eterno es quien salva, el Eterno es quien anuncia la salvación.
No dioses extraños, que los judíos no vieron, ni conocieron, ni testimoniaron a la Salida de Egipto.
Solamente Dios, quien salvó a Israel y es con Él con quien todos tenemos una relación directa, DIRECTA, sin intermediarios ni mediadores.
En palabras del amado salmista:
"Con mi voz clamé al Eterno, y Él me respondió desde su santo monte.
Yo me acosté y dormí. Desperté, porque el Eterno me sostuvo.
No temeré a las decenas de millares del pueblo que han puesto sitio contra mí.
¡Levántate, oh Eterno! ¡Sálvame, Elokim mío! Porque a todos mis enemigos has golpeado en la mejilla, y has quebrantado los dientes de los impíos.
Del Eterno viene la salvación. ¡Sobre tu pueblo sea tu bendición! "
(Tehilim / Salmos 3:5-9)
Del Eterno viene la salvación, de nada ni nadie más.
A Él se dirige el salmista, directamente a Él.
En el Padre es quien confía el rey David y todos los fieles.
Es el Padre quien bendice, quien libera de las calamidades, quien da paz y prosperidad.
El Padre, solamente Él, sin nadie que interceda, puesto que no es necesario.
Porque los intermediarios son escollos, trampas, obstáculos, necedad.
Porque cuando algo se interpone, ya no nos relacionamos para nada con Él, sino que ese intermediario nos obstruye nuestra comunión sagrada.
Todo lo que se pone en el medio entre el Padre y nosotros es EGO y sus derivados.
Son las murallas que rodean al Yo Esencial y no le permiten irradiar su luz, la Luz del Eterno, en todos los confines de nuestro ser.
Son las trampas de Satán, que en el caso de Timoteo se llama “Jesús, el mediador”.
Ese falso mediador, ese tal Jesús, es un obsceno intento de Satán, del EGO, para quebrar nuestro lazo eterno con el Padre.
Este supuesto mediador en realidad nos lleva para cualquier otro lado, por sendas de discordia y maldición, en vez de continuar unidos amorosamente al Padre.
Como está declarado por el profeta de la Verdad:
"Desde la tierra de Egipto Yo soy el Eterno tu Elokim; no reconocerás otro dios aparte de Mí, ni otro Salvador, sino a Mí."
(Hoshea / Oseas 13:4)
Y está dicho por el príncipe de los profetas, cuya palabra es verdadera:
"Vosotros sois hijos del Eterno vuestro Elokim"
(Devarim / Deuteronomio 14:1)
¿El hijo precisa de un extraño, de alguien inexistente, para hablar con su Padre?
Y canta el inspirado salmista, lleno del espíritu santo:
"Espera en el Eterno. Esfuérzate, y aliéntese tu corazón. ¡Sí, espera en el Eterno!"
(Tehilim / Salmos 27:14)
Que el hombre espere en el Eterno, que en Él ponga sus esperanzas, directamente, sin nada que se interponga.
¿O no es eso lo que una y otra vez comprobamos en las sagradas escrituras?
Nada de mediador, ni menos único mediador, y menos que menos el mitológico Jesús.
Por el contrario, los hombres de Dios lo declaran sin doble sentido: tienes un lazo directo con Dios, no introduzcas en medio nada que interfiera.
Lee, estudia, date cuenta de tu relación directa y eterna con el Padre Celestial:
"¡Dad gracias al Eterno! ¡Invocad su nombre! Dad a conocer entre los pueblos sus hazañas.
Cantadle, cantadle salmos; hablad de todas sus maravillas.
Gloriaos en su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan al Eterno.
Buscad al Eterno y su poder; buscad continuamente su rostro.
Acordaos de las maravillas que ha hecho, de sus prodigios y de los juicios de su boca"
(Tehilim / Salmos 105:1-5)
Nada de Jesús, ¡nada!
Ni de ningún mediador.
Ni de ningún ritual, ensalmo, librito que te venden en sectas, amuletos, palabras mágicas, ropitas extrañas, cosas enloquecidas. Nada de eso.
Solamente tú en tu relación directa con el Padre.
Busca Su rostro, allí lo encontrarás.
Dentro de ti, en tu Yo Esencial, que es el nexo constante que tienes con Él.
Limpia las capas de mugre que ha puesto el EGO entre tu conciencia y tu ser, entre tu pensamiento y tu Yo Esencial y entonces te darás cuenta de la burda estafa que es Jesús, del engaño espantoso de cualquier religión.
Tú que dices ser “de Dios” y querer que todo provenga de la Biblia, bueno, aquí lo tienes.
Porque eso es Biblia, y no el cuento imperial romano que se han empeñado en añadirle al final, ese que llaman Nuevo Testamento, con toda su sarta de disparates y desviaciones pecaminosas. Ese Nuevo Testamento es Satanás (figura retórica) en forma de libro.
¿Cómo se atreve el nefasto degenerado de Pablo (supuesto autor del libro Timoteo) a contradecir a Dios, a poner a su propio dios el EGO en el lugar de nuestro Salvador?
¿Quién que se crea leal a Dios seguirá promocionando esta espantosa mentira, esta declarada guerra contra el Padre?
Pero nosotros, los constructores de shalom, quienes actuamos con bondad y justicia siendo leales al Eterno, decimos:
"¡Alabad al Eterno, porque es bueno; porque para siempre es su misericordia!
Y decid: ‘¡Sálvanos, oh Elokim de nuestra salvación! "
(1 Divrei Haiamim / I Crónicas 16:34-35)
No precisamos rituales, ni religiones, ni ropajes, ni otros idiomas, ni rezos complejos, ni sangre, ni diezmo, ni iglesias, ni líderes religiosos, ni a Jesús o cualquier otro mediador que entorpezca. Nada del EGO precisamos para sostener nuestro abrazo sagrado con el Padre, con nuestro Salvador.
Vamos, alaba al Eterno, porque para siempre es Su misericordia.
El es Bueno, y no ese viejo vengativo y malvado que te pintan en la religión.
Él salva, Él auxilia, Él es vida.
Vamos, comparte esto a través de palabras, pero especialmente con tu conducta llena de bondad y justicia.
Vamos, sé tú mismo, que resplandezca la Luz del Eterno desde tu interior, desde tu neshamá.