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Vaishlaj 5773-El secreto de la paz

Iaacov está retornando a su patria luego de haber estado muchos años fuera, en tierra y cultura de los arameos.
Había huido a causa del miedo que le inspiraba su bravo hermano Esav, temía por su integridad y vida, así como por la tragedia que le pudiera ocurrir a sus padres o hermano por su causa.
Escapó solo con lo que tenía puesto, que al poco tiempo le fuera robado.
A simple vista era un pobre inmigrante recién llegado a tierras extrañas, apenas poseedor de unas prendas para vestir, pero rico en su convicción interior de que algún día alcanzaría a disfrutar de la promesa de riqueza y poder. Sin embargo, no era fácil, es la experiencia del expatriado solitario, desamparado, falto de contactos, sin cuentas bancarias, sin posibilidad de retorno. Nuestros antepasados supieron atravesar por situaciones similares en varias ocasiones, algunas no tan lejanas en el tiempo. Así estaba nuestro tercer patriarca en su juventud, con una gran pobreza material, lleno de incertidumbres, cuando llegó a la que sería su nueva casa y nuevo inicio.
Conoció en Aram a la que sería su esposa amada, Rajel; también a su esposa constante y valiente, Lea. Aprendió a valorar personas y cosas, tiempo y esfuerzo. Mucho fue adquiriendo en el transcurso de su destierro. Formó una numerosa familia, cosechó dinero y poder, fue creciendo lentamente en cada área de su existencia. Pero, aún tenía tres cuentas pendientes: regresar a vivir en su tierra patria; reconciliarse con su hermano y vivir sin culpas ni remordimientos; reconciliarse consigo mismo, para vivir en completa paz y gozo de la bendición de todo lo bueno.
Son estas cuentas las que irá resolviendo en nuestra parashá.
En particular veremos que para el reencuentro con su hermano se preparó de diversas maneras.
Sabía que el agresivo Esav venía armado para la guerra, acompañado por una banda centenaria de hombres de armas tomar. Recordaba las rencillas del pasado, la violencia, el hostigamiento, las amenazas y, por supuesto, no olvidaba que estaba en la mira de su hermano. Sí, era un momento de gran angustia, porque ahora no solamente podría ser dañado él, sino también sus esposas e hijos. Poco le importaba si Esav se llevaba ovejas de su rebaño, o las aniquilaba todas; si le quitaba alhajas o títulos nobiliarios, nada de eso ameritaba angustiarse, sin embargo, debía resguardar a su familia, protegerlos, procurar que ningún percance les sucediera. No sabía muy bien cómo reaccionaría actualmente su hermano, puesto que había perdido el contacto hacía décadas, pero mejor prevenir que curar. Sí sabía que era muy astuto para atacar, no era tonto en el ejercicio de su violencia; aunque primitivo y básico en ciertos aspectos, por completo sometido a sus pasiones, pero hábil en astucias, ingenioso para el engaño, experto en el arte de la guerra siglos antes de Sun Tzu.

Clásicamente se reconoce que Iaacov se preparó en tres aspectos: 1) envío numerosos y valiosos regalos acompañados por dulces elogios para apaciguar a su hermano; 2) rezó al Eterno; 3) organizó el campamento familiar para resguardarlo de un ataque militar, además de acondicionarse para responder activamente a las agresiones en caso de necesidad.
Estos preparativos nos enseñan también a nosotros un estilo para responder ante los embates de la angustia así como ante los ataques externos.

Encontrar mecanismos para la conciliación, negociar, pacificar, dialogar, evitar la confrontación, dar un paso al costado, dar en lugar de recibir. Cuando se maneja la relación interpersonal desde el altruismo, desde el genuino interés por beneficiar al prójimo, sin perjudicarse a uno mismo, entonces es factible resolver situaciones complejas de modo mucho más eficiente y saludable. Se evita caer en las trampas del egoísmo, para actuar desde el código de la bondad y la justicia. Así pues, lo que puede parecer como lisonja o compra de voluntades, al hacerse de manera honesta y sin dobleces, en realidad es una llave al compromiso mutuo, al entendimiento, a la comunicación auténtica que espabila oscuridades para llenar de luz y armonía. Uno puede perdonar al que sinceramente se disculpa, pero no olvidemos también pedir perdón, porque probablemente hemos incurrido en errores, faltas y omisiones, a sabiendas o no.

Está también el orar. A través de una concentración profunda, de una intencionalidad positiva, se puede fortalecer el ánimo con rezos, tal vez encontrar en ello también el favor desde lo Alto, proveer de energías renovadas a uno y al prójimo con el cual se está en conflicto. Recordemos que el plano espiritual es el de la unidad, en donde no existen bipolaridades ni conflictos, sino tan solo unidad, armonía. Cuando se reza en verdad, no se está solicitando la servidumbre de Dios, ni que Él nos haga los mandados, sino que uno se introduce a una visión de la realidad más auténtica, en donde todos somos uno.

Tristemente en ocasiones el EGO se impone y consigue dominar, desde su escasa potencia reduce a nulos o infértiles los esfuerzos por llevar una vida de creatividad y plenitud.
Entonces, a veces, no queda otro camino que el de esgrimir alguna arma física para la defensa, para detener la violencia, para responder a los ataques del agresor de modo tal que cesen y se pueda establecer un período de tirantez pero que permita geminar la paz. Seguramente que para aquel vive bajo el objetivo de construir Shalom este paso es sumamente doloroso, hasta pareciera que adverso a su intención, pero es necesario comprender que hay situaciones en las cuales las concesiones bondadosas no apoyan la causa de la paz, que los rezos no influyen en el espíritu del asaltante para amansarlo y disponerlo a la negociación, por lo cual el principio de la justicia establece que sea necesario el uso de la fuerza medida, apropiada, restringida al esfuerzo del shalom.

En estos días, comienzos de Kislev 5773 (noviembre 2012), pudimos testimoniar y ser parte de una repetición de la historia ancestral.
Israel desea vivir en paz en su propia tierra, al volver a ella luego del exilio forzado y torturador, que fuera provocado por los conquistadores sanguinarios y despiadados. Ahora Israel se yergue y comienza a retornar al hogar, a su destino, a su herencia, a su ambiente normal. Como hiciera el patriarca Iaacov/Israel.
Israel anhela reconciliarse con su hermano, con sus vecinos, aquellos que en el pasado le agredieron sin motivo y ferozmente. Es Israel quien hace los esfuerzos para establecer puentes, mesas de diálogo, el que concede, el que halaga, el que regala con tal de obtener el abrazo fraternal de la convivencia. Pero se le responde con hostigamiento, con saña, con burla, con maliciosas mentiras, con falsas promesas de paz y respeto. Sin embargo, Israel se mantiene leal y firme a conceder, a dar de lo propio con tal de alegrar al bravucón para que deje su pendencia y admita el derecho de Israel a su propio hogar, a su existencia, a vivir en calma y paz. Para compartir así bienestar entre todos, la bendición de todo.
Israel también encuentra quienes elevan plegarias, piden al Padre Celestial por Shalom, no para que mueran o sean aniquilados los enemigos acérrimos, esos cegados por el odio y la avaricia, sino para que dejen de lado la guerra, abandonen sus planes de aniquilación expuestos abiertamente para quienes entienden el árabe. Israel pide a Dios para que haga la paz, para todos. Aunque del otro lado solo se oyen invectivas, salvajes llamados a la “guerra santa”, como si la guerra pudiera serlo. Del otro lado se insiste en pretender extirpar a Israel del mapa y eliminar a los judíos del mundo, y para colmo los cómplices del silencio o de la mentira disparan misiles de palabras venenosas, para enquistar aún más el mal en contra de Israel. Pero Israel sigue siendo leal, y también reza.
Pero, cuando llega el momento de defenderse, Israel no esquiva su sagrada obligación de proteger a los indefensos, de hacer lo mínimo necesario para que al menos haya justicia. Aunque luego se le acuse injustamente, se le hostigue con falsedades y mentirosos rumores, también es necesario dar el doloroso paso de la defensa armada cuando no hay otra manera de permanecer con vida. Aunque los falsos pacifistas insulten y proclamen infamias, Israel debe defenderse y lo hace con nobleza, no con terrorismo ni bravuconería, sino con la confianza del que se sabe con el poder suficiente para responder y dar una chance a la paz.

Así pues, el patriarca volvía y quería reconciliarse con su hermano, con aquel que le había agredido, pero también quería encontrar la paz consigo mismo.
Una gran parte de esta última tarea se alcanza consagrándose a obtener las dos anteriores. No es el único modo, pero sirve de gran auxilio.
Comprendamos, la paz interior siempre repercute en paz con el exterior; al contrario también es cierto: aquel que no está en paz consigo mismo, que no se valora correctamente, que no se respeta, que no se cuida, que no se ama, es improbable que pueda llevar una armoniosa relación con los demás y el entorno.

Si prestamos atención, los tres preparativos de Iaacov para el encuentro con su hermano tiene mucho que ver con lo que la Tradición indica para entrar a pleno en cada nuevo año: teshuvá, tefilá y tzedaká. No es casualidad, más bien es la reafirmación que desde antaño conocemos el código para desarrollar una existencia de bendición, solamente debemos recordarlo y vivir en consecuencia.

Tenemos tantas cosas para aprender de la Torá, tantas que pueden iluminar nuestra vida personal y colectiva. Es bueno darnos la oportunidad para hacerlo. Solamente podemos salir beneficiados de esto.
Para concluir, recordemos las palabras del profeta en la haftará que corresponde a esta parashá: "Como tú hiciste, se hará contigo; tu retribución volverá sobre tu cabeza." (Ovadia / Abdías 1:15).
Tratemos de hacer siempre lo que es bueno y justo, para que la consecuencia sea bondad y justicia.

Shabat Shalom.

La senda del santo

  1. Por santo podemos entender aquello que conecta (o está conectado) con el Eterno.
  2. Es común confundir severidad extrema (pesadas imposiciones, mayores restricciones, innecesarios cercos, enjuiciamientos continuos) y el repudio del pecador con una mayor santidad, pero esto es falso.
  3. Cuanto más nos rectificamos en el camino del Eterno, más unificados estamos, con nosotros mismos, con el prójimo, con el cosmos y con el Eterno.
  4. La rectificación permite la estabilidad multidimensional, en cada uno de nuestros planos de existencia, vigoriza nuestra salud, amplía nuestro gozo, abre canales de comprensión y sensación.
  5. Estar en unidad es experimentar la armonía interna/externa.
  6. Al diluir las falsas separaciones y preservar los correctos límites, nos elevamos en nuestra percepción de la realidad, creamos una renovada visión de la misma que hasta podría considerase una re-creación de la realidad.
  7. A mayor elevación, nos hacemos más comprensivos de las situaciones que, realmente o en apariencia, contradicen la santidad.
  8. La comprensión, unida al conocimiento y a la sanación emocional implica que se critica con menos acritud, no se difama, no se insulta, no se reprocha egoístamente, no se demanda con ánimo infantil, no se declara que todo es pecado y pecaminoso. Se encuentran más puntos para la cooperación que para el rechazo.
  9. A mayor rectificación corresponde más flexibilidad, menos exigencia desmedida, mayor bondad y justicia.
  10. Quien se va elevando en el camino del Eterno, quien va construyendo Shalom, menos juzga con severidad y más méritos encuentra.
  11. Con bondad y justicia, comprensión y aceptación, con unificación responsable, con flexibilidad sin dobleces, así se ayuda el prójimo a encaminarse él también por el camino de la rectificación.
  12. No a través de la actitud presumida, ni pusilánime, ni agresiva, ni coercitiva, ni separatista, ni de misionero, ni abusiva, ni agresiva, ni engañosa.
  13. Es la construcción de Shalom LA senda de la santidad.

El consejo diario 385

Si tu gritas, insultas, faltas el respeto, te burlas, engañas, te victimizas, ofendes
cuando debates con alguno,
no estás demostrando que tienes la razón,
ni asentando algún dato interesante para favorecer tu punto,
sino simplemente dejas ver que tu EGO te esclaviza muy bien.

En vez de emplear las herramientas del EGO,
gritar, llorar, insultar y desconectar de la realidad, más todos sus derivados,
procura fortalecer tu autoestima,
conectarte con tu Yo Auténtico,
usar la Comunicación Auténtica,
establecer un marco de intercambio favorable,
acercarte a la verdad,
porque así, finalmente tengas la razón o no,
habrás ganado.

El pecado de Sodoma y Gomorra

El pecado principal de Sodoma y Gomorra no fue la actividad sexual ilícita, de hecho, no consta que haya sido lo prioritario o típicamente corriente en la conducta de sus habitantes.
Si bien los intérpretes cristianos de las escrituras judías suelen incurrir en este error, no por ello debemos asumir que sea cierto. Más bien, tomemos los comentarios cristianos (incluidos por supuesto los falsos judíos mesiánicos, netzaritas y todos los otros cristianos similares) como lo que son: opiniones de personas completamente ajenas a la Torá, carentes de Tradición o espíritu de sabiduría correcto, desconectados del mensaje de la Torá, incapaces de sobresalir en explicar la Torá o sus ideas y fundamentos. De hecho, ellos ni siquiera son sus depositarios o legales poseedores, solamente extranjeros advenedizos que se apropiaron de lo que no les es propio y asumieron roles e identidades perjudiciales para ellos y para quienes les siguen en sus derroteros. Pueden opinar, pero su opinión en lo histórico o espiritual vale tanto como sus derechos al respecto… (a buen entendedor).

Los habitantes de Sodoma y Gomorra tampoco eran especialmente peculiares en su idolatría, ni más ni menos que el resto del común de las personas de su tiempo y lugar.
Así pues, por ello no fueron devastados ni aniquilados por el furor divino. De haber sido el motivo, el mundo hubiera sido evaporado a cada instante desde hace milenios hasta ahora.

Entonces, ¿qué fue lo terrible que aconteció allí?

Veamos una pista muy clara que nos brinda el profeta Iejezquel:

"He aquí, ésta fue la iniquidad de tu hermana Sodoma: Orgullo, abundancia de pan y despreocupada tranquilidad tuvieron ella y sus hijas.
Pero ella no dio la mano al pobre y al necesitado.
Ellas se enaltecieron e hicieron abominación delante de mí; de modo que cuando las vi, las eliminé."
(Iejezkel / Ezequiel 16:49-50)

Abundancia material acompañada por cero de solidaridad.
Orgullo regado con falta de misericordia.
Egoísmo en vez de altruismo.
Todo lo bueno y grandes oportunidades para hacer el bien, pero regocijarse en el sufrimiento ajeno, en la falta del otro, en la necesidad no colmada del pobre.
Sí, vemos que la gran malicia de Sodoma y sus compañeras está más ligada a la típica conducta EGO, contraria al AMOR, que a cuestiones referentes a preferencias o actividades sexuales.

Fueron “abominables” por enorgullecerse, por creerse más de lo que eran, por faltarles autoestima y presumir de lo que no eran, por dejarse llevar por el EGO que les infló la imagen de sí mismos. Eran violentos, prepotentes, maliciosos, faltos de consideración, apegados a lo material.
Eran esclavos del EGO, modelos de aquello que debemos evitar.

Eran la contrapartida al primero de los patriarca judíos, pues Abraham es el modelo de la bondad, de la entrega desinteresada, del servicio al prójimo, de la dedicación a la propagación del bien, del mensaje puro y eterno del noajismo. Del otro lado estaban sus vecinos, los residentes de las ciudades avivadas por el EGO, por la religión, por el materialismo impúdico y carente de espiritualidad.

Los describe con elocuencia Josefo:

“Los somoditas, extremadamente orgullosos de su número y el alcance de su riqueza, se mostraron insolentes a los hombres e impíos a la Divinidad, al grado de que olvidaron los beneficios que habían recibido de Él, odiaban a los extranjeros y se negó toda relación con los demás. Indignado por esta conducta, en consecuencia Dios decidió castigarlos por su arrogancia…”
(Antigüedades I, 194-5)

Xenofobia, malicia, violencia, negación de la realidad, falta de agradecimiento, inmisericordia, desapego… EGO.

Y el Talmud, en el tratado de Sanhedrin (109a) los retrata en su completa avaricia, violencia, engaños para obtener beneficios materiales, falsa caridad, rudeza en el trato con los pobres y extranjeros.
Sí, un retrato muy lamentable de la bajeza del ser humano cuando es esclavo del EGO, que llora, se queja, agrede y se desconecta de la realidad. Manipula para hacer de cuenta que tiene poder. Trata de controlar aquello que no está bajo su dominio. Anhela alcanzar lo imposible, pero es incapaz de hacer lo posible.
En fin, lo que ya conocemos acerca del EGO, de la vida carente de bondad y justicia, sumida en religión, en falsa libertad, en reglas rígidas e inhumanas pero que se declaran como “humanismo progresista”, lo de siempre…

Lo mismo encontramos en los relatos y comentarios en el Bereshit Raba (49:6, 50:7) y en los Pirkei deRebi Eliezer, la completa carencia de bondad, el legalismo frío que pervierte la justicia, la abundancia desprovista de conciencia, la extorsión para que los disidentes no actuaran con nobleza sino bajo el reinado del terror.

Una y otra vez, siempre que revisamos las fuentes volvemos a la misma patética imagen, el ser humano envilecido por su EGO, prepotente pero impotente.

Dejemos que el resumen lo brinde el profeta Ieshaiá:

"Escuchad la palabra del Eterno, oh gobernantes de Sodoma. Escucha la instrucción de nuestro Elokim, oh pueblo de Gomorra.
Dice el Eterno: ‘¿De qué me sirve la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y del sebo de animales engordados. No deseo la sangre de toros, de corderos y de machos cabríos.
Cuando venís a ver mi rostro, ¿quién pide esto de vuestras manos, para que pisoteéis mis atrios?
No traigáis más ofrendas vanas. El incienso me es una abominación; también las lunas nuevas, los días festivos y el convocar asambleas. ¡No puedo soportar iniquidad con asamblea festiva!
Mi alma aborrece vuestras lunas nuevas y vuestras festividades. Me son una carga; estoy cansado de soportarlas.
Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos. Aunque multipliquéis las oraciones, yo no escucharé. ¡Vuestras manos están llenas de sangre!
Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras acciones de delante de mis ojos. Dejad de hacer el mal.
Aprended a hacer el bien, buscad el derecho, reprended al opresor, defended al huérfano, amparad a la viuda.
Venid, pues, dice el Eterno; y razonemos juntos: Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
Si queréis y obedecéis, comeréis de lo mejor de la tierra.
Pero si rehusáis y os rebeláis, seréis consumidos por la espada; porque la boca del Eterno ha hablado.’"
(Ieshaiá / Isaías 1:10-20)

Resulta obvio que el Eterno no quiere religión, ni rituales vacíos, ni festividades carentes de sentido, ni sangre de sacrificios, ni repetición de lemas supuestamente espirituales. Él está hastiado de todo eso, simplemente quiere algo de ti: bondad y justicia en tus actos cotidianos.
Que seas más como Abraham y menos como los de Sodoma y Gomorra.

¿Estás dispuesto a seguir a Dios?
¿O seguirás lo de siempre, al EGO y sus pastores religiosos (de la religión que sea)?

Tú eres Noé

Las noticias nos han mostrado imágenes de la devastación ocurrida en New York, New Jersey y otras áreas de los EUA. El mismo vendaval causó estragos en diversos sitios del Caribe, especialmente las derruidas Cuba y Haití.
Han habido muertos, heridos, desaparecidos, pérdidas materiales multimillonarias, un desastre enorme.
Pero no es lo único terrible por estos días, aunque tenga mucho peso en las noticias difundidas por los medios populares. Tuvimos cientos de cohetes lanzados desde el bastión imperialista de Gaza en contra de inocentes civiles en el Estado de Israel. Horribles dramas a causa del clima en la región del Río de la Plata. Fuertes temblores en Filipinas y Perú. Otros en la zona de California y México. Y tiroteos, masacres, agresiones, violaciones, muertes, injusticias, esclavitud, tráfico de drogas (químicas o religiosas), violencia doméstica, robo, secuestros, atentados, enfermedades, privación de libertad de inocentes, vejación de derechos humanos, imposición del terror por parte de sectas o gobiernos totalitarios, fraudes electores, una mortal crisis económica que atrapa a muchos países, mucho, mucho daño que causa el hombre al hombre, además del que ocurre por eventos de la naturaleza.
A veces tenemos amigos o conocidos involucrados, afectados directa o indirectamente. Que padecen por obra de la naturaleza o por la mano del hombre.
¿Dónde estamos nosotros cuando ellos nos precisan?

A veces podemos enviar dinero, alimentos, vestimenta, abrigo, agua, medicinas, otros aportes. Presentarnos personalmente para dar una mano. Acompañar al que está dolido o necesitado. En ocasiones solamente tenemos a mano la palabra misericordiosa, la pregunta apropiada, el silencio respetuoso. ¿Dónde estamos nosotros, como individuos y sociedad?
Sí, es cierto, todos tenemos muchas ocupaciones y obligaciones, no siempre estamos disponibles para dar una mano, una sonrisa, un abrazo, un silencio comprensivo, un consejo necesario, un dólar, lo que fuera. Pero igualmente, podemos al menos preguntarnos ¿dónde estamos nosotros cuando nos precisan? ¿Qué podemos hacer por el que padece? ¿Qué haremos?
No está en ti dar respuesta a todos los sufrimientos ni hacerte cargo de lo que ocurre, pero sí hay algo que puedes hacer no tardes en hacerlo.
En New Jersey vive el amigo Uriel Cháves y familia, ¿sabemos cómo se encuentran y si precisan algo de nuestra parte? En Cuba están Teresita y Jorge Airam, ¿qué hicimos por ellos ahora y en el pasado? Estos son ejemplos de tantas decenas o centenas de conocidos y amigos (reales o virtuales) que están en sitios y tiempos de padecimiento. Tú seguramente conoces a personas gravemente enfermas, que están consumiendo sus últimas fuerzas. Familias pobres que no alcanzan a cubrir para sus alimentos. Gente desempleada que ansía volver a la actividad, no solo por el ingreso sino por lo que representa estar en el grupo de trabajadores. Los que viven en soledad. Los que están siendo maltratados en el colegio. Los que…

Podemos hacer algo, preguntar por ellos, y si no tenemos el tiempo, la confianza en el trato, o la oportunidad, al menos nos queda rezar, no para pretender manipular a Dios, pero sí para crear un efecto positivo, restaurador, de comunión espiritual que trasciende el espacio y el tiempo. Podemos participar de colectas que sean organizadas, no sé, cada uno puede ser creativo o atento y ver en qué puede estar disponible para construir Shalom.
No siempre podemos, no siempre estamos atentos a las noticias de TODO el mundo, ni nos percatamos de quién está allí o no. Por lo cual, no tenemos que sentirnos culpables si no respondimos de acuerdo a las expectativas, pero tampoco tenemos que vivir eludiendo lo que es nuestra tarea. Si podemos hacer algo, hagamos. Si realmente no pudimos, por el motivo real que fuera, tampoco es para sentirnos culpable y negarnos a hacer lo correcto ni bien podamos.

¿Qué puedes hacer para construir Shalom?
Con los cercanos y con los lejanos.
Esa es tu tarea sagrada, tu misión en el mundo, tu camino a la felicidad.
¡Recórrelo!

Fuera de control

Lo importante no es vencer, sino el vivir a diario con la conciencia tranquila de hacer el máximo posible.
Como expresara uno de los grandes Sabios de antaño, Rabí Tarfón: “No te corresponde a ti terminar la obra, mas no eres libre de eximirte de ella.” (Avot 2:16).
Es imposible terminar “la obra”, porque no depende solo de ti, ni tú solo puedes realizarla. Pero tu parte, esa que te corresponde, solamente tú la puedes (y debes) hacer.
¿Que no sabes cuál es tu parte?
¡Y quién sí!
Por ello, no te tortures pretendiendo vivir la vida que otros te mandaten, ni quieras actuar las escenas que a otros dejen contento, sino que analiza lo que haces y trata de hacer lo mejor posible. No te preocupes, nunca van a faltar los que, con razón o sin ella, estarán descontentos. No dejarás a todos contentos, a veces a nadie, pero no es por ello que debes hacer lo que te corresponde, sino simplemente porque te corresponde.
A veces quedarán cosas de lado, incluso de las importantes. Ok, yo te comprendo, eres humano, estás limitado, tienes un día acotado, muchas actividades, no siempre sabes priorizar las tareas (o puedes hacerlo), no te funciona la memoria tal cual quisieras, no tienes las energías para desarrollar todas las actividades que te propusiste… ok, yo te comprendo. Pero, siempre y cuando realmente estés haciendo el esfuerzo por cumplir tu parte, no uses excusas ni des pretextos. Mejor haz lo que puedes hacer, al máximo, lo mejor y luego, del resto, de eso que queda por fuera de tu control, eso déjaselo a otros, o a nadie, o a Dios.
Sí, hay cosas que quisiste hacer, pero no pudiste. Amigos a los cuales saludar, pero por esto o aquello se te pasó. Tías ancianas a las que visitar, las que quedaron sin verte. Tareas con tus hijos que te propusiste llevar a cabo, pero por un motivo u otro se canceló o pospuso. Bueno, eres humano, no tienes el control de muchas cosas… más bien, de muy poquitas. Entonces, haz tu parte, pero no te quedes sin hacerla. En cuanto a aquello que con sinceridad y lealtad no pudiste, o tal vez no quisiste, ok, yo te comprendo. Quizás alguna vez no comparta tu decisión o tu “olvido”, pero lo bueno es que no te angusties por aquello que no puedes resolver, que no te presiones a cumplir con lo que no entra en tu mochila, que no cargues con las culpas que otros te quieren hacer cargar –con razón, o casi siempre sin ella-.
Tienes un camino para recorrer, a veces uno para construir con tu pisada, es eso lo que tienes por delante. Si llegas o no a cruzar la meta que otros te impusieron, eso que el EGO te hace creer que es lo único valioso, debes saber que no importa tanto realmente.  No es el “éxito” el premio, sino el haber hecho tu parte, todo lo mejor de ti, y haber logrado lo que lograste.
Sí, debe ser lindo estar en los zapatos de Usain Bolt, ser un “ganador”, un imbatible, un marcador de nuevos registros mundiales en tu área. Pero tú no eres él, a no ser que seas Usain por supuesto. No tienes por qué ser él. No estás obligado a ser el hombre más veloz del mundo, ni a batir ningún récord mundial. Tan solo debes competir contigo mismo, para sacar a flote a tu Yo Auténtico, que tu Luz eterna resplandezca en la oscuridad de los Yoes Vividos.
Esa es tu tarea, no otra.
Conectarte.
Contigo, con tu esencia real, con tu Yo Auténtico, con aquellos de tus Yoes Vividos que te representan apropiadamente, con el prójimo, con el lejano, con la cultura, con el pasado, con el presente, con el futuro, con Dios.
Conectarte y alcanzar la autenticidad.
Que no puedes me dirás.
Que haces lo que puedes y no ves muchos avances.
Ok, yo te comprendo y para nada te recrimino. Eres tú quien va a evaluarte y considerar si realmente hiciste tu parte, si alcanzaste algún grado de conexión o no.
Solamente tú puedes hacerlo.
Pero, si quieres controlar todo, si quieres dejar contento a los demás, si actúas para llenar el ojo a otro, entonces te estás labrando tu sufrimiento.
No puedes cambiar el pasado, ni esculpir el futuro a tu gusto. Ni tan siquiera eres el amo del presente, sino un simple pasajero, una sombra, una nube, pero en aquello que tienes poder es en lo que debes ser poderoso.
Si pretendes cambiar a otro a tu imagen y semejanza, si no aceptas al otro que es otro, entonces estás condenado a fracasar y sufrir.
Si no te aceptas, si no te encuentras, si no te conoces, si no te respetas, si no te amas, si solamente quieres dejar contento a otros, o que otros te dejen contento a ti, tienes una vida de dolores para “gozar”. Pretendes controlar lo que no puedes, te esfuerzas en vano, te rompes la espalda inútilmente cargando la mochila que no es tuya, siendo muerto en vida. Eterno demandante, con la queja a flor de piel, con el sufrimiento como compañero inseparable. Porque no aceptas tu impotencia, porque no dejas fluir lo que no puedes retener, porque te crees el que tiene derechos y poderes de los cuales careces.
Y no te gusta, entonces te inventas vidas, mientes, das excusas, te engañas o lo haces con otros, siempre y cuando puedas aparentar tener algo de control.
Te aferrarás a eso que te hace ilusionar con que tienes cierto poder. Por ejemplo, una religión, una secta, una pareja, una promesa, un trabajo, un familiar, un vicio, algo, cualquier cosa o persona que tú pretendes dominar, pero que por lo general es lo que –o quien- te domina.
Eres esclavo de tu impotencia, a la que disfrazas de poder, a la que tiñes de dorado de gloria pero que en el fondo no es más que miseria.
Cuando en verdad eres una luz impresionante, brillante, en los hechos vives en sombras, a oscuras, con miedo, encerrado en tu celdita mental. Quizás porque te supones que allí sufrirás menos, porque te supones que allí eres el amo y todopoderoso, cuando en verdad vives como un pordiosero siendo que pudieras ser el rey de tu pequeño reino.
En tu infantil prepotencia llegas a delirar que tus rezos controlan a Dios, y que éste controlará por ti al cosmos.

La verdad es que vivimos como si Dios fuera un padre vengativo o una entidad sádica a la que le gusta hacer padecer a sus criaturas o directamente no hubiera ninguna divinidad.  Es como si nos tiraran de una patada a este planeta y cayéramos como seres sin recursos ni elecciones, pobrecitos de todo.  Nadie se plantea esto racionalmente; sin embargo, existimos como si así fuera.  La complejidad y la velocidad del mundo de hoy amplifican esta percepción, haciéndonos sentir como hojas en una tormenta. Que tus rezos deben ser respondidos y Dios correrá a satisfacer tus caprichos. Sí, eso es lo que está en ti cuando rezas. Sea al dios que fuera.
Y cuando te pones en el papel de víctima y reclamas que te atiendan, no eres otra cosa que un bebé en un cuerpo viejo. Reclamando atención de tu mamita, para que te dé un poco de calorcito, porque te sientes impotente. Ah, pero con tus llantos, gritos, pataleos pretendes controlar, manipular. Sí, el EGO que te hace creer que tienes un tosco poder, cuando estás decadente y encerrado en tu impotencia.
Fuera de control, por querer dominar en vez de aceptar, dejar fluir, no retener, no padecer por lo que no tiene solución.

Toma el control de lo que puedes controlar, haz tu parte, y deja el resto en manos de quien corresponda.
Reza, pero no pretendas que Dios corra a solucionarte tus dramas o darte tus peticiones como un “rey mago”.
Confía en Dios, pero haz tu parte, da el 100% de lo que puedes dar.
No te concentres en ti y tus problemas. Sí, son tuyos y los ves importantes, como si fueran el centro del universo. Pero son tuyos y no del universo, y en verdad, hasta quizás ni siquiera sean problemas realmente sino solamente ilusiones, evaluaciones incorrectas, momentáneos contratiempos, falta de esfuerzo de tu parte, querer controlar lo que no puedes ni debes controlar. Ah, pero tú los ves como si el mundo te debiera algo, como si la vida fuera injusta, como si los demás no te dieran la atención que te mereces. Y sufres. Cuando puedes estar bien, incluso en el peor momento material.
Hemos oído numerosas historias VERÍDICAS, (no esos cuentitos chapuceros de “santos” (de cualquier credo) que hacen maravillas, pero nunca en la vida real) de gente que hasta en el último momento, de gran tortura física o de otra índole, tuvieron la entereza de llevar una vida de plenitud y trasmitir un legado de nobleza. No suelen ser los quejosos, los que viven en tono de EGO, los que viven de esta manera plena incluso en la antesala de la muerte. Suelen ser los que controlan lo que pueden y el resto deja que fluya. Se acomodan, construyen, elaboran sentido de vida con lo que tienen en su dominio, que suele ser bien poquito, porque somos humanos, limitados, inmensamente impotentes aunque con un enorme potencial.
Te dejo un ejemplo para que comprendas de lo que te estoy hablando: http://es.wikipedia.org/wiki/Randy_Pausch, mira también los videos, son imperdibles.

Ama, que es conocer y conectarte. Ama, aunque conozcas poco, pero conectado.
No creas que amar es estar 100% pendiente, ni diciendo cosas bellas todo el tiempo, ni hacer lo que el otro quiere que hagas.
Conéctate, dentro de lo que puedes. Haz tu parte, y deja fluir el resto.

Es como un cambio de enfoque, pero sobre ti mismo.
No para obligar a que los demás vivan de acuerdo a tus expectativas, sino que tú a las tuyas, a las de tu Yo Auténtico.
Despojándote de las máscaras, aunque preservando aquellas que son apropiadas para representar las diferentes facetas saludables de tu Yo Auténtico.
Conéctate, haz tu parte, no permitas que el deseo de control de deje fuera de control.

Dedicado con cariño a “Roberto”, Belén y Felipe S.

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El noajismo es vida auténtica. Es la plenitud del ser para el noájida. Es la manera más pura y refinada que tiene la persona para desarrollar todo su potencial espiritual. Es el lazo sagrado que combina el cielo con la tierra.
El noajismo no es para encerrarlo en la comunidad de "fieles", sino para compartirlo a través de la vida diaria, con cada acción, en todo momento.
Entiende bien, en la vida cotidiana, haciendo las cosas de cada día, lo que es normal y no extraordinario. No se precisa de reuniones, seminarios, festividades, días de reposo, fechas marcadas en rojo en el calendario, retiros espirituales, nada de eso, sino lo que se hace de manera normal, habitual, lo cotidiano. Sí, también en esas ocasiones es bueno desplegar al máximo tu noajismo, pero no solamente en ellas. De poco vale que te concentres en noajismo en un encuentro especial, en un día de recogimiento con amigos, para luego volver a una existencia superficial, antojadiza, disfrazada de cosas extrañas.

Tampoco es necesario montar un espectáculo, predicar con desenfreno, usar terminología absurda o abstrusa, repetir pasajes bíblicos como un zombi, usar palabras hebreas, recurrir a dichos de rabinos o supuestos rabinos, violentar el tiempo o situación del prójimo. Nada de esto resulta beneficioso a largo plazo. Nada de esto es noajismo, sino una especie de nueva religión que se hace llamar “noajismo”, por lo que resulta en una traición al verdadero noajismo.

Lo que te propongo es que apeles a lo sano y natural, a lo que es corriente, lo sencillo, lo que hace a la relación normal y saludable entre las personas, siguiendo tu forma de ser. Cuando conversas, o cocinas, o estudias, o trabajas, o enseñas, o paseas, o visitas, o comes, o comercias, o haces turismo, o estás con tu pareja o hijos, siempre, con todos, sin angustiarte por “predicar” noajismo, pero sin tampoco dejar de vivir como noájida por lo que otros opinen o pretendan de ti.

Es importante que no te hagas pasar por quien no eres. Sé tú, sin imposturas, sin falsedades, sin ponerte en el rol de un guerrero que pretende ganar batallas o conquistar enemigos, sin engaños, sin presiones o amenazas. Sé tú, armonioso, con tu Yo Auténtico resplandeciendo en cada acto, con cada persona. Siendo de luz, a través de la luz espiritual que habita en tu interior.
Siguiendo el camino del noajismo, que implica el bien, la justicia y la lealtad; sin apelar a manipulación o extorsión, sin mentir, sin machacar insensiblemente.
Por supuesto que sin actuar agresivamente, sin pretender imponer, sin querer convencer a toda costa, sin faltar el respeto (propio y ajeno), sin ser misioneros de esta “buena nueva”. No es con la violencia (en ninguno de sus niveles) el camino que consideramos correcto.

No se debe seguir el estilo de religiones y sectas que son cárceles para sus seguidores, los cuales tienen prohibido el contacto con los de “fuera”. Muy por el contrario, el noajismo es vida, pura vida, para ser compartida RESPETUOSAMENTE con todos, sin importar lo que el prójimo piensa, cree, supone, adora, reverencia, etc. Porque, noajismo no es religión, ni secta, ni persigue a los disidentes, ni trata de tomar hegemonía mundial, ni tiene un clero para mantener económicamente, ni unos ritos para imponer como único mecanismo para obtener la “salvación”.

Así pues, con tu familia, con los amigos, con colegas, con el que viaja a tu lado en el bus, con tu compañero, con el  vecino, con el extraño con el cual entablas una conversación casual, con todos en todo momento. En casa, en la calle, en el trabajo, en la reunión con otros noájidas conscientes, en el estadio, en el centro comercial, en el metro, en el museo, en el parque, en la fila para entrar al cine, en… en todos lados, siempre, porque no estarás predicando “la Palabra”, ni revelando un “Secreto”, ni exponiendo la torpeza del otro porque no conoce/comparte lo que tú consideras verdadero y sagrado. Sino que estarás siendo tú, a plenitud, en paz, unificado, conectado con Dios, contigo, con el prójimo.

Así,  tu conducta será completa, en palabras, en hechos, en gestos, en todo, lo que enseñará tu belleza espiritual, tu claridad, lo que revelará tu luz interna al mundo.
Siendo tú, desplomando el imperio del EGO sobre ti, estando confiado en lo que tu haces es bueno y justo, amando al prójimo como a ti mismo. No precisas de más. No precisas altercados, ni disputas, ni precisas demostrar nada a nadie, ni siquiera auto-convencerte por medio de andar misionerizando entre los demás.
Serás tú viviendo lo que tú eres, un noájida consciente y feliz en tu identidad.

Esa es la manera que considero más efectiva y sagrada para cumplir con tu parte en la tarea de dar a conocer el noajismo, la senda sagrada que Dios diseñó con Amor y Sabiduría para la humanidad.
¿Estás dispuesto a andar este camino?

Sobre el juzgar

El juicio, el juzgar, es una parte esencial de la personalidad humana.
Sin juicio estamos sometidos a las pasiones, a los preconceptos, a las emociones, a las creencias absurdas.
El juicio es indispensable, es una cualidad muy humana.
El juzgar no tiene nada de vicioso, pecaminoso, engañoso, malicioso, siempre y cuando sea hecho correctamente, con la finalidad de encontrar la verdad, para establecer la paz, para equilibrar lo que las acciones u omisiones han desequilibrado. La justicia, y por ende el juicio justo, es uno de los pilares del mundo.
Así nos enseñan los Sabios de la Verdad, por ejemplo cuando expresan: “En virtud de tres principios el mundo perdura; por la justicia, por la verdad y por la paz.“ (Pirkei Avot 1:18).
De hecho, es el propio Divino Autor quien manda a los hijos de Su nación: “Juzgarás a tu prójimo con justicia." (Vaikrá / Levítico 19:15; mitzvá 235 del sefer HaJinuj).
Cada uno tiene el derecho y el deber de llevar una vida ajustada a juicio, ¿cómo? Juzgando al prójimo con justicia. Cooperando para que la sociedad sea justa. Aportando lo que sea necesario para que la justicia reine.
No es rehuyendo el juicio, ni proclamando la falta de competencia para juzgar, o predicando que no se ha de juzgar al prójimo y a uno mismo.
Pero dentro de los parámetros correctos, sin traspasar los límites.

Una de las pautas para no caer en error del juicio injusto es: “trata de juzgar a toda persona meritoriamente” (Avot 1:6).
Luego, como uno no debe erigirse en único juez, mucho menos si es parte del asunto, es que se debe recurrir a las instituciones sociales que funcionan en el establecimiento de la justicia.
La facultad de juzgar en la sociedad recae sobre sus representantes escogidos para tal finalidad, los jueces. Éstos deben cumplir con varios requisitos que fueron estipulados en los códigos legales, para evitar corrupciones, injusticias, errores, etc. La base está en unos pocos versículos de la Torá: "Pondrás jueces y alguaciles para ti en todas las ciudades que el Eterno tu Elokim te da en tus tribus, para que juzguen al pueblo con justo juicio. No tuerzas el derecho; no hagas distinción de personas ni aceptes soborno, porque el soborno ciega los ojos de los sabios y pervierte las palabras de los justos. Justicia, justicia perseguirás, para que vivas y poseas la tierra que el Eterno tu Elokim te da." (Devarim / Deuteronomio 16:18-20).
Los jueces designados son representantes de la sociedad, dependen de ella para cumplir sus tareas. Por tanto, no hay justicia en una sociedad carente de personas justas.

Pero, el prejuicio, el pre-juicio, el juicio que no se basa en fundamentos, que no busca la verdad, que etiqueta y degrada, que oculta la razón y la luz, que se usa como arma de dominación, no debe confundirse con el juicio justo, con el juzgar con prudencia y sabiduría.
El prejuicio es la corrupción, el mal uso, el abuso del pilar de la justicia.

Muchas veces hemos oído a personas confundidas, por lo general adherentes a diversas idolatrías, que tiene como lema “no juzgar”, “no juzgues si no quieres ser juzgado”, o “solo Dios juzga”; sí, muchas veces usan ese recurso cuando no pueden sostener y responder a la mínima visión crítica de sus doctrinas corruptas, de sus acciones extraviadas que se disfrazan de santidad. Entonces se hacen pasar por santos, por divinos mensajeros, por personas que no juzgan, para acto seguido lanzar una sarta de prejuicios, agresiones verbales, falsedades, y provocaciones prejuiciosas.

Sabemos que todas las agresiones parten del mismo núcleo, del EGO que toma el control de la persona.
Entonces, cuando desviamos nuestra capacidad de juzgar para convertirlo en un arma de agresión, en un método impuro de dominación, en un mecanismo de extorsión, estamos actuando bajo el manto oscuro del EGO y no a través del manto luminoso del AMOR.

Suele ocurrir que los que prejuzgan se sienten juzgados, que son amenazados, presionados, tenidos bajo el ojo criticón y poco amable de un amo. También es probable que en su infancia hayan sido sometidos a juicios severos, a amargos castigos, a palabras injuriantes de parte de aquellos que debieran amarlos por encima de cualquier circunstancia.
Puede ser que hayas sido invisible para tus padres, o que solo te vieran para criticarte o mandarte. A veces, absolutamente invisible.
Como sea, no recibiste el AMOR que precisabas, mientras crecías crecía en ti el odio, el resentimiento, la violencia, la amargura, la necesidad de ser amado, la duda de no saber por qué no eras querido y cuidado, crecía en ti el EGO.

¿A quién lastimas cuando cargas con la mochila del rencor?
¿A quién dañas cuando sigues con el resentimiento?
¿A quién enfermas cuando te la pasas juzgando sin encontrar méritos favorables?
¿Con quién estás enojado cuando te enojas?

Esperar a que el otro sea perfecto para respetarlo, que sea como queremos para amarlo, que nos brinde lo que queremos para aprobarlo, es propio de la infantilidad del EGO. Es otra forma de rechazar la vida y abrazar la muerte. Es otra manera de ser infeliz, cargado con oscuridad, encerrado en tu celdita mental.

Recuerda que tú, al igual que el otro, en el interior llevas/eres una luz pura, una esencia divina, un espíritu intachable. El Yo Esencial de cada uno es bello, bueno, noble, amable, digno. El tuyo y el del prójimo. Solo que nos revestimos con disfraces, con antifaces, con caricaturas del Yo Vivido. Eso nos hace actuar con malicia, con pobreza moral, con resentimiento, con rencor, con falta de solidaridad, con EGO.
Si dejamos de lado el juicio inútil, la excusa para el odio y el alejamiento, entonces podremos llevar una mejor vida.
Perdonar, sin dejar de lado el recurso de la justicia institucional.
Pedir perdón, como parte de un proceso de auténtico arrepentimiento.
Dejar fluir lo que no es posible, ni dable, controlar.
Dar menos importancia al EGO para que reine el AMOR.

Suena muy ilusorio, muy romántico y poco práctico y practicable en el mundo.
Pero es posible, de a poco, paso a paso. Ir soltando el dolor, juzgar  menos y comprender más, perdonar más sin por ello obstaculizar el trabajo de la justicia, reclamar menos, criticar amargamente menos, apreciar más lo bueno (oculto o manifiesto).

El poder de la palabra

Puede ser que algún día despiertes tu conciencia espiritual y reconozcas cómo has estado sometido a esclavitud del EGO.

Hay gente que tiene un fugaz despertar, por uno o dos segundos un rayo de claridad atraviesa su mente y corazón, se ve por primera vez en el espejo, y al rato regresa a la celdita mental, pequeñita, oscura, maloliente, plagada de fantasmas y fantasías.

Otros amenazan con despertar, dan todos los indicios externos, hacen todos los gestos y muecas, repiten las palabras que suenan a las dichas por alguien que ha adquirido conciencia, pero no es más que otro disfraz, otra impostura más del Yo Vivido que se hace pasar por el Yo Auténtico.

Están los que ciertamente van despertando de a poco, en un proceso paulatino, como un lento amanecer que va corriendo los velos de la noche para dejar paso al esplendor perdurable de la iluminación. Hay momentos de confusión, de caos, de dudas, de retrocesos –aparentes-. Está con un pie aquí y el otro allí. Por ahí tropieza y se le viene de pronto la noche sin haber podido gozar del esplendor del mediodía, a pleno de su identidad espiritual. Por ahí logra despojarse de los harapos que le impiden consubstanciar su neshamá con su nefesh y su guf.

Los hay que despiertan de un día para el otro, como por milagro, algo se quiebra, un suceso maravilloso rompe las cadenas, entonces se incorpora el esclavo y goza de su libertad. No precisa de atavíos ni ropajes ajenos, no anda husmeando lo que no le corresponde, es feliz con su porción y goza a pleno de lo permitido. Pero, por ser tan inesperado el evento, como sin preparación previa, están en riesgo de que de un instante al otro se nuble su cielo espléndido y la tormenta afee su virtud.

Están los que se aferran como náufragos desesperados al maderito que les hace sentir a salvo, se quedan atrapados a su EGO, sin darse cuenta de que no existe tal catástrofe, que es todo delirio inventado por su temor, manipulado por su EGO.

Todos cargamos con el EGO, con nuestras virtudes y defectos.

Aquel que despierta se va dando cuenta, más pronto o más tarde, de los insultos, maldiciones, palabras soeces, términos denigrantes, quejas absurdas, ofensas ridículas, agresiones gratuitas, violencia, gritos, intentos de manipulación, echar culpas, lloriqueos, hacer sentir la impotencia a otro, pensamientos de adversidad expresados en alta voz, orgullo viciado de egocentrismo, falsa modestia, entre otras trampas del EGO  que verbalizaba/expresaba a diario, quizás con demasiada frecuencia.
Como una armadura que parece proteger del peligro externo, pero que inmoviliza por dentro.
Como una muralla en torno a la ciudad, que hace sentir seguridad, pero prohíbe la expansión positiva y la comunicación auténtica.
El que grita, insulta, rebaja a alguno, comparte chismes innecesarios, emplea la palabra como un arma agresora, no es fuerte, sino todo lo contrario. Ciertamente que puede ser peligroso y dañino, pero no poderoso.

Si tú estás despierto, o en proceso de despertar, o quieres hacerlo, o tal vez lo hiciste pero regresaste a la mazmorra, o te interesa esta propuesta, te propongo que lleves un pequeño estudio, de unos días, a lo sumo una semana, de las palabras, gestos, tonos de voz, que usas. Quizás te sorprendas al ver tu grado de esclavitud al EGO que expresas con lo que dices y lo que callas.
Y si quieres cambiar, o aportar al cambio, o fortalecer tu cambio, entonces escucha lo que dices, mejor aún escucha lo que estás a punto de expresar. Y si por una de esas cosas vas a emitir algo propio del EGO, di otra cosa. Tal vez su contrario. O tal vez algo positivo, que te vivifique, que dé ánimos a tu prójimo, que dignifique en lugar de violente.
Por supuesto que no habrás de faltar a la verdad, pero tampoco estás obligado a decir todo lo que se te ocurra y no sea de construcción de Shalom.
Recuerda: Comunicación Auténtica.

Si haces el análisis de tus expresiones y quieres compartirlo con nosotros, muchas gracias.
Si haces algún cambio en tu expresividad y quieres contarnos, muchas gracias.

Lo importante es que te sirva para llevar una vida mejor, de bendición y bendita.