Estimado profesor Ribco:
Este es un comentario, seguido por la solicitud de su opinión, por lo que no estoy seguro de si éste es el canal apropiado para presentarlo, en todo caso aquí va:
Recientemente, una conclusión asombrosa y al mismo tiempo simple, me sorprendió al reflexionar sobre los sacrificios y las fechas del calendario judío.
Cada sacrificio requería un animal sin defectos. Durante algunas fechas, en cada día podían darse unos 30 sacrificios de novillos, macho cabríos y corderos, todos cuidadosamente seleccionados. Esto hace unos 210 animales propicios en una semana.
Me pregunté cómo hacían para obtener tanto ganado en condiciones físicas apropiadas, y la respuesta lógica es: tenían que tener un sistema agroalimentario regido por altísimos estándares de calidad, tanto para los animales como para los vegetales utilizados para la alimentación de éstos.
Entonces, por lógica, tenían una ganadería y unos cultivos de calidad que constituían la prosperidad del pueblo.
Conclusión sorprendente!: Con el objetivo de mantener el estándar requerido para las ofrendas a D-s, el pueblo se comprometía con un sistema de trabajo que necesariamente generaba riqueza y prosperidad. Así, sin magia ni milagros, el servicio honesto y comprometido a D-s, obliga a un trabajo cuidadoso que eleva la calidad de vida de las personas. Lo interesante es que se invierte el paradigma al cual uno está acostumbrado: las religiones con su pensamiento mágico: llevan a esperar el milagro que genere el bienestar con la prosperidad incluída… mientras que el pueblo Judío, usaba la vía contraria, creaba prosperidad y un éxito diferenciado de los otros pueblos, casi «accidentalmente» al tratar de mantener los estándares en el camino hacia el servicio a D-s.
¿Es correcta esta apreciación?
Muchas gracias por su opinión.
Un saludo cordial.
Gerardo Lacouture.
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