Archivo de la etiqueta: Salud

¿Vamos a sentirnos mejor?

¿Vamos a sentirnos mejor?
Si quieres, puedes.
Veamos unas herramientas para uso diario.

1- Comienza el día agradeciendo y luego no dejes pasar oportunidad para reconocer lo que tienes y dar gracias por ello.
Si hoy tienes arroz para comer, ¡qué bueno que así sea! Quizás mañana puedas haber conseguido pollo también. Pero, si por lo que crees te falta dejas de disfrutar lo que tienes aquí y ahora, es dudoso que puedas sentirte bien.

2- Haz alguna cosa favorable por otra persona sin querer ni esperar nada, absolutamente nada, a cambio.

3- Hazte un tiempo para conversar con el Eterno. No precisas de rituales, ni templos, ni complicadas fórmulas, ni posturas corporales particulares, sino simplemente abrirte a ese encuentro. Mira tu interior y desde allí vislumbra lo que hay para agradecer, alaba a tu Padre y Rey y si deseas, también puedes pedirle.

4- Nutre adecuadamente tu cuerpo. Consulta con tu médico.

5- Realiza ejercicios apropiados para ti. Consulta antes también con tu médico.

6- Trabaja, sea en una actividad económicamente rentable y/o en un pasatiempo.

7- Dedica un tiempo fijo para estudiar. Que no pase un día sin al menos una lectura interesante, un análisis, o lo que fuera que provea alas a tu imaginación y músculos a tu conocimiento.

8- Controla solamente aquello que realmente puedes controlar y no quieras dominar lo que está fuera de tu alcance.

9- Acepta los hechos y los sentimientos, no los niegues ni los ocultes, simplemente reconócelos, admite su existencia y presencia, y lo que no puede ser modificado o mejorado déjalo que fluya.

10- Haz tu parte, la que te corresponde y no pretendas excederte en la misma ni tomar sobre sí cargas que no te pertenecen y te lastiman.

11- La tarea que estás haciendo en este momento es la única que importa ahora. Enfócate en ella y no desperdicies tus energías por vivir fuera de foco.

12- Lleva una lista de las asignaturas que debes realizar, una agenda, así podrás estar mejor concentrado en cada tarea en su tiempo oportuno.

13- Disfruta de lo que tienes permitido.

14- Aléjate de lo prohibido y de aquello que te lleva allí.

15- Intenta encontrar el lado positivo de las cosas y las personas, sin por ello caer en ingenuidad o misericordia injusta hacia quien lo aprovechará para seguir dañando.

16- Trata de no reaccionar con llanto, grito, pataleo o desconexión de la realidad (y/o sus correspondientes derivados) cuando te sientas –o estés- en impotencia.

17- Emplea la Comunicación Auténtica.

18- No vivas buscando la aprobación de los demás, estarás siempre exhausto y con mal ánimo.

19- No inventes excusas para disculpar faltas y fracasos. No eches culpas. No te angusties por lo que no pudiste hacer. No te ahogues en vasitos de agua.

20- Que tus acciones, pensamientos, palabras, procuren construir shalom todo el tiempo, por medio del balance entre la bondad y la justicia.

21- La energía que malgastas en quejas podrías destinarla a mejorar tu existencia.

22- Recorre el camino de la TESHUVÁ y perdona a quien lo ha recorrido.

23- Quita el rencor y el deseo de venganza de tu corazón.

24- Ejercita tu sentido del buen humor.

25- Cuídate, respétate, ámate.

26- El miedo es parte de la vida, por lo general al servicio del EGO. Aprende a trabajar para no esclavizarte ni a uno ni a otro.

27- La mejor manera de ser amado es amar sin esperar compensaciones.

28- No busques la perfección, no existe.

29- Resuelve las dificultades de a una por vez.

30- Realiza un balance de los hechos del día antes de ir a dormir.

31- Deja escrita una lista de tareas para mañana y despeja tu mente para que tu descanso sea reparador.

32- Recuerda hacer sentir tu aprecio a quienes son importantes para ti.

33- A veces tropezarás y te caerás y te dolerá, ¿y eso qué? No es el final de la carrera, solo una parte de la misma.

Mensaje para quienes acaban de terminar una relación

upload-in-fb-broken-heart De todos los errores que cometemos en la vida siempre habrá algo que aprendamos. Comparto dos historias concomitantes, de dos personas distintas pero unidas por una misma situación, el amor, pero nótese que este término de amor trasciende el amor novelesco o peliculesco de Hollywood para centrarse en un amor puro, que da sin esperar nada a cambio. Debido a las situaciones que estas dos personas experimentaron es que procedo a compartir lo que he aprendido de esta jornada en particular.

El verdadero amor es instantáneo pero se forma con el tiempo. Pareciera ser una contradicción verdad? Pues en realidad no lo es. Porque el amor es hacer algo por otra persona sin esperar nada a cambio lo cual bien podría darse en la primera cita o después de 20 años. A diferencia del enamoramiento, el amor es puro y directo, el enamoramiento es una enajenación mental que no obstante que es un sentimiento muy bello, tiene una etapa de locura que los italianos le llaman pazzia (se pronuncia pazzía) y que tiene que ver con ese sentimiento incontrolable que sentimos en nuestro corazón.
A diferencia de la deontología que pregona que no debemos hacerle a otro lo que esa persona no querría que le hicieran, el sinalagma que representa la regla dorada, es decir, no hacerle a otro lo que no querríamos que nos hicieran a nosotros, pone de manifiesto el hecho que cuando se trata de cuestiones en el amor, se da sin esperar nada a cambio y si la otra persona hace lo mismo y ambos lo hacen de corazón, la relación se enriquece.

En el mundo profesional del Derecho, sobre todo en la rama del Derecho de familia, se puede ver todos los días por qué las parejas se divorcian debido a que se dejaron llevar por diferentes motivos; enamoramiento desconectado de la realidad, codependencia emocional y física, búsqueda de la seguridad económica, embarazos no planeados, etc.

Por eso no sorprende ver la gran cantidad de divorcios que se dan día tras día. Hay quienes se entregan a las relaciones sin esperar nada a cambio y siguen así por mucho tiempo o inclusive toda la vida. Quizás ahora que lees estas líneas recuerdes alguna vez cuando fuiste utilizado o utilizaste a alguien; esa persona a la que le hiciste creer que la amabas pero no era cierto, porque probablemente estabas con ella por alguna de las razones que antes te mencioné pero en realidad no era tu intención permanecer con ella.

En el “amor” afloran las manifestaciones del EGO. Nótese que utilizo el término “amor” con recelo porque en realidad deberíamos llamarle relaciones interpersonales emocionales de pareja, donde una persona puede aferrarse a otra por un sentimiento de soledad; sabe que no le aman, que está siendo utilizada y aun así decide seguir en una relación enfermiza, porque su EGO le recrimina y la soledad le aterra. Se conforma con migajas, con palabras de aliento que el otro hábilmente utiliza para manipularle y que no busque otra persona que realmente le haga feliz cuando la utilizada da señales de estar a punto de marcharse; le hace promesas de castillos azules en el cielo que nunca se concretan; le habla de nuevos países a visitar y lunas de miel que no llegan, pero la persona sigue aferrada a ese otro ser sin importarle que se está destruyendo a sí misma.

Oh sí, prefiere sufrir por un sueño que se ha convertido en una pesadilla en vez de afrontar la realidad y de buscar otros horizontes. Se le olvida que la caridad comienza por uno mismo y que luego van los demás, porque quien no se da caridad a sí mismo menos podrá dársela a otros y no hay peor daño que el que uno se hace a sí mismo. Quizás recuerdes una experiencia propia o quizás fuiste tú mismo quien lo sufrió.

El manipulador guiado por su EGO es sagaz y sabe cómo utilizar las diferentes herramientas. Te culpa de sus fracasos, te utiliza, cuando ve que te vas a marchar te vuelve a repetir las promesas vacías que otrora dijera para volverte a endulzar con sus cantos de sirena y tú regresas a ese cántico para luego hundirte en el mar.

El verdadero amor de pareja es recíproco y da sin esperar nada a cambio, pero es lo suficientemente inteligente y consciente de saber que el hecho de no esperar nada a cambio no significa que deba de quedarse estancado en donde no se aprecian sus esfuerzos. No se trata de demandar y pegar gritos como un salvaje para que reconozcan lo que damos, pero tampoco se trata de entregarse por completo, a cambio de nuestra sanidad y juicio sin recibir una cuota recíproca, y es que como a bien se ha tenido de mencionar por la sagrada Torá de Dios entregada al pueblo judío, cuando el hombre y la mujer se unen se convierten en uno, por lo que la relación debe de ser sagrada.

Quien controla su EGO y da verdadero amor, no reprocha ni recrimina a pesar de las vejaciones de su consorte, pero es lo suficientemente discerniente para saber que no debe toledar esas vejaciones y que una cosa es amar sin recriminar y otra es dejar que le maltraten. No se trata de llorar por quien no nos ama, si no nos aman no nos queda otra más que partir, pero mucho cuidado con los cantos de sirena y los falsos “te amo” que pueden significar otras cosas donde hay parejas que no están por amor sino por amortización de sus deudas.

El verdadero amor implica una unión y la solidaridad es unión, por ende, cuando una persona realmente ama a otra, sabe darle su espacio, le permite ser un individuo y no deja que su EGO gobierne con celos excesivos o con deseos de posesión o de superioridad. De igual forma recuerda que una acción dice mucho más que una palabra y que se ama no por decir te amo, sino por acciones que demuestren ese amor.

Si estás pasando por una ruptura te quiero decir que no estás solo y que hay muchos en la misma situación que tú. Haz un examen de consciencia para ver si realmente amaste y si fue así entonces no te preocupes que ya vendrá quien si te aprecie y no te utilice. Dentro de ese examen analiza que no te hayas dañado por hacer algo por otra persona sin esperar nada a cambio, pues recuerda que para que te amen te debes amar a ti mismo.

Por último, si hiciste todo esto y aun así no funcionó, no te culpes, todos cometemos errores y pasamos por circunstancias que no entendemos, pero siempre hay una luz al final del túnel. Trata también, para tu próximo encuentro con tu nueva pareja, de buscar alguien similar a ti, porque en el tema del amor los iguales sí se atraen y hay muchas más cosas que compartir, asegúrate especialmente que tenga una forma de pensar parecida a la tuya y que sus creencias sean como las tuyas. Esto te evitará mucho dolor y a la vez tendrás un gran avance, porque una relación ausente de idolatría y de egolatría tiene muchas más probabilidades de sobrevivir que una que sí esté plagada de estas enfermedades.

Tohu vavohu (Bereshit/Génesis 1:2)

Tal vez tú seas de esos, o alguien quien tú conoces lo sea, que guardan cosas y más cosas y añade esa otro elemento al desorden.
A veces con la excusa que probablemente lo usarán o servirá para algo.
Otra porque dicen que tiene algún valor, sentimental, material o vaya uno a saber cuál.
O sencillamente, acumulan entre las otras mugres acumuladas (valiosas o no).

Forman el desorden y la desprolijidad, objetos, pilas y montones de cosas, aunque podría parecer difícil distinguir y asegurar dónde empieza una y termina la otra.
La mezcolanza se extiende y conquista, invade, se mueve a su propio ritmo, como si de una macabra criatura extraterrestre que devora todo a su paso se tratara.

Su imperio puede abarcar toda la casa, o determinadas habitaciones, o solo el ropero, o la mesa de trabajo, o un rincón; pero allí donde se asienta es que comanda el caos.
¿Es casual el lugar?

Pero no solo el espacio, también el tiempo.
Son ocasiones para disgustos, enfados, polémicas, rupturas, heridas, en fin, mucho más jaleo que se extiende a otros planos de la existencia.
Sea porque hay familiares que se entrometen a toquetear o tratar de poner cierto orden; o porque alguno se llevó algo sin permiso; o porque alguno está harto de vivir en una porqueriza; o porque alguien rompió algo de toda esa inmundicia; o porque el hedor es insoportable que acuden los servicios municipales a detectar la fuga de gas; o por… ese caos genera más caos, si es posible esto…

Aunque se prometa hacer limpieza y emprolijar, al ratito nuevamente la maraña de cosas impide discernir qué hay, qué se perdió, que nunca estuvo, etc.
Por más que el padre/madre, el jefe, el cónyuge, uno mismo demande aclarar el alboroto, éste se perpetua como si no tuviera principio ni fin.
O, uno dice estar a gusto en su chiquero y que nadie se entrometa, ¡ni uno mismo!

¡Vamos! ¡No me digas que no eres tú el de este retrato, o tienes a un familiar/amigo que recuerdas en este momento!

Pero, ¡cuidado!
Hay ciertos desordenes que tienen su sistema, en donde el autor conoce al dedillo su funcionamiento y no ampara el caos, sino un modo alternativo de relacionarse con las cosas.
Sin embargo, no usemos esto como excusa, la mayoría no somos de esos desordenados prolijos…

Ese bullicio, ruidoso o no, puede estar dentro de tu cabeza también (o solo allí y no fuera; o solo fuera y no allí).
Dudas exasperantes, que debilitan, que confunden, que no sirven para hacer luz ni dar entendimiento.
Certezas que se levantan, unas tras otra, en cualquier sitio, ocupando el lugar de los pensamientos.
Elementos que se añaden y agregan sin orquestación, sin fundamento, sin provecho, hasta dejar todo hecho un lío.
Proyectos, anhelos, sueños, temores, angustias, promesas, pactos, oraciones, sentencias, todo mezclado y un día te das cuenta, o ya ni puedes, que estás embarullado al punto tal que nada guarda relación, proporción, sentido.
¿Te resuena?

Al mismo tiempo, multitud de energía se bloquea debido a esta vorágine. Sea porque oculta algo, porque se malgasta en mantener algo oculto, porque se pierden cosas que luego se desespera para encontrarlas, porque hay controversias, porque uno quiere disfrutar un momento de calma y lucidez pero no puede entre tanto jaleo interno/externo.
Pero además, ¡no es casualidad que ese orden esté presente!
Aquello que lo motivo suele ser algo poco amistoso para el desarrollo del ser y el entorno.
Hay algo que estorba, que paraliza, que bloquea y no permite disfrutar, ser feliz, salir a la vida y gozar de lo bueno que hay en ella.

Lo antiguo se enmohece, se apila, se acumula. Lo nuevo parece viejo.
Lo necesario, ¿dónde está?
Trozos rotos, partes a reparar, cosas verdaderamente inservibles, promesas de ser provechosas, objetos valiosos, aquello que resultaría imprescindible, montones de cosas inclasificables, o simplemente tu escritorio repleto de papeles, útiles de escritura, libros, migajas, tacitas, cables, por allí asoma el monitor, en un costado aún respira el mouse con el que estás moviendo esta página para leerla… ¿qué más?
¿Tal vez todas esas cosas, o algunas, o una, tenga un sentido especial que al ser revelado permitiera resolver el intríngulis?
¿Quizás si se analizara el desorden se descubrirían temores, impotencias, oscuros motivos que se dibujan en esa confusión?
No sé, o no quiero contarte ahora, no sé… es tan confuso… ¡todo un desorden!
Y así, con aquello que debiera solucionarse pero queda atrapado en esa especie de telaraña que uno teje a ciegas, dentro y fuera de sí mismo.
Cosas inconclusas, mal acabadas, sin reparar, fracasos, promesas sin cumplir, cumplimientos que no fueron prometidos, esperanzas huecas (como todas ellas), fe en imposibles, inseguridades, la firmeza del fanático, abarcar mucho para apretar poco, desorganización en el tiempo, un estilo de vida veloz y agitado, el pasado monumental… tantas cosas hablan con la voz rugiente y poco amigable del caos.

Si tienes algo para acumular a este post, ¡bienvenido sea!
¿Bienvenido?

Enfermedad sefirótica

Cuando las sefirot personales están en balance, ejerciendo su función correctamente, energizadas, en armonía consigo mismas y entre ellas, podemos decir que la persona goza de salud.
No es cuestión de mística, creencias supersticiosas, hocus pocus, o similares, sencillamente estar en equilibrio dinámico es uno de los sinónimos de salud. Como vimos en varias oportunidades, cada uno de los cinco planos del ser humano en sí y entre ellos, porque cuando se trastorna el equilibrio de uno, necesariamente el sistema completo está descolocado, es decir, enfermo.

El EGO, Ietzer haRá o como prefieras denominarlo, emplea sus recursos limitados para dejarnos en impotencia. Una de las estrategias es provocar un exceso en algunas de nuestras esferas de manifestación de la personalidad.

Veremos rápidamente algunas de estas exageraciones y el estado morboso que pueden provocar, (como comprenderás, al ser un veloz repaso obviamente no compartiremos más que un granito de arena de una gran playa).

  1. Sumar reglas que limitan a la persona, a la sociedad, como por ejemplo las llamadas jumrot, y que generan un ánimo excesivamente temeroso del castigo, concentrado abusivamente de la opinión de hombres, o ansioso por complacer a un líder religioso determinado o una cúpula o camarilla eclesial.
    Es cuando se exagera en el plano espiritual, subvirtiéndolo para transformarlo en mera religión, la cual es falsa espiritualidad, un producto del EGO.
    La corona de LUZ pasa a ser un casquete de payaso o un bonete de inquisidor o uno de torturado por la religión opresiva.
  2. Sumergirse en el estudio sin ser capaz de cultivar otros planos de existencia, manifestando una ausencia en el resto de lo que conforma al ser humano.
    Es apariencia de intensidad intelectual, es miedo camuflado como de sed de aprender en libros y de repetir palabras de otros, a los que se reverencia como sabios, lo sean o no.
    Entonces, la persona se enclaustra en su torre de marfil, detrás de sus hojas, a memorizar, a repetir lemas, a enajenar su pensamiento para permanecer absorto, sin real presencia.
    Lo que pudiera ser conocimiento empleado para el bienestar, es solamente una pesada cadena de ideas, palabras, rumiaciones y rumores. No se produce, no se cultiva, no se elabora, no se avanza, no se experimenta, para amurallarse tras supuesta sabiduría. Quizás lo fuera, en su justa medida.
  3. El ojo crítico se emplea para agredir, como lacerante punzón, que atraviesa sin piedad y sin respeto.
    La pregunta no se utiliza para provocar el pensamiento ni permitir aflorar la verdad, sino como instrumento de sometimiento, para la burla, para silenciar la oposición.
    La agudeza destructiva, que encuentra hasta pequeños resquicios para introducirse y ejercer presión hasta quebrar la oposición, así somete a sentimiento de impotencia para que reine el EGO.
     
  4. ¿Cómo puede usarse el ingenio, la creatividad, para embotar a la persona, para dejarlo en estado de impotencia?
    Tal vez, ¿generando dudas obsesivamente? ¿Inventando mil excusas para no realizar lo necesario? ¿Ideando planes que seguramente terminarán en sufrimiento? ¿Usando de la propia capacidad intelectual para abusar del que quizás está menos favorecido?
    Sí, hasta el humor y la genialidad en las manos del EGO sirven para atormentar a quien lo posee y a quien es víctima.
  5. Cuando uno se excede en favores a otros, puede terminar vaciándose, agotándose, cansándose, para dejar de lado el bien y pasarse a la queja, la reprimenda, la desazón, la envidia, el agotamiento, la depresión.
    Pero, también está el factor que oprime al otro, porque de tanta generosidad mal aplicada, se apabulla al receptor, no se le deja crecer por sí mismo, no se le posibilita que madure y fortalezca, se le somete a la vergüenza de ser un perpetuo receptor y no un socio activo de la creación.
    Sí, sin dudas, la bondad fuera de cauce es como la lluvia torrencial que ya no es portadora de bendiciones sino que lleva a inundaciones, pérdida de cosechas, amargura por doquier.
  6. El afán obsesivo por la justicia puede llevar a la dureza, a la falta de misericordia, a tener siempre un motivo para castigar sin aliviar en nada la soga alrededor del cuello del pecador.
    Al no existir la perfección, la estricta y severa justicia no pierde oportunidad para manifestar su juicio y ejecutar su sentencia.
  7. Al pretender la igualdad en extremo, se deja de ver las naturales y normales diferencias de cada uno. El igualar con rasero no sirve para repartir con equidad, sino para diluir los recursos de manera ineficiente y preservar en la injusticia.
    También, a veces es necesario que la persona disfrute de su soledad, sin tener que estar pendiente de compartir su tiempo con otros. Todos juntos todo el tiempo no es saludable, tal como solo todo el tiempo tampoco lo es.
  8. De tanto querer controlar, uno puede pretender controlar lo que no se puede ni debe controlar, lo que termina en derrota, dolor, impotencia.
    También, al mantenerse inamovible en sus principios de manera excesiva, no es sinónimo de firmeza noble, sino de mera terquedad e incapacidad de flexibilidad.
  9. Cuando se confunde el concepto de humildad y se lo lleva a un extremo de total aceptación de todo, se termina por admitir lo inadmisible, lo que lleva a ser cruel con el inocente y permisivo con el culpable.
    La humildad no significa comportarse como un saco de boxeo, ni se debe aceptar el maltrato como “un regalo del cielo”, pues ese exceso de receptividad es otra estrategia de EGO para mantener a la persona bajo su primado.
  10. El exceso de optimismo es mantenerse en un mundo de fantasías, de falsa fuerza mística, de supuestos universos orquestados para satisfacer al soñador.
  11. Dedicarse a la acción sin sopesarla, sin balancearla, sin tomarse un tiempo para el descanso, ¿es saludable?

¿Te reconoces en alguna de las imágenes que he bosquejado?
¿Tienes algunas sefirot para perfeccionar por estar excedido en ellas?
¿Qué te queda pendiente para disfrutar de la bendición que constantemente cae del cielo para ti?
¿Puedes compartir algún otro ejemplo de excesos de cosas positivas que por ello se convierten en antagónicos a la salud?

Sembrar y fortalecer la autoestima correcta

Hemos estado viendo acerca de cómo la creencia pauta el modo de actuar.
Si creemos que somos unos fracasados, difícilmente gozaremos de éxitos.
Si consideramos que la vida es un valle de lágrimas y que el gozo es pecado, dudosamente tendremos momentos de dicha.
Si tenemos la idea de que no merecemos el cariño o respeto de la gente, estaremos solos o abatidos por el ánimo humillado.
Si nos sabemos hijos de Dios y conocemos nuestro sendero, nos disponemos a disfrutar de lo bueno que está a nuestro alcance.
Si en nuestro corazón es firme la idea de que es bueno controlar lo que podemos controlar, al resto lo dejamos fluir, entonces no nos empecinaremos en ser dominantes o en creernos en constante estado de impotencia.
Sí, nuestra manera de percibir e interpretar al mundo establece nuestras conductas; y nuestras conductas también pueden influir en modificar (favorablemente o no) nuestro sistema de creencias o los esquemas de pensamiento (dependiendo nuestro grado de desarrollo).

Así como tenemos creencias sobre el mundo externo y lo percibimos/interpretamos para luego actuar de acuerdo a ello, también ocurre con nuestro mundo interno, con lo que pasa en nosotros y lo que consideramos que somos.
La autoestima es la manera en que nos nos evaluamos a nosotros mismos.
La evaluación adecuada, que tiene en cuenta los defectos y virtudes, hace que también podamos evaluar correctamente los sucesos, por tanto actuar de manera positiva.
La evaluación errónea, desvirtúa nuestra auto imagen, nos conduce necesariamente hacia el fracaso, porque equivocamos las respuestas así como las preguntas.
Veamos ahora un breve pantallazo de cómo sembrar y fortalecer la autoestima correcta (son temas que ya hemos trabajado en varias oportunidades, si quieres buscar encontrarás mucha más información a tu disposición). 
Implantemos semillas de vida y éxito, pensamientos saludables, profecías que se autocumplirán para bien y bendición.

  1. Aceptarte.
    Verte, admitir que eres tú, con tus defectos y virtudes, con lo que te gusta y lo que no.
    Si reniegas de algún aspecto y te lo ocultas de ti mismo, éste no desaparecerá ni serás más feliz.
    Mejor admitir aquello que está, para reforzar lo positivo, modificar lo que es mejor rectificar, extirpar lo pernicioso y asumir lo que no tiene cambio.
    Esta es la verdadera humildad.
  2. Agradece.
    Mira qué tienes para agradecer, no pienses solamente en cosas materiales, ni en aquello que sea “grande”, descubre aquello que estás dejando de apreciar por enfocarte en lo que no tienes o crees que te falta.
    Agradece.
  3. Aquí y ahora.
    Desgastarte con sentimientos de culpa, no tiene sentido.
    Angustiarte por lo que no existe, no sirve para nada.
    Vive el momento presente a plenitud.
    Si hay asuntos que debes corregir del pasado, hazlo.
    Si hay aspectos para permitir un posible mejor futuro, dedícate.
    Pero centrado complemente en este tiempo, en este lugar.
    Tienes una energía limitada, unos recursos que no son infinitos, si los malgastas en quejas, rencores, venganza, culpas, miedos, ansiedad, no estás invirtiendo para una vida exitosa ni feliz.
  4. Lista tus tres mayores éxitos.
    Haz una lista con los que consideras tus tres mayores éxitos en tu vida.
    Ordénalos del más al menos valioso para ti.
    Reconoce cómo pudiste alcanzar las metas, llegar al triunfo.
    Visualiza qué te ayudó a lograrlo.
    Determina qué herramientas tienes actualmente para ser una persona exitosa y que se deleita con lo bueno que ya tiene.
    Probablemente descubrirás que tienes más de tres para incluir en el listado y no sabrás cuáles dejar fuera. Está bien que así sea.
  5. Lista tus tres mayores fracasos.
    Ordénalos del peor al menos malo.
    Trata de recordar (o supón) cuáles eran tus creencias que te condujeron a esa frustración.
    Evalúa cuáles hubieran sido las ideas que te hubieran beneficiado en lugar de hacerte caer. 
    Distingue qué es lo que hubieras preferido escoger y cómo harías ahora si estuvieras en similar situación.
    No te quedes atrapado por el recuerdo del fracaso, reconócelo y úsalo como ejemplo para no volver a repetir los patrones de pensamiento/conducta negativos.
  6. Tu parte.
    Ve aquello que tú puedes controlar y hazlo.
    No pretendas controlar lo que no puedes controlar.
    No esperes que otros hagan tu parte.
    No digas: “mi jefe debe escucharme”, mejor propón: “voy a diseñar alguna estrategia para comunicarme con mi jefe”. Tú harás tu parte, lo mejor que puedes. Depende del otro que él haga la suya propia. Si el otro no lo consigue, tú puedes expresar tu estado, tu sentir, pero no imponer, ni asumir que es parte de un destino marcado que te lleva al fracaso.
    Estudia, aprende, dialoga, coopera, pide consejo, aconseja, lo que sea necesario para hacer tu parte.
  7. Realiza.
    Propón metas y alcánzalas.
    Una buena estrategia es dividir las tareas en pequeños segmentos, con metas parciales a alcanzar.
    Entonces, si quieres correr 10km y apenas si te mueves, difícilmente lo logres, deberás entrenarte. Y si consigues correr esa distancia al primer intento, probablemente termines lesionado.
    Por tanto, diseña tu plan, entrénate, se constante, se paciente, se firme en tu flexibilidad, y muévete de a un éxito parcial por vez. Querer abarcar todo partiendo de nada, es imposible.
    Pequeños logros van motivando positivamente, y van aproximando la meta final.
    No dejes de observar tu entorno, evaluar el trecho recorrido, y no te angusties por lo que todavía falta, sigue andando, entrénate haciendo.
  8. Social.
    Deja de buscar el contacto con las personas que resultan tóxicas para ti en este momento, si puedes evitarlas.
    Acércate a los que te ofrecen respeto, admisión, cariño, una mano amiga, crítica positiva.
  9. Comparte.
    Ser solidario es una manera excelente de fortalecer la autoestima positiva.
    Haz por otro de manera generosa, sin esperar nada a cambio. Por supuesto, todo dentro de sus límites. No puedes dedicar el 100% de tus recursos a otros, ni todo tu tiempo, ni dejar de percibir salario o lo que te corresponde para ti y el sostén de los tuyos.
    Pero, hay cosas que puedes dar y hacer por otros de manera desinteresada. Que sea de lo mejor de tu cosecha, no las sobras o los restos.
    Cuando tú das, misteriosamente tú recibes (y por lo general más de lo que has dado).
  10. Disfruta de lo permitido en tanto te alejas de lo prohibido.
    No tienes porqué dar excusas si estás deleitándote con algo, ni si estás de vacaciones, o te ganaste la lotería. Tienes derecho al placer en tanto sea permitido.
    Pero, que la el placer no se convierta en indulgencia, luego en pereza, luego en impotencia.
  11. Firme flexibilidad.
    Está bien ser firme, mantener los principios, ser un idealista. Pero, la flexibilidad es una manifestación de la salud.
    Se puede ser coherente manteniendo una actitud de firme flexibilidad. ¿Hasta que punto puedes doblarte sin ser genuflexo ni quebrarte?
    Sé perseverante sin por ello ser una roca insensible.
  12. Cambia el discurso.
    Si tu vida se basa en tus percepciones/interpretaciones, en tus creencias, en lo que te dices, ¿no sería mejor cambiar tu discurso a uno que fuera alentador, positivo, que te acaricie sin por ello te nuble la visión de las dificultades?
    En lugar de decir: “mi destino es oscuro”, “Dios me la pone siempre difícil”; podrías decir: “Dios no nos pone pruebas que superen nuestra capacidad”, “soy hijo de Dios, tengo una conexión directa con la Fuente de Todo, ¿cómo podré aprovecharlo?”.

Me gustaría saber tus comentarios y que me contaras cómo te vienen ayudando los textos que te estoy regalando sobre estos temas.

Risa

¿Ya has reído hoy?
Espero que sí, porque si no lo has hecho… ¡no sabes de lo que te has perdido!
Aprovecha ahora, ¡ríe!

¿Cómo dices? ¿No tienes motivos? ¿Todo es oscuro y pesado? ¿No tienes “suerte”? ¿Tu esposa se fue con otro? ¿Te despidieron? ¿Tu mejor amigo está gravemente enfermo? ¿No tienes ni para comer? ¿Perdiste todos tus ahorros en una “inversión milagrosa” que pronto se descubrió como fraude? ¿Tus vecinos son molestos? ¿El gobierno corrupto se instaló eternamente en el poder? Sí… pareciera que tienes razón, que no hay motivos para reír… ¿no?

Pues, ¡todo lo contrario!
Éste es el momento justo para hacerlo.
Claro, respetando la situación emocional de cada uno, porque, por ejemplo, no es cosa de ir a un velorio a reír a mandíbula batiente,¿no te parece?
Por ahí tú tienes una visión diferente acerca de la muerte, la cual no es trágica sino solamente un pasaje, un hecho necesario, un hasta luego; ¿pero eso lo comparte la gente que está de duelo? Por ahí eres tú quien tiene razón al respecto, e incluso el ánimo jocoso –en una dosis mesurada- sería un bálsamo para los dolientes, pero… ¿sería respetuoso de los sentimientos de esas personas y de sus creencias?

Entonces, cuando puedas, y espero que sea todos los días, encuentra el tiempito para reír, soltar la sana carcajada, disfrutar del sonido de tu felicidad.
¿Qué dices? ¿Sigues sin tener motivos? Bueno, déjame que te diga un par de datos.

Reír, es un excelente tónico. Vitaliza, energiza, quita penurias, limpia el alma, permite enfocar el pensamiento, estimula el buen placer.
Dispara cambios positivos en el organismo, regula tus sistema endócrino e inmune, reduce el estrés, disminuye el dolor, silencia el sufrimiento, fortalece el sistema cardiorrespiratorio, baja el colesterol, equilibra la presión arterial, controla el peso corporal, entre otros beneficios.
La risa es contagiosa, te hace sentir mejor y a quien está a tu lado.
En pocas palabras te estoy diciendo que reír beneficia a tu salud multidimensional.

Claro, la risa saludable, no aquella que se basa en burlas, malicia o cuestiones ligadas a pecados.
Porque, una cosa es la risa saludable y otra muy diferente el ladrido del burlón y sus compinches, tómalo en cuenta.

Te pondré un ejemplo, de cientos disponibles. Es personal, quizás no muy elevado, ni trascendente, ni con aires científicos, pero es una experiencia de primera mano que quizás te permita entender los alcances de reír.
No sé si es porque corro casi todos los días de la semana varios kilómetros, o porque así es mi contextura, pero el hecho es que se me encarnan las uñas en ambos pulgares de los pies. Con paciencia y destreza es mi señora, médica ella, la que se dedica a extirpar esos callos dolorosos. Debo confesar que no es una operación pacífica, sale sangre, hay mucho dolor, pero si no se hace la cuestión empeora. Sí, el dolor es terrible. Imagina un pedazo de tu carne que es desgarrada lentamente y arrancada de cuajo. Bien, se puede gritar, llorar, quejarse o abstraerse de la realidad (las herramientas básicas del EGO ante la sensación de impotencia), pero por experiencia propia ninguna de ellas es efectiva para reducir el dolor o hacer más llevadera la cuestión. ¿Sabes qué ayuda (además de contratar a una podóloga especializada)?
¡Reír!
No sonreír, ni una mueca tímida que parezca alegre, sino una verdadera y sonora risa.
Aunque no haya motivo, de seguro que no lo hay. Pero, al hacerlo el dolor se reduce e incluso deja de percibirse. Se siente uno mejor, aunque se esté en un trance doloroso.
Reír, aunque pareciera que es un contrasentido.
Lo he probado, no una sino varias veces, y he visto sus notables resultados.
Con esto y con otros asuntos (por ejemplo, prevención de ataques cardíacos).

Mucho más ahora, a poco de comenzar el mes de Adar (I, en este año 5774), el cual está relacionado en la Tradición con la alegría.
Pero no es solamente un mes, o un día, o una festividad, sino una vara constante. Atiende:

"Por no haber servido al Eterno tu Elokim con alegría y gozo de corazón por la abundancia de todo,
(servirás a tus enemigos que el Eterno enviará contra ti, en medio del hambre, de la sed, de la desnudez y de la falta de todas las cosas…"
(Devarim / Deuteronomio 28:47-48)

¿Comprendes?
Uno pude tener “abundancia de todo” y sin embargo ser un desgraciado, esclavo del EGO.
Como el vil Amán, dueño de TODO, menos de su propia vida al no ubicar al EGO en su lugar. Atiende:

"Aquel día Amán salió alegre y contento de corazón.
Pero cuando Amán vio a Mordejai [Mardoqueo] en la puerta real, y que no se levantaba ni temblaba delante de él, se llenó de ira contra Mordejai [Mardoqueo].
Sin embargo, Amán se contuvo y se fue a su casa. Entonces envió llamar a sus amigos y a Zeresh [Zeres], su mujer.
Y Amán empezó a referirles la gloria de sus riquezas, la multitud de sus hijos, todo con que le había engrandecido el rey, y cómo le había enaltecido sobre los magistrados y los servidores del rey.
Y Amán añadió: -También la reina Ester a ninguno hizo que viniera con el rey al banquete que dio, sino sólo a mí. Además, para mañana yo seré su invitado junto con el rey.
Pero todo esto de nada me sirve cada vez que veo al judío Mordejai [Mardoqueo] sentado junto a la puerta real."
(Ester / Esther 5:9-13)

Desgraciado el malvado, quien teniendo absolutamente toda la abundancia, riqueza, poder, gloria, y sin embargo se ahogaba en su propia ira, en su fracaso al no ser amo de su propia vida.
Tal es el destino de los esclavos del EGO.
Pero, al reír sanamente, se está acorralando al EGO para llevarlo a su útil rincón y no permitirle que sea él quien se encargue de manejar nuestra existencia.

Detrás de la sana risa se encuentra la confianza en el Eterno, la EMUNÁ, que nos fortalece y vitaliza. Que brota desde nuestro Yo Esencial y nos recorre dándonos la seguridad de que tenemos un Padre Celestial, que es Rey de reyes.

Entonces, si la vida es complicada, si te parece que no tienes motivos para reír, quizás es tiempo de que empieces a hacerlo.
¡Ríe, ríe por tu vida!

Conciencia plena

¿Estás plenamente consciente de tu aquí y ahora?
¿Está enfocada tu atención y por lo tanto es poderosa y plena?

La respuesta más habitual a ambas preguntas es: no.
A veces uno cree estar plenamente consciente de su aquí y ahora, pero cuando se pone a indagar un poco resulta que no es así. Uno estaba atendiendo algo, prestando atención a un asunto, concentrado en x pensamiento, atento a cual percepción, pero no de forma integral, no inmerso en su realidad.

Estás leyendo estas letras, formando palabras, asociando con lo que conoces, desaprendiendo y aprendiendo, estás concentrado en esta tarea; ¿es correcto?
Porque describí lo que tu visión y cerebro están haciendo, pero ¿tienes conciencia de los sonidos a tu alrededor, de tu cuerpo en su posición y contactos con el entorno, de los aromas, de la temperatura, del sabor en tu boca, de las señales internas de tus órganos, de tu ritmo e intensidad al inhalar y exhalar?
Seguramente confesarás que no tenías puesta tu atención en ello, que la fuiste trasladando de uno a otro órgano mientras te los mencionaba, pero no estaban en tu conciencia al principio de este encuentro.

Así pues, no estabas en plenitud aquí y ahora.
Está bien que así sea, porque nuestro cerebro funciona como un filtro y maestro organizador, que emplea sus recursos para lograr ciertos objetivos (sobrevivir suele ser el principal).
El sonido del ronroneo del ventilador de tu PC no es información relevante, la bocina a cinco o seis cuadras –que se percibe pero no pasa por la conciencia- tampoco; y así con el resto de la información que te rodea, que te inunda, que es constante, y que no estás preparado para manejarla toda junta, ni tiene valor para ti hacerlo.
Terminarías sumergido, paralizado, incapacitado, muerto.

Por ello el cerebro con habilidad se enfoca en lo que percibe como urgente. Es una poderosa herramienta que nos asegura la supervivencia, el evitar el fracaso.

Ciertas zonas del cerebro pueden operar con más discreción. Algunas personas se entrenan para tener un enfoque preciso.
Otras veces ciertos trastornos provocan que el cerebro tenga dificultad para concentrarse, salta de una percepción a otra, como en un rápido centelleo.
Pero, de manera corriente el cerebro filtra y organiza para ti en piloto automático y por lo general es eficiente en su tarea.

Si quieres puedes ejercitarte para tomar mayor conciencia de tu aquí y ahora, sin por ello ponerte en riesgo.
Veremos unos pocos ejercicios para enfocarte, que te ayudarán a relajarte, a encontrar mayores recursos dentro de ti.
Sí, es una forma de ir construyendo shalom internamente, que te permite construirlo con las otras personas.
Te entrenas para no vivir esclavizado por sentimientos de culpas por cuestiones –reales o ficticias- del pasado, ni angustiado o ansioso por miedos del futuro.
Es relajarse y disfrutar del aquí y ahora.

Estos son ejercicios para prepararte, como todo entrenamiento precisa constancia, repetición, voluntad, ánimo para hacerlos.
No es magia, no hay resultados milagrosos, no tendrás la meta a tus pies enseguida, depende de ti hasta donde quieras alcanzar en tu conciencia plena.

Primer ejercicio.
Concéntrate en tu respiración, solo en ella.
Puedes estar sentado, parado, acostado, en el bus, en una habitación en penumbras, donde fuera.
Allí donde estés, en la posición que estés, igualmente tu mente irá de una cosa a la otra, no te pelees, simplemente ve pasar el pensamiento y regresa a enfocarte en tu respiración.
Quizás te ayude hacerlo sentado tranquilamente, en una habitación serena y en penumbras. Pero esto no es indispensable.

Puede parecer un ejercicio simple, fácil de cumplir, pero no lo es.
Comienza con treinta segundos. Pon una alarma para terminar.
Si lo lograse, hazlo luego nuevamente.
Si puedes con los treinta segundos plantéate hacerlo por un minuto.
Y así irás avanzando etapa a etapa hasta que puedas estar el tiempo que desees concentrado solamente en tu respiración.
Te notarás luego más relajado, con mayor energía, con mejor humor, como habiendo dormido profundamente.

Segundo ejercicio.
Escoge un objeto, cualquiera, y enfócate en él, solo en él.
Emplea tus sentidos, todos los que puedas, en contactar con el objeto.
Míralo, huélelo, escúchalo, saboréalo, pálpalo, reconoce su “ser”.
A veces puedes escoger la llama de una vela, una nube, el humo de una taza de café, una cortina movida por el viento, el rumor de la calle, una sinfonía, un rostro, tienes infinitas posibilidades. Solamente concéntrate en el objeto, permite que todos tus sentidos se integren a él, siempre y cuando sea físicamente (moralmente) posible.
En ocasiones puedes alternar en tu enfocarte con determinados órganos, excluyendo otros, para más tarde cambiar. Tú eliges, tú eres el que toma la decisión con el objetivo en mente de integrar el objeto en ti.
Ojo, no tienes que planificar, ni analizar, ni indagar sobre la historia, ni especificar composición o lo que fuera, es un ejercicio de enfoque de los sentidos, no de poder de análisis o abstracción.

Tercer ejercicio.
Cuenta en reversa de 99 a 0.
Solo te enfocarás en el conteo, en nada más.
Si adviertes que un pensamiento capturó tu atención, deberás comenzar desde 99 nuevamente.
Esta práctica se puede realizar también con algún pasaje para recitar de memoria, el cual conozcas perfectamente y sin vacilaciones.

Cuarto ejercicio.
Escoge una palabra que sea significativa para ti, que la asocies con felicidad, paz, calma, éxito, bendición.
Visualízala en tu mente.
Deletréala.
Pronúnciala en silencio.
Escríbela en tu mente.
Varía el tipo de letra y tamaño, cámbiale el color y textura.
Juega con sus letras formando otras palabras.
Léela al revés.
Hazla flotar en tu espacio mental.
Solamente ten conciencia de esas letras, de esa palabra, de la palabra que se forma y deforma, que cambia y se regenera.

Quinto ejercicio.
Sal al patio, un jardín, la playa, cualquier ambiente “natural” y deja que los sentidos se impregnen de la información que te rodea.
No te detengas en ninguna cosa, simplemente permite que el entorno te llene los sentidos.
Allí un ladrido, voló un pajarito, sentí el viento en mi rostro, una hormiga camina portando su carga, el aroma de los abetos, y así sigues, de una percepción a otra.
No asocies, no te detengas, simplemente fluye con los sentidos.

Hasta aquí estos cinco ejercicios, los cuales deberías realizar de manera periódica hasta que descubras que tienes mayor conciencia de tu aquí y ahora sin esfuerzo y sin por ello saturar de información a tu cerebro.
Verás avances en todos los planos de tu existencia, incluso advertirás que cuando rezas estás más conectado al Eterno, cuando ayudas al prójimo lo haces con mayor bondad, etc.

Sería de mucha utilidad si los hicieras, alguno o todos, y tuvieras a bien comentarnos qué sentiste, pensaste, y que cambios has ido notando en ti con el paso del entrenamiento.
Gracias por tu atención y amabilidad.

Sirvieron a sus ídolos, los cuales llegaron a ser una trampa.

"Sirvieron a sus ídolos, los cuales llegaron a ser una trampa."
(Tehilim / Salmos 106:36)

Desde pequeño te han inculcado la creencia que eres pecador, que hay algo esencialmente malo en ti.
No importa la religión en la cual naciste, o carente de ella; ni el idioma de tus mayores, o las costumbres de tu región.
Allí está, como una sombra permanente la creencia de que eres pecador.
Hasta te cargan sobre los hombros con “pecados originales”, de los cuales tú no tienes razonable parte, pero igualmente eres culpable y sin posibilidad de redención.
¡Pecador!

Pecado en el sentido de transgredir reglas religiosas, de estar en falta de manera profunda con alguna deidad, ser supremo, comunidad de referencia, persona de ascendiente sobre ti (padre, abuelo, cuidador, etc.).
Tú no eres bueno, tú estás fallado, tú no puedes librarte de un destino o un karma que te obliga a comportarte mal.

Sí, se te informaba, afirmaba y formaba en la creencia que eres malo.
Deseas el mal y hasta tus errores deben ser de alguna forma, inconsciente tal vez, malos también.

Claro está que tú lo creíste.
¿Cómo no hacerlo si esa era la “palabra del dios familiar”, o del padre, o del maestro, o de la persona puesta como pilar en tu crianza?

Además, todos esos mensajes venían a confirmar algo que tú sentías, quizás de forma indefinida, pero que te ayudaron a definirla y marcarla como verídica.
Tú mismo te sentías en falta, pobrecito, incapaz, dependiente, necesitado de todo, impotente.
Tú respondías habitualmente con conductas o actitudes que fastidiaban a los demás, aunque finalmente obtuvieras la atención o satisficieras la necesidad que te provocaba a disgusto.
Sí, tú llorabas, gritabas, pataleabas, mentías, engañabas para sobrevivir, para que te notaran, y aunque recibías lo que querías (o algo a cambio), una vocecita te decía lo poca cosa que eras, lo impotente, lo fracasado, lo enojón, lo débil.

Entonces, los de fuera te confirmaban en tu rol.
No era solo algo que tú sentías, una impresión interna, una vocecita que maliciosa te susurraba. ¡No, era una verdad, porque de afuera te lo ratifican.
Tal cual lo que sentías y creías, eres malo, pecador, estás fallado, eres un “pequeño demonio” y la redención está lejos de ti.

Lo afirma la religión, cualquiera que sigas. O el agnosticismo, o el ateísmo. En todos lados encuentras que la gente que “sabe” afianza tu creencia negativa sobre ti mismo.
A veces puedes cruzarte con otro mensaje, uno de luz, de vida, de responsabilidad, de solidaridad, de construcción de shalom, de hacerte confiar en ti mismo y en un Padre bondadoso y justo.
Pero bien pronto retomas la creencia en que todo está mal. O por el contrario, te esclavizas a la creencia mágica que puedes cambiar al mundo por medio de amuletos, plegarias, ensalmos, recitado de pasajes en determinados días, rituales, objetos maravillosos, personas con poder astral, y todo otro tipo de creencia que te suministra cierta pátina de poder, para dejarte varado en la inconsciente y la impotencia.

Y junto a esto, la constante amenaza que pende sobre tu cabeza.
Pueden ser varios castigos imaginados o que te señalaron.
Allí siempre lista la admonición.

Entre ellas, una terrible, que en cualquier momento te dejan de querer, de abandonan.
”Eli, eli, lame zabactani” dice el cuento idolátrico en referencia a uno que era muy pecador y se sintió abandonado por Dios.
Así se siente el malo.
En riesgo de soledad, de ostracismo, de exilio, de abandono. Abandono. Suena fea la palabra, peor debe ser sentirlo.
Quizás el más macabro de los castigos. ¿Peor incluso que la muerte?
Dejar de ser queridos, dejar de estar presentes, dejar de ser pero sintiendo todo.

Ni siquiera la falta de creencia religiosa, o el suponerte “científico” y habiendo superado todas las creencias medievales te serena.
Retumba en ti la voz que te desvaloriza, o que te obliga a sobrevalorarte para luego tropezar en tu impotencia.

Te modelan con la creencia de que eres malo, de que no tienes solución en tus manos, de que recibirás tremendo castigo y luego que “ellos” poseen la clave para que seas libre, salvo, “bueno”. Ellos te venden la esperanza. A cambio de que te esclavices, reniegues de tus pensamientos, entregues tus posesiones, te anules para ser parte del rebaño (eclesial, comunal, familiar, pandilla, etc.).
Pero claro, te prometen que hasta Dios estará a tu servicio, a cambio de fe, de oraciones, de esperar con pensamiento positivo, de repetir los lemas del clérigo, de negarte a pensar, de rechazar al que piensa, de amenazar al que hace tambalear la fe… todo te prometen, hasta que Dios sea tu siervo… ¿no es esa una gran maldad?

“Ellos” creen tener poder así, creen ser “buenos”, y obtienen apariencia de poder, apariencia de bondad, apariencia de santidad.
Y tú, también.
Pero siguen enfrascados en el mismo ciclo de pobreza, miedo, engaños, impotencia, sentimiento de culpa, excusas, manipulación, violencia, etc.

¿Te suena conocido?
¿Te parece que es algo que te ha pasado?

Y por más que lo leas, que lo entiendas, que reconozcas que tiene que ver contigo, no por ello desaprendes y te comienzas a llenar de Luz.
Es como un relámpago que alumbra por una fracción de segundo.
Es una buena intención carente de otra cosa, que puede terminar perjudicando.
Es nada, o peor.

El trabajo de desaprender y aprender es costoso, pues son numerosos años, infinidad de mensajes repetidos, creencias grabadas a fuego, sentimientos que son tan antiguos que ni siquiera pueden ser puestos en palabras o conceptos comprensibles racionalmente. Cargas con tantas cosas, algunas de las cuales no tienes como manejarlas.
Pero no por ello estás destinado al fracaso o a confirmarte en tu rol de malo, impotente.
Tú puedes salir adelante, pero no por fe, ni por esperar sentado a que un dios te auxilie a cambio de rituales, ni por llenarte de amuletos o pensamientos mágicos. Tú puedes salir construyendo shalom. Haciendo aquello que está a tu alcance para beneficiar al prójimo en tanto te beneficias a ti. Aprendiendo de buenas fuentes. Reforzando tus ideas positivas que se deben cotejar con la realidad.
Es posible ir dejando la pesada mochila de sentirte malo, merecedor de castigos, o –paradójicamente- amo de Dios.
Tú puedes ir avanzando, pero pronto resurgirán los miedos, la voz tenebrosa, los mandatos impuestos, los rituales, las creencias perturbadoras.
Es que, atravesar el valle de sombras no se hace de una sola vez.

Antes de terminar.
Existe el pecado, ya hemos trabajado en abundancia sobre el tema.
Pero también existe el camino de retorno y perfeccionamiento, la TESHUVÁ (busca esta palabra en el sitio).
Es cierto que eres bastante limitado, que te equivocas, que haces daño, que a veces haces el mal.
Es cierto que el rezo ayuda, que confiar en Dios es bueno.
Justamente por ello es que hay que ser mucho más cuidadoso.
La peor mentira no es la que se muestra abiertamente como tal, sino la que logra confundirse con la verdad. Que dice una media verdad, se disfraza como si fuera verdad, aparenta ser de Luz pero está infectada por la oscuridad.
Por lo cual, es imprescindible aprender a evaluar, analizar, discernir, diferenciar, para que en la confusión no creas lo que te encarcela injustamente, ni deseches lo que libera por considerarlo despreciable.

Sí, para quien me sigue hace tiempo y conoce mis escritos podrá reconocer pronto la impronta del EGO en todo esto.
Por ello, no repetiré las cien lecciones ya entregadas y a tu disposición.

¿Quisieras tú ofrecerme un resumen?
Te lo agradezco.

Ansiedad

Ahí está la ansiedad.
La sientes.
Tu corazón late más rápido, percibes como un hormigueo, la sangre fluye con más fuerza, se acelera la respiración, piensas más rápido (y probablemente previendo algo catastrófico o caótico), es tu cuerpo que se puso en estado de alerta ante un eventual peligro.
No hay nada concreto, externo, que señalar como peligroso, absolutamente nada objetivo que dispare estos cambios, pero surgen.
La ansiedad es una reacción normal del organismo ante una imagen/creencia de peligro, que por lo general se relaciona con sentirse en impotencia ante la agresividad o la sexualidad.
Entonces, el disparador fáctico pudo haber sido a causa de un malestar gástrico, un golpe de calor, un período de estrés, un pequeño accidente sin mayores consecuencias, algo que escuchó al pasar, nada en concreto pero allí está la presencia oscura.

Sientes la ansiedad, y puedes querer huir, pero no sabes de qué; 
hacerte el desentendido, pero no tienes idea cómo pensar en otra cosa;
esperar a que mágicamente desaparezca, y angustiarte porque no se va;
intentar con algún amuleto o remedio alternativo, y caer en supersticiones y otros timos que servirán para confinarte más;
aguardar a que alguno te rescate, dependiendo y sintiéndote inepto e ineficaz;
aprender a convivir con ella, creyendo que te acostumbras al malestar;
padecerla, de manera estoica y sufrida;
dar los pasos necesarios para superarla, lo cual sería genial.

La ansiedad se hace sentir en su nebulosa caótica y poco definida, que pesa y trastoca la normal experiencia de vida.
Es pariente del miedo, el cual suele depositarse sobre algún objeto, situación o persona que son específicos y reales (para la persona que lo padece al menos, porque Satanás, embrujos,  maldiciones no tienen existencia en el mundo real).
Para el miedo, el mecanismo automático de respuesta es el que provee el EGO, que dispara sus herramientas para tratar de controlar aquello que le impone el sentimiento de impotencia. Manipulará, llamará la atención, llorará, gritará, pateará, se desconectará de la realidad, lo que sea necesario y esté a su disposición para obtener dominio (real o imaginario; directo o indirecto) y así sortear el miedo, sepultar el sentimiento de impotencia, obtener satisfacción. Tengo miedo a que el perro me muerda, entonces mi cuerpo responderá de manera automática para evitar esa impotencia (ataque canino). Tengo miedo a hacer el ridículo en una reunión social, las herramientas del EGO se encargarán de hundirme más en ese miedo o conseguirán manipular la situación para sortearla, aunque sin resolver las causas ni evitar efectos secundarios. Tengo miedo a lo que me deparará el más allá, entonces hago supersticiosas negociaciones con entidades sobrenaturales, compararé expiaciones religiosas, me someteré a rituales y dogmas, todo ello con el afán de contener al miedo y obtener un supuesto poder (sobre lo que nadie domina). El EGO tiene sus trucos y los sabe usar, de paso mantiene sometido, esclavizado, a su amo. El EGO salva (o eso parece), pero no libera, ni admite la felicidad, ni empodera a la persona.

Pero ante la ansiedad las herramientas del EGO parecieran como si no se dirigieran hacia fuera en procura de satisfacción o dominio (librarse del sentimiento de impotencia), sino más bien se quedaran a medio camino, descargando su acción sobre uno mismo. Es que, al no haber algo concreto contra lo cual luchar, ni alguna necesidad real para satisfacer, ni impedimento del cual librarse, resultan ineficaces las herramientas del EGO. Así pues, a la impotencia que motiva la ansiedad se le suma otra impotencia, la de no tener ni siquiera las rudimentarias (pero sumamente efectivas) herramientas del EGO.
Así, por lo general no hay llanto, grito, pataleo, sino que será sofocación, dolor de cabeza/cuello/espalda, dificultad para respirar y/o tragar, mareos, sensaciones corporales desagradables, sensación de perder el contacto con la realidad, hiperventilación. Sí, las herramientas del EGO que se quedan sin expresión externa y corroen desde dentro hacia adentro.

Entonces, la ansiedad puede ser usada para formar la creencia de que existe un peligro concreto, palpable, justificable (lo que significa que ahora también hay un miedo), por ejemplo a estar enfermo, probablemente con ataque de pánico, a enloquecer, a engordar, a ser humillado, a morir, o cualquier otra idea apocalíptica que justifique ese cuadro de intenso malestar.
Ya no es solamente la ansiedad, que puede desaparecer o mantenerse, sino también la aparición de un miedo, la energía que se ancla a un objeto, situación, persona.
Esto puede resultar beneficioso, puesto que al tener un enemigo en concreto es factible buscar soluciones emocionalmente valiosas, o al menos recurrir a las estrategias del EGO para eludir momentáneamente los embates provocados por el EGO.

La ansiedad puede también mantenerse en el tiempo, sin enfocarse en nada en particular. Entonces la persona se siente fatigada, irritada, inquieta, tensa, duerme mal, se deterioran sus lazos afectivos y sociales.
Está “estresada”, porque sostiene por demasiado una reacción de preparación para el peligro que debiera ser fugaz. Nuestro cuerpo no está especializado para ese incesante estado de alerta y reacción.
En esta situación no formó un miedo particular a partir de las sensaciones ansiosas, sino que mantiene la energía difusa, debilitando a la persona, envolviéndola cada vez más en su telaraña.
Recuerda que nuestro cerebro primitivo no tiene manera de distinguir si un estímulo proviene de una amenaza real, concreta, material, presente; o es una que imaginamos, producto de la ficción (película, teatro, lectura, etc.) o de la imaginación. Solamente percibe algo riesgoso y reacciona al mismo. No está fuera la amenaza y por tanto tampoco la solución efectiva.

Sea que se forme un miedo o se mantenga la ansiedad persistente, se toma los síntomas de ansiedad como “prueba” de que algo malo ocurre, como demostración de que en realidad sí hay algo mal en la persona. Esto aumenta el malestar, provoca mayores reacciones ansiosas, lo que encierra a la persona en un círculo vicioso, en su celdita mental.

Como mencionamos más arriba, la causa que dispara la ansiedad suele ser banal e indeterminada, pero hay condiciones de base que la posibilitan:

  • Haber tenido criadores (padres, abuelos, nana, etc.) ansiosos.
  • Vivir en un entorno que presiona y descalifica.
  • Imponerse metas irreales (como la perfección), en donde se esfuerza para alcanzar el podio pero se llega siempre al fracaso.
  • No emplear la Comunicación Auténtica de manera cotidiana.
  • Confundir los necesito con los debo.
  • Esperar la aprobación externa.
  • Enfocarse en lo negativo en lugar de valorar lo positivo.
  • Compararse y competir en áreas o momentos que no son apropiados para ello.
  • Pretender controlar aquello que está por fuera del control.
  • Imaginar siempre el peor escenario.
  • Rumiar acerca del fracaso, fallos, errores, ocurrencias de daños, etc.
  • No estar con ambos pies firmemente parado en el aquí y ahora, sino estar con uno o dos en el pasado/futuro.
  • Juzgarse por el resultado de la acción.
  • Esperar sentirse mal.
  • Calificarse negativamente, en desmedro de sus logros alcanzados y los potenciales.
  • Dramatizar cada situación.
  • Evitar de manera consecuente el contacto con lo que incomoda o es sentido como peligroso.
  • Dejar para mañana.
  • Emplear un léxico negativo, de auto desvalorización, de verse en impotencia.
  • Concentrarse en las sensaciones de ansiedad.
  • Concentrarse en las sensaciones de ansiedad para evitar sentirlas.
  • Esperar la ayuda mágica que resuelva la situación, o creer que no existe solución posible.
  • Usar la ansiedad y los trastornos derivados para obtener beneficios secundarios.

Una buena manera de afrontar la ansiedad es convertir cada uno de los ítems recién sentidos en su inverso, en la medida de lo posible:

  • Reconocer los patrones de conducta que hemos adquirido y no nos favorecen. Acepar y perdonar. Dejar ir.
  • No admitir más descalificaciones o juicios.
  • Evaluar cuáles podrían ser las metas reales y aceptar que el fracaso, o el error, son parte de la ecuación.
  • Emplear la Comunicación Auténtica de manera cotidiana.
  • Establecer con claridad qué se necesita y que es una imposición.
  • No depender de la aprobación externa; si se recibe- bien, si no se recibe- bien. Es el aplauso interno el que debemos aprender a darnos y escuchar. Aceptar las opiniones de los demás, respetarlas como expresión de ellos, pero no convertirlas en “la verdad” o lo único que otorga valor y validez a la existencia.
  • Reconocer lo negativo así como lo positivo. Valorar lo positivo y enfocarse en ello.
  • Competir cuando es apropiado. Compararse con uno mismo, para mejorar el funcionamiento siempre y cuando no vaya en desmedro de la salud y felicidad.
  • Controlar solamente aquello que está a nuestro alcance controlar. Lo que no se puede dominar, dejar que fluya.
  • Usar la imaginación para visualizar opciones de manera constructiva e imaginativa.
  • Aceptar el fracaso, fallos, errores, ocurrencias de daños, etc., reparar lo que sea mejorable, comprometerse a un accionar más pulido –dentro de las posibilidad- y luego dejar que pase ese pensamiento .
  • Vivir a pleno el aquí y ahora, sin desprenderse de las lecciones valiosas del pasado ni comprometer negativamente el futuro.
  • Juzgar la acción en su contexto.
  • Esperar con confianza.
  • Calificarse positivamente,, valorando con precisión y realismo los  logros alcanzados y los potenciales.
  • Des-dramatizar cada situación.
  • Entrar en contacto con lo que incomoda o es sentido como peligroso, sin por ello dejar de lado la precaución saludable. Para lo cual hay que aprender el límite sano entre miedo y precaución.
  • Realizar lo que está a nuestro alcance.
  • Emplear un léxico positivo, amable, de confianza y reforzamiento de la seguridad.
  • Concentrarse en la tarea a realizar cuando haya que hacerla. Disfrutar del momento.
  • Evitar entrar en círculos viciosos. La mejor manera de no luchar afanosamente por salir de en un pozo es no entrando en él.
  • Analizar posibles soluciones y alternativas y actuar en consecuencia para lograr aquello que se puede.
  • No usar excusas para seguir encerrado en celditas mentales.

Así pues:

  1. Educa tu mente.
  2. Ordena tu vida.
  3. Acciona constructivamente.
  4. Aprende a respirar.
  5. Conversa con Dios.
  6. Haz obras de bondad y justicia que beneficien realmente a otros y sin esperar absolutamente nada a cambio.

En ocasiones será necesaria la visita al médico (específicamente, el psiquiatra) para tener una visión concreta del problema y obtener quizás algún apoyo químico o derivación a terapia psicológica. No temas en recurrir al auxilio profesional, no siempre podemos resolver todo solos (ni consultando a un rabino, ni pidiendo el consejo de un sabio, ni esperando la bendición de un santo o rezando a más no poder).

Tengo miedo

Supongo que repetiremos algunos conceptos ya trabajados, igualmente espero que el repaso sirva para perfeccionar lo aprendido y mejorar la aplicación práctica, para así obtener mayor satisfacción y bendición en la vida. ¿Quién te dice que haya algo novedoso y benéfico en este texto?

El miedo es una presencia casi permanente en nuestras vidas.
Puede ser más o menos visible y activo, pero allí está.
Todos los miedos, sin excepción, se derivan de un único miedo, básico, fundamental, absoluto: al no poder (ser impotente).
De esta madre nacen cinco miedos medulares, que se corresponden a las cinco dimensiones que forman al ser humano. Todos cargamos con estos cinco miedos, de manera más o menos consciente, con mayor o menor grado de incidencia en nuestra vida. Allí están los cinco, esperando su turno para aparecer. Pueden estar como dormidos temporadas largas, pero eventualmente demostrarán su existencia.
Estos son:

  • La muerte. Aquí se derivan miedo a accidentes, enfermedad, lesión, parálisis, pobreza, infección, ser mordido por un perro, quedar atrapado entre los escombros, ser enterrado con vida, un diagnóstico equivocado, a ser encarcelado, no cubrir las necesidades básicas y todo aquel otro motivo de impotencia que se refiera al plano físico/material.
  • La soledad. De esto se origina miedos al abandono, sufrimiento, no reciprocidad de los sentimientos, fracaso en las relaciones, la dependencia, la violencia de pareja, a ser tratado de forma injusta y no poder defenderte, a la muerte de un familiar/allegado, a la traición, al abuso emocional y cualquier otra circunstancia que manifiesta la impotencia en la dimensión emocional.
  • El anonimato. De aquí proviene el miedo a la miseria, al fracaso económico o estudiantil, a ser humillado, a ser avergonzado, a ser diferente, a ser olvidado, a opinar en minoría, dificultad para integrar grupos, miedo a la discriminación, miedo al hostigamiento así como toda otra situación de impotencia en la dimensión social.
  • Falta de razón. De éste se genera miedo a la locura, a ser idiota, a equivocarse, al error, a no ser perfecto, a no ser capaz de comprender, a la torpeza, a la depresión, a cualquier enfermedad siquiátrica, a la demencia, a que se burlen de ti, a que te engañen así como lo que implique la impotencia en el plano mental.
  • Lo desconocido. De aquí nace el miedo a la oscuridad, a lo que hay luego de la muerte, a los fantasmas, a Dios, al castigo divino, al pecado, al infierno, a no ser puro y casto, a lo sobrenatural, al Diablo, a la brujería, a lo desconocido, a no trascender, a lo que no se puede comprender de manera racional, y cualquier otra prueba de impotencia en la dimensión espiritual.

Si haces una pequeña lista de tus miedos, probablemente ya los hayamos mencionado en esta breve enumeración.
Si sigues indagando en tus propios sentimientos, verás que es correcta nuestra apreciación, pues cada uno de tus miedos se reducen a uno solo: a ser impotente.
¿Reconoces como el miedo te debilita?
¿Te das cuenta que el miedo no te ayuda a preservar tu vida y bienestar, sino que lo dificulta?
¿Comprendes la diferencia entre miedo, susto y precaución?
¿Pudiste comprobar, en algún momento, cómo la mayoría de tus miedos eran infundados y que podías sortear las dificultades que te atemorizaban previamente?
Cuando no pudiste vencer los obstáculos y ocurrió lo que temías, ¿te sirvió de algo el miedo anteriormente sentido?
¿Cuáles ejercicios realizaste para quitar de ti aquellos miedos que ya no te atormentan?