Bienvenido y gracias por enviarnos su interesante misiva.

Empiezo por la segunda pregunta.

2- El profeta Elías le da respuesta a su interrogante, preste atención:

«¿Hasta cuándo estaréis cojeando entre dos opiniones?
Si el Eterno es Elokim, ¡seguidle!
Y si Baal, ¡seguidle!«
(1 Melajim / I Reyes 18:21)

El desafío que plantea el profeta es muy claro y sencillo: no se puede ser fiel a Dios y al mismo tiempo ser adherente a la idolatría.
O se está con el Eterno, o se está con un falso dios.
Los seguidores de Jesús, al 100% son idólatras, pues sirven a un dios ajeno, a una deidad falsa, a un ídolo que no tiene fuerza ni valor.
Aquel que está con Jesús, con cualquiera de los nombres que lo llamen, ciertamente no está con el Padre Celestial.

Uno de los mandamiento fundamentales de los noájidas es el de negar cualquier poder a deidades que no sean el Padre Celestial. No se las debe servir, adorar, elogiar, seguir detrás de las doctrinas que las representan.
Si alguien se dice noájida, 100% debe ser fiel al Padre Celestial. No se puede comerciar ni negociar. No hay rebajas ni ofertas. Completamente se está con Dios, o no se está con él.

Por tanto, un colectivo de personas que tengan a otra deidad en su corazón o mente, NO puede considerarse noájida, es decir, NO es de gentiles que son fieles y aman al Eterno.

1- Por supuesto conozco y entiendo que por diversos motivos y circunstancias no es sencillo despojarse del terrible adoctrinamiento al que se vieron expuestos, y que les aprisiona a la patética imagen de un falso dios, falso mesías, e inútil salvador.

Comprendo que muchas personas ya están en un proceso de liberación de las cadenas de la esclavitud.
No salen a la libertad de un momento al siguiente, sino que de a poco se van quitando las costras oscuras de los falsos dogmas de la religión.
Sé que de a poco, paso a paso, van aprendiendo y reconociendo el error terrible en el cual se encontraban, y lentamente van madurando su identidad espiritual noájica, cada vez más pura y limpia del hedor de la idolatría.

Pero es algo lento, con altibajos, con interrupciones, con vacilaciones.
Lo sé, lo comprendo y lo admito.
A pesar de que nunca tuve que vivir este proceso de desintoxicación, admito que es doloroso y trabajoso, pero también insisto en que se debe poner todo de sí para ser firmes, constantes, empecinados en alcanzar la victoria por sobre el enemigo.

Por tanto, sé que hay grupos de noájidas en formación, que todavía no están por completo con el Eterno, que aún tienen un dedito en la idolatría de Jesús.
Estos grupos no pueden aún ser considerados leales al Eterno, no ameritan a ser señalados como puros en sus caminos ante el Eterno.

PERO, si tienen en claro la meta a la que quieren llegar, si saben que ni pueden estar bien con Dios y con la idolatría. Si saben que deben comprometerse para avanzar, pese a las dificultades, sin dudas que esté será un exitoso grupo de fieles noájidas.

Aconsejo que al comienzo de su nuevo andar como noájidas se dicten algunas clases demostrando intelectualmente las falacias del libro mitológico de Jesús. Que se desmorone el edificio mítico y fantasioso que soporta a este personaje. Que se denuncie las contradicciones, errores, mentiras, abusos y rebeliones en contra del Eterno.
Cuando la idea quede planteada en las mentes y corazones, se debe avanzar hacia temáticas mucho más edificantes y puras. Por ejemplo el origen del noajísmo, los grandes y verdaderos personajes noájicos del Tanaj, el alcance y valor de los mandamientos, la belleza de la identidad noájica.
En esta segunda etapa, si se hace con calidad y calidez, dejando de lado las técnicas de manipulación habituales entre los idólatras, se conseguirá que Jesús ya no sea una imagen presente.
Luego se debe pasar a un tercer paso, de mayor compromiso comunitario, de evaluar el impacto de los mandamientos universales en la vida cotidiana, de asumir tareas de crecimiento comunitario, de estudiar con mayor profundidad las ramificaciones de los mandamientos universales.
A esta altura solamente quedará el Eterno en las mentes de los noájidas, ni rastros de la idolatría, si es que se procede con calma, amor, respeto, firmeza y confianza en el Eterno.

No es simple, demanda compromiso, responsabilidad, trabajo, dedicación, pero finalmente se cosecha con gozo y cantos, que se perduran para toda la eternidad.

Vale la pena.

Si le quedan dudas pertinentes, hágalas llegar.

Dios te bendiga, y que podamos ser constructores de Shalom.

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