Basado en una serie de clases del Rab Iaacov Weinberg, de bendita memoria.
Introducción
Es generalmente aceptado, que un sistema de creencias debe tener al menos tres componentes para poder ser llamado religión:
1. El reconocimiento de un Ser Divino que debe ser servido.
2. Las instrucciones de cómo se debe servir a este Ser Supremo.
3. Una retribución y un castigo por cumplir o dejar de cumplir sus instrucciones.
Un sistema de normas puede existir sin estos tres componentes, pero no una religión.
Los Principios de Fe del Rambam son una elaboración de estos tres puntos de la manera en la cual son realizados en el judaísmo. De los 13, hay cinco principios concernientes a la con realidad del Creador, cuatro sobre Su Torá, y cuatro relacionados con la retribución y el castigo. Ya que estos conceptos generales de la existencia del Creador, de las instrucciones del Creador y de la retribución y el castigo son comunes a todas las religiones, los detalles particulares de estos conceptos establecen lo que hace único al judaísmo.
Los 13 principios de Fe del Rambam son únicos, pues son los principios que uno debe aceptar y estar consciente de ellos para poder ser considerado un judío practicante. De acuerdo al Rambam, su aceptación define el requerimiento mínimo necesario para que uno se pueda relacionar con el Creador y Su Torá como un miembro del Pueblo de Israel.
El Primer Principio: Dios como un Creador
Es Absoluto
El primer principio es estar consciente de que hay una causa primera, un ser cuya existencia es absoluta y desde donde proviene toda existencia. Él solo y sólo Él es absoluto. Existe porque existe. Es inconcebible que Él no esté. Su existencia no tiene causa. No hay nada que lo sostiene. No hay nada que lo mantiene. No hay ningún agente por medio del cual entró en existencia. En contraste, todo lo demás que existe es dependiente de Su existencia. Nada existe por sí solo e independiente de Él. Todo lo demás existe porque Él quiere que exista. Él le da a todo su existencia y Él lo mantiene.
La pregunta que debemos formular es porqué un punto filosófico que parece abstruso y abstracto, la afirmación de la existencia absoluta de Dios y la contingencia absoluta de la creación, debe determinar el cumplimiento de las mitzvot de la Torá.
¿Qué ocurre entonces con el judío simple? Carente de la sofisticación de entender este absoluto y su dependencia absoluta, este judío aborda este asunto de la siguiente forma: Sabe que existe un Creador y una creación. Sabe que este Creador hizo el mundo y lo observa. Probablemente tiene un entendimiento vago de la diferencia entre Creador y creación, pero peca en no apreciar que sólo el Creador es existencia absoluta, que toda la existencia depende de Él. ¿Qué diferencia hace esta falta de entendimiento en su apreciación de la realidad?
Su Verdad es Absoluta
La razón por la cual una apreciación de la existencia absoluta de Dios y la contingencia absoluta de la creación es tan importante es porque sólo a través de Su existencia absoluta puede existir una verdad absoluta. Si el Creador no fuera absoluto, sino dependiente de algo más, no podría ser la verdad absoluta. En su lugar, sólo la verdad basada en la fuente del Creador podría existir como absoluto.
La veracidad de la Torá depende del ser una derivación del Ser Absoluto. Si una persona no está consciente de la realidad absoluta del Creador, entonces para él la Torá con sus valores absolutos no puede existir, y no lo puede condicionar. En su lugar existiría una Torá con conceptos relativos a la situación de cada persona. Conceptos de bien y mal sólo pueden ser absolutos cuando derivan de una fuente absoluta. Si derivan de una fuente contingente, van a ser relativos a la situación, a través de la percepción subjetiva e inmediata de la persona.
Los Peligros del Relativismo Ético
Las éticas relativas no tienen sentido. Crean la oportunidad para hacer lo que uno tiene ganas y después crear la justificación para ello. Si uno quiere matar a los ancianos, puede utilizar la justificación de que la calidad de vida es más importante que la vida misma. Consecuentemente, el asesinato se convierte en un acto de amor, en el cual el asesino es visto como un individuo sensible que quiere aliviar al pobre de sufrir una vida sin calidad. Si es un feto al que quiere matar, puede racionalizar que todavía no está vivo. Después sólo tiene que pagar tributo a la dignidad del vivo para poder racionalizar la aceptación y justificar el aborto.
En la sociedad de hoy, aquellos que están preocupados con ser éticos son forzados a adoptar el humanismo y la ética relativa. Empiezan buscando las palabras para justificar lo que les gustaría hacer. El proceso no es tan difícil; siempre se puede encontrar la palabra o la expresión adecuada. En retrospectiva, probablemente, el mundo necesitaba un Hitler para demostrar que no hay acción que el ser humano no pueda justificar a sí mismo y a los demás.
La posibilidad del bien y el mal absoluto depende de la existencia de una verdad absoluta. Pero la verdad sólo puede ser absoluta si el Creador es un Ser Absoluto, ya que sólo aquello que Él crea puede reflejar la verdad absoluta de su Ser. Toda la Torá, toda la moralidad, toda las éticas están sujetas a este principio del Creador como un absoluto.
Logrando una Existencia Verdadera
Ya que nuestra existencia está sujeta a Dios, llegamos a la realidad suprema de la vida solamente conectándonos con Él.
Los psicólogos tienen muchas ideas concernientes a los deseos básicos del hombre. La libido de Freud, el deseo de placer sensual, es una de estas proposiciones. La lucha de superioridad de Adler es otra. Napoleón necesitaba saber que después de su muerte habría estatuas de su persona por todos lados. ¿Por qué? ¿Qué iban a hacer estas estatuas para él? No podría verlas. No podría disfrutar estas afirmaciones de grandeza. No creía ni siquiera que su alma las vería. Stalin necesitaba su retrato por toda la Unión Soviética. La gente busca fama duradera, hacen todo sólo para sentirse especiales y diferentes del resto. ¿Por qué?
Es todo parte de la necesidad de crear una ilusión de ser. La Torá por otro lado nos enseña que el impulso más grande del hombre es su deseo de alcanzar una existencia verdadera y significativa.
El hombre tiene una seguridad inconsciente de que él no existe en un sentido absoluto; consecuentemente busca, lucha por ser, inclusive a través de una ilusión. Toda la vida representa esta lucha por lograr una verdadera existencia. Toda la creación es efímera, toda la existencia es contingente. En realidad no tenemos una existencia propia. Estamos sujetos a la voluntad de nuestro Creador. Se nos da constantemente existencia por Él. Cada segundo de nuestra existencia es un regalo del Todopoderoso. Constantemente renueva nuestras vidas, así como leemos en nuestros rezos diarios, «Renueva con Su bondad, cada día, continuamente, el trabajo de la creación». No existimos ahora simplemente porque existimos hace un segundo. Existimos ahora sencillamente porque Dios nos está dando existencia en este mismo momento.
El verdadero milagro es que Dios nos da una acumulación de memorias y hechos pasados, como si hubiera un continuo con la existencia de ayer. En realidad, esa continuación no existe: cada momento es una nueva existencia, literalmente una creación ex nihilo.
¿Cómo es que a uno se le da esta existencia? Sólo por medio de nuestra conexión con Dios, la única fuente de existencia. Cuanto más cercanos estamos al Creador del Universo, más podemos lograr una conciencia de la realidad.
El impulso básico del hombre es alcanzar esta realidad por medio de conectarnos con Él y anhelando a Dios. El hombre enfrenta una disyuntiva en relación a su elección de una existencia significativa, así como la tiene con sus impulsos; los puede utilizar para acercarse a Dios o para alejarse de Él. La necesidad de experimentar la existencia se puede manifestar al tratar de conectarnos con la Fuente de toda la existencia, el Todopoderoso, o a través de medios engañosos. Para algunas personas este impulso es expresado en la lucha por obtener poder, mientras que en otros se expresa en anhelar la fama. La acumulación de riqueza o la aprobación social, son un engaño popular de este impulso.
La Necesidad de Servir
La vida exige que sirvamos a algo. El hombre es parte de la creación, absolutamente dependiente de Dios, y esta dependencia trae aparejada una necesidad de relacionarse con algo más elevado.
Hay innumerables maneras de lidiar con este impulso humano, pero todas se reducen a la siguiente elección: o uno sirve a Dios o sirve a ídolos. «Ten cuidado, no sea que tu corazón te engañe y se desvíe para servir otros dioses» (Deuteronomio 11:16). «Desvíe» significa alejarse de la Torá; una vez que te alejes de la Torá le rendirás culto a ídolos. (Rashi citando un Sifri en Deuteronomio 11:16).
Los sabios nos enseñan que el hombre necesita conectarse con el Todopoderoso, la fuente de toda la existencia. Para alcanzar esta conexión, el hombre lo debe servir a Él. Si no sirve a Dios de acuerdo a su revelación, se va a apegar a un tipo de idolatría. De la misma forma en que el servicio a Dios provee de significado a la vida del hombre, la idolatría crea una ilusión de significado. Cuando el poder, la fama, la riqueza o la aprobación se convierten en un fin en sí mismos, es una forma de idolatría. La idolatría puede existir en el comunismo, el liberalismo, el ateísmo o el humanismo. El hombre escoge entre conectarse con el Todopoderoso o crear una ilusión a quien debe servir. En cuestiones de escoger, no hay un término medio.
El Significado de la Vida
De todas formas el hombre se relaciona con algo más grande que él o intenta perderse y escapar a una realidad insignificante. La tecnología ha provisto al hombre con muchas oportunidades para perderse a sí mismo. ¿Cuántas horas son perdidas en experimentar los dolores y placeres de otros frente a la televisión o en el cine? ¿Cuánto dinero es gastado en alcohol y en otras drogas por aquellos que buscan evitar las confrontaciones de la vida? Estos escapes no dan una felicidad verdadera. Sólo disminuyen la sensibilidad al dolor que resulta cuando uno no se relaciona con algo más elevado, y por lo tanto, la vida está vacía de significado.
Nada que Idolatrar
Es importante apreciar que la principal consecuencia de no apreciar a Dios como absoluto es que aleja el deseo del hombre de querer servirLo – no deja nada más que idolatría. Si Dios no es absoluto, entonces no es más que un superhombre. La diferencia entre el hombre y Dios se hace cuantitativa y no cualitativa.
Estamos acostumbrados a una jerarquía de poder. ¿Qué tal si Dios es solamente más poderoso que el hombre, en un sentido humano y no Divino? El presidente también es más poderoso de lo que somos nosotros, pero igual sentimos que lo podemos evadir. El hombre puede tanto evitar como manipular a cualquiera más fuerte que él; por lo tanto, nunca serviría a una entidad así. Para que el hombre sirva, es decir, se someta a Dios, el Todopoderoso debe ser esencialmente diferente a él. La diferencia entre él y Dios debe ser cualitativa y no solamente cuantitativa.
La Idolatría como un Trueque
Si este concepto es verdad, entonces ¿por qué encontramos tantas civilizaciones sirviendo a ídolos? El ídolo no tiene una existencia absoluta sino contingente. El ídolo, como aquellos que lo sirven, tiene necesidades y consecuentemente limitaciones y debilidades. La conciencia humana de esta dependencia invita a relacionarse con el ídolo a través del trueque – rendir culto a cambio de una recompensa. La gente va a servir al ídolo siempre y cuando les ofrezca algún tipo de beneficio. A través de la historia, los dioses que fueron favorecidos son aquellos que dieron lluvias y victorias a los deseos de sus idólatras. Esta forma de servir es servirse a uno mismo y no es realmente sumisión. La existencia contingente del ídolo es su debilidad inherente, una que hace la sumisión real imposible.
El reconocimiento de la existencia absoluta del Todopoderoso como la única fuente de existencia es lo que nos une a Él. La sumisión a Él es predicada sobre el conocimiento de que Él es la causa de todo en el mundo y de toda la experiencia que uno tiene de él. Entonces este conocimiento, trae consigo la conciencia de que uno no tiene una existencia absoluta. Es a partir de esta comprensión que Moshé declaró: «Nosotros, ¿qué somos?» (Éxodo 15:8 ver Julin 89a). Estar seguro de que uno no es más que una Creación Divina y estar consciente de todas las ramificaciones de esta realidad es la expresión más elevada del servicio a Díos.
La Única Entidad Permanente
Otra consecuencia del hecho de que Dios es absoluto es la idea de que no es cambiante. Los seres humanos, son afectados por una variedad de cosas y están cambiando constantemente. Uno depende de algo, y cuando eso se altera, uno también debe cambiar. Dios, Quien no es dependiente de nada y que no tiene una causa o fuente aparte de su propio Ser, es inmutable.
El Mundo Venidero
La existencia de un mundo venidero es predicada bajo este principio. ¿Cuál es la diferencia entre este mundo y el mundo venidero? Este mundo es efímero y transitorio, como el parpadeo de un ojo. El mundo venidero es real, actual y eterno. Pero la realidad del mundo venidero depende necesariamente de la cualidad absoluta de Dios, de Su independencia total.
Este artículo es un extracto del libro «Fundamentals of Faith: Insights of