Siempre fui malo para las matemáticas. No era mi materia favorita en épocas de escuela. Mi apatía para los números, operaciones matemáticas, cálculos, estadísticas, etc, ha sido tal, que hoy en día, a mis recién 34 años cumplidos, esa apatía hacia las ciencias exactas me ha pasado su factura.
Me cuesta hacer cálculos porque nunca me aprendí de memoria las tablas de multiplicar; las operaciones básicas (suma, resta, división y multiplicación) son sencillamente imposibles de hacer para mí, si no es con ayuda de alguna calculadora.
Mientras escribo estas líneas, recuerdo un chiste en donde el profesor en la escuela pregunta a un alumno: “ Si tienes 5 naranjas, y te comes 3, ¿Cuántas naranjas te quedan?”; a lo que el alumno responde: “No lo sé profesor, es que yo me lo sabía pero con manzanas..¡¡¡”
Conversaba con un buen amigo, tico, pero de origen oriental, socio en la construcción de Shalom (porque aunque él no lo sepa, sus actos y acciones tienen altas dosis de Justicia y Bondad) y me indicaba algunos errores que había cometido en unos cálculos que había hecho para sus negocios. Mi buen amigo oriental me calmo un poco la preocupación que sentía al indicarme que a pesar de que había realizado torpemente los cálculos, los resultados no eran tan perniciosos para él.
Esos sucesos me hicieron pensar un poco en las bases de la educación que recibí, y que recibimos en mi querido país. Con esto no quiero decir que el sistema educativo sea ineficiente, sino que se hace algunas décadas, el sistena educativo ponía mucho énfasis a la memorización y no al análisis, debido a que no se contaba con los medios de comunicación ni la tecnología que hoy gozamos. Por ejemplo, recuerdo que en la escuela nos enseñaron a memorizar las tablas de multiplicación, por lo que 5 x 5 sabíamos que era 25 por haberlo memorizado así, y no por análisis. Tal vez era más rápido memorizar para resolver los problemas, pero no nos hacía más eficientes para enfrentarlos.
No enseñaron a memorizar sin cuestionar, pensar o discutir. Así fuimos aprendiendo fechas, periodos, nombres, sucesos… y los aceptamos como ciertos, porque eso decían los libros, los maestros y nuestros padres. Ese sistema de memoria de alguna forma nos impidió desarrollar una inteligencia analítica que permita ver los hechos de forma panorámica y concentrada a la vez. Por ejemplo, si preguntara ¿Cómo sale un hombre del agua?, cualquier respuesta que se dé es correcta; puede salir nadando, mojado, caminando, muerto, etc; pero pensamos que tiene que tener una única y sola respuesta que sea verdadera; cuando la realidad es que tiene muchas respuestas y todas pueden ser verdaderas.
Dice el señor Eliecer Venegas Segura en su libro “El delito de Ser Tonto”:
«.. Demasiado difundida se encuentra esa concepción según la cual la primer señal de inteligencia la dan los resultados que se obtienen en los exámenes.. desde la escuela primaria. … En general se puede quizás esperar que un estudiante .. llegue alcanzar algún puesto bien pagado de relumbrón, y a medrar en él toda la vida. Pero difícilmente se podría asegurar que el tipo de labor que realizar los hombres geniales tienen relación con las notas obtenidas alguna vez en las aulas…» (pag. 6)
La teoría del señor Vengas Segura en su libro, parte de la idea de que la forma incorrecta de proceder que tenían los docentes era educar para memorizar y no para pensar; lo que hizo que brillantes estudiantes académicos, se convirtieran en obsoletos profesionales; pues en la escuela eran considerados buenos estudiantes por las notas que obtenían, pero en el ejercicio de la profesión eran incapaces de resolver problemas cotidianos.
Aprender y estudiar para pasar los exámenes, graduarse, trabajar, obtener bienes y servicios, se convirtió en un fin y no en un medio. Me explico: Recuerdo en mis epocas de Colegio, el suplicio que era para mi las matemáticas; por lo tanto al finalizar el colegio, y al verme libre de esa materia al finalizar el Bachillerato, sentí reposo de no tener nunca más en mi vida que estudiar tan desafiante materia, sin pensar ni un segundo, que era importante que la supiera para poder ser mas eficiente para otras personas. En mi torpe calculo que le hice a mi amigo, nunca me detuve a revisar si estaba bien o no el cálculo realizado; simplemente lo hice, porque de dicho calculo dependía un trámite legal. Diferente la hubiera sido la forma de proceder si al menos, pensando un poco en el bienestar del otro, lo hubiera revisado; o bien, dado a revisar por alguien más diestro en matemáticas.
Dicho de otro modo: Entiendo que para ser un constructor de Shalom en este mundo, Bondad y Justicia hay que aplicar para lograr el tan deseado estado paradisiaco; incluso en el acto más mínimo que parezca, lo que implicaría ser cuidadoso si el prójimo nos pone al cuidado de sus bienes, o de cualquier otra cosa que nos confíe. La Bondad y Justicia no se practica estando la persona aislada, sino que en comunión con otras y en todas las relaciones interpersonales, siendo concienzudo de no causarse ni causar a otros perjuicio alguno.
Si parece extremo el caso, pues podría ser. Pero al menos sé que el despertar de conciencia y ajustar algunos actos a principios supremos no trae malos resultados.
Memorizar es una gran herramienta para enfrentar algunos problemas, pero no todos se resuelven con las cosas memorizadas. He aprendido (de dura manera) que ser un buen profesional, técnico u obrero trae mucho beneficio personal, pero los intereses egoístas personales pueden truncar una nuestro objetivo primero: Ser Constructores del Paraíso en el Mundo. Hacer las cosas sin pensar puede, con mucha suerte, hacer no correr ningún riesgo personal ni para otros, pero hacer las cosas con Bondad y Justicia implica poner al servicio de los demás nuestros conocimientos lo mejor que se pueda siendo cuidadosos de no causar males.
Para terminar, quiero hacer énfasis en el hecho que me llamó la atención del señor Venegas Segura.
Dice el buen autor:
“ Los que reducen la inteligencia a la capacidad de obtener buenas notas en los exámenes y de graduarse Summa Cum Laude en las universidades, prescinden de un hecho tan curioso como comprobable: solo quien aprende a olvidarse de sí mismo, puede hacerse inteligente de verdad..”