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Inventando sentidos

Entre las funciones maravillosas de nuestro cerebro está la de establecer asociaciones entre elementos diversos.
Es un mecanismo de adaptación muy provechoso a la hora de manejarse en el mundo, para encontrar alimento, percibir depredadores, acechar presas, en resumen, para sobrevivir.
El individuo que no está atento a los indicios y no asocia con fuentes de alimento, con peligros, con ataques, etc., dudosamente puede subsistir en condiciones “naturales”.
Si olemos el humo y no lo asociamos con el incendio, si vimos la huella del tigre y no le dimos importancia, si escuchamos el crepitar de la hojarasca y desconocemos lo que puede estar escondido entre los ramajes, sin dudas que estaremos en riesgo. Lo mismo si salimos de caza y no percibimos o decodificamos las señales e indicios, o si estamos necesitando de abrigo o refugio y somos incapaces de clasificar objetos y lugares.
Recuerda la imagen de los suricatos, en donde se turnan para protegerse, para descubrir peligros, para dar la voz de alarma, etc. Ahí los tienes, atentos, activos, despiertos, en constante vigilancia alternada, recabando información y cotejándola en instantes para formar una impresión del mundo que les dé seguridad.

Pero, encontramos también un mecanismo muy similar, quizás una exageración del anterior, que a veces puede ser también de extremo provecho, tal como es el de inventar nexos allí en donde no existen, suponer que todo es causal sin opción de casualidad, asegurar que todo tiene un sentido oculto a la espera de ser revelado
Es típico del hombre.
Se le ha dado nombre: apofenia. Tiene hermanitos, tales como el sesgo de confirmación y la pareidolia, entre otros.
Puede ser útil cuando se emplea creativamente, elaborando novedosas estrategias, ideando métodos para desarrollar viejas actividades, para explorar lo ignorando, entre otras ventajas.
Pero, es más frecuentemente fuente inagotable de errores, de equívocos, de dramas.
De hecho, comparte mucho terreno con patologías siquiátricas.
Y sí, es el mecanismo que da origen a la superstición.

Queremos encontrar sentido al mundo, si no lo tiene, si estamos limitado para percibirlo, si perdimos el rastro real, entonces nos apañamos para inventarlo.
Ese sería el resumen.

Por supuesto que el EGO emplea estos maravillosos mecanismos para sus fines, recuerda que el EGO tiene base neurológica, no es un ente espacial o espiritual revoloteando en el mundo etéreo.
Al desconectar a la persona de la percepción de la realidad, como uno de sus instrumentos básicos, o para lograr esa desconexión, es corriente que se valga de las explicaciones supersticiosas, muchas veces reverenciadas como dogmas sagrados, verdades reveladas, doctrinas aceptadas por la religión, creencia refrendada en el número de seguidores, el propio convencimiento, etc.

Entonces, se fabrican mil y una interpretación, se delira realmente con explicaciones que tratan de llenar el hueco de sentido de alguna conducta, creencia, costumbre, sentir, etc.
Te podría mencionar decenas de tales que he escuchado muchas veces en boca de personas judías ortodoxas, o que son “tradicionalistas”. Verdaderos inventos basados en humo, sin apoyo histórico, sin validez lógica, sin ningún sustento más que “lo dijo tal rabino”, “lo leí en cual libro”, “eso es lo que hacemos aquí”, “Dios quiere y no comprendes”, entre otras “explicaciones”.
Un ejemplo, el no cortar el cabello de los hijos hasta los tres años de nacido. Sabido es que es una costumbre de origen pagano que se ha introducido modernamente en algunas facciones judaicas. Rápidamente se elaboran referencias, se anulan críticas, se agrede al que cuestiona, se entroniza como “mandamiento” casi que a la par de los dados por Dios. Sí, uno pasa a ser un “hereje” si no actúa según la moda supersticiosa.  Como este, sobran los ejemplos. Al caso, en algunas festividades judías, o previo a ellas, algunos comen Kreplaj. Según se puede constatar es una costumbre originada en Europa, a semejanza de las costumbres locales. Pero no tardaron los que elaboraron barrocas teorías sobre la santidad de tales alimentos, sobre los signos favorables de comerlos, sobre los significados cabalísticos-jasídicos de ingerirlos… siendo no más que costumbres copiadas a los vecinos gentiles… pero bueno, al tiempo aparecen los fedayines que para defender sus creencias, a sus maestros, su estilo de vida supersticioso, también inventan que fueron los vecinos los que copiaron a los judíos en sus alimentos.
¿O qué decir de la costumbre de disfrazarse en Purim? Ésta fue tomada de los carnavales italianos, pero al rato aparecieron los que asociaron con la reina Ester ocultando su origen, o a Dios oculto en el relato del Tanaj, o que es símbolo de… cuando fue originada en la tradición pagana de los vecinos de los judíos muchos siglos, un par de milenios después de los acontecimientos narrados.
Por saber, o sospechar, su origen real, ¿dejaré tal o cual costumbre? No lo sé, depende. Pero sin dudas no asumiré que es algo “sagrado”, irrenunciable, mandato divino, o seguiré como necio vocaciones supersticiosas cuando el hombre debe trabajar para librarse de toda superstición, de toda. 
En fin, sobran los ejemplos, tanto de costumbres judías, como familiares, como locales, como de todas las provincias, religiones, culturas, estamentos, etc. 
Si esto pasa entre gente que trata de mantenerse apegada a una vida virtuosa, ¿cuánto más cuando se permite que el EGO haga estragos en la mente, en las emociones, en las valoraciones morales, etc.?

Es normal pretender encontrar sentido a las cosas, buscar asociaciones, tratar de correr el velo del misterio.
Pero cuando esto se hace para satisfacer al EGO, en cualquiera de sus modalidades, entonces se pasa al lado de lo enfermizo, a lo que esclaviza y no a lo que brinda de plenitud a la persona.

Entonces, lo mejor es estudiar con calma, con paciencia, con humildad. No dar por sentada las cosas, aunque las diga X persona, aunque te parezca razonable, aunque 1.000.000.000 de seres lo crean, aunque tú tienes fe en ello. Estudia, recapacita, analiza, coteja, vuelve a analizar. Mientras vivas de forma buena y justa, siendo leal a lo que te corresponde por derecho, entonces no tienes porqué correr detrás de las modas, de las banalidades, aunque sean ofrecidas con explicaciones rabínicas o sortilegios cabalísticos.

Da para mucho más este tema, pero con el deseo de hacerlo comprensible para el amplio público, lo dejo por aquí.
Si conoces otros ejemplos, del mundillo judaico o general, por favor compártelos en la zona para los comentarios, aquí debajo. Si tienes algo útil que aportar, coméntalo.

Para construir shalom es necesario des-aprender infinidad de cosas, así estaremos capacitados para aprender realmente y actuar en unidad, en armonía, en salud y bienestar.

Ser noájida y compartirlo

Ser noájida es ser persona, uno que integra el 99.98% de la población mundial, es decir de los humanos que no son judíos.
En sí es un sinónimo de gentil, o miembro de las naciones del mundo.
No hay una clasificación particular para los “noájidas ortodoxos”, o “noájidas renacidos” o cosas por el estilo.
Ser gentil es ser noájida.
Sin embargo, por cuestiones que no me quedan muy en claro, se suele usar “noájida” para referir a aquel que es consciente de su identidad espiritual, así también como aquel que es leal al Eterno por medio del cumplimiento de los Siete Mandamientos para las Naciones.
Es como si “noájida” se aplicara a un pequeño grupo, a aquel que está en sintonía con su esencia espiritual, cuando lo cierto es que toda persona no judía es por derecho de nacimiento “noájida”.
Pero bueno, de acuerdo al uso un noájida es aquel consciente y coherente en su conducta con su identidad espiritual.

Recuerda, un noájida "completo" es consciente de su identidad espiritual y activo en ella, pero todos los gentiles son por derecho noájidas. Quizás no lo sepan, no lo crean, no se comporten de acuerdo, opinen diferente, pero noájida es lo que eres cuando no eres judío.

La voz noájida es la forma castellana de decir “ben Noaj” (bat Noaj para mujer, benei Noaj en plural), que en hebreo significa “hijo de Noé”, tal la manera tradicional judía para mencionar a los gentiles leales al Eterno.
Así pues, noájida no es un palabra moderna, sino una castellanización de un término tan antiguo que se pierde en los orígenes de la civilización.
Moderno es el concepto de constructor de Shalom, aunque tiene sus raíces en lo más profundo y sagrado de la Tradición.
Porque la persona espiritual, la persona equilibrada, necesariamente debe ser un constructor de Shalom en todo momento, d dentro hacia fuera.

Pareciera ser que también en el pasado surgía dificultades para indicar a aquellos noájidas conscientes y coherentes, por ello se les solía señalar a éstos como “gentiles piadosos”, “gentiles justos”, gentiles reverentes del Eterno”, entre otras denominaciones que apuntaban a lo mismo: la consciencia y lealtad del gentil a su destino sagrado, de servir al Eterno de acuerdo al camino noájico, el de los Siete Mandamientos Universales.

Como paralelo para comprender lo de los nombres te comento que a los judíos en su origen se los llamó “benei Israel”, “hijos de Israel”, porque eran todos descendientes de un señor cuyo nombre era Iaacov/Israel.
Todo judío, creyente o no, observante de los preceptos o no, leal o no, coherente con su esencia espiritual o no, es un “ben Israel”. A los que se comportan en sintonía con su esencia espiritual se les puede decir “judío piadoso”, “judío justo”, judío reverente del Eterno”, y con el craso y absurdo nombre de “religioso” o también errado de “ortodoxo”.
Recuerda, la religión siempre es EGO, que es lo contrario al AMOR, que es lo no espiritual.

En cuanto a la actitud que un noájida ha de tomar con respecto a difundir su identidad, es un tema largo para exponer, pero permíteme darte mi idea sintetizada en pocas líneas.
Por ser breve, seguramente dejaré cosas de lado, tampoco pretendo que sea la verdad revelada, sino mi idea basada en años de trabajo y experiencia sobre el asunto. Pero a la hora de la hora, hay dos hechos que no puedo modificar:
1- Nunca fui de ninguna religión ni tengo familia en religiones, así que no sé qué es eso, como se siente, qué se sufre.
2- Cada uno puede hacer lo que puede hacer, sin aspirar a la vida de otro, pero tampoco a satisfacerse con lo mínimo o escaso. Cada cosa en su tiempo y lugar.

Ahora te cuento que mi idea es que el noájida debiera (si puede) conversar de noajismo, compartir, difundirlo, hacer proselitismo (en el exacto sentido de la palabra, según la Real Academia), pero no ejercer presión, ni amenazas, ni violencia, ni engaños, ni astucias, ni… toda “alma que se consiga” por medios oscuros, es otro siervo del EGO que sigue esclavo de la mentira. Por más que por fuera acepte la postura, seguirá siendo el mismo por dentro. Habrá mucho más dolor, excusas, magufadas, pero poco de lo que es bueno y de bendición.
El compartir que sea con respeto siempre, respeto por uno y respeto por el otro. Llegar hasta donde se puede llegar, admitir que el otro piensa, cree, siente, opina tal como lo hace y no por ello debemos demandarle que cambie, que vea como nosotros vemos. Todo a su tiempo. Con paciencia, con verdadero amor. Unir, amar, y no ser un cómplice del EGO.

Mira lo que te digo ahora. Con el pastor, con el clérigo religioso que difunde el error, también  hay que tratar de ser respetuoso, no todos los pastores son malandrines o mala gente e incluso hay muchos de ellos que precisan de esa mano amiga para salir del estiércol del EGO. Siguen siendo clérigos del mal porque no saben, no pueden, hacer otra cosa; porque tienen miedo; porque están tan aprisionados que también precisan de comprensión y ayuda amorosa y no del rigor y la severidad del fanático.
Una palabra dulce, una palabra de aliento, un palabra bondadosa seguramente te gana más amigos y abre más puertas que la queja, la amargura, el rencor, la avaricia, el encono, la desvergüenza, la ofensa, etc.

Pero con el enemigo, con el traficante de la fe, con el terrorista, con aquel que a sabiendas actúa maliciosamente, o que se entrega al mal y provoca daños (consciente o no) no se puede ni debe ser blando, pero tampoco injusto. La justicia ha de primar siempre, porque ESA es LA bondad real para con el que no se puede ser bondadoso.
Todo tiene su tiempo, también la dureza, también el imponer la autoridad por medio de la fuerza, siempre y cuando sea la opción necesaria.

Eso creo, tú lo evalúas y actúas según tu parecer.

Magia, misterio, autoritarismo y destrucción

Para destruir tan solo hace falta una piedra. Nada más. A veces hasta menos, tal vez con una palabra perversa ya es suficiente.
Para construir, es necesario esfuerzo, ingenio, trabajo, compromiso, responsabilidad, energía, planificación, estudio, tiempo…
El constructor incluso puede tomar esa misma roca lanzada por el emisario del caos, pero para hacer la tarea de ordenar, de mejorar, de cuidar, de desarrollar el mundo. El mundo interno, de pensamientos, sentimientos, emociones, creencias, anhelos; como también el mundo externo, de la relación humana, del ambiente.

Sí, es fácil destruir, cualquiera puede hacerlo.
Pero construir, construir en verdad, para eso es necesario ponerse uno mismo en obra.

Así, vemos que abundan los criticones, los que (realmente o en apariencia) demuelen las posiciones de otros, pero arduamente son capaces de defender con integridad algo de su propia posición.
Son muy hábiles para mentir, difamar, traicionar, enlodar, fastidiar (etcéteras negativos ad infinitum), pero sumamente incapaces de hacer algo positivo, coherente, provechoso, constructivo, a favor de lo que piensan o creen.
El grito, el golpe, la queja, la falsedad, recursos del EGO desde el inicio, allí está pronto, servido, al instante, como respuesta, como reacción. Es lo que se tiene a mano, lo que se aprendió, lo que se hace. Así se manipula, así se es manipulado.
Se busca sobrevivir, en vez de vivir, en base a la destrucción.
En términos ecológicos, se usa sin conciencia de la sustentabilidad ni compromiso con ella.
En palabras de Héctor Schmucler (referido a la tecnología pero aplicado a nuestro tema): “Para la tecnología moderna no hay otro futuro que el de su propia multiplicación dominadora”.
Se vive el aquí y ahora de manera falaz, errónea, porque en verdad se está en permanente huida, se está fuera de línea, descentrado, sin armonía, en caos.
Oh sí, en el caos primordial, aquel que se fue ordenando y edificando para llenar de vida y sentido el cosmos.
El EGO es retorno al caos, en tanto que el AMOR es la creación en su plenitud.
El EGO es una máquina de supervivencia, en ello labora constantemente, pero al perder su sitial, su sentido, lleva a una existencia vacía, a la muerte en vida, a la extinción.

En palabras de una de las dos parshiot de la semana: "Pero si no me escucháis y no ponéis por obra todos estos mandamientos… serán sometidos al castigo de sus iniquidades, porque menospreciaron Mis decretos y porque su alma detestó Mis estatutos" (Vaikrá / Levítico 26:14, 43).

Tenemos el otro camino, el verdadero camino.
Porque, reconozcamos que es fácil arrojar una piedra, atine en el blanco o no, el daño ya fue hecho.
Pero, cuan duro es hacer lo que es bueno y justo, con lealtad, incluso consigo mismo.
Sobran los mentecatos, los mercachifles, los mercaderes de vidrios de colores, los piratas, sobran… porque no requiere de mucho el ser cómplice o activo destructor.
Pero, son tan pocos los que hacen el cambio positivo, los que alumbran, los que dan vida.

El EGO se vale de la ignorancia, sin dudas.
Aunque la persona abunda en conocimiento, en tanto no sea consciente de su ser, en tanto no logre unificar su Yo Vivido con su Yo Auténtico, estará en ignorancia.
La ignorancia también incluye a los falsos saberes, tan habituales entre los “creyentes” de cualquier especie y modelo.
En base a la ignorancia, procede el EGO a secuestrar el pensamiento, para hacer de las suyas. Entonces se inventan excusas, se elaboran teorías disparatadas, se cree en ridículos, la magia y superstición son adoradas, todo puede ser creído porque todo da lo mismo, en tanto se mantenga al hombre sumiso, impotente, pero con fantasías de súper poder.
Tomemos un ejemplo, que confieso no sé si es completamente verídico, pero me parece muy instructivo.
En la edad media, lo”normal” y hasta considerado “sano” era tener piojos. ¿Cómo llegaron a tal conclusión? Porque todas las personas sanas tenían piojos. Eso era lo “normal”. reyes, caballeros, damas, curas, obispos, pobres, ricos, mendigos, campesinos, burgueses, artesanos, rateros y “santos”, todo llenos de piojos. Pero había un grupo que ocasionalmente se libraba de tal plaga. Eran los enfermos con fiebre, pues parece que a estos parásitos no les agrada la alta temperatura y abandonan a su huésped en busca de otro cuerpo en el cual habitar.
Entonces, la “inteligente” conclusión era: los sanos tienen piojos, los enfermos no. Por lo cual, tener piojos es signo de salud.
¿Suena descabellado?
Sí, para nosotros que entendemos un poco más cómo funcionan las cosas, que tenemos un orden más racional y claro. Pero, para aquellos medievales, su pensamiento era el correcto. Pobre desgraciado del que se atreviera a opinar o siquiera suponer otra cosa. No tardaba en perder a todos sus piojos, por ser quemado vivo en las “santas” hogueras de los extremistas defensores de la fe y las “sanas” doctrinas.
Pero, no miremos con desprecio a aquellos bárbaros ignorantes de estas cosas. ¿Acaso hoy en día es diferente?
¿Acaso el amplio acceso a la información, los mayores conocimientos de los asuntos del mundo, nos ha llevado a ser mejores como individuos y como sociedad?
¿O seguimos siendo la misma bestia atada, esclavizada por el EGO, incapaces de desarrollar a pleno nuestra multidimensionalidad humana, nuestra esencia sagrada?
Piénsalo, mira al mundo, mira a tu alrededor, mírate al espejo y confiesa si somos en algo mejores que aquellos fanáticos oscurantistas de mil años atrás…

Dostoievski nos cuenta que El Gran Inquisidor creía que la humanidad quiere “magia, misterio y autoridad”.
Cierto, muy cierto.
Si le damos a la gente el buen pan espiritual, la luz de sus propias esencias para que les alumbre, rechazan amargamente, prefieren seguir arrastrados bajo la bota dolorosa del faraón, del EGO.
Prefieren el circo de la iglesia, con su magia, misterio y aires de autoridad.
Adoran a un supuesto rabino, más payaso que otra cosa, porque les vende a precio carísimo magia, misterio y seudo autoridad.
Escapan de FULVIDA, de nuestro mensaje libertario, porque renegamos de ser autoritarios, negamos la magia, negamos el misterio.
Nosotros tratamos, en la medida de nuestras posibilidades, de manejarnos por la senda del bien y la justicia, no por el modo EGO. Entonces, no recurrimos a artificios, no precisamos de tramoyas, no nos disfrazamos, no clamamos versos grandilocuentes, no nos escondemos detrás de mafias, no alentamos a que se nos siga con fe… por ello no somos “exitosos”, en los términos cotidianos.
Nosotros no seguimos al EGO, seguimos al AMOR, en la medida de lo posible, cosa que no es sencillo ni constante, por supuesto, pues no somos “santos”, solo personas normales.
Y eso, precisamente eso que libera, es lo que la gente más repugna.
La gente quiere farsas, actos circenses, palabras que representen poder sobrenatural, milagritos, truquitos de mago de barrio… ah… eso les encanta. Porque eso es destrucción, demoler la esencia personal, dejar el espíritu embadurnado por el estiércol del la religión y las doctrinas perezosas de la muerte.
¿Sabes por qué mesiánicos, netzaritas, noajudas, cabalisteros y otros fantoches tienen tanto “éxito” (en términos terrenales)?
¿Sabes por qué la gente dilapida su vida en Facebook, Twiter y otras aldeas de chismosos?
Relee lo que puso el genial autor ruso y tendrás una de las respuestas.

Tenemos pues que trabajar en el AMOR, ser AMOR.
Pero eso NO es de ninguna manera ser sentimentalistas, permisivos, todo vale, necios que no saben pensar ni inquirir por la verdad.
Vivir en AMOR, ser AMOR, es un acto multidimensional (cuerpo, emociones, lazos sociales, mente y esencia espiritual) y no un trastorno emocional pasajero.
Para amar en verdad es imprescindible conocer, hasta donde sea posible hacerlo. Porque el que no conoce, difícilmente ama; por ahí siente algo, tiene “buena onda”, lleva buenas intenciones, está enamorado, pero amar no ama…
Amar implica conocer y hacer aquello que es bueno y justo con quien se ama, al tiempo que no se daña a uno mismo ni a otros.
No es tarea simple, pero hacerla es la cuestión que no hace humanos, libres del EGO.

Martín Heidegger en La pregunta por la técnica expresó: “Preguntar es estar construyendo un camino. Por ello es aconsejable fijar la atención en el camino y no estar pendiente de frases y rótulos aislados. El camino es un camino del pensar”.
(Me desvió por un instante. El lector informado habrá percibido que he citado aquí algunos autores que son, digamos algo así como, controversiales. En este caso tomamos sus expresiones que consideramos provechosas, el resto, lo que no contribuye al Shalom, es lo que no usamos. Tal como hizo el gran Maimónides, quien usaba ideas de pensadores “extranjeros”, mucha veces sin citarlos por sus nombres, porque sabía que eso levantaría críticas nefastas e inútiles, siendo que había mucho que aprender de los aportes de los sabios “extranjeros”.)
Nuestro camino debe incluir el pensar, el cuestionar con respeto, el analizar, el preguntar, el avanzar y no detenerse en idolatrar a nada ni nadie.
Toda idolatría es producto del EGO, en tanto que el amor es espiritualidad.
Y la espiritualidad es multidimensional. Incluye a todo lo de la persona. Unifica, une, hermana y no separa lo que debe estar unido cuando debe estarlo.
Lo espiritual no agrede, no lleva a “guerras santas”, no daña, a no ser que no haya otro camino posible y sea absolutamente necesario.
El espíritu indaga, no teme a las preguntas, tampoco a las respuestas, porque está para aprender, para enseñar, para cerrar las brechas que deben cerrarse y separar lo que debe ser separado.
Eso es AMOR.
Pero el EGO, el EGO, hace todo al revés. Siente, desea y secuestra el pensamiento. La creatividad es usurpada, se la destina a inventar excusas que justifiquen la maldad, la pereza, el error, la mentira. El cuerpo es adorado o aborrecido, pero siempre sentido como una ropa prestada y no como el sagrado yo terrenal durante nuestra travesías en este mundo. Así marcha el EGO, entre sombras, en ignorancia, en desconexión de los sentidos para perder la ruta espiritual.
Y por más que lo alimentes, no te da descanso, no te libera de su esclavitud… ¡todo lo contrario!
Cuanto más lo sirves, más te aprieta el pescuezo y te esclaviza.

Veamos una cita del salmista: “Él les dio lo que pidieron, pero envió a sus almas debilidad.” (Tehilim / Salmos 106:15).
En ocasiones la persona obtiene lo que su EGO anhela, pero eso no le da felicidad, de hecho, la llena de mayor pesar.
Nada le conforma, quiere más, se vuelve más adicto.
En vez de fortalecerse, se debilita. En lugar de dicha y paz, solo hay resentimiento, quejas, amargura, falta de agradecimiento, muerte en vida.
Se puebla la mente de religión, de superstición, de magia, de deseos de autoridad.
Debilidad, impotencia, culpa, arrogancia, menosprecio, odio, gritos, trampas, podredumbre, más y más miseria, aunque se tenga “éxito” terrenal, el alma se vacía, la vida se ahueca, es un hoyo depresivo que ni siquiera la mágica píldora del psiquiatra parece resolver.
El EGO pide más, demanda, exige, protesta, hace paros y huelgas reclamando más… más… más… para ser menos, menos, menos…

Para los que construyen shalom (y si empiezan de dentro para fuera, es lo mejor), es bueno que recuerden que no tiene porqué hacer todo, saber todo, conocer todo.
Cada cosa a su tiempo.
Primero hay que darse tiempo para des-aprender, para conocerse, para amarse, para respetarse. Si se corre como ciego, cargando la mochila del pasado, lleno de pretextos, de textos corruptos, de idiosincrasias enfermas, difícilmente se deje de lado el sometimiento al EGO, raro que se pueda hacer las cosas con bien y justicia.
Los q se apuran lo hacen para seguir en huida, no en dedicada construcción de shalom.
Dele a cada tiempo su pan, SU pan y no otro.

Creo que es un texto más largo de lo que planifiqué, más complejo, yo quería algo sumamente breve, conciso, concreto, pero me quedó esta obra que tiene ante ti.
Me gustaría recibir tus comentarios, tus aportes, tu ayuda edificante para seguir avanzando.
Gracias.

(Recomiendo la lectura y comprensión de: http://es.wikipedia.org/wiki/Post_hoc_ergo_propter_hoc)

Espiritual, te lo repito

Es un tema simple, pero que la cultura humana ha tergiversado y oscurecido.
Es un tema fundamental, pero se hace equívoco y difuso a causa de las pésimas definiciones.
Es un asunto esencial, pero que se la pasa disfrazado de otra cosa.
Espiritual.
¿Qué es en realidad?

Espiritual es aquello que nos conecta (positivamente) con Dios, con el prójimo y con nuestra esencia (Yo Auténtico).

Dar plata a un pobre, espiritual.
Pagar al trabajador como corresponde en tiempo y forma, espiritual.
Educar a los hijos para ser personas de bien y justos, espiritual.
Pasar un tiempo de valor con la familia, espiritual.
Rezar, sí, también lo es.
Cuidar de la salud, espiritual.
Hacer ejercicio, de manera moderada, espiritual.
Estudiar lo que nos sirve para mejorar como personas y comunidad, espiritual.
Cumplir los mandamientos, aquellos que Dios nos ha dado a cada cual, espiritual.
Lo que es parte del estilo de vida judío para los judíos, el judaísmo, es espiritual para el judío.
Lo que es idiosincrasia nacional, que no contradice los mandamientos del Eterno, es espiritual para todos.
Hacer terapia, o tomar consejería para asuntos emocionales, espiritual.
Trabajar con corrección, espiritual.
En resumen, espiritual, el camino a casa. El camino a la unidad. Al ser.
Tan simple, tan entreverado por creencias ajenas, dogmas, doctrinas, religiones, ideología, deseos… tan oscurecido y entorpecido por el EGO.

¿Se comprende la idea?
Y si no, ¿qué es lo que no se comprende?

Ya la trabajamos, te paso el link: http://fulvida.com/varios/temas-frecuentes/espiritual

Emor, ser salvos

Ni arriba ni abajo, en tu lugar
Al EGO no le sirve que crezcamos.
Le conviene hacernos sentir impotentes y que nos creamos todopoderosos o absolutamente incapaces, para que de esa forma soportemos constantes tropiezos, contrariedades, sufrimientos.
Es que, si la persona se siente capaz, libre, responsable, apta, con el sano orgullo de poder lo que puede, bien pronto se quita de encima la bota tiránica del EGO.
Entonces, el EGO lo somete a la tortura de sentirse ignorando, poca cosa, fracasado, imposibilitado, destinado al dolor y sin mecanismos para sobresalir. O le hace fantasear con tener poderes que realmente no tiene, dominios que le son ajenos, y por consiguiente chocará tarde o temprano con la realidad que le dice: “no, tú no puedes”. En esa circunstancia ya no es solamente un sentimiento de impotencia, sino la impotencia concreta, materializada, el límite de nuestras capacidades reales.
Entonces, se suma el sentimiento, la creencia fantástica y la realidad, se hace un combo amargo que degustar.
La soberbia, el creerse más de lo que uno realmente es y puede llegar a ser; tal como la falsa modestia, el rebajar el propio estatus a un nivel inaceptable, incongruente con la real capacidad y potencial; son caras de la misma terrible moneda del EGO.
Imaginar y hasta delirar con estar a un nivel que no se está, ni se puede llegar, sea alto o bajo, son formas del EGO para mantenerte en impotencia, sometido, esclavizado, ajeno a tu verdadera identidad, aferrado a máscaras del Yo Vivido en lugar de abrazado y en paz a tu Yo Auténtico.
Es triste, pero es la regla casi general de la humanidad. Pocos son los que saben y pueden zafar de la esclavitud del EGO y potenciar su vida al máximo.
Al conocimiento de su real valor y lugar, a la autoestima adecuada, en la Tradición se le suele nombrar como “humildad”.

El origen de la religión
Nuestras primeras reacciones ante la impotencia inicial, en el traumático momento del nacimiento, son instintivas.
Son las herramientas básicas del EGO: grito, llanto, pataleo y desconexión de la realidad.
Con ellas procura mantenernos con vida, sortear el amargo trago de la impotencia y sobrevivir.
Desde ese instante nos vamos  programando, a partir de estas herramientas, a través de las relaciones con el medio y las otras personas.
Vamos usando ciertos instrumentos, los vamos conociendo, perfeccionando, cambiando, desechando, mejorando. Pero la raíz permanece la misma: llanto, grito, golpe, inconsciencia.
Vamos sumando los mandatos de la sociedad, a reaccionar de acuerdo a lo que nuestros padres nos entrenan.
Vamos formando creencias, decodificando al mundo de acuerdo a lo que estamos conocimiento y entendiendo, se tejen redes neuronales, nos vamos haciendo como personas.
Allí en el fondo está nuestro primer salvador, el EGO, con sus demandas, con sus exigencias, sus manipulaciones. Es un “dios” que se interpone a nuestra conciencia de Dios, son las múltiples cáscaras que recubren nuestra neshamá (esencia espiritual), para que no tomemos contacto, para que no nos conectemos, para que no seamos uno y unificados.
Allí fuera están los primeros “dioses” que vamos adorando, por lo general la madre (o más bien debiera decirse la o las personas que cumplen la función materna de proteger, alimentar, higienizar, etc.).
El dios interno, el EGO, se presenta como el dios externo, las personas de nuestro entorno en nuestras edades más tiernas.
En esos momentos aprendemos a manejarnos con los dioses, a manipularlos, a ser manipulados. A conseguir las cosas que deseamos con rabietas, con enojos, con estafas emocionales. Esos dioses están a nuestro servicio, pero dependemos por completo de ellos. Es como una relación bastante enfermiza, sin ellos morimos, ellos sin nosotros es como que no tienen sentido de ser.
Así es como, en general, vamos fabricando el sentimiento religioso en nuestro ser.
Por ello decimos que la religión, la fe ciega, es derivado del EGO. Porque no se asienta en la espiritualidad, en la conexión, en la unidad, en el ser en plenitud, sino en el toma y daca, en el negociado, en las necesidades de ambas partes, en jueguitos de poder y dominio. Eso es la religión, nada sagrada, nada trascendente, puro EGO.
Así comprendemos cómo en el nombre de las religiones se hacen las peores barbaridades, se excusan la peores miserias humanas. En este siglo y en todos los anteriores.
Porque, si la religión fuera del reino espiritual, nunca estarían a la defensa de la corrupción, de los “poderosos”, de la amenaza como mecanismo, etc.

El eterno volver
Si pudieras ver tu vida desde fuera, desapasionadamente, con frialdad, con desapego, encontrarías que una y otra vez repites conductas.
Como si estuvieras programado a volver a repetir lo que ya viviste con apenas variaciones.
Pueden ser las mismas u otras caras, pero en el fondo las situaciones se repiten, apenas si con cambios.
La tonada es la misma, aunque sean otros los instrumentos que la ejecutan.
Y vuelven, o quizás nunca se van, los mismos sentimientos de desamor, de impotencia, de limitación, de desamparo, de apego, de desconexión de no poder ni valer, de fracaso.
Parece que decides, pero no.
Haces de cuenta que eres libre, pero estás esclavizado al EGO, y sigues mandatos externos, creencias infantiles, programas que te hacen ejecutar automáticamente las cosas.
En las pequeñas y en las grandes cosas, allí saltan los programas a los que nos hemos acostumbrado, que son nuestra “segunda naturaleza”.
Observa, pero con desapego, desde fuera, sin reaccionar, sin responder, sin querer tener el control, observa… ¿qué ves?

Observa y registra
Observa cómo actúas, como un personaje de obra teatral, como siguiendo un libreto escrito por ajenos.
Obsérvate en tu multidimensionalidad:

  • qué sientes en tu cuerpo, en qué parte precisamente;
  • cómo te sientes emocionalmente; cómo te valoras; cuáles personas, cosas, situaciones, ideas te hacen sentir esas cosas;
  • de quién te ocultas o a quién quieres vencer; qué posesión quieres obtener para sentirte apreciado; qué trofeo quieres demostrar;
  • cuáles son tus pensamientos; qué afirmas acerca de ti mismo y de las cosas; qué recuerdas, qué esperas; qué inventaste para excusarte;
  • cómo actúas, qué dices, qué callas, con qué lo asocias.

Observa con calma, sin pasiones, sin justificar, sin excusas, sin negar, sin rechazar.
Observa y admite lo qué estás viendo. Regístralo, no confíes en tu memoria, te hará trampas el EGO.
Por el mero hecho de hacer esto, de tomar distancia, de no apegarte, de aceptar lo que sucede, de fluir, ya estarás aprovechando mejor tus energías vitales.
Aún no habrás hecho nada, activamente, pero estás en la onda del cambio positivo.
Tomar conciencia, despertar, saber lo qué sucede es uno de los primeros pasos para tu liberación.
Antes está el admitir que uno está mal, en desbalance, fuera de foco, no sincronizado con la existencia, sufriendo. Porque si estamos anestesiados al punto de ni siquiera reconocer nuestro malestar, difícilmente emprendamos un camino hacia la redención personal.

Entrénate
Puedes ir descubriendo los patrones de conducta que se repiten, que son cadenas que te atrapan en la esclavitud al EGO.
Revelar los pensamientos negativos, las creencias falsas, las infantiles fantasías de poder, el egoísmo, la falta de solidaridad, el perpetuo jueguito por alcanzar el poder y ser sumiso, entre otras cosas.
Ir despertando, es un paso esencial.
Te da más energía, te abre la cabeza, de limpia el pecho de opresiones.
Pero, aún está lejano el mar Rojo para que se abra y te deje pasar fuera de la celdita mental del EGO y aún más lejana la Tierra Prometida, de paz y placer.
Es necesario entrenarse y no dejarse arrastrar por el hábito, no someterse al guión, salir del esquemita mental repetitivo.

Es evidente que no podrás hacer esto de buenas a primeras, a fuerza de buena voluntad o pensamientos positivos.
No existe la magia.
Tienes años enroscado a una cadena, no esperes quitártela de encima de un momento al otro.
Te advierto que muchos han tomado conciencia para luego volver a dormir, aún más pesadamente que antes.
Es que, el EGO atenaza con fuerza, a pesar de que es intrínsecamente débil.
Precisarás esfuerzo, constancia, trabajo, alegría, optimismo, agradecimiento, valor, paciencia, amor, respeto entre otras cosas para seguir adelante, para ser libre, para obtener paz, para gozar, para estar unificado y en armonía interna y externa.
Sí, muchos quedan por el camino, la mayoría quizás, pero eso no es excusa para que tú no seas de los que alcanzan la Tierra Prometida y disfrutan de ella.
Todo lo que crees que te cuesta, lo que te pierdes, lo que te esfuerzas igualmente será poco, barato, comparado con lo que gastas manteniéndote en la celdita mental del EGO, con lo que malgastas y derrochas para tapar agujeros, con lo que desperdicias al pasar por la vida sin vivirla realmente.

Entrénate en valorar al prójimo, en hacerlo sentir bien sin esperar nada a cambio, en ser justo, en no responder automáticamente sino desde un punto de vista que beneficie a ti y al prójimo.
No quieras ser el que tiene la última palabra, no pretendas ser el que domina, no pidas la cabeza del otro, no trabajes para el EGO.
Disfruta de aquello que está a tu alcance y propón al otro que haga lo mismo.
Deja fluir aquello que no puedes ni debes controlar.
Repara lo que está bajo tu dominio para que funcione correctamente.
Relájate, no quieras comandar todo y a todos.
Entrénate para ser bueno y justo, gozar de lo permitido y apartarte de lo nocivo.
Haz esto, entonces estarás en camino a la Salvación, a la Redención, a la Era Mesiánica, a la Tierra Prometida.

Emor
Para los judíos, en la lectura semanal que corresponde a este Shabbat (parashat Emor) encontramos:

"Guardad, pues, Mis mandamientos y ponedlos por obra. Yo soy el Eterno.
No profanéis Mi santo nombre, pues Yo he de ser santificado en medio de los Hijos de Israel.
Yo soy el Eterno, el que os santifico, que os saqué de la tierra de Egipto para ser vuestro Elokim.
Yo soy el Eterno.’"
(Vaikrá / Levítico 22:31-33)

Se nos muestra la puerta para salir de nuestra celdita mental, de la tiranía del EGO.
Es Dios el que quiere nuestra salvación.
Pero somos nosotros los que debemos levantarnos, abrir la puerta –que está sin llave-, y pasar a la libertad.
No seremos arrancados de la prisión, nadie vendrá a sacarnos. Debemos salir por nuestros medios.
Tenemos la ayuda de Arriba, contamos con la fuerza interna, se nos brindan hermosos consejos, se nos dio la oportunidad.
Ahora, a avanzar.
Si no llegas a la Tierra Prometida pero hiciste tu parte, santificaste tu vida por medio de la bondad y la justicia, entonces ten por seguro que desde lo Alto serás buenamente recompensado. Será completada tu travesía, no en esta vida, pero si en la eterna.
Cada paso que des, cada obra que realices, cada instante que saborees la libertad de forma comprometida, estarás sembrando gozo eterno.
Ahora, levántate y avanza.
Actúa, sé solidario, haz el bien, ¿a qué esperas? ¿A que tu EGO te dé permiso?
A construir Shalom.

Jesús, Tanaj y «pactos»

La figura de Jesús está muy enraizada en la cultura occidental, es obvio -para bien y para mal- el peso del cristianismo en la Historia de Occidente, incluso se dan como “naturales” relaciones que, en realidad, son inexistentes, así se habla del “judeo-cristianismo” de forma casi automática, sin darse cuenta que tal asociación surge de una presunción falsa: que el cristianismo deriva del judaísmo, casi de manera “natural”, y eso es algo ideológicamente muy presente en la conciencia -y en el subconsciente- de Occidente, pero es algo que… solo se sostiene por el propio -y secular- discurso cristiano, no por los hechos.

Sin entrar a valorar ahora que es mejor o peor, lo que resulta evidente, analizadas las creencias, es que el Dios de Moisés no es el Dios de Jesús, ni se trata de la misma creencia ni tienen el mismo origen, a despecho del discurso cristiano. Otra cosa es que el cristianismo se apropie de elementos (especialmente textos, aunque modificándolos cuando le es preciso) del judaísmo, pero eso también lo hace con elementos mitraismo y de otras creencias que ha utilizado a lo largo de su historia.

Los textos del judaísmo se utilizan por dos vías. La primera y más evidente es para crear el llamado Antiguo Testamento, que no es el Tanaj sino una variante cristiana a partir del Tanaj, que no sale directamente de éste sino de las versiones griegas añadidas a la Septuaginta –que tampoco son la Septuaginta, la Septuaginta original es una traducción erudita de los cinco libros de la Torá desde el hebreo al griego, con posterioridad se fueron traduciendo sin “control de calidad” los restantes libros del Tanaj, en diferentes etapas y versiones, al griego-, estas versiones si ya en origen eran dudosas –en cuanto a la fidelidad de su traducción- fueron multiplicándose y empeorando con el paso del tiempo, al punto que entre los siglos II y III se precisan revisiones de esas versiones, así aparecen versiones algo más fieles como las de Aquila, Teodición o Simaco, de las que prácticamente solo tenemos referencia aunque, aparentemente, en la Hexapla de Orígenes, a principios del siglo III EC, se recogen esos textos, junto a la mal llamada Septuaginta, una versión en hebreo y otra en hebreo pero escrito en alfabeto griego.

En todo caso, el Antiguo Testamento deriva de traducciones griegas del Tanaj, ni siquiera de los intentos de revisión de las adiciones a la Septuaginta sino de éstas, sea casual o no eso lleva a errores de bulto –como las “vírgenes” que aparecen en Isaías, o “crucificados” en los Salmos-, errores que, siguiendo con las “casualidades”, benefician a la “Interpretatio Christiana” pero… hasta cierto punto, digamos que aun siendo introducidas esas modificaciones puntuales -pero significativas- con “calzador” el conjunto del texto… carece por completo de sentido respecto al Nuevo Testamento, por eso el Antiguo Testamento, aun siendo un libro cristiano –por las modificaciones antes mencionadas- que utiliza al Tanaj se torna por completo incomprensible, digamos que la pregunta que surge es ¿para qué? La respuesta cristiana “oficial” es torpe pero intenta buscar una explicación: un Antiguo Pacto y un Nuevo Pacto. La realidad es otra: Jesús, para relacionarse con la deidad –sea como la deidad misma o un enviado- precisa vincularse al Dios de Israel, lo precisa como sea, a la inversa no sucede lo mismo. Dado que el cristianismo necesita esa vinculación –que la evolución de otras variantes del gnosticismo no precisaban, aun teniendo a Jesús como personaje central de sus credos- no puede prescindir sin más del Tanaj, por ello procede a transformarlo y modificarlo creando su propio libro –el Antiguo Testamento- y. como esto solo resulta insuficiente, lo relega a la categoría de “viejo pacto” que será superado por el “nuevo pacto” –el Nuevo Testamento-, dejando, en la práctica, como única función del AT un papel de “pregonero” o “anunciador” del “nuevo pacto” o, para ser más exactos, de algunas características del “nuevo pacto” –que coinciden con las modificaciones puntuales de los textos del Tanaj, realizadas en las versiones griegas que forman el AT-. Eso… devuelve a la perplejidad, pues ¿para decir “cuatro cosas” inconexas y “ligadas por los pelos” se precisaban todos los libros del Tanaj? Obviamente no, pero es que el Dios del Tanaj, el que allí se describe, no es el del Nuevo Testamento. Esa es la realidad que… se desprende de los propios textos.

La segunda vía por la que se utilizan los textos del judaísmo por parte del cristianismo es para declarar la identidad divina de Jesús, eso lo hacen los autores de los evangelios, quienes para hacerlo necesitaban conocer tanto los textos como los presupuestos del judaísmo. Curiosamente este conocimiento se perderá siglos después, con lo que nos encontramos con “exégetas de patio” –entiéndase, personas sin conocimiento real ni de teología ni de religiones comparadas, pero que se atreven a ponderar como si tuviesen algún conocimiento- que, aun hoy en día, se preguntan dónde está anunciada la divinidad de Jesús en los evangelios.

Pues bien, los autores de los evangelios usan el judaísmo para pregonarla ¿cómo lo hacen? Pues poniendo en boca de Jesús cosas que sólo podía decir la divinidad o, bien, poniendo en manos de Jesús acciones que sólo correspondían a la divinidad. Por ejemplo, cuando en diferentes pasajes de los evangelios Jesús afirma “Yo Soy” –no un simple “soy yo”, quede claro- está diciendo que es Dios mismo… según el judaísmo, pues Yo Soy es una de las formas en las que Dios se denomina –véase el Shemot-. Un ejemplo de las acciones es su intervención en el episodio del Templo, cuando dice que es “su casa” –Lucas 19:46-, y otro cuando preguntado sobre la Torá se otorga la facultad de decir que vale o no vale de ella. Todas esas cosas solo, desde el concepto de Dios del judaísmo, las podía hacer el propio Dios, luego, al proclamar Jesús eso –siguiendo a los textos cristianos- o bien era Dios o bien era un blasfemo, sencillamente no caben otras alternativas… a partir de los textos cristianos.

De la misma manera no cabe otra alternativa, desde una perspectiva de la religiosidad judía, que concluir que era un blasfemo, puesto que el judaísmo no lo reconoce como Dios. Por lo cual tampoco se entiende demasiado bien la reacción cristiana de malestar y hasta “sentirse insultados” cuando se menciona la blasfemia en relación al comportamiento de Jesús, bien, si no deseaban eso… no haberle hecho decir que era el Dios de Israel –nadie hablaría de blasfemia siendo el Pleroma, tal vez de idolatría pero no de blasfemia-.

Si ya desde los textos pasamos ya a la exposición del credo cristiano en su versión nicenoconstantinopolitana –que es la mayoritaria-, nos encontramos con la formulación del concepto del Dios Trino, y del papel especial de la Virgen María, veamos la formulación de este credo:

Creo en un solo Dios Padre, Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra, de todo lo visible e invisible.

Y en un solo Señor, Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos; Luz de Luz, Dios Verdadero de Dios Verdadero; nacido, no creado; Consubstancial al Padre, por Quien todo fue hecho. Quien por nosotros, los hombres, y para nuestra salvación, descendió de los cielos, y se encarnó del Espíritu Santo y de María Virgen y se hizo hombre. Crucificado también por nosotros bajo Poncio Pilato, padeció y fue sepultado. Y resucitó al tercer día conforme a las Escrituras. Y subió a los Cielos y está sentado a la Diestra del Padre. Y otra vez ha de venir con gloria, a juzgar a los vivos y a los muertos y Su Reino no tendrá fin.

Y en el Espíritu Santo, Señor Vivificador, que procede del Padre, que con el Padre y el Hijo es juntamente adorado y glorificado, y que habló por los profetas.

En la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica.

Confieso un solo bautismo para la remisión de los pecados.

Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo venidero. Amén.

La idea de la Santísima Trinidad tiene más vinculaciones con otras triadas -por ejemplo, la de Osiris, Isis y Horus- que con nada que surja de la religiosidad judía, ni siquiera con los “malabarismos” que el cristianismo hace del Tanaj se puede encontrar en éste ningún precedente de eso.

Por otra parte la similitud ente María en su papel de “Theotokos” –Madre de Dios- e Isis es más que notable, además de eso fue muy pragmático, dado que tal papel tanto sirvió para que el cristianismo suplantase sin demasiados problemas a los cultos –y lugares de culto- de Isis como, posteriormente, de otras “diosas madre” femeninas –cabe citar, por ejemplo, el caso de la Virgen de Guadalupe de México-.

En cualquier caso, el cristianismo y la figura de Jesús es tan presente en la cultura occidental que incluso deben aderezar los cócteles propios de la New Age, dónde Jesús es presentado frecuentemente como un “iniciado” o un “avatar” relacionado, de forma tan curiosa como sincrética, con deidades hinduistas.

La esclavitud al rito y el dogma

A sugerencia de nuestro amigo Yehuda publico el siguiente texto que, en su versión original, era un comentario sugerido a partir de una intervención de nuestro contertulio Luis Diego, bueno aquí lo dejo a vuestra amable consideración.

“Pues pensando en lo que dices, creo que no andas desencaminado, me refiero a la necesidad de «encontrar el culto correcto» para buscar la aprobación de Dios, aquí lo que sucede es que se alteran los factores de manera que -en este caso- sí se altera el producto, me explico, se busca el ritual que «acerque» a Dios, a eso se añade que el «poder» se vuelca en el ritual -la sacralización del «abandono en brazos de la fe» no deja de ser un ritual, perfilado por Lutero y, aún más enfatizado, por los fundamentalismos cristianos estadounidenses- que de medio -ese es el papel teórico de un rito: un puente de comunicación- se convierte en fin, digamos que de algo instrumental pasa a ser algo finalista. De ahí esa preocupación -muy cristiana, culturalmente hablando, aún más presente según el tipo de cristianismo dominante en el entorno- por «la forma de culto correcta», porque si uno se equivoca en esa «elección» -«airesis» que es el término griego de dónde deriva «herejía», significa «elección»- dadas las características de la deidad del cristianismo pues… uno se condena -recordemos aquella respuesta, que comentamos con Yehuda hace unos días, de una madre a su hijo: «irás al infierno» ¿por qué? pues… por haberse equivocado en la «elección» de la manera de buscar la aprobación de Dios, había escogido (según criterio de la madre) incorrectamente-.

Diría que esa preocupación -que tiene su origen en el primer cristianismo institucionalizado, todas las controversias cristológicas derivaban de buscar «el modo correcto» que Dios aprobaría- es actualmente aún más acuciante en contextos evangélicos -y asimilables, el mesianismo es, por ejemplo, asimilable a eso- que católicos u otras corrientes muy institucionalizadas y jerarquizadas -como la ortodoxia griega-, sencillamente porque en lo primero hay un cierto abandono a la «iluminación» que debe surgir de la «sola scriptura» y en lo segundo se valora lo que se llama el «magisterio de la Iglesia» -por ejemplo, en el catolicismo forma parte de ese magisterio el catecismo, que es un «manual de instrucciones» que ya viene dado de manera institucional y jerárquica, eso si se cambia (cosa que se hace de tanto en tanto) lo hace por la vía o canal pontificio adecuado, ya está previsto, el creyente de «a pie» no debe preocuparse por la búsqueda de la «corrección», y un sacerdote cualquiera no tendrá de repente una «iluminación», es más, si la tiene… tiene todos los números de ser suspendido «a divinis» de sus funciones-.

Como diría que el evangelismo en su variante fundamentalista estadounidense -da igual ahora la «subsecta»- ha avanzado mucho en Latinoamérica en detrimento del catolicismo romano creo que el ambiente en sus países -el que recoges- deriva de ahí, y por eso, también, la profusión de «iluminados» de todo pelaje, casi diría que andan buscando un dogma y una doctrina en una estructura que -a diferencia de la católica o la ortodoxa- no la favorecen, de manera que no solo existe sino que aún se fomenta más esa «necesidad» -la «búsqueda del rito adecuado»- en un contexto que carece de los instrumentos formales e institucionalizados para satisfacerla -digamos que cada pastor, se disfrace de rabino o no, tiene plena «autoridad» para decir la suya-. Por lo cual, imagino, que el desconcierto y la «angustia vital» generada debe ser mayor, todavia más, repito, por el enfásis ritualista depositado en la idea de fe -presente pero muy matizado en el catolicismo, la ortodoxia griega o las variantes monofisitas-, sencillamente: si te equivocas de «línea telefónica» Dios… condena, da igual la motivación del error, la honestidad de la persona o su sinceridad en esa «búsqueda de contacto», incluso su comportamiento.

Citaría al respecto una cosa que me dijo ya hace unos años Yehuda -y que me pareció y me parece inteligente-, el asunto planteado no era el de la creencia incorrecta sino el de la ausencia de creencia, pero creo que el trasfondo de la respuesta vale: «a Dios no  le importa que crea o no en él, le importa que se comporte de la manera adecuada», creo que lo mismo valdría para el problema de la «comunicación», a fin de cuentas son las acciones -que es la materialización de las decisiones- lo que habla, porque ahí hablamos nosotros pero… lo que carece de sentido es ponerse a adorar al «teléfono».

La dieta espiritual noájica y el noajismo ecológico

Los judíos han recibido decenas de mandamientos y cuentan con cientos o miles de reglas con respecto a lo que es apto o no para ser ingerido.
Son muchas prohibiciones, muchas realmente, que están dictadas para los hijos de la Familia judía.
Pero no es así para los noájidas.

El mandamiento que Dios entregó a cada gentil, con respecto al respeto de la vida animal, es el de no ingerir parte de animal que aún esté con vida.
Esto trasmite la importancia de reducir al mínimo posible el sufrimiento del animal, incluso cuando se lo va a sacrificar para ser comido.
De aquí se puede derivar que es necesario cuidar de no dañar a los animales, a no ser que haya algún beneficio real para el hombre y que éste no se consiga de otra forma, menos violenta.
Por ello, podemos matar animales para comer, usarlos para investigación en fármacos, cabalgarlos, usarlos para que tiren de carros u otros artefactos, entre otras cosas, pero no cazarlos por deporte, maltratarlos injustificadamente, abusar de sus servicios, no darles de comer a su debido tiempo, etc.
Es imprescindible cuidar al animal que está a nuestro cargo, tratarlo con respeto, valorar su vida, no como la de un humano, pero sí como la de un ser vivo que también sufre.
Podemos hacer uso de ellos, cuando es necesario, cuando es dentro de parámetros “civilizados”, porque el Eterno nos ha dado potestad sobre ellos, porque ellos existen para nuestro beneficio, al menos esa es la idea que está en la Tradición Sagrada. Podemos estar ideológicamente de acuerdo o no, pero tal es la posición clásica dentro de la Tradición, lo que la misma Torá (judía) refiere como dato para toda la humanidad.
Sí, el vivir con conciencia ecológica es ser espiritual.
Cuando aprendemos a cuidar nuestro ambiente, respetamos la vida, usamos sin abusar, somos parte del sistema y no intrusos del mismo, entonces estamos siendo espirituales.

Hay personas que son vegetarianas, otras veganas (solo comen productos del reino vegetal, nada que provenga del reino animal).
Algunos lo hacen por consideración a los animales, no quieren comer nada que haya nacido de madre. Me parece bien, es una idea respetable. ¿Por qué no? Aunque, los huevos de aves que no están fecundados no son vida animal, sino una célula con nutrientes; así que no están comiendo parte de animal realmente. Así como la leche tampoco, pero bueno, es una opción respetable. Está muy bien ser considerado con las otras especies, con nuestros primos en la escala zoológica. Sí, es una bonita idea. Si de paso esto sirve para hacer de la persona más bondadosa, menos prejuiciosa, más amante de la verdad y la justicia, mucho mejor. Claro que sí. Es una opción valida para cualquiera que escoja libremente por ella.

Algunos lo hacen como parte de sus creencias religiosas, bueno, es respetable, aunque sabemos que tales creencias son idolátricas y la idolatría no es digna de respeto porque es enfermedad espiritual, y como tal es imperiosa erradicarla, para que la persona y la sociedad gocen de mejor estado de salud. Pero, vivimos en un mundo moderno muy tolerante hacia algunas enfermedades, entre otras la llamada religión, en todas sus versiones. Y está bien que así sea, en tanto no vivamos en la Era Mesiánica, los gentiles están muy propensos a la idolatría, aunque muy en lo profundo, en su esencia pura sientan que es un fraude, que están corrompidos por la enfermedad, es difícil que rompan el lazo que el EGO les pone al cuello en forma de religión.

Hay algunos que se creen más “místicos” (no sé que querrán decir) o “espirituales” (tampoco sé que quieren decir) por no comer partes de animal, por ser vegetarianos.
Esta clase de personas no están en sintonía realmente con el plano espiritual, al menos en lo que a dieta se refiere.
Para el gentil la espiritualidad en lo que respecta a la comida se obtiene al no comer parte de animal con vida, pues tal es el mandamiento directo que Dios ha dado a los gentiles.
Hacer lo que Dios manda, eso es ser espiritual.

Pero, hay otra manera más de encontrar el camino a la esencia espiritual a través del alimento.
Cuando se toma conciencia de que nuestra dieta afecta a nuestro cuerpo, y que el cuerpo somos nosotros (y no una prisión ajena que se impone al espíritu), una parte de nuestro ser auténtico en este mundo, y por tanto cuidamos aquello que ingerimos, entonces estamos siendo espirituales.
Pero NO por pretender estar usurpando mandamiento que son para los judíos, absteniéndose de puerco, o de mezclar carne con leche, o de comer tal o cual carne faenada, o no a los mariscos, etc.
Sino por cuidar la dieta de acuerdo a lo que el conocimiento científico indica que es apropiado para el bienestar, para la salud.
Al cuidar el peso, sin exceso ni para uno ni otro lado; al cuidar el colesterol, al cuidar la glucosa, al buscar alimentos preparados con el sazón que no afecta, al ingerir vitaminas y nutrientes necesarios, al reducir los fritos, etc. Todo aquello que la ciencia va revelando como saludable en lo que respecta a la alimentación.

Entonces, cuando conocemos nuestro cuerpo, que somos nosotros, al respetarlo, al amarlo, al preservarlo de daños innecesarios, al mejorarlo por medio de ejercicio y cuidados, estamos siendo espirituales.
Sí, así mismo, cuidando el cuerpo alcanzamos la espiritualidad.
Cuidando que llevamos a la boca, a la par que cuidamos qué decimos, estamos siendo espirituales.

Tazría y Metzorá מצורע–תזריע

 

Esta semana se leen juntas las parshiot Tazría y Metzorá. En ambas se trata el tema del afectado por la enfermedad de מצורע – metzorá.
Ésta era una antigua dolencia que se manifestaba con espantosas manchas y lesiones en la piel. Se la confunde con “lepra”, sin serla.
Según dicen los Sabios, en el Talmud (Erajín 15b), aparecía como resultado de la conducta gravemente negativa. Son mencionadas las siguientes imperfecciones en su origen: maledicencia, asesinato, inmoralidad sexual, falso juramento, arrogancia, robo y avaricia. Reconocemos que son acciones causadas por el יצר הרע – Ietzer hará (EGO) que controla a la persona.
A partir de esta enumeración, la tradición (midrash Tanjuma Metzorá), ha considerado que el foco principal es el מוציא שם רע – motzi shem rá, difamar, que es decir públicamente mentiras respecto de otro con la intención de perjudicarlo.

Quizás había algún virus, una bacteria, un hongo, o alguna lesión cutánea involucrados, pero el gatillo que disparaba la afección física era el uso de la palabra para agredir a otra persona.
Suena raro, ¿no?

Realmente no, si apreciamos el poder de la palabra.
Según relata la propia Torá, el poderío del habla es inmenso. Recordemos que el Eterno “habló” y el universo fue creado. Cada etapa de la creación era precedida por una locución de Dios.
A escala mucho menor, los hombres también podemos crear y destruir mundos a través del lenguaje. Una palabra amable puede animar al decaído, fortalecer al agotado, dar vida al abandonado. En tanto que una palabra destructora tiene la capacidad de derrumbar, echar abajo, angustiar, amargar.
Según dice el salmista: “¿Quién es el hombre que desea vida? ¿Quién anhela años para ver el bien? Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño. Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela.” (Tehilim / Salmos 34:13-15).
¡Cuánto cuidado debemos poner al hablar!

Además, tomemos en cuenta que nuestra comprensión del mundo se estructura a través del lenguaje. De acuerdo a nuestro acervo idiomático será nuestra capacidad para percibir y relacionarnos con la realidad. Al respecto dijo Ludwig Wittgenstein : “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mente”. Es decir, nuestra mente alcanza hasta donde nuestra lengua nos permite describir, delimitar, reconocer, nombrar.

Una persona que emplea esta herramienta poderosa para arruinar, para provocar el caos, para herir, necesariamente se está poniendo en una situación terrible. Causa el mal a otros, corrompe el entorno (natural o social), pero básicamente demuestra que está alterada en su interior. Carece de paz interna, está sofocada por el EGO. Esto es enfermedad a nivel moral, emocional, mental, social que contamina también al cuerpo.
Lo de fuera termina por mostrar lo de dentro.
Al decir de Miguel de Unamuno: “La lengua no es la envoltura del pensamiento sino el pensamiento mismo”. El pensamiento negativo, la palabra vil, la conducta perversa viste al cuerpo –la persona- de metzorá.

Somos amos de nuestro silencio y esclavos de nuestra palabra, ¡gran verdad!

 

 

Agujereando el alma

Había un niño que tenía muy, pero que muy mal carácter. Un día, su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma, que él clavase un clavo en la cerca de detrás de la casa.

El primer día, el niño clavó 37 clavos en la cerca. Al día siguiente, menos, y así en los días posteriores. Él niño se iba dando cuenta de que era más fácil controlar su genio y su mal carácter, que clavar los clavos en la cerca.

Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y se lo dijo a su padre que no tenía que clavar ni un clavo en la cerca. Él había conseguido, por fin, controlar su mal temperamento.

Su padre, muy contento y satisfecho, sugirió entonces a su hijo que por cada día que controlase su carácter, sacase un clavo de la cerca.

Los días pasaron y el niño pudo finalmente decir a su padre que ya había sacado todos los clavos de la cerca. Entonces el padre llevó a su hijo, de la mano, hasta la cerca de detrás de la casa y le dijo:

– Mira, hijo, has trabajo duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fíjate en todos los agujeros que quedaron en la cerca. Jamás será la misma.

Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con mal genio, enfado y deficiente carácter, dejas una cicatriz, como estos agujeros en la cerca. Ya no importa tanto que pidas perdón. La herida estará siempre allí. Y una herida física es igual que una herida verbal.

Los amigos, así como los padres y toda la familia, son verdaderas joyas a quienes hay que valorar. Ellos te sonríen y te animan a mejorar. Te escuchan, comparten una palabra de aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte.

Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los clavos, hicieron que el niño reflexionase sobre las consecuencias de su carácter.

Basado en relato de León Tolstoi

 

Reflexionamos juntos

1. ¿Cuál es la moraleja del cuento?

2. ¿Cómo lo relacionas con el comentario que hicimos de la parashá?

3. ¿Te pasó alguna vez que quisiste borrar algo que recién dijiste?

4. ¿Cuál te parece era la reacción de la gente al ver a un enfermo de metzorá?

5. ¿Por qué metzorá atacaba la piel y no algún órgano interno, que no fuera visible?

6. ¿Cómo podemos hacer para usar la palabra para construir shalom?

Sheminí – שמיני

Está escrito en nuestra parashá:

«No hagáis detestables (אל תשקצו) vuestras personas por causa de ningún reptil. No os contaminéis con ellos, ni os hagáis impuros por causa de ellos. Porque Yo soy el Eterno vuestro Elokim, vosotros os santificaréis; y seréis santos, porque Yo soy santo. No contaminéis vuestras almas…
(Vaikrá / Levítico 11:43-44).

Específicamente se está refiriendo la Torá a que la persona judía no ingiera partes de ningún reptil, porque esto “contamina el alma”, lo cual impide “ser santo, tal como Dios es santo”.
Recalco que es ordenanza para personas judías exclusivamente, al respecto de cuestiones vinculadas a la identidad espiritual judía, tal como el resto de las reglas alimentarias del kashrut que se citan en este capítulo y en otros de similar temática en la Torá.
Según comprobamos está escrito como introducción obligatoria al tema:

«El Eterno habló a Moshé [Moisés] y a Aarón diciendo: ‘Hablad a los Hijos de Israel y decidles que éstos son los animales que podréis comer… »
(Vaikrá / Levítico 11:1-2)

Y luego:

«Vosotros sois hijos del Eterno vuestro Elokim… Porque tú eres un pueblo santo para el Eterno tu Elokim; el Eterno te ha escogido de entre todos los pueblos que hay sobre la faz de la tierra, para que le seas un pueblo especial. No comeréis ninguna cosa abominable. Éstos son los animales que podéis comer…»
(Devarim / Deuteronomio 14:1-4)

Es importante tener en claro y en cuenta esta exclusividad dictada por Dios para los judíos.
Son reglas de la alimentación espiritual que rigen exclusivamente para los judíos, para los hijos de la nación que Él ha escogido para ser Sus siervos. No son preceptos para las naciones, no son reglas requeridas para los gentiles.
El gentil está perfectamente habilitado para comer cerdo, mariscos, pulpo, erizo, carne junto con leche, etc., puesto que la única ordenanza espiritual que los gentiles han recibido de Dios en lo que respecta a los alimentos es la prohibición de comer parte de animal que aún está con vida.
Me he encontrado con mucho gentil bien intencionado que pretende apropiarse de los mandamientos alimentarios del judaísmo, porque de esa manera pretenden sentirse o hacerse más espirituales. En los hechos, tal cual corroboramos con una veloz y comprensiva lectura de la Palabra de Dios, el gentil no está obligado a nada de lo que el judío está obligado en lo que respecta a la alimentación. En principio no hay ventaja espiritual o de otro tipo directa para el gentil que presuma de seguir la dieta alimenticia que Dios ha destinado para los judíos. (Aunque pudiera haber algún beneficio secundario, que no mencionaré ahora).
Así pues, el gentil que ama a Dios y anhela cumplir con Su Voluntad, no andará torturando su existencia al obligarse a seguir una dieta que le es ajena y no necesaria, ni presumirá de alcanzar grados de espiritualidad superiores por hacerlo, ya que no es parte de su herencia espiritual ni lo que Dios le demanda como estilo de vida. Es apropiado para el judío porque Dios lo ha decretado así. Seguramente que porque el alimento no kasher puede ocasionar algún desbalance en el sistema espiritual de la persona judía, pero no produce ningún efecto adverso en el sistema espiritual del gentil. Tal como el gluten afecta negativamente a la persona que padece la enfermedad celíaca, pero no altera a la persona sana. Tal como la gasolina común es la apropiada para el motor de combustión común, y el Diesel lo es para los motores a gasoil. Tal como Windows sirve para PC y no para las computadoras de Apple. No hay mejor o peor, sino lo que es acorde a las características de cada uno.
Si el gentil quiere comer kasher, bienvenido sea, pero que no se angustie si no lo hace, ni carcoma su corazón para hacerlo.

Ahora, retomando la primer cita que trajimos.
Vamos a realizar un breve análisis para aclarar conceptos y de esta forma alcanzar una mayor sabiduría y una mejor praxis.

¿Qué es contaminar el alma?
Más aun, ¿qué es alma?
¿Qué es ser santo?
¿Cómo se puede comprender esto en lenguaje moderno?

Comencemos explicando brevemente que נפש – “alma”, actualmente se define como energía vital, aquella que posibilita los procesos biológicos que nos sostienen con vida.
En el pasado se le atribuían cualidades místicas, porque el conocimiento científico, racional, mensurable, comprobable, era muy limitado y los antiguos no tenían cabal noción de la existencia de la energía y su relación con la vida. Sin embargo, en escritos de venerable data y valía se emplean en ocasiones imágenes, metáforas en donde se habla de luz, haces de luz, emanaciones, que son las maneras que los sabios de tiempos atrás podían expresar “energía”, pues la idea en sí estaba por fuera de su lenguaje y comprensión.
Por ser el factor esencial que determina la vida, se puede usar la voz nefesh para referirse al individuo (animal o humano), tal como a la persona.
Debemos hacer notar que alma no es idéntico a espíritu, si bien en ocasiones se confunden los conceptos.
Neshamá –espíritu- es una instancia diferente, asociada a la información propia de la persona, a sus recuerdos, experiencias, conocimientos, las huellas que se marcan por su pasaje por la vida. Es la neshamá la que perdura tras la muerte, la información que queda registrada y activa en la memoria celestial. Es la neshamá el nexo intenso que une al hombre con su Creador, así como con el resto del universo… pero, nos hemos desviado del tema central de este estudio (igualmente, de esto ya hemos explicado bastante en otras ocasiones, busca si deseas, seguramente encontrarás algo para ti).
Retornemos al recapitular: alma = energía.

Pasemos al siguiente vocablo que queríamos analizar.
תטמאו que tradujimos como “contaminen”.
¿Qué es טמא?
Generalmente se traduce como “impuro”, lo que lleva a numerosos mal entendidos, como por ejemplo la suposición de que se trata de algo sucio, inmundo, asqueroso.
Por ello escogimos “contaminar”, para darle más claridad al texto, mayor comprensión y practicidad, sin por ello perder el sentido original.
Contaminar, es alterar negativamente las condiciones normales.
Precisamente así se ha de comprender la voz “impuro”, en el contexto de la tradición sagrada.
Impuro es lo que está alterado en su armonía, lo que está fuera de su foco normal, siendo más precisos es lo que introduce muerte/caos en lo que debe contener vida/orden.
Por ello se llama “impura” a la menstruación, por ejemplo. NO por ser ella algo sucio, asqueroso, despreciable, ¡nada que ver con esto! Sino porque el cuerpo de la mujer ha perdido una oportunidad de procrear, se ha introducido momentáneamente la muerte (en potencia) al cancelarse la opción de traer una nueva vida.
Por ello lo más impuro que hay es un cadáver humano, porque se alteró al grado máximo la condición normal de vida.
Y sin embargo, el estar en estado de impureza no implica de por sí ningún pecado, no es un acto en contra del Eterno ni contra la persona (Ver “Moré Nebujim” 3:47).
Quizás cueste comprender un poco este concepto, por lo que es bueno releerlo, repensarlo, des-aprender las creencias antiguas y erradas para darse el placer de aprender lo que es bueno (busca en el sitio, encontrarás que ya trabajamos este tema también en otras ocasiones).

Si tomamos en cuenta lo que te expliqué recién junto a lo anterior, contaminar el alma puede entenderse como “desorganizar la armonía energética de la persona”.
O sea, provocar que la energía de vida no esté fluyendo en su máximo potencial.
Impedir que la persona alcance su mejor nivel de vida, de estabilidad, de salud multidimensional.
Recuerda, estar en estado de impureza, por el motivo que fuera, no es de por sí un pecado, sin embargo, ¡cuánto mejor se puede estar si uno se mantiene, o recobra, el estado de pureza!
Y, recuerda, pureza: estado de armonía energética. Estado en el cual no se introduce la sombra de muerte allí en donde solo debe haber luz de vida.
Si hay algo que te cuesta comprender, no sigas, por favor vuelve a leer y mastica el pan hasta que lo digieras con gozo y te de vitalidad y bendición.

Para ponerlo de otra manera, vivir de acuerdo al AMOR es vida, es pureza. Pasar por la vida esclavizado al EGO es muerte en vida, es lo impuro.
La persona que pauta su existencia de acuerdo al EGO, contamina su alma, la empobrece, la llena de oscuridad, se debilita, proclama la muerte en lugar de celebrar la vida. Son los que se aferran a sus máscaras del Yo Vivido, los que son títeres de sus caretas, ignoran su verdadero rostro o lo niegan, por lo cual están en estado de impureza, puesto que no tienen armonía multidimensional.
Por el contrario, los que conocen sus máscaras y deciden usarlas en concordancia con su Yo Auténtico, están doblegando a su EGO, están viviendo en realidad.
Cuanto más permitamos al EGO esclavizarnos, mayores manchas recubrirán nuestra Luz interior, menos energía tendremos disponible para disfrutar, para ayudar, para desarrollarnos.
Si nos aferramos al EGO nos hacemos detestables para nosotros mismos y para los demás. Aunque usemos el disfraz de bien adaptados, aunque nos crean exitosos, aunque tengamos cientos de excusas que demuestren nuestro control y poderío, en verdad nuestra alma está fuera de sincronía, suena como una orquesta enloquecida y sin director.
Es cierto, no debemos contaminar nuestras almas, no solamente con alimentos que no son apropiados, sino tampoco con conductas que nos hundan en el abismo, que nos mantengan en la celdita mental, a merced del EGO.

Ahora, regresemos a la primera de las citas que trajimos, porque queríamos comprender algunos de los conceptos.
Nos queda saber qué es “santo”.
Dentro de la tradición judía lo קדושsanto es aquello que es diferente y distinguido de lo corriente, de lo habitual. Precisamente por esto Dios es santo por excelencia, porque no hay nada ni nadie que se parezca o pueda ser semejante a Él. Tenemos el Shabat como día santo, porque es especial, sin par entre los otros días de la semana. Ierushalaim, es la ciudad santa, porque fue escogida para servir como único lugar para el Santuario del Eterno. El pueblo judío es santo, porque ha sido elegido por Dios para que sea Su pueblo de siervos, servidores, los que deben estar primeros en la fila para servirLo tal y como Él dictamina. Las exigencias de Dios para con los judíos es mayor, la severidad para medir sus acciones también, porque es una elección que conlleva mayor esfuerzo, más trabajo, más carga y responsabilidad y no precisamente mejores beneficios o licencias.
Asimismo, cada uno de nosotros está llamado a ser santo.

¿Cómo se consigue esta santidad personal?
Se puede ser santo por la conexión que se tiene con Dios y Sus cosas. Esto lo consigue el gentil al conocer y cumplir cabalmente con los Siete Mandamientos Fundamentales, que son el camino sagrado que Dios ha marcado para que las naciones sean santas, trascendentes, con sentido espiritual. Es un camino completo, pleno, perfecto. Es un camino marcado por el Amor y Sabiduría de Dios. Es la senda celestial que todo gentil debiera transitar si realmente anhela a Dios y desea serLe fiel, y por tanto alcanzar la santidad.
No es el judaísmo el camino para el gentil, sino el noajismo.
No está en las costumbres judías la identidad del gentil, ni su patrimonio.
Tampoco halla el sentido de su vida en las cuestiones de los judíos, sino que desarrolla su sentido de vida, su trascendencia, al construir Shalom en cada momento, desde dentro y hacia fuera. Al andar con fidelidad por la autopista del noajismo, diseñada y codificada por Dios mismo. Básicamente es una existencia signada por el AMOR y no por el EGO. Una conducta plena de bondad, de justicia y de fidelidad a Dios. Sin religiosidad barata, sin espectáculos bizarros, sin ropajes extravagantes, sin palabrería extraña, sin reuniones de murmuradores, sin diezmos a clérigos engordados por el vicio. Sino, AMOR, plenitud, solidaridad, altruismo, el bien propio junto al del prójimo. La Era Mesiánica cada día de vida, gracias a que nosotros lo hacemos posible con nuestras acciones.
El paraíso en la tierra, no por obra de milagros o gracia divina, sino como resultado de nuestro trabajo.

Por su parte, la persona judía debe andar por su propia senda, la del judaísmo, tratando de cumplir cabalmente con aquellos mandamientos que le conciernen dentro de los 613 que Dios ha dictado para el pueblo judío.
Cada uno en su propia senda, ambos con el mismo sentido y objetivo. Ni uno mejor que el otro, diferentes pero igualmente valiosos.

Aquel que no puede creer en Dios, que le cuesta compenetrarse con Su existencia o Presencia, aquel que ha sido criado sin Dios (el verdadero), no por ello está abandonado y sin “salvación”.
A Dios no le importa tanto que se crea en Él, sino que la persona se se comporte como Él quiere que sea. Si se cree y se Lo sirve directamente, ¡qué bueno! Si no se cree, si no se Lo sirve directamente… bueno… igualmente hay “salvación”, hay maneras de alcanzar un grado de santidad (sí, santidad incluso sin contar a Dios directamente en la ecuación).
¿Cómo?
También por la perfección de la propia conducta, esto es, a través de las acciones que estén en sintonía con lo que es bueno y justo, y por tanto marquen un contraste, una distinción con el vivir de forma ritual, automática, carente de sentido. Al hacer las cosas de manera consciente, con la voluntad de desarrollar nuestras potencialidades positivas, estamos siendo santos. Hay constructores de Shalom también entre los que no creen en Dios, o dicen no creer…
Al respecto de esta santidad dentro de lo mundano se extendió el gran maestro de generaciones, el venerable Rab Abraham Itzjac Kook, por ejemplo al enseñar que:

צריך שכל איש ידע ויבין, שבתוך תוכו דולק נר, ואין נרו שלו כנר חברו, ואין איש שאין לו נר. וצריך שכל איש ידע ויבין, שעליו לעמול ולגלות
את אור הנר ברבים, ולהדליקו לאבוקה גדולה ולהאיר את העולם כולו.

Es necesario que toda persona conozca y entienda que dentro de cada uno hay encendida una vela, y la vela de uno es diferente de la del otro, y no hay persona que no tenga su propia vela. Y es necesario conozca y comprenda que tiene sobre sí el deber de esforzarse para descubrir la luz de su vela para los demás, y hacer que arda como una gran antorcha que alumbre al mundo por completo.

Así es, dentro de cada uno está la neshamá pura, esa luz que nos conecta con el Creador, esa vela que alumbra sin pausa. Está en cada uno descubrirla, hacerla arder con fuerza, que irradie su presencia para todos. Por supuesto que la manera excelente es a través del conocimiento de Dios y de Sus mandamientos, por medio del cual el hombre encuentra la senda privilegiada para la perfección. Pero, si no se puede, si hay obstáculos emocionales/mentales/sociales, si algo impide a la persona reconocer a Dios (al verdadero, no a las fantasías producto del EGO que la gente llama “dios”), igualmente tiene dentro de sí la llama sagrada, igualmente puede alcanzar la santidad, una de menor grado, pero santidad al fin.
Y en Orot haTeshuvá 17 claramente enseña:

גם מתוך החול יגלה הקודש, גם מתוך החופש הפרוץ יבוא העול האהוב, זו תהיה הפליאה הגדולה של חזון הגאולה

También de dentro de lo profano se revelará lo santo, también de la libertad desinhibida vendrá el yugo del amor, está será la maravilla más grande de la visión de la redención.

Sí, de lo profano puede surgir lo santo. El desenfreno se puede canalizar para ordenarlo y hacer que mane la responsabilidad, el amor, el compromiso.
Si ocurre así, es una evidencia de la Era Mesiánica, cuando no se precisan de milagros ni actos prodigiosos para reconocerla, sino que por distinguir la supremacía del AMOR por sobre el EGO.

El ideal está en vivir con bondad, justicia y lealtad a Dios, pero si la persona no alcanza el grado de conocimiento de Él y de servicio a Él, en tanto sea íntegro con el prójimo, evapore en la medida de lo posible la tiranía del EGO, estará en el rumbo correcto, quizás no de plenitud (pues falta un nexo consciente con Dios), pero sí de bendición.

Visto lo cual, es necesario respetar al prójimo allí en donde está, ayudarlo a avanzar, rescatarlo del mal, no juzgarlo (aunque llevarlo a juicio de ser necesario, ante las autoridades competentes), pero tampoco podemos ser cómplices de la idolatría, del engaño, de la estafa, del crimen. Es una posición media, de bondad y justicia, la que no se afilia al EGO sino al AMOR.

Ahora que hemos analizado algunos conceptos básicos y fundamentales, estamos en condiciones para descubrir si hay formas de aumentar nuestra energía de vida al evitar cosas detestables, tales como conflictos y malestares innecesarios con nosotros mismos y con el prójimo.