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No tendrás dioses ajenos delante de Mí

«No tendrás dioses ajenos delante de Mí.»
(Shemot / Éxodo 20:3)

Este es uno de los famosos mandamientos que componen el Decálogo, al que erróneamente se menciona como “Diez Mandamientos”, cuando en realidad son “Diez Frases”, con catorce mandamientos (para los judíos) en ellas.
Éste es uno de los 613 mandamientos para los judíos, uno bastante peculiar puesto que no requiere de acción o abstención de una, sino que remite al mundo de las creencias, de lo intangible.
Si bien no es mandamiento para los noájidas, es una regla a tener en cuenta, como derivado del mandamiento universal de “no adorar dioses que no son Dios”.

A primera vista es una norma fácilmente comprensible, pero cuando somos delicados en el análisis descubrimos la hondura.
Prestemos atención.

Ante todo, donde dice “dioses” en el original se lee “Elohim”, que es “dioses”, pero también EL Dios (Uno y Único), también poderosos, también gobernantes.
Ya con este conocimiento comprendemos que el mandamiento se complejiza.
¿De qué se está hablando?
De falsos dioses, de Dios pero que está “ajeno”, de dioses ajenos, de dioses que ajenos creen en ellos, de poderosos… ¿de qué?

El EGO toma el control en las situaciones de impotencia real, cuando no quedan otros recursos para implementar.
Esa es su función natural.
Sin embargo, en la mayoría de las personas continúa gobernando, usando y abusando de las otras herramientas y potencias con que cuenta la persona: intelecto, imaginación, emociones, relaciones, posesiones, etc.

Resulta necesario que la persona se vea sometida a la sensación de impotencia, sea real o fantaseada, para que el EGO siga al mando.
Por ello, casi a cada rato nos vemos involucrados en situaciones en las que sentimos no poder, en las que no tenemos recursos propios para resolver, en los que dependemos de auxilio externo, en los que se evidencia nuestra inoperancia, nuestra falla, nuestra debilidad, nuestra culpa, nuestra falta de sentido, entonces recurrimos a hundirnos en el EGO: huimos de la realidad, lloramos, gritamos, pataleamos (y todos los posibles derivados de estas herramientas básicas del EGO).

Que te quede claro, cuando dices “todo me sale mal”, “soy un inútil”, “nadie me quiere”, “soy un fracasado”, “no sirvo para nada”, “no puedo”, “tengo mala suerte”, “es mi destino”, “es el pecado original”, “solo un milagro me puede salvar”, “solo cristo salva”, “clamemos para sanación, trabajo, prosperidad, marido, etc.”, “recemos para que se cure”, o similares, estás expresando tu impotencia (seguramente fantaseada), estás bajo el yugo del EGO.
Entonces, te aferras al EGO, que es tu dios.
Sí, es tu dios.
Aunque digas creer en Dios (el Uno y Único), o en cualquier dios o diosito, sin embargo es el EGO tu dios, puesto que es al único que adoras, sirves y esperas en él tu salvación.
Sí, aunque digas que eres ateo, y estés plenamente convencido del poder de tu razonamiento y lógica, absolutamente firme en que no adoras ninguna deidad y te opones a ella, igualmente estás adorando a tu EGO, aunque no lo admitas ni siquiera se te cruce por la mente la posibilidad de ser “religioso”.

Para que lo entiendas, las religiones son la manifestación externa, visible, socializada, cultural, del EGO en su lugar de deidad salvadora.
Todos los dioses son reflejos externos de ese EGO interno.
Todos, incluso Dios (tristemente) es puesto (en la mente y creencias) como títere manipulado por el EGO.
De allí que la frase diga: «No tendrás dioses ajenos delante de Mí.» (Shemot / Éxodo 20:3).
Que se puede entender de la siguiente forma: aunque creas en Mí, aunque digas reverenciarMe, no pongas entre Mí y tú dioses ajenos, aquello que la gente adora como una deidad.
Nada que se interponga entre tu Padre y tú, porque entonces ya no estás en comunión con Él, sino con un “artefacto”, un intermediario, algo que interrumpe el flujo santo.

Más adelante Él ordena: «No recurráis a los ídolos, ni os hagáis dioses de fundición. Yo soy el Eterno, vuestro Elokim.» (Vaikrá / Levítico 19:4).
Donde dice “dioses de fundición”, en el original expresa: “masejá”, que puede entenderse también como “máscara”.
El versículo diría entonces: «No recurráis a los ídolos, (a esos que evidentemente son falsedades, vanidades, ilusiones, pobreza) ni os hagáis dioses – máscara (que se presentan como si fueran Yo), porque solo Yo soy el Eterno, vuestro Elokim”.
Ni EGO, ni Jesús, ni cualquier otro que se ponga entre tú y tu Hacedor y Sostenedor.
Pero, eres tú aquel que debe despojarse de máscaras, de cáscaras, de interferencias, para que fluya la Luz santa en todo su esplendor.

Entonces, el camino a la integridad, a la felicidad, al gozo, a la dicha, al disfrute de la bendición no pasa por ser religioso, ni someterse a rituales innecesarios, ni sumergirse en plegarias sin fin.
El camino está en apartar al EGO, encontrar la armonía interna y externa, equilibrar nuestros planos para estar en paz, conectados, siendo uno.

Fácil de decirlo, pero muy difícil de tomar conciencia y más aún de perseverar para no volver a la celdita mental que nos tiene preparado el EGO.

Respetar lo ajeno y amar lo que es nuestro

¿Podemos apartar varios minutos y leer éstos diez puntos?

Nota: Los que estén en horario laboral abstenerse de leer, es preferible que graben en un archivo y luego lo lean en el computador del hogar.

 1. http://serjudio.com/dnoam/rap177.htm
 2. http://serjudio.com/rap701_750/rap706.htm
 3. http://fulvida.com/?p=11685
 4. http://serjudio.com/?p=5129
 5. http://serjudio.com/?p=5130
 6. http://serjudio.com/dnoam/rabim.htm
 7. http://serjudio.com/rap1601_1650/rap1649.htm
 8. http://fulvida.com/?p=11454
 9. http://fulvida.com/?p=11471
10. http://fulvida.com/?p=6509

Preguntas para auto-responderse de lo aprendido.
1. Si la Torá fue dada a Israel, ¿por qué no respetar la decisión del Eterno?
2. Si del estudio de la Torá con un maestro judío nos ayuda a salir de las creencias erróneas, ¿por qué querer aprender más allá de eso?
3. Si conocemos que la Torá es de Israel, y las enseñanzas correctas sólo pueden darla un maestro judío calificado, ¿por qué querer tomar lo que no nos pertenece y aprender de manera aislada si se sabe en qué termina (en ídeas y conceptos erróneos)?
4. y 5. Los que insisten en estudiar Torá entre gentiles son los idólatras, entonces replico ¿no sería mejor aprender de un maestro judío calificado que lleva años de estudio y de experiencia en el tema en vez de tener las motivaciones erroneas de otros…?  8-O
6. Deberíamos ¿seguir a las mayorías o a los que hacen lo correcto?
7. ¿Qué es lo mejor? ¿preservar/trabajar/cuidar lo nuestro o mirar/envidiar/desear lo ajeno?
8. Si hombres de gran estima y conocimiento han dado su parecer ¿para qué prestar atención a lo que digan personas que no conocen ni dónde están ubicados?
9. ¿Debemos de hacer conversión al judaísmo o debemos cumplir/estudiar lo que nos corresponde para ser grandes?
10. ¿Todavía tienes alguna duda?

Recordemos:

Noajismo NO ES una religión, ni creencia, ni doctrina, ni dogma, ni profesión, ni confesión.
Noajismo NO TIENE un liderazgo, ni jerarquía, ni jefes, ni subditos.
Noajismo NO ES un paso/requisito/amuleto hacia la conversión al judaísmo.

Noajismo son los deberes de las personas noájidas (gentiles, no-judías, como se entienda) de cumplir con los 7 preceptos de las naciones (dadas por el Eterno) y sus derivados (enseñados por un maestro judío calificado).
Noajismo ES la herencia sagrada de los noájidas (gentiles, no-judías, como se entienda).  :-D
El noajismo es espiritual y laico, nada tiene que ver con religión o religiones.

La palabra noajismo, es un término muy reciente para hacer referencia, en una sóla palabra, a una tradición más antígua (primeramente a los preceptos entregados a Adam/Adán, posteriormente a los preceptos entregados a Noaj/Noé) que cualquier civilización (o religión) actual o desaparecida.

Si no conoces el noajismo aún, ya es hora de que conozcas la tradición que teníamos perdida

http://fulvida.com/nosotros/empieza-aqui
http://fulvida.com/nosotros/sernoajidacom

Abrazos para todos, y en palabras de un buen amigo:  ;-)
Por el pronto retorno de los fieles de entre las naciones

¿Te has puesto a meditar lo importante que eres?

Antes de que Dios entregará la Torá a Israel solamente existían gentiles, noájidas.
Un grupito de noájidas, los hebreos, también llamados israelitas o hijos de Israel, se distinguían de los demás por ser miembros de una gran familia, aquella que reconocía a Abraham y Sará, Itzjac y Ribcá, Iaacov (también llamado Israel) y Rajel, Lea, Bilaa y Zilpá como sus patriarcas, matriarcas y concubinas.
Ellos debían cumplir, al igual que todos los otros seres humanos, con los Siete Mandamientos Universales, y muchas veces así procedían.
En su historia familiar fueron añadiendo costumbres, que les eran propias o a veces compartidas con otros pobladores de su época y región: separaban el diezmo para obras de bien, rezaban, ofrendaban al Eterno, se abstenían de comer el tendón trasero de los animales, eran respetuosos con sus mayores, entendían la importancia de la familia, entre otras costumbres (que no mandamientos, costumbres).
Por su entereza, por su constancia, por su dedicación, por su compromiso, por su responsabilidad el Eterno les confirió una ordenanza extra, exclusiva para ellos: la circuncisión del prepucio de los varones de la familia, rito que se debía hacer –en lo posible- al octavo día del nacimiento. Esta ordenanza fue símbolo de una alianza entre los israelitas y Dios, una que incluía la tierra de Israel para ellos, el ser numerosos, el que posteriormente recibirían la Torá, con sus 606 mandamientos extras, con toda la carga que implica hacerse responsable de cumplirlos a cabalidad.

Luego del terrible exilio en Egipto, de la espantosa esclavitud, de siglos de sufrimiento sin nombre, finalmente la promesa del Eterno es cumplida.
Salen de Egipto, son llevados a Sinaí y allí se concreta una nueva alianza, entre Dios y los judíos, una alianza sagrada y eterna. Una que no se puede quebrar ni cambiar.
Dios pactó con los judíos que serían un pueblo especial, no para recibir honores y poder, sino para ser emisarios de Él, luz para las naciones.
¿Cómo?
Al vivir integralmente con el manual de vida que Él les entregó a ellos, la Torá.

A partir de aquel 6 de Siván de hacer 3323 años, el mundo conoció otra identidad espiritual equivalente a la noájida, la judía.
Desde aquel día habría personas con su espíritu noájida y otras con su espíritu judíos.
Ambas esencias sagradas, conectadas al Eterno, plenas, llenas de promesas de eternidad y bendición, pero con rasgos diferentes a la hora de ejecutar los planes de Dios en la tierra.
Los noájidas viven de acuerdo al noajismo.
Los judíos al judaísmo.
Uno no es mejor que el otro, sino complementos.
Unos tienen la misión de construir shalom en este mundo, para hacerlo un paraíso terrenal.
Los otros además deben proveer de sentido espiritual a este paraíso, ser una nación de sacerdotes un pueblo santo, es decir, uno que se distingue a través de sus actos de bondad y justicia y fortalece a los otros en su conexión con Dios.

Ambas identidades sagradas y complementarias.
Una no puede ser plena sin la otra.
Ambas con tareas para cumplir, diferentes, importantes, necesarias.
Ambas con el paraíso, “la salvación”, lista y preparada, sin necesidad de rituales complejos, ni de fe, ni de salvadores.
Ambas amadas por Dios, saludables, bellas.

Los noájidas no recibieron 613 mandamientos como recibió el pueblo judío, ¡alabados sean los gentiles! Pues, tienen los beneficios de saciar su espíritu y adquirir placer eterno por cumplir con siete mandamientos simples, fundamentales, claros.
Los noájidas no recibieron la Torá, sino que fue recibida por el pueblo judío, pues contiene los 613 mandamientos, además de cuestiones propias que hacen a la identidad judía y del judaísmo, e indirectamente aporta datos y reglas provechosas para los gentiles.

Así pues, querido amigo noájida, tienes tu herencia, tu historia, tu futuro pero especialmente tu presente para que hagas tu parte y alcanzas el máximo que puedes.
No eres sucursal del judaísmo, sino una identidad propia y valiosa.
No tienes Torá –judía-, pero tienes la Torá (instrucción) –noájida-, la de los Siete Mandamientos, la del mundo con su belleza y posibilidades.
Tienes conexión con Dios, tienes salvación, tienes todo lo que necesitas para ser feliz y gozar de la bendición constante que Dios te regala.

Tú tienes tu porción, conócela, disfrútala, compártela, difúndela.

Porque, si no lo haces, el mundo pierde lo que tú tenías para ofrecer, y tú pierdes de recibir el placer que estaba preparado para ti.

Te pondrá un simple y breve ejemplo.

El niño Moshé (que aún no se llamaba así) fue depositado en una arquita sobre el río Nilo.
El Faraón quería su muerte, al igual que quería la de todo niño judío recién nacido.
Pero la madre del niño lo escondió y después, cuando ya no pudo guardarlo más, fue que lo puso en ese barquito improvisado.
Y allí, la hija de Faraón, la hija del asesino y esclavista más duro de su época, ella … "vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él, dijo: -Éste es un niño de los hebreos… Él vino a ser para ella su hijo, y ella le puso por nombre Moshé [Moisés], diciendo: ‘Porque de las aguas lo saqué.‘" (Shemot / Éxodo 2:6, 10).

Ese es el Moshé que fue instrumento de Dios para liberar a los judíos, para llevarlos hacia la tierra prometida, para recibir la Torá de parte de Dios y encomendarla a los judíos.
Ese niñito débil, impotente, a punto de morir en el río, ése a quien salvó la hija de Faraón, ése fue el hombre que más impacto tuvo en toda la historia del mundo.

Si no hubiera sido por los gentiles justos, difícilmente habría judíos en el mundo, tampoco habría Torá para instruir, o muchas cosas que se dan por sentadas hoy en día y tal vez no existirían.
El ejemplo de la hija del Faraón, Batiá, es evidente. Si ella no hubiera sido una gentil justa, no habría Moshé, ni todo lo que se logró a través de él y los que vinieron luego gracias a él.

Cada gentil justo es un socio de Dios, tal como los judíos lo son. Ni más, ni menos.
Cada gentil que deja de vivir de acuerdo al noajismo, no esta aportando su cuota de bendición para iluminar al mundo con la Luz de Dios.
Sino que está esclavo de su EGO y ahuyenta la Luz.

Entonces… ¿van a seguir mendigando o escondiéndose o van a salir a hacer su parte?
¡Difundan la buena nueva!
El noajismo vive, ha revivido y no volverá a morir.
La conciencia noájica se está expandiendo.
El mundo necesita ya de más noájidas conscientes y activos.

Tú tienes tu parte.
Tú eres la diferencia entre un mundo de Dios o un mundo de EGO.
Tú eres la hija de Faraón, puedes seguir esclavizado, aunque vivas en un palacio, o puedes ser libre y trabajar como socio de Dios.
Porque si no haces tu parte, nadie la hará.
Si no haces lo que te corresponde, el mundo pierde su salvación…

¿Te has puesto a meditar lo importante que eres?

Rabino Obed Avrej: Noájidas y Torá (video)

El Rabino Obed Avrej conversa con el Moré Yehuda Ribco acerca de un interesante y recurrente tema: la relación del noájida con la Torá.

Qué estudiar, con quién, como.
Qué aplica y que no. Cuáles pueden ser los peligros. Qué personas están capacitadas para enseñar. Qué corresponde aprender al noajida.
Como la Torá puede ser de vida, o de muerte. Todo en este interesante video.

Obtén lo que necesitas

Para obtener lo que necesitas, primero debieras dar al otro lo que él necesita.

Pensemos lo siguiente: ¿qué es lo que tú realmente necesitas?

No lo que quieres, tampoco lo que deseas, ni lo que te dicen que necesitas.
Te pregunto, a ti y eres tú quien está habilitado exclusivamente para dar la respuesta: ¿qué es lo que tú realmente necesitas?

Obviamente que hay cosas muy simples de responder: aire, agua, alimento, cobijo, temperatura adecuada. Digamos, las necesidades básicas.
¿Y luego?
Probablemente añadirás cosas como: seguridad, confianza, paz, salud, bienestar, aprecio, amor, reconocimiento… ¿sí?
Lo más común es que sí.
Otros lo proclaman como un lema: salud, dinero y amor. Bueno… sí, también está bien.

Pero, sabemos que hay más.
Algunos autores hablan de sentido de vida, auto realización, trascendencia, armonía multidimensional, salvación, entre otras.
Sin embargo, yo te pedí que respondieras: ¿qué es lo que TÚ realmente necesitas?
¿Recuerdas?
Entonces, no usemos las ideas de otros, buenas o malas, inteligentes o meras patrañas.
Pensemos, sintamos, pero más importante es que tomemos conciencia, que nos conectemos con nosotros mismos.

Hazlo y si gustas nos comentas lo que percibiste, descubriste, etc.
¿Te parece?
Gracias.

Ahora te voy a contar lo que a mi me parece.
Es mi idea, puedes tomarla o no.
No tienes obligación de pensar, sentir, conectarte al igual que yo.
¿Ok?

Yo propongo que lo que la persona precisa es que le admitas su parcela de poder, que controla aquello que está en ella controlar.
Que es potente en su área, en su mundo y que tú no tratarás de conquistarle, ni de adueñarte, ni de expropiarle, ni de manipularle, ni de manejarlo de ninguna forma.
Ella tiene el control en aquello que puede controlar y tú eres consciente de este hecho y lo admites.

Por sobre esta base se edifica luego todo el resto de necesidades físicas (que no son indispensables o se produce la muerte ), emocionales, sociales e intelectuales.
Salud: la persona controla su cuerpo, su organismo está en orden.
Dinero: la persona controla su mundo social, tiene un lugar, puede ejercer su dominio.
Amor: la persona está en contacto nutricio emocional, controla su ser lo suficiente como para vincularse en esas relaciones tan sustanciales para el humano.

Y sí, también toda aquella otra lista de probables cosas que mencionaste: seguridad, confianza, bienestar, reconocimiento, etc.
Todo está en el ejercicio mesurado del poder.
El control de aquello que es dable controlar.

Pero, cuando se pierde el límite, se derrumba la persona.
Sea el límite propio y se va como desesperado detrás de deseos, vanidades, lemas, falsas promesas religiosas.
O sea el límite con el otro, entonces se procura conquistar, imponer, ser autoritario, castrar, manipular, molestar, etc.

Nunca manipular, pero sí negociar.
Nunca agredir, pero sí ser firmes.

Comencé este encuentro con una frasecita similar a una que oí algún día, no recuerdo donde ni de quien (mis disculpas del caso): Para obtener lo que necesitas, primero debieras dar al otro lo que él necesita.
Piénsalo, siéntelo, toma conciencia…
Te brindo un ejemplo.
Tú puedes decir: “Ella no me ama, está todo el día encerrada en sus cosas y parece que no existo. Si ella se abriera y fuera más comunicativa conmigo, sería todo muy diferente.”
Dime, ¿a quién pusiste como causante de tu pesar?
¿A ti?
¿A ella?
¿A la relación?
¿A ambas personas?
¿A todo esto?

Probemos de verlo de la otra forma: “Ella está encerrada en sus cosas, parece que no existo. Quizás porque no he encontrado la forma de darle lo que ella necesita. Veamos, qué puede ser. Sí, el Moré Yehuda me enseñó que es admisión de su poder sobre sus cosas, que ella controla lo que es dable que controle. Utilizaré la Comunicación Auténtica para conversar sobre esto. De paso, sé que ella precisa que yo le preste más atención, que sea más cariñoso, más comprensivo, más comunicativo. Sí, creo que voy a probar un cambio de mi parte. No voy a esperar de ella nada, solo a admitir su poder sobre lo que ella controla y a darle más cariño y comunicación.”

¿Qué te parece?
¿Funcionará?

No parece del todo descabellada…

Yo creo que puedes internarlo, luego nos cuentas… ¿quieres?
De paso, ¿no es esto lo que quieres y lo que necesitas?

Hasta luego.

Camino al Paraíso

Uno puede saber mucho, pero sin la acción acorde de poco vale.
Tal como indican los Sabios de antaño:

“No es el estudio lo fundamental, sino la puesta en obra”
(Talmud, Abot 1:17)

Esta dirección es reiterada en la sagrada Tradición en numerosas ocasiones.
De hecho, el Santo bendito Sea, la primera ordenanza que históricamente impone al ser humano es actuar como preservador y corrector de mundo, según quedó declarado:

“Tomó, pues, el Eterno Elokim Dios al humano, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.”
(Bereshit/Génesis 2:15)

Sí querido amigo, el Eterno ordena cuidar al mundo, trabajarlo, perfeccionarlo, hacer de este lugar un paraíso terrenal.
Y luego, una y otra vez, lo mismo y lo mismo.

No, no pide fe. Tampoco rituales.
Él no los precisa.
Quizás tú sí, y por ello están bien, dentro del marco adecuado.
Pero no te creas más “espiritual” por llenarte de rituales, palabras, signos, símbolos, idiomas, o cosas similares.

Mejor, llénate de lo que Él quiere: tus acciones como constructor de Shalom.

Por supuesto que nada de “sangre de salvadores”, “parlotear en lenguas”, “caerse al piso en un estado similar a la epilepsia”, “levantar la mano y clamar contra el Enemigo”… no… nada de eso… esos son cuentos de religosos, gente que carece de la llave para abrir las puertas de sus celditas mentales/emocionales.

Pero tú, tú que estás vivo y quieres seguir estándolo (vivo en tu multidimensionalidad), sabrás hacer tu parte en la tarea de construir Shalom.

Recuerda, el estudio no es lo fundamental, aunque sea necesario, pero solamente para actuar conforme a la Voluntad del Padre Celestial.
¿Queda clara la idea?
Espero que sí, porque es sumamente importante que la comprendas y te alinees con ella, puesto que es la clave para llevar una vida de plenitud, bendición, prosperidad, felicidad, espiritualidad.

Ahora que estamos de acuerdo, quiero añadirte un fundamento más.
Si la acción no está encuadrada por la ética espiritual, la de los buenos valores que se desprenden de los Siete Mandamientos Universales… se pierde todo…
Porque las buenas obras estarán, probablemente motivadas, por el EGO y no por el deseo de actuar conforme a la Voluntad del Eterno.
¿Comprendes?
Valores: ser bueno, ser justo, ser leal y todo lo que se deriva de esto, tal como honestidad, responsabilidad, fidelidad, trabajo, solidaridad, misericordia, etc.

Nuevamente te refiero la palabra de los Sabios de la Cabalá Verdadera y sagrada:

“Tres son los pilares del mundo: la justicia, la verdad y el shalom”
(Talmud, Abot 1:18)

Justicia, ser justo.
La verdad, ser fiel.
El Shalom, que podría ser el resultado, o también la bondad que pacifica.

Nuevamente, te repito la idea.
Estudia solo lo necesario para saber cómo actuar conforme a TUS mandamientos, y trata de que todas tus acciones sean éticas.

Te aseguro que Dios te dará mucho deleite por tus obras.
Eso es lo que Él mismo promete…

El Predicador y tus metas

A veces nos proponemos ciertas metas.

Para algunas nunca comenzamos  a recorrer el camino para alcanzarlas.
Para otras damos unos pasos, y nos quedamos allí. Tal vez nos desviamos, tal vez retrocedemos, tal vez simplemente nos quedamos quietos. Muy comúnmente nos olvidamos de qué queríamos alcanzar, también perdemos conciencia de que habíamos fijado cierto rumbo, simplemente se esfuma.
Para otras damos pasos directamente en la dirección contraria.
A veces, no sé cómo, llegamos a la meta.

Entonces, no bajamos de peso, ni siquiera pisamos el gimnasio, dejamos de fumar 2 minutos, la dieta nos duró del lunes al lunes por la tarde, seguimos aferrados a sentimientos oscuros, mantenemos hirientes disputas con la pareja, nos excusamos para continuar en ese trabajo que detestamos y no reditúa, posponemos rendir aquel examen, apareció un bultito bastante feo pero no concurrimos al médico, sabemos que teneos actitudes para superar y nos quedamos (con suerte) en saberlo, etc.

Estas metas nacen de distintos deseos.
Los cálculos de la mente.
Los mandatos sociales.
Las presiones, manipulaciones, que nos demandan y coaccionan.
Las apetencias sensoriales.
Las pasiones fuera de límite.
Esa vocecita tenue que desde lo profundo nos indica la senda hacia la Luz.
Las punzadas del EGO, con sus miedos, desvalorizaciones, egocentrismo, ceguera, necedad, agresión, disgusto.
Sí, son muchas las fuentes de las que surgen las metas.

En gran cantidad de estas metas encontramos el anhelo de tapar brechas, llenar huecos, huir de la pobreza que sentimos dentro. Dejar de angustiarnos con la impotencia para tener la ilusión de poder.
Sí, las metas son demostraciones de poder.
De poder.
Pero llegados allí, en su inmensa mayoría, descubrimos –si somos conscientes- que el hambre sigue apretando, que la felicidad fue pasajera, que la frustración está a la vuelta de la esquina, que la meta no fue el final. Des-cubrimos, si nos atrevemos, que no tenemos paz.
Entonces, puede que nos hundamos. Puede que nos excitemos y propongamos ya otras metas. Puede que hagamos manifestación de nuestro poder, sonriendo con fuerza, para tapar el dolor. Puede que tomemos distancia. Puede…
Y el impulso sigue vibrante, nos requiere más, y pareciera que no hay océano que apague su ardor.

Así, ni la sabiduría, ni los triunfos, ni el romance, ni los hijos, ni el trabajo, ni el título, ni la batalla vencida, ni la medalla alcanzada, ni los millones de dólares, ni la luhjuria, ni las comilonas, ni el cuerpo perfecto, ni los récords mundiales, ni… nada de ello es suficiente.
Siempre habrá más, otra meta.
Esto es bueno, pero no lo es.

Por más que sigamos luchando, nunca lograremos llenar nuestro vacío.
Porque es la brecha que media entre nuestro Yo Auténtico y la capa del Yo Vivido.
Mientras exista esa separación, esa falta de armonía, ninguna meta, ningún trofeo, ningún “éxito” será el definitivo ni la cura para el malestar existencial. Seguirá habiendo miedo, sentimiento de impotencia, agresión, pobreza…

Sobre esto escribió el inspirado autor de Kohelet/Eclesiastés.
El rey Salomón experimentó todo, pasó por todas las modas, conoció el placer sensual, el lujo, la miseria, el intelecto, lo sagrado y lo profano, las bondades de una vida fácil, el exilio, la desesperación y la calma.
Todo ello lo va reflejando en su maduro y profundísimo Kohelet.
Cada capítulo es otra prueba que el hombre para encontrar sentido a su vida, para hallar la dicha verdadera, para estar en shalom.
Y con cada prueba, con cada meta, con cada trofeo, se eleva nuevamente la decepción.
Sí, el buen rey se acostó con miles de hermosas mujeres, pero no disfrutó del amor. Poseyó bienes incalculables, pero seguía hundido en la pobreza. Alternó con los nobles, poetas, filósofos, estrellas del Hollywood de aquella época, y no tenía momento de verdadera dicha. Rezó, estudió, repitió lemas sagrados pero igual se sentía vacío, en la separatividad del ser. Sin unidad, sin unicidad, sin alegría.
Allí está Kohelet, para quien tiene la clave de su estudio. Lleno de sabiduría, teórica y práctica. Llena de vacío y el hombre haciendo todo lo que tiene a mano para llenarlo, y ver que es insignificante, impotente.

Finalmente la clave para vencer la impotencia, para disipar la separatividad, para sentir dicha, para estar pleno la resume de la siguiente manera:

«(8) Porque si el hombre vive muchos años, que se alegre en todos ellos; pero que recuerde los días de oscuridad, que serán muchos… y que todo lo que vendrá es insignificancia.
(9) Alégrate, joven, en tu adolescencia, y tenga placer tu corazón en los días de tu juventud. Anda según los caminos de tu corazón y según la vista de tus ojos, pero ten presente que por todas estas cosas Elokim te traerá a juicio.
(10) Quita, pues, de tu corazón la ira, y aleja de tu cuerpo el mal; porque la adolescencia y la juventud son insignificancia.»
(Kohelet / Predicador 11:8-10)

«(12) Además de esto, hijo mío, queda advertido: El hacer muchos libros [especulativos] es algo sin fin, y la charlatanería fatiga el cuerpo.
(13) La conclusión de todo el discurso oído es ésta: Sé consciente de Elokim (el Todopoderoso) y guarda Sus mandamientos, pues esto es el todo del hombre.
(14) Porque Elokim traerá a juicio toda acción junto con todo lo escondido, sea bueno o sea malo.»
(Kohelet / Predicador 12:12-14)

No, no está en libros de filosofía, ni en religiones, ni en la charlatanería, ni en repetir palabras estrambóticas, ni en fatigar al cuerpo con rituales. No, allí no se encuentra la dicha, la meta más elevada y eterna del hombre.

Se trata de:

  • vivir a pleno
  • gozar de TODO  lo permitido
  • alejarse de lo prohibido
  • no aferrase a lo que daña
  • aprovechar el aquí y ahora al máximo, porque no hay otro tiempo ni lugar que el aquí y ahora, sin embargo, que los hechos sean responsables, armoniosos
  • tomar conciencia de Dios
  • cumplir los mandamientos que Él ha dado a cada uno

Es un estilo de vida completo, saludable.
Su fortaleza está en admitir todo lo del hombre, lo bueno como lo malo, pero sin derivarse hacia lo malo. Está en nutrir cada dimensión del ser, no parcializarlo, no fracturarlo. Impone un sistema de vida en el cual se reconoce al goce en su dimensión sagrada.
Propone la unidad del ser, la armonía entre sus distintos Yoes.
No dejarse someter por el EGO, sino que estar pendiente del Eterno y hacer de sus mandamientos el código de existencia.

Este método conecta, a ti contigo mismo, con el prójimo, con el cosmos, con Dios.
Te permite abrirte a la bendición que de continuo recibes de lo Alto. Así disfrutarás de abundancia, bienestar, amor, expansión, gratitud, paz.

Recuerda, no permitas a la charlatanería religiosa envolverte con su tela de araña. No precisas de libros sofisticados, ni de filosofías complicadas, ni de religiones.
La clave está en ti, en unificar tu ser. En conectarte. En aceptarte. En amarte. En repararte. En abrir la puerta de la celdita mental y ser libre del EGO y su tiranía.

Estoy seguro que tu mente ya está inventado justificaciones para seguir como antes. Dirás que suena muy lindo pero tienes cuentas que pagar. Que muy “espiritual” pero tu trabajo, tu suegra, tu esposa, tu enfermedad, etc., es insufrible.

Sí, la mente está aliada al EGO, más bien, es su sierva.
Trabaja para someterte, si es que no la tienes entrenada para sintonizar con tu esencia espiritual.

Tómate tu tiempo para ver por qué sigues en relaciones tóxicas, qué te mantiene en lugares que te asfixian, qué temes que no cambias, que no sueltas y te retiene como ancla al naufragio, qué no has querido o podido des-aprender para aprender a ver Luz en ti y hacer que irradie y se difunda.

Hasta ahora tus metas no te han servido para alcanzar la dicha, ¿no?
Sigues enfrascado en el dolor.
Sí, por supuesto, hay días menos malos, otros que parecen bastante bonitos, pero presientes que estás actuando en una mala obra de cabaret, en vez de estar disfrutando a pleno de tu potencial sagrado.

Alcanzar la dicha, es tu meta.
Es lo que Dios quiere para ti.
¿Quieres colaborar con Él y construir shalom para ser dichoso?

Es tu decisión.

La berajá del saba

Shalom javerim y javerot.
Que sepan abrirse para recibir en ustedes todas las brajot min hashamaim.
Esta semana es leída la parashá Vaieji, la que finaliza el sefer Bereshit en su ciclo shnatí de keriat haTorá  kehiljatá.

Poco antes de partir a su mundo, Iaacov Abinu les da una berajá a sus nejadim benei Iosef: Efraim y Menashe.
En una de sus partes menciona el tzadik: «Sean ellos llamados por mi nombre y por los nombres de mis padres Avraham e Itzjac» (Bereshit / Génesis 48:16).

Resulta llamativa este jelek de la berajá.
Por lo general esperamos que se desee que la persona sea conocida por SU nombre, que sea reconocida por sus hechos, y no por el nombre del padre, del zeide, o de la mishpoje.
Como cuenta el viejo maise jasídico, aquel en el que ruv llama al bojer y le dice: “Ingale, ¿quién sos vos?” Y el muchacho le dice: “El hijo de Moishe”. El ruv contesta: “No, ingale, te pregunte quien sos vos, no quien es tu tate.” El muchachito dice: “Ah, pero soy el nieto de reb Fischel”. Y el ruv contesta: “Nischt git, tampoco te pregunto quien es tu zeide… te pregunto quien sos vos”. Y el yungel dice: “Ah, entendí… soy carnicero…”. El ruv lo corta y le dice: “Que quién sos vos, no de qué trabajas”. Y así sigue el geschichte tan famoso.
Se espera que se nos conozca a nosotros, por nuestros actos, por quien somos, por lo que hemos logrado en nuestra jaim, llena de emuna, de bitajón, de maasim tovim, de mitzvot. No por los méritos o la fama del aba, o del saba, o la mishpajá. Tampoco por el gelt que hayamos cosechado, o los trofeos acumulados.

Entonces, ¿cómo entender que Iaacov Abinu haya hecho la berajá pidiendo de Boré Olam que los jóvenes sean llamados por el nombre suyo y de los otros Abot Israel? ¿No hubiera sido mejor, más coherente con la mesoret hakodesh, que dijera algo así como “Que sean llamados por vuestros nombres, tal como lo han sido vuestros oirim”?

Una de las teshuvot posibles es la siguiente.
La educación de los hijos debe provenir de dos ramas: la escuela y el hogar.
Ambas, el schole y el eimish, se complementan, se nutren, se coordinan para fortalecer y engrandecer a los niños en su identidad. En todos los planos de existencia. En todos los olamot de su ser.
Cuando una de estas patas falta o renguea, la otra no puede soportar toda la carga y puede ocurrir el descarrío, Rajmana litzlan.

Entonces, lo que estaría diciendo el tzadik en su berajá se puede entender como: Im irtze Hashem ustedes crecerán pero no se apartarán del derej de sus abot. Tendrán broje y haztloje, sus logros y sus éxitos, alcanzarán sus metas, serán ustedes, pero en todo momento se mantendrán unidos y firmes gracias a las enseñanzas de sus melamdim y de sus altren. Habrá ajdut y iejidut, tehilá y netzaj. La gente los verá a ustedes, los reconocerá a ustedes, pero no dejarán de confirmar su pertenencia a la mesorá de Israel, el tener el ijus con sus mayores.

Esa es una gran berajá, sin dudas. Porque le encomienda a los ingelach a no solamente ser “yo”, sino que también encontrar la armonía interna, aquella que los conecta con su neshome y con Boré Olam a través del kibud orim umorim.

Si tú ya tienes banim y banot, ¿estás educándolos para que sean armoniosos, benditos, llenos de dicha, saludables y que además mantengan en alto el kesher pnimí contigo y la shalshelet hazaav de su mesorá?
¿Te encargas de que reciban el jinuj indispensable?

Es una ocasión para el jeshbón hanefesh y hacer tikún en caso necesario.

Queridos javerim, shalom uberajá.
Tizku leshanim rabot y ver al mashiaj bimeerá beiameinu amén.