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Lej Lejá 5776–sionismo pleno

Comienza la parashá con una orden clara, contundente y directa de Dios a Abraham (aún llamado solamente Avram): «Vete de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.» (Bereshit / Génesis 12:1).
Cuánta confianza debía de tener nuestro patriarca para hacer caso a esa voz, que por primera vez oía (que nosotros sabemos era la de Dios), para dejar todo y aventurarse a radicarse en una tierra que todavía era misteriosa para él. Cuenta el Midrash que él había estado allí en varias ocasiones, pero una cosa es ser visitante o turista, y otra muy diferente saber que a partir de ahora ese sería su hogar.

Sus antiguos antepasados habían vivido en aquel amado lugar, que nosotros conocemos como Israel, pues de allí provenía su tatarabuelo Ever. Por algún motivo se habían debido mudar hacia la región de las actuales Irak-Turquía.
Ya Teraj, el padre de Abraham, había deseado retornar a la tierra de los Ivrim (hebreos) y había emprendido el viaje con su familia. Sin embargo, por esto o aquello se detuvo a mitad de marcha.

Ahora Abraham retomaba el camino, confiando en la voz que escuchó en su interior, el llamado de Dios que le indicaba que su lugar estaba en Israel. Fue el primer sionista-espiritual, cuyo objetivo es vivir y embellecer la tierra santa para que reluzca la Luz del Eterno desde allí.
Tal vez fue la primera, pero sin dudas no fue la última en que los descendientes hebreos tienen puesta su mente, corazón y empeño por su hogar milenario. Algunos quedan en el camino, en tanto otros siguen a pesar de todos los inconvenientes y contratiempos hasta alcanzar esa meta anhelada.
Releamos el HATIKVA: “Mientras en lo profundo del corazón palpite un alma judía, y dirigiéndose hacia el Oriente un ojo aviste a Sion, no se habrá perdido nuestra esperanza;
la esperanza de dos mil años, de ser un pueblo libre en nuestra tierra: la tierra de Sión y Jerusalén.”
.
Tal vez podemos identificar en estas palabras, con las modificaciones obvias del caso, lo que también pasaba dentro de Abraham.
¿Te das cuenta?

La orden divina fue acompañada por unas promesas: «Yo haré de ti una gran nación. Te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.» (Bereshit / Génesis 12:2-3).
¿Qué significa exactamente cada una de estas promesas de Dios?
¿Hasta dónde se han cumplido?
¿Qué es lo que falta?
¿Qué podríamos hacer nosotros, como judíos o noájidas, para hacerlas realidad, si es que aún no lo son?
¿Fueron éstas las que movieron a Abraham a radicarse en la tierra de la familia judía?
¿Cuáles pudieran ser las enseñanzas para los noájidas en su vida cotidiana y en la práctica?

La parashá continúa luego con gran cantidad de temas de importancia, algunos con absoluta vigencia y actualidad, por lo que te invito a que los busques y estudies, y si quieres nos lo compartas luego.

Tú cuentas, ¡y mucho!

Alrededor de noventa y tres mil millones de años luz es la extensión del universo, según conocemos actualmente (https://es.wikipedia.org/wiki/Universo#cite_note-2).
Te aseguro que ni tú ni yo nos hacemos realmente a la idea de lo que es significa y representa.
Podemos mencionar la frase, escribir sus ceritos uno detrás del otro, creer que estamos conscientes de su magnitud, pero en verdad no está en nosotros siquiera acercarnos a imaginarnos su impactante enormidad.
Es que, por más millas que tengas recorridas, por más países que conozcas, por más ríos que hayas navegado, por más aventuras extremas que sumes a tu agenda, nunca, jamás de los jamases te aproximarás siquiera a una minúscula porción de lo que esa distancia representa.
Distancia medida en años luz, por lo cual, también nos está hablando de la tremenda antigüedad del universo, hasta hoy sabemos que tiene cerca de 15.000.000.000 de años.
Cifras astronómicas, siderales, inconmensurables, imposibles de presentificar en nuestra experiencia.

Y por encima de toda esa gigantez, excediendo infinitamente su enormidad, inconmensurablemente más inimaginable es el Eterno Elohim.
¿No te parece pedantería y tontera bravucona los que te dicen hablar en nombre de Él, cuando ni siquiera tienen la mínima idea de las cosas más simples y fáciles que Él ha ordenado seguir?
¿No consideras petulante, absurdo, blasfemo, pecaminoso los que pretenden controlarLo por medio de pactitos, recitos, decretitos?

Por otra parte, en toda esa monumental realidad que supera cualquiera imaginación, Él te puso aquí y ahora.
Él te dio vida.
Él te sostiene.
Él se ocupó de darte mandamientos de vida, para que vivas aquí y ahora así como en la eternidad.
Tienes los Siete Mandamientos si eres gentil; tienes los que te corresponden de los 613 si eres judío.
Esa es tu nutrición y la senda de eternidad.
Entonces, ¡eres importante! ¡Eres valioso! De todo el gigantesco universo tiempo/espacio, Dios quiso que existieras y que participaras como Su socio para traer SHALOM al universo.

Por ello, no subestimes tu lugar, tu importancia.
Construye SHALOM, aquí y ahora, a pleno, por medio de acciones de bondad y justicia.

En este momento la santa nación de Israel está en riesgo por el enemigo sádico, malvado, odioso. El imperialismo árabe-musulmán a través de sus fuerzas colonizadoras que se hacen llamar “palestinos” están abocados a destruir el Estado laico de Israel, hogar milenario y actual de la nación judía. También tienen en sus planes conquistar el resto del mundo y decapitar a los “infieles” o convertirlos a su tortuosa fe por medio de cualquier acto violento que se les ocurra.
Sus lacayos que se presentan “progresistas”, así como todos los que se dejan comprar por el inmenso poderío económico del imperialismo árabe-musulmán, son cómplices.
Participan también los medios de DESinformación que omiten la verdad, silencian los hechos, presentan mentiras como verdades, cuentan lo que les conviene, entre otras arbitrariedades asesinas y genocidas.
En este terrible momento, ¿qué puedes hacer tú para ayudar a establecer el SHALOM allí y en todas partes?
¿Cómo demostrarás tu rol magnífico de hijo del Señor?

Un sentido a la Crisis Existencial

En tanto observo a las personas, a algunos conocidos, a lo que publican mis contactos del Facebook o en este hogar, a mí mismo, más me convence que de la sensación de falta de ubicación, de sentido, o de crisis existencial nadie se escapa.

También me convence que a la mayoría esa sensación nos aterroriza.

A nadie le agrada y la detestamos completamente de manera no consciente; la sublimamos hacia religiosidad, la reprimimos negándola, o bien sea, la evadimos temporalmente.

Sea cual sea la actitud que se asume frente a la crisis de existencia y a la duda, lo cierto es que está presente y más activa que nunca. Porque es parte de la esencia humana; de mi esencia y de la tuya, es lo que nos conecta a ti y a mí. Podemos discrepar en todo, ser físicamente diferentes, hablar distintos idiomas, estar en desacuerdo con confesiones de fe o divinidades, pero del vacío existencial, de la falta de sentido de las experiencias de vida, de la sensación de falta de soporte en algo más a lo terrenal nos hace idénticos.

El vacío existencial nos hermana. El dolor que produce esa desubicación nos hace uno; equivalentes a ti y a mí. No hace falta que lo digas, ni que lo confieses, ni que lo niegues. Con solo leer lo que publicas, mirarte unos minutos, o simplemente conversar pocos minutos contigo a la luz de una taza de café y un cigarrillo, podré conéctame contigo por medio del vacío.

Yo no tengo la respuesta a la crisis existencial. Desconozco si alguien la tiene o si existe algo o alguien que de seguridad en esta existencia.

Pero, personalmente, me canse de sublimarla, reprimirla, negarla o temerle. Cuando me empoderé de mi libertad y reconocí la crisis existencial descubrí mi humanidad. Cuando trato con personas y les descubro que entre sus propios velos esconden la misma crisis, les encuentro su humanidad y me identifico; me conecto.

Y en función de llenar tanto vacío me he puesto en marcha; para, de mi parte, intentar no dejar sin una chispa de luz tanta densa oscuridad que nos hermana.

Hice memoria para intentar identificar, en mi caso, el momento justo en que por primera vez note la presencia del vacío negro de la existencia, y no lo pude datar.

Pero concluí que un niño no lo puede experimentar, racionalizar, pensar, imaginar, ni siquiera creer en el vacío existencial. La duda existencial se presenta luego en la persona, es la bienvenida que da la Vida a la persona que crece y se responsabiliza. Que intenta apropiarse de su vida y de su futuro, es decir, para el que vive buscando una vida y no solo sobrevivir.

Una primera razón que le he dado a la crisis existencial es que marca la madurez. Ya las fantasías de niño y su visión del mundo quedaron atrás; ahora su propio vacío le demostrará que su etapa infantil quedó atrás, ahora es maduro, y parte de su nueva etapa es la responsabilidad de responderle al vacío que está experimentando. Cualquier respuesta que le de la persona madura le conectará con sus semejantes. Ya sea con sus semejantes de la iglesia, la congregación, la familia o el clan; o con toda la humanidad.

Algunos siendo personas maduras se inclinan por no responderles al vacío existencial que experimentan y lo reprimen negándolo siguiendo los patrones familiares heredados (la religión de la familia); otros lo subliman hacia otras confesiones de fe en dios o en dioses (gracias a la gama religiosa que ofrece la sociedad); por otro lado, otro tanto la evaden por algún tiempo, porque da miedo observar la crisis. El hecho dudar de dios, de la vida después de esta vida, de la seguridad de las tradiciones de la familia, del líder espiritual de confianza, del more, o de cualquiera que ha significado cierto anclaje seguro, es pavoroso. Sencillamente es una duda infartante.

Sea cual sea el mecanismo que se escoja para acogerse en seguridad contra la crisis existencial en una persona madura, sigue siendo una actitud pueril.

Si la crisis de existencia, entonces, marca la etapa de adultez, lo mejor sería asumirla, observarla y reconocerla como un adulto, explorando los otros mecanismos que como humanos tenemos para responder, y no con los que un niño dejó atrás.

Porque si como niños respondemos a la crisis de la existencia, como niños nos consumirá su negra presencia. Si como adultos respondemos a la crisis existencial, al menos tenemos la posibilidad de darle un sentido a su extraña negritud.

De mi parte, hasta aquí. Si quieres acompañarme en este viaje hacia el agujero negro, bienvenido, y gracias por no dejarme solo. Pero si no quieres, no te voy a juzgar y te entiendo. Prometo que si salgo vivo y cuerdo de mi viaje hacia el agujero negro, te contaré lo que vi.

 

agujero-negro

 

(Que siga siendo en mérito por la vida del joven valiente Gerardo Cruz hijo de Patricia Barquero. Quiera La Autoridad Divina restituirle la salud, la vida y su familia.)

Noaj 5776-“Safá”, ¿idioma o al límite?

Dos son los relatos famosos de esta parashá: el Diluvio universal y la confusión de las ideas en la Torre de Babel.
Probablemente no conocemos exactamente los detalles de ambas historias e ignoramos la vastísima literatura de antiguos sabios y reconocidos exégetas al respecto; aunque son narraciones que forman parte de la memoria colectiva e identidad de las naciones.

En ambas encontramos algunas cuestiones en común, como por ejemplo, personas que creían controlar lo que en verdad no dominaban (ni podían o debían hacerlo) y por ello terminaron destruyendo sus vidas, las de otros, el entorno.
En la base de esta conducta estaba la rebelión contra Dios, de modo más o menos manifiesto, con excusas mejor elaboradas o abiertamente torpes; cada uno a su nivel destilaba desprecio hacia Dios. Por ello, faltaban a las reglas que Él había ordenado a Adam y sus descendientes; y que tras del Diluvio Elohim reiteró a Noaj y a todos sus sucesores. Mandamientos que están actualmente vigentes y conforman el llamado Pacto Noájico, o de las Naciones, que se suele simbolizar con el arcoíris. Siete mandamientos simples, pero al mismo tiempo profundos y trascendentes, que permiten llevar una vida armónica al ser orientada por la ética de origen espiritual. Son claves para la conexión con Dios y el prójimo y, por tanto, con uno mismo.
Esto era lo que rechazaban, por estar consumidos por el egoísmo, la pedantería, fantasías de grandeza y finalmente la nada.

Pero también hay puntos en las dos historias que son esencialmente diferentes.
La gente antediluviana se comportaba con violencia constante: robaban, mentían, agredían, asesinaban, calumniaban, eran inmorales, servían a ídolos, maldecían a Dios, corrompieron la justicia, en resumen un caos tremendo y sin indicio de que fuera a mejorar. Por sus acciones el ecosistema llegó a un extremo del cual no pudo recuperarse “por las buenas”, solamente un desastre de proporciones inimaginables equilibró la situación.

En la época de la construcción de la Torre las relaciones humanas eran por completo diferentes, porque tras mucho sufrimiento se forzaron a abstenerse de emplear la violencia. Se horrorizaban por la controversia, al punto que entre ellos se obligaban a sentir, creer, pensar de forma monolítica, sin admitir divergencias que fisuran la aparente unidad. Las ideas y las acciones siempre estaban subordinados al capricho de su líder, el astuto y violento emperador Nimrod, quien fue el creador de la primera religión organizada de la humanidad. Él gobernaba con mano de ardiente metal y demandaba obediencia ciega a sus deseos en rebeldía directa al Eterno. Detrás de tanta organización y máscaras de paz, abundaba el materialismo exagerado, el enojo, la ira, la violencia, que no tardaron en manifestarse en burlas, apatía, fanatismos y otras conductas que no mencionaremos ahora. Su catástrofe no fue otro cataclismo natural, sino la separación emocional e incomprensión entre los hombres. Las consecuencias de sus actos las seguimos sufriendo todavía.

¿Qué podemos aprender de todo lo que hemos expuesto aquí?

Salidos del paraíso

«Tomó, pues, el Eterno Elohim al humano y lo puso en el jardín de Edén, para que lo trabajase y lo guardase.
Y el Eterno Elohim mandó al humano diciendo: ‘Puedes comer de todos los árboles del jardín; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que comas de él, ciertamente morirás.’
Dijo además el Eterno Elohim: ‘No es bueno que el humano esté solo; le haré una ayuda idónea.’
El Eterno Elohim, pues, formó de la tierra todos los animales del campo y todas las aves del cielo, y los trajo al hombre para ver cómo los llamaría. Lo que el humano llamó a los animales, ése es su nombre.
El humano puso nombres a todo el ganado, a las aves del cielo y a todos los animales del campo. Pero para Adam / Adán no halló ayuda que le fuera idónea.
Entonces el Eterno Elohim hizo que sobre el humano cayera un sueño profundo; y mientras dormía, tomó uno de sus costados y cerró la carne en su lugar.
Y del costado que el Eterno Elohim tomó del hombre, hizo una mujer y la trajo al hombre.»
(Bereshit / Génesis 2:15-22)

Dios dio los árboles del huerto del Edén para alimentación del humano, aunque le prohibió comer del árbol del conocimiento, del bien y del mal.
Había comida “kosher”, apta, permitida, lícita para el humano y otra que no lo era. Lo prohibido para él, quizás serviría para alimento de otro ser vivo, pero para el hombre no era admisible servirse de ese producto no kosher, porque esa era Voluntad de Dios.
¿Por qué?
Porque esa era la Voluntad del Eterno.

Dios anunció que no es bueno que el humano esté solo, sino que precisa vivir acompañado por la persona que es idónea, que es aquella que funge como contraparte efectiva.
Había a su alrededor multitud de otros seres vivos, de variadas formas y colores, atractivos o repulsivos, amistosos o lo contrario; ninguno de ellos era el adecuado para ser su pareja.
Estaban por fuera de su límite permitido, en lo que a relación “romántica” (en todo su amplio espectro) se refiere. El humano podía estudiar las especies vivas, hacer uso de ellas, darles finalidades que le fueran provechosas y no lastimaran innecesariamente el ecosistema, pero… no, esos seres vivos no eran kosher para ser su pareja.
Había una que era la adecuada, aquella que lo completaba como persona, esa que podía ser vivida como “mi media naranja”. No como una cuestión mística o mágica, sin rocambolescos cuentos cabalísticos o cabalisteros, sino simplemente porque hacía surgir en cada uno de los dos lazos de unión con el otro, les brotaban ideas y sentimientos únicos que los vinculaban con ese otro especial.

Sí, al menos estas dos funciones vitales de toda especie estaban contemplados por el Eterno en este párrafo.
Al rato, cuando comieron lo que no debían (¿seguro que fue asi?), huyeron de su responsabilidad, inventaron excusas, faltaron a la verdad, fueron indolentes en sus obligaciones, no comunicaron auténticamente con el Eterno Elohim, y otras cositas más, debieron hacerse cargo de las consecuencias de sus actos:

«A la mujer dijo: -Muchísimo sufrirás en el embarazo; con dolor parirás hijos. A tu hombre será tu deseo y por esto él te dominará.
Y al hombre dijo: -Porque obedeciste la voz de tu mujer y comiste del árbol del que te mandé diciendo: ‘No comas de él’, sea maldita la tierra por tu causa. Con dolor comerás de ella todos los días de tu vida; espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.
Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste tomado. Porque polvo eres y al polvo volverás.»
(Bereshit / Génesis 3:16-19)

Aquello que era idílico, propio del paraíso, se corrompió.
Ya la relación especial con la pareja estaba teñida por otras cuestiones, donde entraban a jugar pulseadas de poder, jugarretas manipulativas, dolor, angustia, soledad, dudas, indecisión, pérdidas, entre otras cosas no tan maravillosas.
Y el comer ya tampoco sería sencillo, armonioso, saludable, agradable y otro montón de cosas negativas en torno a la satisfacción de esta necesidad básica.

Entonces, ¿qué aprendes para tu vida cotidiana de esa lección?

La fruta no cae lejos del árbol, ¿o sí?

¿No es cierto que Adam, más precisamente el primer varón de la especie humana, pecó porque ingirió del fruto prohibido que el Eterno le había ordenado de él no comer?
Seguro que afirmaremos rápidamente que sí, y está bien, de acuerdo a lo que generalmente conocemos y compartimos.
Pero hoy, hagamos una excepción a la repetición automática de lemas que hemos incorporado, y dediquémonos a leer con atención una pequeña partecita.
¿Me acompañas?
Vamos pues:

«Y el Eterno Elohim mandó al humano diciendo: ‘Puedes comer de todos los árboles del jardín; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que comas de él, ciertamente morirás.»
(Bereshit / Génesis 2:16-17)

Pues, tal parece que no es “el Eterno” quien ordena algo aquí, sino “el Eterno Elohim”.
Claro, es el mismo Uno y Único Dios, aquel que se manifestó en Sinaí, liberó a Israel de la esclavitud, etc. Aquel que es Uno y Único, indivisible, sin partes, sin cuerpo, que no nace ni muere, por completo inimaginable y al mismo tiempo cercano a más no poder.
Pero, su actuación en este párrafo está cargo de su faceta “el Eterno Elohim”.
No me extiendo más, quien comprende no precisa extra información; quien no comprende, no será alumbrado ahora.
Igualmente, si usamos el Eterno, ok… sabemos de Quien estamos hablando.

Tal parece que Dios no prohibió ningún fruto aquí, sino que literalmente indica que lo prohibido es ese árbol en particular. Relee por favor. ¿Tú vez que diga algo de no comer del fruto del árbol, o dice exactamente que no se coma del árbol? Vamos, se exacto y preciso en tu lectura.
Entonces, corrijamos la idea de que era el “fruto prohibido”, pues no es del todo correcto, ya que el prohibido era el árbol del conocimiento, del bien y del mal.
Claro, igualmente seguiremos usando la conocida fórmula “el fruto prohibido”, pero ahora tendremos quizás un poquito de consciencia de que no estamos siendo del todo exactos y precisos con el texto en su literalidad.
(De paso, probablemente seguiremos imaginando erróneamente que era una manzana, tal como el mito cristiano se introdujo en nuestro relato… bueno… no, no era una manzana…).

Pero, ¿entonces, pecó el hombre al comer del fruto?
¡Qué buena pregunta!
A la que no responderé ahora, sino que simplemente te pediré que veamos si el hombre fue castigado por esta acción:

«Y al hombre dijo: -Porque obedeciste la voz de tu mujer y comiste del árbol del que te mandé diciendo: ‘No comas de él’, sea maldita la tierra por tu causa. Con dolor comerás de ella todos los días de tu vida; espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste tomado. Porque polvo eres y al polvo volverás.»
(Bereshit / Génesis 3:17-19)

La maldición no la recibió el hombre, sino la tierra.
Como consecuencia de esta maldición (que fue breve, por un determinado lapso de tiempo y no una condena eterna), Adam tuvo dificultades para obtener su alimento de ella.
Pero, no fue el hombre castigado por su acción.
Aunque, prestemos nuevamente atención a lo escrito… ¿dice que fue por comer del fruto o por hacer caso a la voz de su mujer cuando lo incitó a comer del árbol?

Ahora, ¿podrías decirme qué pudimos aprender para nuestra vida cotidiana de esta pequeña clase (en gran parte basada en las lecciones del Or haJaim)?

Rey y Madre

Elohim creó el universo, TODO lo que existe, existió y existirá.

Es sencillo decirlo, hasta podemos imaginarlo; pero, cuando nos ponemos realmente a reflexionar en la frase y medir su enormidad sin límites, porque conocemos de ciencia y estamos conscientes de que es impresionante sin palabras; más y más podemos caer en la incredulidad o en la absoluta fascinación en el Eterno.

La Torá nos brinda en pocas líneas una descripción (no histórica ni científica) del proceso de creación, ¡vaya uno a saber el motivo para esta narración!
El hecho es que nos incluye en esta majestuosa realidad que nos estremece por sus detalles, sus gigantes proporciones, su infinita capacidad de maravillarnos. Y cuanto más estudiamos, más sorpresas encontramos.

Pero, de repente en el segundo capítulo del libro Bereshit/Génesis la cosa cambia.
Vemos al Eterno Elohim ocupándose de que el ser humano no se angustie por la soledad, por lo cual le procura una pareja acorde. Y además, se ocupa el Eterno Elohim en la adecuada alimentación del humano, permitiéndole lo permitido y prohibiéndole lo prohibido.
¿Cómo comprenderlo, el Rey majestuoso en poder pasa de un capítulo al siguiente a ser una Madre atenta al bienestar de Sus hijos?
Hay varias respuestas posibles, una podría ser la tuya que con gusto leeré y quizás comentaré si la compartes en la zona de comentarios aquí debajo.

Dar <-> recibir

Los niños pequeños se comportan bajo el principio de recibir para recibir, sin más variaciones que las que les impone su egoísmo natural.

Cuando crecen un poco, aprenden y se dan cuenta de que tienen una ventaja si cambian su modalidad de relacionamiento, por ello pasan a dar con la intención de recibir a cambio.

Luego, ya siendo jóvenes brota la típica rebelión contra el sistema de los adultos, cosa que es saludable siempre y cuando esté dentro de sus límites; por ello se impulsan a dar por el mero hecho de dar; con una total irresponsabilidad por su bienestar, la justicia o lo que es la verdadera bondad. Pero, su inexperiencia sumada a la necesidad de encontrar su lugar e identidad nos lleva a pensar y hacer cosas que con otra cabeza y edad no solemos aceptar.
(Observación: solamente el Eterno es capaz de dar siempre, sin recibir nada. El motivo es obvio, pero a veces lo olvidamos y nos desvivimos por agradar, satisfacer, complacer, ayudar, hacer por otros mientras nos vamos desgastando, agonizando, malogrando en esa conducta lesiva para uno y el otro).

Por último, si las cosas van bien, se pasa a la siguiente modalidad, cuando se comprende que la bondad debe ser acompañada por la justicia, siempre. Por lo cual uno recibe para dar. Midiendo con la mayor objetividad las necesidades, posibilidades, dificultades, etc. De este modo se actúa construyendo SHALOM.

Por supuesto que esta cuatro fases también representan puntos de anclaje, pues hay gente de cualquier edad que se comporta de cualquiera de las cuatro maneras.
Vemos gente “grande” actuando patéticamente como niñitos, avariciosamente como jovencitos, revoltosamente como adolescentes y adecuadamente como adultos. Así, con todas las variaciones posibles.

Y tú, ¿estás en la fase acorde a tu edad?
¿Estás siendo socio del Eterno en la construcción de SHALOM?

Crisis existencial y la auto-finalización

Las personas sentimos soledad, falta de sentido, y dudamos de dios. Para no sentir eso, y auto engañarnos con una falsa seguridad, nos afiliamos a la creencia de turno de la sociedad.

Tener el vocablo “dios” en el pensamiento, en las ideas y en las palabras, aliviana mucho el sinsentido tan profundo que padecemos. Creemos que estaremos salvos de las circunstancias; o cuando las experimentamos, creemos que con el vocablo “dios” nos salvaremos de la mala racha.

No es fácil observarse y concluir, objetivamente, que en realidad no sabemos nada de nuestra propia existencia; siempre la hemos evadido, concentrándonos en otras cosas que nos distraen de nosotros mismos. Porque observarse da miedo. Y da terror ver que no tenemos filiación con nada en el mundo.

Nadie comprende más de lo humano que los propios humanos. A nadie más que en otro humano podemos recurrir para que nos auxilie y nos explique nuestra filiación, nuestro origen, nuestro propósito de existencia, y nos de esperanza.

Porque si me tocara juzgar un lado positivo de la religión es precisamente ese, dio esperanza al hombre aterrorizado; pero el costo fue la libertad natural para esclavizarlo a ideas antinaturales, pero sin poder desarraigar la crisis existencial que pareciera estar en un lugar casi santo en el hombre.

Esa crisis existencial es la prueba mas inequívoca de dos hechos: 1. Que no nos gusta ser sinceros con nosotros mismos y prestarnos atención; 2. Que encontramos en la confesión de fe la desconcentración necesaria de nosotros mismos y la protección a la propia duda existencial.

Si en el trascurso de nuestra vida encontramos otra confesión de fe con mejores argumentos, pues sencillamente se cambia de confesión, repitiéndose el ciclo si se llegara a encontrar otra. Esto demuestra la seria crisis personal y no la veracidad de las confesiones religiosas.

Por eso se ven personas antes católicas y ahora evangélicas, luego judíos mesiánicas o netzaritas, luego noajidas, luego buscando conversiones judaicas, para luego, seguramente, querer ser extraterrestres o marcianas.

Pero, insisto: esto demuestra la seria y severa crisis de soledad e impotencia por no tener seguridad, y la falta de sincera auto observación.

Lo que nos pasa no es desprecio por la vida, ni odio por la existencia. Es el vacío, soledad, abandono y la falta de sentido lo que sufrimos y evadimos.

En una antigua enseñanza del sitio hermano serjudio.com (1) , se nos cuenta como dos escuelas de sabios judíos discutieron dos años y medio la finalidad de la creación del hombre, para concluir que si bien ya existe, lo mejor es éste haga todo lo posible para ser lo que puede llegar a ser, descubra sus potencialidades para construirse, superarse y trascender.

De su lectura integral puede deducirse que el hombre tuvo, necesariamente, un punto de inicio (aunque un poco confuso), pero el hombre mismo no está finalizado. Su falta de acabado provoca la crisis necesaria para ser empujado a construirse, finalizarse, darse “el toque final”.

Si bien esta es una conclusión prematura a la que se puede perfectamente llegar, personalmente quisiera concentrarme en la crisis, para darle algún sentido, antes de proseguir a la meta, que es la responsabilidad del auto acabado.

Esa tesis judía no esta tan lejos de las tesis seculares; ni tampoco es ilógica o irracional. El Dr. Erich Fromm (2) argumenta, convincentemente, que el ser humano rompió los lazos primarios que lo unían al reino animal y lo puso de cara a otra realidad. En dicho rompimiento, los instintos básicos ya no ordenaban lo que tenía que hacer. El sentimiento de soledad e impotencia le hizo, con sus pares, crear modelos sociales cuyas tradiciones le daban seguridad al hacerlo autómata. Sin embargo, la evolución social también le hizo romper con esas tradiciones dejándolo nuevamente solo e impotente. Ya el hombre no lo comanda el Instinto quien ordenaba LO QUE HAY que hacer; tampoco no lo comanda la tradición que le ordenaba LO QUE SE DEBE hacer. Solo le resta un camino, y ese es hacia adelante, reconstruirse por medio de la espontaneidad de ese “yo” del hombre creativo que la humanidad no hemos alcanzado, pero que lo evidencia la inspiración de un artista; evolucionar a un ser que, sin perder su identidad, lo vuelva a unir a la naturaleza y a los hombres.

Por otra parte, el Dr. Viktor Frankl (3) sostiene una posición parecida; e insiste que el humano es un ser libre. Es libre de ser impulsivo, autómata, robot o programado biológicamente, para llegar a convertirse en un ser responsable, con conciencia; con la facultad de autodeterminación porque está dotado de un inconsciente que no solamente es impulsivo biológico, sino que también de sentido. El ser humano posee un órgano de sentido que denomina conciencia, que lo impulsa y lo trasciende a algo más que un ser programado, pero que su origen es irracionalizable e inobservable. Tal como lo es el ojo humano quien no puede observarse a sí mismo, es la conciencia. Tal como lo es el ombligo, que a simple vista no tiene función, pero su existencia evidencia un origen trascendente al hombre. La crisis de libertad le produce una neurosis noogena, que no es solamente disfuncionalidad entre impulsos instintivos; sino que se traduce como falta de sentido.

Ambos, apuntan a una primera crisis, la de la libertad de ser una cosa animada, a la libertad para llegar a un ente que se trasforma. Ambos apuntan a potenciar las capacidades del hombre para su reconstrucción, o mejor dicho, para su evolución o re-creación. No como objeto de voluntades divinas sino desde la propia voluntad del hombre, y desde su propia identidad desconocida por él. No desde el “seudo yo” que creemos que somos, sino desde el Yo Trascendental que desenmascara la conciencia.

Albricias En esa medida el existencialismo vacío se difumina, y las razones de ser, aparecen ¡¡.

Por su parte, el Lic. Yehuda Ribco (4) propone que el ser humano tiene un componente irracionalizable e inobservable, que lo vincula a un estado de existencia superior e inentendible para todos (NESHAMÁ); ya que vivimos en este mundo cuatridimensional. A pesar de contar con ejemplos tecnológicos con los que podemos comprender un poco mejor dicho fenómeno (5) , resulta cierta crisis introducir lo eterno en el marco estrecho de este mundo de cuatro dimensiones, lo que da como resultado necesariamente un sentimientos de desubicación que impulsa a la búsqueda de un sentido por medio de ejecución de actos, conociendo el bien, actuando con ética universal; es decir, evolucionando hacia un estado de ser que no es símil al modelo humano propuesto por las religiones, sino que a un estado de ser que no tiene final pues pasa en continua trasformación.

De las tres teorías que modernizan la enseñanza judía antigua mensionada, se le puede dar un sentido a la crisis existencial de la siguiente forma:
1. Tuvimos un punto de inicio.
2. No fuimos acabados en ese primer inicio
3. Esa falta de finalización está acompañada por una libertad enorme e incomprensible
4. Esa libertad da terror porque nos responsabiliza en nuestro propio acabado.
5. La responsabilidad propia es estar en continuo auto definimiento y auto acabado
6. Esa responsabilidad es ineludible.

De mis crisis existenciales, y las respuestas que he intentado darles, puedo concluir que somos seres no finalizados o acabados, como semicírculos o algo sin cerrar; pareciera que nos delegaron la autorización para nuestra propia “finalización”; para acabarnos de crear nosotros mismos, sin otras autorizaciones o intervenciones adicionales. En otras palabras, somos responsables de nuestra propia post-creación, o sea, evolución.

Si somos seres no acabados, paralizar el proceso de la propia finalización no sería una opción válida; tampoco lo sería evadir el proceso del auto finalización desconcentrándonos con creencias religiosas o confesiones de fe que den la seguridad engañosa esperanzadora.

Lo más viable es enfrentar el propio miedo a preguntarse, a dudar y a observarse, para determinar los rastros religiosos que hemos comido, para vomitarlos de nuestra existencia ya que fuimos engañados con su falsa seguridad y esperanza. Tal vez ese sea el primer paso hacia una libertad mas evolucionada, más consciente, más saludable para continuar nuestra propia evolución personal.

 

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(Que sea en mérito por la vida del joven valiente Gerardo Cruz hijo de Patricia Barquero. Quiera La Autoridad Divina salvarlo de la muerte prematura a la que los matones lo pusieron.)

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1.http://serjudio.com/dnoam/rap83.htm

2.El miedo a la libertad.
3. La presencia ignorada de dios.
4.http://serjudio.com/exclusivo/cterapia/insignificantes-eso-dijo-el-kohelet

5. http://serjudio.com/personas/etica/memoria-y-conciencia-tras-la-muerte

De aplausos y críticas

Cuando escuchas los elogios y te alegras por ello, está bien, pues también es necesario sentir esas caricias que otros te brindan.
¡Que no te hagan sentir culpa o vergüenza por aceptar aplausos y palabras bellas!
Pero, por favor, no dependas de la aprobación ajena, no seas adicto a ella, no te desvivas por obtenerla. Por el contrario, vive de acuerdo a la senda del constructor de SHALOM, que tu conducta sea acorde, tanto si te aplauden de fuera como si no. Con bondad Y justicia, haya testigos o estos falten; te premien por tu acción o no. Siempre construir SHALOM.
A veces será necesario mayor énfasis en la justicia, a veces en la bondad; todo en su apropiada medida y circunstancia.

Y cuando te critiquen, escucha también. Admite que esa es la opinión del que la expresa, aunque no por ello tiene que ser verdad o siquiera acercarse a ella.
Evalúa el contenido, no el tono ni el motivo; simplemente desprende el contenido para analizarlo y considerar cuanto te puede ayudar para mejorar tu andar por la senda del constructor de SHALOM.
No es improbable que sea la crítica, incluso la que proviene de quien te detesta, la que te ayude a mejorarte, incluso más que las palabras lisonjeras de quien te aprecia.

Por ahí aquello que no ves pero sí percibe el que te desprecia, es lo que precisas conocer para elevarte.
Cuando así ocurra, agradece y sigue adelante; no te paralices, no te aplastes en tu zonita de confort.
Cuando las palabras amargas solo sean vómitos destructivos, déjalas caer sin que te influyan, que desaparezcan en la nada, porque nada son.