Archivo de la categoría: Israel y judios

Dios desechó a los judíos…

Es demasiado frecuente  que perversos misioneros, inocentes que están extraviados, o simplemente imbéciles, que envíen mensajes insultantes entre los que incluyen la hueca repetición (falsa y necia) que Dios ha dejado a los judíos de lado a causa de que éstos han pecado y ahora son otros los que están bajo la “elección” de Dios. Ellos dicen, en su ciega irracionalidad, que los nuevos elegidos son los que siguen al siniestro y patético personaje de la cruz.

Pero… ¿es eso lo que enseña Dios en Su Sagrada Palabra?

Veamos:

"Y Shemuel [Samuel] respondió al pueblo: -No temáis. Vosotros habéis cometido todo este mal;
pero con todo, no os apartéis de en pos del Eterno, sino servid al Eterno con todo vuestro corazón.
No os apartéis tras las insignificancias que no sirven ni libran, ya que son insignificancias.
Pues el Eterno no desamparará a su pueblo, por causa de Su gran nombre; porque Él ha querido haceros pueblo suyo.
En cuanto a mí, ¡lejos esté de mí pecar contra el Eterno dejando de rogar por vosotros! Al contrario, os instruiré en el camino bueno y justo.
Solamente prestad suma atención al Eterno y servidLe con fidelidad y con todo vuestro corazón, considerando cuán grandes cosas Él ha hecho por vosotros.
Pero si perseveráis en hacer el mal, vosotros y vuestro rey pereceréis."

(1 Shemuel / I Samuel 12:20-25)

La cosa está clara en la economía Divina.
Vamos por partes.

Y Shemuel [Samuel] respondió al pueblo: -No temáis. Vosotros habéis cometido todo este mal;
pero con todo, no os apartéis de en pos del Eterno, sino servid al Eterno con todo vuestro corazón.

Samuel fue uno de los profetas y jueces más grandes de todos los tiempos.
Su obra es inapelable a ojos de Dios y de los hombres.
Él, en su rol de mensajero de Dios, expresa que es cierto, los judíos –al igual que cualquier persona- también caen ante los errores o extravíos.
¿Quién está libre del mal actuar? ¡Nadie!

Pero él indica claramente que el haber pecado no implica que Dios se haya apartado de la persona,
ni que la persona deba seguir empecinada en vivir en error.
Por el contrario, el profeta de la Verdad enseña con firmeza y reiteradamente: “no os apartéis”.
Si bien has pecado, eso no significa que debas seguir apartado.
¡Todo lo contrario!
Dios, el verdadero y no ese monigote de pacotilla que inventan los “teólogos” del sujeto colgado,
Dios ama el arrepentimiento y aguarda con paciencia y amor hasta el último instante para que la persona se dé cuenta de que ha hecho mal,
se arrepienta y retorne a la buena senda que Él marca.
Él no desprecia a la persona por haber pecado, Él no echa eternamente a nadie al olvido porque se equivocó.
Eso describe más bien al fantasioso dios que es creación de los idólatras, tal como los seguidores del sujeto de la cruz. Ese falso dios es el que desprecia al pecador, envía al “infierno” al que peca, tiene “demonios” para carcomer la vida y el alma del errado, existe un “anti dios” que se regocija con hacer arder al que es malvado… en fin, una incoherencia e irracional teología que es instrumento del EGO para dominar a los que se someten a ella.

El profeta de la Verdad dice que el que hayamos pecado no es excusa para sentirnos sin la Presencia de Dios.
Por el contrario, debemos darnos cuenta de lo que hemos hecho, arrepentirnos, aferrarnos a Dios por medio de servirLo cumpliendo con Sus mandamientos.
Un servicio de TODO corazón, sin hacer pactitos, ni negociados, ni comerciar con Él.
No obedecer a Dios, cumpliendo Sus mandamientos, para que Él te dé algún beneficio aquí o en el más allá.
Tampoco para que lo halagues a cambio de que Él te pague.
ServirLo de TODO corazón, tal es la senda del que es leal a Dios y no del que se inventa excusas para seguir siendo adorador del EGO al que endiosa.

No os apartéis tras las insignificancias que no sirven ni libran, ya que son insignificancias.

El deber es servir a Dios, aunque no seamos perfectos, porque nadie nos demanda que lo seamos.
Servir a Dios, actuar movidos por el deseo de perfeccionarnos pero sin imponernos metas imposibles de cumplir.
No dejarnos boicotear por el EGO, con sus astutas pero simplonas estrategias.
Tampoco inventarnos justificaciones para hacer lo que nos complace, en lugar de enderezar nuestra voluntad según la Divina Voluntad.
Adorar dioses de pacotilla, tal como el monigote de la cruz, es hacer cosas que NO libran, NO salvan, puesto que son insignificancias, el EGO exteriorizado en la payasada de la religión.

El haber pecado o errado en el pasado no es excusa para seguir pecando, para seguir andando en el desvío en lugar de por el sendero.
No tenemos que creernos pecadores eternos por haber hecho el mal.
Muy por el contrario, es nuestro deber hallar sentido a nuestra vida.
Un sentido trascendente, un sentido de vida pleno, y no las cosas insignificantes con las que llenamos nuestras horas.
Nos poblamos de imágenes, de ídolos, de palabrejas, de sectarismos, de mentiras, de plegarias, de cancioncitas idotizantes, de rituales, de subterfugios, de religiones, de jasideísmos, de cabalisterías, de supersticiones, de tantas cosas irrelevantes a las que izamos a lo alto como si fueran realmente importantes.
Dios nos reclama que hagamos otra cosa.
Que seamos leales a Él, que andemos por Su camino, que seamos íntegros (Devarim / Deuteronomio 18:13)., que seamos justos y buenos…
Esto es de Dios y no andar viendo quién es “elegido”, quién es “salvo”, quién tiene algún “don”…
Dios no verá quien es “elegido” y quien no lo es, pues eso es un detalle. Dios verá quien anda según Sus mandamientos y quien no lo hace.
Quien Le es fiel, a pesar de los altibajos, de los contratiempos, de los errores; y quien se inventa dioses para dejar a Dios.

Pues el Eterno no desamparará a su pueblo, por causa de Su gran nombre; porque Él ha querido haceros pueblo suyo.

Dios no dejará jamás de lado a la nación judía, a la que Él escogió como Su nación santa y de sacerdotes.
Él quiso hacer del pueblo judío Su pueblo especial y nunca dejará de cumplir esta promesa.
Él no dejará de amparar a los judíos, aunque los iracundos asesinos quieran contradecirLo, aunque los fanáticos sectarios se inventen nuevas elecciones, aunque los religiosos escupan maldiciones y juren que Dios cambió de parecer.

Puede parecer injusto, poco bonito, pero tal es la realidad según la decretó el Uno y Único.
Él no se arrepiente.
Por tanto, esos pelafustanes que dicen que Dios desechó a los judíos por no aceptar al postrado pecador de la cruz, son unos mentirosos, unos blasfemos, unos asesinos de almas, gente que odia a Dios, lo que los lleva a odiar a los judíos y a toda la especie humana.

En cuanto a mí, ¡lejos esté de mí pecar contra el Eterno dejando de rogar por vosotros! Al contrario, os instruiré en el camino bueno y justo.

El verdadero fiel a Dios no deja de trabajar por el bienestar colectivo y no solo de él o de los de su secta.
El fiel a Dios construye Shalom, pues enseña acerca del bien y la justicia.
Es el fanático, el misionero, el religioso, el mentiroso, el ladrón de dinero y almas el que maldice al que no cree sus tonterías.
Es el idólatra, el creyente en falsos dioses, el seguidor del tal Jesús/Yeshuah/nombre-que-le-quieran-inventar, el que vive pecando y haciendo pecar, lo que constituye una corrupción tremenda que lleva al mundo al estado actual de caos e inmoralidad general.
El leal a Dios ora y vive en armonía con los Siete mandamientos, si es gentil, o con los 613 mandamientos si es judío.

Nada de maldiciones, nada de reprobaciones, nada de presiones o amenazas… el fiel y líder del pueblo de Dios no anda por la vida manipulando para alcanzar sus vanidosos objetivos.
Tampoco se aprovecha de la debilidad o pobreza para presentarse como “benefactor”, pero al mismo tiempo corromper hasta el hueso a la persona.

Solamente prestad suma atención al Eterno y servidLe con fidelidad y con todo vuestro corazón, considerando cuán grandes cosas Él ha hecho por vosotros.

Queda claro, lo repite el profeta, no somos abandonados por Dios aunque hayamos hecho algo malo en el pasado.
Probablemente habremos de padecer las consecuencias, pero no por castigo de Dios, ni porque hemos perdido el pacto con Él, sino porque cada acción es seguida por su necesaria consecuencia.

Dios nos ama, nosotros debemos amarLe.
¿Cómo?
Atendiendo a lo que Él nos pide: servirle con fidelidad al servir de todo corazón por medio del cumplimiento de los mandamientos que nos corresponden.

Cada persona tiene una lucha interna con su EGO, los idólatras creen ser superiores, perfectos, amados por sus inexistentes dioses, cuando en realidad son siervos estériles de sus EGOS.

El que batalla contra el EGO sin someterse a él, actúa con generosidad, con agradecimiento, recuerda el bien recibido y procura vivir con bien y justicia.
Eso es lo que Dios pretende de ti, no que seas perfecto a tu entender o según evalúa tu seca secta.

Pero si perseveráis en hacer el mal, vosotros y vuestro rey pereceréis

El que se aferra al mal, a su EGO, logra obtener mal e incluso que “su rey”, el EGO perezca junto a él.

No es sirviendo al EGO en sus multitud de disfraces como alcanzamos la plenitud en esta vida y en la eternidad, sino controlando su dominio, liberándonos de su patronazgo para ser leales a Dios por medio del cumplimiento de los mandamientos que Dios nos ha dado para que cumplamos.

Así pues, Dios en Su Palabra NO dice que Israel haya sido desechado, ni que exista otro Israel alternativo.
No hay fe en ningún colgado que tenga alguna significancia.
No es el camino de la religión lo que permite ser salvo.

Tú que estás a la Luz del Eterno lo comprendes.
Tú que estás despertando de la esclavitud del EGO lo alcanzas a comprender.
Pero tú, que sigues repitiendo los lemas malditos de la idolatría, que eres un esclavo del EGO, te negarás a entender nada que pueda ayudarte a ser feliz, libre, pleno, santo.

Resp. 974 – Entonces qué podemos contar

Roger Chain nos consulta:

Moré
Caluroso saludo respeto y admiración
1- Resp 411. Ud cuenta porqué sabe q Dios existe, pero, también escribe «Claro, usted no puede decir lo mismo»…»Los gentiles perdieron el rastro de su memoria colectiva de la cercanía de Dios»
Pregunto, eso significa que:
2- ¿El Eterno no ha estado con nosotros en los momentos decisivos de nuestras naciones?
3- ¿No podemos contar a nuestros hijos lo q Él hace en y por nosotros?
Si no entendí esa parte de la respuesta 411 por favor ayúdeme.
Gracias
Roger Chian – Colombia

 

Seguir leyendo Resp. 974 – Entonces qué podemos contar

Resp. 971 – conversión reformista al judaismo

gonzaloNJ nos consulta:

Querido Moré,
1- Hace unos pocos días la comunidad Judía Reformista de Barcelona, Bet Shalom (España) ha hecho un macro proceso de conversión; 32 personas. Incluso Judíos Reformistas importantes están impresionados por semejante número.
2- Esos conversos siguen siendo gentiles SI O NO?
3- En caso de que tras su conversión (¿debo decir "conversión?) lleven una vida de respeto a la Halajá eso les hace Judíos SI O NO?
4- ¿Qué riesgos corre el alma de esas personas?
Un fuerte abrazo
Gonzalo Navarro
Gonzalo Navarro, 38 años, empleado postal, Madrid, España

Seguir leyendo Resp. 971 – conversión reformista al judaismo

Maimónides acerca de una visión de salud integrada

El gran maestro RaMBaM ha dado numerosas consejos y reglas al respecto del cuidado y promoción de la salud del individuo, de la sociedad e incluso del entorno.
Si bien vivió hace ocho siglos atrás su visión trascendente, su conocimiento sagrado, le permite seguir resonando con fuerza aún en nuestros días.
Si bien los avances de la tecnología y del saber nos han provisto de novedosas herramientas y conceptos, es bueno que demos una mirada a las palabras del maestro.
Para lo cual iremos citando y analizando someramente el capítulo 23 del tercer tomo de su magna obra “Guía de los Descarriados o Perplejos”.

Ya en su título nos encontramos con una directa relación de las mitzvot con la temática de la salud: “DE QUE LOS PRECEPTOS DIVINOS PERSIGUEN ASEGURAR EL BIENESTAR DEL CUERPO Y DEL ESPÍRITU DEL HOMBRE”.
Los preceptos divinos, es decir las mitzvot, tienen una finalidad, la cual es proveer de bienestar al ser humano íntegro, tanto en su faceta corporal como espiritual.

Notemos que en este texto es posible asimilar lo “corporal” con lo “material” del ser humano, por tanto cada vez que encontremos el término “cuerpo” o “corporal” podremos traducirlo a lo que conforma la materia del ser humano.

En cuanto a lo espiritual, es un concepto amplio y a veces confuso.
Para tener un marco compartido y eficiente de comprensión convengamos en lo siguiente:

· Nefesh –alma- hace referencia a la energía vital, aquella que nos sostiene con vida en Este Mundo.

· Neshamá –espíritu- indica al menos tres ideas simultáneas:

o La información que se recopila constantemente, consciente o inconscientemente, por parte de la persona.

o La conexión inquebrantable que conecta al hombre con Dios.

o Aquello que no es corrompido de ninguna forma por el trajinar en Este Mundo y permanece en existencia luego del deceso del individuo.

Así pues, Maimónides nos asegura que los mandamientos que el Eterno ha dado a cada uno para cumplir necesariamente llevan a un estado de salud tanto en lo material como en lo espiritual.
Al ser lo espiritual un fondo incorruptible, se está indicando que las acciones de salud no solamente tendrán efectos en Este Mundo sino que también en el Mundo Venidero.

Continuemos con el texto del maestro: “El designio general de la Torá es doble: Asegurar por una parte la felicidad del espíritu, y por otra, el bienestar del cuerpo.”

El objetivo de la Torá es que la persona alcance la felicidad en su plano espiritual al tiempo que su plano material goza de bienestar.

Es interesante que notemos que no habla del bienestar del espíritu, sino de su felicidad.
Uno de los motivos podría ser que el espíritu en sí mismo jamás es modificado por la conducta de las personas.
Lo que se puede dañar y reparar es el nexo que se establece entre el espíritu y el cuerpo, pero nunca se llega a modificar el espíritu en sí mismo.
El espíritu es un lazo divino, está por fuera de los parámetros tiempo/espacio que conforman lo material. Es la conexión continua y constante que no depende de nuestra voluntad o conducta.
Sin embargo la conexión a nuestro espíritu es pasible de cambios a causa de nuestra conducta.
Cada acto erróneo, cada pecado, cada transgresión, es como una mancha, como una cáscara que se interpone entre nuestra esencia espiritual y nuestro Yo Vivido.
Cuanto más nos hundimos en errores o pecados, significa que más cáscaras hemos permitido que bloqueen el influjo positivo que irradia desde el plano espiritual.
Nada de lo que hagamos afecta nuestro espíritu, ni para bien ni para mal. Sin embargo nuestro ser íntegro se afecta, puesto que no recibimos la “luz” espiritual desde nuestro interior, al tiempo que nos poblamos de información negativa.
Para comprender mejor estas ideas precisamos de dos imágenes que nos sirvan como analogía.

La luz de este farol no cambia ni se perjudica si el vidrio que la circunda se va llenando de manchas que la oscurecen.
Hacia fuera hay menos luz, pero ésta permanece en realidad tan brillante y diáfana como siempre.
Cuando se limpia el vidrio, cuando se van quitando las manchas, es que la luz vuelve a ser percibida por el afuera. En apariencia hay más luz, cuando en realidad lo que hay es menos cáscaras interponiéndose entre ésta y el afuera.
Así pues, ninguna acción nuestra toca la llama, aunque a la vista pareciera que sí.

La segunda analogía es cómo se llena de información negativa y sin embargo no se afecta.

Probablemente hemos escuchado hablar de la fibra óptica.
Un material transparente por el cual fluye un haz de luz que transporta información.
Millones de datos viajan a velocidad fantástica en forma de luz, la cual no cambia su esencia.

Los preceptos divinos permiten llenar de información positiva, de felicidad, esas transmisiones que se establecen en el espíritu personal. Es gozo que deleita en Este Mundo pero que queda también para ser disfrutado en el Mundo Venidero, en lo que podemos entender como el deleite del paraíso.

Al ser definida como felicidad le reconocemos un componente subjetivo, pues cada quien percibe la felicidad de acuerdo a quien es. Sin embargo el generador de esta felicidad espiritual siempre está vinculado a la acción en consonancia con los mandamientos divinos que corresponden a cada quien.
Esto es, ninguna felicidad verdadera puede estar en desequilibrio con los mandamientos.

Para este plano material el objetivo de la Torá es brindar bienestar, que es un concepto que incluye lo objetivo y lo subjetivo. Al respecto trataremos más adelante.

Al actuar conforme a la Torá se estaría posibilitando el bienestar y felicidad para la persona.

Continuemos con la palabra de Maimónides: “Promuévese la felicidad del espíritu gracias a las correctas opiniones y doctrinas que comunica la Torá al pueblo, según su capacidad.”

Como habíamos mencionado anteriormente, al actuar conforme al sentido de la Torá se reducen los bloqueos entre el espíritu y lo material. Se eliminan falsas creencias, se extirpan las supersticiones, se desvanece el poder de las religiones, las ideas fantasiosas ocupan el lugar que merecen, las ideas se ordenan, por lo que la persona tiene un pensamiento más claro, una conducta más equilibrada.

Sigue el maestro: “Algunas de estas doctrinas se comunican en forma llana y sencilla, otras, en alegoría; porque ésas son manjar demasiado fuerte para que la común capacidad del vulgo las asimile.”

Algunas ideas se expresan de modo directo, por ejemplo: “No robes”. Para la generalidad de las personas es comprensible vertido de tal modo.
En ocasiones las ideas son extraídas de historias, de relatos, de ejemplos, de un modo indirecto, para que así sean captadas por las personas o se extraigan moralejas que resultara árido expresar de otra manera. Ejemplo: el patriarca Avraham se había circuncidado hacía tres días, tenía dolor y fiebre y sin embargo salió presuroso a recibir a tres extraños para hospedarlos, les brindo agua y buena comida, los acompañó, se encargó de ellos como si fueran príncipes. De esta anécdota se derivan numerosas ideas, de las que mencionamos: recibir visitantes, ser solidario, no juzgar por apariencias, el altruismo libera del dolor, entre otras ideas sublimes y necesarias.

Al actuar en sintonía con estas buenas enseñanzas, tanto las formuladas de manera directa como indirecta, estamos rompiendo la esclavitud al EGO, liberándonos de las celditas mentales que nos encierran, adoptando estilos de vida saludables.
Todo esto nos provee de gozo, de aquella felicidad que corresponde al plano espiritual.

En cuanto a lo material: “Consolídase el bienestar del cuerpo mediante la adecuada ordenación de las relaciones conforme a las cuales vivimos unos con otros. De dos maneras puede alcanzarse esto: la primera, alejando la violencia de nuestro medio, esto es, logrando que cada cual haga, no lo que le place, puede y desea, sino lo que contribuye a la común felicidad; la segunda, enseñando a cada cual las normas morales susceptibles de producir un buen orden social.”.

El bienestar radica en un “estar bien”.
Esto es, que cada componente se encuentre en su lugar y orden correspondiente.
Que se establezcan las relaciones armónicas y por tanto se reduzca el efecto perjudicial del caos.

El orden incluye un apartarse de lo que es prohibido, por ser perjudicial; pero también un aproximarse a aquello que es permitido, por ser beneficioso.

El EGO rechaza el orden, promueve el caos, puesto que en esa situación es que impera la impotencia, la cual es aprovechada por el EGO para seguir manteniendo su dominio sobre la persona.
Por lo cual, al actuar de modo altruista, solidario, generoso, comprometido, reconociendo los límites, se está destituyendo al EGO de su falso sitial de predominio para permitir a la persona desarrollar sus potencialidades, hacer uso de sus capacidades, encontrar el bienestar armónico interno y externo.
En tanto sea el EGO el que comande las acciones, el caos seguirá imperando, la impotencia no dejará de sentirse en cada ocasión, la persona estará reducida a la esclavitud y a la enfermedad.

La salud individual no es independiente de la salud colectiva y del entorno.
Por tanto al irse ordenando las relaciones entre los factores internos, entre las personas, entre ellas y su medio, la salud se extiende y fortalece.

Por tanto, parece necesario ampliar el alcance de nuestra idea de salud y de nuestra idea de persona. No basta con centrarse en el individuo, y así es como lo entendió y manifestó Maimónides: “Porque ha sido hallado que el hombre goza de una doble perfección: La una es la perfección del cuerpo, y la otra la del espíritu. Consiste la primera en la salud que sólo es posible cuando el hombre puede suplir sus necesidades a medida que se presentan, alimento, abrigo, baño, vestido, y cosas del mismo linaje. Pero el hombre no podría a solas procurarse todo esto; es imposible que un hombre aislado alcance bienestar y comodidad, lo cual sólo es hacedero viviendo en sociedad, pues que, como bien sabes, el hombre es por naturaleza sociable.

El plano material, por su misma naturaleza es cambiante y formado por diversos elementos.
Para facilitar nuestra comprensión señalamos cuatro dimensiones que la forman:

· Mental: pensamiento, imaginación, creación, razonamiento, creencias

· Social: valores, códigos compartidos, cultura, tradiciones, lenguaje, reconocimiento

· Emocional: estima, disfrute, afecto, intimidad, autovaloración

· Físico: el cuerpo y sus necesidades básicas, que son objetivas y sin las cuales la persona muere.

Estas dimensiones están íntimamente entrelazadas, es muy difícil encontrar que se pueda aislar una de las otras. Cada una afecta y es afectada de manera diversa.
Si bien es posible discernirlas, elaborar ideas al respecto de ellas, no dejan de asentarse en lo corporal, no dejan de ser elementos que constituyen un sistema complejo.
Por tanto, aquellas doctrinas que niegan alguna de las satisfacciones necesarias a cualquiera de los planos, están en discordancia con el plan de Dios expresado en la Torá, reniegan de la salud, atentan contra el bienestar de la persona y de la comunidad.
Es imposible pretender aislar al hombre, cercenarle sus derechos, impedirle la obtención de aquellos satisfactores que no colisionan contra la Divina Voluntad.
Una cosa son los mandatos del EGO, que impulsa el caos, que deteriora la salud individual, colectiva y ambiental; y otra cosa es el reclamo o anhelo por alcanzar la satisfacción en aquellos factores que son permitidos.

Prosigue Maimónides: “La segunda perfección consiste en que llegue a ser de hecho inteligente. Esta segunda perfección ciertamente no incluye cualquier acción o conducta, sino sólo conocimiento, al cual se llega reflexionando e indagando. Y es claro que esta segunda y superior categoría de Perfección sólo puede ser alcanzada cuando ha sido satisfecha la primera; porque la persona; que padece hambre, sed, calor o frío en demasía, no puede concebir una idea, ni cuando se la comunican otros, ni menos aun cuando ha de alcanzarla por propio razonamiento.”.

Es imposible pensar correctamente cuando los tres planos anteriores están desbalanceados.
Por tanto, la salud requiere no solamente de un organismo en armonía, sino también de las emociones correctamente balanceadas, relaciones sociales saludables lo que permite el despliegue mental acorde a la capacidad personal.
El plano mental ejerce su potencial de acuerdo a su capacidad biológica, a los contenidos con los que ha sido llenado y a las facilidades que permite el entorno.
Entre los contenidos que repercuten en lo mental están los mensajes que provienen de afuera pero también de las propias emociones.

Por otra parte, es necesario comprender cómo el plano mental sirve como puente hacia el plano espiritual.
El plano espiritual se satisface por medio del cumplimiento de mitzvot (aquellas posibles y pertinentes) y por medio del estudio de Torá (lo que sea pertinente).
Como menciona Maimónides es necesario el orden para alcanzar la perfección.
Un pensamiento ordenado, en el cual los factores emocionales impulsan hacia la armonía, los elementos aprendidos potencian la creatividad y el razonamiento, en un entorno cultural que favorece el análisis y la investigación, es un factor sustancial para adquirir el conocimiento necesario para llevar a cabo los mandamientos así como extirpar las creencias y doctrinas que entorpecen el desarrollo personal y colectivo.

Sigue Maimónides: “Una vez conseguida la primera perfección es posible llegar a la segunda, la más noble, sin duda alguna, ya que merced a ella sola el hombre es inmortal.”.

Como ya hemos explicado, lo que queda del individuo tras su muerte es su espíritu con la información que recabó durante su transcurso de existencia mundana.
La inmortalidad, la eternidad, la vida postrera por tanto depende de alcanzar grados de equilibrio corporales que permitan un correcto despliegue del ser humano, que lo lleve a actuar conforme la Torá, por medio del cumplimiento de los mandamientos que le corresponden. De tal forma adquiere su porción de gozo para deleitarse en el Mundo Venidero.
Pero si el hombre padece, sobrevive entre carencias, lleva su vida por caminos de insatisfacción en cualquiera de los planos que lo conforman, está poblando de información negativa su porción de eternidad.
Es por tanto imperioso lograr un equilibrio multidimensional, para uno y para el conjunto de los miembros de la sociedad.
Esto permite el despliegue de los propios potenciales, el bienestar y la felicidad, que son finalidad de la Torá, según resalta Maimónides.

Concluye el maestro: “La verdadera Torá, que es una, y fuera de la cual no hay otra Torá, de nuestro Maestro Moisés, aspira a otorgarnos esta doble manera de perfección.”

Refuerza lo expuesto anteriormente e indica que no hay otra “ley espiritual”, ninguna forma de reemplazar las enseñanzas y mandamientos que la Torá provee para una salud completa, que incluye lo espiritual.

Una síntesis, tal cual amplía Maimónides en el Capítulo 31, podría ser: “El verdadero objeto de los seiscientos trece preceptos es inculcar alguna verdad, desvanecer alguna opinión errónea, consolidar el trato social, disminuir el mal, educarnos en buenas maneras y advertirnos contra las malas costumbres.”

Esta prédica del maestro no son conjeturas o sabias ideas personales, sino que se fundamentan profundamente en la propia Palabra del Eterno:

Y el Eterno nos mandó que cumpliéramos todos estos estatutos y que atendiéramos siempre al Eterno nuestro Dios, para que nos fuera bien todos los días y para conservarnos la vida como en el día de hoy.” (Devarim/Deuteronomio 6:24)

El bienestar todos los días, por medio de atender la Palabra del Eterno y cumplir con los mandamientos.
El preservarnos con vida como hoy, a pesar de ya haber dejado Este Mundo.

No vemos al hombre como desconectado, como aislado, como caótico, pues tal es el engaño que promueve el EGO.
En tanto que el hombre integrado, en armonía interna y externa, es el camino que establece la Torá. Una integración del hombre consigo mismo, con el prójimo, con el colectivo, con el mundo y con lo eterno. Todo esto atravesado por su conexión con Dios.

La salud se forma entonces por el desarrollo de un estado de desconexión hacia uno de mayor integración y conectividad multidimensional.

Estado de Palestina?

Nunca ha habido un estado «Palestino» en tierra de Israel. Israel no le ha quitado la tierra impunemente a ningún país árabe, estado o nación llamada «Palestina».

Los árabes «palestinos» (en realidad son más «ex-jordanos» que otra cosa) son en gran medida víctimas inocentes de sus dirigentes corruptos, del odio fundamentalista de su religión contra judíos y de la política de mano dura del Estado de Israel como consecuencia del conflicto. Los desgraciados refugiados árabes (a los que ahora llamamos «palestinos«) son usados por las naciones árabes como carnaza contra Israel y otros países de cultura y valores morales judeo.

Israel en su momento si aceptó la partición en paz de la tierra entre árabes y judíos, pero las constantes agresiones sufridas le han llevado a su actual política de mano dura, que no justificamos de ningún modo, aunque humanamente, conociendo como son las cosas, entendamos todos, ya que toda nación tiene el derecho y la obligación de defender a sus ciudadanos, y más de una amenaza tan grave como es una religión que permite a sus hijos hacerse estallar con una carga de bombas matando indiscriminadamente al máximo número de víctimas inocentes posible.

Golda Meir dijo que el conflicto acabaría cuando el amor de los musulmanes hacia sus hijos fuese mayor que el odio de los musulmanes hacia los judíos .

Israel es la única democracia en el entorno del mundo musulmán, sus ciudadanos árabes o musulmanes tienen los mismos derechos que un judío, tienen representación en el Knesset (parlamento israelí) con varios diputados, libertad de culto, etc. Los judíos podrían haber cerrado al acceso a los árabes a las Mezquitas del Monte del templo, en tierra israelí, pero no lo han hecho, mientras los palestinos han hecho explotar y profanado varios monumentos judíos en sus territorios como por ejemplo la Tumba de José el patriarca.

Israel hace frente a un enemigo especial: El Islam, que ha jurado literalmente (y en muchísimas ocasiones) «destruir Israel y echar a todos los judíos al mar«. No estamos hablando de una guerra normal o de un conflicto como tantos otros que desgraciadamente se dan en otras zonas «calientes» del globo, aquí no se trata de otra cosa que de una guerra de supervivencia donde el pueblo de Israel se juega el desaparecer para siempre de la faz de la tierra en un holocausto que dejaría el de Hitler en una mera anécdota.

Enfocarse en el bien en lugar de lamentarse

Tristemente, pero con su habitual sinceridad lacónica la Torá nos relata que:

    "Aconteció que el pueblo estaba como quejándose amargamente a oídos del Eterno.
Lo oyó el Eterno, y se encendió Su furor; y un fuego del Eterno ardió contra ellos y consumió un extremo del campamento."
    (Bemidbar / Números 11:1)

Un clásico comentario a este versículo, nos dice que aquellas personas quejosas, más precisamente los perversos y corruptores, no tenían verdaderos motivos para quejarse, sino que estaban buscando excusas para separarse del Eterno.
Nada nuevo, nada fuera de lo “normal”.
Hartos de todo anhelamos lo que no precisamos ni es bueno para nosotros.
Poseemos una identidad sagrada, pero nos disfrazamos de otra cosa.
Somos ricos de diversas formas, pero queremos aquello que es propiedad de otro.
Recibimos bendición constante de lo Alto, pero nada nos deleita ni llena, pues nos sentimos vacíos, huecos, sin sentido.
Es como si algo en nuestra percepción de la realidad estuviera fallado, como si no tuviéramos la capacidad para reconocer, agradecer y disfrutar, porque somos –en apariencia- incapaces de percibir la realidad tal como es.

La queja brota como un manantial desde lo profundo.
Aparece e inunda con su caudal amargo.
Allí en donde nuestra existencia es vacía de sentido la llenamos de reproches, dudas, reclamos, demandas, miserias.

Percibimos el mundo de forma distorsionada, por lo que nada nos basta.
No somos educados para valorar ni para valer ni hacernos valer, entonces nada importa pero todo se pretende.

Por supuesto, detrás de esto se encuentra el perenne EGO que nos domina desde las cavernas de nuestro ser.
Si nuestra vida estuviera plena, si viviéramos con sentido trascendente, si gozáramos de lo que nos toca por porción, ¿cómo haría el EGO para aprisionarnos?
Por lo cual recurre al engaño constante, a falsear los hechos, a fantasear con sueños vacíos para que nos aferremos a él como a un salvador, como a un dios proveedor.

Cuanto más amargados andemos, cuanto menos satisfechos, cuanto más pendientes de lo que creemos nos falta, entonces somos mejor manipulados por nuestro tosco EGO.
En vez de vivir plenos, vamos muriendo en vida agazapados, quejosos, amargados, sonriendo pero en el fondo muy tristes.
Nada nos basta, aunque todo tengamos.

Es probable que realmente algo te esté faltando, ¿a quién no?
el problema no es que sepas lo que te falta, ni que algo te falte, sino que hagas de la falta el centro de tu vida.
Que nada sea valorado sino solamente aquello que no se tiene y se desea con pasión.

Como sabemos,
el Eterno nos devuelve aquello que nosotros damos.
Si abrimos nuestra mano con generosidad, Él es generoso con nosotros.
Si cerramos el puño y amenazamos, Él permite que seamos amenazados.
Si nos quejamos amargamente, como excusa para promover altercados, entonces seremos consumidos por los fuegos de la discordia y el resentimiento.
Y tal fue lo que ocurrió en aquella oportunidad: la crítica ácida y corrosiva culminó con una tragedia hiriente.
Según algunos comentaristas, algunos de los promotores de la queja incierta murieron trágicamente; según otros comentaristas, algunos de los grandes dirigentes populares fueron los que cayeron víctimas de la tragedia.
Como sea, el mal se cernió sobre el Pueblo a causa de la ingratitud y el alejamiento con respecto al Eterno.

Debemos recordar que existen dos tipos de críticas:

  •     La que es conocida como "critica destructiva", que se puede denominar "criticonería", o "quejismo".
        Su finalidad es apartar a la persona de la realización, del crecimiento.
        Es una herramienta empleada para mantenerse en un estado deplorable y, para peor, ausente de responsabilidad y compromiso personal.
        Sin dudas que esta crítica es enfermiza y enfermante, y por tanto su meta, tal como ella misma, es solamente la destrucción por la destrucción misma.  
  • La crítica que se conoce como "constructiva", que tiene por finalidad des-cubrir aquellos aspectos negativos que pueden y deben ser superados.
        Esta crítica por supuesto que tiende a destruir, pero no es la destrucción su meta, sino solamente el medio por el cual se llega a la construcción de algo mejor y más desarrollado.

Nosotros también, sin estar al nivel de perversos o corruptores, podemos (y solemos) desplegar la queja destructiva, para separarnos del Eterno, del prójimo y de nuestro ser.
Pasemos a explicar brevemente.

El Eterno: cuando achacamos a Él aquellos males que ciertamente podrían haber sido evitados o minimizados con la correcta intervención humana, estamos usando pretextos para apartarnos de Sus mandamientos, es decir, de Él.
En el momento que nuestra atención se centra en aquello que nos falta, nos enceguecemos para aquello que tenemos; siendo así, no importa cuánto tenemos, siempre encontraremos un "pero" para exteriorizar una queja, un dolido reclamo por lo que falta.
Ciertamente que esta manera de vivir es de mísera, a pesar de la riqueza con la que se pueda contar; y sin dudas que es una contravención al mandato de ser sinceramente agradecidos.
Apreciar, reconocer, valorar y agradecer aquello que tenemos es indispensable para alcanzar la dicha y vivir espiritualmente.

El prójimo: cuando prestamos atención a lo que los otros hacen equivocadamente, sea esto cierto o solamente idea nuestra; o cuando pretendemos más del prójimo, porque sentimos que no ha dado lo suficiente; estamos bregando por desligarnos de la gratitud que les debemos por aquello que nos han dado.
Esta actitud indigna causa miseria a uno mismo y al prójimo.
Para empeorar el panorama, nuestros Sabios nos enseñan que la persona que no valora lo que otros hacen por él, eventualmente también niega las bondades recibidas de Arriba.
La ingratitud nos cierra al prójimo, consume el canal de bondad dirigido a nosotros, y se convierte en un negro pozo de creciente dolor y soledad.

Nosotros mismos: cuando nos creemos víctimas, sin responsabilidad personal, sea porque echamos culpas al Eterno, porque reclamamos del prójimo algo que sentimos nos ha fallado, o porque nos consideramos portadores de una tara insoluble; ciertamente que estamos ampliando la brecha que nos ciega de conocernos a nosotros mismos, y de valorarnos en nuestra justa proporción.
Esta actitud nos lleva a vivir sumidos en un sentimiento de inutilidad, de angustia, en continua dependencia de la valoración ajena, del reaseguramiento de que tenemos un lugar en el mundo y que tenemos derecho a vivir.
En lugar de aproximarnos a liberar nuestras vidas de cadenas mentales, emocionales, materiales y espirituales, cuando nos sentimos víctimas solamente incrementamos el caudal de malestar y desesperanza.

¿Y por qué nos llegamos a sentir víctimas desamparadas?
¿Por qué achacamos en el otro, o en el Eterno, culpas y/o responsabilidades que no les conciernen realmente?
¿Por qué quejarnos sin hacer lo necesario para hallar en nosotros la respuesta, y mucho menos la pregunta que nos abrirá el camino a la libertad?

Esta ineptitud, en un gran porcentaje de las personas, está motivado en una escasa autoestima, es decir, en una auto-valoración inadecuada que minimiza los propios potenciales y virtudes, en tanto magnifica las deficiencias padecidas.
Este error en la percepción, esta distorsión de la interpretación, es obra del EGO. En parte por la cantidad de cáscaras y máscaras que van recubriendo al Yo Auténtico y que nos impide conocernos en profundidad. En parte por los instrumentos que emplea el EGO para sostenerse en su sitial de poder.
La persona se desconoce, se rechaza, se inventa roles, se fantasea identidades, da vueltas sin cesar como un hámster en su encierro, se mantiene en estado de indefensión para que el EGO siga siendo el amo y el dios, el salvador milagroso.
Es esta misma percepción distorsionada del ser la que conlleva otras actitudes negativas en la vida (sean propias, o como reacciones del prójimo), que también son descritas en el capítulo 11 de Bemidbar/Números, tales como:

  •     deseo materialista excedido de límites (v. 4);
  •     falsos testimonios y/o ideas delirantes (v. 5);
  •     ingratitud (v. 6);
  •     desesperanza (v. 10);
  •     enojo o rechazo (v. 11);
  •     hartazgo/desgana (v. 14);
  •     deseos de muerte o separación terminante (v. 15);
  •     pérdida del ánimo (v. 17);
  •     bajo rendimiento intelectual (v. 17);
  •     falta de confianza en el Eterno (v. 22);
  •     habladurías (v. 27);
  •     celos (v. 28);
  •     envidia (v. 28);
  •     muerte (v. 33).

En su contraparte está la vida, la libertad, el gozo, la paz… todos ellos dependen de auto-valorarse correctamente,
sin inflarse, como hacen los orgullosos que en el fondo se sienten como poquita cosa,
y sin echarse abajo todo el tiempo, como  hacen los que se sienten poca cosa.

Creo que es evidente, y por eso mismo, lo diré con claridad:
la autoestima saludable, el auto-valorarse correctamente, es solamente posible cuando la persona vive con sinceridad cada instante de su existencia. Cuando la verdad empieza a empañarse con la falsedad, va cayendo un manto de oscuridad sobre la autoestima, sobre la dicha, sobre la realización.
Y así, es posible encontrar gente muy adinerada, llenas de casi todo lo material que uno pudiera imaginar, pero que viven comiendo el pan de la mentira, y por eso, a pesar de los esplendores materiales su corazón plañe dolido por la carencia de TODO.

Como dicen los Sabios:

"¿Quién es rico? Aquel que está feliz con lo que posee."
(Pirkei Avot 4:1)

¿De quién depende para estar feliz?

¿Depende de algún rabino milagroso, vivo o muerto, al cual se le pide que rece por nosotros?
¿Depende de que sepamos de memoria tales o cuales frases o plegarias?
¿Depende de si usamos tal o cual medallita o cintita que nos parece súper poderosa?
¿Depende de la fe en tal o cual santo o dios?
¿Depende de lo que otro hará por ti?

Recuerdo a una persona que quería sentirse mejor, ser más feliz, vivir con corrección, pero no podía pues de continuo unos pensamientos "como intrusos" le amargaban y perturbaban.
Le pregunté: "¿Qué es lo qué quieres?".
Y me contestó: "¡No quiero caer!".
Entonces le respondí: "¿No te parece que sería más saludable si te enfocarás en subir?".

Cuando nos centramos en no tropezar espiritualmente, estamos cayendo y no haciendo nada realmente por ascender en nuestra espiritualidad.
No es el miedo lo que eleva, sino el amor virtuoso…

No es el aislarse, rodearse de murallas, girar en torno a sí mismo lo que procura bienestar real.
Atendamos a las palabras del insigne sabio:

     "Para el judío es un precepto de la Torá estar alegre… La clase de alegría que es obligatoria es aquella que compartes tus bienes con los menos afortunados, como los huérfanos, viudas, los pobres, los desdichados y las personas sin hogar. Pero, el que cierra sus puertas a los otros y utiliza lo que tiene para él mismo y su familia, entonces su alegría no es alegría de un precepto, sino que es alegría del estómago. Ésta es una señal de vergüenza…"
    (basado en Maimónides, Mishné Torá, Leyes de Iom Tov 6:17, 18)     

¿Estás viviendo de tal modo que puedas considerarte “alegre”, de acuerdo a  estas definiciones? 
¿Qué puedes cambiar de tu vida para alcanzar mayor alegría verdadera?

El populacho en ti.

El pueblo de Dios, los escogidos para recibir la Torá, los que participaron en persona y como pueblo de la Revelación Divina constante desde el Éxodo, los que eran sostenidos por el maravilloso alimento celestial denominado “maná”, ellos eran los que menos pudieran quejarse o dudar de Dios y Su actuación en el mundo.
Para ellos la Presencia del Eterno no era cuestión de fe, de confiar en libros o relatos, de creer en doctrinas religiosas; para ellos la Presencia de Dios era una manifestación constante.
Desde el amanecer hasta el anochecer Dios estaba con ellos, en medio de ellos, protegiéndolos, alimentándolos, conduciéndolos, castigándolos, amándolos, siempre Él estaba allí.
Nadie lo dudaba.
No había “ateos” ni “agnósticos” entre ellos.
Pero, el EGO igualmente ejercía su poder oscuro sobre las mentes y corazones.
Ese EGO traicionero que desde el comienzo de nuestra vida en este mundo nos acompaña y que al principio nos sirve con lealtad, pero que luego se transforma en un ogro interno, en un malvado Faraón, en un corrupto que se hace pasar por deidad y salvador.
Ahí está, en nosotros, como nosotros, y también estaba en aquellos que eran liberados directamente por Dios y llevados por Él.
Por supuesto que Dios es Todopoderoso, nada ni nadie se Le compara.
Y a pesar de ello, el EGO podía corroer desde adentro a las personas para llevarlos a caminos de error, de desconocimiento de Dios, aunque no de negarLo.
El EGO que es el amo de la mayoría de las personas, el que motiva el origen y persistencia de toda idolatría y pecado. El EGO, que no es un dios, no es un ángel, no es un ser espiritual, sino que es una mera partecita de cada uno de nosotros, una función necesaria para el recién nacido, ese EGO es lo que nos lleva a la derrota, al error, al mal.
En estos días pudimos contemplar en la Torá varios ejemplos, uno de los cuales menciona que:

«Entonces el populacho
que había entre ellos
se dejó llevar por la gula.
Y también los Hijos de Israel volvieron a llorar diciendo: -¡Quién nos diera de comer carne!»
(Bemidbar / Números 11:4)

El “populacho” en la historia “bíblica” refiere a los gentiles que salieron de Egipto adosados al lado del pueblo judío.
Era una masa de personas de diversas nacionalidades y contextos, que tuvieron la viveza de reconocer la ventaja de escapar a la esclavitud en Egipto para recibir “de rebote” las bendiciones que provenían para Israel.
Ese populacho agitador había provocado en varias oportunidades obstáculos, problemas, rebeliones para la relación de los hebreos con Dios.
Porque no se adherían a sus propios mandamientos, no actuaban con la lealtad del noájida que corresponde a los gentiles de todas las eras, sino que hacían su vida según sus ideas y doctrinas. Por ese vicio espiritual se involucraban negativamente con los judíos y provocaban disturbios un día y al otro también.
Pero la misericordia de Moshé los toleraba, permitía que siguieran adosados a los judíos, que se beneficiaran de los bienes de los judíos, porque Moshé no quería encerrar a los judíos en “guetos”, ni excluir del bienestar a los gentiles. Sin embargo, había “olvidado” que el bien sin la justicia no es lleva a un estado de salud, de equilibrio, sino que promueve el descontrol, el caos. Y así, los gentiles revoltosos se enroscaban en disputas, en controversias, en pasiones, y llevaban hacia la zona de oscuridad a los judíos que les prestaban atención.
Tal el “populacho” en su sentido literal.
Pero podemos contemplar que puede ser también una imagen simbólica del “ajeno” que nos acompaña, que nos sigue, que nos perturba con sus demostraciones fuera de límites. El populacho simboliza al EGO.
El EGO se deja llevar por sus apetencias.
Quiere demostrar su “poder” por encima de la impotencia que lo domina en realidad, para lo cual emplea sus rudimentarias herramientas de subsistencia.
El jaleo, el grito, la revuelta, el golpe, la malicia es una de ellas.
Entonces la persona –los hijos de Israel en el relato- cuando es dirigido por los apetitos oscuros del EGO actúa con egoísmo, de manera individualista, como una isla que se niega a contactarse con el mundo, que destrata al otro, que reniega de las reglas, que solamente busca satisfacer su anhelo de “poder”, sea como sea.
Así pues, la persona se queja, llora, reclama, grita, insulta, reniega de la realidad, demanda, es desagradecida, no contempla todo lo bueno y más que ya tiene porque se obsesiona con obtener eso otro que no le corresponde.
Así nos pasa a nosotros, a cada rato, cuando dejamos al EGO en el control de nuestras vidas.
Podemos estar llenos de todo lo bueno pero no disfrutamos de nada, siempre ansiando lo que no tenemos ni nos corresponde.
Llegamos a amasar una fortuna y queremos el doble.
Nuestra relación familiar es cordial, pero la quebramos por disputas que se originan por tonterías.
Nuestro cónyuge es una espectacular compañía, pero corremos detrás de amantes y perdición.
Así andamos por la vida, sometidos a la esclavitud del EGO, atendiendo al populacho en nuestro interior en lugar de encaminar nuestra vida hacia la Luz.
Seguimos las reglas del caos en vez de organizarnos y andar en la senda del Eterno.
Queremos y queremos, ambicionamos, nos desvivimos, negamos lo que nos toca y siempre el pasto del vecino está más verde y lloramos por tenerlo, o matamos para obtenerlo.
Como el gentil que desprecia su noajismo porque le parece “poco”, “no bíblico”, “sin Torá”, y por ello se disfraza de judío, se revuelca en su vómito pero lo dice en hebreo, se apropia de festividades y rituales judaicos, y todo ello porque en verdad el EGO es su dios, porque pone al EGO en lugar de Dios.
O el gentil que reniega de todo lo santo para hundirse hasta el fondo en cualquier idolatría o doctrina que aparta de la senda del Eterno, y ni siquiera se tiene “la excusa” de pretender más de parte de Dios.
Ahí está el EGO, siempre el EGO.
Ya podemos resultar un poco aburridos con el asunto del EGO, sin embargo es tan fundamental comprenderlo y hacer lo posible para liberarnos que prefiero aburrir hasta que el mensaje dé frutos.

Conocer este origen de la malicia humana es uno de los ingredientes para ser libres y por tanto gozar de la plenitud de la bendición constante que recibimos de lo Alto.
Ahora, ¿qué hacer?
No hay respuesta simple.
Estamos dando varias a lo largo de nuestros encuentros, espero que estés leyendo, estudiando, recopilando y aplicando las enseñanzas al respecto.

Hay una duda muy interesante que merece ser atendida.
¿Solamente cumplir con los mandamientos (7 para la persona gentil, 613 para la nación judía) alcanza?
No, es evidente que es importante, es obligatorio, pero con ello no se alcanza romper el yugo del EGO.

Podemos notar que el salmista inspirado nos iluminó con la siguiente verdad: «El hacer tu voluntad, oh Elokim mío, me ha agradado; y Tu Torá está en medio de mi corazón.» (Tehilim / Salmos 40:9).
Es necesario hacer la Voluntad de Dios, aquella que nos corresponde.
Al hacer nuestra voluntad la Voluntad de Dios, estamos rompiendo el liderazgo del EGO sobre nuestra vida.
El centrar en nuestro corazón la Torá (instrucción, ley, la noájida para gentiles, la que corresponde a judíos para judíos), es un mecanismo excelente para desplazar de él al EGO.
Cuando está la Luz del Eterno en nuestro corazón, el EGO queda arrinconado, su poder imaginario queda desarmado.

Pero, no para combatir al EGO es que debemos cumplir los mandamientos y servir al Eterno al hacer Su Voluntad.
Tengamos esto bien en claro.
NO ES para ser libres del EGO, sino que esto es un beneficio secundario.
Cumplir mandamientos (lo que nos corresponden), hacer nuestra la Voluntad de Dios, es nuestro deber, nuestra misión original, y no un remedio para el primado del EGO sobre nuestra vida.
¿Se comprende?

Esta armonización de la persona con los mandamientos del Eterno, con Su Voluntad es esencial, pero no lo único.
Es imprescindible conocer lo que vivifica a cada uno de nuestras dimensiones, para que nuestro organismo integral esté nutrido y en balance.
Nuestro ser multidimensional armonizado está libre del EGO.
Acallar las voces del populacho por medio de proferir palabras de santidad.
Limpiar las emociones caóticas del populacho por medio del aprendizaje de respuestas emocionales saludables.
El adquirir el lugar social noble para no depender de falsas presunciones.
En fin, son varios los frentes de batalla para derrocar el reinado del EGO, su efervescente populacho que nos domina.

Me gustaría que me ayudaras a ayudar a más personas.
Puedes colaborar con anécdotas personales, reflexiones, con dinero para sostener la actividad de FULVIDA, con difundir nuestra existencia y mensaje de Shalom.
Es una gran forma de combatir al EGO y hacer brillar la Luz del Eterno.

Decálogo

El Decálogo, lo que común y erróneamente se denomina como “Diez Mandamientos” fue entregado y ordenado por Dios para los judíos.
Son muchísimas las enseñanzas que obtenemos y derivamos de estas diez frases, que corresponden en realidad a catorce mandamientos divinos para los judíos.
Algunas de las ideas y especialmente reglas son específicas para las personas judías, pero muchas de ellas tienen un valor universal, que es compartible y aplicable por cualquier persona que desee andar por la Senda del Eterno, a la Luz de su Palabra.
No es mi intención extenderme demasiado, sino tan solo concretarme a la introducción  de una fascinante enseñanza que se desprende de analizar los enunciados en un contexto “topográfico”.
Permíteme que te lo muestre.

Máximo EGO
El individuo está aislado, centrado en sí mismo, víctima de su impotencia y los delirios de poder. Es esclavo de su EGO.

Tableta B
Relación entre el hombre y el hombre

Idea central
Desarrollo de la personalidad

Tableta A
Relación entre el hombre y Dios

No asesinar

Aceptación de la existencia de Otro

Saber que Dios existe

No al adulterio

Aceptación de la relación con Otro

No adorar dioses ajenos

No secuestrar

Aceptación de la otredad del Otro

No usar el nombre de Dios en vano

No testimoniar en falso

Aceptación del poder del Otro

Recordar el Shabbat

No codiciar lo del prójimo

Coexistencia armoniosa con Otro

Honrar a los padres

Máxima CONEXIÓN
La persona está integrada como sujeto, como miembro de la sociedad, en su relación con Dios.
Es altruista, solidario, responsable, comprometido, bueno, justo y leal.

Ahora, un breve desarrollo para aumentar la comprensión.
Nacemos siendo impotentes, es condición básica de todo ser humano.
Contamos con una herramientas rudimentaria para sobrevivir, el EGO.
Sus métodos bruscos para llamar la atención suelen ser efectivos para que alguien se encargue del bebe, lo alimente, lo cambie, lo consuele, lo divierta, lo duerma, etc.
Si el llamado de atención no funciona, o el adulto no está disponible o dispuesto, el EGO “desconecta” al niño de la realidad dolorosa, lo lleva a un mundo de fantasías, el sueño.
Por supuesto que en esa etapa de vida el EGO es un gran amigo y así se va presentando a la naciente conciencia del ser.
El EGO se pone en lugar de un “salvador”, cosa que es cierta, de cierta forma.
El problema se avecina cuando el EGO se mantiene en el control del niño, siendo que éste va adquiriendo otros instrumentos y formas de conectarse con los demás y con la realidad, además de operar sobre ella.
El EGO en funcionamiento, cuando ya no es necesario, lleva a la persona a aislarse, a manipular a los demás, a situaciones de conflicto interno y externo, a multitud de desequilibrios, a una vida caótica y de desconexión con la realidad más o menos intensa.
Es necesario que el niño sea educado correctamente para que el EGO se vaya reduciendo, para que quede en su rol de herramienta útil en situaciones de extrema necesidad, cuando la impotencia gana nuevamente a la persona y no tiene prácticamente ninguna otra opción que recurrir a él.
Nuestro Creador, que es también es nuestro Maestro, nos brinda instrumentos de liberación del EGO, nos instala en nuestro lugar, nos fortalece en nuestra identidad, pero no de forma mágica o milagrosa, sino a través de un mapa de conductas que debemos conocer y aplicar, para que de esa forma podamos crecer integralmente, derrocar al EGO situado como dios al cual servimos en esclavitud.
El mapa de conductas se denomina “Torá”, que en hebreo quiere decir “instrucción”, “guía”, “ley”.
La Torá noájica es oral, se compone de siete mandamientos fundamentales, así como el relato de la entrega de los mismos por parte de Dios al patriarca Noaj.
La Torá judía es tanto oral como escrita, uno de cuyos componentes es el Decálogo, que estamos comentando en esta oportunidad. Los catorce mandamientos que componen el Decálogo están incluidos dentro del conjunto de 613 mandamientos que Dios ha dado para la nación judía, para ellos y no para el resto de las naciones. Así como la Torá que Él ha dado a los judíos es para ellos, y no para los gentiles.
Sin embargo, ambos tienen el mismo peso, similar valor, idénticas intenciones: conducir a la persona y a la sociedad hacia un mundo de Shalom, de plenitud, armonía, gozo consciente de la Presencia de Dios y Su bendición constante.
Si los gentiles conocen y viven sus siete mandamientos, así como el pueblo judío se hace cargo de sus 613 mandamientos, se estará en un mundo que no se encuentre bajo el dominio del EGO, y por consiguiente plagado de personas impotentes y caóticas, sino en un mundo solidario, espléndido, gozoso.
(Sin embargo, el cumplimiento por sí solo no basta para llevar una vida íntegra. Será necesario retomar este tema en otra oportunidad, o buscar lo que ya tenemos publicado al respecto).

El Decálogo, como hemos dicho al comienzo, es para el pueblo judío, pero algunas de sus enseñanzas son aplicables y saludables para el gentil también.
Esto que te enseño ahora es para compartir por ambos.

Estábamos en el relato del comienzo de la vida del individuo, que queda bajo el mando del EGO.
Un estado de caos, de desconexión, de soledad, de dolor, de falsedad, de fantasías, de delirios, de locura, de malicia, de robo, un mundo enfermo por dentro y por fuera.
El primer paso hacia el derrocamiento del EGO lo vemos en la tabla que presentamos más arriba: aceptar la existencia del Otro, sea Dios o el prójimo.
Si el Otro no es más que “algo” para satisfacernos, para ser manipulado, para estar a nuestro servicio, para llenar nuestras apetencias, no le estamos reconociendo una real existencia, sino una funcionalidad, que bien puede ser “usa y bota”. ¿No te ha pasado que alguna persona te haya hecho sentir así? ¿Qué eras “apreciado” mientras le servías de algo, pero luego fuiste borrado del mapa? ¿O quizás eres tú el que así ha hecho con alguien?
El Otro “no existe”, porque no le das lugar en tu corazón.
El bebe no está capacitado pues su sistema nervioso no se ha desarrollado, por tanto es normal que no sea consciente de la existencia de otros… pero tú, ¿qué excusas puedes dar?
Viene Dios y te enseña: “Yo existo, no preciso mandarte que lo creas, ni que tengas “fe”, sino solamente basta con decírtelo. Viste Mis obras, Yo soy quien te sacó de Egipto. Sin embargo, no me interesa que hagamos doctorados en teología, para Mí es más importante que sepas que el prójimo también existe. A Mí no me cambia en nada si tú Me sirves o no, pero a tu prójimo sí le puede afectar del modo en que te comportas con Él. no lo niegues. No lo asesines, ni siquiera simbólicamente. Admite que Yo existo, admite que el prójimo existe. No somos tus sirvientes, no somos tus títeres, Yo soy tu Dios, y él es tú prójimo.”

Cuando se avanza al siguiente escalón se descubre que admitir la existencia del Otro no basta, se debe admitir que existen las relaciones y que no siempre éstas tienen algo que ver conmigo.
El Otro tiene su vida independiente, aunque me cueste admitirlo. El otro tiene sus relaciones y no siempre soy bienvenido en ellas.
Ahora que sé que existe una mamá y un papá, debo aceptar que ellos mantienen una relación que me tiene por fuera y no debo entrar a ella.
Y eso irá pasando en lo sucesivo, con otras personas, con otras relaciones que establezca.
Esto que me limita, también me libera.
Yo también tengo mis relaciones, mis cuestiones privadas en donde yo establezco quien entra y quien no.
Dios también tiene ese “derecho”, el derecho a que no le seamos infieles, que no nos prostituyamos con falsos dioses, ni siquiera movidos por buenas excusas.
Tenemos una relación particular con Él y cuando metemos en medio a dioses, ángeles, mediadores, “salvadores”, ídolos, Jesúses, vírgenes, santos rabinos difuntos, seudo profetas, gurús, etc., estamos haciendo algo incorrecto. Estamos quebrando la fidelidad de la relación que tenemos con Él.
Así como existe el Otro y debemos tomar conciencia y aceptarlo, igualmente con las relaciones que el Otro mantiene, sea que estemos incluidos en ellas o no.

Está el Otro, las relaciones del Otro, estamos nosotros y nuestras relaciones. Está la conciencia de todo esto.
El siguiente paso en la escala del crecimiento es aceptar que el Otro es otro, que tiene derecho a su identidad, a sus decisiones, a ser él mismo, nos guste o no.
No está para darnos placer, no está para que lo manipulemos, tampoco para que nosotros seamos manipulados o nos arrastremos para satisfacerlos.
Él tiene su vida, me guste o no. Sea mi hijo o mi hija, mi alumno o mi empleado, él debe hacer su vida y yo debo respetarlo.
Por supuesto que el sirviente del EGO pretenderá tener bajo su control a todos y todo, no admite que le contradigan, no acepta que le marquen sus errores, no quiere voces disonantes. Él es el amo, aunque en realidad sea un pobrecito esclavo de su EGO.
Sin embargo, la persona que anda a la Luz del Eterno, que está en la escalera de la plenitud no buscará dominar a otros, no negará a los demás sus derechos, no impondrá su voluntad de forma injusta, reconocerá qué puede controlar y que no y no se angustiará por saberse impotente en ciertos aspectos, sino que más bien eso le dará libertad y serenidad.

El siguiente escalón ya incluye admitir que el otro no solamente existe, mantiene sus relaciones que no nos incluyen y otras que sí, es independiente de nuestra voluntad, sino además que el Otro es poderoso sin necesitarnos.
Debe ser duro despertar un día y darse cuenta de que ese mundo que habíamos imaginado en el cual somos el centro, del cual todo depende, que se caería si faltáramos, en realidad sigue tan firme y funcional cuando faltamos.
Más de uno habrá fantaseado con que el mundo nació el día que uno nació, que el mundo es mejor por estar uno aquí, etc., pero en los hechos el mundo gira estemos en él o no.
Somos importantes, sin dudas, pero una partícula de polvo cósmicos en un universo que aparece como infinito.
Somos valiosos, pero mejor es sí nos bajamos del pedestal y admitimos que el otro puede vivir perfectamente sin nuestra presencia.
Ni el divorcio, ni la muerte, ni el alejamiento son el fin para el otro, al menos no debiera serlo.
Dios sigue siendo Dios, con nuestros rezos o sin ellos.
El otro seguirá para adelante, contigo o sin ti.
Es duro, ¿no?
Algunos se niegan a reconocerlo, pobres prisioneros de sus EGOS y se andan imaginando que el mundo se caerá el día que ellos desaparezcan, que Dios tiembla de solo pensar que él no cree en Él… conocemos a varios sujetos así, cabalisteros, magos de las palabras que corrompen lo espiritual, gurús, falsos rabinos, entre otros. Incluso gente de renombre, que se desviven por tener a quien manipular, por ser el centro en la vida de alguien, por recibir el dinero como diezmos, etc.
Eso no es lo que Dios quiere del hombre.

Hasta el cuarto grado hemos llegado a reconocer al otro en su completitud, falta el quinto escalón, en el cual podamos llevar una vida de conexión con el prójimo y con Dios.
Entendemos que el otro es otro en TODOS los aspectos, aunque cueste, aunque duela.
Podemos apreciar lo que posee, en todos los aspectos, pero haremos el esfuerzo para no corrompernos anhelando lo que no es nuestro.
Podremos buscar nuestra propia forma de ser felices, nuestro camino para la plenitud, nuestro sentido de vida.
Claro que podremos hacerlo, cuando no estemos encerrados en las celditas mentales de nuestro EGO.
Al salir de esas paredes maltrechas podemos respetar al prójimo, amarlo, serle fiel, estar conectados.

Pero, mientras no avancemos estos cinco grados, seremos aún esclavos, de una u otra manera. Esclavos en fin.
Está en ti seguir tu camino, ese que Dios te ha marcado, o seguir el camino del EGO.

El poder del espíritu

Te invito a estudiar un poco acerca de la sección que esta semana corresponde ser leída públicamente por los judíos, se denomina parashá Shelaj Lejá.
Como siempre te brindo buen pan para nutrir tu vida, acorde a tu espiritualidad noájica.

Seleccionamos de la parashá

1. El judío debe amar la Tierra Prometida.

2. Construimos nuestra realidad a partir de nuestra percepción-decodificación de lo que sentimos.

3. La correcta autoestima es base de una vida armoniosa.

4. El miedo puede conducir a terribles acciones.

5. Dios no castiga las faltas sino que provoca que se rectifique el orden quebrado.

6. Existen señales sagradas del pacto entre Dios y el pueblo judío.

7. No dejarse llevar por las pasiones, ni las que nacen por deseos externos ni por internos.

8. Recordar cada día que Dios liberó a los judíos de la esclavitud de Egipto.

9. Tzitzit – vestimentas sagradas propias para los judíos-.

 

Dice el texto sagrado de los judíos:

"Mereshit -de lo primero- que amaséis daréis al Eterno una ofrenda alzada, a través de vuestras generaciones."

(Bemidbar / Números 15:21)

Mereshit, que hemos traducido como “de lo primero”, se puede entender también como “desde el principio”.

A la persona se la debe instruir en valores trascendentes y buenas acciones desde el primer momento de vida en este mundo.
Así es educada para que su proceder sea pleno de amor y de respeto hacia el Eterno y hacia el prójimo.

Mientras el niño aún está en su cuna, se lo debe “elevar hacia el Eterno”, tal como expresa el versículo que citamos, lo que en lenguaje figurado representa el prepararlo para que sea una persona íntegra, dedicada por completo a lo que es bueno y justo.
Que su deseo vaya hacia lo alto, para que no se quede hundido en la miseria que resulta de esclavizarse a las pasiones caóticas.

Cuando así se educa a través de todas las generaciones, se preserva la santidad de su nación y la calidad ética de sus integrantes.

 

Relato: El tigre y el zorro

Si se enfrentarán un tigre y un zorro, ¿quién crees que vencería?
Todos sabemos que el tigre es un animal robusto, ágil, sagaz, está preparado para cazar y obtener a sus presas.
En cambio el zorro, ¿qué puede hacer un zorro en contra de un tigre hambriento?

Parece evidente que el tigre lleva las de ganar, sin embargo, déjame que te cuente una vieja fábula:

‘En una ocasión un tigre atrapó a un zorro.
Cuando estaba por devorarlo éste le dijo: “A mí no puedes comerme.”
Respondió el felino: “¿Acaso tu carne es venenosa? Porque de no serlo, ¡no veo motivo para que no seas mi plato principal de mi almuerzo!
El zorro rápidamente añadió: “El Creador me ha designado primer ministro de todas las bestias. Para que lo entiendas, soy importante en el gobierno de Dios, por lo que si me comes o haces cualquier daño estarás desobedeciendo Sus Leyes… ¡no quisiera estar en tu lugar cuando Él te juzgue!”
El tigre, con cara pensativa, comentó: “Mira que eres mentiroso animal… ¿quién te va a creer que tú eres algo más que mi comida?”
El zorro, con toda calma, dijo: “Lo que tienes de fuerte, lo tienes de tonto… ven, acompáñame al bosque y comprobarás mis palabras.”

Dicho lo cual ambos se encaminaron hacia la espesura cercana.
Allí el tigre corroboró las palabras del zorro, pues cada animal que veían escapaba presuroso.
-¿Viste? – dijo el zorro- ¿No te había dicho yo que todos los animales me temen porque saben mi importante rango en el gobierno de Dios?

El tigre asintió con su cabeza y liberó al zorro rápidamente, no sin antes pedirle disculpas y hacerle prometer que no lo denunciaría ante el Rey.’

Como tú puedes comprender, no siempre el que tiene la fuerza se lleva la victoria.

 

Preguntas para repasar y reflexionar

1. ¿Por qué huían los animales al ver al zorro?

2. ¿Cuál era el poder que tenía el zorro sobre el tigre?

3. ¿Cómo relacionas este relato con el comentario que te brindamos más arriba?

4. ¿Te parece que esta enseñanza tiene alguna relevancia para la vida cotidiana?

5. ¿Conoces algún otro relato o anécdota que tenga similar contenido?

6. ¿Cuáles son las señales sagradas del Pacto eterno entre Dios y los judíos?

7. ¿Conoces alguna señal del sagrado Pacto eterno entre Dios y las naciones del mundo?