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El consejo diario 368

Dios te ha puesto en este mundo para que fusiones en tu existencia lo material con lo espiritual.
Para que lo material alcance su máximo esplendor,
así lo espiritual cumple su destino gozoso.

¿Qué estás haciendo para cumplir con tu misión sagrada en esta vida?

El consejo es: goza de lo permitido en tanto te apartas de lo prohibido, entonces estarás disfrutando de todo lo bueno que Dios ha preparado para ti.

El consejo diario 367

La religión es para los que huyen, para los que les remuerde el sentimiento de culpa, para los que desean pero no se animan.
La religión es EGO.
Es culparse por el pasado, angustiarse por el futuro y negarse a vivir el presente.

En cambio la espiritualidad es para los que aman la vida, desean gozar de la bendición, abrazan la justicia, comparten el bien.
La espiritualidad es conexión con Dios, con el prójimo, con el otro, con el cosmos…
La espiritualidad es vivir aquí y ahora, sin olvidar lo memorable, sin rechazar los proyectos posibles.

El consejo: sé menos religioso para que puedas ser más espiritual.

Espiritualidad verdadera

Hay un interesante libro titulado “Hagamos un Hombre”, escrito por el Rabino y Doctor Abraham Twerski.
Trata de su visión acerca de algunos factores de la autoestima enfocada desde la perspectiva de un rabino ortodoxo, de la corriente JaBaD, sazonada con sus conocimientos y experiencia clínica como psiquiatra.
Es una lectura agradable, amistosa, que puede proveer de algún esclarecimiento y orientación bastante saludable.

Quiero citarte un pequeño párrafo del mismo (página 67 de la edición en español):

“La espiritualidad consiste en el desarrollo del control sobre uno mismo para poder utilizar el cuerpo como un medio encaminado hacia un objetivo trascendente. No es sólo el intelecto del hombre lo que lo distingue de otras formas de vida, sino su espiritualidad, su capacidad para convertirse en dueño de su propia persona por medio de sus propios esfuerzos. De cumplir con este requisito, el hombre se convierte en el ser que Dios había pretendido.”

Sobre el concepto de espiritualidad hemos compartido en otras ocasiones (por ejemplo http://fulvida.com/varios/temas-frecuentes/espiritual), sería bueno repasar este texto, pues contiene buen pan para nutrir tu existencia.

Como hemos enseñado y puedes corroborar en la cita del rabino y doctor, la espiritualidad general no se encierra en una sala de estudio de Torá, no implica estudiar de manera continua y constante Torá, no se trata de vestir de manera curiosa, ni de hablar en palabras extranjeras, ni de apartarse del mundo, ni estar todo el tiempo citando versos bíblicos, ni consumir todo el material al que puedas acceder sobre religión y cabalá, ni afiliarte a una secta cabalistera, ni adorar a un líder carismático (rebe, rabino, doctor, líder, pastor, etc.), ni pretender bucear en recovecos místicos, ni oscurecer tu razonamiento, ni ponerte en cuclillas a meditar, ni…

Espiritual es VIVIR a pleno en este mundo, para que a través de tus acciones eleves cada rasgo material hacia algún objetivo trascendente, que te vincula con Dios.
Por ejemplo, el comer espiritual no significa prohibirse de ingerir lo que tienes permitido, o hacer complicados ritos antes de comer, o abundar en rezos y peticiones monacales. El comer espiritual implica consumir lo que te agrada –o quizás no tanto-, de aquello que te es lícito, que lo hayas agradecido, y que adquieras la sustancia y energía como para no enfermar y actuar luego para construir Shalom.
El sexo espiritual no es elaboradas poses, absurdas prohibiciones, sino disfrutar de los tiempos, lugares y encuentros con tu cónyuge, para que haya gozo, armonía, comunicación, vínculo profundo multidimensional en la pareja de esposos.
El estudio espiritual no se reduce a repetir de memoria pasajes de textos bíblicos, ni barbotar textos aramaicos que no penetran tu entendimiento, ni andar husmeando en aquellos temas que no te corresponden de acuerdo a la ley de Dios, sino que el estudio espiritual es aprender de todas las materias que existen, hasta la que crees “mundanales”, para no solamente estar informado, sino formarte para actuar como mejor constructor de Shalom. El estudiante de medicina, el de botánica, el de psicología, el de ingeniería, el de química, el de astronomía, el de matemáticas, el de jardinería, el de veterinaria, el de cocina, el de arte, el de música, el de cine, el de danza, el de… cada uno está haciendo su parte sagrada, en tanto no contradiga ninguno de los mandamientos que le corresponda y en alguna ocasión pueda usar su conocimiento para construir Shalom (o al menos, tenga esa sagrada intención).

Así pues, amigo y amiga, cuando tú cuidas tu salud al hacer ejercicio, al comer sano y medidamente, al comunicarte con tus personas significativas, al estudiar, al trabajar, al compartir, al… estás siendo plenamente espiritual, aunque no lo creas ni te parezca.
En el mundo está la espiritualidad, no fuera de él.

Por algo Dios te ha puesto en este mundo, no para que huyas de él, ni porque sea un castigo, sino para que fusiones en tu existencia lo material con lo espiritual.
Para que el espíritu sea carne, y la carne trascienda en el espíritu.
Que te hagas dueño de ti mismo, a través de cada una de tus acciones.
¿O no es tal cual lo que el rabino y doctor ha dictado en la cita?
En total concordancia con lo que el judaísmo viene pregonando y haciendo realidad desde hace milenios.

Espiritual es quien no se deja guiar como ciego, ni por lo que sus ojos codician ni por lo que sus pasiones desean.
No es siervo de su EGO ni del EGO de sus líderes, aunque estos sean rabinos o supuestos rabinos.

Puedes ser lo que Dios pretende que seas.
Puedes ser socio de Dios, o un escollo en la tarea de traer la redención al mundo.

De ti depende.
Puedes ser esclavo de tu EGO, tal como seguramente lo vienes siendo, y entonces elaborarás excusas para seguir por el mal camino que has absorbido en las religiones.
Buscarás maestros de “Torah y Kabbalah” aunque eres gentil y Dios no te lo permite.
Harás rituales y piruetas seudo espirituales.
Todo para seguir en tu rol de monigote a las órdenes de tu EGO.

O harás lo que Dios quiere que hagas.
Que seas espiritual, al construir Shalom con cada acto de tu vida, sin pretender lo que no eres.

¿A ti que te parece?

Como actuar…

Buen día amigo mío.

Como ya es habitual te convido con buen pan para que nutras tu espíritu.
Es un breve pero intenso estudio basado en la parashá (sección de lectura de Torá) que le corresponde leer públicamente esta semana a los hijos del pueblo judío.
Está elaborado tomando en cuenta lo que corresponde a tu identidad espiritual noájica, para que sea para bien y bendición y no se constituya en una piedra en tu camino.
Espero que te agrade y quieras retribuirme con algún comentario positivo. 
Hasta luego.

Comienza el sagrado texto para los hijos del pueblo judío con las siguientes palabras dichas por el Eterno:

"Pinjás, hijo de Eleazar, hijo de Aarón el sacerdote, ha hecho tornar mi furor de los hijos de Israel, llevado de celo entre ellos: por lo cual yo no he consumido en mi celo a los hijos de Israel." (Bemidbar 25:11)

Según la tradición, el espíritu combativo de Pinjás fue heredado por el famoso y nunca olvidado profeta Eliahu (Elías).

Como podemos leer acerca de éste en el libro Melajim I (Reyes I), tenía un fuerte temperamento, una postura firme, y a pesar de ser mensajero de el Eterno, y de intentar promover el Bien y la Paz, en numerosas oportunidades su celo, su pasión, su ahínco lo llevaron a acciones desmedidas, hasta quizás, injustificadas.

Y tal como cientos de años antes Pinjás fuera bendecido por el Eterno con el Shalom, la Paz, para que armonizara su conducta con sus objetivos, Eliahu el haNabí fue educado por el Eterno, a través de la siguiente profecía:

"Y Él le dijo: Sal fuera, y párate en el monte delante de el Eterno. Y he aquí el Eterno que pasaba, y un gran y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de el Eterno; pero, el Eterno no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero, el Eterno no estaba en el terremoto.

Y tras el terremoto un fuego; pero, el Eterno no estaba en el fuego. Y tras el fuego un susurro tenue y apacible." (I Melajim 19:11-12)

Entonces comprendió Eliahu: el Eterno no precisa estruendos, estremecimientos, ruidos, gritos, grandes manifestaciones, populachos enardecidos, pues el Eterno se encuentra en el susurro, en la voz calmada, en las palabras suaves…

El Eterno es Sabiduría, Justicia, Verdad, Generosidad, Bien…

Por lo tanto, si buscamos a el Eterno, y queremos encontrarlo, ¿en dónde lo buscaremos?

¿En el griterío, en las palabras altisonantes, en la muchedumbre, en el quebrantamiento de montañas y de rocas, en el fuego de la discordia y la pelea?

¿La Verdad se encubre en disfraces de poderío desmedido, injusticia descarada, prepotencia?

¿Precisa Dios de gritos en congregaciones, manos derechas alzadas, repetir como loros frases huecas, gesticular como poseídos por extrañas enfermedades, estar enceguecidos por pasiones religiosas?

¿Eso es lo que a Dios agrada?

¿Él estará en medio de comunidades contenciosas que se reúnen en garajes para manifestar absurdos aparentemente bíblicos en tanto se reniega de actuar con la lealtad que corresponde a un verdadero noájida?

¿Él querrá que el gentil se entrometa en asuntos judíos, pretenda estudiar Torá, se focalice en cuestiones que tienen que ver con Cabalá, siendo que Dios explícitamente entregó la Torá y sus cosas al pueblo judío y NO a las naciones gentiles?

¿Quiere Dios el orden armonioso del constructor del Shalom o la parodia desmedida del religioso?

La respuesta es: el Eterno está en el susurro apacible, en la melodía armoniosa, en las palabras apenas audibles. En las caricias, más que en los golpes. En la mansa respuesta, más que en la acción violenta y fanática. El Eterno ama a quien vive con rectitud, con verdad, con bondad y justicia. Por tanto ama y bendice al gentil que vive su noajismo a pleno y NO a aquel que aborrece su identidad y corre como maniático detrás de falsas conversiones al judaísmo, sectas místicas jasideas o cabalisteras o se engorda en las letrinas de la idolatría en todas sus denominaciones.

Es casi un axioma de la psicología que las personas realmente débiles, y que sienten su extrema fragilidad como una amenaza para su preservación, en muchos de los casos utilizan el recurso de presentarse como sumamente poderosos, indestructibles, Terminators y Rambos juntos, para ahuyentar sus temores, y que los otros no puedan reconocer su verdadero estado lastimoso.

Estas mismas personas psíquicamente flojas, también gustan de burlarse del otro, de la humillación, de rodearse de amigos bravucones que ofenden y violentan la vida ajena, usurpan, presionan, maldicen, amenazan, niegan lo permitido en nombre de sus propias ideas resentidas… porque, en el fondo son tan, pero tan débiles, que solamente a través de la degradación ajena pueden sentirse un poco seguros de sí mismos.

Por eso, la sabiduría, la paz, la justicia nunca van a estar entre los que hablan como ladridos de perros, ni entre los que usan el único argumento de deshonrar al otro buscando prevalecer ellos mismos.

Ejemplos notorios y desgraciados abundan en nuestro siglo, y en anteriores también… por eso, debemos aprender a reconocer esta importante lección:

La pasión desmedida, aun la que tiene finalidades superiores (como la que tuviera Pinjás al final de la parashá anterior) son buenas en tanto sean temporarias, breves, seguidas de la reflexión inteligente, de la suavidad de la armonía… porque, de lo contrario, la persona en lugar de ser más humana, se transforma en tempestad, terremoto, incendio, desolación y desierto estéril…

El fin está preparado para el que se consume en su propio fuego terrible, en ese calor infernal que se denomina EGO.

Puedes tú arder en él, hacer según te place.
O puedes ser libre, al vivir de acuerdo a tu identidad sagrada, como noájida, en la espiritualidad plena de los Siete Mandamientos Fundamentales, sin máscaras, sin parodias, sin burlas, sin presumir de lo que no eres ni tienes que ser.

Preguntas:

  1. ¿Por qué a menudo la persona con poca autoestima tiende a rebajar a los otros?
  2. ¿Cómo superar la baja autoestima?

    Ejercita tu alma

    Procuro todos los días hacer ejercicio, bastante ejercicio.
    Se supone que es para el cuerpo, la dimensión física-material; pero indudablemente somos seres multidimensionales y aquello que afecta a uno de los planos necesariamente repercute en los otros.
    Así pues, el tiempo que dedico a mi cuerpo, a mi bienestar corporal, suele redundar en beneficios emocionales, sociales, mentales y también espirituales.

    Hace un año atrás, o un poco más tenía un gran sobrepeso.
    Eso que puede parecer algo banal, realmente no lo es.
    Un cuerpo enfermo implica un desbalance multidimensional.

    Por tanto, el día que decidí –y cumplo desde entonces- hacer una dieta nutritiva balanceada, hipocalórica, y ejercitarme a la medida de mi capacidad, comencé un plan de mejoría multidimensional.
    Treinta kilos perdí, o quizás gané.
    Tengo más resistencia, más fuerza, más agilidad, más destreza, más confianza, entre otras ventajas que no solamente se circunscriben a lo corporal.

    Este es, entonces, un mensaje a compartir un estilo de vida saludable, cada cual acorde a sus potencialidades, sin excesos, sin excusas.
    Lo resultados serán notables y compartibles.

    De paso, esto también es un mensaje santo, sagrado, lleno de espiritualidad.
    No es necesario mencionar rabinos, libros, discursos, frases pomposas, palabras extrañas, conceptos metafísicos.
    Esto es espiritualidad pura al cien por ciento.

    Si no entiendes aún porque lo afirmo, te invito a que hagas dos cosas:

    1- comienza a hacer ejercicio con una meta saludable.

    2- estudia el material de FULVIDA a conciencia.

    Encontrarás probablemente la respuesta por ti mismo.

    Debes entender que “ser espiritual” no es cuestión de encerrarse ante un texto, ni de repetir frases, ni de saber de memoria pasajes, ni de ser una “biblia andante”, ni de tener adoración por un rabino o maestro, ni de ser felpudo para otros, ni de rezar como judío, ni de vestirse de forma extraña, ni de hablar en idiomas imposibles, ni de decir “amén”, mucho menos de levantar la mano y hacer alabanzas a grito pelado y huecas de sentido.
    Ser espiritual es vivir cada momento, aquí y ahora.
    Hacer que este mundo sea un paraíso terrenal.
    Llenar de sentido tu vida, hasta con las cosas más cotidianas y sencillas.
    Agradecer, es ser espiritual.
    Dar el paso a otro, es ser espiritual.
    Pagar tus cuentas, es ser espiritual.
    Apoyar al que lo precise, es ser espiritual.
    Hacer ejercicio, es ser espiritual.
    Comer saludable, es ser espiritual.
    Descansar el tiempo necesario, es ser espiritual.
    Compartir tu conocimiento, es ser espiritual.
    Aprender lo que te corresponde, es ser espiritual.
    Actuar con bondad y justicia, es ser espiritual.
    Rezar, sí, también es ser espiritual.
    Difundir FULVIDA, es ser espiritual.
    Amar a tu familia, en verdad y no con regalos o manipulación, es ser espiritual.
    Apartarse de la idolatría, es ser espiritual.
    Y así la lista sigue y sigue, pero recuerda, no es copiando el modelo judío “ortodoxo” de vestir, hablar, comer, moverse, estudiar, etc. como el gentil llega a alcanzar su cima de espiritualidad…
    Sí copiando la lealtad a los mandamientos –que competen a cada quien-, sí entendiendo que cada uno tiene su rol y es necesario cumplirlo, sin disfraces, sin aspavientos.
    Ser espiritual es vivir aquí y ahora a plenitud, de acuerdo a tu capacidad y potencial.

    Ahora, para aumentar aún más el alcance de mis acciones, acostumbro usar la camiseta de FULVIDA que con tanto ingenio, amor, buena voluntad y dedicación diseño y mandó a hacer nuestro querido amigo Uriel Chaves colombiano de New Jersey.
    A mis espaldas llevo el mensaje de 100% noájida, que no aplica a mí, pero bien vale la promoción de lo que es 100% bueno para el gentil.
    Está también la dirección de nuestro hogar FULVIDA.com, así como el número 7, de los mandamientos que Dios ha ordenado para cada gentil.
    Sería bueno conseguir una de estas camisetas y usarla, regalarla, expandir el mensaje sagrado de FULVIDA.

    El buen amigo Uriel ha también preparado canciones, discos, libros, promociones varias, ha trabajado de manera noble, aportando tiempo, dinero, ingenio, su propia persona.
    Es bueno que lo recompensemos de algún modo, y que lo ayudemos a continuar adelante, por él, por ti, por nosotros y para cumplir nuestra parte en la Obra de Dios.

    Adquiere tu camiseta, úsala, regálala, comparte FULVIDA, comparte VIDA.

    Para finalizar, ya que me tengo que ir a correr mis 12kms. diarios (es broma, son casi las dos de la mañana, debo ir a dormir) te dejo un bello concepto de un tipo genial (del cual hay mucho para no compartir), al que quizás no lo valoremos como “maestro”, pero sin dudas ha dado en el clavo:

    Mi vida es solo importante si puedo ayudar a muchos, si mi vida es para mí y mi seguridad entonces no la quiero. Mi vida es para la gente esa es mi filosofía"
    Bob Marley

    Resp. 978 – mi esposo practica la religion yoruba

    ninitasss nos consulta:

    mi esposo practica la religion yoruba, religion afrocubana.
    1- mi pregunta es hasta que punto puede esta religion ser divina?
    2- sera diabolica?
    3- estara mi esposo sin darse cuenta entregando su alma al diablo?
    4- o soy yo la diabolica porque dudo de una religion tan divina en si misma como todas?
    5- de ser diabolica que implicacion pudiera trarme que a veces el me haga limpiezas y cosas parecidas con baños etc?
    ines. cuba , vivo en españa

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    Romper el círculo vicioso

    Al comienzo de nuestra vida en este mundo somos sumergidos en una espantosa sensación de suprema impotencia.
    Es un trauma intenso el momento del nacimiento y lo que sigue a continuación.
    Cualquier miedo, sufrimiento o pesadilla es menor a lo que se siente en esa ocasión.
    Cada órgano sensorial es atiborrado de información que no puede procesar, ni organizar, ni filtrar. Fluyen torrentes de sensaciones caóticas y que se sienten como terriblemente dolorosas.
    Para peor, no existe recurso fisiológico ni de aprendizaje a disposición para poner orden a ese caótico malestar, ni esperanza, ni consuelo, ni noción que lleve a “ser fuerte y soportar” hasta que el temporal pase. Nos “salva” el hecho de que nuestro sistema nervioso no está desarrollado y por tanto el cerebro está naturalmente “embotado”.

    Nuestra especie está impedida de todo, no sobreviviríamos ni unas pocas horas, o tal vez minutos, sin la asistencia de algún otro que nos sostenga, proteja, alimente, críe.
    Sin embargo, en nuestro diseño se nos ha provisto de un rudimentario sistema de supervivencia, extremadamente primitivo, irracional, inconsciente, que consiste en pocas y pobres herramientas: llorar, gritar y patalear; de modo tal de conseguir la atención de aquel que nos puede sostener con vida. Si nada de eso alcanza la meta, el mismo sistema de supervivencia pone al niño en un estado de desconexión con la realidad insoportable, generalmente a través del dormir.
    A este sistema lo denominamos EGO, que a pesar de su escaso alcance y poder suele alcanzar su meta de que el niño sobreviva.
    El EGO es útil en tanto el niño va adquiriendo madurez fisiológica y destrezas que le permitan vivir de modo cada vez más independiente y empleando otros instrumentos y recursos más allá de los básicos que provee el EGO.
    Pero, el EGO se mantiene al mando y ejerce diferentes presiones para seguir en él.
    El EGO, que no es un demonio, ni un ángel, ni un espíritu sino un mecanismo normal y natural del hombre, recurre a “trucos” que mantengan el estado o sentimiento de impotencia, para que la persona continúe sometida al pavor inicial, que puede estar maquillado o disfrazado, y así se siga esclavizado al supuesto poder salvífico del EGO.

    Que quede claro, el EGO está diseñado para ayudarnos a sobrevivir en situaciones extremas, cuando realmente la impotencia invade a la persona y no hay otros instrumentos ni mecanismos para sobrevivir.
    Pero el EGO se mantiene “encendido”, al mando de la vida del individuo, a través de los mismos instrumentos rudimentarios del inicio, si bien los va modificando y complejizando sus modos de actuar no se basan en que la persona ejerza un verdadero poder sobre sí mismo y el entorno, sino que manipule para alcanzar la satisfacción de sus necesidades de supervivencia.
    Así, por ejemplo, el niño de 6 o 7 años puede cortar con cuchillo y tenedor su carne para comer, pero se enoja, grita, hace un berrinche, se niega a comer o algo parecido para que su mamá le corte el trozo de carne.
    Se paraliza en el ejercicio de su poder pero para alcanzar la satisfacción de sus necesidades manipula a otro.
    Y la madre cede, también el padre, y los abuelos, y la maestra, y…
    Los niños bien pronto aprenden a manipular, al principio por no poder hacer otra cosa, realmente no están capacitados en una gran cantidad de acciones ni en comprensión del mundo.
    Luego siguen manipulando porque es más cómodo, más fácil, en apariencia más placentero, en apariencia más seguro, brinda una especie de “dominio” sobre otros y en muchas ocasiones también brinda la satisfacción de la necesidad.
    Se inventa aquello de “más vale malo conocido”, se insiste en transitar por la senda ya transitada y que no es buena.
    Todo vale con tal de alejar el miedo a la impotencia, de obtener el control al punto de exceder lo que es saludable y caer en grotescas acciones y barruntados pensamientos saturados de emociones negativas.

    Sería bueno dejar de manipular y esforzarse, comprometerse, responsabilizarse, dominar positivamente, pero el EGO conduce a negar la realidad, retine en la sensación de impotencia con tal de perseverar en su rol de “dios”, “salvador”, “redentor”, “camino, verdad y vida”.
    Sería bueno dije, pero no es lo que se suele hacer.

    Es extraño que nos aferremos al EGO, porque éste nos hunde en oleadas de miedo, de sensación de impotencia, en lugar de desprendernos de él y ser libres, saludables, dichosos.
    Pero, nos aferramos, nos esclavizamos, nos sometemos, somos adoradores del EGO, al que luego podremos dar diferentes aspectos, disfraces y nombres.
    Todas las excusas, mentiras, manipulaciones, justificaciones, racionalizaciones, intelectualizaciones, modos de actuar, sometimiento a mandatos externos que vamos esgrimiendo para seguir bajo el reinado del EGO se constituyen en máscaras que ocultan nuestro rostro. Son ropajes que vamos usando, de acuerdo a nuestro apego al EGO en las diversas circunstancias. Son las cáscaras del Yo Vivido, al que solemos llamar “YO”, pero que no son en realidad nuestro Yo Auténtico, sino lo que hacemos para no sincronizarnos con éste.

    Es extraño, pues pareciera que amamos la impotencia, aunque le tememos profundamente, huimos de ella con toda nuestra alma, hacemos cualquier cosa para manipular y no caer en su sensación, pero no damos los pasos necesarios para afirmarnos en nuestra verdadera identidad.

    Es extraño, la verdad asusta.
    La luz que espanta las oscuridades, también asusta. Lo que libera es lo que se repudia.
    Es extraño… ¿o no lo es teniendo claro cómo es que funcionamos bajo el imperio del EGO?

    Se pretende vivir en control, se sobreexcede en la pretensión de controlar, se manipula, se cae en fallas, lo que produce inseguridad, lo que lleva al miedo, lo que es sentir la impotencia, lo que refuerza la necesidad de control, lo que hace exceder en la pretensión de controlar, lo que produce mayor inestabilidad, lo que conlleva cometer errores, lo que da miedo, lo que hace sentir aún mayor impotencia, lo que impulsa a sobredimensionar los problemas y la necesidad de controlar más allá de toda razón, lo que…
    Es una especie de lucha por obtener el control para no hundirse en el caos, pero es precisamente la necesidad angustiosa de controlar –incluso lo que no se puede ni debe controlar- lo que produce mayor realidad o sentimiento de caos e impotencia.

    ¿Cómo superar esto?

    Si tuvimos un entorno familiar asertivo, que nos impulsara a valorarnos, que nos contuviera, que nos amara en verdad y por tanto nos comprometiera a respetar los límites y a ejercer nuestro potencial a la medida de nuestra capacidad, estamos en la senda correcta.
    Pero todo esto no dependió de nuestra decisión, sino de las elecciones y conductas de otros.
    Además, probablemente ya somos adultos, por lo cual no tenemos como volver el reloj atrás y mejorar aquello que los otros no hicieron por nosotros.
    Si somos adultos, si tenemos hijos, es hora de trabajar para que ellos no sean afectados por el imperio del mal ejercido por el EGO y sus emisarios (religiones, misioneros, sectarios, fanáticos, malandrines, corruptos, manipuladores, vejadores, falsarios, estafadores, egocéntricos, entre una larga lista).
    Está en nosotros tomar conciencia y actuar de una forma provechosa, beneficiosa, nutricia, que permita al hijo conocerse en su auténtica identidad, que le permita desplegar sus mejores capacidades, que le infunda valor, que mitigue sus angustias y miedos, que refuerce lo mejor que hay en él y es posible que se desarrolle en él. No es una tarea ni sencilla ni cómoda. Sencillo y cómodo es ponerlos delante de la tele todo el día, estupidizarlos con juguetitos electrónicos las 24 horas, hacerlos adictos a tal o cual cosa, momificarlos, negarles su identidad espiritual, hacerles creer que es la manipulación el sistema para gobernarse y gobernar el mundo, estimularlos a huir de la realidad, mostrarles que fácil es mentir y echar culpas, hacerlos religiosos, obligarlos a vivir en dependencia constante, desvalorizarlos, todo eso es fácil y cómodo…
    Pero no es la forma de criar hijos sanos, buenos, lindos, inteligentes, santos… Para ayudar a crecer a nuestros hijos es necesario desprenderse del EGO, porque es virtualmente imposible educar en libertad en tanto uno es esclavo del EGO.

    Volviendo a aquel que ya es adulto y esclavo del EGO, ¿qué podemos hacer AQUÍ y AHORA?

    Tomar conciencia del círculo vicioso que hemos descrito anteriormente con el primado del EGO sobre cada uno.
    No es imprescindible tener noción de cada aspecto, ni “recordar” lo acontecido en el momento del espantoso trauma inicial, ni estar totalmente de acuerdo con esta teoría, sino conocerla.

    Luego hay que reconocer aquellos aspectos en los que uno es potente y en cuales no, enumerarlos, tenerlos claro, evaluar el potencial real que se puede alcanzar.
    Es hora de dejar de querer controlar aquello que no se puede controlar. Soltar, liberar, dejar ser, no asumirse en el rol del que está 100% a cargo; pero tampoco hundirse en la inacción y el caos.
    Controlar aquello que es posible controlar.

    Y luego está la parte que me parece más esforzada: confiar.
    Confiar en el orden cósmico, diseñado y sostenido por Dios (si eres ateo, confiar en el orden de las leyes naturales).
    Confiar en el prójimo… ¡nada fácil para algunos!
    Confiar en que el prójimo hará su parte, sin vivir como un inocentón súper confiado y que no es precavido.
    Por lo cual, es necesario ser precavido, atender a lo que nos rodea, prestar suma atención, ser “temeroso”, para que el miedo agazapado desde nuestras más íntimas entrañas no se fortalezca y prevalezca.

    Luego, perdonar, ser tolerante con el fracaso propio y ajeno, pero sin dejar de actuar con justicia y rectitud.
    El perdonar, perdonarse, pedir perdón, es un bálsamo poderoso… pero que muy pocos saben saborear.

    Hay un aspecto fundamental, que lamentablemente no es tomado en cuenta por la gran mayoría de las personas.
    Los Siete Mandamientos Universales son básicos para sostener una vida individual y colectiva saludable, que deja al EGO reducido a su mínima expresión, que brinda confianza, que potencia para superarse.
    Los mandamientos de no adorar otros dioses, no blasfemar y de sostener las cortes de justicia son como las columnas que sostienen a los otros mandamientos en su finalidad de promover una sociedad saludable, en la cual se pueda vivir confiando en el prójimo.
    Por no adorar otros dioses ni blasfemar, se aparta la persona de doctrinas extrañas, de religiones, de moralidades corruptas aupadas en creencias seudo espirituales. Se tiene la protección de la confianza en Dios, en el Uno y Único, quien ha provisto y ordenado los mandamientos. Al actuar en consonancia con estos dos mandamientos, se encausa a la persona en confiar, puesto que hay un poder superior, incorruptible, perfecto, que siempre está a cargo.
    Por respetar a los juzgados, por promover el imperio de la justicia entre los hombres, se brinda un marco regulatorio, se alienta el ejercicio de la conducta responsable que está sometida al control de las autoridades civiles.
    Estos son los marcos que contienen a los otros mandamientos, que como te dije sirven para estimular la confianza en el prójimo.
    Puedes caminar tranquilo, pues nadie te atacará ni para herirte, ni para asesinarte, ni para robarte, ni para obligarte a hacer cosas que no quieres.
    Puedes salir tranquilo, sin celos, sin complejos, sin resquemores, sin dudas corrosivas, porque sabes que tu esposa/esposo te será fiel, tal como tú lo eres.
    Puedes dormir tranquilo, porque nadie entrará a tu casa, nadie te molestará, a tus hijos nada les pasará cuando salen por la noche.
    Puedes respirar en paz, porque vives en una sociedad en la cual se respeta la vida animal en todas sus formas, lo que enfila la conducta a contemplar al prójimo y sus pertenencias, para que no se cometan actos deleznables.
    Puedes confiar, porque el imperio de la LEY divina y humana está al control, al sano control, de la sociedad.
    Los percances pueden ocurrir en este mundo ideal protegido por los Siete Mandamientos, por supuesto que ocurrirán accidentes, pero serán verdaderos accidentes y no imprudencias, desacatos de las normas, locuras del momento.

    Pero, no vivimos en el paraíso de los Siete Mandamientos Universales.
    Vivimos en un mundo dominado por el EGO, sometidos a la impotencia, rodeados de indiferencia, llenos de odio, vapuleados por las religiones, angustiados, ansiosos, deprimidos.
    Vivimos encerrados en celditas mentales, acomplejados, desvalorizados, con cero autoestima, violentando los derechos de los otros, adorando falsos dioses, adulando a Jesús y otras patrañas, elogiando a los falsarios, pretendiendo ser lo que no somos.
    Desconfiamos, en nada confiamos.
    Somos enfermos, estamos enfermos, enfermamos.
    Las diversiones son burlas, morisquetas ofensivas, mofarse de los que creemos más débiles.
    Usamos de nuestra inteligencia para inventar formas de destrucción y excusas y justificaciones y mecanismos perversos de manipulación.
    Abusamos de los recursos naturales, explotamos hasta la enfermedad las riquezas de nuestro mundo.
    Damos la espalda a Dios pero corremos a abrazarnos a los pastores mentirosos, a cabalisteros, jasideos, seudo rabinos, iluminados, gurús, diosecitos a nuestra imagen y semejanza.
    Nos creemos la gran cosa, pero no somos más que amebas un poco más sofisticadas.
    El EGO domina, la impotencia está en todas partes, la promovemos nosotros.
    Escapamos de la responsabilidad, de la libertad, del deber, de la justicia, de la bondad, del perdón… escapamos de todo lo bueno para seguir en la cómoda, o en lo que parece que lo es.
    No tenemos vidas, encerrados, con pánico, victimizados, siendo victimarios, manipuladores…
    Andamos por la vida, como patéticas sombras.
    Destruimos pero somos “religiosos”.

    No es casualidad que desde hace unos miles de años Dios ha dado el plan de vida para la humanidad, los Siete Mandamientos Universales, pero igualmente sigamos en el fango sin sacar la cabeza y ser libres.

    Escucho tus comentarios mientras te recomiendo la relectura de http://fulvida.com/?p=434.

    Observamos lo que somos

    Werner Heisenberg, un gran científico gentil alguna vez dijo: “Lo que observamos no es la naturaleza en sí, sino la naturaleza expuesta por nuestro método de cuestionar”.

    Interesante.

    Nos vemos la realidad, la construimos de acuerdo a quien somos.

    Pero, ¿quién somos?

    Ah… nada fácil de resolver en pocas líneas, como me propongo compartir contigo ahora.
    ¿O es más fácil de lo que supongo?

    • Somos Yo Esencial, es decir espíritu, aquello que nos conecta constantemente con Dios, con el todo.
    • Somos Yo Auténtico, el espíritu y el cuerpo.
    • Somos Yo Vivido, que resultan ser las máscaras que vamos asumiendo a lo largo de nuestra existencia terrena.

    Estas máscaras suelen presentarse y considerarse como el Yo, como el único e importante, siendo que en verdad son aditamentos, condiciones externas que tomamos o nos imponen, que se convierten en centro cuando son solamente periferia. Nos embarcamos en desarrollar y conocer nuestro Yo Vivido y perdemos la pista a nuestro Yo Auténtico.

    El Yo Vivido es expresión del EGO, por tanto engaño, instrumento de dominación y manipulación, herramienta para mantener en estado de impotencia y apartados de nuestro real poder y nuestra real conexión con nuestro ser, con el prójimo y con Dios.
    Al enfocarnos en lo vivido dejamos de atender lo auténtico.
    Nos alejamos de lo que conecta para girar en torno a lo que aliena.
    Perdemos la energía, nos debilitamos, erramos, fallamos a nuestro sentido de vida.

    El desvío del camino certero se dice en hebreo “jet”, que comúnmente se traduce como “pecado” ((Se puede clasificar de modo más preciso, pero nos conformaremos ahora con una simplificación. Se puede profundizar buscando lo publicado en el sitio.)).

    Pecado, significa en su sentido original hebreo hacer un desvío, errar el blanco.
    No implica una cuestión moral o religiosa, sino que es un concepto afín al “excursionismo”, o mejor aún al “senderismo”.
    Hay un camino delimitado, señalizado, comprobado en su eficiencia, en este caso diseñado y especificado por Dios para el hombre.
    Al salir de los bordes, al quebrar las pautas, al apartarse del sendero, se está “pecando”.

    El cumplir con los mandamientos que Dios te ha dado (Siete Universales para los gentiles, los que corresponden de los 613 para los judíos), es acatar las reglas, seguir las guías, andar con seguridad por el camino establecido por Dios para ti.
    Por tanto, cada mandamiento cumplido, es un paso hacia la meta sagrada de vida.
    En otra imagen que empleamos en otras ocasiones, cada mandamiento a tu haber es otro eslabón que te conecta con la vida.

    Creo que te das cuenta que el pecado es una deficiencia en la conexión con la vida.
    Cuando pecamos estamos debilitando nuestro vínculo con el ecosistema, con nuestro vecino, con Dios pero también con nosotros mismos.

    ¿Qué nos lleva al pecado?
    Básicamente el EGO.
    Permíteme que te recuerde los grados del pecado, de menor a mayor:

    • Por error.
    • Por ignorancia.
    • Por comodidad.
    • Por rebeldía.

    En ocasiones la ignorancia y el erro, pero casi siempre la comodidad y la rebeldía son expresiones directas del EGO que nos carcome desde dentro y nos somete a su primado.
    No te lo explicaré ahora, te dejo la tarea que medites, reflexiones y te des cuenta (y compartas luego con nosotros) cómo se conectan estos grados del pecado con el imperio del EGO en ti.

    Anda por allí nuestro sistema de creencias, la identidad que hemos adoptado, la necesidad de sentirnos con poder y en control, las etiquetas y roles con las cuales procuramos sostener nuestra imagen “pública” que sentimos eternamente en falta y herida.

    Podemos intentar responder a las siguientes cuestiones:

    • ¿Cuáles son mis conductas más habituales?
    • ¿Cuál viene siendo mi patrón de conducta en lo que respecta a la conexión?
    • ¿Qué estoy  construyendo con mi estilo de vida?
    • ¿Tengo presente y soy consciente de mi estado de conexión conmigo, con el prójimo, con el ecosistema, con Dios?
    • ¿Qué estoy haciendo para mantener limpia la luz que irradia desde mi esencia espiritual hacia el resto de mi personalidad?
    • ¿Tengo claro cuánto de EGO hay en mi forma de vida?

    Da por sentado que no nos agrada sentirnos inseguros, padecemos la incertidumbre.
    Ambas nos retrotraen a la pesadilla inicial de la absoluta impotencia.
    Por tanto andamos a los tumbos por la vida consiguiendo aquello que nos asegure el sentirnos seguros en todos los planos materiales: mental, social, emocional y físico.
    Andamos a la búsqueda constante de trofeos que nos amurallen en la sensación de seguridad y control.
    Pretendemos armar un orden que nos organice nuestra vida y así dejar fuera la ansiedad y la angustia.
    A veces nos engañamos, porque creemos lograrlo.
    Pero ese orden, esa falsa seguridad es una ilusión, que deja de percibir el influjo del EGO, niega lo que está sucediendo para de esa forma pretender que todo está bien.
    Pero allí sigue reinando el caos, la impotencia.
    Por lo cual, si una breve ficha se mueve, sentimos que se tambalea toda la estructura, se nos dispara el estrés, nos hundimos en angustia, recurrimos a desesperados manotones para sostenernos en precaria estabilidad.
    Así estructurados nos inclinamos a construir una realidad poblada de etiquetas, ponemos cada cosa en compartimientos catalogados y enumerados, tejemos redes que contengan aquello que nos puede hacer percibir nuestra debilidad interior.
    Adoramos ídolos, endiosamos al EGO que se nos presenta como el “salvador”, como “camino, verdad y vida”, todo para huir con desaliento de esa tremenda muerte en vida que fue el padecer la impotencia inicial.
    Nos llenamos de aire, nos enviciamos, perdemos la conciencia con todo tipo de adicciones, nos regodeamos con cosas superfluas, nos afiliamos a dogmas y clubes insubstanciales, nos hacemos fans de sectas en sus diversas caricaturas, imponemos cierto orden en el caos, para no ordenar el caos interior que sentimos como irrecuperable.
    Cosificamos al prójimo, masificamos nuestras relaciones, por lo que nos petrificamos nosotros mismos, así es fácil comprender que adoremos dioses de piedra y madera, aire al que adulamos como divinidad.
    La raza, el país, la bandera, el partido, el cuadro deportivo, el ídolo del espectáculo, el jugador de fútbol, el pastor, el rabino, el Rebbe, el cabalistero, los ángeles, dioses, las creencias, los líderes, el cónyuge, el padre, la naturaleza, etc. vienen a ser los nuevos dioses que tienen la mágica respuesta, el orden anhelado, el poder y el control que se fantasea adquirir para escapar de la tremenda sensación de impotencia.
    Todo es lo mismo: EGO.

    El apego a lo pasajero, el afán por lo falso, el servilismo al EGO, el llorar por lo que no vale, el morir por ideales absurdos, el matar por adquirir prestigio… desconexión, pecado, debilidad, auto impulsarse a caer en esa impotencia que tanto se teme y de la que tanto se huye.
    Es simpático… para escapar de la impotencia uno se mete por completo en un círculo vicioso que arrastra hacia la continua impotencia…

    El miedo nos ahoga, la duda, el conflicto, porque no andamos por la senda de la conexión, sino por la del deseo oscurecido.
    Cada instrumento que aplicamos para procurar corregir nuestro mal, termina por desviarnos aún más.
    Entonces, no es extraño que la religión sea poderosa, el fanatismo, los terroristas ponderados como luminarias actuales. No tiene nada de raro que en cualquier parte estemos inseguros, que los malandrines gobiernen, que la corrupción sea habitual. Es que el falso orden que imponemos desde el EGO no es más que una faceta del caos irreverente de nuestro interior mal trabajado y peor encausado.

    El EGO para todo encuentra respuestas, y si no… las inventa.
    Es hora de hacer que nuestra voluntad se acompase con la Divina Voluntad, de acuerdo a lo que Él decreto para cada uno según su propia identidad espiritual.
    Noajismo para noájidas.
    Judaísmo para judíos.
    De esta forma estaremos en la vía de la conexión, del verdadero orden, del dominio sobre nuestra realidad, la que construiremos con la pureza de las doctrinas correctas y las acciones de shalom.

    Maimónides acerca de una visión de salud integrada

    El gran maestro RaMBaM ha dado numerosas consejos y reglas al respecto del cuidado y promoción de la salud del individuo, de la sociedad e incluso del entorno.
    Si bien vivió hace ocho siglos atrás su visión trascendente, su conocimiento sagrado, le permite seguir resonando con fuerza aún en nuestros días.
    Si bien los avances de la tecnología y del saber nos han provisto de novedosas herramientas y conceptos, es bueno que demos una mirada a las palabras del maestro.
    Para lo cual iremos citando y analizando someramente el capítulo 23 del tercer tomo de su magna obra “Guía de los Descarriados o Perplejos”.

    Ya en su título nos encontramos con una directa relación de las mitzvot con la temática de la salud: “DE QUE LOS PRECEPTOS DIVINOS PERSIGUEN ASEGURAR EL BIENESTAR DEL CUERPO Y DEL ESPÍRITU DEL HOMBRE”.
    Los preceptos divinos, es decir las mitzvot, tienen una finalidad, la cual es proveer de bienestar al ser humano íntegro, tanto en su faceta corporal como espiritual.

    Notemos que en este texto es posible asimilar lo “corporal” con lo “material” del ser humano, por tanto cada vez que encontremos el término “cuerpo” o “corporal” podremos traducirlo a lo que conforma la materia del ser humano.

    En cuanto a lo espiritual, es un concepto amplio y a veces confuso.
    Para tener un marco compartido y eficiente de comprensión convengamos en lo siguiente:

    · Nefesh –alma- hace referencia a la energía vital, aquella que nos sostiene con vida en Este Mundo.

    · Neshamá –espíritu- indica al menos tres ideas simultáneas:

    o La información que se recopila constantemente, consciente o inconscientemente, por parte de la persona.

    o La conexión inquebrantable que conecta al hombre con Dios.

    o Aquello que no es corrompido de ninguna forma por el trajinar en Este Mundo y permanece en existencia luego del deceso del individuo.

    Así pues, Maimónides nos asegura que los mandamientos que el Eterno ha dado a cada uno para cumplir necesariamente llevan a un estado de salud tanto en lo material como en lo espiritual.
    Al ser lo espiritual un fondo incorruptible, se está indicando que las acciones de salud no solamente tendrán efectos en Este Mundo sino que también en el Mundo Venidero.

    Continuemos con el texto del maestro: “El designio general de la Torá es doble: Asegurar por una parte la felicidad del espíritu, y por otra, el bienestar del cuerpo.”

    El objetivo de la Torá es que la persona alcance la felicidad en su plano espiritual al tiempo que su plano material goza de bienestar.

    Es interesante que notemos que no habla del bienestar del espíritu, sino de su felicidad.
    Uno de los motivos podría ser que el espíritu en sí mismo jamás es modificado por la conducta de las personas.
    Lo que se puede dañar y reparar es el nexo que se establece entre el espíritu y el cuerpo, pero nunca se llega a modificar el espíritu en sí mismo.
    El espíritu es un lazo divino, está por fuera de los parámetros tiempo/espacio que conforman lo material. Es la conexión continua y constante que no depende de nuestra voluntad o conducta.
    Sin embargo la conexión a nuestro espíritu es pasible de cambios a causa de nuestra conducta.
    Cada acto erróneo, cada pecado, cada transgresión, es como una mancha, como una cáscara que se interpone entre nuestra esencia espiritual y nuestro Yo Vivido.
    Cuanto más nos hundimos en errores o pecados, significa que más cáscaras hemos permitido que bloqueen el influjo positivo que irradia desde el plano espiritual.
    Nada de lo que hagamos afecta nuestro espíritu, ni para bien ni para mal. Sin embargo nuestro ser íntegro se afecta, puesto que no recibimos la “luz” espiritual desde nuestro interior, al tiempo que nos poblamos de información negativa.
    Para comprender mejor estas ideas precisamos de dos imágenes que nos sirvan como analogía.

    La luz de este farol no cambia ni se perjudica si el vidrio que la circunda se va llenando de manchas que la oscurecen.
    Hacia fuera hay menos luz, pero ésta permanece en realidad tan brillante y diáfana como siempre.
    Cuando se limpia el vidrio, cuando se van quitando las manchas, es que la luz vuelve a ser percibida por el afuera. En apariencia hay más luz, cuando en realidad lo que hay es menos cáscaras interponiéndose entre ésta y el afuera.
    Así pues, ninguna acción nuestra toca la llama, aunque a la vista pareciera que sí.

    La segunda analogía es cómo se llena de información negativa y sin embargo no se afecta.

    Probablemente hemos escuchado hablar de la fibra óptica.
    Un material transparente por el cual fluye un haz de luz que transporta información.
    Millones de datos viajan a velocidad fantástica en forma de luz, la cual no cambia su esencia.

    Los preceptos divinos permiten llenar de información positiva, de felicidad, esas transmisiones que se establecen en el espíritu personal. Es gozo que deleita en Este Mundo pero que queda también para ser disfrutado en el Mundo Venidero, en lo que podemos entender como el deleite del paraíso.

    Al ser definida como felicidad le reconocemos un componente subjetivo, pues cada quien percibe la felicidad de acuerdo a quien es. Sin embargo el generador de esta felicidad espiritual siempre está vinculado a la acción en consonancia con los mandamientos divinos que corresponden a cada quien.
    Esto es, ninguna felicidad verdadera puede estar en desequilibrio con los mandamientos.

    Para este plano material el objetivo de la Torá es brindar bienestar, que es un concepto que incluye lo objetivo y lo subjetivo. Al respecto trataremos más adelante.

    Al actuar conforme a la Torá se estaría posibilitando el bienestar y felicidad para la persona.

    Continuemos con la palabra de Maimónides: “Promuévese la felicidad del espíritu gracias a las correctas opiniones y doctrinas que comunica la Torá al pueblo, según su capacidad.”

    Como habíamos mencionado anteriormente, al actuar conforme al sentido de la Torá se reducen los bloqueos entre el espíritu y lo material. Se eliminan falsas creencias, se extirpan las supersticiones, se desvanece el poder de las religiones, las ideas fantasiosas ocupan el lugar que merecen, las ideas se ordenan, por lo que la persona tiene un pensamiento más claro, una conducta más equilibrada.

    Sigue el maestro: “Algunas de estas doctrinas se comunican en forma llana y sencilla, otras, en alegoría; porque ésas son manjar demasiado fuerte para que la común capacidad del vulgo las asimile.”

    Algunas ideas se expresan de modo directo, por ejemplo: “No robes”. Para la generalidad de las personas es comprensible vertido de tal modo.
    En ocasiones las ideas son extraídas de historias, de relatos, de ejemplos, de un modo indirecto, para que así sean captadas por las personas o se extraigan moralejas que resultara árido expresar de otra manera. Ejemplo: el patriarca Avraham se había circuncidado hacía tres días, tenía dolor y fiebre y sin embargo salió presuroso a recibir a tres extraños para hospedarlos, les brindo agua y buena comida, los acompañó, se encargó de ellos como si fueran príncipes. De esta anécdota se derivan numerosas ideas, de las que mencionamos: recibir visitantes, ser solidario, no juzgar por apariencias, el altruismo libera del dolor, entre otras ideas sublimes y necesarias.

    Al actuar en sintonía con estas buenas enseñanzas, tanto las formuladas de manera directa como indirecta, estamos rompiendo la esclavitud al EGO, liberándonos de las celditas mentales que nos encierran, adoptando estilos de vida saludables.
    Todo esto nos provee de gozo, de aquella felicidad que corresponde al plano espiritual.

    En cuanto a lo material: “Consolídase el bienestar del cuerpo mediante la adecuada ordenación de las relaciones conforme a las cuales vivimos unos con otros. De dos maneras puede alcanzarse esto: la primera, alejando la violencia de nuestro medio, esto es, logrando que cada cual haga, no lo que le place, puede y desea, sino lo que contribuye a la común felicidad; la segunda, enseñando a cada cual las normas morales susceptibles de producir un buen orden social.”.

    El bienestar radica en un “estar bien”.
    Esto es, que cada componente se encuentre en su lugar y orden correspondiente.
    Que se establezcan las relaciones armónicas y por tanto se reduzca el efecto perjudicial del caos.

    El orden incluye un apartarse de lo que es prohibido, por ser perjudicial; pero también un aproximarse a aquello que es permitido, por ser beneficioso.

    El EGO rechaza el orden, promueve el caos, puesto que en esa situación es que impera la impotencia, la cual es aprovechada por el EGO para seguir manteniendo su dominio sobre la persona.
    Por lo cual, al actuar de modo altruista, solidario, generoso, comprometido, reconociendo los límites, se está destituyendo al EGO de su falso sitial de predominio para permitir a la persona desarrollar sus potencialidades, hacer uso de sus capacidades, encontrar el bienestar armónico interno y externo.
    En tanto sea el EGO el que comande las acciones, el caos seguirá imperando, la impotencia no dejará de sentirse en cada ocasión, la persona estará reducida a la esclavitud y a la enfermedad.

    La salud individual no es independiente de la salud colectiva y del entorno.
    Por tanto al irse ordenando las relaciones entre los factores internos, entre las personas, entre ellas y su medio, la salud se extiende y fortalece.

    Por tanto, parece necesario ampliar el alcance de nuestra idea de salud y de nuestra idea de persona. No basta con centrarse en el individuo, y así es como lo entendió y manifestó Maimónides: “Porque ha sido hallado que el hombre goza de una doble perfección: La una es la perfección del cuerpo, y la otra la del espíritu. Consiste la primera en la salud que sólo es posible cuando el hombre puede suplir sus necesidades a medida que se presentan, alimento, abrigo, baño, vestido, y cosas del mismo linaje. Pero el hombre no podría a solas procurarse todo esto; es imposible que un hombre aislado alcance bienestar y comodidad, lo cual sólo es hacedero viviendo en sociedad, pues que, como bien sabes, el hombre es por naturaleza sociable.

    El plano material, por su misma naturaleza es cambiante y formado por diversos elementos.
    Para facilitar nuestra comprensión señalamos cuatro dimensiones que la forman:

    · Mental: pensamiento, imaginación, creación, razonamiento, creencias

    · Social: valores, códigos compartidos, cultura, tradiciones, lenguaje, reconocimiento

    · Emocional: estima, disfrute, afecto, intimidad, autovaloración

    · Físico: el cuerpo y sus necesidades básicas, que son objetivas y sin las cuales la persona muere.

    Estas dimensiones están íntimamente entrelazadas, es muy difícil encontrar que se pueda aislar una de las otras. Cada una afecta y es afectada de manera diversa.
    Si bien es posible discernirlas, elaborar ideas al respecto de ellas, no dejan de asentarse en lo corporal, no dejan de ser elementos que constituyen un sistema complejo.
    Por tanto, aquellas doctrinas que niegan alguna de las satisfacciones necesarias a cualquiera de los planos, están en discordancia con el plan de Dios expresado en la Torá, reniegan de la salud, atentan contra el bienestar de la persona y de la comunidad.
    Es imposible pretender aislar al hombre, cercenarle sus derechos, impedirle la obtención de aquellos satisfactores que no colisionan contra la Divina Voluntad.
    Una cosa son los mandatos del EGO, que impulsa el caos, que deteriora la salud individual, colectiva y ambiental; y otra cosa es el reclamo o anhelo por alcanzar la satisfacción en aquellos factores que son permitidos.

    Prosigue Maimónides: “La segunda perfección consiste en que llegue a ser de hecho inteligente. Esta segunda perfección ciertamente no incluye cualquier acción o conducta, sino sólo conocimiento, al cual se llega reflexionando e indagando. Y es claro que esta segunda y superior categoría de Perfección sólo puede ser alcanzada cuando ha sido satisfecha la primera; porque la persona; que padece hambre, sed, calor o frío en demasía, no puede concebir una idea, ni cuando se la comunican otros, ni menos aun cuando ha de alcanzarla por propio razonamiento.”.

    Es imposible pensar correctamente cuando los tres planos anteriores están desbalanceados.
    Por tanto, la salud requiere no solamente de un organismo en armonía, sino también de las emociones correctamente balanceadas, relaciones sociales saludables lo que permite el despliegue mental acorde a la capacidad personal.
    El plano mental ejerce su potencial de acuerdo a su capacidad biológica, a los contenidos con los que ha sido llenado y a las facilidades que permite el entorno.
    Entre los contenidos que repercuten en lo mental están los mensajes que provienen de afuera pero también de las propias emociones.

    Por otra parte, es necesario comprender cómo el plano mental sirve como puente hacia el plano espiritual.
    El plano espiritual se satisface por medio del cumplimiento de mitzvot (aquellas posibles y pertinentes) y por medio del estudio de Torá (lo que sea pertinente).
    Como menciona Maimónides es necesario el orden para alcanzar la perfección.
    Un pensamiento ordenado, en el cual los factores emocionales impulsan hacia la armonía, los elementos aprendidos potencian la creatividad y el razonamiento, en un entorno cultural que favorece el análisis y la investigación, es un factor sustancial para adquirir el conocimiento necesario para llevar a cabo los mandamientos así como extirpar las creencias y doctrinas que entorpecen el desarrollo personal y colectivo.

    Sigue Maimónides: “Una vez conseguida la primera perfección es posible llegar a la segunda, la más noble, sin duda alguna, ya que merced a ella sola el hombre es inmortal.”.

    Como ya hemos explicado, lo que queda del individuo tras su muerte es su espíritu con la información que recabó durante su transcurso de existencia mundana.
    La inmortalidad, la eternidad, la vida postrera por tanto depende de alcanzar grados de equilibrio corporales que permitan un correcto despliegue del ser humano, que lo lleve a actuar conforme la Torá, por medio del cumplimiento de los mandamientos que le corresponden. De tal forma adquiere su porción de gozo para deleitarse en el Mundo Venidero.
    Pero si el hombre padece, sobrevive entre carencias, lleva su vida por caminos de insatisfacción en cualquiera de los planos que lo conforman, está poblando de información negativa su porción de eternidad.
    Es por tanto imperioso lograr un equilibrio multidimensional, para uno y para el conjunto de los miembros de la sociedad.
    Esto permite el despliegue de los propios potenciales, el bienestar y la felicidad, que son finalidad de la Torá, según resalta Maimónides.

    Concluye el maestro: “La verdadera Torá, que es una, y fuera de la cual no hay otra Torá, de nuestro Maestro Moisés, aspira a otorgarnos esta doble manera de perfección.”

    Refuerza lo expuesto anteriormente e indica que no hay otra “ley espiritual”, ninguna forma de reemplazar las enseñanzas y mandamientos que la Torá provee para una salud completa, que incluye lo espiritual.

    Una síntesis, tal cual amplía Maimónides en el Capítulo 31, podría ser: “El verdadero objeto de los seiscientos trece preceptos es inculcar alguna verdad, desvanecer alguna opinión errónea, consolidar el trato social, disminuir el mal, educarnos en buenas maneras y advertirnos contra las malas costumbres.”

    Esta prédica del maestro no son conjeturas o sabias ideas personales, sino que se fundamentan profundamente en la propia Palabra del Eterno:

    Y el Eterno nos mandó que cumpliéramos todos estos estatutos y que atendiéramos siempre al Eterno nuestro Dios, para que nos fuera bien todos los días y para conservarnos la vida como en el día de hoy.” (Devarim/Deuteronomio 6:24)

    El bienestar todos los días, por medio de atender la Palabra del Eterno y cumplir con los mandamientos.
    El preservarnos con vida como hoy, a pesar de ya haber dejado Este Mundo.

    No vemos al hombre como desconectado, como aislado, como caótico, pues tal es el engaño que promueve el EGO.
    En tanto que el hombre integrado, en armonía interna y externa, es el camino que establece la Torá. Una integración del hombre consigo mismo, con el prójimo, con el colectivo, con el mundo y con lo eterno. Todo esto atravesado por su conexión con Dios.

    La salud se forma entonces por el desarrollo de un estado de desconexión hacia uno de mayor integración y conectividad multidimensional.

    Pensar es…

    Pensar es…
    Parece obvio, pero en realidad no lo es.
    Puede resultar todo un ejercicio intentar definir “pensar”.
    Luego es probable que nos sintamos confundidos, titubeantes, y acabemos por reconocer nuestra falta de definición.
    (Otro ejercicio es que te preguntes acerca de todas las cosas “obvias” que asumes como sabidas, como compartidas con los demás… ¡te llevarás una gran sorpresa al darte cuenta de que sabes menos de lo que crees y te comunicas menos de lo que supones! Me lo puedes confirmar o denegar más abajo, en la zona de los comentarios. Gracias.)

    Hagamos la sencilla fórmula de consultar el sabio consejo del diccionario.

    Según la RAE pensar es:

    (Del lat. pensāre, pesar, calcular, pensar).

    1. tr. Imaginar, considerar o discurrir.

    2. tr. Reflexionar, examinar con cuidado algo para formar dictamen.

    3. tr. Intentar o formar ánimo de hacer algo.

    A menudo suele ser de gran ayuda el amigo diccionario, tal útil y tan desaprovechado.
    ¿Es de provecho en esta ocasión?
    Según 1 pensar es crear imágenes, aplicar la inteligencia, inventar, hacer conjeturas, evaluar, juzgar, figurarse algo.
    ¡Demasiadas cosas! ¡Demasiado abanico!
    Por lo visto es un proceso que implica lo mental, pero que va desde la fantasía hasta la deducción, pasando por una variedad interesante de opciones.

    La 2 parece concentrarse en la idea de juzgar por medio de un estudio dedicado, profundizar en alguna temática hasta alcanzar alguna definición o conclusión. Nos apartamos de la imaginación, de dejarse fluir entre ideas, para enfocarnos en un proceso que requiere atención, concentración y alcanzar algún resultado.

    La 3, bueno creo que refiere al uso de “pensemos alguna cosa”, “pensemos qué vamos a comer”, “pensemos en dónde haremos la fiesta de aniversario”.

    Me sigo quedando un poco a oscuras, les confieso.

    Entonces, vayamos por partes.
    Intentemos distinguir los factores que intervienen en el pensar:

    • Sujeto pensante.
    • Objeto que es pensado.
    • Proceso físico-químico del pensar.
    • Proceso psíquico del pensar.
    • Nexos que se forman a través de estos procesos.
    • Expresión –interna y/o externa- de lo pensado.

    Estos procesos que ocurren no se dan en un vacío.
    Es necesario un soporte físico, el cerebro; así como un contenido previo, percepciones y recuerdos.
    Pensamos porque Dios a través de la creación evolutiva nos ha provisto de la herramienta esencial para hacerlo, el sistema nervioso central y los órganos de la percepción.
    Pensamos porque hemos ido adquiriendo elementos mentales que vamos almacenando para luego manipular, combinar, remodelar y eventualmente recrear y crear.
    Si el soporte físico falla, el pensamiento falla.
    Si el soporte psíquico está contaminado o poblado de percepciones erróneas, recuerdos distorsionados o ideas corruptas, entonces el pensamiento también falla.
    Así pues, un niño dotado de un cerebro con un potencial de genio es adoctrinado para la necedad, probablemente sea un necio.
    Una mente potencialmente brillante es confinada a un reducto psicológico marginado y enfermizo, detrás de barrotes emocionales, entonces probablemente los pensamientos serán oscuros, reducidos, peligros y hasta macabros.
    Un niño adecuadamente estimulado, educado con amor y responsabilidad, pero que su configuración física sea deficiente, probablemente no pasará de pensamientos pobres.
    Un niño bien equipado, pero en un ambiente adverso, sin alimento, sin estímulos, sin educación, en constante riesgo de vida, difícilmente alcanzará la altura mental a la que podría estar “destinado”.
    Y así podríamos conjeturar sobre combinaciones diversas y resultados alternativos.

    Podemos resumir que el término "pensar" abarca actividades mentales de combinación y formación de ideas que pueden ser ordenadas o desordenadas. El pensar es lo que ocurre durante el juicio, la elección, la resolución de problemas, la originalidad, la creatividad, la fantasía y los sueños. Piensas en todos ellos, aunque en apariencia son bastante diferentes.

    Si buscáramos cuál es la finalidad en común de todo pensamiento, quizás podríamos concluir que es lograr contestar alguna pregunta, aunque no esté siquiera formulada como tal.
    Pienso para encontrar comida, porque mi cuerpo me reclama nutrientes y me asalta la pregunta de qué, dónde, cuándo, etc. encontrar la comida e ingerirla.
    Pienso para encontrar compañía, porque es una de las necesidades humanas básicas, entonces imagino situaciones, fantaseo, me contacto, hago y deshago con tal de resolver esta necesidad.
    Pienso para resolver un problema matemático, o un sudoku, o un crucigrama, o una adivinanza, o un inconveniente laboral, etc., porque está planteado el desafío al que debo hallar respuestas.
    Pienso porque “metí la pata”, entonces me devano en inventar alguna buena excusa, en justificarme, en descubrir culpables, en elaborar historias creíbles que me liberen de la carga de la responsabilidad.
    Pienso para adaptarme, para resolver el problema o conflicto que tengo ante mí.
    Pienso para responder a preguntas que todavía ni siquiera han sido formuladas, para adelantarme a posibles inconvenientes, y de esa forma prevenir o disminuir los colapsos y pérdidas.
    Y muchas veces pienso para no resolverlo, pero hacer de cuenta que lo resolví huyendo, mintiendo, fantaseando, delirando, obsesionándome para no encarar cambios reales, negando la realidad…

    De acuerdo a quien soy y cómo estoy siendo mi pensamiento será más elaborado, más ajustado a la realidad, más beneficioso, más resolutivo, más brillante, o todo lo contrario.

    Por lo que estamos viendo hasta ahora, no basta solamente con un “buen” cerebro, sino que además es necesario tener contenidos que combinar y entre éstos el haber sido educados para pensar.
    Tristemente, no es lo habitual, no nos enseñan a pensar.
    Igualmente pensamos, pero no al máximo de nuestra capacidad, no libres de vicios e insuficiencias producidas por el EGO a través de sus variadas herramientas de manipulación y dominio de la persona.

    Una buena y sabia amiga de este hogar nos ha dado este comentario que quiero resaltar ahora y compartir contigo:

    Podría decir que: pensar es un proceso en el cual todas esas “ideas, imágenes, vocecitas internas” vienen a nosotros cuando intentamos responder a “algo”, y cuyo origen está arraigado a los yoes que hacen parte de nuestro ser.

    La manera como organizamos estas “ imágenes, ideas, vocecitas” para transmitir el resultado, ó para actuar; se convierte en lo que conocemos como el “pensamiento” .

    Aunque creo que cuando nos detenemos para hacer el ejercicio “correctamente y elaborar la respuesta más acertada”, estaríamos ejerciendo realmente esta actividad de “pensar”.

    Pasa que; muchas veces , cuando “creemos pensar”, obedecemos de forma inconsciente a las imágenes que se elaboran a partir de uno sólo de los yoes, del “yo vivido”, para responder de forma automática (una de las herramientas ofrecidas por nuestro Ego). Entonces no buscamos una respuesta acertada ó correcta sólo… actuamos. “Actuamos sin pensar”.

    ¿Tú qué piensas?

    Me encantaría recibir tus aportes, para de esa forma ampliar y profundizar este importante tema.
    Nos estamos viendo.