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Tu poder MESIÁNICO

Sentirse impotente, serlo, es una constante en nuestra existencia terrena.
Realmente nuestro poder personal y colectivo es limitado.
Somos dependientes, frágiles, minúsculas partículas de polvo estelar que a veces cobran conciencia.
Somos infinitos espíritus pero reducidos a un pasar efímero, corto, pobre.

Para irnos acomodando nos vamos probando máscaras, vistiendo uniformes, cosechando trofeos, poseyendo, teniendo, creyéndonos nuestros propios cuentos, sufriendo, reclamando, quejándonos, padeciendo, viviendo de lo externo porque tememos a aquello que está en lo profundo.
Así vamos haciendo nuestra vida. Así dejamos correr el tiempo, hasta que llegamos a la tumba siendo desconocidos de aquel que está en el espejo.
Sumergidos en el Yo Vivido, alejados de la conciencia de nuestro Yo Auténtico.
Nos inventamos excusas, somos maestros en eludir, en negar, en olvidar, en imaginar alternativas que nos escondan a la conciencia de nuestro ser.
Tal cual la primera pareja humana hiciera:

«Cuando oyeron la voz del Eterno Elokim que se paseaba en el jardín en el fresco del día, el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del Eterno Elokim entre el árbol del jardín.»
(Bereshit / Génesis 3:8)

Incapaces de confrontar su conciencia, hundidos en el miedo provocado por la impotencia, tras esclavizarse al EGO, así hicieron. Se ocultaron entre los árboles, se escondieron, trataron de no ser vistos, como si pudieran huir de Dios, como si los ropajes externos y las riquezas pudieran silenciar la voz sagrada de la conciencia que retumba en el interior de nuestro ser.
Allí, en nosotros, como parte nuestra, en la parte más sana de nuestro ser, está la voz que constantemente nos habla, nos bendice, pero nosotros optamos por oír otras cosas, hacernos los distraídos, narcotizarnos, perdernos. Por ello, estamos en el exilio, en la diáspora, en el destierro, fuera de nuestro hogar.

Estamos en exilio.
Porque nos sentimos impotentes fue que marchamos al exilio.
Nos mantenemos en el exilio porque hacemos esfuerzos para sentirnos en casa, cuando no lo estamos.

Si aprendiéramos a conectarnos con nosotros mismos, a armonizar nuestras diferentes instancias, a que el Yo Vivido no estuviera chocando y negando al Yo Auténtico, si dejáramos de lado las excusas, si no tuviéramos más religiones sino espiritualidad, si… si esto ocurriera, sería el fin del exilio, el inicio de la Era Mesiánica, personal y colectiva.
Porque, tenemos el poder.
Dentro de nuestra limitada existencia, en la finita vida del hombre, éste ya tiene poder.
Por supuesto que no el de Dios, ni de estar por encima de todo, ni de la auto suficiencia; somos y seremos dependientes, la cuestión no está en negarlo ni en fantasear con estados de existencia mágicos.
Como ciertamente describe Maimónides para la Era Mesiánica:

“No supongas que el Rey Mashiaj debe realizar milagros y maravillas, provocar nuevos fenómenos dentro del mundo, resucitar muertos, o realizar otros hechos similares… No debemos suponer que en los Días del Mashiaj (Era Mesiánica) se anulará algo de la naturaleza del mundo, o que habrá alguna innovación en la Obra de la Creación. Sino, el mundo continuará según su modelo… Nuestros sabios enseñaron: (Talmud Berajot 34B) no habrá ninguna diferencia entre el mundo actual y la era de Mashiaj excepto (nuestra emancipación de) la subyugación a las naciones. ”
(Mishné Torá, Leyes de los Reyes, Cap. 11: Ley 3, Cap. 12: Ley 1, 2)

Así pues, el fin del exilio, personal y colectivo, no conlleva cambios fuera de lo que es natural.
Fuimos, somos y seremos dependientes, limitados, impotentes, es bueno saberlo, reconocerlo y no por ello hundirse en la desesperanza, escapar con el EGO hacia el exilio, tal como venimos haciendo.
Solo Dios, repito, solo Dios es todopoderoso, independiente en absoluto.
Hasta el esperado rey de Israel, el Mashiaj, será un hombre, restringido a su condición de tal. Poseerá capacidades exquisitas, será muy sabio, muy comprensivo, muy refinado, pero solo un hombre. Con mucho poder, la que da el liderazgo, la que brinda la inteligencia aplicada al bien, la de la Torá, pero también con las flaquezas de todo ser humano. Nacerá, llorará, tendrá apetito, padecerá frío, se quedará dormido, le dolerá quizás una muela, se enfermará… será un hombre, muy bueno, muy justo, muy sabio, muy leal, un ejemplo, pero un hombre.
Lo dice claramente Maimónides, lo codificó como ley.

Te repito, en nuestra acotada existencia, YA contamos con el poder.
Tampoco es el ilusorio poder, la apariencia que brinda el EGO de dominar a los demás por medio de manipulación, ni el de la violencia, ni el de la imposición agresiva, ni el del autoritarismo en cualquiera de sus formas. Ya que este aparente dominio que surge del EGO no es poder, sino juego de poder, apariencia, delirio, enfermedad, impotencia trastornada en supuesto poder.

Es bien otro el poder que está en ti.
Es el de la conexión espiritual, el de tu ser esencial, el de tu espíritu.
Es el que te conecta constantemente con Dios, y a través Suyo con todo lo existente, en todo tiempo y lugar.
Es el poder de estar en paz contigo mismo y con el prójimo.
Cuando aprendes a armonizar tu existencia, a ser uno contigo, estás en camino de ser uno con el otro, uno con Dios.
Allí resplandece la Luz de Vida, el poder.
Se expresa por medio de la conducta bondadosa y justa, cuando haces el bien a otra persona sin esperar nada a cambio.
Cuando bendices en lugar de enfadarte, cuando le deseas buen día incluso a aquel que te molestó.
Cuando te arrepientes y reparas el daño que has ocasionado, y llevas a reparar y al arrepentimiento al que te lesionó.
Está aquí y ahora, que es el único tiempo y lugar que existe. No está en el pasado, ni tampoco en el futuro. No está en otro, ni siquiera en grandes sabios, sino en ti. Es TU esencia, tu conexión sagrada con Dios, que nadie más tiene, que nadie más puede hacer resplandecer. Es TU poder sagrado.
Cuando escoges la vida, y actúas para promoverla.
Cuando siembras alegría en otros, seguramente cosecharás alegría tú.

Conoce tus máscaras, aprende a usarlas y no a que te usen.
Toma conciencia del EGO actuar en tu vida, no te opongas a él, pero tampoco le sigas el paso.
Deja fluir las insinuaciones del EGO, deja que te haga sentir impotente, no luches en vano.
Enfócate en aquello que es bueno y justo puedes hacer.
Encuentra tu ser, ámalo, cuídalo, estarás en la plenitud de tu poder.

Para ayudarnos a comprender, compartir y experimentar esto, te pido que comentes, compartas con tus amigos y redes sociales, pero especialmente que lo lleves a la práctica.
El que se beneficiará, eres tú.
Puedes salir del exilio y ayudar a que el mundo avance hacia la Era Mesiánica.

La máscara más cara

Una pregunta para responder aquí si quieres o para reflexionar y responderte a tu mismo.
La idea es que te sirva para ir avanzando en el camino del autoconocimiento. Si te conoces más y mejor, probablemente te ames un poco más, te cuides, te conectes contigo mismo y con el prójimo a un grado que no lo consigues desde el desconocimiento.

La pregunta:
¿Cómo usa tu EGO algunas de las máscaras de tu Yo Vivido para apartarte de tu Yo Auténtico?

Te daré un ejemplo, para que puedas realizar este ejercicio con mayor precisión. No te quedes pegado al ejemplo, es solo eso, un ejemplo.
El profesional que actúa en sus relaciones personales al estilo de su preparación académica y actividad laboral, sea médico, abogado, sicólogo, maestro, contador, lo que fuera. Usa frecuentemente la excusa de que hace así por “deformación profesional”, no otra cosa. Pero cuando analizamos la situación a la Luz del Conocimiento descubrimos que es un modo para dominar las situaciones que le angustian, que no sabe cómo resolver por no contar con recursos saludables para encauzar sus emociones. Su sentimiento de impotencia le obliga a presentarse con la máscara del profesional, encuadrado dentro de un marco que le brinda seguridad, sensación de relativo poder.

Ahora, es tu turno.
Adelante en el camino de la Luz.

Purim: dimensión interior revelada

“Meguilat Ester”, la narración del rollo de Ester describe un acontecimiento histórico, según confirma nuestra Tradición; pero en una lectura singular es también un manual espiritual de gran valía.
Esta segunda cualidad es compartida por todos los textos del TANAJ (Sagradas Escrituras judías), sin embargo, en el libro de Ester se destaca notoriamente este potencial redentor.
A través de sus jalones vemos pautas de cómo adquirir la madurez personal, la libertad del dominio del EGO, la estabilidad multidimensional tan anhelada y temida.
En su sencillez radica su profundidad.
En su simpleza mental se basa su potencia de liberación multidimensional.
En su aparente ausencia de Dios, pues no se lo menciona ni menta, se revela Su plenitud.

Es interesante observar que desde su propio nombre ya se descubre su virtud: Meguilá significa rollo, pero se asocia íntimamente a la voz “descubrimiento”, “revelación”; en tanto que Ester se vincula con “oculto”, “cubierto”.
Es la clave para que lo que está oculto sea descubierto, que la luz sea emanada, que las celdas sean abiertas, que los ojos contemplen sin dañarse.

Podemos advertir que son cuatro los personajes principales: el Rey (Ajashverosh/Asuero), la reina Ester, Mordejai y Amán.
Más allá de sus papeles en el drama real, representan también arquetipos, patrones internos de cada persona y según el misticismo cabalístico son patrones de conducta del Eterno.

Ya que nuestra intención es revelar un poco , y tan solo un poco, de la sabiduría oculta, atengámonos a los personajes en su rol de paradigmas y no como las personas reales que habitaron la Persia antigua.

Según consta en la Tradición, cuando en el libro de Ester se menciona al Rey a secas, no se está aludiendo al rey Ajashverosh, sino al Eterno.
El Rey que provee y decreta.
El Rey que domina y absuelve.
El Rey sobre todos los reyes.
Lo que podría ser Ajashverosh, a escala humana, si fuera libre del EGO, amo de su propia vida ((Favor de no confundirse y pensar que somos dioses, como se menciona en alguna religión, en la Nueva Era, en ciertas sectas cabalisteras, o dijera el serpiente edénico. No somos dioses, pero podemos emular las acciones de Dios y ser sumamente poderosos y factores de bendición.)).
Pero, el rey Ajashverosh, es torpe y dominado, macabro y patético, títere y monigote peligrosamente poderoso.
Ajashverosh es un niño en cuerpo de adulto, un bebe recién venido al mundo, ignorante, indócil, efusivo, carente de conciencia, falto de tino, desmesurado, angurriento, lleno de terrores, absolutamente hundido en la más profunda y oscura impotencia.
Pudiendo ser el Rey, no es más que una figurita desdibujada, una marioneta, un imbécil armado y sin control.
Ajashverosh eres tú, soy yo, cuando dejamos de lado nuestro Yo Auténtico para regodearnos en las caretas que nos van poniendo y se convierten en nuestro Yo Vivido, lejano y desconectado de nuestro Yo Auténtico.

Por su parte, Ester es la receptora de los dones de lo Alto.
Está en el papel de reina al mismo tiempo que en el de sierva.
Es beneficiada por el Rey, pero no deja de estar bajo su mandato.
Es la vocecita de la conciencia, la que no deja de estar conectada a la Fuente de Vidas, aunque esté sometida a disfraces, falsas identidades, secuestros, vidas falsas que debe llevar.
Es esa llamita perenne en nuestro interior, siempre enfocada en lo espiritual, pero que dudosamente reconocemos o admitimos como guía.

Amán es el EGO.
El amo detrás de las máscaras.
El pobrecito tirano.
El que se desespera por el 0.01% que no posee en lugar de gozar del 99.99% que está para su deleite.
El que odia, por no haber encontrado el amor a sí mismo.
El que destruye, difunde caos, perturba la calma, reduce a escombros la vida, apena y esclaviza.
El que anhela que los demás se arrodillen ante su presencia, para sentirse algo más que un débil pordiosero desamparado y sin poder.
El que manipula y juguetea con la tortura, para huir de su miseria vital.

Mordejai es la tendencia altruista, es la que permite a la persona estabilizar en armonía sus dimensiones, la que reduce al EGO a su mínima expresión, la que posibilita que haya sintonía entre el Yo Vivido y el Yo Auténtico.
Mordejai es quien salva, quien da vida, quien es bueno y justo siempre bajo el imperio de la lealtad superior.

El niño ñoño de Ajashverosh asienta en el poder y directriz del imperio a Amán, lo deja hacer y deshacer.
Siendo Ajashverosh el amo, se convierte en esclavo de su Amán.
Es Amán el señor del imperio, en tanto Ajashverosh es el monigote manipulado y vapuleado por su visir.
Eres tú, llevando la vida de fracasos que quieres aparentar de éxitos, a merced de tu EGO.
Tienes el palacio para gozar, la vida para disfrutar, la bendición constante para deleitarte, pero te estremeces lleno de miedo y dudas, iracundo y sufriente, porque el EGO está al timón y tu vida es un caos, aunque des mil excusas muy bien dibujadas para seguir engañándote.

En tu servilismo al EGO estás dispuesto a sacrificar lo más valioso que tienes: tu vida aquí y en la eternidad (representadas por el pueblo judío, en el relato de Ester).
En tu mansedumbre vil vejas a Ester, la sometes a tus nefastos delirios, simplemente para obedecer las órdenes oscuras y tenebrosas de tu Amán.
En tu bajeza ignoras a tu salvador, al único que vino a rescatarte, a Mordejai.
Cortas las alas a tu liberación, la encierras en una casa prostibularia, en tanto alientas el –falso- poder de Amán.
Te corrompes y corrompes al mundo.
Eso eres, un pobre Ajashverosh, que huye de la vida para hundirse en la muerte –aunque el corazón lata y se respire-.

Tal cual está relatado con fidelidad en la historia multidimensional de Ester, tal cual…
Te pido que la leas con cuidado, teniendo a mano está guía interpretativa. ((Lee solamente del hebreo original si eres judío y puedes hacerlo, o recurre a traducciones de judíos eruditos en Torá y leales a la Tradición, no a esas malas invenciones llamadas biblias cristianas o similares.))
Verás que no he añadido adjetivos, que no me he desviado de la impronta marcada por el sagrado texto.
Estamos hablando de tu realidad, aunque penosa de admitir… ¿no?
Estamos estudiando verdadera Torá, original Cabalá, sin palabrería, sin malabarismos ni trucos, sin apartarnos de la pureza que debemos poseer a la hora de hacer esta tarea sagrada.
Vamos señalando la celda y mostrando la llave para que abras la puerta y salgas a la Luz de Vida.

Ahora, ¿cómo destituir a Amán?
¿Cómo se hizo en la Meguilá para conseguir esta alta meta, beneficiosa en grado sumo para toda persona?

En lo personal te podría dar algunas indicaciones elaboradas a partir de otras fuentes fidedignas, pero atengámonos al relato y su instructivo de vida.
Daré algunas ideas, no todas, no en profundidad, dejaremos que el secreto siga resguardado para quien tenga la voluntad y capacidad de penetrarlo como, cuando y con quien le corresponda.

El comienzo de la derrota de Amán se encuentra en esta frase:

«Amán entró, y el rey le preguntó: -¿Qué se hará al hombre a quien el rey desea honrar? Amán pensó en su corazón: ‘¿A quién más deseará honrar el rey, sino a mí?‘»
(Ester / Esther 6:6)

Si se lo quisiera destituir directamente, daría una batalla “infernal”, sin tregua.
Si se le amenazara con quitarle un ápice de poder, se aferraría con uñas y dientes, llevando a cualquier desastre y ruina a la persona.
Si se le pretendiera matar, moriría la persona.
Entonces, el método elucidado en la Meguilá es el paradójico: es ofrecerle más poder, abierta y generosamente.
Que fantasee con dominar por completo a la persona, que se sienta plagado de honores, que se crea que ha obtenido la victoria total con la absoluta sumisión perpetua de la persona.
Que suponga que Ajashverosh jamás llegará a ser Rey, ni pretenderá siquiera intentarlo, dejando en el poder “de hecho” a Amán por siempre.
Que tenga ese deleite imaginario de poder plenipotenciario.
Que diseñe un plan para acariciar su oscuro ser, que el narcisismo aflore a pleno, que escoja cuales serán sus joyas y vestiduras de grandeza.
Que sienta poder, que sienta poder, que se sienta poderoso y sin contrariedades.
Cuando tenga todo listo para su apropiación, entonces derivarlo DE INMEDIATO y sin demoras hacia el altruismo, hacia las obras de bien y justicia.
No dar tiempo para excusas, marchas atrás, pataletas o rebuscados planes.
Que se ejecute “ya” actos de solidaridad, de beneficencia a otros sin esperar nada a cambio.
Que se vista de grandeza a otros, que se alegre el corazón del necesitado, que se pasee en carros de honor al prójimo, sin pedirle siquiera un gracias como pago.
Con esto se logra quebrar profundamente el –imaginario- poder del EGO sobre la persona.

Pero no basta, pues la Meguilá cuenta aún con un par de recursos más que deben llevarse a cabo.
Si se actúa solidariamente, con bondad y justicia, sin detenerse a mirar el deseo egoísta, puede ser un gran paso hacia la liberación; pero, bien pronto el EGO actuará para retomar el control.
Construirá excusas y trampas, organizará derrotas y humillaciones, vejará y avergonzará a la persona, para de esa forma asesinar su voluntad altruista.
Elevará una horca alta y cruda en medio de la plaza central de la ciudad para acogotar allí a la tendencia positiva.
Se tomará su venganza y no tendrá miramientos, con tal de alcanzar nuevamente la supremacía amada que lo aleja del sentimiento terrible de impotencia.
Será capaz de llegar a extremos espantosos, con el objetivo de seguir siendo el amo, aunque sea de un imperio devastado, de una vida arrasada, de un cuerpo mutilado y carente de vitalidad.
A ese punto es capaz de manipular el EGO resentido.

Hay que prestarle atención al EGO, darle un dulce para mantenerlo entretenido y calmado.
No se lo quita de un día para el otro, es una garrapata anhelante de succionarte la vida, pero por lo general sin quitártela por completo, a no ser que se vea estremecido y prefiera la extinción propia junto con la persona que lo aloja.

Para descubrir al Padre, primero debes descubrirte a ti mismo.
Debes verte al espejo espiritual y reconocer virtudes y defectos, mirar de frente al EGO que te devora, porque si continúas con excusas y huidas, no serás quien eres, ni estarás en contacto fluido con el Padre de Todo.
Es tiempo de escoger entre Dios y el EGO.
Entre madurar y ser tú mismo, o preserver el estado infantiloide, de impotencia manifiesta pero buenamente enmascarada.
Invita al Rey a tu vida… de la manera que solamente se debe hacer: cumpliendo los mandamientos que te corresponden de acuerdo a tu identidad espiritual. Si eres gentil son los Siete Mandamientos Universales, si eres judío los mandamientos que te tocan personalmente de los 613 globales.
Al invitar al Rey estás en posesión de nuevos recursos, que en realidad ya estaban a tu alcance, pero eras ignorante o impedido de usarlos.
El placer y la felicidad están en ti, pero prefieres someterte a las humillaciones del EGO en lugar de disfrutar de la bendición constante.

El Rey quiere colaborar contigo, quiere que seas rey de tu palacio interior.
La reina está anhelante, expectante por darte una gran mano.
Mordejai quiere convertirse en tu nuevo primer ministro, en el jefe de tus acciones de gobierno.
Solamente está Amán bloqueando tu dicha completa, tu plenitud, tu máximo potencial de gozo verdadero.
Siempre es Amán, al cual puedes derrotar si te lo propones y aprendes con maestros de La Verdad los métodos.
Puedes hacer mucho, por ahora con lo que te he enseñado, pero debes seguir andando el camino para hacer tu PURIM personal.

Feliz fiesta…

(Publicado originalmente el 15/3/2012)

Shekel completo

En la parashá Ki Tisá nos encontramos con una porción también conocida como Shekalim:

"(12) ‘Cuando hagáis el censo para obtener el número de los Hijos de Israel, según los que sean contados de ellos, cada uno dará al Eterno el rescate por su persona. Así no habrá mortandad entre ellos, cuando hayan sido contados.
(13) Esto dará todo el que sea contado: medio siclo conforme al siclo del santuario. El siclo tiene 20 geras. La mitad de un siclo será la ofrenda alzada para el Eterno.
(14) Cada uno que sea contado, de veinte años para arriba, dará esta ofrenda alzada para el Eterno.
(15) Al entregar la ofrenda alzada para el Eterno a fin de hacer expiación por vuestras personas, el rico no dará más, ni el pobre dará menos del medio siclo.
(16) Tomarás de los Hijos de Israel el dinero de las expiaciones y lo darás para el servicio del tabernáculo de reunión. Ello será un memorial a los Hijos de Israel, delante del Eterno, para hacer expiación por vuestras personas.’"
(Shemot / Éxodo 30:12-16)

Se codifica como mandamiento, el numerado 105 en la cuenta del Sefer HaJinuj, que cada judío mayor de 20 años de edad, sin importar su condición económica o social, debía contribuir con un medio shekel, a ser entregado como aporte para las obras del servicio a Dios en el Templo dedicado a Él.
Este mandamiento es de vigente obligación en tiempos del Templo, tanto para los judíos que habitaban Israel como para aquellos en el extranjero. 
Actualmente que no tenemos el Templo, se recuerda este mandato sagrado por medio de la lectura de esta sección en la parashá de esta semana, así como lectura complementaria especial anual del shabbat que antecede el comienzo de Adar.

Podemos aprender muchas cosas, pero quiero enfocarme ahora en una, quizás luego en otra más.
Se ordena que cada uno dé medio shekel.
Ya sea pobre o rico, apegado a los mandamientos o no, quiera o no, cada uno tenía que contribuir con medio shekel.
Podemos preguntarnos, ¿por qué medio shekel y no uno entero?
Una respuesta es que así todos podían pagar.
El pobre no tenía la excusa de su pobreza, el medio shekel anual era una suma accesible; en caso de no tenerlo, que pidiera prestado era su opción, su deber.
Por su parte, al rico se le imponía un límite específico en este tributo en particular, si quería dar más dinero para las obras del Templo, podía hacer otros donativos, por fuera de este tributo.
Aquel que no quería, igualmente debía, era un impuesto ordenado por la Torá, ley de la nación judía.
Aquel que no era muy observante (aunque en la antigüedad era algo muy poco común encontrar judíos alejados del modo de vida de la Torá ), se le recalcaba que éste era un impuesto obligatorio, que tenía otros fines aparte de los rituales. Servía también como censo, para saber el número de judíos adultos integrantes de la nación (Shemot / Éxodo 38:26).
Por este último aspecto, se codifica que era deber de todo judío adulto, cohén, leví e Israel; sea libre o liberto; sea judío de nacimiento o por conversión legal. Mujeres, siervos y niños estaban exentos, pero si uno de estos tres grupos quería entregar el medio shekel, se tomaba. Pero, en modo alguno se aceptaba de los gentiles, aunque fuera un noájida, no se aceptaba su contribución de medio shekel, pues era un tributo exclusivamente para los miembros de la nación de Israel, no para los gentiles.
(Comentario aparte, vemos aquí otro de los mandamientos de la Torá que el noájida que quiere atribuirse por sobre sus Siete, no tiene derecho, ni debe hacerlo. Tal como lo es el Shabbat y festividades de la Torá, tal como los celebran los judíos, ni estudio de Torá como los judíos, ni tefílín, ni mezuzá, ni tzitzit, ni circuncisión, que han sido decretados por Dios como exclusivos de los judíos y no permitidos para los gentiles, aunque tengan la más noble y pura de las intenciones).

Pues bien, medio shekel para que todos los que estaban obligados, puedan pagar.

Pero, podemos encontrar otro motivo quizás.
Podría ser, que esto nos enseña que todos somos parte de algo más grande. Algo que nos identifica, que nos es propio, pero que no somos nosotros.
Es una identidad transpersonal, formada por mí JUNTO con otros.
En este caso en particular, la identidad espiritual de pertenecer a Israel, al pueblo judío.
(Obviemos ahora la aparente dificultad de que mujeres, niños y esclavos no estaban obligados a este mandamiento. Concentrémonos, por favor, en la enseñanza que aplica a toda persona ,sin distinción de género, secta, gremio, condición social, identidad espiritual).
Cada uno tiene algo que aportar. Cada uno es parte, y si no cumple con la suya propia, el sistema completo está en falta.
No somos perfectos, pero se quiere que seamos lo mejor que podemos ser, con uno mismo y con el prójimo.
Por eso había que dar la mitad de un shekel, para que cada uno se sienta parte, para que entre hermanos se complementen.
Tú no eres el encargado de todo, no se te exige que hagas todo, pero sí que te intereses en conocer lo que te corresponde y lo hagas.
Medio shekel, no uno entero, porque el entero se consigue junto a los otros, a aquellos que tienen que construir contigo una mejor realidad.

Una realidad que no es llana, unidimensional, sin texturas diversas.
Es un multiverso, tal como el humano es multidimensional.
Somos cuerpo, somos emociones, somos pensamiento, somos la sociedad, somos esa conexión infinita que es el espíritu. Todo ello somos.
Somos uno, en la múltiple diversidad.
Aprender a ser lo mejor que puedes ser: tú mismo, en tu multidimensionalidad, en la armonía de tus dimensiones.
Ser tú y no un títere de los deseos de otros, o de las manipulaciones de tu EGO.
Ser tú, que tu Yo Esencial guía a tu Yo Vivido y se coordinen, y formen una personalidad integrada, saludable, bendita y de bendición.
Ser tú, no es la soledad, no en el exilio del ser, sino que formando parte de una comunidad de pares, de gente buena, justa, comprometida, leal. Una comunidad que si tú no estás, deja de existir como debe ser.

Otro aspecto de esta parashá.
El acto de dar, tal como nos enseña este mandamiento para los judíos, es el que nos redime, expía por nuestras almas.
¿Cómo puede ser que tan poco dinero sea el necesario para expiar por las culpas?
Hay una respuesta práctica, concreta. Ese dinero, el del medio shekel dedicado al Templo, era usado para comprar los animales y objetos necesarios para las ofrendas de expiación colectiva, entre otras cosas. Por tanto, como uno aportaba a eso, recibía el beneficio indirecto.
Pero hay otra respuesta alternativa.
La redención, la expiación, la “salvación” está en el acto generoso, en la apertura bondadosa hacia el prójimo, en la obra benéfica para la comunidad.
No en un acto ritual, ni en palabrería sin sentido, ni en mística hueca, ni en doctrinas religiosas, ni en sacrificios de sangre, ni en la fe… en la obra de bien, en el acto de bondad, en la construcción de shalom en la realidad.
Aquí vemos que no importa la cantidad, sino el hecho de dar.
El ideal es dar de forma desinteresada, sin esperar NADA (pero realmente NADA) a cambio. Ni en esta vida, ni en otra vida. Ni del que ha recibido, ni del que te ha visto, ni de la caricia egoísta que uno mismo se regala por hacer bondades.
Hacer el bien al prójimo simplemente porque uno hace bien al prójimo.
Seguramente que los beneficios no tardan en llegar para el que tiene un estilo de vida generoso, pero se multiplican mucho más para el que da sin esperar nada a cambio.
Por supuesto, el dar no es una receta mágica que te previene de desgracias, de enfermedades, de malicias de otros, de catástrofes, de accidentes… no querido amigo, el dar no es un hechizo que soluciona tu vida, como no lo es ningún cumplimiento de mandamiento, ni ningún rezo.
Uno da, porque es bueno hacerlo, y si de ello se obtiene beneficio (cosa que ocurre), ¡qué bueno!
Pero recuerda, medio shekel, no todo lo que tienes.
Porque somos limitados, dependemos constantemente del medio, de la naturaleza, de otras personas. Si solamente damos, cosa que es una ilusión, y no recibimos, nos extinguimos velozmente, o llevamos una vida miserable, por completo falta de salud, por fuera del marco de vida que Dios pretende para Sus hijos humanos.

¿Te has dado cuenta de que es a través del EGO que te afectan las desgracias?
Es el EGO el que nos hace inventar diferencias donde no están, conflictos donde no existen, quejas donde debiera haber agradecimiento.
Es el EGO el que nos sumerge en el sentimiento de impotencia, de hastío, de desesperanza, de dolor, de sufrimiento. El EGO el que nos hace vivir de deseos, de vanidad, de fantasías. El EGO el que nos hace creer unidades, en lucha por la supervivencia, en la guerra por la supremacía del más apto.
El EGO que nos inventa religiones, dioses, salvadores, necesidad de depender de aquello que es dispensable.
Seguir por los caminos que te marca el EGO, no puede hacerte dichoso; sólo puede hacerte desgraciado.
Si bien el EGO pretende la supervivencia, su funcionamiento sacado de su preciso contexto te lleva al constante sentimiento de amargura, de impotencia, de fracaso. Aún dentro del éxito, del aplauso, está la sombra del EGO, sus hambrientas fauces devorando tus carnes, corrompiendo tus pensamientos, destilando podredumbre en tus emociones, fantaseando poderes irreales con tal de suprimir tu vitalidad, de negarte tu realización, imposibilitar tu participación en la construcción de Shalom.
El EGO es el infierno, aquí y en allá.
Sabemos, lo repetimos, el EGO es una función natural, muy necesaria en su momento específico, parte de nuestro sistema de supervivencia básico. No es un ángel, ni un demonio, no es un espíritu maligno, ni un corruptor místico. Es parte de tu ser, es parte de tu naturaleza. Por tanto, no está en la mística, en conjuros, en rituales estrambóticos el poder librarte de sus mañas.
Presta atención cuando sufras, es allí que debes tratar de observarte, de descubrir los movimientos del EGO, sus herramientas que son tan toscas en funcionamiento.
Si haces bien la investigación, si puedes zafar de la emoción del momento, si tu pensamiento logra respirar un poco fuera de la celdita mental, entonces pronto descubrirás que de algún modo el EGO está detrás del sufrimiento.

¿Cómo se vincula el EGO con el tema que trajimos de la parashá Ki Tisá?
¿Cómo nos da poder sobre el EGO lo que aprendimos de la parashá Shekalim?

Escucho tus respuestas.
Gracias, por compartir este estudio conmigo.
Has sido generoso con tu tiempo, que es tu vida, por haber llegado hasta aquí junto a mí.
Ahora, sigamos elaborando conocimiento, comprensión, shalom con los comentarios, con las obras que apoyan a nuestra tarea de esclarecimiento, de redención.
Hasta luego. Que pases el mejor día de tu vida.

Alegría secreta

Las religiones por lo general se presentan como la respuesta a todas las angustias, las religiones supuestamente monoteístas además insisten en ser el camino único y excluyente hacia la verdadera felicidad.
Así andan promoviendo sus doctrinas y negocios los mercaderes de la fe.
”Cree en esto y odia aquello, y te irás al paraíso”.
”Sígueme a mí y dame de tu dinero, esa es la razón de tu vida”.
”Congrégate con los hermanos, repudia al diferente, pero di que eres tolerante, entonces serás bendito”.
”Solo a través de mí tienes la verdad, la felicidad y la vida… ahora, págame por todo lo que te prometo”.
Oh sí, la religión con sus vanas promesas de que cumplas con ella para ser feliz. Entonces se hacen pactitos con los dioses, se negocian acuerdos, se inventan astucias para engañar a los dioses, se pretende ser más poderoso que Dios. Porque, también entre los que se visten de santos hay muchos que no son más que adoradores del EGO. Pervierten lo espiritual para hacerlo religión. Hacen del cumplimiento de los verdaderos mandamientos simples monedas de intercambio con Dios, al que buscan obligar a que les satisfaga en sus deseos a cambio del cumplimiento de los mandamientos.
Negociantes de la fe. Tanto los que embaucan al prójimo con religiones inventadas, con doctrinas podridas; como aquellos otros que son muy fieles a libros y verdaderas doctrinas santas, pero que no son más que negociantes, lo hacen para obtener favores de Dios. Adoradores del EGO, al que presuntuosamente, idolátricamente, hacen pasar por Dios.

Sí, también las “religiones no religiosas” ofrecen cosas parecidas.
“Pon tu fe en la ciencia y serás feliz”.
”El hombre es la medida de todas las cosas, así que tú síguenos en nuestro marco humanistas y serás feliz”.
”Ten el último juguete electrónico carísimo de “La Manzanita” y serás feliz”.
”Actualiza tu sistema operativo y tu paquete ofimático, y serás feliz”.
”Grita los goles de tu equipo y festeja la derrota del tradicional adversario, y serás feliz”.
”Bebe tal cerveza, toma aquel whisky, disfruta de tal bebida cola, y serás feliz”.
”Usa aquella ropa, está a la moda, vacaciona allí, comenta esa película, escucha esta música, serás feliz”.
”Esa pasta de dientes, ese desodorante, ese perfume, ese color de labial, y serás feliz”.
”Maneja aquel auto y modelo, ten un cuerpo así y no asá, baila con aquellas personas, júntate con ellos y rechaza a esos otros, y serás feliz”.
”Cree en cualquier cosa de moda, respira como te ordenan, repite lemas sin sentido, adora lo que te presentan, y serás feliz”.
”Junta mucho dinero y derróchalo en lujos que no precisas, en placeres que son de apariencia, en comprar amistades, y serás feliz”.

Sí, queremos la felicidad… ¿o eso es lo que nos enseñan a creer?
¿Queremos realmente la felicidad?
¿Nos hace falta?
¿Nos falta?
¿Nos enseñan a creer que queremos la felicidad?
¿Nos enseñan a creer que somos infelices?
¿Nos enseñan a creer que tener más nos hará felices?
Cada una de estas preguntas merece que nos tomemos un tiempo para reflexionar, para evaluar, para responder con seriedad.
Ninguna de estas preguntas es sencilla ni merece ser pasada sin respuesta desde lo profundo.
Yo no te brindaré las respuestas ahora, suficiente con haber planteado estas interrogantes. Si quieres haces el esfuerzo de responderlas, si no, no lo hagas.

Nos enseñan que si conseguimos tal pareja, tal estilo de casa, tanto dinero, aquel auto, esas amistades, ese dios, etc., seremos felices.
Nos enseñan a seguir una receta mágica, una fórmula milagrosa, a presionar un maravilloso botón secreto que nos proveerá de satisfacción inmediata, o de promesas de redención y placer eternos.
Todo lo que queremos y más después de pasar ese umbral, de rezar tal salmo, de adorar esa imagen, de poseer esto y aquello, de creer en aquello otro, allí siempre habrá felicidad, es la promesa que nos hacen, la creencia que nos enseñan y que nosotros tercamente aceptamos y reclamamos.

Vivimos en una ilusión, en un completo delirio que es socialmente avalado y promovido. No es el delirio de los que son enviados al hospital siquiátrico, ni medicados para controlar sus mentes, sino el delirio que es aplaudido y sostenido por la sociedad.
Estamos dentro de una burbuja de irrealidad, en la cual nos hacen creer que la felicidad está al alcance con unos procedimientos fantásticos, de libro de cuento.
Se nos deja en un estado de confusión constante, de inmadurez, en una etapa mental/emocional en la cual se cree controlar por medio del pensamiento mágico, del deseo, de conexiones metafísicas que mueven al universo a conceder deseos.
Nosotros nos acurrucamos en ese estilo de vida infantil, lleno de temores, de deseos, de hechizos.
Creemos que la felicidad la encontraremos al final del arcoíris, a través de una oración mágica, chasqueando tres veces, silbando, etc.
Sí, también con buenas intenciones nos llevan a esa fantasía de poder, y nos dicen que los niños buenos son visitados por papá-noel, o rabí-noel, o nos vamos al paraíso, o se resolverán nuestros problemas.
Y no, no es así.

El dinero no compra la felicidad, ni la manda a hacer.
La salud no es sinónimo de estar feliz.
El amor no suele ser un estado permanente, ni de permanente felicidad.
Aquel que cumple con integridad los mandamientos que Dios le ha dado para que cumpla no vive sin sufrimientos, ni sin altibajos, ni en perfecta armonía.
Las tribulaciones están a la puerta, esperando para ingresar.
No, la felicidad no está misteriosamente guardada y lista para sorprendernos cuando queremos.

Parece que nos enseñan a buscar la felicidad allí en donde no se la encuentra.
No podemos saciar nuestra sed con el contenido de un pozo seco, ni el delirio de satisfacción satisface.
Parece que muy pocos pueden responder con facilidad a la sencilla pregunta: ¿para qué ser feliz?
Si pudiéramos, quizás sabríamos ser felices.

Miremos a los personajes del Tanaj, no hay uno que no haya pasado tormentas, conflictos, dolores, separaciones, enfermedades, guerras internas y externas.
Allí están, célebres personajes que recordamos luego de milenios, muchos de ellos ejemplos de virtud, de obediencia a Dios, de acatamiento a sus mandamientos, que tropiezan, que caen, que les cuesta reincorporarse, que sufren, que no están embotados en el delirio de vivir en un paraíso terrenal constantemente, sino que trabajan en la construcción de Shalom.
Ellos son nuestro espejo, son nuestra guía, y no encontramos que ninguno haya tenido una vida sedosa, sin traumas, sin pasiones encontradas.
Desde el abismo clamaba David, desde el destierro soñaba Iaacov, en el pozo lloraba Iosef, en la impotencia golpeaba rocas Moshé, ellos sufrían, no estaban inmersos en una burbuja de irreal felicidad.
Sin embargo, pudieron ser felices.

La felicidad no está en el tener, en cosechar trofeos, en darle alimento al EGO.
Porque es el EGO el que nos impulsa a hacer cosas para sentirnos con poder, con control, en dominio, al amparo de la debilidad.
Es el EGO el que nos asusta y nos hace correr como desesperados en busca de la clave secreta que nos convierta en todopoderosos.
Es el EGO que nos confunde y no nos permite identificar nuestro ser, conoceros, amarnos, respetarnos, unificarnos, ser uno, conectarnos con nosotros mismos, con el prójimo y con Dios.
Es el EGO el que promete todo tipo de felicidades, pero nos aleja de la felicidad.
Porque es el EGO el que nos hace creer que la felicidad es algo que se obtiene, cuando la felicidad es un resultado de lo que nos está sucediendo aquí y ahora.

La felicidad es el resultado de los que nos está sucediendo aquí y ahora.
¿Cómo?
Si nos falta esto y aquello, si nos duele lo de más allá, si nos corroe la duda, si sufrimos, si no tenemos, si deseamos, si realmente las cosas no pintan bien…
¿Cómo?

 

Cuando dejamos de buscar fuera lo que está dentro.
Cuando unificamos nuestras dimensiones y las ponemos en sincronía con la dimensión espiritual.
Cuando encontramos o elaboramos el sentido a lo que nos está sucediendo.
Cuando comprendemos intensamente que este momento, éste y no otro, es nuestra única vida, nuestra única oportunidad, y que no tenemos otro. Entonces dejamos de hurgar sin piedad en el pasado, no achacamos más culpas, nos dejamos de cargar la pesada mochila del sentimiento de culpa, hacemos oídos sordos a los miedos, eludimos la ilusión de pretender controlar aquello que está por fuera de nuestro control.
Admitimos nuestra existencia, admitimos nuestras circunstancias, vivimos el aquí y ahora sin luchar en vano contra aquello que es imposible derrotar. Por más que tratemos de espantar a las sombras con palos, éstas no se irán. Las sombras se corren en presencia de una luz, no cuando son apaleadas. Lo mismo ocurre con las fantasías de control, que deseamos imponer nuestro deseo, marcar el ritmo al mundo, dominar aquello que no está bajo nuestro imperio, y fracasamos, caemos en la angustia, nos sumergimos más en la insatisfacción y la infelicidad.

Pero, vivir el aquí y ahora como lo que es, nuestra única vida; dejar fluir aquello que no puede ser retenido; no luchar contra lo que es imposible pelear; no retener lo que tiene que partir; no querer controlar lo que no se puede controlar.
Así se llega de a poco a la armonía interna que produce la armonía con el entorno.
Armonía de nuestras dimensiones para alcanzar la armonía con los demás.
De a poco, cada cosa en su tiempo.

Para que la música penetre los sentidos, cobre vida, estremezca el alma, es necesario algo más que aprender una técnica de ejecución instrumental. Es necesaria la inspiración, la maestría, el arte, ese brillo que no se produce por magia, ni por aburrida repetición de una técnica. Es el espíritu puesto al mando, con las otras dimensiones en armonía. Entonces la música está viva y hacer estremecer.
Así también la felicidad, la verdadera. Es un producto que resulta de un estado del ser, de un entrenamiento para superar las limitaciones del EGO.
Resplandece cuando la persona vive a plenitud el aquí y ahora, especialmente en los actos de bondad generosa, en el dar sincero, sin esperar nada a cambio. Cuando se beneficia en verdad a otro, por su bien, sin esperar nada, absolutamente nada.

El secreto de la alegría secreta ya te ha sido revelado.

¿Para qué?

¿Para qué?
Es la pregunta que te conviene hacer y responder con franqueza a inteligencia ANTES de hacer o decir cualquier cosa.
Te llevará unos segundos más que si no lo hicieras, pero te evitará horas o vidas de dolor.
Te producirá algunos inconvenientes, porque suele costar un poco aclarar tus reales motivos, pero te permitirá llevar una vida de plenitud y gozo.
¿Para qué diré tal cosa?
¿Para qué quiero hacer esto?
Ojo, debes responder a PARA QUÉ y no a POR QUÉ.
Porque, es común confundir ambas proposiciones y derivar hacia los “porque…”. Sí, es más fácil decir causas, reales o imaginarias, que descubrir motivos y finalidades que sean sinceras.

Estás por gritarle a tu hijo algo parecido a “estúpido”, espera, ANTES te preguntas “Para qué le estoy por decir estúpido a mi hijo?”.
En tanto haces este micro ejercicio, seguramente ya te abstendrás de lanzar esa espantosa maldición sobre aquel que se supone más amas.
Y, si por una de esas raras cosas de la vida, encuentras un motivo válido, probablemente reconozcas que hay otras maneras de expresarse, que no conseguirás nada bueno ni justo.
Sí, toma sus poquitos segundos, hay que hacer un esfuercito, pero bien vale la pena.
Siendo gentil estás a punto de decir alguna parrafada que suena a hebraico o judaico… ¿para qué?
Para ufanarte ante otros, para sentirte más “espiritual”, para creerte parte de un linaje y estilo de vida que te es ajeno, para alcanzar el paraíso, para… no, todo esto es EGO… al menos es lo que me parece a mí… ¿para qué, pues? Creo que ni tú lo sabes… y si o sabes y descubres que es el EGO, entonces, ¿para qué lo sigues haciendo?

¿Vamos a probarlo?

¿Para qué vamos a probarlo?
Para aprender a ser nosotros mismos, amos de nuestras vidas y no meros títeres de nuestros EGOs. Para actuar con nobleza, con bondad, con justicia, y no como monigotes que reaccionan con violencia, con pasión, con desmedido sentimentalismo, con malicia.
Vamos a probarlo para ver si funciona, si podemos hacer que funcione, si nos llegamos a conocer un poquito más a nosotros mismos, y así amarnos, y respetarnos y unificarnos y ser felices.

¿Para qué ser felices?
Hmmm porque para eso nacimos… ¡no! Esa no es la respuesta a la pregunta “para qué”.
Vamos de vuelta.
¿Para qué ser felices?
Para…

¿Adónde vas?

Es una saludable costumbre proponerse objetivos, puertos a los que dirigirse para luego reabastecerse allí.
Objetivos para el día. Para el mes. Para la temporada. Para el año. Para el ciclo. Para la vida.

Si no marcamos un destino ni fijamos un rumbo, difícilmente estaremos navegando con tranquilidad, orden, confianza.
Cada corriente nos llevará, el viento nos dictará el curso, estaremos a la deriva, todo sirve porque nada sirve.
La desazón abruma cuando el caos nos rodea por dentro y por fuera.

Aquí estoy, allí quiero llegar, éste es el mejor camino que en este momento puedo trazar.
Ahora, a izar las velas y también remar, timonear con firmeza y flexibilidad.

Pero, antes sería bueno tomarse un tiempo para reflexionar y considerar si aquella meta soñada, esa que tanto nos desvela, en realidad es la necesaria, adecuada, de bendición, o es otro engaño fabricado por el EGO, otro “trofeo del EGO”, que nos envolverá en ocupaciones vacías, en preocupaciones, en discordancias externas que no dejen ver los conflictos más importantes, las carencias reales.
Quizás tanto afán por tener el mejor 0km, la casa más grande del vecindario, la esposa-trofeo más vistosa, el esposo más esbelto y simpático, los hijos más geniales y bellos, el trabajo más encumbrado, el viaje más exótico y extenso, en fin, todo lo que se propone como una idealización de lo que nos dará felicidad completa y es externo a nosotros, cosas/personas pasajeras, que hoy están y mañana se esfumaron, se fueron a otros horizontes, desaparecieron, envejecieron, surgieron nuevos y mejores modelos. ¿Serán éstas las metas a las que debemos aspirar y remar por alcanzar?

Sabemos que no tiene nada de malo, ni pecaminoso, ni enfermo, querer cosas, anhelar objetos valiosos y obtenerlos legalmente. No tiene nada de inmoral, anti-espiritual, rebelde, querer una gran casa con fondo, y tenerla, y disfrutarla. Ni el mejor auto en plaza. Ni gozar de la compañía de gente bella. Ni de darse lujos permitidos. Ni de hacer turismo allí en donde nos plazca y sea accesible. Nada de malo, aunque las religiones suelen demonizar todo esto para sus “ovejas”.
En realidad, es muy bueno disfrutar de lo que nos está permitido y a nuestro alcance.
La cuestión es comprobar si eso se convierte en el centro de nuestra vida, el motivo que nos mueve, el sentido que da valor a nuestra existencia, el objetivo de nuestra vida.

El cuerpo quiere y merece cosas buenas.
¿Por qué no?
Por ello nacemos como cuerpo, para que disfrutemos de la vida, para ser felices.
El espíritu goza con el goce permitido del cuerpo.
Vamos recogiendo información con nuestras experiencias, y sin son gozosas dentro de lo permitido la información será radiante, de luz. Placer en esta vida y para disfrutarlo también en la eternidad.

Pero, esta vida es un corredor, no el palacio.
Estamos para aprender a ser felices, para serlo, para adquirir esa experiencia y poder disfrutarla en la eternidad.
Sin embargo, la felicidad no es el disfrute de lo externo, sino la unificación de las dimensiones.
Hacer que el cuerpo sea espiritual, que lo espiritual encarne.
Que cada deleite “mundano” sirva para despertar la chispa espiritual y hacerla irradiar su energía benefactora.
Elevar este mundo, armonizarlo con el mundo del espíritu.

Por ello, si ponemos nuestras metas en afanes del EGO, en cosas exteriores, en placeres del momento que sirven para esconder el sentimiento de impotencia, entonces no estamos siendo felices. No estamos sirviendo a Dios. No estamos adquiriendo sabiduría. No estamos recopilando información para disfrutar en la eternidad.
Si el auto nuevo es para sentirme poderoso, es EGO.
Si la casa más grande es para que los demás admiren mi riqueza, es EGO.
Si la pareja la queremos a nuestro lado porque causa el deseo de los demás, su codicia, es EGO.
Si nos ufanamos de lo inteligente y lindos que son nuestros hijos y no les vamos dando su lugar, su independencia, es EGO.
Si el viaje lejano es para demostrar nuestro valor, dinero, poder, es EGO.
¿Se comprende la idea?
Una cosa es querer cosas buenas para disfrutarlas, siempre y cuando sean permitidas.
Otra cosa, muy diferente, es querer las mismas cosas pero para tapar ese inmenso vacío que nos produce el sentimiento original de impotencia, y que aprovecha el EGO para dominarnos.

Por lo cual, disfruta de lo que te es permitido, en tanto te alejas de lo que no lo es.
Pero no llega con ello la felicidad, pues ésta es resultado de algo más.
No solamente del goce sensorial, sino del abrirse generosamente a los demás.
¿Quieres una gran casa? Haz lo necesario y permitido y consíguela, pero no te conviertas en un ser mezquino y avaro, sino que comparte con los demás, da caridad, sé generoso.
¿Quieres ser el mejor estudiante de la generación? Pues, estudia, sigue estudiando, haz las preguntas sabias e inteligentes, aprende, aprende a aprender, pero en el camino no dejes de ser amable, respetuoso, atento, bondadoso con el prójimo.
¿Quieres un cuerpo esbelto, firme, poderoso? Trabaja tu cuerpo, haz ejercicio, sigue una dieta saludable, entrénate, pero no te pases todo el día viéndote al espejo del cuerpo, sino que también presta mucha atención al espejo del alma, reconoce tus debilidades emocionales y trabaja para fortalecerte en ellas, no menosprecies al gordito, feíto, debilucho, pobrecito, sino que sé tú mismo y ayuda al otro a ser.

Es decir, disfruta lo exterior, pero no hagas de ello tu objetivo principal.

Traza tu objetivo, los de corto, mediano y largo plazo.
Ve qué quieres aprender, que potencial desarrollarás, que límite impuesto por el EGO correrás, a cuanta gente beneficiarás realmente con él.
Si encuentras que habrá dificultades, que no todo es cómodo, que tendrás que esforzarte, ¡perfecto! Así es como debe ser.

Cada noche, si tienes energía aún, tómate un tiempito para reflexionar, para evaluar si estás yendo por el rumbo marcado o te has desviado.
Vuelve al rumbo, si encuentras que te has apartado y la meta sigue siendo la apropiada para ti.
No temas cambiar de objetivo, pero ten cuidado, que no sea el EGO que te manipula para hacerte sentir fracasado, dubitativo, impotente. Los puertos no se van cambiando porque sí, sino porque realmente ya no son un destino provechoso y se ha encontrado uno que es mejor.

Recuerda que ni el deseo, ni la creencia, ni el sentimiento, ni la fe, ni el pensamiento hacen nada. Son los actos los que lo hacen.
Piensa bien, siente bien, cree bien, pero HAZ bien.
Te has subido al taxi de la vida hace x años. El taxista (tu conciencia) te preguntó: "¿Adónde lo llevo señor/señora?”
Y tú tienes la obligación de responder, no puedes quedarte en silencio, ni teniendo fe en milagros, ni esperando que otro decida por ti.
El taxímetro corre, el viaje termina en algún momento, hay que ponerse en marcha.
El taxista espera que le des la orden y arrancar y andar el camino hacia tu meta.

Vamos, decide, evalúa, ponte en marcha.

Clave para mejorar tu vida

Muchas veces nos preguntamos: ¿qué me está pasando en la vida, con mi vida?
Por lo general cuando estamos en una racha negativa, o ante un tropezón.
¿Qué me está pasando?
Y también el tan común: ¿Por qué a mí?

No sé si notas que está pregunta evidencia pasividad, falta de responsabilidad, ser víctima y no actor, estar sometido y no ser creador.
”Me está pasando”.
Como si hubiera un destino, como si uno no fuera personaje y autor, sino mero títere.
Hay algo que acontece, que me ocurre y que pareciera estar por fuera de mi alcance.

Desde una perspectiva más integral podemos decir que no nos está pasando nada, sino que estamos recibiendo respuestas.
¿Respuestas?
¿Respuestas a qué?

A cómo estás viviendo.
A las decisiones que tomas.
A las decisiones que pospones.
A las decisiones de las que crees escapar por no decidir.
A lo que estás haciendo.
A lo que estás dando.

No amigo querido, no es respuesta a lo que piensas, ni a lo que sientes, ni a lo que crees.
El mundo interno es muy importante, tiene un grado en el arte de modelarnos y a nuestro entorno, pero no es la clave.
Lo esencial es cómo vivimos, qué hacemos, qué dejamos de hacer.

Te daré un ejemplo muy simple.
Puedes pensar en que tu comida es saludable, sientes que estás ingiriendo alimentos sanos, crees que tu dieta es balanceada y correcta, tienes plena fe en esto; pero en los hechos, en los actos, estás comiendo comida chatarra, llena de azúcar, fritos y refritos, en cantidades desaconsejables, con mucha sal, etc.
¿De qué vale tu pensamiento, sentimiento, creencia, si a la hora de las acciones estás falto de equilibrio, provocando tu desarmonía?
Luego te quejas de sobrepeso, de pesadez, de malestar estomacal, de taquicardias, de insomnio, de fatiga crónica, de falta de aliento, de problemas emocionales, de conflictos con tu pareja, de…
La vida te está respondiendo a lo que estás haciendo con ella.

Recuerda, las buenas intenciones son hermosas, sí señor, pero cuando están acompañadas de conocimiento y equilibrio. Pues, cuando las buenas intenciones vienen solas, carentes de sabiduría, adecuación y armonía, suelen resultar en desastres. (Lee la definición de diletante, si gustas).

Oh sí, el pensamiento, sentimiento, palabra, que son positivos tienen su efecto positivo.
Sin dudas que sí.
Somos multidimensionales, no meras máquinas de hacer cosas.
Una bella palabra a tiempo puede cambiar una vida, para bien. Una palabra a destiempo, puede hacerlo para mal.
Pero es una palabra dicha, es decir, hay una acción, diste algo de ti. Para bien o para mal.
Si te quedas solo en el pensamiento positivo, en el sentimiento ídem, y nada más, no cambias al mundo, ni te mejoras para nada a ti mismo.
Que la acción sea un vestido acorde con tus pensamientos y sentimientos, entonces sí: piensa bien y será bien.
No por magia, sino porque es la ley de causa-efecto, acción-reacción, modifico de alguna forma el sistema y éste me responde.
La vida me responde a lo que doy,

Ciertamente las emociones han de acompañar al pensamiento, darles esa energía vital de la cual carecen los pensamientos.
Piensa bien, entonces encuentra dentro de ti la emoción positiva y encárnala en una acción constructora de Shalom.
O al revés, siente tu “neshamá”, tu esencia espiritual, tu pura conexión con la Eternidad, siéntela vibrar, descúbrela, enlázala con algún pensamiento favorable y entonces haz la obra necesaria para construir Shalom.

Por supuesto, en medio estará el EGO perturbando el accionar.
La emoción luminosa será opacada por deseos del EGO.
El pensamiento correrá hacia excusas para justificar lo negativo.
Las acciones serán torpes o confusas.
Entonces, luego no te quejes preguntando qué pasa con tu vida, pasa lo que estás haciendo con ella.
Porque, por lo general nos vamos auto engañando, creyéndonos más buenos, sabios, justos, leales, inteligentes, perfectos, armoniosos, iluminados, santos, etc. de lo que en verdad estamos siendo.
Es una de las trampas del EGO, la desconexión de la realidad.
Entonces, cuando tomamos real conciencia de nuestra identidad, cuando nos unificamos en nuestros planos, cuando vamos armonizando nuestra existencia, cuando realmente construimos shalom a cada instante (es un ideal casi inalcanzable, pero bueno, a ello debemos aspirar), entonces allí comprendemos la futilidad de la queja, la necesidad de seguir creciendo, aún en el dolor, aun en la falta de esperanzas, aun en el amargo momento.

Pero, ten presente, tú no eres el centro del universo, tampoco eres todopoderoso, por lo cual ni tus buenas intenciones+conocimiento arropados en buenas acciones no tendrán necesariamente resultados siempre positivos en este mundo.
Porque, te lo repito, no eres el centro del universo, no eres todopoderoso.
Hay otros factores en juego, que pueden ser otras personas que se oponen a tu proceder, que son indiferentes, que producen el mal –voluntariamente o no-, que están allí y no responden de la manera esperada, etc.
Está también el mundo material, que excede en mucho tu poder, que no está a tu servicio aunque la humanidad tenga esa rara idea.
Está el sistema complejo del mundo que funciona con sus propias reglas naturales, que tiene efectos que pueden ser molestos, desagradables, mortales.
Están los designios de Dios, que suelen ser inescrutables.
Como sea, a veces podemos confesar que estamos pensando, sintiendo, creyendo y haciendo en sintonía con el Bien (con inicial mayúscula), pero igual sentimos que algo no está bien.
Es la famosa cuestión, tan milenaria, de que al bueno le va mal, en tanto al malvado le va bien.
No es aquí el momento de tratarla, porque ya lo hemos hecho en otras ocasiones antes.
Pero sí, hay cuestiones que nos sobrepasan.
Sin embargo, la clave habitual suele ser lo que te trato de enseñar aquí hoy: Lo que das, es lo que recibes.
No será 100% de las veces, pero tiende a ello.

Lo que das en esta vida, que es la única que tienes.
No hay necesidad de estar pendiente de ilusiones (o no) de vidas previas.
Ni de conceptos magias o místicos.
Busca lo simple, lo concreto, que suele ser la mejor respuesta.

¿Como encarnas en acciones tus emociones?
¿Brindas agresión, gritos, pasividad, dolor, severidad, falsedad, miedo, miseria, indiferencia?
¿Qué estás aportando al mundo?
Lo que brindas, es lo que probablemente recibirás a cambio.
Como en tu cuenta de banco. No sería lógico ni razonable enojarse y patear al cajero automático si no te da dinero, si no le has depositado nada antes.
Y si esperas dólares y depositaste pocos pesos, ¿con qué derecho reclamarás lo que no te corresponde?
Primero deposita, cuida tu inversión, añade a ella y entonces estarás listo para recibir lo que es tuyo y con creces, con buenos intereses.
Así en el amor, la amistad, el trabajo, la comunidad, el vecindario, etc.
Brinda y recibirás.

Deposita en el banco de la vida (temporal y eterna), haz buenas obras, no importa tanto en lo que crees. Haz el bien, con justicia y lealtad.
Pon en tu cuenta, de a un peso por vez si no puedes más, pero no dejes incrementar tu caudal ni bien puedas.
Brinda acciones nobles, colabora, coopera, comparte el buen pan, brinda entusiasmo, alegría, afecto, gratitud, felicidad, amor, abundancia, aprecio, reconocimiento, lealtad.
Vamos, dale eso a tu pareja, a tus hijos, a tus padres, amigos, familia, FULVIDA-SERJUDIO.com, da generosamente, no esperes NADA a cambio.
Tú brinda, haz que tu entorno sea depositario de tus buenas acciones.
Al rato estarás recibiendo con creces lo que diste.
Recogerás bienestar, si no lo estás esperando como codicioso negociante mezquino.
Construye shalom, una y otra y otra vez. No esperes NADA a cambio. Tú hazlo.
La vida te responderá con creces.

Ya no preguntarás con una respuesta hueca: ¿Qué me está pasando?
Sino que alegremente enseñarás a construir shalom, a ser quien construye tu vida y la hace receptora regocijada de bendición.

Si te gusta, compártelo, vívelo. No dejes que este mensaje de vida muera en el anonimato del EGO. Gracias.

Siempre presente

Después de que se toma conciencia de la ubicua existencia del EGO y de sus modos de operar, y cuando se admite su presencia y no se reniega, es posible verlo en funcionamiento en casi cada acto humano, sea de la vida real o del mundo de las fantasías, sea en los hechos cotidianos o en historias pasadas. Allí lo podemos descubrir, en las sombras del inconsciente humano, siempre acechando, siempre tiranizando, manipulando para hacer sentir impotencia pero al mismo tiempo prometiendo el poder total. El EGO, que está anhelando la vida pero la termina corrompiendo.
Ya te daré algunos breves ejemplos de la mismísima Torá, aunque pudieran ser tomados de cualquier otra fuente, real o imaginaria, actual o pasada, “sagrada” o profana, en el hogar o en el trabajo, en la relación conyugal o con el compañero de tareas, en el bus como pasajero y detrás del volante de tu auto, en un estadio o en la playa, en la sinagoga o en la iglesia, en cualquier sitio y situación, al estar atentos y conscientes allí lo descubriremos al EGO.

Realmente, no es extraño que cuando en el pasado la gente percibió que una “fuerza oscura” actuaba en sus vidas, hayan inventado a “Satanás”, o dioses/ángeles/seres-metafísicos del estilo.
Es comprensible, al menos para mí, que aquella gente haya concebido a un “Satanás” malévolo, siempre activo, siempre presente, provocador, instigador, seductor, príncipe del mal. Aunque no sea real, porque tal Satanás es una ilusión, ciertamente no resulta tan descabellado que aquellas personas lo inventaran y le tuvieran tanto rechazo, temor y al mismo tiempo deseo y amor. No por ser falsa la invención del tal Satanás, deja de tener algunas conexiones con la verdad.
Es la forma que inventaron para tratar de comprender un poco al EGO, o al menos para explicar todo aquello tan insólito y espeluznante que sentían estaba pasando en sus vidas.
Tengamos nosotros mucho cuidado y criterio de no convertir esta teoría explicativa en una nueva teología, en otra superstición más. Nuestra conceptualización del EGO es una herramientas de comprensión de la realidad humana, no una mística para esclavizar a la gente bajo la tiranía del EGO.

Hemos de tener en claro que el EGO radica en el cerebro, en la parte más primitiva del mismo, en aquella que está por fuera del gobierno de intelecto superior. Sin embargo, muy pronto la persona supedita su intelecto al EGO. Entonces, esa dimensión superior y distintiva del humano suele trabajar –inconscientemente- para el EGO.
¿De qué modo?

  • Inventando excusas para no hacer lo correcto.
  • Justificando lo que no está bien.
  • Elaborando estrategias para mantenerse apegados a aquello que no nos permite crecer.
  • Ideando planes para someter a los demás y de ese modo pretender no sufrir del sentimiento de impotencia.
  • Distrayendo la conciencia y sumiendo a la persona en adicciones, anestesia, negaciones más o menos hábiles.
  • Fantaseando seres y mundos imaginarios, que evaden la realidad.

Como te dijo, el EGO es omnipresente, porque está en nosotros.
Allí donde estás, está tu EGO.
Repito, no por ser un ángel o un demonio, pues no tiene una existencia separada a la nuestra, sino por ser una partecita de nuestro sistema nervioso.

Ahora, un par de ejemplos del Tanaj, que es lo que erróneamente algunos denominan como “Antiguo Testamento”, que no es ni antiguo para ser reemplazado por otro, ni testamento, ni tampoco es en sí el Tanaj, pero bueno…
Para hacerlo “más interesante”, no escogeré arbitrariamente narraciones que acomoden a lo que quiero mostrar, sino que abriré al azar en el TANAJ interactivo que he programado y traducido, allí en donde el cursor caiga copiaré y pegaré aquí.
Vamos.
Ejemplo 1:

"(5)Así ha dicho el Eterno acerca de los profetas que hacen errar a Mi pueblo, que muerden con sus dientes y proclaman: ‘Paz’; y al que no les da de comer le declaran guerra.
(6) Por tanto, habrá para vosotros noche sin visión y oscuridad sin predicción. Se pondrá el sol sobre los profetas, y el día se oscurecerá sobre ellos.
(7) Serán avergonzados los videntes, y confundidos los adivinos. Todos ellos se cubrirán hasta sus labios, porque no habrá respuesta de Elokim."
(Mijá / Miqueas 3:5-7)

Bien, ni que lo hubiera buscado adrede…
La simple lectura sin pesado análisis, pero siempre teniendo en cuenta las enseñanzas sobre el EGO, ya nos permiten ver su presencia y funcionamiento.
Encontramos en el párrafo a falsos profetas, clérigos que vienen en nombre de Dios o dioses, que supuestamente hablan en nombre de la deidad y prometen paz, salvación, riquezas, poder. Dicen ser emisarios de Dios, casi todopoderosos, viven proclamando religión y aleluyas, pero sus dientes muerden porque no son sinceros, no son constructores de Shalom, no trabajan para Dios, sino para su dios, el EGO. Ya que cuando las ovejitas no les dan de comer, no les pagan diezmo, no contribuyen con la falsa “sedaká”, no les arrullan el ego (en minúsculas), no los apoyan ni aplauden, los contradicen de alguna manera, entonces en ese momento las ovejitas pasan a ser enemigos, amenazas, hijos de Satanás, manzana podrida, malditos, infernales, herejes, que salieron del camino, extraviados, malvados, pecadores. Oh sí, cuando alguien les tambalea aunque sea un poquito su ilusión de poder, entonces muestran quien son en realidad. Se deja de lado el amor y no juzgar, ya no hay otra mejilla, los modales quedan relegados, la paz… ¿qué es eso? Enseñan sus dientes, afilan sus garras, escupen veneno, atacan sin piedad.
Usan las armas del EGO para manipular, agreden, insultan, maldicen, gimotean, se hacen las víctimas, amenazan, juegan con las emociones, declaran la guerra “santa”.
Oh sí, esos profetas falsos, siguen existiendo. Son pastores, ministros, sacerdotes, algunos rabinos o presuntamente tales, caudillos políticos, jefecitos del trabajo, cualquiera que se pone a mandar y no lo hace desde el servicio sino desde el EGO.
¿Y qué anuncia Dios, el Uno y Único, para estos mercaderes de la fe?
Oscuridad, inseguridad, caos, confusión, terror, vergüenza, descontrol, tal como existe ya en el interior de esta gente: EGO y más EGO.
Y no habrá respuesta de Dios para ellos, porque ellos prefieren mantenerse desconectados de la línea de Luz para sorber del veneno de la oscuridad de sus EGOs.

Veamos si ahora al azar encuentro una historia con acción.
La mujer come del fruto del árbol prohibido y da de comer a su hombre. Ambos se ciñen hojas, para tapar su recién descubierta desnudez. Entonces:

"(8) Cuando oyeron la voz del Eterno Elokim que se paseaba en el jardín en el fresco del día, el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del Eterno Elokim entre el árbol del jardín.
(9) Pero el Eterno Elokim llamó al hombre y le preguntó: -¿Dónde estás tú?
(10) Él respondió: -Oí tu voz en el jardín y tuve miedo, porque estaba desnudo. Por eso me escondí.
(11) Le preguntó Elokim: -¿Quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol del que te mandé que no comieses?
(12) El hombre respondió: -La mujer que me diste por compañera, ella me dio del árbol, y yo comí."
(Bereshit / Génesis 3:8-12)

Hicieron algo incorrecto y la reacción fue esconderse.
Lo típico cuando se está bajo el comando del EGO. Se sigue al deseo, se quiebra el orden, se siente la culpa y en lugar de comenzar un proceso de restauración se corre hacia la mentira, el ocultamiento, la negación, el echar culpas al otro… típico, ¿no?
La voz de la conciencia desde nuestro interior no duerme, no se deja engañar. Insiste en preguntarle a la persona: ¿Dónde estás?
Puede esconderte, disfrazarte, huir, hacerte el distraído, drogarte, hacerte adicto a las religiones, llenarte de supersticiones, hacer piruetas rituales, pretender ser otro, convertirte en otro, pero la conciencia anidada en la esencia espiritual no se deja estafar ni corromper. No la compras con dinero, ni con elogios, ni con rezos, ni con insultos, ni con escapes, nada la corrompe pues está ligada a Dios en su propia esencia.
Y te insiste en que te descubras, en que te veas tal como eres en realidad, que mires al espejo para encontrarte, amarte, cuidarte.
No te dejará perder, ni admitirá que prefieras ser esclavo del EGO antes que libre y siervo de Dios.
¿Dónde estás?
Una y otra vez te preguntará, hasta parecerte un tormento. Pero realmente lo que te tortura no es la conciencia, no es la silenciosa voz de Dios dentro de ti, sino que te hace sufrir tu vida engañosa, tus travesuras infantiles a edad adulta, tu esclavitud opresiva al EGO.
Cuando no tienes más escape darás una respuesta, pero fastidiosa, mentirosa. Reconocerás alguna cosilla, pero nada grave, nada que te mueva al cambio positivo.
Sí, ahí están las excusas.
Cualquier cosa sirve para taparte.
Por supuesto que el echar culpas es algo habitual, que mejor manera de zafar que haciéndose la víctima.

Ya lo vimos en dos ejemplos tomados al azar.
Ahora, puedes irlo reconociendo en todos, en cada momento.
A veces puede estar más tapado, menos evidente, pero luego de un tiempo de entrenamiento sabrás verlo.
En otros. Pero especialmente es importante que puedas verlo en ti.
Saberlo, comprenderlo, tenerlo presente te permitirá manejarte de otra manera, si quieres y puedes.
En lugar de desconectarte de la realidad, de manipular, de agredir, de corromper directa o indirectamente, podrás estar en condiciones para darte cuenta y detener el curso nefasto de acción.
Es algo automático en ti, el EGO está ahí, es parte tuya, actúa lo quieras o no. Pero tienes el poder para darte cuenta, hacer una minúscula pausa y optar por no actuar el papel grotesco que el EGO ha escrito para ti como guión de vida.
Precisas entrenarte, mucho, no te prometo que será fácil, pero si te aseguro que de a poco, si das los pasos correctos, tu vida irá mejorando en todos los aspectos.
Alto, no reacciones, deja fluir al EGO, no te pongas a discutir, no quieras vencer, deja que corra, déjalo ser, así pierde su dominio sobre ti.
Toma unos pocos segundos antes de responder, no te dejes llevar por el deseo de ser el triunfador de la batallita, sino que considera lo que estás por hacer y decide por la vida, por el bien.
Es necesario repasar las lecciones, aprender a ver al EGO en operación, tener la valentía de reconocer que allí está, en nuestro ser, dominándonos casi a placer.
Y luego, evapóralo, diluye su poder al no actuar bajo su mano, al no rebelarte con él, al no confrontar innecesariamente con otros simplemente por querer tener la razón o ser quien demuestra poder.

Bien, hasta aquí este pequeño estudio.
Te pediré que, si eres tan amable, escribas aquí debajo cuál es la enseñanza que adquiriste y cómo te puede ayudar para ser mejor persona, más feliz, alguien que disfruta un poco más la bendición constante que estás recibiendo de Dios.
Si no aprendiste nada, si crees que hay algo erróneo, te solicito que también lo comentes aquí debajo, con la intención de aportar en encontrar una senda de Luz para transitar.