Armonizando el Universo

El Tremendo impacto de la entrega de la Torá en Sinay, fue sentido por todo el mundo.

Cuando la Torá fue dada a Israel, su sonido repercutió de un lado al otro del mundo. Los monarcas no judíos se llenaron de pánico, se reunieron con el profeta Bilam y le preguntaron:
– “¿Qué es este tremendo ruido que escuchamos?, ¿puede que se aproxime un nuevo diluvio en el mundo?”
– Bilam les contestó: No, D-s ya juró que no traería otro diluvio al mundo
– Volvieron a preguntar: ¿Puede que no sea un diluvio de agua sino de fuego?
– No – respondió Bilam – D-s prometió nunca más destruir al género humano
– Entonces ¿qué significa este tremendo ruido que escuchamos?
– Les dijo Bilam: D-s tiene una joya preciosa en Su tesoro, (La Torá), la cuál quiere dar a sus hijos 

¿Cómo puede comparar el Midrash, el extremo acto de destrucción masiva – el gran diluvio – con el más grande y significativo evento de la historia – La Revelación de la Torá?
¿Por qué las voces de Sinay traen de vuelta la espantosa memoria del diluvio?

HaShem creó el universo, con preciso balance entre los aspectos físicos y espirituales.

Según el Midrash la estatura de Adam, se prolongó de la tierra a los cielos, ¿qué significa?, ¿era realmente tan alto? La descripción de Adam viene a expresar exactamente el equilibrio entre los componentes terrenales y los celestiales, físicos y espirituales, del hombre.
Con el pecado del árbol de la Sabiduría, el delicado balance fue roto. El acto de Adam, contrario al mandato de HaShem, hizo disminuir la estatura espiritual de la humanidad. Sus cualidades físicas, sin embargo quedaron poderosas como antes. Por eso la gente de esa época vivió largas vidas.
El des-balance entre lo físico y lo espiritual llevó a una situación, en la cuál el impulso físico, sobrepaso a las aspiraciones espirituales. Todo se corrompió, su propias naturaleza sobre la Tierra.

Para corregir este des-balance, HaShem trajo el Gran Diluvio. Este catastrófico evento debilitó severamente al dominio físico limitando sus poderes. La humanidad después del diluvio fue profundamente alterada, su vida se volvió más corta, su estatura disminuyó, en lo físico y espiritual.

Esta explicación se aclara en el Pacto del Arco Iris ¿Existió el arco iris antes del Diluvio?, ¿cómo fue que el arco iris de repente se convirtió en un símbolo de protección del Juicio Divino después del diluvio?
En realidad el arco iris fue creado antes del primer sábado de la creación Antes del diluvio, sin embargo el arco iris no podía ser visto. La densidad de las nubes oscurecieron el arco iris. Solo después del Diluvio, en un mundo disminuido, pudo el arco iris hacerse visible.
El arco iris significa debilidad; debilidad física donde las nubes no pudieron ocultar más la debilidad espiritual, donde solo la promesa Divina previene la destrucción del mundo como castigo por su corrupción.
Solo en unas pocas generaciones por el mérito de los Tzadikim y por su esfuerzo físico y espiritual hicieron que el no se viese en su días.

Además de debilitar el universo material. Las secuelas del diluvio produjeron un alboroto a nivel espiritual del mundo, con el marco de los siete mandamientos de Noaj. El diluvio anuló todas las obligaciones previas e inicio una nueva era para la reparación del mundo por medio de los siete preceptos de Noaj.

En una futura generación, un segundo y superior sendero podrá mantener el delicado balance del Universo.

La Torá trajo un nuevo camino para corregir y purificar al mundo. Por eso el Midrash compara el Diluvio con la Revelación de la Torá, ambos eventos sirvieron para proteger el equilibrio interno entre materialismo y espiritualidad.

El Midrash cita a los Reyes del libro de los Salmos: “En el diluvio el Señor se sentó en el trono. El Señor dará fortaleza a su pueblo”
El versículo compara el efecto del Diluvio, con el de la Torá. El camino de la Torá es superior, en lugar de destruir y debilitar el mundo físico, la Torá construye y fortalece; como concluye el versículo: “El Señor bendecirá a su pueblo con la paz – en el camino de la serenidad y la perfección”

Rab. Iona Blickstein

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