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Dioses en tu interior

"Entonces Shemuel [Samuel] habló a toda la casa de Israel, diciendo: -Si de todo vuestro corazón os volvéis al Eterno, quitad de vuestro interior a los dioses extraños y las Astartes, y preparad vuestro corazón para el Eterno. Servidle sólo a Él, y Él os librará de mano de los filisteos."
(1 Shemuel / I Samuel 7:3)

Veamos la sección que expresa: “quitad de vuestro interior a los dioses extraños”, que también es posible hallarla traducida como “quitad de en medio de vosotros los dioses extraños”.
¿Cuál sería la pregunta obvia que se desprende de estas palabras sagradas?
Podría ser: ¿qué dioses extraños habitan en el interior de cada persona que deben ser desalojados para permitir un corazón en armonía con Dios, un servicio genuino hacia Él, la libertad de los  opresores?
Pensemos, ¿que dioses extraños nos dominan desde dentro?

Muchas quizás podrían ser las respuestas válidas, pero te quiero señalar una que es evidente a poco que comenzamos a estudiar la naturaleza humana y cómo vivimos.
Sí, en esta sagrada casa ya lo hemos denunciado a ese gran enemigo interno, que en un momento fue un amigo pero luego se pervirtió: el EGO.
No te lo describiré nuevamente, te ruego que sigas los enlaces que están aquí y leas, comprendas y crezcas en conocimiento al respecto de este tema fundamental. Sé que lo harás, aunque te tome tiempo y esfuerzo, por ello te agradezco.

El EGO es ese “dios extraño” que está en nosotros, que nos domina, que no nos da libertad, que no nos deja ser leales a Dios, que nos lleva a la sumisión más penosa, que nos hace vivir de fantasías e irrealidades, que perturba nuestro corazón y nubla nuestra mente.
Sí amigo mío, es el EGO el “demonio” que se aloja en nuestro interior y que obstaculiza nuestro desarrollo integral, nuestro crecimiento armónico multidimensional.
Es el EGO el culpable del dominio que nos lleva a poblar de cáscaras que recubren nuestra luz espiritual pura.
Es el EGO el que nos viste de disfraces y esconde nuestro rostro detrás de torpes máscaras a las que llamamos: “yo”.
Lee esto, y este también, y no olvides este otro.

En palabras del Sagrado Libro de los judíos:

"Dijo el Eterno en Su corazón: ‘No volveré jamás a maldecir la tierra por causa del hombre, porque el instinto del corazón del hombre es malo desde su juventud.’"
(Bereshit / Génesis 8:21)

Que se puede interpretar como: desde su nacimiento el humano carga en su interior, en su corazón, una tendencia hacia el mal, egoísta, que paradójicamente niega la vida para seguir con vida. Un mecanismo natural, que no es una maldición ni una posesión diabólica, sino un elemento que forma parte de la naturaleza humana, pero que sin embargo se desborda, quiebra sus límites, pervierte su finalidad y se transforma en pesada carga que mortifica a la persona.
Tal es el EGO, mi amigo.

El EGO es un “dios”, al cual adoras, pero no lo denominas como tal.
Le pones diferentes, lo vistes de religión, incluso tienes el atrevimiento de llamarlo “Dios”, “Padre”, “Aba”, “Dios de Israel”, etc., pero no deja de ser tu oscuro EGO.
El EGO te somete, te rebaja, te humilla, te hace creer fantasías, deliras a causa del EGO, pero infantilmente inventas justificativos y excusas para aferrarte a él.
Gritarás, insultarás, te harás la víctima, reclamarás, te quejarás, te ofenderás, ofenderás, porque trabajas 24 horas al día para satisfacer a tu EGO, lo que te deja vacío y sin sentido a ti.

Quita el dios de piedra y madera de tu interior, para que puedas ser tú, para que puedas servir a Dios en verdad.

Tristemente para la mayor parte de los lectores de estas líneas el resultado no será liberador, no encaminarán sus vidas hacia la Luz, sino que movidos por el EGO (como muñecos de trapo) encontrarán la manera de atarse aún más fuerte a su “dios” interior, el EGO, y a sus dioses externos (sea Jesús –con el nombre que quieran darle-, Buda, algún Sai oriental, un dios de la Nueva Era, el dinero, la fama, la droga, el poder, etc.).
Es que, desde el comienzo de la humanidad es el EGO quien tiene el dominio, el que aparta al hombre de Dios, el que aliena al hombre de sí mismo.

Para terminar el encuentro del día de hoy con una nota positiva, es posible librarse del EGO, al menos de la esclavitud a él de su modo más grosero.

  • Comienza  por tomar conciencia de tu estado lamentable.
  • Aprende a darte cuenta de las trampas y herramientas del EGO.
  • Cumple con los mandamientos que te corresponde, los noájidas para gentiles los 613 para los judíos.
  • Deja de buscar la aprobación ajena.
  • No pretendas controlar lo que no puedes controlar.
  • Recurre al Padre Eterno con simpleza, sin negocitos o arreglitos.

Estas son buenas maneras para ir quitando al “dios” interior y encontrar el lazo con el DIOS infinito.

El rezo “cabalístico”

Presta atención al siguiente texto, quizás lo conoces, quizás alguna vez lo leíste, quizás creíste comprenderlo:

«En aquellos días Jizkiá [Ezequías] cayó enfermo de muerte. Entonces el profeta Isaías hijo de Amoz fue a él y le dijo: -Así ha dicho el Eterno: ‘Pon en orden tu casa, porque vas a morir y no vivirás.’
Entonces él volvió su cara hacia la pared y oró al Eterno diciendo:
-Oh Eterno, acuérdate, por favor, de que he andado delante de Ti en verdad y con corazón íntegro, y que he hecho lo bueno ante Tus ojos. Jizkiá [Ezequías] lloró con gran llanto.
Y sucedió que antes que Isaías saliese del patio central, le vino la palabra del Eterno, diciendo:
’-Vuelve y di a Jizkiá [Ezequías], el soberano de Mi pueblo: ‘Así ha dicho el Eterno, Elokim de tu padre David: ‘He oído tu oración y he visto tus lágrimas. He aquí, te voy a sanar; al tercer día subirás a la casa del Eterno…’»

(2 Melajim / II Reyes 20:1-5)

Como siempre, hay tanto para aprender… concentrémonos en una breve enseñanza, pequeña pero te aseguro que profunda y llena de eternidad y bendición.

Algo había hecho el gran rey Ezequías, o había dejado de hacer, al punto que era merecedor a una muerta prematura, pues solo tenía 39 años de edad.
Para empeorar aún más, se le estaba anunciando que tampoco tendría porción de dicha en el mundo de la posteridad, puesto que “moriría Y no viviría “, lo que es explicado por nuestros Sabios como una clara identificación a la terminación de sus días en este mundo y también una desconexión en el más allá.

Es terrible, para cualquiera, pero mucho más si consideramos que de este rey fue dicho con inspiración divina que:

«Él hizo lo recto ante los ojos del Eterno, conforme a todas las cosas que había hecho su padre David.
Quitó los lugares altos, rompió las piedras rituales, cortó los árboles rituales de Asera e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moshé [Moisés], porque hasta aquel entonces los Hijos de Israel le quemaban incienso. Y la llamó Nejustán.
Jizkiá [Ezequías] puso su esperanza en el Eterno Elokim de Israel. Ni antes ni después de él hubo otro como él entre todos los reyes de Yehudá [Judá], porque fue fiel al Eterno y no se apartó de Él, sino que guardó los mandamientos que el Eterno había mandado a Moshé [Moisés].
El Eterno estaba con él, y tuvo éxito en todas las cosas que emprendió. Se rebeló contra el rey de Asiria y dejó de servirle.
Derrotó a los filisteos hasta Gaza y sus territorios, desde las torres de los centinelas hasta la ciudad fortificada…»
(2 Melajim / II Reyes 18:3-8)

Tenemos a un hombre íntegro, bueno, justo, cumplidor de los preceptos, luchador de las guerras de Dios, celoso para defender la verdad, un héroe en el bando de los nobles.
Es lo que el propio Dios atestigua, entonces… ¿cómo entender que no tuviera parte en el mundo venidero?

Un hombre que era tan “perfecto”, que había llegado a realizar cosas para honrar a Dios y Su Torá y Sus preceptos, al punto que ninguno otro se había atrevido antes, que vivía para el servicio de Dios… ¿cómo entender que moriría joven y sin futuro en el paraíso?

Un rey majestuoso, que tenía a Dios como aliado y era exitoso… ¿qué había hecho, o dejado de hacer, como para que de repente se le anunciara tan amargo final?

Da como para pensar, ¿no te parece?
¿Será que el cumplimiento de los mandamientos de todo corazón y con todas las energías en realidad no son un salvoconducto para obtener el éxito y la eternidad?
¿Acaso es una demostración de que cuando cumplimos con nuestra parte, lo que Dios nos ha ordenado, NO estamos negociando con Dios algún arreglito para acomodarnos, sino que solamente estamos haciendo nuestra labor como siervos, que no deben estar pendientes de la retribución, sino solamente de servir al Amo?
¿No es posible que esto demuestra a las claras que no compramos el paraíso con nuestra fe, pero tampoco con nuestras acciones, sino que es necesario un plus, un algo “extra”, que está esbozado en la primer cita que te trajimos a estudio hoy?

Contempla con cuidado las palabras y acciones en el primer pasaje.
El rey ora y le recuerda a Dios lo bueno que él, Ezequías, ha sido; trae a la memoria de Dios cómo él, Ezequías, ha dedicado su vida al servicio de Dios.
El rey eleva su sentida plegaria para que Dios tome conciencia de sus obras, de su grandeza, de su entereza, de su humilde actuar.
Es lo que dice el párrafo que leímos, ¿no es así?

Entonces, ¿no encuentras nada extraño en esto?
Dime, ¿te parece que Dios anda precisando un ayuda memorias?
¿Ya está viejito y medio olvidadizo que la persona tiene que hacer un repaso de sus propias acciones meritorias para que Dios no deje pasar el dato y entonces se comporte de manera justa?
¿Es que Dios está desmemoriado, o es un ingrato e injusto, que tenemos la necesidad de pasarle las cuentas en limpio para que nos pague como creemos que nos merecemos?
¿Es eso lo que está haciendo Ezequías y lo que nos quiere enseñar el Santo Libro?

Porque si es esto, pues… ¡qué pobre imagen de nuestro Dios nos está dando!

¿No será más bien que es este recordatorio “para Dios” de parte de Ezequías es solamente un vehículo para que Ezequías haga algo que no había logrado hacer hasta entonces como debía?
Atendamos nuevamente al texto, ¿qué más nos está diciendo?
Leamos una línea antes… “Ezequías volvió su rostro a la pared y oró al Eterno”… bien, aquí tenemos un punto sumamente jugoso que se complementa con “y Ezequías lloró con gran llanto”.

Volvió su rostro, para no estar atento al mundo externo, para dejar de prestar atención a las banalidades, para no ser esclavo de su EGO a través de las múltiples máscaras que éste usa.
Dejó de lado por un momento lo que el creía de sí mismo, dejó de ver la opulencia de su palacio, sus ricas ropas, sus títulos, a los serviles que le eran genuflexos, a los logros académicos y militares, dejó por un rato de concentrarse en lo grandioso que era en este mundo de apariencias para conectarse con esa vocecita interna, con su Yo Esencial, con su espíritu puro.
Por una vez en la vida, ante el hecho de que se le terminaba y no había luego nada más, por una vez en la vida se buscó a sí mismo, y al hacerlo encontró en verdad a Dios.
Por supuesto que él era fiel al Eterno, sin dudas que lo era. Él era un experto en Torá, un gran estudioso y maestro, un promotor de que la Torá se extendiera y fuera valorada.
Es claro que dedicaba su vida al cumplimiento de los mandamientos, con amor y dedicación sinceros.
Sin embargo, aún no había despertado su Yo Esencial, seguía apabullado detrás de las cáscaras y máscaras del EGO.
Sí, aunque parezca imposible, así era.
Un hombre íntegro, bueno, justo, leal a Dios, atento al servicio divino, dispuesto al riesgo para eliminar la idolatría y la perversión, pero que sin embargo aún no era libre por completo de su EGO, puesto que éste seguía entorpeciendo que estuviera en armonía multidimensional, el EGO todavía le impedía que fuera su Yo Esencial quien dictará las pautas de su vida.
Parece mentira… pero es lo que está en claro en el texto sagrado.
Y Ezequías, con su inmensa grandeza, hizo lo que la mayoría no estamos dispuestos a hacer: eludir al EGO para llegar a la propia esencia, y desde allí fundirse en abrazo poderoso con Dios.
Este encuentro consigo mismo, y con Dios, fue de un impacto tal que le hizo largar el llanto, el gran llanto.
El que no es producto de la impotencia o la sensiblería torpe, sino el llanto de la liberación, del romper un viejo bloqueo para salir a la libertad.
Fue un instante “milagroso”, como nunca había experimentado el rey.
Fue como un nuevo nacimiento, puesto que por primera vez Ezequías encontró a Ezequías, al verdadero, al despojado de caretas, al que está ligado a la eternidad.

Sí amigo mío, Ezequías iba a morir y no iba a disfrutar de la vida postrera como se “merecía”, en buena medida (aunque no solamente) porque todo lo que había conseguido era bueno, pero teñido aún por el EGO.
Su entrega y dedicación a Dios aún tenían oscuras salpicaduras del EGO y fue necesario esta ocasión para que Ezequías alcanzará un nivel de plenitud impresionante.

Su cuerpo (que sin dudas estaba enfermo) sanó, en gran medida porque su nexo espiritual se rectificó.
Fue preciso que Ezequías orara como nunca antes, llorara como nunca antes, se librara de su EGO para que ascendiera finalmente a un estado espiritual que podemos denominar “Casa del Eterno”.
Alzarse hasta la “Casa del Eterno”, al «Santuario del Señor”, tal como anheló Jonás el profeta en su propio encuentro consigo mismo, dentro del gran pez, quien también padeció el sofocó de una muerte prematura, de una posteridad trunca, hasta que logró desplomar las murallas del EGO y armonizar su ser interior con el exterior (Ioná/Jonás cap. 3).

Ojo, ten cuidado, mira que las enfermedades no siempre son causadas por el EGO, aunque no lo podemos descartar.
Si te sientes enfermo es bueno que reflexiones, te encuentres, medites, reces, pero NO DEJES DE ACUDIR AL MÉDICO al EXPERTO.
Por ejemplo, si te sientes triste, con ideas de muerte, casi no comes o te engullas todo lo dulce que encuentras, si duermes poco y/o mal, pide cita con el psiquiatra, sigue su tratamiento médico como si la palabra de Dios fuera, porque es necesario hacer así para tener bajo control una probable depresión, o algún otro trastorno biológico-funcional.
Te sientes mal, estás débil, la materia fecal no es normal, te duele al orinar, te persiste algún dolor, tienes mareos habituales, etc.: consulta al médico, no busques brujos, pastores, rabinos, cabalisteros, charlatanes o santos. Busca al médico, y por supuesto, encuentra tu nexo sagrado con Dios, evapora al EGO, fortalece tus otras dimensiones, pero no descuides de hacer lo que tienes que hacer para estabilizar o mejorar el plano físico.
No te pienses que rezos complejos son la solución a los problemas y enfermedades en tu vida.
No culpes al EGO de todo, ni quieras solucionar todo rectificando el mando que el EGO tiene sobre ti.
Es muy importante que lo tengas en cuenta.

No te confundas con el asunto de la plegaria u oración que se te está señalando en este texto.
No estamos haciendo referencia a una mímica repetitiva, ni a aullidos en una comunidad de clamorosos, ni a una murmuración de párrafos prescritos que te corresponden o estás usurpando, ni a paladear salmos como si fueran embrujos mágicos, ni a negociar con Dios, ni siquiera a pedirle con honestidad y legalmente a Dios.
Nos estamos refiriendo a un viaje hacia el interior de ti mismo, allí en donde te encuentras tú, esa luz pura conectada a Dios, ese ser de luz que no se mancha a causa de ninguna acción o pensamiento.
Es un viaje de auto-conocimiento, de desvestirse de máscaras, de sortear los obstáculos de las cáscaras emocionales y mentales; es una travesía que solo unos pocos se atreven a hacer y alcanzan a lograr.
Es hallar a Dios cuando te hallas a ti mismo.
Es silencio.
Es soledad.
Es despojarse de pretensiones y deseos.
Es olvidarse de problemas y esperanzas.
Es surfear hacia donde lleva la ola que va a tu Yo Esencial.
Es dejar de lado palabras y lemas repetidos.
Es no poseer.
Es un abrazo intenso, verdadero, significativo con el Uno y Único a través de abrazar tu verdadera esencia, a la que desconoces y habitualmente rechazas.
Es dejar este mundo sin apartar los pies de él.
Es dejar de aspirar al mundo venidero sin quebrar tu nexo con él.
Es intimidad, es silencio, es paz…

Quien lo alcanza, lo siente, lo reconoce, llora con tranquilidad, encuentra lo que nunca había visto y tampoco nunca había perdido.
Se recupera a sí mismo.
Pero, claro… al rato se vuelve a perder en el barullo del mundo cotidiano, en las trampas del EGO, en palabras, en pensamientos, en deseos, en sentimiento, en sensaciones, en afanes, en culpas, en miedos. Al poco rato vuelve a las máscaras, y es normal que así sea.
Sin embargo, ese fugaz destello de realidad esencial, es inolvidable, aunque de a poco se esfuma entre las sombras que proyecta el EGO.
Se ha entrado al palacio del Rey, al Santuario, para luego salir transformado de él, pero de vuelta al mundo, a la vida, a los altibajos, a lo común, a lo sagrado dentro de lo mundano.
Vuelves a tu obligación ante Dios y tu espíritu de cumplir con los mandamientos que te corresponde, de esforzarte por actuar con bondad y justicia, de ser un constructor de Shalom aunque tu infatigable EGO no quiera dejarte hacerlo.
Vuelves a tus necesidades y a tus deberes, a tus derechos y quejas, a tus luces y sombras.
Y está bien, así es el ser humano.
Vuelves a los rezos aburridos, a la repetición de lemas, al farfullo de salmos, a hacer negocitos con Dios, a pedir y pedir y quizás agradecer alguna cosilla.
Y así somos…

Te prometo un encuentro con Dios

Hola amigo mío,  aquí te traigo nuevamente más pan espiritual del bueno, del que nutre para este mundo y el eterno.
Enseñanzas simples y profundas, que se basan en la Torá judía pero están preparadas para adherirse al espíritu del noájida con propiedad.
En esta ocasión, a partir de la lectura pública que los judíos hacen de la Torá esta semana, cuando comienzan a leer del cuarto tomo de la Torá, que empieza con estas palabras:

«El Eterno habló a Moshé [Moisés] en el desierto de Sinaí»
(Bemidbar / Números 1:1)

¿Cuál podría ser la pequeña gran enseñanza de estas palabras?
¿Ves tú algo “sagrado” que te pueda dar beneficio y bendición como noájida en tan “pobres” palabras?

La primer enseñanza fundamental te la brindo a través de preguntas.
¿Aprecias tú la infinita grandeza de estas pocas y comunes palabras?
¿Reconoces que el poder se halla en el idioma corriente, cuando está intencionado por el espíritu?
¿Tomas conciencia de que usar palabrería compleja y cerrada, cuando no tiene razón de ser, es simplemente un manejo del EGO, una estrechez mental, en lugar de una demostración de inteligencia y espiritualidad?
¿Te das cuentas de que cuanto te insisten en usar lemas en idiomas extraños, palabras rebuscadas, conceptos oscuros e incompresibles por su irracionalidad, en verdad te llevan hacia zonas prohibidas por ser perjudiciales para tu salud y eternidad?
Dios habló y habla en un lenguaje llano, sin complejos, sin parafernalias, cada letra es necesaria. No hay conceptos alejados del entendimiento, a no ser que sea absolutamente necesario.
Él habla para ser entendido.
A diferencia de los esclavos y cómplices el EGO, que te embarullan con griterío, palabras inexistentes, conceptos rebuscados, planteos ofuscados, la oscuridad que se quiere presentar como un rayo de luz.
O el que te quiere “enseñar” es un inepto para tal tarea, y por eso no sabe decir en “humano” lo que tiene para decir; o es un engañador, que aparenta lo que no tiene, ofrece de lo que carece y da esperanzas que nunca se cumplirán.
Ejemplo: “tu iesod está en omega patpetatin, esnoga sefirotica dimensional interna, mente del HKBH, en antípoda al bait zodiacal, segun malchut RASHRASH aom mazda…zeir hanpin del viejo milenario ben adam, porque el REBBE ZTZ”L N.I.D. TZOHAR en su Likitei Mahrashi Shubiruji 11b folio 46 en la parábola del ciego que veía con su tercer ojo del chakra del Ruaj JaKhodesch DAAT del Malchut, alineado con el KETER vatika iomina, segun exegesis midrasistica del rabbi khadosch MiguEl ZoreoEl que vive en la santa ciudad cabalística de Zafed…”… ¡la nada misma, pero qué bien le suena al EGO!
Por tanto, harás bien en apartarte de cabalisteros, misticoides, jasideos, nuevoeros, gurús varios para cada gusto. Con barba, sin barba, con ropajes coloridos o negros, más orientales menos occidentales, con cabeza cubierta o sin ella, con turbante o sombrero, que te cobra en euros o en dólares, que es un gentil que hasta ayer era como tú pero hoy es el líder-rabínico-asramítico-jasideo de turno, etc.
Aléjate de eso y de aquellos.
Mejor obtén tu pan espiritual en donde te hablen en tu idioma, en donde te expliquen hasta que sea comprensible, de acuerdo a tu grado de aptitud.
Mejor elabora tu propio pan espiritual, haciendo que cada acción tuya sea significativa, en armonía real con los Siete Mandamientos. Así tendrás una vida de plenitud espiritual, de bondad en este mundo y en la eternidad.
Tal la primera enseñanza.

La segunda enseñanza refiere al encuentro más profundo y elevado que puede existir para el ser humano.
Uno que puede darse a cada instante.
Uno que marca la existencia a perpetuidad.
Uno que rehúye los lujosos templos, se aparta de monumentos, reniega de grandes peroratas, se desprende de lujos escénicos, y no se lleva bien con la emoción desbordada y llamativa.
Es el encuentro del Eterno con el hombre, ellos y nada más, como si estuvieran en pleno desierto, rodeados de nada, solamente ellos.
Dios habló a Moshé en el desierto…
Sin rituales, sin ostentos, sin ropajes afectados, sin levantar manos derechas y decir amén, sin congregaciones que aúllan como locos descalabrados, sin salmos farfullados, sin presiones de grupo, sin mística berreta, sin EGO…
Fue en el desierto, fue un verdadero y real encuentro del Dios con el hombre, del hombre con el Dios.
Un encuentro que tú también estás apto para tener, si es que quieres y haces lo necesario para tenerlo.
La conexión con Dios la posees, es una parte tuya, que se llama Yo Esencial, en el idioma de la creación se lo denomina Neshamá, o espíritu.
Es tu lazo eterno con Él, tu hilo sagrado que no se interrumpe.
Dentro de ti, tu médula, es la que te conecta con Dios.
Pero precisas enlazar tu mente para poder lograr conciencia de esa realidad, y para ello es necesario sortear los bloqueos que el EGO interpone entre el Yo Vivido y el Yo Esencial.
El EGO inventa ritos y rituales, palabras a repetir como lemas sagrados, palabrería “sagrada”, peajes a pagar a los gurús, libros y medallitas que son obligatorios de adquirir, miedos y culpas, el EGO y sus empleados: pastores, curas, clérigos, falsos-rabinos (mesiánicos, cabalísticos, etc.), líderes falsamente noájidas, clérigos que adoran al dios dinero hijo del dios EGO, entre otros que se presentan ante ti a diario para reclamar tu diezmo, tu contribución, tu sedacá, tu apoyo para que en tu nombre enciendan una velita en tal ciudad sagrada, pongan un papelito en tal muro sagrado, digan un rezo en tal grupo de hombres sagrados, etc.
Ahí NO está Dios.

Tal es la pequeña gran enseñanza de este breve pasaje.
¿Acaso precisamos de mucho más?

Si tú quieres encontrar al Eterno, y hacerLo parte de tu vida, presta atención a estos consejos.
No Lo busques en artificios monumentales, ni en despampanantes actos, ni detrás de títulos de esplendor, ni en apasionados discursos, ni en complejos e intrincados pensamientos (carentes de sentido real).
BúscaLo allí en donde puede ser hallado: en lo simple y modesto. En los actos sencillos y recatados, que manifiestan tu ánimo sincero, que persigue en verdad el encuentro genuino con el Padre.
Como dijera la profetisa Jana:

«No multipliquéis palabras altaneras; cesen en vuestra boca las palabras insolentes. Porque el Eterno es un Elokim de todo saber; por Él son examinadas las acciones.»
(1 Shemuel / I Samuel 2:3)

Haz tus pensamientos, tus palabras y tus actos tan simples como un desierto; libres de adornos que solamente confunden y desvían la atención.

No confundas, por favor, «desierto» con «vaciedad».
El desierto del cual te estoy hablando es un estado del alma en el cual uno ha encontrado la iluminación para reconocer que lo mundano es valioso y necesario, pero que no deja de ser un bien pasajero. Gozar de lo permitido, en tanto te apartas de lo prohibido, eso es hallar un buen sentido a lo material. Un sentido realmente espiritual, que se completa con nunca perder de vista que estamos solamente en un pasadizo y que el verdadero «Mundo» está más allá de lo material.
En palabras de los Sabios:

«Rabí Iaacov dice: Este mundo es como un vestíbulo en relación con el Mundo Venidero; prepárate en el vestíbulo para que entres al salón del banquete.
Él solía decir: Más bella es una hora de retorno al Eterno y buenas obras en este mundo que toda la vida del Mundo Venidero; y más bella es una hora de paz de espíritu en el Mundo Venidero que toda la vida de este mundo.
»
(Avot 4:16, 17)

«Desierto» también puede ser el alma del que ha padecido mucho, que ve su vida en ruinas, que no encuentra modo de crecimiento. Y de repente, de en medio de la crisis destella una luz, que como un faro va despejando el camino y elevando a la persona hacia una nueva conciencia, superior y vital.

Por el contrario, «vaciedad» es despreciar los bienes de Este Mundo, por considerarlos innecesarios o maliciosos, tal como muchas sectas y religiones anuncian dogmáticamente. Cuando en verdad el Eterno ha creado los bienes y nos ha dado capacidad para gozar, por tanto no hay nada de malo en los bienes terrenales, en tanto sean permitidos por Dios de acuerdo a tu identidad espiritual. «Vaciedad» es negar el placer allí donde el Eterno ha dicho: «está bien gozar».
Y «vaciedad» también es aquel que no cuenta ni con conciencia ni con buenas acciones en su haber, y por tanto sus pensamientos, palabras y actos (y sentimientos) están «vacíos» de vida.

Que tu vida esté llena de placer, bondad y buenas obras; pero que sea un desierto en lo que respecta a afanes incesantes, deseos imposibles, lucha por poder y sentimientos negativos.
Busca al Eterno en la ausencia de vanidades y aditamentos innecesarios, pues es en la simplicidad, en el silencio cargado de sentido es que puedes encontrar al Eterno.
Presta atención al ejemplo que te brinda el sagrado libro del judaísmo:

«El Eterno le dijo: -Sal afuera y ponte de pie en el monte, delante del Eterno.
Y he aquí que el Eterno pasaba.
Un grande y poderoso viento destrozaba las montañas y rompía las peñas delante del Eterno, pero el Eterno no estaba en el viento.
Después del viento hubo un terremoto, pero el Eterno no estaba en el terremoto.
Después del terremoto hubo un fuego, pero el Eterno no estaba en el fuego.
Después del fuego hubo un sonido de silencio fino.
Y sucedió que al oírlo Elías, cubrió su cara con su manto, y salió y estuvo de pie a la entrada de la cueva.
»
(1 Melajim / I Reyes 19:11-13)

El Eterno quiso enseñar al gran profeta Elías que no se Lo encuentra en los espectáculos grandiosos, ni en los hechos desmesurados, ni en las complicaciones excesivas. Él no es fácilmente hallado detrás de rostros fieros, palabras hirientes, estruendos catastróficos.
El tornado, el terremoto, la deflagración no están en sintonía con la divina Presencia.
Pero el silencio que guarda contenidos elevados, las suaves palabras de los sabios, la humildad, todo esto son canales para compenetrarse del mensaje del Eterno.
En las inspiradas y sabias palabras:

«Las palabras del sabio con sosiego son oídas, y son mejores que el grito del que gobierna entre los necios.»
(Kohelet / Predicador 9:17)

¡Qué diferente es a lo que se hace en las congregaciones de extraviados!
Mil gritos falsos, repetidos mil veces con estridencia, no guardan un gramo de verdad.
Los “amén” son oídos a kilómetros de distancia, el griterío es impertinente, los alaridos parecen sacados de películas de terror, los cánticos retumban hipnotizando a los presentes, se busca manipular a como dé lugar las emociones para subyugar el pensamiento y anular la voluntad.
¿Es eso lo que Dios en verdad quiere?
Desconfía de los palabreros, de los misticoides, de los jasideos, de los cabalisteros, de los vocingleros, de los que se visten como un zafarrancho llamando la atención y dándose pábulo de realeza y soberanía cuando no es más que patanadas del EGO, sucia manipulación que retumba en tu propio EGO y te idiotiza y te encadena y te priva de tu gozo y de Dios…

Es precisamente por su vaciedad que el petulante eleva su tono y desencaja su gesto, pues quiere ocultar el vacío detrás de la aparatosidad y el complicado laberinto de palabras, ideas, creencias, rituales, etc.

Los que lamentablemente conocen al falso-haham de apellido Hernández, al otro de apellido que comienza con Z., a todos esos que se dedican a comerciar con la fe, pueden ver cabalmente un terrible ejemplo de recursos monumentales empleados para apartar de la senda sagrada y la vida; en lugar de encontrar a un simple y sincero caballero que trabaja por la verdad y el shalom.
Pueden reconocer en ese hombre a un amargo comediante salido de un show hollywoodense, que incansablemente labora con la finalidad de adoctrinar en la mentira y el engaño.
Para los que no lo conocen, les pido que imaginen a un hombre fríamente despiadado, desesperadamente hambriento de dinero, fama y poder.
Se protege detrás de supuestos títulos y hace alarde de falsos reconocimientos «teológicos»; es hábil con su lengua de serpiente para engañar y confundir. Nunca responde directamente cuando se le enrostran sus incoherencias o terribles faltas. Es astuto para difundir rumores y sembrar habladurías que perjudican a personas de bien. No duda ni un instante a la hora de mentir. Es capaz de mirarte a los ojos y sin remordimientos decirte la más atroz de las mentiras, que te carcomerá como un mortal cáncer, todo esto con una sonrisa amable y un abrazo tierno. Su incongruente palabrería, siempre es altisonante y plagada de palabras inexistentes que hacen sentir como si él fuera sabio y tú tonto por no saber las palabras que usa (¡cuando en realidad no existe tal palabra o concepto!); o emplea incorrectamente términos complejos y/o técnicos, que difícilmente él entienda; o usa vocablos aparentemente hebreos (pronunciados como si un gorila tartamudo estuviera cantando ópera en sueco). Todo esto con la intención de hacerse pasar por un noble caballero, dispuesto a redimirte de tus males; cuando la verdad es bien otra: te lleva hacia el peor de los escenarios posible, aquel en el cual reniegas de Dios, desprecias Su Palabra, odias a Sus fieles, y para colmo, te sientes como si fueras el más «religioso» de los hombres…

Un verdadero maestro de la Luz no hace nada de esto, o al menos lucha contra sus humanas tendencias para no cometer estos terribles desmanes.
El Sr. Hernández, y los que son como él, tienen un «negocio» que no quieren perder, y para mantener «fiel a su clientela» no duda en usar cualquier procedimiento, hasta los más bajos, los más esclavizantes, los más peligrosos. Da volteretas en el aire y prohíbe lo que ayer estimulaba a hacer, o hace lo que te decía que no se debía, o es un día rabino al otro pastor al otro haham al otro líder adámico al otro experto en dimensiones superiores al otro cualquier cosa que le sirva para vender sus baratijas a precio de oro…
Recuérdalo y apártate del mal para poder hacer el bien.

Y ustedes, señores Hernández del mundo, tomen el camino de la humildad y el arrepentimiento sincero, pues de lo contrario… ¿creen que a Dios lo engañarán con sus circos y malabarismos?

Lo cierto es que al Eterno y Sus enseñanzas que alimentan cuerpo y espíritu no se las encuentras allí.

Incluso cuando el esplendoroso Templo del Eterno en Ierushalaim estaba en pie, no era su magnificencia lo que servía como puro enlace de la persona con el Eterno.
Cuando el sabio rey Salomón terminó de edificar el Templo pronunció una plegaria inaugural.
Presta atención a las palabras que concluyeron esa plegaria:

«Sea, pues, íntegro vuestro corazón para con el Eterno nuestro Elokim, a fin de andar en Sus leyes y guardar Sus mandamientos, como en este día.»
(1 Melajim / I Reyes 8:61)

¿Comprendes lo que está diciendo?
No dice que el Templo te salva, ni que el sacrificio o la sangre te hacen elevar a las alturas espirituales.
No dice que te abrazas a Dios por medio del Templo o de algo majestuoso.
Sino que te encuentras auténticamente con el Padre cuando eres íntegro, cuando eres cumplidor cabal de Sus mandamientos.
Y supongo que te habrás dado cuenta: el altanero no cumple con los mandamientos, pues no se «rebaja» a aceptar que hay un Rey que los ha ordenado; sino que compone las reglas que mejor se ajustan a sus deseos.
El altanero, pobre desgraciado, se cree más que Dios, pero es sirviente de su propio EGO, al cual diviniza y adora.
Si tú eres ovejita de un pastor así, ¿te das cuenta que estás adorando al EGO de un estafador?
¿Te gusta ser esclavo de un esclavo de un esclavo?
Parece que sí… sino, no darías mil excusas para seguir dando tu diezmo al malvado, sosteniendo al infractor, perdonando al que se acostó con tu esposa e hija el mismo día, te quito la alegría, te usurpó la identidad, te robó tu casa, te enloqueció a tu madre, te negó tu entrada al paraíso… pero tú lo sigues protegiendo, lo sigues haciendo rico, te sigues deleitando con saber que el preñó a tu esposa… sí… eres un pobre hombre… sí, te mereces que tu pastor/guía/ falso rabino/clérigo/ministro te someta… ¿te lo mereces?
¿Realmente Dios te ha dado vida y te mantiene con vida para que vivas de esta manera?
¿No es hora de que tomes conciencia, despiertes y dejes de esconderte?

Las palabras de verdad y luz las hallas en la modestia de los sabios de la Luz, en los pensamientos claros y sencillos que te conducen con armonía por el camino de la paz interior y con el otro.

Ten presente esta otra erudita observación:

«Dios hizo al hombre recto, pero ellos se han buscado muchas excusas.»
(Kohelet / Predicador 7:29)

El Creador nos ha hecho rectos, simples a pesar de nuestra complejidad natural.
Considera la intrincada maquinaria que es el organismo humano y no podrá menos que sorprenderte de lo magistral de la obra del Creador. Sin embargo, Él nos ha hecho para actuar con simpleza, sin rebusques.
Pero, nos buscamos mil excusas para vivir en tinieblas y de tropezón en tropezón.

¡Bienaventurado es el de corazón puro, que no se complica la vida con obstáculos infundados!
Como dijera el inspirado salmista:

«¿Quién subirá al monte del Eterno? ¿Quién permanecerá en Su lugar santo?
El limpio de manos y puro de corazón, que no ha elevado su alma a la insignificancia ni ha jurado con engaño.
Él recibirá la bendición del Eterno, y la justicia del Elokim de su salvación.
»
(Tehilim / Salmos 24:3-5)

Él nos ha dado guías estables y sencillas. Él nos ha provisto de mandamientos que nos llevan sanamente y sin dificultades absurdas.
Pero, somos nosotros, los mortales, los que nos vamos buscando mil y una excusas, mil y un pensamientos divergentes para complicarnos la vida, y complicársela a nuestro prójimo.

El Ramjal (Rabí Moshé Jaim Luzzato), en su «Daat Tevunot» nos hace reflexionar lo siguiente:
El Eterno creó jisarón -falta, necesidad, vacío-, tal como es la oscuridad, para que al esforzarnos por superarnos obtengamos placer proporcionalmente a la falta que sentíamos antes. Por ejemplo un hombre que bebe un vaso de agua tranquilamente en su casa, no sentirá tanto placer como el que la bebe habiendo estado muy sediento. El agua es la misma, pero la precondición sentida por la persona es la que le confiere mayor gozo. Así pues, colmar una necesidad no implica que se obtenga gran placer, ya que éste es proporcional al sentimiento de falta previo.
Presta atención a las palabras del salmista:

«¡Oh Elokim, Tú eres mi Elokim! Con diligencia Te he buscado; mi alma tiene sed de Ti. Mi cuerpo Te anhela en tierra árida y sedienta, carente de agua.»
(Tehilim / Salmos 63:2)

Por tanto, para asegurarse de que el ser humano reciba el máximo de bien y gozo, el Eterno no nos da todo «en bandeja de plata». No recibimos Su bondad gratis ni abiertamente de manera «milagrosa». Pues, de vivir siempre sin sentir necesidad, y de recibir todo sin esfuerzo, estaríamos comiendo del “pan de la vergüenza”, (tal como lo denominan los cabalistas), el alimento que llena el estómago pero hace sentir culpable o desvalorizado (el sentimiento de «algo por nada»).
El pan del impotente, ese que vive bajo el pisotón del EGO, que come migajas a las que llama banquete, saborea estiércol al que denomina manjar, se regodea en las necedades de sus pastores a los que denomina sabios… el pan del impotente, del que vive en vergüenza, de ese que acostumbras a comer… ¿o ya eres libre?

Por tanto, el Eterno no nos hace «perfectos» naturalmente, sino «perfectibles», es decir, con la capacidad como para ir superando nuestras deficiencias en un camino de esfuerzo por el crecimiento.

Para crecer en perfección, para traer luz a la previa oscuridad, para dar gozo al alma deprivada, el Eterno nos ha dado los preceptos, los mandamientos, que son el Camino del Eterno.

Pero, si aprendemos a llevar nuestros pensamientos y emociones a un plano de «desierto», encontraremos pronto que hay una calma Voz que con dulzura y firmeza nos llama, nos arrulla, nos dirige hacia el verdadero crecimiento.
Ese desierto al que hemos llevado nuestra vida de pronto se va llenando de ricos y vivos oasis, bellas ramas cargadas de buenos frutos pueblan de a poco nuestro ser, el murmullo de la vida destila más vida. Y finalmente, nos encontramos que el desierto se ha convertido en un incomparable huerto paradisíaco.

Tal es la descripción que encontramos en las palabras del profeta:

«Ciertamente el Eterno consolará a Tzión [Sion]; Él consolará todas sus ruinas. Convertirá su desierto en Edén y su región árida en huerto del Eterno. Alegría y gozo habrá en ella, acciones de gracias y sonido de cánticos.»
(Ieshaiá / Isaías 51:3)

Ésta es una profecía que describe lo que realmente ocurrirá en la Era Mesiánica en la tierra de Israel.
Profecía que en los últimos años pareciera estar comenzando a cumplirse.
Ciertamente que la tierra de Israel se está poblando de hermosos huertos, de vida y belleza, allí en donde los imperialistas y otros usurpadores trajeron solamente «vacío», desierto material.

Pero, esta profecía también describe un renacimiento espiritual, una redención personal, que no precisa de la Era Mesiánica para manifestarse.
Es el renacimiento del que ha estado en un desierto espiritual, y que con humildad ha reconocido su vida en ruinas, para aceptar con gozo el camino que el Eterno le proveyó.

¿Y cuál es ese camino que transforma milagrosamente los desiertos en preciosos huertos?
Escuchemos al profeta como completa el párrafo:

«Estad atentos a Mí, oh pueblo Mío, y oídme, oh nación Mía; porque de Mí saldrá la Torá, y Mi sentencia será para luz de los pueblos.»
(Ieshaiá / Isaías 51:4)

Estar atentos al Eterno, ser apegados a Su Enseñanza, adoptar como estilo de vida Sus sentencias (mandamientos, 613 para judíos, y por su parte 7 mandamientos con sus derivados para los gentiles)… ¡esto es lo que da vida!
Éstas son las poderosas herramientas para ser fieles al Eterno y de esa manera ganar vida, en Este Mundo y especialmente en el Venidero.

Para concluir, atendamos al Rav Avraham Ieshaiahu Karelitz z»l:

«Hay una incorrecta idea profundamente enraizada en la mente de la gente al respecto del «Bitajón baHashem» -confianza en el Eterno-. Para muchas personas, bitajón implica una obligación de creer que, cuando una persona esta en un cruce de caminos, con dos caminos frente a sí que son de futuro incierto y con la posibilidad de un buen resultado o de uno malo, creen que el bien siempre será el resultado inevitable. Estas personas creen que si tienen dudas están teniendo una falta de bitajón.

En verdad ésta no es, en absoluto, la correcta manera de entender lo que es bitajón. A no ser que sea anunciado proféticamente previamente, el futuro es incierto; porque quién puede saber los juicios del Eterno, o cómo Él retribuye a las personas por sus hechos.
Por el contrario, bitajón es la confianza en que nada en este mundo está abandonado a su suerte, sino que todo lo que ocurre bajo el sol está bajo el dominio del Eterno. Cuando una persona se encuentra en una situación en la cual, de acuerdo a las leyes de la naturaleza, se encuentra en peligro, pero esa persona se fortalece a sí misma y recuerda que nada está dejado a la suerte y nada en el mundo puede prevenir que el Eterno venga al rescate, es que está practicando su bitajón.
»
(«Emuná UBitajón», capítulo 2)

Nada en el mundo está abandonado de la Mano del Eterno, por tanto, cuando te sientes caer, recuerda que ahí está Él para sostenerte, para darte vida incluso al momento de la muerte.
Todo lo que existe está bajo Su dominio, por tanto, confía en Él y haz tu parte, con humildad, con simpleza, con espíritu valeroso.

¡Cuídense y gocen de lo permitido para qué sepamos construir shalom!
Te deseo todo lo mejor para ti, y recuerda apoyar nuestra obra y compartir este rico pan con tu prójimo.
Comparte FULVIDA HOY.
Gracias.

 

Moré Yehuda Ribco

La desilusión de la subestimación

Nuevamente traemos enseñanza fresca y sabrosa de la Torá (judía), que puede ser compartida por los noájidas.

Esperamos que sirva nuestro humilde comentario para intensificar tu lealtad a Dios, por medio de tu cumplimiento de tu rol (sea como judío o como noájida).
Que nuestras palabras te lleven a perfeccionarte y así perfeccionar al mundo.

Esta semana corresponde que los hijos de Israel lean públicamente una sección que se denomina “Bejukotai”, y es la que cierra el tercer libro de la Torá.

En ella encontramos las terribles y serias consecuencias que suceden a causa del abandono de la Torá por parte de los judíos.
Muy graves son los resultados por la negación del judío hacia su identidad espiritual, lo que lo lleva a renunciar al cumplimiento de los mandamientos que le competen.
Espantosos sucesos en lo personal y colectivo, que también repercuten en la santa tierra de Israel, la que vomita a sus habitantes de ella.

La lista de horrores y heridas se interrumpe para que Dios anuncie promesas ciertas de redención, de consuelo, de retorno, de bendito bienestar:

«Yo Me acordaré de Mi pacto con Iaacov, y Me acordaré de Mi pacto con Itzjac y de Mi pacto con Avraham; y Me acordaré de la tierra
(Vaikrá / Levítico 26:42)

Podemos preguntar: ¿Cuál es la intención del Eterno al insertar esta frase en el contexto de las duras consecuencias para los pecadores?

Es un aliciente positivo, pues nos alienta a tomar el modelo de los primeros ancestros del pueblo judío, y así apartarnos del pecado para aproximarnos a la Verdad.

  1. Tal como Avraham dejó el país de la magia y ciencias ocultas, nosotros podemos dejar nuestros vicios, nuestro deseo de llenar nuestra vida de supersticiones, nuestro sometimiento al EGO con todas sus trampas, el seguir a payasos devenidos en líderes.
  2. Tal como Itzjac estuvo dispuesto a sacrificar su vida para alcanzar la trascendencia, nosotros podemos restar un poco de comodidad a nuestras vidas, para aumentar en compromiso y trabajo de construcción de Shalom.
  3. Tal como Iaacov aprendió a vivir y superarse incluso a través del dolor profundo, nosotros podemos  crecer a pesar de nuestra pereza, de nuestras excusas, de nuestras tendencias manipuladoras.

De esta manera nos estamos previniendo de sufrir los temibles castigos anunciados.
Cuando tomamos ejemplo de personas dignas de servir como tales.
Cuando vivimos conforme a nuestra identidad espiritual y no a las fantasías de nuestro EGO.
Cuando hacemos nuestra parte en la Obra sin añorar la de otro o tratar de escapar de lo que es nuestro compromiso.
Cuando gozamos con la bendición que desde lo Alto nos hacen llegar.
Cuando dejamos de mirar nuestro ombligo y sentirnos el centro del mundo, para pasar a ser solidarios, activos constructores de Shalom.

Excusas y justificaciones para ser esclavos de nuestro EGO, con facilidad inventamos.
Es muy simple llorar, quejarse, insultar, demandar, pedir, reclamar, enojarse, amargarse, irse dando portazos, armar confabulaciones contra los leales… es muy simple actuar bajo el mando del EGO, pero es una simpleza de apariencias, puesto que conlleva un costo enorme y terrible, que trae como consecuencias los espantosos que enumera la porción Bejukotai.
Creemos zafar con nuestros delirios, con nuestras buenas intenciones plagadas de ignorancias, con nuestro patetismo, con nuestra rebeldía, sí, creemos zafar, pero lo cierto es que nos hundimos más y más en el fango del EGO, de nuestro pobre y vacía existencia sin posteridad gloriosa.

No, no nos sirve de excusa el conocer historias “bíblicas”, recitar de memoria pasajes bíblicos, ni sentirnos tocados por la “profecías”.
De nada vale poner ejemplos rebuscados de patriarcas y héroes de antaño, porque Dios no te está pidiendo como noájida que repitas como loro lemas “sagrados”, ni que tengas conocimientos de supuesto metafísica cabalística, ni te compliques con rituales más o menos emparentados con el judaísmo.
Nada de eso te pide Dios, ni tampoco te escuda de lo que Él te exige.
Él quiere que seas constructor de Shalom, no un borrego repetidor de palabras hebreas; Él quiere que vivas a pleno con los Siete Mandamientos, y no argüir que tú tienes que hacer tal o cual costumbre o precepto de los judíos; Él quiere que cada día lo conviertas en sagrado, y no que te afanes por celebrar “Pesach” con corderos pascuales o “Shabbos” con velitas y cantinelas arameas.
Él te quiere noájida a pleno, y para ello te ha dado TU Torá, tu instrucción sagrada, que son los Siete Mandamientos.

El Shela, un importante sabio judío, explicaba que la persona debe rendir cuentas de acuerdo a sus capacidades personales, tanto las realizadas como las potenciales.
Cada persona según quien es, aquí y ahora. No con miramientos a “vidas pasadas”, a “vidas futuras”.
Cada uno deberá presentar en orden los libros de contabilidad espiritual ante Dios, en donde deberá demostrar que si es gentil ha vivido como noájida y si es judío ha vivido como judío.
No se le demanda a uno lo que le corresponde al otro.
Las acciones de los judíos son medidas por una vara más estricta que la de los noájidas, puesto que los judíos son descendientes de los patriarcas y parte de un pacto restrictivo que requiere mayor esfuerzo y compromiso que el pacto noájida.
No es justo que el gentil sea medido de acuerdo al patrón de evaluación judío, Dios es justo y así determinó que fueran las cosas.
Por tanto, el gentil tiene un pacto perfecto, glorioso, de bienestar y bendición es este mundo y en el más allá, a un costo menor que el judío.
Y, sin embargo, el gentil se apresura a pecar, a errar, a irse detrás de las vanidades de religiones y supersticiones, se apura en disfrazarse de judío y robar la propiedad sagrada judía, ¡cómo si esas insolencias le fueran a dar un mayor beneficio!

Si no hacemos NUESTRA PARTE, porque estamos pretendiendo o pendientes de la del vecino, nos estamos defraudando a nosotros mismos, y estamos siendo pasibles de la severa retribución de parte del Todopoderoso.
Acción y reacción: si  actuamos de manera incoherente a nuestra esencia espiritual, tenemos calamidades en esta vida y/o en la posteridad.
Si actuamos en sintonía con nuestro Yo Esencial, como noájidas siendo gentiles y de acuerdo al judaísmo siendo judíos, entonces solamente lo bueno es lo que obtenemos.

Empero, el ietzer hará, nuestra tendencia hacia lo negativo, el EGO que se sale de su estricta función inicial, no nos da respiro.
Si no puede debilitar nuestra espiritualidad mediante una técnica, hábilmente cambiará y usará otra, sin cejar de buscar alcanzar su meta. Es capaz de embaucarnos, haciéndonos creer que somos muy humildes, y que estamos a un pasito de la perfección. Puede llenarnos la cabeza con ideas tales como: ‘¿Para qué te gastas estudiando, si ya has alcanzado un alto grado de perfeccionamiento? Si vives como una persona justa, ¿para qué te esmeras por crecer cada día?’
Con ideas como éstas, la persona ciertamente no evoluciona ni despliega sus ocultos potenciales, sino que va decayendo cada vez más.
Estos pensamientos se suman a la natural inclinación por la comodidad y el no deseo de sacrificio personal.
El EGO nace para que sobrevivamos a la impotencia, pero bien pronto usa el sentimiento de impotencia para doblegarnos.
Nos podemos sentir impotentes por valorarnos en menos de lo que realmente somos, pero también por inflarnos de humo y creernos más de lo que somos.
En ambas situaciones la autoestima es incorrecta, de más o de menos, pero no en armonioso equilibrio, lo que repercute en trastornos multidimensionales más o menos visibles.

Para contrarrestar las artimañas de la tendencia hacia lo negativo, es imprescindible que hagamos un relevamiento correcto de nuestra situación real, es decir, que reconozcamos sin engañarnos en dónde estamos parados, y que sepamos con precisión cuáles son nuestras potencialidades aún no aprovechadas.
Dónde estoy, adónde me dirijo, con qué recursos cuento, de dónde vengo, cómo haré para alcanzar el buen puerto al que he planificado llegar.
Tales son algunas de las interrogantes que nos pueden servir para avanzar, si es que somos sinceros y no os engañamos al solitario.

También es necesario juzgar nuestro grado de esclavitud al EGO.
¿Qué estamos malgastando con tal de mantener una situación de relativa comodidad?
¿Qué presión de los faraones admitimos que nos angustien siempre y cuando consigamos algún “arreglito” que nos brinde algún beneficio?
¿Qué estamos haciendo para mantener la soga que nos ahorca al cuello, en lugar de zafar y ser libres, en verdad libres?

¿Estás dispuesto a preguntarte y contestarte?
¿Estás dispuesto a dejar de ser mediocre, de mentirte, de estafarte, de aferrarte a la superstición que te hace sentir “lleno”?

Cada persona guarda un inmenso potencial espiritual, que está a la espera de poder desplegarse.
Solamente si la persona reconoce que es buena por naturaleza, y que puede/debe actuar acorde con sus verdaderos potenciales, es que podrá crecer espiritualmente.
Pero, si nos dejamos convencer de que somos malos o torpes, o de que estamos marcados por un negro destino para ser unos fracasados, sin dudas que no podremos elevaros más allá de nuestras limitadas expectativas y escasas fuerzas emocionales.

Recordemos que cuando una persona muestra un intenso deseo de elevar su nivel espiritual, el Eterno envía Su ayuda para que la persona tenga más chance de conseguir su objetivo. El Eterno quita fuerza a algunos de aquellos defectos que obstaculizan su propósito, de manera tal, que toda persona, en tanto lo desee realmente, puede alcanzar un mayor grado de espiritualidad en este mundo.

¿Y qué es espiritual?
Encontrar la Presencia de Dios hasta en las cosas más sencillas, elevar los múltiples planos para estar en armonía con el mandato de Dios.

El punto está en no subestimarse, sino en aprender a reconocer el valor propio, más allá de las apariencias negativas, o de las creencias adversas que nos fueron inculcando a lo largo de nuestra crianza.

No podemos dejar de tener en mente otro versículo de la porción de esta semana, que nos enseña:

«Daré paz en la tierra»
(Vaikrá / Levítico 26:6)

El gran erudito y maestro Rashi comenta: «Si no hay paz, no hay nada».
¿Qué aprendemos para nuestra vida diaria de esto?

Muchas personas podrían estar satisfechas con su porción, con lo que han alcanzado materialmente, sin embargo viven atormentados por estar envidiando lo que el otro posee, o lo que ellos creen que el otro posee.
Pero, si la persona se valorara correctamente a sí misma, y de esa manera estuviera habilitado para amar en realidad al prójimo, la envidia no perturbaría su existencia, y no se obsesionaría con alcanzar riquezas que le son ajenas o posesiones que le son innecesarias.
Cuando la ambición está dominada, y no es una bestia que pretende romper todos los límites, la persona alcanza una paz interior que le permite gozar de aquello que tiene.

Y cuando esa paz surge por reconocer que dentro de uno existe un inmenso potencial que podría desarrollarse, entonces la persona ha alcanzado un gozo verdadero, un éxito perdurable.

Moré Yehuda Ribco

Relatos, anécdotas y enseñanzas

Primera consulta de la mañana, en mi trabajo como psicólogo, aparece la cucharita de café. Su discurso arranca así: «Mi vida es una miseria. Maldigo el día que salí del horno de fundición. ¿Para qué me fabricaron? ¿Es justa mi vida? Hay que ver, solamente hay que ver… esa petulante cuchara sopera, tan oronda se pasea de la cocina a la sala… de la sala al comedor… y se revuelca en un deleite sin par en esas deliciosas sopas de pollo, en esos suculentos platos de guiso… ¡qué daría yo para tener su destino! ¡Pero no! Mi negro destino es girar como una estúpida sin razón en un diminuto pocillo de fétido café…»

Vino a mi consultorio la cuchara sopera, toda consternada se confesó: «Odio a esa ociosa cuchara de oro. Todos la codician, todos la desean, y ella brilla con un fulgor único. Y a mí, ¿a mí qué me queda? Solamente hundirme en esas grasientas sopas… ay como la odio… ¡qué envidia sana! ¡Mire que es envidia sana la mía, eh!…»

Al ir cerrándose el día aparece con su majestuoso paso la cuchara de oro, aquella que estaba en la vitrina como un fino y encumbrado adorno. Con cansino tono solamente espeta: «Ay, si fuera por un sólo minuto cucharita de café… ¡cuán feliz sería!…»

Preguntas y datos para meditar y profundizar:

  • ¿Cómo se relaciona el relato con el comentario a la porción semanal que hemos brindado?
  • ¿Cuál es la manera de ser generoso realmente?
  • El potencial
    «Has hecho al hombre un poco menor que los ángeles y le has coronado de gloria y de honra.»
    (Tehilim / Salmos 8:6)

    • ¿Cómo puede afectar a la autoestima personal el saber que Dios nos ha hecho un poco menos que ángeles?
    • ¿Qué cosas puede hacer la persona para desarrollarse espiritualmente?
  • El rico
    «Rico es aquel que está feliz con lo que tiene»
    (Pirkei Avot 4:1)

    • ¿Cuándo una persona puede sentirse realmente satisfecha?
    • ¿Por qué la Torá no se opone a la posesión de riquezas materiales?

Sabremos cumplir

Si te hicieran la pregunta “¿Por qué no robas?”, podrías ofrecer varías respuestas.
Te comparto algunas, que a lo largo de los años he ido recopilando (si quieres, son bienvenidas tus experiencias para compartir en la zona de los comentarios, aquí debajo):

  • Porque es malo.
  • Porque no quiero.
  • Porque no me gusta que me roben, así que no robo.
  • Porque puedo ir preso.
  • Porque me pueden castigar.
  • Porque me iré al infierno.
  • Porque no podría dormir en paz por la culpa.
  • Porque me da miedo.
  • Porque no vale la pena, pero si lo valiera no dudaría.
  • Porque no tengo necesidad de hacerlo.
  • Porque no soy malo.
  • Porque si robo soy parte de un sistema corrupto que me termina por perjudicar.
  • Porque dice la ley de mi país que es un delito.
  • Porque dice la ley de Dios que es un pecado.
  • Porque no se me dio la chance.
  • Porque apenaría a mis padres.
  • Porque me enseñaron que eso no se hace.
  • Porque lo considero incorrecto.
  • Porque me sentiría muy mal de hacerlo.
  • Porque en mi grupo/comunidad/secta eso no está bien considerado.
  • Porque me pueden ver.
  • ¿Quién te dijo que no robo?
  • ¡Vamos, si todos somos ladrones y corruptos!

Si nos tomamos un breve tiempo para el análisis serio y honesto, pronto descubriremos que la mayoría de las respuestas obedecen al EGO.
Unas pocas toman en consideración otros factores, de respeto, bondad, justicia, lealtad.
Te lo dejo así para que reflexiones, pues me interesa pasar inmediatamente a otro tema, relacionado directamente.

Están los admiten que es un deber de cada cual cumplir con los mandamientos que les competen.
Los noájidas los siete mandamientos, los judíos aquellos mandamientos a su alcance de los 613.
Lo aceptan con sinceridad.
Pero, cuando nos ponemos a evaluar lo que los motiva, quizás nos llevemos algunas sorpresas.
No te haré ahora una lista de motivos para el cumplimiento de los mandamientos, pues también de estos he ido juntando respuestas a lo largo de los años, sino que te recordaré lo que la propia ley espiritual establece:

Todo gentil que se compromete a cumplir con los Siete Preceptos Universales, se lo denomina un gentil piadoso y tiene su porción del Mundo Venidero; en tanto reconoce que estos mandamientos le fueron ordenados por el Eterno y reconfirmadas a través de Moisés en la entrega de la Torá, acerca de que los descendientes de Noé habían sido ordenados para cumplirlos desde tiempo antiguos.
(Hiljot Melajim 8:11) (Leer aquí también, buscar más textos usando el buscador de nuestro sitio)

La persona debe cumplir con los mandamientos porque eso es lo que Dios ha ordenado que se haga.

  • No por temor a castigo.
  • No porque le parece bueno.
  • No porque le parece justo.
  • No porque el mundo será mejor.
  • No para obtener beneficios.
  • No para obtener bendiciones.
  • No para obtener salvación.
  • No para curar a alguno.
  • No para ser rico.
  • No para hacer arreglos comerciales con Dios.
  • No para que le vaya bien.
  • No para obtener placer en el mundo venidero.
  • No para acelerar la Era Mesiánica.
  • No para obtener expiación por errores o pecados.
  • No por miedo al “infierno”.
  • No porque otros lo hacen.
  • No porque los padres le ordenan.
  • No porque el líder le obliga.
  • No porque le resulta algo agradable y fácil de hacer.
  • No porque le mortifique y le gusta sufrir.
  • No porque está de moda.
  • No porque es para llevar la contra.
  • No porque siente que tiene que hacerlo.

La persona debe cumplir los mandamientos que le corresponden porque eso es lo que Dios le ordena que haga.
Es cierto que el hombre y la sociedad se benefician grandemente con el cumplimiento de los mandamientos (Guía de los Perplejos, libro 3, cap. 27), el provecho es multidimensional e innegable.
Pero no es por ellos que se debe acatar la orden de Dios, sino porque Dios lo ha ordenado.
Es cierto, al cumplir con los mandamientos se domina al EGO y se canalizan las pasiones y apetitos hacia fines trascendentes, solidarios, de construcción de Shalom (Guía de los Perplejos, libro 3, cap. 33), pero no debe ser por esto que se cumpla en principio los mandamientos, sino porque es Dios quien los ha ordenado.
Es cierto, el cumplimiento de los mandamientos es EL mecanismo para adquirir parcelas de gozo en el mundo eterno (Guía de los Perplejos, libro 3, cap. 31), pero no es por egoísmo que debemos cumplirlos, sino porque Dios ha ordenado que lo hiciéramos.

Si tú cumples por motivos egoístas, aunque sean bien intencionados, estás dejando de lado el fundamento: servir a Dios tal como Él quiere que tú hagas.
Si cumples, tendrás beneficios aquí y en la eternidad, eso es lo que está prometido por Dios (Devarim/Deuteronomio 6:24),  pero que no sea esto lo que te mueva, sino tu adhesión a Dios por medio del mecanismo que Él ha implementado: Siete Mandamientos para los noájidas, 613 para Israel.

Conducta EGO o conducta saludable

Por su naturaleza, el EGO recurre a las herramientas que sabe emplear:

  1. Activas:
    1. Llanto y sus derivados (gestos de dolor, depresión, gemidos continuados, toses nerviosas, sofocamiento, quejas, criticonería, victimizarse, acusar en falso, etc.)
    2. Gritos y sus derivados (insultos, lenguaje soez, ofensas, burlas, hostigamiento, violencia verbal, amenazas, estafas, mentiras, etc.)
    3. Pataleo y sus derivados (golpes, roturas de objetos, portazos, tics, espasmos, robos, maltrato, abuso, agresión física, asesinato, etc.).
  2. Pasiva:
    1. Evitación del contacto con la realidad,
      en una gama que va desde el la absoluta desconexión de la conciencia (dormir, desmayarse, coma)
      hasta grados más leves (distracción, ensoñaciones, rehuir la mirada),
      en el medio queda una amplia variedad de conductas y actitudes de evasión.

Las herramientas activas, principalmente, tienen la finalidad de manipular a otros y al entorno, para conseguir aquello que se desea, sin miramiento alguno hacia lo que es bueno y justo.
Se desea, entonces se procede a alguna de las actividades de manipulación para satisfacer la demanda del EGO.
Estos modos ocurren porque:

  1. Se es impotente para satisfacer el deseo.
  2. Se siente impotente para hacerlo.
  3. Se cree impotente para hacerlo.
  4. A pesar de poder, se decanta por la solución “egoísta”, que aparece menos costosa, más fácil, cómoda, ventajista, sin consideración o ponderación de efectos ulteriores.
  5. Se escoge la vía perversa adrede, como forma baja de gratificación.

Si bien las formas pasivas en principio no sirven con fines de manipulación, sino de bloquear el conocimiento y efecto de la realidad sobre la persona, también pueden ser eventualmente empleadas como armas de manipulación.
Así pues una obsesión que en un primer momento servía para no tomar contacto con ciertos aspectos temidos de la realidad, en una segunda instancia pueden ser aprovechados (de manera consciente o no) para obtener beneficios secundarios, tales como por ejemplo aligerar responsabilidades laborales, no tomar decisiones difíciles al amparo de la “enfermedad nerviosa”, rehuir situaciones estresantes pero necesarias, etc.

Dependiendo en parte de la constitución física/genética, así como de las vivencias, y de los contextos de las relaciones es que el EGO va seleccionando sus armas, las va perfeccionando, te va haciendo experto en tales o cuales estrategias y tácticas para vencer en la guerra constante de obtener lo que deseas.
Por ejemplo, una persona de físico endeble y enfermizo, criado en una familia sanamente protectora, que le inspira auto-confianza, que le brinda oportunidades para equivocarse y a pesar de ello crecer, encontrará recursos para salir adelante sin tener que caer en groseras formas de manipulación.
Una persona de físico promedio, en un medio familiar en el cual se le humilla, se le degrada, se le obstaculiza en su adquisición de una correcta autoestima, probablemente adoptará mecanismos de manipulación para alcanzar sus deseos, no siempre sintonizados con lo saludable.
Son complejas ecuaciones a tener en cuenta.

Vayamos a la práctica.
Cuando reconoces que actúas a través de algunas de las herramientas del EGO, es hora de hacer un alto, buscar qué te lleva a actuar de esa manera desequilibrada y procurar ejercer una acción diferente, acorde con patrones de conducta solidarios, responsables, razonables, buenos, justos, de construcción de Shalom.
No es fácil, tampoco hay magia que te ayude a lograrlo.
Pero si quieres, si realmente quieres, tendrás como hacerlo.

También se emplea para reconocer la conducta EGO del otro y poder desactivar sus tácticas manipuladoras, pues conductas EGO te llevan a responder automáticamente de manera EGO.
Ejemplo, el alumno molesta en clase y no te permite continuar brindando la lección, es su EGO el que está jugando sus cartas, quiere obtener el poder de la clase, la atención, para satisfacer algún deseo (que ahora no interesa analizar). La respuesta EGO de tu parte sería alzar la voz y amenazarlo, ridiculizarlo, agredirlo de palabra o hechos, etc. Tienes otras formas para actuar, que no impliquen el dominio del EGO sobre tu conducta.
A modo parecido en tus relaciones con tus hijos, tus cónyuges, patrones, empleados, vecinos, etc.

Ejemplo, alguien en un blog o foro lanza un mensaje agresivo en tu contra, totalmente malicioso e infundado, tu conducta EGO será agredirlo, burlarte, insultarlo, demostrarle lo imbécil que es, etc.
Tu conducta saludable, más allá de tu enojo o dolor, será ignorarlo, o ponerlo respetuosamente en su lugar, o denunciarlo con un administrador para que no le permita acciones contrarias a las normas de la etiqueta, o mostrar otros puntos que sean de interés colectivo, etc.

Es cierto, tenemos el monstruo de la impotencia dentro nuestro, lo que precipita la reacción automática del EGO.
No estamos libres de esto, hasta el día de nuestra muerte.
Por lo cual, es menester estudiar estos temas, profundizar en ellos, tomar conciencia de nuestras acciones y de aquellos con los que nos relacionamos, estar alertas a nuestras conductas EGO, no dejarnos llevar por reacciones automáticas, entre otras cosas que es necesario atender.

Este es otro pequeño aporte a nuestra salud y crecimiento.
Espero que te sea de provecho y bendición y agradezco comentarios que aporten anécdotas, ampliaciones, correcciones, mayor amplitud de la información, etc.
Hasta luego.

Resp. 961 – porque Di-s hace promesa Abraham

qbpcesar nos consulta:

Shalom

1- Por que el Eterno hace una promesa a un ser que no es Judio, que del naciera toda una nacion,
2- y por que en Jose, se vuelve a repetir otra vez para salvar a su decendencia o remanente.

3- Aqui veo una importancia de un ser Noajidas, que llevo el Eterno a lo que hoy es un pueblo elejido para ser la Luz del Mundo,
4- y esta es la responsabilidad de todos, de llevar la Luz (torah) al mundo,
5- para que este mundo idolatra se convierta al creador, y asi Adonai, seria Glorificado por toda la humanid

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