Una sección de nuestro cerebro es denominada por algunos teóricos como “cerebro de reptil o reptiliano”, que sería su porción más primitiva y encargada de asegurar los procesos instintivos básicos de subsistencia.
Esta raíz primaria opera en conductas toscas de lucha o de huida.
Es un “camino rápido” para relacionarse con el mundo, que no pasa por el filtro del pensamiento racional, pues éste suele ser sensiblemente más lento y por tanto inoperante en determinadas condiciones de riesgo o necesidad.
No usa palabras, no las registra; no emplea metáforas ni pensamiento racional, sino que se maneja con reacciones instintivas ante hechos (reales o sentidos).
Es un sistema de alerta y reacción veloz. Por ejemplo si andamos por la calle y sentimos un bocinazo y saltamos a la vereda, reaccionó nuestro complejo reptiliano; si de pronto vemos las muecas en el rostro de alguien desfigurado por el terror, nos ponemos en estado de alerta para reaccionar en defensa o huida; etc.
Es éste el cerebro que aloja al EGO y recibe los primero “recuerdos” e “impresiones” del recién nacido.
(En realidad, no son recuerdos que podamos compartir con palabras, ni siquiera con imágenes, son sensaciones difusas pero que pueden ser extremadamente intensas. Es ese arrebato de furia enceguecedora, esa cólera incomprensible, esa angustia innominada, ese terror pavoroso, esa sensación profunda y perturbadora que te secuestra y no tienes noción de lo que estás haciendo.)
Allí se instala el profundo y espantoso sentido de impotencia original, producto del nacimiento de la persona.
Desde allí se nutren pesadillas y angustias, miedos y dudas, agresiones y religiones, todas las maldades conocidas y por conocer.
Allí, en donde quedo grabado a fuego el sentimiento inconcebible de la impotencia llevada al extremo y del EGO que apareció como un “salvador” milagroso.
Esto tiene que quedar bien en claro para ti.
Entre otras cosas te estoy enseñando que la terapia psicológica de “palabras”, no alcanza siquiera a rozar el núcleo de tus pesares. Que el reconocer tus errores del pasado y declararlos, no quita el motivo que te llevó a cometerlos. Que estás a merced de las imposturas del EGO mientras no tengas conciencia de su verdadera naturaleza y modos de funcionamiento. Que el razonamiento es una poderosa herramienta pero impotente en el reino en el cual reside el EGO. Que ninguna mística barata o superstición tiene real poder sobre tu vida, pero tú puedes conferirle credibilidad y hacer que tenga efectos positivos o negativos.
Estas son algunas de las implicaciones de la enseñanza del día de hoy.
¿Qué es el EGO?
Es nuestra primer línea de defensa ante el terrible sentimiento de impotencia inicial, que ocurre al momento del nacimiento.
En aquella oportunidad es nuestra tabla de salvación, un aliado, un sistema rudimentario pero efectivo que nos ha provisto el Creador para sobrellevar el impacto espantoso de la impotencia que sobreviene al nacer.
Es un mecanismo para la supervivencia en las condiciones extremas de impotencia que caracteriza al nacimiento.
Cuenta con herramientas activas (llanto, gritos y pataleos) y una pasiva (evadir la realidad, en un primer momento por medio del dormir).
Con las herramientas activas se procura llamar la atención para recibir el cuidado y nutrición de los cuales depende la supervivencia. De no obtenerse respuesta se pasa al modo pasivo, en donde se bloquea el sufrimiento que ataca desde dentro pero especialmente desde fuera.
Sin dudas que a pesar de su carácter rudimentario es eficiente y absolutamente indispensable para la especie humana.
El problema radica en que su accionar se prolonga más allá de los tiempos y circunstancias para los que fue creado.
Va tomado dominancia en el control (y formación) de la personalidad.
Cuando las experiencias y la maduración neuronal van permitiendo otros modos de acción y reacción, igualmente el EGO sigue prendido al mando de las conductas, impidiendo un desarrollo saludable y altruista de la persona.
Para no perder dominio se boicotea a la persona, se la hace pasar por momentos de impotencia, se la reduce a estados de indefensión que pudieran haber sido evitados, se la culpabiliza, para mostrase luego el EGO como el “salvador”, el “dios” que está siempre al rescate y dispuesto al sacrificio para dar vida al hombre.
Pero no solo con amenazas y torturas manda el EGO, también con promesas y esperanzas, con deleites y anhelos cumplidos en secreto.
La lujuria, el vicio, la codicia, el orgullo, la avaricia, el libertinaje son ramales del EGO, que vienen a acariciar el sentir de la persona, a rodearlo de caricias infames, para que no se libere y no sea amo de su propia existencia.
Es un juego macabro, realmente enfermo, que nos somete a todo tipo de vejámenes y situaciones tormentosas, a las cuales parecemos acceder voluntariamente, o a veces como si estuviéramos signados por un destino perverso.
En los hechos, somos nosotros mismos, ese EGO que es parte de nosotros, los que nos tiene esclavizados, enfermos, enjaulados en celditas mentales de las cuales pareciéramos temerosos de salir para vivir con apertura, libertad, responsabilidad, compromiso, gozo.
Retomando la línea evolutiva individual, cuando el bebe va creciendo y adquiriendo experiencias a la par que madurez neuronal, va sintiendo que está en competencia feroz por recibir lo que necesita: atención, cuidado, alimento, afecto, etc.
En parte es el instinto de supervivencia, en parte el EGO desde su trono reptiliano, pero el niño hará y deshará con tal de seguir siendo el centro del universo, real o fantasiosamente.
El EGO moverá a conductas en toda la gama posible con tal de no perder el poder sobre los otros, ni dejará de ejercer trucos y manipulación para no perder siquiera un palmo de su dominación.
Es que se siente como una verdad indudable que si se comparte, si se cede, si se negocia, se está en peligro de morir, o peor aún, de retornar al estado inicial de sufrimiento espantoso del nacimiento.
Sobre esta realidad interna es que los padres y maestros deben ir educando en valores altruistas.
Tarea para nada sencilla.
Entre los eslabones que dificultan este aprendizaje se encuentra también el profundo rechazo de los adultos por el compartir, por el actuar en verdad con bondad y justicia, pues por lo general las personas no han corrido al EGO del mando de sus vidas. También padres y educadores están sometidos a la esclavitud del EGO.
Tal vez matizados por obligaciones sociales, disfrazados con las máscaras de moralidad pública, sujetos a reglas comunes que deben ser obedecidas so pena de castigo, pero allí en el fondo no para de susurrar sus palabras venenosas el EGO.
El EGO encierra detrás de cáscaras oscuras a la esencia espiritual pura y en permanente nexo con Dios.
No permite que los niveles conscientes de la persona adviertan esa conexión sagrada, que no se perciba la Luz del Alma.
Las cáscaras del EGO están allí para hacer sentir desconexión, desamparo, soledad, inexistencia de Dios, vacío existencial, podredumbre interna, culpa intensa por cualquier motivo. La persona que no está consciente de su nexo sagrado constante se hunde en la desesperanza, en la rutina asesina, en la falta de creencia en Dios, en la impotencia total. Es fácil para el EGO esclavizar a una persona así abatida.
Por supuesto que el EGO se presentará como el que viene a rescatar y no como el causante del malestar.
Así pues el Yo Esencial parece “otro”, “ajeno”, alejado de toda conexión con la persona, siendo en verdad que la persona ha sido secuestrada de su verdadera identidad e impuesta a llevar una vida teatralizada a cargo del EGO.
Si bien puede presentarse al EGO como reinando sobre la dimensión material, debemos reconocer que al presentarse el EGO en función de “redentor” o “divinidad”, es común que la persona se someta a ilusiones de espiritualidad, a rituales de corte religioso, a todo tipo de supersticiones y ceremoniales de apariencia sacra, sin estar realmente en conexión con Dios o la esencia pura espiritual de cada ser.
Esas religiones, todas ellas, son manifestaciones del EGO. (Recordemos: judaísmo y noajismo NO SON religiones.)
La religión, cualquiera, es adoración del EGO, al cual se exterioriza como una o varias divinidades; aunque en la nueva onda de religiosidad light no faltan los que hablan del “dios interno”, o de que cada uno es un dios.
EGO y solamente EGO.
La idolatría es la adoración al EGO figurado externamente al individuo.
Así pues, el EGO impone cáscaras que bloquean a la persona la conciencia de su propia esencia espiritual cristalina.
Al mismo tiempo va elaborando máscaras que se van adosando al ser, que lo van haciendo representar roles y papeles, como en una obra de teatro mal guionada.
La personalidad se construye con esas máscaras, a las que llamamos Yo Vivido, que están adosadas al Yo Auténtico y no le permiten expresarse en todo su real potencial y alcance.
Nuestro Yo Auténtico está limitado en parte por su componente material (el cuerpo) y en parte por las máscaras del EGO.
Somos prisioneros de nosotros mismos.
Cuando en verdad nuestro Yo Esencial está encadenado al infinito, es un nodo en la red espiritual que no conoce limitaciones temporales-espaciales.
Siendo casi ángeles, debemos conformarnos con una vida de pordioseros, menos aún que animales.
Esa neshamá pura está buscando constantemente comunicarse con nosotros, es nuestra vocecita de la conciencia que quiere contactarse con nuestro ser consciente.
En el medio se interpone el EGO con sus aullidos, amenazas, reproches, promesas, maldiciones, zalamerías, humillaciones, caricias, fantasías…
El EGO requiere silenciar la voz tenue de la esencia espiritual, pues si estuviéramos en armonía multidimensional, si el espíritu estuviera en plena comunicación con el resto de nuestros planos del ser, el EGO perdería todo poder y realidad.
Por tanto, el EGO guerrea con todos sus recursos, que son bastante limitados pero bien aceitados y ejercitados.
Se nos hace creer que el EGO es un demonio, Satanás, un ángel caído, un dios poderoso, un dios de este mundo, el materialismo, tales o cuales grupos de poder.
Pero el EGO es un mero mecanismo primitivo de supervivencia, muy bueno en su momento, inoperante y terrible fuera de su contexto.
Su poder es aquel que le toleramos y regalamos con nuestra falta de conciencia y decisión de ser libres.
Es un impotente que te hace sufrir de impotencia, es un cáncer, es un suicida pues con tal de no perder el dominio es capaz de enfermarte, de llevarte a la muerte, de sumergirte en cualquier miseria o locura.
No puede dejarte que seas quien puedes llegar a ser, porque de hacerlo él no tendrá razón de ser, se perderá en las sombras del olvido reptiliano.
Si pudiéramos hacer el “clic” para apagar el EGO y prender la Luz de nuestro Yo Esencial, estaríamos cumpliendo una de las misiones principales en nuestra vida.
Estaríamos en realidad sirviendo a Dios, siendo leales a Él, desarrollando todo nuestro potencial; en lugar de servir al EGO, ser esclavos del EGO, impidiendo con artimañas nuestro desarrollo integral.
Nuestro trabajo, como almas en este viaje mortal, es cambiar la sede de nuestra identidad del ego al Sí mismo. Eso es todo.
Una forma de terapia es dejar de luchar, abandonar la ilusión de control, perderse en la impotencia para de esa forma quitar el yugo del EGO con sus falsas salvaciones y sanidades.
Fluir sin pelear.
No entrar en controversias, no debatir, no dudar, no argumentar, no dar excusas, no justificarse, no hablar.
Dejarse llevar por la corriente de sensaciones, admitir la impotencia, observarla, no juzgarla.
Sumergirse en la propia debilidad, en la propia ignorancia, en la propia limitación humana.
No ir a la guerra contra el EGO, pero tampoco servirlo.
Bajar los brazos, cerrar los ojos, dejar de percibir el mundo, acallar las voces interna, no seguir pensamiento alguno, no desear nada, solamente estar y dejarse llevar.
Allí encontraremos el canal, la brecha, el hilo sagrado hacia nuestra esencia espiritual.
En vez de descubrir nuestros temores hechos realidad, experimentamos la exaltación perfecta del abrazo del amado.
Es el encuentro con nuestro ser, con nuestra esencia, con Dios.
Los antiguos cabalistas, y pocos de los modernos, encuentran en el verdadero rezo un ámbito para sumergirse en experiencia de intensidad espiritual.
El rezo deja de ser un ritual reiterado, palabras repetidas, peticiones, alabanzas, ruegos, agradecimientos, juegos del EGO para ser el encuentro que debiera ser. Hitbodedut, aislarse del entorno pero también del mundo interior falsificado por el EGO. Experimentar el encuentro con el sí mismo y a través de éste con Dios.
Es un trance momentáneo, un éxtasis que se desvanece con rapidez.
El EGO difícilmente deja de actuar en tanto la persona está con vida.
El ejercicio de la dominación desde el pozo más profundo del cerebro no es posible de evitar de manera permanente, al menos para la absoluta mayoría de las personas.
Debes comprender que si la persona halla ese instante de elevación y encuentro, difícilmente vuelva a ser siervo del EGO. No dependerá de ritualismos, no se someterá a supersticiones, no hará de Dios un ídolo, no adorará líderes, no se aferrará a sus máscaras, no pretenderá ser lo que no es, no precisará de drogas u otras formas de dependencia psico-emocional. Será una persona cada vez más libre, más plena, más feliz, más solidaria, más contenta con su porción, más sociable.
No te dejes confundir por disfraces de santidad, otras formas externas del EGO. No te dejes seducir por maestros, “rabinos”, gurúes que con ropajes y actitudes “místicas”, te confunden con filosofías y palabras, te prometen santidades imposibles. Son manifestaciones externas del EGO.
Otra terapia se encuentra en actuar con bondad y justicia, con ánimo altruista.
El altruismo es la contraposición del egoísmo.
Cuanto más se dedica la persona a hacer actos de bien hacia el prójimo, con generosidad desinteresada, menos poder le entregamos al EGO, por tanto más libres estamos siendo.
Por supuesto que el EGO no tolera tales acciones, por tanto deberás hacerlo yendo en contra de tus ideas, de tus sentimientos, de tus creencias, puesto que todas ellas están dominadas y conquistadas por el EGO.
Existen otras técnicas, pero no es ocasión de mencionarlas.
Hasta aquí estas anotaciones que quería compartir contigo.
Espero que te sean de bendición y provecho, para que seas consciente de la bendición constante que recibes desde lo Alto y la disfrutes a pleno.