Estamos trabajando estos últimos días algunos temas que refieren a la actividad mental, a los nexos mente-espíritu, a los lazos mente-emociones, a la comunicación, entre otros.
Espero que tales textos te sirvan para aprender, reflexionar, conocerte, conocer al prójimo y especialmente construir shalom, comenzando desde dentro, desde tu ser, hacia fuera.
Ahora veremos una técnica ancestral empleada para corregir o resolver ciertos errores de actitud y acción.
Recordemos rápidamente que estamos formados por:
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Una esencia pura, el plano espiritual, a la que podemos «Yo Auténtico», verdadera identidad individual y conexión directa con el Eterno y el universo.
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El plano mental, que es nuestro timonel quien elige entre las opciones que se nos presentan y nos abre el panorama a otras opciones que no aparecen a primera vista.
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El plano social, que nos vincula con los demás, son el entorno social, con el lenguaje, la cultura, las instituciones, la ley, etc.
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El plano emocional, que sirve como motor para nuestras acciones, núcleo básico de identidad y fuente de la comunicación.
El plano físico, la estructura material que nos permite realizar nuestra actividad en este mundo.
La salud, el estado óptimo del ser humano es el equilibrio dinámico, cuando cada plano está nutrido como corresponde y en armonía consigo mismo así como con el resto de los planos.
Con este equilibrio dinámico es que podemos establecer contacto verdadero con nosotros mismos y con el prójimo.
En los casos en que se establece un marcado desequilibrio, o cuando alguno de los planos interfiere en la tarea de otro de los planos, es que la persona sufre de alguna enfermedad.
Recordemos que a cada uno de los planos le corresponde sus propios tipos de enfermedad.
En este texto trataremos de la técnica que nos habilita a lograr el equilibrio entre los planos, sus herramientas nos permiten conectar con nuestra esencia pura, adecuar las tareas de los planos y permanecer en paz.
Una de las grandes dificultades que trastorna el sano equilibrio suele ser la incapacidad o dificultad de dejar libre, de soltar, de descargarnos, de limpiarnos de recuerdos que no proveen de energía positiva, sino que actúan como pozos en donde se drena y malgasta la energía vital.
Para ser concretos, hablamos de recuerdos activos negativos tales como resentimiento, celo, envidia, no perdonar, deseos de venganza, pasiones enfermizas, obsesiones, engaños, usurpación de identidades, etc.
Existen patrones de conducta que facilitan el borrado, la liberación de aquello que pasa y estorba y hasta hace vivir una perpetua agonía.
¿Qué pasa cuando borramos?
Cuando admitimos la orden superior, del plano espiritual, que nos exige soltar la mochila, descargar las piedras, entonces canalizamos la energía para que recorra nuestros recovecos y borre y sane y nos habilite a gozar de la vida.
Pero, tenemos que estar dispuestos a «dejar ir».
Dispuestos a cambiar de patrón de conducta, despojarnos de esos lemas que nos acompañan y justifican en la permanencia en el dolor y la enfermedad.
Hay gente que prefiere seguir en el pozo por miedo al cambio, porque desconfían de que pueden vivir de otra manera, o porque tienen la impresión de que «el otro» se «merece» ser odiado, repudiado, etc.
Tenemos que estar atentos para limpiar constantemente y conscientemente, porque no nos es posible saber los innumerables pensamientos que tenemos al día y las memorias que esos pensamientos están intoxicando y que conllevan una carga de sufrimiento perpetuo.
Hay que ser activos y entrenarse hasta formar el hábito automático de «soltar lo negativo», dejar de atesorarlo como si fuera un preciado cofre de riquezas, cuando en realidad es un pozo oscuro y asfixiante.
Así pues, no es solamente un trabajo de recuperar lo dañado, limpiar lo ya ensuciado en el pasado y que permanece mugriento por nuestra falta de «soltar»; sino además es imprescindible tener una defensa activa constante, para detener cualquier nuevo impulso de añadir otro registro turbio a nuestra memoria.
Es como el antivirus de tu PC, que puede realizar un escaneo de los archivos ya guardados, para reconocer y eliminar los perjudiciales virus que ya contaminan tu sistema; pero además cuenta con barreras de defensa que advierten de la intrusión de las diversas afecciones que actualmente pretenden acceder a nuestro sistema y dañarlo.
Si estamos conscientes de que tenemos que tener, activar y actualizar el método de protección de nuestra PC, ¿cómo obviar el que se merece nuestro sistema más precioso, que es nuestro ser?
Algo maravilloso es que cuando entrenamos nuestro sistema activo de defensa y no permitimos que más registros se dañen, paulatinamente otros registros que ya han sido dañados encuentran un canal para recuperarse, liberando al ser de tensiones, quitando peso, mitigando la amargura, equilibrando el ser.
¿Cuál es la técnica?
Decir «lo siento», cuando eres parte activa de cualquier situación inarmónica.
Deja de lado el orgullo, las justificaciones, el enojo, el ego y con honestidad di: «lo siento».
Sé cauteloso para no tomar responsabilidad de aquello que no eres responsable, que tu admisión sea justa y no se convierta en una actitud de apertura a la manipulación emocional por parte de otros.
Pero, ten en cuenta que en ocasiones el otro no sabe hacer otra cosa y eres tú quien puede hacer el cambio positivo, pidiendo disculpas aunque no seas en justicia «culpable» de nada… es para considerar cuando se aplica esta estrategia de constructor de shalom.
Cabe añadir que en ciertas condiciones el disculparse y disculpar no se hacen cara a cara o ante otra persona, sino consigo mismo, con Dios como testigo.
La contraparte es admitir el pedido de disculpas por parte del otro, sin aumentar la herida, sin reclamos fuera de límites.
Cuando el otro dice honestamente «lo siento», se terminó el debate.
Luego habrá que ver como solucionar los daños, restaurar el equilibrio perjudicado, devolver lo tomado sin permiso, etc.
Pero, sin ánimo negativo, sin venganzas, sin atribuirse perfección, sino con deseo sincero de restablecer la armonía interna y externa.
Es sencillo, aunque pudiera parecer complicado o bastante inútil.
Siglos de experiencia demuestran el valor del perdón.
Como refuerzo debes agradecer cuando corresponda, a quien corresponda, hasta por aquello que pudiera resultar mínimo y de poco interés, o cotidiano por lo cual pareciera que ya no es más necesario reconocer el gesto o hecho bondadoso por parte del prójimo.
Cuando se practica esta antigua y eficiente técnica se producen cambios en el entorno, gana uno y ganan los demás.
Con estos sencillos pasos se modifica el medio y el ser, se contagia la «buena onda», se instala un registro positivo en la memoria que alienta la creación de más acciones y actitudes positivas.
Ya dijimos en más de una ocasión que es una técnica antiquísima, ¿quién la inventó?
La respuesta quizá te sorprenda, el mismo Dios.
Atiende:
«Caín se enfureció mucho, y decayó su semblante.
Entonces el Eterno dijo a Caín: -¿Por qué te has enfurecido? ¿Por qué ha decaído tu semblante?
Si te enmiendas, ¿no serás enaltecido? Pero si no te enmiendas, yacerá el pecado a la puerta. Y hacia ti será su deseo; pero tú lo puedes dominar.»
(Bereshit / Génesis 4:5-7)
Enmendar el decaimiento producto de un EGO que ha tomado el control y no permite pensar con claridad, actuar con bondad, conectarse con el cosmos con justicia.
El Eterno te manda a que te enmiendes, porque tú puedes y debes hacerlo.
Mientras no sueltas el peso, mientras te aferras, estás sometido a fuerzas adversas que te hunden.
Recuerda que el registro negativo en tu ser, tú lo creaste, por tanto eres tú exclusivamente quien lo puede cambiar.
Por lo cual, debes aceptar el 100% de responsabilidad por tus actos.
Cuando buscas excusas, inventas historias, tramas engaños, perduras en tus enojos, solamente te hundes más y te alejas de la salud y el bienestar.
Gracias y lo siento/estás perdonado.
Hay que utilizarlas conscientemente, con pleno conocimiento de lo que estamos expresando y admisión de lo que conlleva.
Sin hacerte expectativas, sin esperar del otro que reaccione como tú deseas; sino simplemente siendo tú el responsable por tu parte, de ser el luminoso ser que sabe limpiar sus registros negativos, que no se aferra al dolor, que deja ir lo que no tiene verdadero valor.
Lo que le toca al otro, le toca al otro y tú no puedes hacerte cargo de ello.
Por tanto, tú perdonas, tú admites tu parte, tú agradeces y tú no esperas NADA del otro.
Tú serás constructor de Shalom, obtendrás shalom, aunque el mundo no te acompañe.
Sin embargo, tus actos y actitudes tendrán repercusión (mayor o menor) en el entorno, por lo que será una onda expansiva de buena energía, de salud.
Pero, si esperas tal o cual cosa del otro, si crees que el otro debe pedirte perdón, si el otro debe agradecerte, si el otro esto y aquello, entonces probablemente no has aprendido a soltar, sigues aferrándote a lo que no tiene valor, sigues esclavizado a tu EGO…
Entrénate para ser libre.
Recuerda que los registros negativos o positivos tuyos te pertenecen, tú eres su amo.
Pero recuerda también que formas parte de una gran memoria colectiva y si se añaden a tu ser registros positivos y se borran los dañados, entonces estás acumulando bondad para TODO el universo también.
Quizás sea una pequeña gota en un inmenso océano, pero sumadas esas pequeñas partículas son las que forman el océano completo.
Perdona, libérate de la carga.
Pide perdón, libérate de la carga.
Agradece, bendice, reconoce lo bueno, libérate de la carga.