Muchas personas se dejan llevar por el nombre de quien expresa algo
para tomarlo como suficiente “evidencia” de su verdad o adecuación.
Algo así como: “Si lo dijo Einstein, debe ser verdad.”; aunque sea una frase por completo alejada del ámbito de competencia y conocimiento del reconocido erudito.
A veces ni siquiera importa si es tan genial el que habla, basta con tenerlo en buena consideración personal.
Algunos proceden de similar manera cuando encuentran algún título académico o de prestigio social,
y con ello ya dan por suficiente que lo mencionado debe ser cierto y digno de ser repetido hasta el cansancio por redes sociales, o tomarlos como lema para la vida.
Aunque los títulos no dan seguridad de nada y el prestigio social aún menos.
Mi consejo, si quieres compartirlo, es que no tomes nada como verdadero por quien lo dice, o por cuantos lo repiten, ni por la dignidad con la que se expresa,
sino por lo que demuestra.
Tal vez coincida que determinada persona reconocida logra demostrar la veracidad de sus afirmaciones, o que lo que la gente recita sea cierto.