Archivo de la categoría: Creencias

Resp. 1022 – GOLIAT DE GAT

Abelardo nos consulta:

QUIERO SABER TODO ACERCA DE GOLIAT DE GAT, CUANTO MEDIA EXACTAMENTE, TODA SU FAMILIA, EN FIN TOOODO ACERCA DE ESTE GIGANTE Y ME SERIA DE GRAN UTILIDAD QUE ME DIERAN LA FUENTE EXACTA DE ESTO PARA PODER COMPROBARLO, OSEA EN QUE LIBRO, CAPITULO, VERSICULO ESPECIFICO. PORQUE SE ME DIJO QUE TENIA 4 HERMANOS PERO CUANDO PREGUNTE DONDE DECIA ESO, NADIE ME LO PUDO DECIR, CON EXACTITUD.
GRACIAS POR QUE SE QUE USTEDES ME DARAN LA RESPUESTA COMPLETA QUE ESTOY BUSCANDO.
Abelardo, Avila, 27, Estudiante, Ciudad Ojeda, Venezuela

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Resp. 1019 – como le debo contestar al que me bendice

consuelo castellanos nos consulta:

1- Como le debo contestar a una persona que me bendice en el nombre de jesus?
2- ya que ando en un nuevo despertar y en libertad…
3- no me siento bien cuando me lo dicen.
4-  Tampoco no quiero ofenderlos con mi respuesta,
5- me pueden orientar en este asunto,
6- todavia tengo muchos amigos que andan en el error y no es muy facil sacarlos de alli.
Gracias por su ayuda y shalom a todos!!
Consuelo castellanos, 48,Trabajadora social, Lagrange GA USA

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Resp. 1018 – Jesus como no Mesias?

Erimar nos consulta:

Estimado More deseo ayudar a mi familia que aún cuando abandono la idea de "Jesús como dios", siguen en la línea de él como mesias, por favor ayudeme, hay mucha oscuridad y poco deseo de salir de ella, yo no puedo ser indiferente a los que amo y deseo con bases sólidas decirles por qué no es el mesias judio, si no un simple hombre, pero esto con fundamentación en la Torá, si es posible su ayuda, quedo de Usted agradecida. Construyamos Shalom!!
Erika Margareth Ortiz González, 40 años, licenciada MKT, Guayaquil Ecu

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Resp. 1017 – Maldiciones trans-generacionales de padre a hijo?

ioshua nos consulta:

EN LA TORA ESTA CLARO QUE D-OS NO CASTIGA A LOS HIJOS POR LOS PECADOS DE SUS PADRES. PERO HAY ACASO, ALGUNA EXPLICACIÓN PARA LOS MALES CONGÉNITOS,ESAS ENFERMEDADES QUE LAS TIENE EL PADRE Y EL HIJO Y DESPUÉS EL NIETO…..GRACIAS!!
ESTARÉ ATENTO A SU RESPUESTA.
JUAN CARLOS SALAZAR 40 AÑOS EMPLEADO, IBAGUE COLOMBIA

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Resp. 1016 – Encontré un zohar

Roger Chain nos consulta:

Buenas noches Moré.

Me encontré hoy un librillo

THE HOLY ZOHAR

The Book of Avraham

The Writings, Teachings & Light of the Holy Kabbalist

Rav Shimon bar Yochai

A Book of Healing & Protection

PINCHAS

La verdad no sé que hacer con él (además está escrito en hebreo), ¿me puede indicar qué debo hacer como noajida?
Roger Chain, Bogotá, Colombia

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Conocimiento de vida

En todas las épocas, pero con mayor intensidad en la nuestra, hubo y hay gente que con total convicción e ingenuidad dicen: «busca en tu interior la verdad, que allí está«.
Basados en estas creencias se apoyan innumerables religiones y sectas.
Si no me equivoco, todo lo de la Nueva Era (y lo derivado de ella) se sustenta en creencias del estilo.
Se habla del dios interior, del ser un dios, de secretos metafísicos para alcanzar el éxito al controlar al universo, entre otras creencias.
Lo dicen como si la persona fuera la medida de todas las cosas, como si el criterio personal fuera el patrón de medida para reconocer la validez y autenticidad de las cosas.
Por consiguiente, no existe “bien” ni “mal”, ya que cada cual es quien define las cosas. Todo es “relativo”, y en supina ignorancia mezclan a Einstein con esto y a la física cuántica, como método tergiversado de demostrar sus creencias al apelar a nombres insignes, cuerpos científicos complejos, conceptos escabrosos para el promedio de los mortales.
Abundan en palabrería hueca y sin sentido, pero que en magistral pirueta circense parece corroborar sus creencias.

Se apoyan en enunciados indemostrables, pero siempre bien esgrimidos con técnicas de manipulación y/o mercadeo.
Declaran poder, pactos con deidades, capacidad para profecías y milagros. Son demiurgos, creadores, sanadores, salvadores, enlaces con la vida perfecta.
Todo ello gracias a “demostrar” que todos somos dios, que cada uno es parte del “todo”, que cada senda es una senda a la deidad, etc.
Los babas, gurúes, iluminados, pastores, rabinos, cabalisteros, jasideos, abundan a la hora de fortalecer tales creencias.
Es una fiesta para los traficantes de la fe.

Pero, ¿es así en la realidad?
¿La verdad está dentro de cada persona?

Comencemos una respuesta con una sencilla evidencia que resulta incontrovertible.
Mira por favor la imagen que acompaña a este texto, hazlo con cuidado, pon toda tu atención en esto.
Ahora responde, ¿estás viendo que hay una espiral doble, uno de los brazos es verde y el otro celeste/azul?
¿Es verdad que lo estás viendo?
Vamos, mira nuevamente por favor. Tómate todo el tiempo que desees.
¿Listo?
Ciertamente todos vemos el verde y el azul, pero realmente es solamente el color verde el que allí se encuentra.
Puedes comprobarlo abriendo la imagen en un programa de edición de imágenes, usa luego el selector de color; o emplea alguna herramienta añadida a tu navegador de internet; o delimita una pequeña porción con tus dedos de lo que estás viendo celeste y otra de la que estás viendo verde.
Vamos, hazlo por favor.
La realidad no es la que tus ojos y cerebro te brindaron, sino otra bastante diferente.

Con esto tan simple, tan sencillo, tan banal ya se derrumba el mítico poder de la “verdad interior”.
Somos víctimas de nuestra limitación como humanos.
Ni siquiera podemos estar seguros de lo que estamos viendo en este mismo momento.
¿Cómo aventurarnos a presumir algo acerca de lo que está por completo por fuera de nuestra capacidad?

Sin embargo, el hombre es terco.
Su EGO es poderoso, aunque en realidad es un pobre impotente, y por tanto no admite su derrota, sino que se empecina y enceguece hasta que le den la razón, por las buenas o no tantas.
Ya se está inventando excusas, argumentos, justificaciones. Peleará hasta el fracaso antes de admitir que no tiene razón.

Así pues, veamos ¿qué es lo que el Eterno tiene para decir al respecto a la “verdad interior”?

En la sagrada Tradición reconocemos que el patrón real acerca de las cosas lo pone el Eterno, Él y solamente Él es quien determina lo bueno y lo que no lo es, y ÉL quien decide lo que es permitido hacer de lo que no lo es.

Tristemente se sigue ignorando esta verdad, y por lo tanto el relativismo moral cunde: hay personas que llaman «bueno» a lo «perverso» y que llaman «misericordia» a la simple y vacía «flojera».
Los asesinos y depravados son elogiados y respaldados por incautos y por poderosos, en tanto se lacera y acusa a los que se defienden para meramente sobrevivir y ser.
Los honestos viven tras rejas, temerosos, impedidos de disfrutar su libertad; al tiempo que los delincuentes e inmorales vagan con impunidad por doquier, sin siquiera un asomo de responsabilidad o arrepentimiento.
Así anda el mundo adoctrinado por la religión (que va desde el ateísmo más militante al ritualismo ortodoxo de cualquier secta de creyentes religiosos), cada recoveco saturado de EGO, desprovisto del Norte fiel e inquebrantable de la ética espiritual que proviene de la línea directa con la divinidad.
Todos somos dioses, al decir de estos creyentes, porque no hay un Dios.
¿Es así realmente?

El hombre NO es la medida de todas las cosas, en palabras del Tanaj (el mal llamado “antiguo testamento”):

«Así ha dicho el Eterno: ‘Maldito el hombre que confía en el hombre, que se apoya en lo humano y cuyo corazón se aparta del Eterno.
Será como la retama en el Arabá; no verá cuando venga el bien, sino que morará en los pedregales del desierto, en tierra salada e inhabitable.
»
(Irmiá / Jeremías 17:5-6)

Son palabras muy duras, pero que no dejan dudas: aquel que convierte la ética en una cuestión de valoración personal, o que hace del hombre su sistema de medida, termina por vivir en un desierto, sin bien y con mucho mal.
Ni la persona, ni un grupo de personas son los patrones de medida para definir lo bueno de lo que no lo es, solamente el Eterno es quien hace esto.

No está en el interior del hombre la respuesta a todas las cosas del mundo, sino en la Palabra del Eterno que ha sido interiorizada en el ser humano.
No está en los fantasmas, máscaras, actuaciones del Yo Vivido nuestra verdad, sino en la conexión con lo más puro que llevamos dentro, nuestro Yo Auténtico, que nos vincula constantemente con el Eterno.
No somos dioses, no llevamos dioses en nuestro interior, pero sí tenemos la esencia divina en nuestra anatomía multidimensional.
Esta esencia está en armonía con los mandamientos dados por el Eterno, a cada uno de acuerdo a su identidad espiritual (de acuerdo a si es noájida o judío).

Notemos lo que el sabio Salomón anuncia:

«escucha Tú (Eterno) en los cielos, el lugar de Tu morada, perdona y actúa.
Da a cada uno conforme a todos sus caminos, pues conoces su corazón [porque sólo Tú conoces el corazón de todo hombre];»
(1 Melajim / I Reyes 8:39)

El Eterno conoce el camino de las personas, es decir, aquello que la persona hace, por donde sus pasos le van llevando, que construye con sus decisiones.
El Eterno conoce lo que el corazón de cada uno atesora, los motivos de sus actitudes, incluso aquello que para la persona es desconocido de sí misma, Él lo conoce.
El Eterno es bueno y misericordioso, perdona, es paciente, encuentra la forma de mitigar el mal que la persona se auto provoca, sin embargo, de acuerdo a sus acciones es que el Eterno lo retribuye.
Si el corazón de la persona está en sintonía con la Palabra del Eterno, habrá gozo; pero si el corazón está en desarmonía con el Eterno… ¿acaso gozará?
Podrá parecer libre, salvo, alegre, sin estrés, exitoso, lleno de esperanzas y bienestar… ¿pero es esto real?

Hay un versículo que pareciera dar un vuelco a esta reflexión, que nos induciría a pensar de que es cierto lo que creen que tenemos la verdad en nosotros.
Prestemos atención:

«Ciertamente muy cerca de ti está la Palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas.»
(Devarim / Deuteronomio 30:14)

Pareciera como si el versículo admitiera que el conocimiento está dentro de la persona, que es subjetivo y no depende de referencias permanentes externas.
La Palabra está en el corazón y en la boca, es decir, cada uno de los judíos podría ser poseedores de la verdad en su ser y que cada palabra que expresare es verdadera.
Pareciera como si la voz del Eterno escuchada en Sinaí por tres millones de individuos fuera una voz más en el concierto desafinado del universo, una voz con el mismo valor y peso que todas las demás voces. Como si el deseo del Eterno expresado explícitamente por Él estuviera en el escaparate del cual uno puede escoger lo que mejor le parezca.

Sin embargo, si somos atentos, sin necesidad de ser muy profundos, podemos notar que en realidad el versículo no está indicando que el conocimiento a encontrar dentro de la persona es el SUYO, sino que es el conocimiento que proviene de la Palabra, es decir, de la Torá.

Por tanto, nuevamente reconocemos que para el Eterno no es la persona la que decide el valor de las cosas, ni la que determina lo bueno y lo que no lo es, sin que es Él quien lo hace.
Pero, sí depende de la persona el esforzarse por re-encontrar la Palabra del Eterno resonando en su interior, para de ese modo acatar con fidelidad Su deseo.

Recordemos el famoso midrash que nos enseña acerca de la Palabra del Eterno guardada en el interior del alma:

«…Una luz alumbra sobre la cabeza del feto en el útero y él puede vislumbrar de uno a otro punto del mundo… y no debes sorprenderte pues una persona duerme aquí pero su sueño puede estar viendo su sueño en España… se le enseña también toda la Torá de principio a final… ni bien el niño nace a la luz del mundo un ángel golpea sobre su boca y provoca que olvide completamente toda la Torá…»
(TB Nidá 30b)

Al feto humano en el útero materno desde Arriba se les enseña la Torá. No debiera entenderse por esto el texto que conocemos de la Torá, sino la esencia espiritual, el núcleo pre-creación, la raíz de la cual se desprende la realidad. Una Torá que es eterna y cuenta con una “vibración” que corresponde a los noájidas y otra diferente para los judíos. Es la Torá que sustancia la ética espiritual, que se manifiesta a través de los Siete Mandamientos para los hijos de las naciones y los 613 para la nación judía.
También, al feto se le muestra el gozo espiritual en el Más Allá.
Es un momento de plena conexión, desprovisto de experiencias mundanales, sin afectaciones, sin EGO, un vistazo al paraíso desde antes de nacer a este mundo.
Luego de esta completa instrucción, de esta sustanciación de su identidad espiritual, cuando ya está por nacer, el ángel le borra de la “conciencia” todo el conocimiento que se le había impartido. En realidad, en ese punto de su vida el bebe no tiene “conciencia”, no tiene aún cómo registrar en su memoria racional ningún recuerdo, mucho menos del período intrauterino, por tanto, no se olvida de nada que haya pasado por su conciencia, sino que aquello que estaba en su supraconciencia no entró a pasar a su conciencia.
Ese conocimiento sagrado, la verdad de la ética espiritual, la Palabra de Dios inscrita en el alma, queda impreso en los rincones ocultos de su inconsciente  y puede ser reencontrado, reconocido en su vida por medio del estudio y la reflexión adecuada.

Esto significa que el conocimiento lo tenemos en nuestro interior, pero no accedemos a él de manera directa y voluntaria.
Para que ese conocimiento interior sea provechoso no basta con buscar en nuestro interior, ni siquiera basta con desear con fuerzas alcanzarlo, sino que se precisa desbloquear las trabas que cierran la senda hasta él por medio de las claves adecuadas.
Está en lo profundo del inconsciente y no se accede por medio de palabras, porque fue incrustado en el ser en una sección que no maneja palabras, que no es racional, que existía antes de toda experiencia y relación interpersonal.
Para peor, se interpone una numerosa cantidad de “cáscaras” que son producto del EGO, que se interponen para que no podamos disfrutar de ese sagrado resplandor, de esa Luz espiritual que da sentido eterno a nuestra existencia mundana.
El EGO se encarga de desviarnos del conocimiento sagrado, nos hace vivir vidas de fantasía, actuamos personajes, huimos de miedos intensos, nos escondemos de nosotros mismos, llamamos yo al Yo –Vivido desconociendo la esencia perfecta de nuestro ser: el Yo Auténtico.
Voces nos pueblan, nos conquistan. Son voces que vienen de fuera pero que se hacen internas. Nos hablan, nos mandan, nos desmerecen, nos llenan de dudas, nos aterran, nos hacen extraviarnos y olvidarnos de nosotros. Nos hacen creer que somos dueños de la verdad, el centro del mundo al mismo tiempo de que somos impotentes y fracasados.
Es una paradoja dolorosa, pero real.
Y allí, al fondo, detrás de tanta máscara y cáscara, sigue resonando una sola y única vocecita sagrada, la que aprendimos del ángel, la que nos conecta con Dios constantemente, pero sin que le prestemos atención.

¿Cuáles son esas llaves para las puertas del conocimiento atesorado en nuestro interior?
La única manera de no engañarnos, de no creer que nuestras fantasías son verdades, es cuando comparamos nuestros pensamientos, nuestras intuiciones, nuestras sentimientos con el fiel perfecto de la Torá (la que nos corresponde) y los preceptos (que nos son propios, de acuerdo a nuestra identidad espiritual).
Cuando desbloqueamos las trampas del EGO.
Cuando no actuamos movidos por el miedo, la impotencia, la agresividad, el rencor, el afán irracional.
Cuando nuestros pasos vibran de acuerdo a la música sagrada y penetramos a través de las cáscaras y alcanzamos a conectarnos con nuestra esencia.

En el momento que la persona reencuentra alguna partícula de conocimiento verdadero, una llamarada de placer espiritual se extiende por su ser.
La persona que está en el camino del Bien goza con esta sensación de reencuentro, pues siente que está un poco más próximo a la Verdad, más estrecho su abrazo con el Eterno.
Pero la persona que no suele andar por el camino del Bien, sea por ignorancia o falta de esfuerzo, al sentir esa sensación del reencuentro con la Palabra, experimenta un vacío, que es aquel que se encuentra en su vida, y por lo tanto hace un esfuerzo para negar el conocimiento que ha reconocido. Lucha contra la luz reencendida en su interior y la ofusca con numerosos discursos y excusas.
Escapa rápidamente hacia la idolatría, se amansa ante un pastor, se disfraza de lo que no es, se vuelve religioso, se petrifica en rituales, repite lemas religiosos, se niega a ser libre, porque la libertad da miedo al principio, una sensación de estar perdido, cuando en verdad se está en el mejor momento.

Es triste, pero así padece buena parte de la humanidad, que llaman «placer» al engaño y «dolor» al verdadero goce espiritual.
Sin embargo, hemos nacido para reencontrarnos con esa esencia espiritual con la que estamos formados, para que el cuerpo y la neshamá -espíritu- trabajen en pos de la misma meta.

El Midrash (Otzar HaMidrashim, Ietzitrat Ulad, pag. 244 y 245, Eizenstein) nos relata con bellas metáforas el período de la concepción y gestación humana y nos aporta algunos datos más que son relevantes para nuestro tema:

Cuando está por ser concebido un humano,  el Todopoderoso ordena al ángel Laila: «¡Tráeme esa neshamá del Gan Eden -paraíso-!«, para que la introduzca dentro de la semilla germinal.
Sin embargo, la neshamá se resiste a que se la arranque de su fuente Divina, y se queja al Todopoderoso: «Yo soy pura y sagrada, unida a Tu Gloria. ¿Por qué es que debo ser degradada e introducida a un cuerpo humano?«.
El Eterno le responde: «No es como tú dices. El mundo en el cual vivirás es mucho más hermoso que el mundo del cual provienes. Fuiste creada con el solo objeto de que te conviertas en parte del ser humano y seas elevada con sus acciones.«

¿Captamos la belleza de esta enseñanza?
¡Éste Mundo, material y tan cargado de problemas, es potencialmente más bello que el mundo espiritual del cual proviene la neshamá!

¿Por qué?
Pues, porque en Este Mundo la persona (espíritu-cuerpo) está capacitada para crecer por medio del cumplimiento de las mitzvot, los mandamientos que le corresponden de acuerdo a su identidad espiritual.
La belleza de Este Mundo estriba entonces en cada acto que reencuentra a la persona con su neshamá, pues con cada reencuentro el grado de gozo de la neshamá aumenta.

Está en nuestras manos el hacer de Este Mundo un lugar de placer, ¿querremos intentarlo algún día?
Podríamos comenzar desde hoy…

¡Qué sepamos construir shalom!

Moré Yehuda Ribco

 

Preguntas y datos para meditar y profundizar:

  • El artesano y las jarras
    «¡Ay del que contiende con su Hacedor, siendo nada más que un pedazo de tiesto entre los tiestos de tierra! ¿Dirá el barro al que le da forma: ‘¿Qué haces?’ o ‘Tu obra no tiene asas’?»
    (Ieshaiá / Isaías 45:9)

    • ¿Por qué es presentado el Eterno como un artesano y la persona como un jarrón de barro?
    • ¿Cómo se opone la gente al Eterno sin rebelarse directamente contra Él?
  • Superioridad
    «Los justos son superiores a los ángeles»
    (Sanedrín 93a)

    • ¿Cómo se explica esto, siendo que los ángeles son entidades espirituales sin inclinación a lo negativo?
    • ¿Cómo influye el autoengaño para que la persona sufra?
  • «El Rabí de Rozdoler decía: ‘Cuando me siento enojado contra alguna persona, yo pospongo la expresión de mi enojo. Yo me digo: ¿Qué pierdo si pospongo mi enojo?»
    (Niflaot HaRabbi, M.M. Walden, pg. 94)

“Y dijo Dios …”, lo que la ciencia llamó casualidad

 

Pensar en el  Universo, intentar imaginarlo  para luego llenarlo de  constelaciones, planetas, galaxias y  luego poner allí  la tierra,   como un punto; y sólo eso… “un punto” dentro del universo;  es como unir muchos pliegos de papel y con la punta  de un lápiz presionar sobre uno de ellos   y luego  decir:  “esa es la tierra”,  pero saber;  que en realidad, estaríamos limitando las dimensiones del universo a unos cuantos “pliegos de papel”.

 

Entonces para no verse tan limitados mejor mirar  la tierra sin intentar ubicarla dentro del universo, quizás lo que vemos ó creemos ver en su totalidad, un paisaje, la naturaleza, los animales, el hombre,… tal vez  así nos sentimos más potentes, más grandes,  pero luego bastaría con detenerse a mirar siquiera una sola cosa, para empezar a sentirnos nuevamente pequeños, limitados, casi que invisibles…  

Estamos rodeados de procesos y sucesos que hemos intentado explicar mediante conocimientos físicos, químicos, matemáticos, médicos, científicos, tradicionales, … y aun tenemos muchas preguntas, y sólo algunas respuestas, sin mencionar que  la vida del hombre cuenta con un tiempo tan corto, es tan efímero, tan transitoria su existencia que no alcanza para siquiera atisbar al conocimiento total, ó completo de  “una sola cosa” del mundo y del universo. 

 Y pese a ello el hombre dedica parte de su vida a encontrar la  “causa de las causas” y ofrecer respuestas comprensibles  a  lo incomprensible.

Pero el estudio de una ciencia, ó  de un área fuere cual fuere,  no nos hace genios, sólo nos hace humanos ya sea que encontremos respuestas ó no.  Humanos por el simple hecho de hacer preguntas  e intentar responderlas. 

La ciencia suele ofrecer explicaciones a  fenómenos y procesos que vistos con detenimiento, nos dejan con la boca abierta.  Y luego los describe, por medio de  leyes que nos hablan de “ una constante” en un proceso ó comportamiento,  que dista mucho de la casualidad.  Así por ejemplo “la ley de la gravedad”  no obedece a una casualidad, en la que unas veces las cosas caen y otras veces solo flotan. 

 

La magia, deja de ser magia cuando aprendes ciencia. 

 

La ciencia describe los procesos  de forma  lógica, ordenada, y  bajo ciertas condiciones, que finalmente producen magia.

El agua  es agua porque su composición obedece a una constante: un hidrógeno unido a  dos átomos de oxígeno, con un enlace característico, con una fuerza propia en sus enlaces, con resultados que otorgan propiedades únicas.  No hay otro compuesto que por “casualidad” se comporte de la misma forma.  Y  el  hombre aún no ha hecho, desarrollado, creado,  ó inventado algo nuevo que sea igual al agua, pero diferente. 

Es más; el hombre “no inventa”, solo descubre lo que ya existe, y luego le busca  aplicaciones.

Estudie  ingeniería química, y reconozco que lo aprendido no alcanza para explicar lo maravilloso de este mundo que va más alla de leyes, de conceptos, de definiciones,  el  conocimiento adquirido ha sido solo para re-conocerme, y re – conocer lo humanos que podemos ser,  tan pequeños  y a la vez tan grandes, tan perfectos en nuestras funciones, pero tan imperfectos en nuestras relaciones.    

“Y de la misma manera como la ciencia puede maravillarse al mirar lo extenso del universo, y lo complejo de lo atómico, también podría hacerlo al reconocer en ese despliegue de majestuosidad a Dios”.

Pero la ciencia no es más que una herramienta humana, que intenta fusionar la razón con la maravilla, mediante leyes humanamente entendibles.   Es gracias a  la multiplicidad de la creación, y a la genialidad de nuestro Hacedor,  al crearnos «iguales pero diferentes»…  que encontramos  quienes precisan de explicaciones complejas, de  largas sustentaciones,  de estudios mas ó menos profundos, específicos,  ó de mayor detalle sobre un tema,  y sólo para «descubrir» lo que fácilmente entenderíamos con los ojos del alma,  desprovista de conocimientos teóricos adquiridos, para percibir la «simpleza de lo complejo» y a la vez al artífice de la creación.

Y aquello que la ciencia llama casualidad, muchos lo llamamos Dios,  porque hay respuestas que llenan de sentido nuestras vidas, al reconocernos netamente humanos, pequeños en el universo, pero grandes  de la mano de nuestro Hacedor.

¡Un abrazo amigos! Y que seamos más que simples transeúntes por este hermoso planeta.

Tú eres salvo

"Los padres no serán muertos por los hijos, ni los hijos serán muertos por los padres; sino que cada cual será muerto por su propio pecado."

(Devarim / Deuteronomio 24:16)

Esto puede ser comprendido en su sentido más directo, el cual expresa muy bien el profeta Iejezkel:

"El alma que peca, ésa morirá. El hijo no cargará con el pecado del padre, ni el padre cargará con el pecado del hijo. La justicia del justo será sobre él, y la injusticia del impío será sobre él.”

(Iejezkel / Ezequiel 18:20)

Cada uno es responsable por sus actos y las consecuencias de los mismos recaen sobre el que los ejecutó.

Hay un Juez que es en extremo justo, infinitamente justo, por lo cual no hará maldad ni condenará al inocente a causa del culpable.

Los hijos no son reprobados por las acciones de sus mayores, al igual que estos no lo son por lo que hacen o dejan de hacer sus descendientes.

En la mente saludable esto es claro, por lo cual es impensable suponer que algún otro vaya a cargar con la culpa del pecado ajeno, o que exista una culpa intergeneracional, o que pudiera haber algo así como un pecado original que mancha a toda persona, o que un presunto salvador místico lava los pecados de los que le tienen fe.

Es la palabra de Dios, la directa contenido en Su Torá tal como la expresada con cabalidad por un profeta de la Verdad.

Pero no faltan los religiosos, los traficantes de la fe, los menesterosos del alma, los hábiles manipuladores tendenciosos que te dirán que si tienes fe en tal o cual redentor tus pecados te son quitados, puesto que el “Hijo” carga la culpa de los pecados de sus fieles.

Esos mismos payasos de la fe te inducirán a sentirte mortalmente culpable y pecador, no por algo que realmente hayas hecho, sino por lo que supuestamente hicieron tus antepasados, cualquiera de ellos, hasta el mismísimo Adán.

Te harán sentir un paño de inmundicias tanto por tus ideas, por tus dudas, por tus actos, por tus omisiones pero también por aquello de lo cual no tienes ninguna responsabilidad ni culpa.

Para esos predicadores, pastores, “rabinos” mesiánicos y otros de similar calaña tú eres un pecador que irás al infierno, a no ser que tomes la píldora mágica de Jesús, el cual se hizo cargo de tomar para sí tus pecados, ser castigado por ellos, y entonces su “Padre” lo condenó a terribles dolores y padecimientos inhumanos solamente para que tú seas “salvo”. Su sangre te lava, dicen ellos con total desparpajo y religiosidad, carentes por completo de espiritualidad, amor, respeto, o lealtad a Dios.

Ya puedes tú corroborar lo que Dios realmente afirma y lo que esos malabaristas de la fe te enseñan.

Tú no eres culpable de nada de lo que ellos te endilgan, así como tampoco tienes esa protección mágica del impotente dios que ellos adoran.

Dios, el verdadero, no quiere la muerte del que pecó, ni desea el dolor. Tampoco maltrata al inocente injustamente para darle carta blanca al que tiene fe en un muchacho colgado a causa de sus propias rebeliones.

Dios te juzga por tus actos, no por tus sentimientos, ni por tu fe, ni por lo que piensas, ni por lo que crees, ni por lo que hicieron otros, sino simplemente por lo que tu haces o dejas de hacer.

Dios es infinitamente justo, al mismo tiempo es infinitamente misericordioso, por lo cual tus errores tienen una verdadera solución.

No se trata de magia, ni de fe, ni de adorar a un intermediario, ni de procurar que un santo te proteja, ni que un difunto rabino acuda a tu auxilio porque peregrinas a su europea tumba.

Cuando pecas, cuando te equivocas, cuando te apartas de la buena senda, tienes un modo de conseguir la rectificación, se llama Teshuvá, el completo y sincero arrepentimiento.

Ya hemos escrito al respecto muchas veces, nuestra última enseñanza la encuentras al hacer clic aquí.

Ahora, te lo sintetizo en las propias palabras de Dios a través de Su profeta Iejezkel:

“Si el impío se aparta de todos sus pecados que cometió, guarda todos Mis estatutos y practica la justicia y la misericordia, ciertamente vivirá; no morirá.

No le serán recordadas todas sus transgresiones que cometió; por la justicia/misericordia que hizo vivirá.

¿Acaso quiero Yo la muerte del impío?, dice el Señor Elokim. ¿No vivirá él, si se aparta de sus caminos?"

(Iejezkel / Ezequiel 18:21-23)

Esa es la verdadera misericordia de Dios, y no el fantasioso cuento de que le nace un hijo por medio de una virgen, que el chico se hace maravilloso, es crucificado, y entonces quien tiene fe en él se salva de los crímenes que haya cometido. Esta es una historia patética, ni siquiera congruente para la mágica mente infantil, ni siquiera coherente con el caos mental del demente.

Pero la verdad es muy claro, simple, cierta.

Pecas, te arrepientes, hace lo bueno, entonces Dios es misericordioso contigo.

Él no es el dios mediocre, sanguinario, violento, vengativo, de pacotilla que te hacen creer en las religiones.

Él no anhela el dolor del que ha pecado.

No se regocija con condenar a nadie a la “hoguera eterna”.

No precisa de manipular y extorsionar con amenazas de castigos eternos.

No envía mediocres salvadores para que por medio de la fe y el negociado te solucionen la vida aquí y en la eternidad.

Él te da el camino, la hoja de ruta, la brújula, el método para retornar y alcanzar el buen hogar.

No es con Jesús, ni con fe, ni con iglesias, ni con repetir salmos, ni con vestirse divertidamente, ni con danzas mesiánicas, ni con palabras en hebreo, ni con rituales.

El camino a la vida, la salvación, la eternidad es vivir una vida de bondad y justicia, y en caso de haber errado algún paso, entonces retornar al buen camino.

Dedicarse a construir Shalom, por medio de llevar una vida digna.

Simple, cierto, sagrado, tan lejos de las fanfarrias de los líderes de las religiones.

Tan bueno y sin embargo tan despreciado por la mente de las personas atribuladas por su esclavitud a sus EGOs.

Tú puedes ser salvo, hoy mismo.

Es cuestión de que hagas el bien y practiques la justicia.

Nada más.

¿Lo harás?

Recuerda que ese el único camino que Dios claramente ha afirmado y confirmado.

Te da una y otra vez oportunidad para que te rectifiques, para que te arrepientas, para que seas espiritual y no religioso.

Por ello Él sentencia:

"Yo soy el Eterno tu Elokim, un Elokim celoso que recuerdo la maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación de los que me aborrecen.”

(Shemot / Éxodo 20:5)

Él guarda el recuerdo de lo hecho por los padres, por los hijos, por los nietos, porque aguarda “paciente” a que los hijos rompan la mala costumbre que le transmitieron los padres. Él anhela que los hijos, los nietos, pueda quebrar el yugo del adoctrinamiento al que fueron sometidos.

Él recuerda y espera.

Pero, si a la cuarta generación la maldad sigue su camino, si la cadena del mal no se cortó, entonces está claro que es una familia de personas rebeldes contra Dios, que odian al hombre por aborrecer a Dios.

En ese caso, la maldad es tan profunda, en los hijos de la cuarta generación, que pareciera que la senda de la Teshuvá está bloqueada.

Tienen tanto odio enquistado en sus almas, tanto EGO pululando, tanta manipulación, tanta religión y tan poca religiosidad, que pareciera que la Teshuvá es imposible para ellos.

Es hora, amigo mío, de que atiendas a Dios, de que repruebas las doctrinas de muerte de tus mayores y te lances a la aventura de ser libre, de ser leal, de ser bueno, de ser justo, de ser un hombre de Dios.

No dejes que sea demasiado tarde.

Él es paciente, pero todo tiene un límite.

La oportunidad es ahora, vive hoy de acuerdo a los mandamientos que te corresponde.

Sé bueno, sé justo, sé espiritual, desprecia la mentira.

Eres tú quien te salva o quien te hunde.

Espero que escojas la vida.

Hasta luego.

Resp. 1013 – Noajismo y religiones

Eusebio Conde nos consulta:

Buen dìa, aun empiezo a leer su interesante sitio y me surge una pregunta, y es la siguiente:
1- que me garantiza a mi que el Noajismo es el camino correcto para mi vida si soy gentil ,
2- si todas las religiones me dicen lo mismo, por que creerle a ustedes y no a «otros» que al igual que ustedes me garantizan que ellos son el camino correcto,
3- porque debo yo de creerles a ustedes y no ha ellos???
4- yo no tengo ninguna religion creo simplemente en un ser supremo, llamese Dios, Jesus, Buda, o como quiera
Eusebio Conde,30 años, Transportista, Guatemala

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