Archivo de la categoría: Creencias

Soledad: miedo, religión, solución

Hemos escrito en otras ocasiones sobre el tremendo impacto que el trauma del nacimiento representa para la vida de la persona.
Hablamos de la impotencia, de la sensación de terror invasivo, del miedo primordial del cual derivan todos los otros miedos que nos petrifican durante nuestra existencia.
Entre éstos encontramos el miedo al abandono, a la soledad, al desamparo, a la pérdida.
¿Quién no lo ha sentido?
¿Quién está libre de él?
En ocasiones podemos hacernos los distraídos, mentirnos, engañarnos, fantasear con la intención de desprendernos de la realidad: estamos solos, aunque estemos rodeados de gente.
¿Nunca lo sentiste?
¿Nunca pensaste al respecto?
Te aseguro que en más de una ocasión el frío cosquilleo de la soledad, del abandono, del desamparo te ha recorrido; más de una vez has hecho hasta lo improbable para no estar aterrado en soledad.
¿Me equivoco?

Cosas que se han hecho para no sentir el abrazo de la soledad:

  • quedarse en una relación matrimonial violenta, infiel, enfermiza,
  • soportar el maltrato de un progenitor, tutor, “amigo”, etc.,
  • admitir tener relaciones sexuales prematrimoniales con el novio/a cuando no se quería hacerlo,
  • sonreír cuando los “amigos” se burlan de ti,
  • congregarte con los de tu “secta” –la cual aborreces- con tal de tener un grupo,
  • admitir y aplaudir cada disparate de tu pastor, “rabino” mesiánico, gurú de turno, para sentirte amado, tenido en cuenta, cobijado por su “poder”,
  • rezar, negociar, pactar con alguna deidad con tal de asegurarte de que ella esté a tu lado,
  • salir con una mujer/hombre diferente a cada rato, para no tener que sufrir el fin de alguna relación seria y significativa,
  • no divorciarte por miedo a no tener a nadie después,
  • querer terminar alguna relación más o menos estable –sentimental, laboral, terapéutica, comercial, amistad, etc.- pero no saber cómo hacerlo,
  • pagar por sexo,
  • dar obsequios a hijos, nietos, amigos, etc. con la finalidad de tenerlos “cerca”,
  • hacer sentir culpa al hijo, nieto, etc. por no estar pendiente de uno,
  • recluirte y aislarte, porque inconscientemente supones que es “menos mala” la soledad provocada que la que te sobreviene,
  • pasar por constantes abandonos, abandonando y siendo abandonado,
  • no comprometerte seriamente, formalmente, con nadie, porque así “mágicamente” no habrá posibilidad de que te dejen,
  • amenazar al otro para que no se vaya,
  • hacerte la víctima para que le otro se quede contigo por culpa,

Podrías tú regalarnos otros ejemplos que conozcas, que hayas vivido, que te hayan contado, que te surgen a la mente. Gracias.

¿Puedes visualizar lo que quiero compartir contigo?
Quizás es a ti a quien le está ocurriendo, o a alguno de tus allegados, o a alguien que conozcas.
Pero, no mires para fuera, mira en ti.
¿Reconoces que tienes un tremendo miedo a la soledad?
¿Te das cuenta de lo que hiciste y haces para manipular a los demás para no estar solo/a?

Ah, más de uno negará que está en este trance… pero la vocecita de la conciencia está gritando para que la atiendas.
Si meditas y eres sincero, encontrarás que tú también estuviste y probablemente estés enlazado por el miedo a la soledad, al abandono, al desamparo.
Mirar para otro lado, acusarme de estar delirando, auto engañarte, puede dejarte tranquilo por un rato… ¿pero te dará la paz y el bienestar que no tienes?

Es un hecho que la soledad es parte intrínseca de nuestra existencia terrena.
En tanto somos cuerpo, somos separación.
Ni siquiera en los instantes de mayor compenetración física de dos seres humanos (en la gestación y en la relación sexual genital), se acorta la distancia que los separa y aísla.
No es el cuerpo el lugar para dejar de sentir la soledad como dolorosa… aunque los abrazos calmen, las caricias contenten, los besos endulcen el ánimo, el cuerpo del amado a un lado se sienta como el embrujo que quiebra el mal hechizo de la soledad.
Pero es el cuerpo el canal que podemos emplear para que nuestra unidad espiritual se ponga de manifiesto.
Espiritualmente no hay espacio ni distancia, en tanto la acción sea armoniosa entre los seres.
Cuando dos o más personas están en la misma sintonía de acciones, de pensamientos, de sensaciones, están alcanzando la unificación.

Algo así intuyen, o les instruyen, a los pastores, a los traficantes de la fe, a todos los que usan la manipulación en todo su espectro para conseguir someter a los demás a sus malvados deseos.
Por ello es tan común que ordenen cantar al grupo himnos repetidos, una y otra vez la misma frase, el mismo lema. Por eso ordenan levantar al unísono la mano derecha. Ponerse de pie todos juntos. Gritar incoherencias bien alto, todos a la par. Por ello es tan importante para estos pastores que todos concurran a todas las “celebraciones” y reuniones, y hacen hasta lo imposible para tener a todos actuando como marionetas acompasadas al mismo ritmo todo el tiempo.
Es una forma de quebrar voluntades, anular el pensamiento crítico, estimular las sensaciones primitivas, potenciar el EGO, infantilizar, todo esto es cierto. Pero también está el truco de hacer vibrar en una misma frecuencia a la masa de enceguecidos seguidores. Ellos intuyen, o han sido instruidos por sus maestros del mal, que la comunidad, el rebaño de “ovejitas”, tiene que actuar como tal, como rebaño, como una mente, como un cuerpo, como un ser, gobernados por el “pastor”. Eso les da la sensación de unidad, de ser parte de algo más grande, de narcotizar su sentimiento de soledad… que sigue vivo y cada vez más angustioso, pero ellos esconden detrás de los harapos hábilmente confeccionados por el pastor, falso rabino, gurú, cabalistero, jasideo, etc.
Cuando algo o alguien puede quebrar la frecuencia de dominación, rápidamente se ponen en juego otros instrumentos de dominación, para erradicar la fuente de distorsión, para que el sentimiento angustiante de soledad no salga a la luz.
Para los pastores es esencial mantener al rebaño unido, haciendo idioteces una y otra vez, con tal de que sigan pagando el diezmo, dando a sus hijas para su disfrute sexual, compartiendo a sus esposas para lo mismo, etc.

Hasta aquí hemos esbozado el problema de la soledad, del miedo a la soledad.
Hemos apenas rozado cómo hacer frente a esto.
Y hemos visto cómo los sanguinarios traficantes de la fe, entre otros especuladores (como políticos, por ejemplo) se aprovechan del miedo y de lo que parece una solución al mismo para acentuar el daño y sacar grandes réditos personales.

Me encantaría que pudieras compartir tus ideas aquí, en la zona de comentarios.
También que compartieras este texto, como el resto del buen pan espiritual, que tenemos gratis para todo el que desee. Puedes difundirlo por tus redes sociales, copiarlo y enviarlo como email, hacer presentaciones, imprimirlo, como tu prefieras, pero no olvides mencionar el link y autor, para hacer correctamente las cosas.
De paso, puedes apoyarnos económicamente también, porque aunque no lo creas también tenemos que comer, vestirnos, pagar la luz, entre otras pequeñas cosas que a personas religiosas parece que no las atormentan.

Así pues, aquí estamos, para seguir estudiando y compartiendo.
Si Dios permite, iremos ampliando sobre esta temática muy importante e interesante, pero depende en buena medida de cómo respondas tú.

Todo mi cariño y respeto para ti.

Amar la verdad y la paz, remedio para Tishá beAv

Como es habitual en nuestro sagrado HOGAR FULVIDA, te traigo rico y sano pan espiritual. Cocinado con amor y conocimiento para nutrir de eternidad tu espíritu, con el buen alimento apto y beneficioso para tu identidad como noájida.
En esta ocasión me centraré en una fecha triste del calendario JUDÍO, el ayuno del día 9 del mes de Av.
Es un día cargado de recuerdos de tragedias ocurridas a la nación judía, pero que en cierto modo tienen su repercusión negativa para todo el mundo, en particular para aquellos de los gentiles que anhelan un mundo de Shalom a la Luz del Eterno (los noájidas conscientes y activos).
Te invito a aprender juntos un poquito más, tanto de algunas temáticas relativas a la sección semanal de lectura de Torá en la nación judía, como acerca de esta oscura fecha.

Seleccionamos de la parashá –lectura semanal de la Torá judía- DEVARIM

1. Recordar el pasado, planificar el futuro, pero vivir a plenitud el presente.

2. El caos es enfermedad, el orden conlleva salud, progreso, bienestar, desarrollo.

3. Todo tiene su tiempo y lugar, conocerlo y aceptarlo es bueno.

4. El quebrar los sanos límites, aunque sea con el pretexto de las buenas intenciones, no suele concluir positivamente.

5. Autoestima, conocerse, apreciarse, valorarse, conquistar sus partes oscuras y aprovechar sus capacidades al máximo posible.

6. Tomar ejemplo de personas ejemplares.

Tishá beAv

Esta semana que está por comenzar (desde la anochecer del 8 a la noche del 9 de agosto) recordamos y volvemos a significar Tishá beAv.

Cada año los judíos, y los amigos de la nación de Dios, regresamos a un estado de dolor, de abandono, de falta de esperanza, de ruina, de impotencia al recordar el error provocado por diez de los doce exploradores (Bemidbar/Números 13-14), y por la destrucción del primer y segundo Templo para el Eterno en Ierushalaim con la consiguiente catástrofe personal y colectiva, además de otras intensos pesares que giran en torno a esta lamentable fecha.

Así está diagramada nuestra vida, para que tenga cumbres y valles, planicies y mesetas, ascensos y descensos, además de la rutina monótona.

El 9 de Av está marcado por la historia del pueblo judío y por su carga energética como el polo de negatividad para la nación judía.

Sin embargo, está llamado a ser un día de regocijo y de reencuentro, de plenitud, según nos testimonia nuestra Tradición, cuando sea la Era Mesiánica. Tal cual dice el profeta: "’Así ha dicho el Eterno de los Ejércitos: ‘Los ayunos del mes cuarto, del quinto, del séptimo y del décimo serán convertidos en ocasiones de gozo, alegría y buenas festividades para la casa de Yehudá. Amad, pues, la verdad y la paz." (Zejariá / Zacarías 8:19).
En esta palabra del Eterno está la clave: Amar la verdad y la paz.
Lo que es nuestra consigna, nuestro lema –en verdad, es más que meras palabras-, la presentación de los noájidas afiliados a FULVIDA: construir Shalom.

No esperar sentados que las cosas se resuelvan, no llorar por lo perdido, no dormir esperando milagros, sino actuar con pasión, con integridad, con dedicación, hacia la meta de construir un mundo de verdad y shalom.

En palabras de la parashá de la semana: "Mirad, Yo he puesto la tierra delante de vosotros. Entrad y tomad posesión de la tierra que el Eterno juró a vuestros padres Avraham, Itzjac y Iaacov, que les daría a ellos y a sus descendientes después de ellos.’" (Devarim / Deuteronomio 1:8).

La tierra prometida, un mundo mejor, está puesto ante nosotros, ahora tenemos que dar el paso, los pasos necesario para entrar y tomar posesión.
No podemos quedarnos a la espera, lamentándonos, quejándonos, reclamando, exigiendo, manipulando. Es cuestión de asumir nuestro rol y hacer nuestra parte.

Es muy lindo mandarse la parte de “creyente”, de “sabelotodo”, de “defensor de Dios”, de “misionero noájico”, de “cruzado noájida”, pero no deja de ser una apariencia, una postura, exterioridad…
La meta, el sentido, la razón de ser, no es permanecer en razonamientos o creencias, sino aventurarse a desarrollar a plenitud todo nuestro potencial. Alcanzar el máximo a lo que podemos aspirar. Estudiando, sí, pero especialmente llevando a cabo una vida de integridad, de ética, de dedicación, de construcción de Shalom.
El resto es palabrería, que pudiera resultar simpática, buena, bien intencionada, pero solamente palabras sin acción.
Cuando a las palabras se las llena de actividad proactiva, estamos haciendo lo que hemos sido llamados a hacer.

Está en ti ser socio de Dios, o meramente un parlante que difunde “la palabra de Dios”, al estilo eclesiástico, evangélico, misioneril, pordiosero…
Está en ti dar una mano para atraer la Era Mesiánica con su plenitud, o simplemente sentarte a llorar y a quejarte, a la espera de que sean otros los que hagan tu parte.

 

Relato: El jasid shoté

El maestro y el alumno iban por un camino en un día de fuerte lluvia. Al llegar a un arroyo, se encontraron a una joven belleza con su pie atorado, al tiempo que el agua subía y ya amenazaba alcanzar su cuello.
Veloz como un rayo, el maestro socorrió a la muchacha, destrabando su pie, alzándola en brazos y llevándola a un terreno seguro.
Al confirmar que estaba bien, el maestro continuó su camino, seguido por un meditabundo alumno, unos pasos rezagado. Así anduvieron hasta la noche, cuando se alojaron en un hostal. Entonces el muchacho no se pudo contener y espetó: “Nosotros somos ortodoxos, no debemos tocar mujeres que no sean nuestras esposas. Usted no solamente tocó a una muchacha, sino que la abrazó y cargó varios metros apretada a su cuerpo. Está prohibido, va contra la halajá (normativa judía), es pecado terrible… ¿Por qué hizo usted eso? ¿Cómo puedo volver a confiar en usted como mi maestro de Torá?”.
El maestro respondió: “Ah querido jasid shoté –piadoso tonto- tú crees saber de halajá, y me juzgas desde tus prejuicios e ignorancia. Demuestras que no tienes idea de las leyes pero tampoco de lo más básico de la vida. Conozco la ley y la he cumplido, pero además, yo dejé a la chica allá atrás, pero ¿tú todavía la estás cargando?”.

Preguntas para repasar y reflexionar

1. ¿Cuál crees que es el concepto de “jasid shoté” –piadoso tonto- que está sindicado en la ley judía y a quién se aplica?.

2. ¿Por qué te parece que hay gente que es rápida para prejuzgar negativamente a los demás?

3. ¿Cómo educar a las personas a ser tolerantes sin ser por ello cómplices de lo malo?

4. ¿Cómo relacionas este relato con el contenido de la parashá?

5. ¿Te parece que esta enseñanza tiene alguna relevancia para la vida cotidiana?

Ante Dios y los hombres

Como es nuestra sana costumbre, comparto contigo esta semana otra enseñanza válida para la espiritualidad noájica a partir de las enseñanzas de la Torá (judía) en su lectura semanal pública (la parashá semanal).

Como sabes, pues hemos enseñado al respecto, es correcto que el noájida estudie aquello de Torá que puede serle de beneficio para desarrollar su vida a plenitud como noájida. Sin embargo, NO ES el estudio de Torá un requisito indispensable, esencial, fundamental para el noájida, pues el Eterno ha provisto otro camino para el perfeccionamiento y elevación del noájida.
Sin embargo, cuando al noájida se le provee de los conocimientos idóneos que surgen de la Torá, a través de la instrucción apropiada por parte de maestros judíos conocedores tanto de judaísmo como de noajismo, es un encuentro agradable.
Pero recuerda, no todos los judíos, ni siquiera todos los rabinos, tienen conocimiento acerca de las cuestiones noájicas, a veces tan solo una idea superficial, pero que se ve teñida gruesamente por preconceptos, tanto acerca de lo que es un gentil como de lo que es la vida sin la Torá. Por tanto, para que el maestro judío aporte buen material, que no dañe el espíritu del noájida, es medular que tenga conocimiento cabal de lo que significa en su esplendor y belleza la identidad espiritual noájica, sin verlo con las gafas del gueto mental, sino con la amplitud de la humanidad multicultural, tal como la ha llevado a ser la intervención divina.

Es un tema que puede resultar confuso para algunos, complicado, de difícil delimitación.
Otras veces los prejuicios ganan al razonamiento.
Sin dudas que el EGO con sus trampas múltiples juega un importante papel a la hora de trastocar el orden, puesto que el caos es un caldo de fermento para el EGO.
Así pues que te dejo planteada la idea, para que medites, para que indagues, para que sigas creciendo en verdad y no en confusión “sagrada”.
Tienes mucho buen pan espiritual a tu alcance en este santo HOGAR, puedes alimentarte y crecer gratuitamente, luego verás cómo hacer con lo que aprendas.

Ahora, en concreto sobre el texto que el pueblo judío lee públicamente esta semana, te cuento que está escrito en la parashá:

… luego volveréis y seréis libres de culpa ante Hashem e Israel…
(Bemidbar / Números 32:22)

El Talmud (Ierushalmi, Shekalim3:2) enseña:

"Dijo Rabbí Shemuel bat Najmani, dijo Rabbí Ionatan: ‘Tanto en la Torá, como en los Nebihim (Profetas), como en los Ketubim (Hagiógrafos) -es decir, en todo el TaNa"J- encontramos que el hombre debe hacerse responsable de sus actos frente a las criaturas, tal como lo debe hacer frente al Eterno’"

Es común encontrar gente que presume de ser “santos” por “creer” en Dios. Que se vanaglorian de ser “religiosos”, por llevar una vida de aparente perfección que se manifiesta al mentar a la deidad a cada rato, por expresar conceptos enrevesados, por mutilar palabras hebreas en sus aburridos discursos, por ser inquisidores con los que no tienen la “estatura” como para creer en Dios.
Son los religiosos, que siguen el modelo de las sectas, iglesias, congregaciones de creyentes que dicen tener a Dios en sus vidas, sentir fuegos divinos, estar inspirados por sueños proféticos, ser estudiosos de Torah y Kabbalah, gente religiosa que son condenados esclavos de sus EGOs, pero igualmente bailotean para hacerse ver ante los demás como la cúspide a la que debe aspirar cada humano.
En el fondo, o ni tanto, esta gente está lleno de religión pero vacía de espiritualidad.
Son pozos secos, sin agua viva, que se embuten de ritos, palabrería, condenas, seudo profecías, misticismos, adoraciones a rabinos y otros santos, porque carecen de la percepción de su unión santa con el Eterno.

Están también los del otro extremo. Aquellos que se pueblan de la falsa misericordia del humanismo. Los que se dicen “progresistas”, que rechazan a cualquier dios, en especial al Uno y Único, para adular terroristas, malandrines, gentuza variopinta . Los que persiguen a los judíos y al judaísmo, pero no son antisemitas, porque ellos son anti imperialismo israelí, ellos son luchadores por la paz y la justicia, de acuerdo a sus podridas ópticas corrompidas por la falta de ética espiritual.
Son ateos, porque tienen demasiado orgullo como para admitir la Presencia de Alguien superior.
Son ateos, porque están hundidos en sus EGOs, atrapados por sus mentiras, por sus delirios intelectualizados.
En realidad, son fervientes creyentes de sus EGOs, de sus falacias, de sus líderes, de los que manchados de sangre inocente predican ser emisarios de la paz.

Ambos extremos se tocan, a pesar de aparentar ser diferentes e irreconciliables.

El hombre de Verdad, ama la justicia, hace el bien, es leal al Eterno.
Se para con firmeza sobre los pilares de conocer que Dios existe, sin complicarse en religiosidad; y en el de que es imprescindible construir Shalom con el prójimo, empezando por el interior de cada uno.

Es bueno estar en armonía interna y externa.
De comunión con Dios y con el prójimo.

Esa es la meta a la que debe aspirar toda persona.

La de una salud integral, multidimensional, que repercuta en el avance personal, colectivo, ecosistémico.

Es una tarea que Dios te propone, eres tú quien debe llevarla a cabo, o fracasar y dar excusas que justifiquen lo que no tiene justificación.

Superar el miedo es poner en su lugar al EGO

En numerosas ocasiones hemos trabajo el tema del miedo.
Hemos llegado a la conclusión de que TODO miedo es en su origen el terror a la impotencia, aquella que se padeció como catastrófica al momento del nacimiento.
Esta raíz de terror a la impotencia, de no regresar a sufrir la pesadilla aquella, se ramifica según las dimensiones de la persona (física, emocional, social, mental, espiritual), encontrando un núcleo fundamental de miedo en cada plano, el cual a su vez se ramifica en otros miedos terciarios.

Podríamos diagramarlo, en un simple bosquejo para nada completo de la siguiente manera:

Todos padecemos, en mayor o menor medida, cada uno de estos miedos.
Para algunos serán más constantes los miedos sociales, o los físicos, o los mentales, etc.
Para otros habrá un carrusel de miedos, o un licuado de varios sabores, o una creencia mágica de haber superado todos los miedos y ser imbatible.
Pero siempre, allí agazapados están los miedos.
A cuya cabeza, en su raíz, el intenso, oscuro, profundo terror a la impotencia que ya se sufrió al comienzo de la vida en este mundo, desde momentos antes del nacimiento hasta meses o semanas después.
Esa impotencia que carcome, que corroe, que paraliza, que alienta a la desconexión con la realidad que se siente como tormentosa, o que impulsa al surgimiento del EGO con sus herramientas primitivas de manipulación del entorno, tales como gritos, llanto o golpes.

Tú también eres así.
Si te contemplas con sinceridad encontrarás que cada uno de estos miedos, con sus múltiples derivados, operan en ti.

Ahora, ¿tú tienes consciencia de cuál es tu mayor miedo? O, más correctamente expresado, ¿cuál es el miedo que mayor presencia tiene en tu vida?

¿A la locura?
¿A la falta de control?
¿Al no saber?
¿Al no poder?
¿A fracasar?
¿A que te señalen como fracasado?
¿Al rechazo?
¿Al anonimato social?
¿A no tener la razón?
¿A que otro te venza?
¿A que nadie te quiera?
¿A amar y no ser correspondido?
¿A querer sin alcanzarlo?
¿A decidir?
¿A equivocarte?
¿A cambiar?
¿A la confrontación?
¿A lo desconocido?
¿A lo que ignoras?
¿A lo que hay más allá?
¿A lo que esconde la oscuridad?
¿A ser exitoso?
¿A quedar paralítico?
¿A tener cáncer?
¿A la muerte?
¿A la muerte de un familiar?
¿A la pobreza?
¿A la miseria?
¿A la vida?
¿A ser feliz?
¿A casarte?
¿A tener hijos?
¿A que nadie te quiera?
¿A que tu pareja te sea infiel?
¿A que te engañen?
¿A ser falso?
¿Al desempleo?
¿A la soledad?
¿Al dolor?
¿A que te rapten?
¿A que a un hijo le pase algo malo?
¿A que te violen?
¿A tomar riesgos?
¿A…?

Vamos, tómate un tiempo, el que consideres necesario, piensa, toma consciencia, conócete, escribe cada miedo que te atraviesa, cada miedo que te atrapa.
No es fácil, pero es necesario.

Ya te adelanto que encontrarás que cualquiera sea el miedo, en el fondo, en su base, está el terror a la impotencia. Pero, no hablaremos sobre esto ahora.
Más bien quiero que te concentres y delimites el contorno de cada uno de esos miedos, pero en particular aquel que más te angustia y atormenta.
Vamos, hazlo.
Cuando lo tengas definido y escrito en una hoja ante ti, continúa con la lectura.

Ahora tienes que hacerte otra pregunta y responderla con similar sinceridad.
Pon tu respuesta por escrito.

¿Qué has perdido a causa de este miedo?
Piénsalo con serenidad.
Yo no espero ninguna respuesta, cualquiera que des sinceramente está bien.
Vamos, medita con calma.
Piensa en la gente que se fue de tu lado, los que desaparecieron, los que no quieren volver a verte, los que ya no están. Las oportunidades laborales, de estudios, de tener una mejor calidad de vida. Los viajes, hazañas, aventuras, amistades, cargos, rangos, títulos, etc. El dinero perdido o mal invertido o gastado. Los objetos rotos o desaparecidos. Los dolores y dolencias. El tiempo malgastado. Los años de psicoterapia estériles. Los miles de comprimidos psiquiátricos que consumiste. Las drogas –legales o no- con las que pretendiste tapar tu miedo. No sé con exactitud, tienes que ser tú quien se toma el trabajo de verse en el espejo del alma y reconocer aquello que has perdido a causa de este miedo que has señalado como el más persistente.
Cuando lo tengas escrito en la hoja ante ti, continúa con la lectura.

Como hemos enseñado, y en parte mencionamos en este texto, el EGO es un primitivo mecanismo de supervivencia. Sirve para llamar la atención de los otros sobre uno, para de esa forma “manipularlos” y obtener asistencia, que nos satisfagan, que nos rescaten de la muerte por hambre, que nos quiten el peso de la soledad, etc.
Cuando las cosas se salen de control, cuando la manipulación no tiene resultado, el EGO desconecta a la persona de la realidad circundante, en principio con el dormir, también con el fantasear y finalmente puede llevar al delirio, a la total vida irreal en un mundo real percibido como generador de impotencia.
El EGO, que cumple un notable rol en los primeros momentos de existencia terrena, se mantiene en funcionamiento cuando debiera quedar reducido a una mínima presencia, solamente útil en casos de extrema necesidad y ante la inaccesibilidad de otros recursos para dominar la impotencia sentida o real.
El EGO se impone como una deidad, la que busca luego dioses ajenos para adorar.
El EGO se presenta como un mítico salvador, quien viene al rescate de aquel que pone su vida, su fe, en él.
El EGO es el prototipo interior de todos esos dioses, semidioses, salvadores mágicos que pueblan las mentes y fantasías de las religiones y supersticiones.
El EGO está formado para manipular y para hacer vivir en la irrealidad, con tal de preservar al individuo con vida en la realidad (paradójico, amerita una relectura de tu parte).
El EGO te manipula a través de sus rústicos instrumentos, uno de los cuales es el miedo.
Así pues, cuando tienes miedo (que no es lo mismo que precaución, tampoco que susto), estás ante una imagen interna de impotencia, un someterte al control del EGO, por el terror de volver a experimentar ese espantoso momento inmediatamente previo al nacimiento, durante y luego del mismo.
Es un terror marcado en tus células corporales, ni siquiera en tus neuronas. No es un miedo que se explique con palabras, ni siquiera es racional, pues fue horriblemente vivido mucho antes de que tuvieras capacidad de palabras y de razón.
Por tanto, hablar del miedo es bueno, pero no llega a quitar su veneno que te paraliza, que te momifica, que te idiotiza, que te obliga a someterte al EGO, que no te permite avanzar, cambiar, tomar la decisión que te libere.
El miedo está al servicio del EGO, para que te retuerzas en impotencia y no accedas a la libertad que existe en tu esencia espiritual y te mereces disfrutar.
El EGO te hace creer que el miserable territorio conocido es lo único que te mereces, lo único que te sirve, lo único que puedes controlar.
Por lo cual, la mera idea de cruzar los límites de ese territorio dispara una señal de alerta, nace el sentimiento de miedo a tal o cual circunstancia que te pueda llevar a un cambio.

Mira qué simpático.
La impotencia te genera miedo.
Ese miedo te lleva a la inacción o a la acción pobre y torpe.
Esto te somete a “no poder”.
Lo que es impotencia, y te confirma tu cualidad de impotente (que no puedes).
Lo que fortalece la sensación de miedo.
Lo que obliga a actuar para dejar de actuar o para fracasar.
Lo que demuestra tu impotencia.
Lo que recalca que eres impotente y todo lo que haces está mal.
Lo que te lleva a tener miedo.
Lo que…

Toma tu tiempo y responde por escrito en la hoja ante ti: ¿Puedes recordar al menos una ocasión en que este círculo vicioso haya acontecido en tu vida? ¿Lo podrías describir?
Tienes tiempo, medita con calma.
Enfócate en encontrar la respuesta.

Ahora viene la respuesta más importante que te pediré que escribas.
¿Quieres superar tu miedo?
Piensa bien lo que quieres responder, y luego ponlo por escrito.

Acompáñame ahora a crecer, a superarnos cada vez más, a construir Shalom desde dentro hacia fuera.

1>
Conoces a tu miedo.
Ya has visto el rostro del miedo.
Ya viste cómo opera en ti.
Te explique qué lo genera.
Le quitamos todo rastro de “enfermedad”, “maldición”, “hechizo”, “poder oculto”, “demonio”, puesto que descubrimos juntos que es un emergente del sentimiento primario de impotencia.
Reconocimos que el miedo es algo “normal”, inherente a la persona humana.
Descubrimos que el miedo es usado por tu EGO para convertirte en un títere, manipulado, prisionero, imposibilitado de cambiar y crecer.
Entonces, el miedo está ahí porque en verdad tú quieres el cambio positivo, tú quieres crecer, tú quieres ser más independiente, tú quieres y puedes, pero el EGO no te deja.
El miedo está ahí para ponerte un palo a tu rueda, bloquearte el camino, frenarte en tu crecimiento.
El miedo no es real.
Es una fantasía que promueve tu EGO para confirmarte que eres impotente, pero en verdad ¡eres poderoso!

Este primer nivel es confirmarte en tu salud, en tu armonía.
Tener miedo es normal.

2>
Cada vez que te surja un miedo, te sientas y respondes a estas preguntas:
a) ¿Qué has perdido a causa de este miedo en otras oportunidades?
b) ¿Cómo sería tu vida sin este miedo?
c) ¿Qué sería lo peor que pasaría si hicieras las cosas a pesar de este miedo?
d) ¿Qué sería lo mejor que pasaría si hicieras las cosas a pesar de este miedo?

Sería bueno que tuvieras una libreta o cuaderno en donde anotarás cada miedo en una página, con la fecha correspondiente, estas preguntas con sus respuestas y fueras viendo tu manejo de las situaciones a lo largo del tiempo.

Luego de consignado en la libreta, ahí se queda el miedo.
Ya no tienes más que pensar en él.
Le has prestado atención, lo has atendido, le diste importancia.

Ahora, cierras la libreta,la guardas y pasas al siguiente nivel.

3>
No le lleves el apunte al miedo.
Haz como te parezca, dentro de lo legal, dentro de lo permitido, dentro de lo precavido, ¡HAZ!
Si estás ponderando al miedo, no dejarás de estar sometido a él.
Avanza a pesar de él.
Romperás el círculo vicioso que te mencioné más arriba.
Te darás autoridad, dominio, poder, valor, dicha, te sentirás potente, porque no te quedarás encerrado en tu celdita mental, sino que darás un paso hacia la dirección correcta.

4>
Si a pesar de lo anterior aún te retienes, escucha este consejo.
Dibuja en tu mente una imagen hermosa, sea un paisaje, una residencia, una habitación, un cuadro, una persona, lo que tú consideras que te brinda belleza, armonía, placidez, paz.
Dibuja en tu mente esa imagen con precisión.
Ponte en algún lugar en esa imagen. Que estés cómodo, que te sientas a gusto, que seas el centro de atención, que seas el protagonista, disfrutando de todo lo bueno que hay para ti.
Ponle un título que te suene agradable, que retengas, que sea melodioso a tus oídos.
Saborea esa imagen de gozo.
Mientras lo haces te tocas el lóbulo de tu oreja derecha. Presiona con suavidad pero con insistencia. En tanto visualizas la imagen de placidez, lees su título armonioso, disfrutas sus melodías y sonidos agradables.
Sigue pulsando tu lóbulo y respira por la nariz profundamente y con calma.
Repite en voz apenas audible el título de tu imagen, a la que atesorarás en tu mente y a la cual recurrirás cada vez que te gane el desanimo, la angustia, la ansiedad.

Sumérgete en tu imagen ideal, tócate el lóbulo de la oreja, respira.
Cuando estés así, acomete la acción que te da miedo.
No pienses, solamente hazlo.
(Siempre tomando en cuenta que sea legal, permitido, precavido).
Hazlo sin pensar en otra cosa, solamente sonriendo tu corazón a la acción.

Luego, pasa al siguiente nivel.

5>
Reconoce tus méritos.
Lleva una lista de tus éxitos, de tus victorias, de tus pasos adelante.
Puede ser una lista que tengas a la vista en tu habitación, o como fondo de pantalla en tu computadora, o en algún lugar que tengas acceso fácilmente y a menudo.

Hasta aquí este sistema para superar tu miedo, al poner a tu EGO en su lugar.
Te pido que me recompenses, si te sirve lo que te he regalado hoy, de alguna de estas dos maneras (o de las dos):

1- Agradeciendo y compartiendo los resultados en la zona de comentarios aquí debajo.

2- Enviando tu apoyo económico para permitirnos continuar brindando de nuestro tesoro para tu bienestar.

Gracias por todo, hasta luego.

Imitatio Dei: actuar como Dios

En más de una oportunidad los hombres de Dios señalaban lo siguiente:

«Los ídolos de ellos son de plata y oro, obra de manos de hombres.
Tienen boca, pero no hablan; tienen ojos, pero no ven;
tienen orejas, pero no oyen; tienen nariz, pero no huelen;
tienen manos, pero no palpan; tienen pies, pero no andan; no emiten sonido con sus gargantas.
Como ellos, son los que los hacen y todos los que en ellos confían.»
(Tehilim / Salmos 115:4-8)

(Ver también, en traducción de judíos respetuosos de los mandamientos, Salmos 135:18; Isaías 44:9-20; Jeremías 10:8; Jonás 2:8; Habacuc 2:18-19).

Podemos sintetizas brevemente la idea central con un par de frases para recordar toda la vida:

Así como los hombres, sus dioses.
Así como Dios, Sus leales.

¿Así como Dios Sus leales?
Pero… ¿eso es posible?
Si Dios es completamente diferente a todo lo creado, si Él es inalcanzable e incomprensible… ¿ser como Dios?

Exactamente eso, ser como Dios, lo cual es un mandamiento para los judíos (mitzvá 434), en tanto es un ideal bonito para los noájidas que son conscientes y activos de su santa identidad espiritual.
Lo que se conoce como “imitatio Dei”, “imitación de Dios”.
Tal como el mismo Dios ha expresado:

«Lalejet bejol derajav uledovka bo – Andar por todos Sus caminos y apegarse a Él»
(Devarim/Deuteronomio 11:22)

Y:

Ajarei Hashem Elokeijem teleju – En pos del Eterno, su Elokim, andarán”
(Devarim/Deuteronomio 13:5)

Y:

«Vehalajta bidrajav – Andarás en Sus caminos»
(Devarim/Deuteronomio 28:9)

En palabras del Talmud:

“Hacer como hace el Eterno.
Así como Él viste a los que no tienen ropa, uno debe vestir a los que no tienen ropa…
Así como Él visita a los enfermos, uno debe visitar a los enfermos…
Así como Él consuela al que está de luto, uno debe consolar al que está de luto…
Así como Él entierra a los muertos, uno debe enterrar a los muertos…
El comienzo de la Torá es actos de bondad desinteresada y su finalidad son los actos de bondad desinteresada…”
(Sota 14a).

Notarás que los ejemplos que pone el Talmud no son del ámbito “religioso”, no implican ser como “dioses”, ni ser ritualistas, ni vestir de tal o cual manera.
Explícitamente se trae a colación acciones concretas que Dios hace en favor de personas.
Tal como Dios favorece a los necesitados, así debes vivir tú.
Lo que pide Dios es lealtad, por supuesto, pero una vida de ética, de constante construcción de Shalom.
Así como Dios, Sus leales.

En esta línea de conducta ética, de valoración de la relación entre los individuos, es que determinó Maimónides en su Mishné Torá, Hiljot Matnot Aniim, capítulo 1, ley 9.
Atiende, por favor.

“No se rechaza al idólatra que viene a buscar de la caridad, sino que vienen a recibirla junto a los de Israel, y reciben porque actuamos de modo pacificador”

Y, en Mishné Torá, Hiljot Matnot Aniim, capítulo 7, ley 7:

“Se les da sustento y abrigo a los idólatras pobres junto a los pobres de Israel, porque actuamos de modo pacificador”

Y, en Mishné Torá, Hiljot Ebel, capítulo 14, ley 12:

“Se entierra a los idólatras, y se consuela a sus deudos, y se visita a los enfermos idólatras, porque actuamos de modo pacificador”

Y podríamos seguir citando al gran maestro al respecto, pero creo que ya es más que evidente la dirección de la ética requerida del judío, y que es oportuna asumir por el noájida.
Tomar en consideración al necesitado, respetar al prójimo, aunque detestemos y aborrezcamos su conducta y sus podridas creencias.
Es nuestro deber eliminar la idolatría, hasta sus rastros más pálidos, para lo cual podemos destruir, burlarnos, y otras cosas más, porque a la idolatría se la debe despreciar, cero respeto hacia ella. Pero al idólatra, a ese que está perdido, no tenemos más que considerarlo un hermano perdido, al cual es menester ayudar. Sea que lo consideremos pecador o no.
No así con el incitador, aquel que adrede, con todo conocimiento, con rebeldía contra Dios, difunde y promueve el ilícito, la ilegalidad, la inmoralidad, la rebelión, la idolatría, el odio. A esta clase de gente, se la ha de condenar sin pausa, no concederle paz, todo dentro de la ley. Porque no se puede ser misericordioso con aquel que se debe ser estricto, porque al final terminan sufriendo los inocentes injustamente.
Por tanto, a la inmensa mayoría de gente atrapada en la idolatría debemos ayudarla, cuidarla, respetarla, en lo posible orientarla hacia la Luz, la libertad, para que despierten su conciencia y rompan sus cadenas religiosas. Con amor y paciencia. Pero al misionero, al que voluntariamente se disfraza para promover el mal, la idolatría, a ese hay que negarle la ayuda, procurar que sea detenido dentro de lo que marque la ley (mitzvot 517, 518 y 519 para los judíos).
En palabras de la sagrada Torá:

«Pero el profeta que se atreva a hablar en Mi nombre una palabra que Yo no le haya mandado hablar, o que hable en nombre de dioses ajenos, ese profeta morirá.»
(Devarim / Deuteronomio 18:20)»

Y con más detalle, que se percibe con claridad un boceto de las acciones y métodos del misionero, el falso judío, el noajuda, en estas líneas:

«Tendréis cuidado de hacer todo lo que Yo os mando; no añadiréis a ello, ni quitaréis de ello.
‘Cuando se levantará en medio de ti profeta o soñador de sueños, y te dé una señal o un prodigio,
y se cumple la señal o el prodigio que él te predijo al decirte: ‘Vayamos en pos de dioses ajenos’ -que tú no conociste- ‘y sirvámoslos’,
no escuches las palabras de tal profeta ni de tal soñador de sueños; porque el Eterno vuestro Elokim os estará probando, para saber si amáis al Eterno vuestro Elokim con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma.
En pos del Eterno vuestro Elokim andaréis, y a Él temeréis. Guardaréis Sus mandamientos y escucharéis Su voz. A Él serviréis y a Él os adheriréis.
Pero tal profeta o tal soñador de sueños ha de ser muerto, porque predicó la rebelión contra el Eterno vuestro Elokim que te sacó de la tierra de Egipto y te rescató de la casa de esclavitud. Él trató de desviarte del camino por el que el Eterno tu Elokim te mandó andar. Así eliminarás el mal de en medio de ti.

‘Si te incita tu hermano, hijo de tu madre, o tu hijo, o tu hija, o tu amada mujer, o tu íntimo amigo, diciendo en secreto: ‘Vayamos y sirvamos a dioses ajenos’ -que tú no conociste, ni tus padres,
dioses de los pueblos que están en vuestros alrededores, cerca de ti o lejos de ti, como está un extremo de la tierra del otro extremo de la tierra-,
no le consientas ni le escuches. Tu ojo no le tendrá lástima, ni tendrás compasión de él, ni lo encubrirás.
Más bien, lo matarás irremisiblemente; tu mano será la primera sobre él para matarle, y después la mano de todo el pueblo.
Lo apedrearás, y morirá, por cuanto procuró apartarte del Eterno tu Elokim que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud.
Y todo Israel lo oirá y temerá, y no volverá a hacer semejante maldad en medio de ti.»
(Devarim / Deuteronomio 13:1-12)

Son mandamientos duros, para los judíos, que sirven como referencia para los noájidas.
Realmente duros, Dios no quiere el mal de las personas, ni siquiera de las perversas, particularmente cuando son miembros de la casa de Israel –como los casos descritos en estos dos párrafos anteriores-. Pero, cuando las personas son un cáncer mortal, que corroen y corrompen, cuando adrede van por la vida destruyendo vidas, cortando el camino de la espiritualidad, perturbando el orden cósmico, adulterando la espiritualidad con religión, y todo esto de forma consciente y malévola, Dios no puede admitir misericordia, porque Sus hijos son los que están en grave riesgo.

(Toma en cuenta que estos mandamientos no se aplican con pena de muerte en la actualidad, y que deben ser sometidos al escrutinio de la ley, no del mero deseo o parecer personal. No actúes apresuradamente al condenar, no seas como los fieles a dioses de mentira, que insultan, amedrentan, amenazan, condenan al infierno, hacen terrorismo, asesinan en nombre de sus deidades).

Como dijera el inspirado salmista:

«¿Acaso no aborrezco, oh Eterno, a los que Te aborrecen y contiendo contra los que se levantan contra Ti?
Los aborrezco por completo; los tengo por enemigos.»
(Tehilim / Salmos 139:21-22)

Sin embargo, el salmista también dijo:

«Sean exterminados de la tierra los pecados, y que los impíos dejen de serlo.»
(Tehilim / Salmos 104:35)

Porque la guerra del siervo del Eterno no es contra hombres, contra gente ingenua, torpe, cómoda, petulante, que se dejan corromper y son siervos del EGO.
La guerra es contra el mal, por tanto, contra aquellos que a sabiendas y conscientes son rebeldes contra Dios e impulsan lo negativo. Adoran al EGO y desean imponer el imperio del mal sobre la tierra.

Como compruebas, hasta a los idólatras se les debe respetar en su condición humana, darles caridad, ayudarles, porque son creados a imagen y semejanza del Eterno. Si bien ellos con sus creencias, pero especialmente con sus conductas se ponen en la senda incorrecta, no por ello dejan de ser hermanos, gente necesitado, y a causa de la construcción del Shalom también deben ser atendidos en sus necesidades básicas.
Porque esa es la idea, como te repito lo ya citado de Sota 14a:

“El comienzo de la Torá es actos de bondad desinteresada y su finalidad son los actos de bondad desinteresada…”

Entonces…

¿Juzgar severamente a alguien que tiene un comportamiento ético, que es bueno y justo, pero no cree en Dios, es lo que Dios hace y nos comanda hacer?
¿Dios es un energúmeno impotente que maldice a quienes no Le conocen, porque carecen de educación o capacidad emocional, o la oportunidad como para conocerLo?
¿Tan pequeño hacemos a Dios?
¿Tan vanidoso y torpe, que condena a la nada a los que no tienen el grado de creencia sincera en Él?

¿Acaso Él dejará desvalido al que nació y fue criado en un hogar de gente no respetuosa de Dios?
¿Tan malvado es Dios?
¿Tan oscuro en nuestro deseo?
¿Así somos, que así imaginamos a nuestros dioses?

Yo por mi parte, confieso: ¡Ese NO ES mi Dios!
Tampoco es, según hemos visto en las citas más arriba mencionadas, el Dios de la Torá (judía), ni el Dios del noajismo, sino que parece más bien una caricatura de hombre asediado por la inseguridad, por la baja autoestima, por el anhelo de ser vitoreado o sufrir el anonimato.

Es más, mira lo que el Talmud Ierushalmi expresa:

“Dice Dios: que me dejen a Mí pero que no abandonen el cumplimiento de los mandamientos, porque de cumplir con ellos sin creer en Mí, eventualmente terminarán también por creer en Mí… (lamed Torá shelo lishmá shemitoj shelo lishma at ba y etc.)”
(T.I. Jaguigá perek 1 halajá 7)

(El texto que se abre al hacer clic aquí más que recomendable es fundamental de leer, conocer y aprender.)

Impresionante, ¿no?
Seguramente que el que se ha criado en un hogar “religioso” (y por tanto muy pobre en espiritualidad), renegará de tal afirmación divina.
¿Cómo Dios prefiere que la gente no sea creyente en Él, siempre y cuando se comporten con la ética adecuada tal cual Él la expresó?
Para el “religioso” esto es algo incomprensible.
Pero para el que ha bebido del manantial de la espiritualidad es claro.
Dios no es un enano rencoroso, pendiente del aplauso ajeno, inexistente si no hay una cohorte de zánganos bailoteando alrededor.

Dice el profeta de la Verdad:

«porque soy Elokim, y no hombre»
(Hoshea / Oseas 11:9)

Tal cual.
Es Dios, no un patético mortal.
No hijo de mujer.
No alguien que nace, sufre y muere.
Es Dios, aunque no nos entre en la cabeza (y está bien que así sea).
Es incomparable. Por ello los místicos le han denominado “ein sof – sin fin”, “el infinito”. Pero se han atrevido a decirLe “ain” – “nada”, porque es absolutamente incomprensible Su esencia, no tenemos herramientas para penetrar siquiera un poco el carácter de Su existencia.
No es hombre… ¿oyeron creyentes en colgados?
Pero tampoco es hombre, para decirle a los que lo reducen a ser como uno más, a pensar como nosotros, a necesitar como un hijo de mujer, a disfrazarse como otro “religioso”.

Ya lo advirtió el profeta:

«¿Quién es sabio para entender estas cosas, y prudente para que las conozca?
Ciertamente los caminos del Eterno son rectos, y los justos andarán por ellos.
Pero los rebeldes tropezarán en ellos.»
(Hoshea / Oseas 14:10)

Esos “religiosos” que en realidad son pobres espiritualmente, que son rebeldes en contra de Él, porque carecen de ética, tropiezan a cada rato en los mandamientos del Eterno.
Para que no nos demos cuenta andan por la vida prohibiendo lo permitido, encerrando la alegría, inventando excusas, usurpando vidas, negando el potencial de cada ser.
Pero los que confían en verdad en el Eterno, andan por los caminos correctos, aunque parezcan menos “santos” que los “religiosos”, su conducta es impecable, su corazón limpio, sus manos abiertas para saciar al necesitado para compartir con el maestro.

Confiar en Dios, más que “creer” en Él, es un mandamiento para el judío, no así para el noájida.
Y sin embargo, a Dios no le da inconveniente decir que Lo dejemos a un lado, junto con todos las reglas que incumbe a esto, siempre y cuando no dejemos de ser éticos, de construir Shalom, de ser buenas personas con el prójimo.
Claro que esto no es el ideal.
El ideal es ser leal con el cumplimiento y poseer una fuerte confianza en Él.
Saber que Él existe, opera, supervisa, recompensa, etc. Por supuesto que es importantísimo, pero a la hora de la hora, Dios está por encima de nuestra mediocridad y aplaude a quien es ético mucho más que aquel que vive como un salvaje pero plagado de religiosidad.

A Dios no Le cambia ni un milímetro si crees en Él o no.
Pero si le cambia a tu prójimo si actúas con bondad y justicia, como constructor de Shalom o no.
Por supuesto que confiar en Dios es mucho mejor, no lo niego ni un poquito, pero a la hora de la hora, ¿es eso lo que Dios valora como principal?

Si leemos el capítulo primero del profeta Isaías comprobamos que Dios detesta a los “religiosos”, gente que tiene la palabra “dios” en sus bocas, saltan en alabanzas, hacen rituales, sacrifican animales, se pasean por templos, se visten con ropas de “religiosos”, son convidados en todos los festivales, pero carecen de ética, destratan al prójimo, se mofan de los mandamientos entre el hombre y el prójimo, y por eso son “religiosos”, descarados, que representan todo el show, con restricciones insoportables (jumrot) incluidas, pero a la hora de la verdad son vacíos.
Dios no quiere religiosos, no le hace mella si crees en Él o no, aunque para los judíos es un mandamiento saber que Él existe.
Eso no es lo principal, en el razonamiento de Dios, no en el de este modesto maestro.
Atiende:

«Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras acciones de delante de Mis ojos. Dejad de hacer el mal.
Aprended a hacer el bien, buscad el derecho, reprended al opresor, defended al huérfano, amparad a la viuda.»
(Ieshaiá / Isaías 1:16-17)

No dice que usen cabeza cubierta, ni que vistan “gracioso”, ni que bailoteen, ni den plata al líder religioso, ni digan “amén”, a cada rato, ni que sean “creyentes”.
Tampoco que se congreguen en fiestas sabáticas, ni se hagan pasar por sabios de Torá, ni comercien con “Kabbalah”.
Nada de eso.
¿Qué es lo que pide?

Pide ética, respeto por el prójimo, amor por el prójimo, vivir una vida de construcción de Shalom.

Reitero, amar a Dios, saber de Su existencia, claro que es estupendo, son mandamientos para los judíos.
Pero de poco valen cuando se maltrata al prójimo, se condena al inocente, se oprime al necesitado, se actúa con maldad.

Cumplir con los mandamientos, aunque no se crea en Dios… suena paradójico, pero es lo que se expresa en estos textos sagrados.
Y si esto es así para los judíos, a los que Dios ha escogido y sometido a un peso de 613 mandamientos, y demanda que sepan que Él existe, y demanda que Le amen, y demanda tantas otras cosas… ¿acaso no será así para los noájidas, a los cuales Dios no mandó saber acerca de Él, ni de amarLe, ni de atenderLo constantemente, ni ningún otro mandamiento por el estilo?

Así:

«¡Oh hombre, Él te ha declarado lo que es bueno!
¿Qué requiere de ti el Eterno?
Solamente hacer justicia, amar misericordia y caminar humildemente con tu Elokim.»
(Mijá / Miqueas 6:8)

Esa es TODA la ciencia del espíritu: ser justo, ser bueno desinteresadamente y actuar con humildad ante Dios.
Si alguno no cree en Él pero es bueno, es justo y no blasfema ni adora deidades… ¿acaso está por la senda incorrecta o va en el rumbo correcto?

Gracias a Dios, Él no juzga con la severidad y pocas luces con que hacemos los humanos.
Porque Él escudriña los rincones del corazón, conoce hasta los pensamientos que nosotros desconocemos de nosotros mismos, evalúa con pleno saber, no anda precisando que le suban el ánimo, no es esclavo de Su ego… por ello no es rencoroso, ni vengativo… aunque las mentes estrechas lo vean así.
Porque es Dios, y no un invento nuestro.
Porque es nuestro hacedor, y no un reflejo de nuestra mediocre oscuridad.

«reconoce al Elokim de tu padre y sírveLe con un corazón íntegro y con ánimo voluntario; porque el Eterno escudriña todos los corazones y entiende toda la intención de los pensamientos. Si tú le buscas, Él se dejará hallar; pero si Le abandonas, Él te desechará para siempre.»
(1 Divrei Haiamim / I Crónicas 28:9)

Aquel que se dedica a cumplir con los mandamientos que le competen y busca a Dios, eventualmente encontrará esa paz interior que le confirma su conexión eterna con Él.
Aquel que se rebela en Su contra, que Lo abandona, que se opone a Su autoridad, a ese es a quien Dios deja de lado. Porque Dios devuelve lo que Le dan, medida contra medida (TB Sanhedrin 90a). Si voluntariamente, a sabiendas, uno detesta a Dios, Dios le regresa lo que recibe…

Atiende:

«El Eterno se dio a conocer por el juicio que hizo; los impíos fueron atrapados en la obra de sus propias manos. »
(Tehilim / Salmos 9:17)

Cada cual cosecha lo que siembra.
Pero la misericordia de Dios puede mitigar el dolor de la cosecha escasa y aumentar el regocijo del que Él considera merecedor de bondad.

Pero, sabemos que Él es misericordioso y si alguno es ateo o agnóstico o hasta “religioso” pero cumple cabalmente con los Siete Mandamientos (si es gentil), y con lo que puede de los 613 (si es judío), ¿acaso lo dejará desvalido?

Él sabe como es el hombre y por eso es misericordioso y no anda cancelando “entradas al paraíso” porque la persona se equivoca o no ha sido educada en el camino del bien.

Ah… ¿pero Maimónides no dice que el gentil solamente tiene parte del paraíso si cumple sus mandamientos sabiendo que son divinos?
Realmente no dice eso con exactitud. Veamos:

“Todo gentil que se compromete a cumplir con los Siete Preceptos Universales, se lo denomina un gentil piadoso y tiene su porción del Mundo Venidero [derivado de Sanhedrin 90a]; en tanto reconoce que estos mandamientos le fueron ordenados por el Eterno y reconfirmadas a través de Moisés en la entrega de la Torá, acerca de que los descendientes de Noé habían sido ordenados para cumplirlos desde tiempo antiguos.
Sin embargo, aquel que los hace porque les parece racionales, no se lo considera un “extranjero residente”, y no es uno de los piadosos de las naciones del mundo, sino de los ilustrados de las naciones.”
(Hiljot Melajim 8:11)

Sin embargo, en el Talmud (Sanhedrin 56a hasta 57b), que es la fuente de Torá Oral de la cual abreva Maimónides nada menciona acerca de creer en Dios, ni de admitir la divinidad de los preceptos como condición única para ingresar el gentil de conducta ética al mundo venidero.
Ni una palabra de ello.
Aunque se detiene en detalles sobre reglamentos, penas, ocasiones y otros, pero en modo alguno siquiera alude a la creencia en Dios como condición, ni a su obligatoriedad, ni a su carácter de único ticket de entrada al paraíso.

Por más datos, en la Tosefta Sanhedrin 13:2-3, y en el Talmud Rosh HaShaná 17a se menciona lo que acontece a judíos y gentiles en el mundo venidero a causa de sus acciones y méritos y no en su creencia en Dios. Y específicamente se declara que el espíritu de los perversos entre los gentiles “se evapora”, cosa que no ocurre con el espíritu de los gentiles promedio ni los justos.
Interesante, ¿no?

Comprobemos qué dice el Midrash Eliahu Rabbá –Ish Shalom- 14:

“Dijo el Santo bendito Sea a Moshé: ‘Sea judío o gentil, hombre o mujer, esclavo o sierva, si ejecuta alguno de los mandamientos obtiene su recompensa.”

En estas palabras no se expresa la obligatoriedad de creer en Dios, sino de cumplir con los mandamientos, en perfecta concordancia con lo que en la santa Tradición se dice y se repite:

“es la acción lo fundamental y no la teoría”
(Talmud, Abot 1:17)

Más aún, el Talmud (Avoda zará 2b, 3a) indica que la persona recibe su recompensa por los actos positivos que ejecuta, más allá de sus motivaciones.
Es cierto, pareciera que esto contradice a Maimónides, pero es el Talmud quien lo establece, con su autoridad mayor a la del gran Maimónides.
Maimónides es una luz, una cúspide, pero no es LA autoridad única ni última. Hay otros con similar estatura, jerarquía y dignidad que establecen otras leyes en ocasiones, y tal parece que en este punto en el Talmud hay opiniones divergentes. Esto no resta un ápice a la magnitud y valor de Maimónides, sino que lo encuadra dentro del sistema normativo tradicional del judaísmo. No hay “Papa”, ni palabra de un rabino que deba ser asumida como vinculante para todos los judíos. Por supuesto que la valía de Maimónides, el respeto que se ganó, su obra, su enseñanza, es el mérito que le hace ser una de las voces más apreciadas dentro del judaísmo tradicional. Pero cuando en el Talmud se dan otras opciones, éstas no son para descartar con impaciencia y poca sabiduría.

Así pues, Maimónides afirma lo que afirma, y en el Talmud encontramos que no es la única opción al respecto.
Es decir, el gentil que no conoce a Dios pero que sin embargo lleva una vida acorde a los Siete Mandamientos, igualmente es meritorio y obtiene su poción de mundo venidero.

Ante la disyuntiva, es preferible andar por el camino de la misericordia, de la apertura que en nada obtura el acercamiento del lejano así como el fortalecimiento del cercano.
¿Cuál es el valor práctico y trascendental de condenar a la negación de la vida eterna a aquel que actúa acorde a lo que Dios dispuso, pero que no alcanza todavía a reconocerLo como deidad única y que ordenó los mandamientos?
¿Es justo y misericordioso el apurarse a condenar y negar la “salvación” a quien vive según Dios manda, pero que no tiene la capacidad, el conocimiento, la salud emocional, como para “creer” en Dios?
Habiendo diferentes posturas, igualmente válidas, ¿es lo más acertado, es una imitación de las acciones de Dios, el expulsar de la eternidad al que podría algún día reconocer a Dios?

Yo prefiero acercar al que por ignorancia, torpeza, error, comodidad está lejano.
Es mi opción, aunque yerre o “peque”, puesto que prefiero ser denunciado ante el Juez por “amor gratuito” que por “odio gratuito”.
Es mi decisión, es lo que dentro del marco de la ley me está permitido hacer. No le pido a nadie que me siga en esto, es lo que yo escojo, tal como otros muchos más grandes escogieron anteriormente. Como dijera en otra oportunidad: «prefiero ser conocido por pecar por ahavat jinam -amar gratuitamente- y no por sinat jinam -odio en balde-«, citando al venerable Rav Kook.
Precisamente, en imitatio Dei, siguiendo el modo de proceder de Dios para con Sus criaturas.
Por tanto, en lo personal, no me mueve un pelo que se me tilde de “rebelde” o “ignorante” por no jugar al juez sabihondo y condenar a la desaparición eterna a aquel que lleva una vida ética, de construcción de Shalom, en perfecta sintonía con lo que Dios manda, pero que todavía tristemente no puede dar el pasito para aceptar la realidad de Dios.
Prefiero confiar en que cuando Dios dijo que se hiciera lo que Él mandó, aunque no se crea en Él, está bien… aunque no sea lo mejor. Porque al admitir al errado sincero, se está debilitando la oscuridad y amplificando el espacio para la Luz.
Dijo el Rav Kook:

“En verdad, toda oscuridad no es más que la Luz disminuida.”
(Orot Hakodesh 2, p. 455)

Permitamos a la Luz avanzar, abrazando al que no es antagonista, sino un espíritu puro encerrado en las contradicciones del EGO.
En tanto mantenemos a raya a los enemigos del Eterno, a aquellos malvados que adrede se oponen a Él para difundir sus maldades y ejercer su impudicia.

Habiendo expresado esto, igualmente me parece que se puede para aclarar aún mejor la postura expuestas por Maimónides, vemos que el salmista dijo claramente:

«Los impíos serán regresados al Sheol, todas las naciones que se olvidan de Elokim.»
(Tehilim / Salmos 9:18)

Sheol es la tumba, el olvido, la falta de eternidad.
Al olvido van los difuntos perversos.
De la tierra son, a la tierra regresan, sus obras no prosperan.
Además de los impíos están mentados también las naciones que “se olvidan” de Dios.
Es decir, los que habiendo encontrado el camino del noajismo escogen rechazarLo, negarLo, volver a la pudrición de la religión, obviar a Dios para halagar a sus EGOs.
Aquel que nunca tuvo la oportunidad de conocer acerca de Dios, ¡ese no Lo olvido!
(Al respecto es interesante el debate en el Talmud, Sanhedrin 105a, y en Tosefta Sanhedrin 13:2, que no reproduciremos aquí).

Así pues, por supuesto que la cima corresponde al hombre ético y que reconoce la existencia de Dios.
Sin embargo, nadie niega el valor en este mundo y en el venidero del que no habiendo podido tener conocimiento de Dios igualmente se comporta de modo ético, acorde a los Siete Mandamientos Fundamentales.

Una cosa es aquel que Lo conoció pero escogió olvidarLo.
Otra cosa es aquel que nunca tuvo la oportunidad de ser enseñado y liberado de las redes de la ignorancia y/o el error de sus mayores.

Pero cuando la persona actúa falta de ética, cuando adrede hace el mal, eso es diferente, está en desbalance interno y provoca el desequilibrio en el medio.
Cuando la persona quiebra las reglas más elementales de la convivencia, entonces ya no es cuestión de opiniones.
Algo no está bien.
Para que se comprenda, el hombre nace provisto de una Luz interna, de su esencia, de su espíritu, que es la línea directa y constante con Dios.
En ese seno se afincan los Siete Mandamientos de forma natural, sin necesidad de haber sido ordenados, sin tener que estudiarlos.
De hecho, cuando los estudiamos, cuando los aprendemos, en realidad los estamos recordando, repasando una lección antigua que quedó en lo más profundo del ser.

Por ello, cuando la persona vive de un modo carente de la más elemental ética, actuando en total y completo servilismo a su EGO, deseando y quebrando el orden sin tapujos, es un síntoma de que algo está groseramente alterado en su ser.
Es tanta la escoria alrededor de su espíritu, tanta cáscara dura y ruda impidiendo el gozo de su esplendor, que pareciera como si realmente no tuviese conexión con Dios.
Algo como lo que se puede observar en los promotores conscientes y activos de la idolatría, o en los jefes nazis, o en los miserables terroristas que no se guardan de asesinar hasta a sus propios hijos en busca de saciar sus más sanguinarios y oscuros deseos.
Este tipo de gente es la que no tiene mérito para gozar de los bienes del mundo venidero, porque de hecho niegan la vida aquí y en la eternidad.

Pero el que no ha aprendido acerca del Eterno, el que ha sido engañado y lleva una vida de ateísmo, religión, falsas doctrinas, sin ser consciente de la gravedad de esto… ¿qué alma inmisericorde es capaz de acusarlo y prometerle infiernos y dolores eternos?

En definitiva, loable quien cumple con su parte y además confía en Dios. Ese es el ideal.
Encaminado anda por la senda de Dios, aquel que aún no sabe que está haciendo lo que Dios le mandó. Eventualmente alcanzará también a confiar en Dios. Tal es el deseo, que lo real alcance lo ideal sin quebrantos.
Todos recibimos nuestra justa recompensa, que no es de nosotros saber cual es, porque no somos Dios ni evaluamos de acuerdo a los pensamientos y parámetros de Él.

Procuremos, por tanto, desplegar una vida de construcción de Shalom.
Acerquemos al lejano, abracemos al cercano.
Seamos semejantes a Dios en la medida de nuestras posibilidades, al actuar como Dios actúa.
Dejemos de lado las condenas, amenazas, presiones, burlas inmerecidas, parloteos poco saludables.

Y el que piensa diferente, en tanto no transgreda revoltosamente ningún mandamiento, ¡bienvenido sea!

El deseo como apego a la idolatría

El Talmud Babilonio, Sanhedrín 63b, nos aporta una interesante idea de Ribí Yehuda, en nombre de Rab:

Los israelitas sabían que la idolatría no tenía ninguna realidad, ellos sirvieron a los ídolos solamente para permitirse el mantener abiertamente relaciones sexuales prohibidas.

Interesante observación que culmina con una conclusión terrible: “…finalmente se hicieron adictos a la idolatría”.

Es un pasaje que trata sobre la admonición del profeta Irmiá/Jeremías que encontramos en su capítulo 17.

Entendamos bien este asunto, pues tiene un mensaje poderoso para cada uno de nosotros, en cada una de nuestras generaciones.

El espíritu del hombre, su Yo Esencial, está en constante conexión con Dios.
Es imposible para la esencia del hombre desconocer a Dios, admitir trinidades y otras formas de idolatría.
Lo más puro y sagrado del hombre repudia completamente cualquier idolatría, aunque sea un rastro mínimo, pues el espíritu está incapacitado para mentir, para engañar, para desconectarse de Dios.
Por tanto, el hombre, todo hombre, hasta el más hundido en las miserias tiene un foco puro, intocado, inalterado, sagrado, que lo conecta con Dios. Lo triste es que sus acciones lo llevan a sentirse desconectado, a olvidar a Dios, a negar la santidad, a abrazar la maldición pero llamándola bien.

Expliquemos brevemente.
Entre la conciencia y la esencia se interpone una barrera formada por el EGO, con sus máscaras multiformes, con sus apetitos normales pero que cuando exceden el límite se convierten en problemas.
Así el hombre pierde la memoria de su lazo sagrado, se siente sin Dios, desamparado, a merced de los ataques espantosos que lo hunden en su impotencia.
Precisa desesperadamente asirse a alguna tabla de salvación, a algún salvador mítico que enjugue sus lágrimas, que le prometa salvación, que le jure bienaventuranza a cambio de pactar por entregar su alma.
Cae en el abismo del caos y la impotencia el hombre sin dioses, porque no tiene conciencia de Dios y su nexo perpetuo y sagrado con él.
Incluso aquellos que se hacen llamar ateos, y confiesan sinceramente que lo son, en el fondo son creyentes de alguna deidad, de alguna fuerza misteriosa, sea la ciencia, la humanidad, la conciencia humana, o como le quieran decir, todos se prosternan ante sus EGOs a los que endiosan y caracterizan como dioses que pueden tocar, comprender, adorar, servir.
Así anda la inmensa mayoría de la humanidad, adorando dioses, siendo esclavos del EGO, desconociendo a Dios, aunque en el fondo es a Él a quien buscan –sin saberlo-, aunque en esencia nunca están desconectados de Él, pero no lo siente…

Pero, cuando la conciencia está despierta, cuando se SABE (no se siente, ni se cree, ni se tiene fe, sino que se sabe) que Dios existe y actúa, cuando se es como aquellos antiguos judíos que estaban conscientes de la Divina Presencia, ¿cómo cae el hombre bajo el poder –irreal pero fuere- del EGO?
¿Cómo se aparta el hombre de Dios, aunque se sabe que Él está y uno está en comunión con Él?
¿Cómo cayeron algunos pocos miles de israelitas ante el Becerro de Oro, a instancias de la muchedumbre de extranjeros que los seguían, siendo que hacía pocos días habían presenciado y experimentado en persona el poder de Dios y Su majestad?
¿Cómo comprender que en épocas del Primer Templo, cuando la Divina Presencia era percibida y confirmada, igualmente las personas adoraban falsos dioses?

La respuesta la brinda el pasaje con el que comenzamos nuestro encuentro.
El hombre no anhela los ídolos, no los valida, no les admite ni poder ni existencia. El hombre sabe de su nulidad, de su irrealidad, de su poder nulo. Pero… pero… el EGO no descansa e inventa una excusa “genial”: el deseo por lo prohibido.
No un deseo suave, sino el poderoso deseo que Dios inscribió en nosotros por encontrar nuestra completitud, por conectarnos a otro ser humano, el poderoso deseo sexual.
El EGO lleva a desear fuertemente el contacto sexual prohibido, condenado por Dios en sus mandamientos, tanto para gentiles como para judíos.

Se impone el deseo en el centro de la existencia de la persona, pero se interpone Dios con Sus mandamientos.
Entonces, ¿que excusa se inventa el hombre, a instancias del EGO?
Hagamos de cuenta que Dios no es el único, que hay otros dioses… solo juguemos con esa idea… no es que la creamos realmente, pero… ¿cómo sería un escenario por el estilo?
Habría
dioses compitiendo por la adoración de los fieles, que tendrían que ganarse a sus fans, que propondrían distintas ideas y normas.
Habría algún dios que gustara de los banquetes, otro de las parrandas, otro de las burlas, otro de los robos, otro de las matanzas, y… ¿por qué no?… dioses que aplaudieran el contacto sexual que el Dios Uno y Único rechaza.
No es que crea en eso, se dice la persona, pero es divertido pensar cómo viviríamos si esos dioses estuvieran todos juntos en un Olimpo, en un palacio celestial de dioses.
Y, continuaría argumentando con astucia propia del adorador del EGO, ¿cómo saber que en realidad Dios es el único?
¿Acaso otros pueblos no tienen otros dioses?
¿No son pueblos fuertes? Mira los egipcios, y los sumerios, y los babilonios, y lo persas, y… sí… son poderosos, cultos, mira sus artes, sus reinos, sus obras de ingeniera… ¿será que ellos están sin dioses?
¿Por qué no podría ser que esos dioses tengan un poquito de existencia? Sólo un poquito, nada de exagerar… pero… ¿cómo puedo comprobar que Dios es el único?
Sí, yo sé que Él existe, se lo demostró a mis abuelos en Egipto, eso es sin dudas verdad. Yo mismo veo Su poder saliendo desde detrás de las cortinas del Santuario… no soy uno de esos extravagantes habitantes del futuro que niegan a Dios… yo creo en Él… daría mi vida por Él… pero… ¿por qué no existen los otros dioses? ¿Acaso no es el mismo Dios el que dice que no los adoremos?… Si no fueran verdaderos, ¿por qué Dios rechazaría que los adorásemos?
Aquí hay algo… sí… es todo mi fantasía… pero sería estupendo… podría gozar de esto y aquello con esta y aquella… placer, sin violencia, sin maldad… ¿a quién voy a dañar? Será todo consentido, todos mayores de edad, todos adultos, nos cuidaremos, nos mimaremos… sí, yo sé Dios dijo que no… pero un poquito… ¡no va a dañar a nadie!

Así, más o menos, el hombre usó su fantasía para imaginar dioses, para conferirles rangos y poderes, para que esas invenciones le posibilitarán gozar de lo prohibido sin sentimientos de culpa.
Pero, como suele suceder cuando el hombre prueba de lo prohibido, termina habituándose y olvida que se estaba mintiendo y se pasa a creer sinceramente en la veracidad de sus mentiras.

Termina el hombre adorando a otros dioses, suponiendo en ellos realidad, temiendo sus represalias, armando un mundo irreal para proteger la inventada realidad.

El deseo por lo prohibido llevó al hombre al terreno oscuro y después solamente quedan mentiras, huidas, excusas, agresiones, negaciones, ignorancia, ofensas, para permanecer encerrado detrás de sus celditas mentales.

Así actúa el EGO: «Engañoso es el corazón, más que todas las cosas, y sin remedio. ¿Quién lo conocerá?» (Irmiá / Jeremías 17:9).

Como te he dicho más arriba, este camino retorcido de inventar dioses para terminar adorándolos sinceramente ocurre cuando la persona sabe de Dios y de la nulidad de los dioses.
Pero, cuando desde la más tierna infancia el EGO ha encontrado un espejo externo en dioses, cuando el EGO encarna en cualquier dios que no es Dios, entonces la persona no anda por sendas tan complejas, sino que directamente adora a su dios, que es una forma de adorar a su EGO.
Incluso, entre los más enfermizos, hacen de Dios un ídolo, todo en sintonía con su EGO.

Es hora de que analices tu realidad, especialmente a ti mismo, pero sin dejar de ver con ojo sanamente crítico a la gente que te rodea.
Contempla a los dioses que sirves, identifica si son ídolos o Dios.
Extirpa los dioses extraños de tu seno.
Ubica a tu EGO en su justo lugar, de mecanismo primitivo de defensa, muy útil en escasos momentos pero luego complemente abusivo y espantoso.

Goza de lo permitido en tanto te apartas de lo prohibido.

El consejo diario 369

No basta con haber despertado del letargo de la religión –del oscurantismo espiritual-.
No es suficiente con ser consciente de la propia identidad y el compromiso que conlleva.
Sino que es indispensable vivir a pleno esa conciencia.

Los judíos a través del judaísmo.
Los gentiles por medio del noajismo, es decir, los Siete Mandamientos Universales que Dios ha codificado para los hijos de las naciones.

El consejo diario 368

Dios te ha puesto en este mundo para que fusiones en tu existencia lo material con lo espiritual.
Para que lo material alcance su máximo esplendor,
así lo espiritual cumple su destino gozoso.

¿Qué estás haciendo para cumplir con tu misión sagrada en esta vida?

El consejo es: goza de lo permitido en tanto te apartas de lo prohibido, entonces estarás disfrutando de todo lo bueno que Dios ha preparado para ti.

El consejo diario 367

La religión es para los que huyen, para los que les remuerde el sentimiento de culpa, para los que desean pero no se animan.
La religión es EGO.
Es culparse por el pasado, angustiarse por el futuro y negarse a vivir el presente.

En cambio la espiritualidad es para los que aman la vida, desean gozar de la bendición, abrazan la justicia, comparten el bien.
La espiritualidad es conexión con Dios, con el prójimo, con el otro, con el cosmos…
La espiritualidad es vivir aquí y ahora, sin olvidar lo memorable, sin rechazar los proyectos posibles.

El consejo: sé menos religioso para que puedas ser más espiritual.

Espiritualidad verdadera

Hay un interesante libro titulado “Hagamos un Hombre”, escrito por el Rabino y Doctor Abraham Twerski.
Trata de su visión acerca de algunos factores de la autoestima enfocada desde la perspectiva de un rabino ortodoxo, de la corriente JaBaD, sazonada con sus conocimientos y experiencia clínica como psiquiatra.
Es una lectura agradable, amistosa, que puede proveer de algún esclarecimiento y orientación bastante saludable.

Quiero citarte un pequeño párrafo del mismo (página 67 de la edición en español):

“La espiritualidad consiste en el desarrollo del control sobre uno mismo para poder utilizar el cuerpo como un medio encaminado hacia un objetivo trascendente. No es sólo el intelecto del hombre lo que lo distingue de otras formas de vida, sino su espiritualidad, su capacidad para convertirse en dueño de su propia persona por medio de sus propios esfuerzos. De cumplir con este requisito, el hombre se convierte en el ser que Dios había pretendido.”

Sobre el concepto de espiritualidad hemos compartido en otras ocasiones (por ejemplo http://fulvida.com/varios/temas-frecuentes/espiritual), sería bueno repasar este texto, pues contiene buen pan para nutrir tu existencia.

Como hemos enseñado y puedes corroborar en la cita del rabino y doctor, la espiritualidad general no se encierra en una sala de estudio de Torá, no implica estudiar de manera continua y constante Torá, no se trata de vestir de manera curiosa, ni de hablar en palabras extranjeras, ni de apartarse del mundo, ni estar todo el tiempo citando versos bíblicos, ni consumir todo el material al que puedas acceder sobre religión y cabalá, ni afiliarte a una secta cabalistera, ni adorar a un líder carismático (rebe, rabino, doctor, líder, pastor, etc.), ni pretender bucear en recovecos místicos, ni oscurecer tu razonamiento, ni ponerte en cuclillas a meditar, ni…

Espiritual es VIVIR a pleno en este mundo, para que a través de tus acciones eleves cada rasgo material hacia algún objetivo trascendente, que te vincula con Dios.
Por ejemplo, el comer espiritual no significa prohibirse de ingerir lo que tienes permitido, o hacer complicados ritos antes de comer, o abundar en rezos y peticiones monacales. El comer espiritual implica consumir lo que te agrada –o quizás no tanto-, de aquello que te es lícito, que lo hayas agradecido, y que adquieras la sustancia y energía como para no enfermar y actuar luego para construir Shalom.
El sexo espiritual no es elaboradas poses, absurdas prohibiciones, sino disfrutar de los tiempos, lugares y encuentros con tu cónyuge, para que haya gozo, armonía, comunicación, vínculo profundo multidimensional en la pareja de esposos.
El estudio espiritual no se reduce a repetir de memoria pasajes de textos bíblicos, ni barbotar textos aramaicos que no penetran tu entendimiento, ni andar husmeando en aquellos temas que no te corresponden de acuerdo a la ley de Dios, sino que el estudio espiritual es aprender de todas las materias que existen, hasta la que crees “mundanales”, para no solamente estar informado, sino formarte para actuar como mejor constructor de Shalom. El estudiante de medicina, el de botánica, el de psicología, el de ingeniería, el de química, el de astronomía, el de matemáticas, el de jardinería, el de veterinaria, el de cocina, el de arte, el de música, el de cine, el de danza, el de… cada uno está haciendo su parte sagrada, en tanto no contradiga ninguno de los mandamientos que le corresponda y en alguna ocasión pueda usar su conocimiento para construir Shalom (o al menos, tenga esa sagrada intención).

Así pues, amigo y amiga, cuando tú cuidas tu salud al hacer ejercicio, al comer sano y medidamente, al comunicarte con tus personas significativas, al estudiar, al trabajar, al compartir, al… estás siendo plenamente espiritual, aunque no lo creas ni te parezca.
En el mundo está la espiritualidad, no fuera de él.

Por algo Dios te ha puesto en este mundo, no para que huyas de él, ni porque sea un castigo, sino para que fusiones en tu existencia lo material con lo espiritual.
Para que el espíritu sea carne, y la carne trascienda en el espíritu.
Que te hagas dueño de ti mismo, a través de cada una de tus acciones.
¿O no es tal cual lo que el rabino y doctor ha dictado en la cita?
En total concordancia con lo que el judaísmo viene pregonando y haciendo realidad desde hace milenios.

Espiritual es quien no se deja guiar como ciego, ni por lo que sus ojos codician ni por lo que sus pasiones desean.
No es siervo de su EGO ni del EGO de sus líderes, aunque estos sean rabinos o supuestos rabinos.

Puedes ser lo que Dios pretende que seas.
Puedes ser socio de Dios, o un escollo en la tarea de traer la redención al mundo.

De ti depende.
Puedes ser esclavo de tu EGO, tal como seguramente lo vienes siendo, y entonces elaborarás excusas para seguir por el mal camino que has absorbido en las religiones.
Buscarás maestros de “Torah y Kabbalah” aunque eres gentil y Dios no te lo permite.
Harás rituales y piruetas seudo espirituales.
Todo para seguir en tu rol de monigote a las órdenes de tu EGO.

O harás lo que Dios quiere que hagas.
Que seas espiritual, al construir Shalom con cada acto de tu vida, sin pretender lo que no eres.

¿A ti que te parece?