gonzaloNJ nos consulta:
More, considera usted de provecho las enseñanzas que se puedan recibir de los Rabinos Ortodoxos, abiertamente contrarios al sionismo y no favorables al estado de Israel?
Gonzalo Navarro, 38 años, funcionario, Madrid, España
#Noajidas/#
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More, considera usted de provecho las enseñanzas que se puedan recibir de los Rabinos Ortodoxos, abiertamente contrarios al sionismo y no favorables al estado de Israel?
Gonzalo Navarro, 38 años, funcionario, Madrid, España
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Hermanos, me reconozco ignorante y cautivo de la tradición errónea no deseo confrontarme con mis hermanos mayores en la fé, dónde puedo acudir para obtener la fuerza de la oración para la resolución de conflictos de pareja, vivo en el municipio de ixtapaluca estado de méxico, agradezco su discreción, les respeto y espero hallar la verdad con ustedes para llevar a mi familia también, gracias
datos en reserva ixtapaluca, mexico
Una persona puede acertar en el centro de una diana (blanco, objetivo, la imagen que acompaña este texto) de dos maneras.
La primera: puede dedicar años al entrenamiento en el deporte de la arquería y esforzarse para convertirse en un arquero campeón.
La segunda: toma un arco, dispara una flecha hacia cualquier lado, a continuación dibuja la diana en torno a la flecha clavada.
No es necesario mucho análisis para reconocer que la primera es la forma correcta y verdadera; en tanto que la segunda no es más que una mentira, bastante bien maquillada, pero que no deja de ser una mentira.
Muchas veces he oído de gente, más o menos sapiente e idónea, que mencionan tal o cual texto (sagrado o no), aquel pasaje de la Torá/Tanaj, ese o aquel rabino/erudito que argumenta esto o aquello, (etc.) para “demostrar” que lo que creen y hacen está bien."
Lo cierto es que muchísima gente vive su vida como mejor gana le da, y no tarda en encontrar pasajes de la Torá (o supuestos rabinos/maestros/etc.) que justifican la forma en que viven.
Si bien la ley espiritual indica con claridad que el estudio de la Torá, el guardar el Shabbat, el realizar determinados rituales, la profundización en verdadera Cabalá, las leyes de la pureza conyugal (entre otras leyes y reglas) son exclusivas para los judíos (y algunos solamente para un grupo pequeño de ellos),
igualmente no faltan los gentiles que se apropian de lo que no deben ni les corresponde,
y que nada bueno, en verdad, les reporta,
pero tienen aquel pasaje, aquel supuesto rabino, ese oscuro versículo interpretado a gusto del lector,
para “demostrar” que lo que hacen está bien.
Y se escudan en la “libertad de pensamiento”, en “mi opinión es tan valiosa como la de cualquier rabino”, en “está escrito en la Thorah”, en “el Dr. rabino xxx dijo que es tiempo de que todos podemos hacer esto o aquello”, etc..
Un auténtico buscador de la verdad, anhela la verdad por ella misma y no para complacer su EGO, o demostrarle su punto a nadie.
Una persona que tiene sed del Eterno lleva una vida de integridad en consecuencia.
Pero, cuando es el EGO el timonel, entonces uno primero decide qué quiere (si se trata de la esposa del vecino, el dinero de un vuelto, o un alimento prohibido, un ritual que no le corresponde, un estudio que le está vedado, etc.), y luego construye un imaginario edificio de argumentos alrededor de sus impulsos, deseos y apetitos corporales.
Clava la flecha en cualquier lado que le venga bien, para después dibujar la diana y “demostrar” que uno está en el centro, que es “acertado” lo que hace y que nadie tiene porqué objetarle su proceder.
En este mundo pueden engañar a multitudes, o a los de su grupito de cercanos, o a sí mismo con tantas vueltas y piruetas mentales.
Mucho se comen la papilla preparada por hábiles cocineros de perdición.
Otros son sus propios autores de ficciones muy bien inventadas.
Pero, no dejan de ser falsedades, aunque a ojos de quien quiera corromperse, o del que no tiene capacidad para discernir, se presenten como verdades “demostradas”.
¿O no está la flecha en el centro de la diana?
Pero, hay juicio, tarde o temprano llega.
Nadie se escapa.
A ese Juez nadie lo puede confundir, engañar, corromper o divertir con tontos malabares.
No hay nada más embarazoso en el otro mundo cuando el alma desnuda tiene que demostrar ante el Juez de jueces que ha vivido su vida de engaño en engaño, en ficciones de dianas pintadas en torno a sus actividades aberrantes o ilícitas.
Más vale ser sincero, entrenarse en el arte de la vida como un auténtico buscador de la Verdad, instruirse y habituarse con dedicación y atinar en el objetivo que corresponde.
Llevar una vida de honestidad, de juicio y bondad, de lealtad.
Aunque no se pueda dar esos gustitos que uno le pica el corazón y el deseo.
Pero, a fin de cuentas, ¿a quién pretendes engañar?
———–
Dedicado con cariño a todos aquellos que pasan su vida pintado blancos alrededor de sus malas decisiones, aunque muchas de ellas parezcan nobles y puras, llenas de “religiosidad”…
No hay mejor ejemplo que reconocer y corregir el propio error.
Enseñanza para comentar y pensar
Un estudiante se quejaba de que no podía concentrarse como para estudiar en profundidad los temas propuestos.
El continuo divagar de sus pensamientos no se lo permitían.
Al ver su cara preocupada, su maestro le consultó por el pesar que le aquejaba, a lo cual respondió el discípulo: «Maestro, los pensamientos y las imágenes mentales no me dejan estudiar; si consigo espantarlos por unos segundos, luego vuelven con más fuerza. No me dejan tiempo para meditar en los temas, llaman la atención, desgastan… no me dejan en paz… como un pájaro carpintero taladran mi cabeza y por más que me esfuerzo no consigo vencerlos…».
El maestro le enseñó que: ”Cuanto más peleas contra ellos, más te ganan”.
No obstante, llevar a la práctica este breve pero profundo consejo no le resultaba sencillo al estudiante, por lo cual seguía lamentándose de que los pensamientos no le dejaban en paz y que su mente estaba confusa.
Cada vez que intentaba concentrarse, millones de murmullos y clamores irrumpían en su cabeza.
Para empeorar las cosas, el alumno se sentía especialmente fracasado, como si fuera el primero y único en no tener la habilidad para clarificar su mente y aquietar su corazón.
Parecía no querer, o no poder, entender que su situación era muy frecuente, diríamos que lo común en las personas.
Pero esa angustia “personalizada”, era como una especie de victoria dentro de su derrota, por lo cual se mantenía angustiado, caótico, desconcentrado, amargado consigo mismo.
Ante esto, el sabio decidió cambiar de estrategia, le daría un ejercicio para entrenar su cuerpo y su mente.
El maestro le dijo: «Aferra este lápiz bien fuerte y no lo sueltes por ningún motivo. Mantén constante tu presión sobre el lápiz. No aflojes. Mientras así haces, siéntate y ponte a estudiar».
El discípulo obedeció. Su mente se dirigía a constatar la presión que ejercía sobre el lápiz, para retornar a la hoja que tenía frente a sí.
En cierto momento pensó: “No entiendo este ejercicio. Si mi maestro se pensaba que me iba a concentrar en el estudio por desviar mi atención hacia el lápiz, se equivocó. Estoy más pendiente de cómo aprieto mis músculos de la mano y no soltar el lápiz a comprender el texto que leo y releo y no me entra. Este ejercicio no lleva a nada…”.
Al cabo de un rato el maestro le ordenó:»¡Suelta ahora el lápiz!».
El alumno relajó sus músculos, por lo que el utensilio resbaló hacia la mesa.
Miró a su maestro con sorpresa, como esperando alguna explicación, o quizás aguardando a que el maestro le preguntara y él le revelara que en nada le había ayudado para concentrarse y aprender del texto.
Pero el maestro se limitó a preguntar: «Dime, por favor, quién aprisionaba a quién, ¿tú al lápiz o el lápiz a ti?
Preguntas para reflexionar
A Dios no le cambia ni un poquito si usted Le ama o no,
pero cambia mucho si uno hace algo por el prójimo o no.
Amar a Dios es muy bueno,
porque quien Lo ama en verdad, crece en todos los aspectos.
Para amarLo verdaderamente es fundamental dedicarse a amar al prójimo desinteresadamente.
No bastan rezos, recitación de salmos, bailoteos místicos, parla metafísica, rituales y hebraísmos,
no bastan,
si se es indiferente a las necesidades del prójimo que podemos ayudar a resolver.
De poco sirve enfocar el corazón en Dios
mientras se es indiferente a las necesidades de su prójimo.
El conocido Rebbe de Lubavitch, R. Menajem Mendel Scnheerson ztzl”l, es famoso por muchos aspectos positivos, entre los cuales podemos señalar el de difundir con activa intensidad la existencia, validez y esencialidad del código noájico para los gentiles.
De sus sabias palabras extraemos el siguiente mensaje referido a Januca y los gentiles:
“Hay otro aspecto de fundamental importancia en relación al encendido público de las luces de la Menorá (de Januca, por parte de judíos), que es influencias positivamente a las personas no judías.
El encendido de la Menorá “en la entrada del hogar, o fuera de casa” [1] afecta a todos los que están fuera, incluso a las personas no judías…
Es por eso que, habiendo la oportunidad para el encendido de la Menorá , debiera hacerse en el más público y central lugar, que se usarían de esa forma para inspirar a las personas no judías a que observen el Código Noájida.
Hay que destacar que ellos deben cumplir con estos mandamientos “porque Dios los ha mandado en la Torá” [2].
Así se suprime la rebelión en contra de Dios, que es el tema de las luces de Januca”.[1] Shabbat 21b. [2] Mishne Tora, Leyes de Reyes 8:11.
Hisva’aduyos 5747, Vol. 2, p. 133.
Queda claro que no se apela a "judaizar" a los gentiles, ni a que se confundan acerca de cual es el sendero de santidad que deben transitar.
No es la propuesta disfrazar de judaico el espíritu gentil, sino motivarlo a encontrar su verdadera identidad, su propio legado sagrado, para que de esa manera se aparten las personas del error, de la rebelión, de las religiones, de las ideologías corruptas que deterioran el alma del individuo y de la sociedad.
Cada uno de nosotros adquirimos por derecho un patrimonio espiritual, los judíos el judaísmo con sus particularidades, y los gentiles el noajismo con sus modos y esencias.
Travestir esto, es actuar en contra de la Divina Voluntad.
Así pues, la festividad JUDÍA de Januca tiene un mensaje positivo para las naciones, que es que hallen la senda a su propia virtud, a su espiritualidad, al noajismo; no por disfrazarse como judíos, no por usurpar lo que es patrimonio de Israel, pero sí aprovechando la luz que orienta que proviene del faro que guía a las naciones.
Feliz fiesta de las luces.
El espíritu de cada persona es “luz”.
Los pecados (las acciones que desvían del camino de los mandamientos) van poniendo manchas de oscuridad encima de la “luz”.
A más pecados, menor “luz” que resplandece en la vida de la persona.
La “luz” sigue allí, pero no alumbra, parece que como si no existe.
Pero, la “luz” está ahí, intocada, intocable.
Es posible revertir la oscuridad, descorrer el velo que cubre la “luz”.
Por medio de la “teshuvá”, el sincero y completo proceso de regreso al correcto camino de los mandamientos.
Es el camino, la verdad, la vida: TESHUVÁ.
Sin necesidad de milagros, ni de actos mágicos, ni de fe, ni de redentores, ni de sangre derramada, ni de sacrificios, ni de una vida de miseria, ni de remordimientos, ni de culpas constantes… el camino, la verdad, la vida: TESHUVÁ.
Es el método sagrado que Dios ha dispuesto para Sus hijos, la senda del retorno al camino de los mandamientos.
No está lejos de ti, no hay pecado no oscuridad que impida que limpies tu alma, para que dejes el vicio que te tiene esclavizado.
Está dentro de ti, tú eres el amo de tu “luz”, y de la oscuridad que obstaculiza que te alumbre y de bendición.
¡Hagamos limpieza del alma, dejemos que nuestra “luz” brille!
Encendamos cada día una nueva llama, para sumar “luz” a la “luz”.
Despréndete de las cáscaras que rodean y aprisionan tu “luz”.
Permite a tu alma alumbrar.
Añade una buena y justa acción cada día.
Sube en actitud positiva.
Agrega claridad a tu mente y mesura a tus sentimientos.
Permite a la luz abrirse paso hasta tu conciencia.
Suma los diferentes colores del arcoíris a tus actos.
Apaga el egoísmo y dale vida a tu vida.
Israel Salomón tenía frío, pero su mente no estaba concentrada en el crudo invierno del Valle de Forge, ni siquiera en la batalla en que habría de luchar al día siguiente. Todo su ser estaba enfocado en encender las velas de Janucá sin llamar la atención de nadie.
«Es posible que éste sea mi último Janucá» pensó mientras encendía las velas. En ese instante sólo pudo murmurar: «Gracias Dios, ¡Gracias por todo!» mientras recitaba las bendiciones bajo el claro y silencioso cielo de Pennsylvania.
De pronto, algo lo trajo a la realidad. Había una persona parada a su lado.
«¿Qué es esto? ¿Qué estás haciendo? ¿Eres un espía?» Quien le gritaba no era sino el Comandante General del Ejército Revolucionario, el General George Washington.
«No, no general», murmuró. «¡Dios no lo permita! Soy un judío observante. Creo en Dios y éste es uno de nuestros preceptos. No soy un espía mi general.»
«¿Qué tipo de precepto es ese?» preguntó el general.
«Hace aproximadamente 2000 años, nosotros, los judíos, luchamos una guerra muy parecida a ésta» dijo Salomón, sintiéndose inspirado. El general lo miraba profundamente a los ojos.
El soldado judío se irguió y le devolvió la mirada. «General, los judíos ganaron esa guerra por que luchaban por la verdad. Luchaban por la libertad. Eran menos en número, muchos menos que nosotros ahora, en una proporción de 1 a 100, pero ganaron porque creían en Dios y Él los ayudó»
«¡Mañana triunfará también usted, señor General!», agregó,
¡Dios nos ayudará de la misma forma en que los ayudó en ese momento!»
El General estaba en silencio, lo miraba y examinaba al soldado incrédulamente. Luego de un instante dijo: «Tú eres judío. ¡Eres de la nación de los profetas! ¡Tomaré tus palabras como si hubieran sido pronunciadas por Dios mismo!». El General estrechó la mano de Salomón, lo saludó cálidamente y continuó con su recorrido.
Lo que sucedió al día siguiente, es historia. Las fuerzas del General Washington vencieron a las fuerzas británicas, lo que resultó ser el comienzo de la victoria y finalmente la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica.
Lo que no es tan conocido es que Israel Salomón sobrevivió a la guerra y retornó a su hogar en Boston. Una noche de Janucá, aproximadamente dos años después de la batalla del Valle de Forge, Salomón se encontraba cenando junto a su familia mientras las velas de Janucá estaban encendidas, cuando escuchó un golpe en la puerta. Se levantó, la abrió y se quedó petrificado al ver que allí estaba un grupo de diez oficiales del ejército junto al primer presidente de los Estados Unidos, el General George Washington.
Los hizo pasar y el presidente le dijo: «estamos aquí para traerte un presente». Uno de los oficiales dio un paso el frente y sacó de su bolsillo un pequeño estuche de terciopelo. El señor Salomón no salía de su sorpresa.
Tomó lentamente la cajita, la abrió y encontró allí una medalla de oro. Al tenerla en sus manos vio que grabada sobre ella estaba la imagen del candelabro de Janucá junto a las palabras, «Con admiración George Washington»
«Señor Salomón, usted no sabe lo que hizo en el Valle de Forge» dijo el presidente, «Yo no podía dormir esa noche pues creía que no teníamos posibilidades de ganar la batalla. Carecíamos de municiones suficientes, teníamos un reducido número de soldados y la comida era insuficiente. Cuando vi a los muchachos durmiendo a la intemperie con el frío intenso azotándolos, pensé en rendirme. Pero sus luminarias y su mensaje inspirador me ayudaron a ver todo distinto. Señor Salomón, gracias a usted y a sus velas, estamos hoy parados aquí como hombres libres».
De acuerdo a la historia, la medalla que le fue entregada a Israel Salomón aún existe como testimonio del mensaje esperanzador de Janucá.
Israel Salomón tenía frío, pero su mente no estaba concentrada en el crudo invierno del Valle de Forge, ni siquiera en la batalla en que habría de luchar al día siguiente. Todo su ser estaba enfocado en encender las velas de Janucá sin llamar la atención de nadie.
«Es posible que éste sea mi último Janucá» pensó mientras encendía las velas. En ese instante sólo pudo murmurar: «Gracias Dios, ¡Gracias por todo!» mientras recitaba las bendiciones bajo el claro y silencioso cielo de Pennsylvania.
De pronto, algo lo trajo a la realidad. Había una persona parada a su lado.
«¿Qué es esto? ¿Qué estás haciendo? ¿Eres un espía?» Quien le gritaba no era sino el Comandante General del Ejército Revolucionario, el General George Washington.
«No, no general», murmuró. «¡Dios no lo permita! Soy un judío observante. Creo en Dios y éste es uno de nuestros preceptos. No soy un espía mi general.»
«¿Qué tipo de precepto es ese?» preguntó el general.
«Hace aproximadamente 2000 años, nosotros, los judíos, luchamos una guerra muy parecida a ésta» dijo Salomón, sintiéndose inspirado. El general lo miraba profundamente a los ojos.
El soldado judío se irguió y le devolvió la mirada. «General, los judíos ganaron esa guerra por que luchaban por la verdad. Luchaban por la libertad. Eran menos en número, muchos menos que nosotros ahora, en una proporción de 1 a 100, pero ganaron porque creían en Dios y Él los ayudó»
«¡Mañana triunfará también usted, señor General!», agregó,
¡Dios nos ayudará de la misma forma en que los ayudó en ese momento!»
El General estaba en silencio, lo miraba y examinaba al soldado incrédulamente. Luego de un instante dijo: «Tú eres judío. ¡Eres de la nación de los profetas! ¡Tomaré tus palabras como si hubieran sido pronunciadas por Dios mismo!». El General estrechó la mano de Salomón, lo saludó cálidamente y continuó con su recorrido.
Lo que sucedió al día siguiente, es historia. Las fuerzas del General Washington vencieron a las fuerzas británicas, lo que resultó ser el comienzo de la victoria y finalmente la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica.
Lo que no es tan conocido es que Israel Salomón sobrevivió a la guerra y retornó a su hogar en Boston. Una noche de Janucá, aproximadamente dos años después de la batalla del Valle de Forge, Salomón se encontraba cenando junto a su familia mientras las velas de Janucá estaban encendidas, cuando escuchó un golpe en la puerta. Se levantó, la abrió y se quedó petrificado al ver que allí estaba un grupo de diez oficiales del ejército junto al primer presidente de los Estados Unidos, el General George Washington.
Los hizo pasar y el presidente le dijo: «estamos aquí para traerte un presente». Uno de los oficiales dio un paso el frente y sacó de su bolsillo un pequeño estuche de terciopelo. El señor Salomón no salía de su sorpresa.
Tomó lentamente la cajita, la abrió y encontró allí una medalla de oro. Al tenerla en sus manos vio que grabada sobre ella estaba la imagen del candelabro de Janucá junto a las palabras, «Con admiración George Washington»
«Señor Salomón, usted no sabe lo que hizo en el Valle de Forge» dijo el presidente, «Yo no podía dormir esa noche pues creía que no teníamos posibilidades de ganar la batalla. Carecíamos de municiones suficientes, teníamos un reducido número de soldados y la comida era insuficiente. Cuando vi a los muchachos durmiendo a la intemperie con el frío intenso azotándolos, pensé en rendirme. Pero sus luminarias y su mensaje inspirador me ayudaron a ver todo distinto. Señor Salomón, gracias a usted y a sus velas, estamos hoy parados aquí como hombres libres».
De acuerdo a la historia, la medalla que le fue entregada a Israel Salomón aún existe como testimonio del mensaje esperanzador de Janucá.
Preguntas para reflexionar
1. ¿De qué forma demuestras tu agradecimiento?
2. ¿Sabes inspirar confianza y dar ánimo a personas que se encuentran atravesando situaciones difíciles?
3. ¿Dejas todo en manos de Dios o te asocias a Él en la consecución de tus metas?
4. ¿Cuál es la enseñanza noájica que se puede adquirir al conocer la existencia, origen y sentido de la festividad judía de Januca?
Textos seleccionados de:
1. «Un principio sin final«, del Rabino Aarón Ribco
2. “Aromas del Paraíso”, del Moré Yehuda Ribco
Imágenes sin copyright tomadas de diversas fuentes.