Los que han vivido bajo la opresión de la idolatría de Jesús, han sido inyectados con un mortal veneno espiritual.
Uno de sus elementos tóxicos es la idea (totalmente falsa) de que las manchas y pecados se borran solamente teniendo fe en ese pobre personaje, que la sanidad espiritual se alcanza merced a la sangre derramada de un sacrificio en el madero de la cruz.Pero, como podrás comprobar a continuación, esto es totalmente falso. Es una declaración aberrante. Es una gran mentira, que insulta por completo el intelecto, y lo que es mucho peor, se enfrenta con feo rostro de rebelión a nuestro amado Padre celestial.
Pues, nuestro amoroso Padre celestial ha señalado con ternura un camino absolutamente claro y diferente para obtener Su gracia, la limpieza de nuestro espíritu. Seguir leyendo Para quitar tus manchas y pecados
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Bereshit y Big Bang
En el inicio del siglo 20 tuvimos un gran cambio en nuestra percepción del universo gracias a la revolución científica provocada por Plank, Eintein y otros visionarios que tuvieron el valor de contradecir esas teorías deterministas que existían con anterioridad, y que le daban una posición de dios al hombre frente al universo existente, facultándolo para predecir cualquier hecho futuro si disponía de los suficientes datos.
Hasta un siglo atrás y menos, los científicos en su mayoría creían en un universo eterno que no tenia o precisaba de un principio, teoría que en la actualidad, resulta bastante irracional para cualquiera que sepa solo un poco de termodinámica o que posea una capacidad de racionamiento básica, y esto por una razón muy sencilla, ya que de ser el universo algo eterno, es decir si las estrellas hubieran estado brillando por un tiempo infinito, todo el universo ya se habría calentado a su temperatura, y teniendo todo este la misma temperatura en cada uno de sus confines, claramente no permitiría la existencia de vida. La mejor prueba de que el universo no es eterno, es el cielo oscuro de la noche, puesto que un universo eterno habría iluminado cada uno de sus rincones permitiéndonos ver una estrella en cualquier dirección en que miremos, en resumen, todo el universo sería tan brillante como el sol. Por otro lado tenemos la teoría de una línea eterna de universos finitos, lo que también conlleva dilemas o paradojas no explicables, porque postula que cada universo es la causa del siguiente, lo que indefectiblemente lleva a pensar en la falta de una causa primera. Hay un principio de razonamiento lógico llamado La navaja de Occam que dice que “en igualdad de condiciones la respuesta más sencilla es probablemente la correcta”. El postulado es Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem, o «No ha de presumirse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias», aunque en ciencias, muchas veces no se aplica este concepto.
El gran sabio Maimónides escribe en su Guía de Descarriados ”el tiempo es un accidente del movimiento, que a su vez es un accidente de la cosa que se mueve; además, no es una propiedad fija, antes bien su condición esencial es no permanecer en el mismo estado en dos momentos consecutivos“ Maimónides igual que Einstein, relaciona el tiempo con la materia, lo que soluciona el eterno dilema del principio, ya que el tiempo solo existe al existir el universo, y esto es algo que los científicos no dudan en la actualidad.
En los años veinte gracias a Edwin Hubble nace la «ley de recesión de galaxias», la que demuestra la expansión del universo midiendo el desplazamiento al rojo de galaxias distantes, y que da origen a la teoría del Big Bang, termino acuñado por Fred Hoyle mofándose de dicha teoría, ya que el era uno de sus detractores.
No fue hasta 1965, que tuvo una aceptación general la teoria del Big Bang, cuando Arno Penzias y Robert Wilson descubrieron el eco de la gran explosión mientras calibraban un detector supersensitivo de microondas en los laboratorios Bell de Nueva Jersey. No importaba donde apuntaran, el instrumento siempre marcaba un sonido – regular, con tres grados Kelvin, (estaban oyendo el Bereshit), por ello ganaron el Premio Nobel.
Como dice David HaMelej “Los cielos declaran la gloria de Dios, y la obra de Sus manos proclama el firmamento” .
Jaime Ovando Maturana
Viña del Mar, Chile