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La historia gemela de Jeroboam – Segunda parte

Por Lic.
Alfredo Zambrano G.


Una historia que se vuelve a repetir:


La historia de Jeroboam, sus infidelidades, su caída
y destrucción, es la triste y nefasta realidad que ha sacudido y
está sacudiendo hoy los mismos cimientos de la creación y de la
humanidad, pues representa de manera contundente la verdadera cara
del Cristianismo y sus orígenes. Amigos míos, la historia del
Cristianismo, y la de sus hijas (Protestantismo, Mesianismo,
Netzaritas, etc.), no es otra cosa que la misma historia de Jeroboam
y su reino, pero con otros nombres y en otras fechas.

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La historia gemela de Jeroboam – Primera parte

Por Alfredo Zambrano G.


Le invitamos a
que lea con paciencia, con dedicación y mucho esmero este
texto que ha sido cuidadosamente elaborado para su
instrucción y desarrollo en la vida noájida.



“Yo, pues, te tomaré a ti, y reinarás sobre todo lo que
deseare tu alma, porque serás rey sobre Israel. Y sucederá
que si obedecieres todo cuanto te mandare, y anduvieres en
Mis caminos, e hicieres lo recto a Mis ojos, guardando Mis
estatutos y Mis mandamientos, como lo hizo David, Mi siervo,
entonces Yo estaré contigo, y edificaré para ti casa segura,
como la edifiqué para David; y a Israel te la daré a ti”.


(1 Reyes 11: 37-38)

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Resp. 6 – ¿Amar a Dios?

Shalom! el mandamiento de amaras al senor tu Dios con todo tu corazon con todas tus fuerzas con toda tu alma ect , es tambien para los bene noaj o noajidas?? espero que no se interprete mi pregunta como capsiosa mi intencion es encontrar verdades claras para no meternos en camiseta de once varas como tantas personas de problemas enormes. gracias de antemano por su amable respuesta.
Jesse Baquera

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Ocurre en el Oriente

*Julio Mar�a Sanguinetti
Ex Presidente de la Rep�blica O. del Uruguay*

 La simplificaci�n vulgar presume que la guerra que hoy afecta a Israel
y El L�bano es algo nuevo. En el propio mundo �rabe se est� hablando hoy de la
6�. Guerra.

La verdad hist�rica nos dice que ella empez� el mismo d�a del
nacimiento del Estado israel�, en 1948, y no ha cesado a�n, con la
alternancia de per�odos de fuego y sangre con otros de diplomacia armada.
No ha habido un d�a de sosiego, desde aquel lejano tiempo en que, bajo el
influjo emocional del Holocausto perpetrado por los nazis contra el pueblo jud�o,
la organizaci�n internacional se decidi� a reconocerle un hogar que
le diera asiento, en el que pudiera reencontrarse con sus tradiciones ancestrales
y construir su nuevo tiempo.

Esa idea que gan� espacio en el mundo civilizado, necesit�, desde
el primer d�a, de la voluntad de lucha del pueblo israel�. Fueron entonces los
gobiernos �rabes los que no aceptaron ni siquiera la creaci�n del otro Estado,
el palestino, y desataron una guerra dirigida a impedir que aquel
balbuceante Estado jud�o se consolidara. Esa guerra, esa misma guerra, es la que
hoy contin�a, con un conjunto de Estados u organizaciones isl�micas
que propugnan su desaparici�n, bajo la misma horrenda consigna repetida por tantos
labios y que en los �ltimos meses ha reflotado el Presidente del
Ir�n en su versi�n original: "Borraremos a Israel de la faz de la tierra".

Nadie de buena fe puede ignorar que este es el hecho central del conflicto,
aunque los escenarios hayan ido cambiando. Todo lo que transcurre
alrededor es accesorio a esta circunstancia nuclear: en el mundo �rabe
siguen existiendo grupos isl�micos, que son gobierno en algunos Estados como Ir�n
y Siria, cuya pol�tica es la destrucci�n de Israel y el exterminio del pueblo jud�o.

A partir de esa definici�n, que parece ignorarse, no hay duda de que
el escenario ha ido modific�ndose y presenta hoy caracteres propios.
Israel ya no es el mismo d�bil Estado de 1948. Pero tampoco es la vigorosa naci�n
militarizada de "La guerra de los 6 d�as" de 1967 o de la de Yom
Kippur en 1973. Su �xito ha sido darle bienestar y cultura a su gente. Como consecuencia,
cada vida duele m�s y la movilizaci�n de sus j�venes es un
sacrificio que crece d�a a d�a. Frente a unos enemigos que siguen pobres pese a la riqueza
petrolera de sus Estados y sus �lites, y que – en esa pobreza y la ignorancia que ella
provoca- son f�cil presa para un extremismo violento e ilimitado.

Los Estados �rabes tampoco ya son lo mismo. Egipto, Jordania,
la Arabia Saudita, han crecido, se han desarrollado y han pactado -expresa o t�citamente-
la paz con Israel hace muchos a�os. Y cuesta imaginar que retornen a la guerra. Pero est�n
amenazados desde adentro por esas corrientes fundamentalistas que resquebrajan su unidad
nacional y aspiran a conquistar el poder, por las buenas o m�s bien por las malas, en una
regi�n donde no hay sistemas democr�ticos. Frente a ellos los Estados fundamentalistas, Ir�n,
Siria, inmensamente ricos por su petr�leo, arman una nueva guerrilla, el Hezbollah, que no
representa una reivindicaci�n territorial, o un pueblo en busca de destino. El enfrentamiento
de hoy es con esa organizaci�n, cuyo �nico objetivo es, lisa y llanamente,
la destrucci�n de Israel.

Los palestinos, a su vez, tambi�n han cambiado. Tienen ya su propio Estado,
reconocido por Israel, e intentan una d�bil experiencia democr�tica, con
un gobierno de quienes integraron una organizaci�n terrorista y hoy tratan de reconvertirse.
Israel unilateralmente les ha devuelto la franja de Gaza, pero ellos no han podido controlar
a lo que, desde all�, al d�a siguiente de recibir graciosamente
ese territorio, han vuelto a disparar cohetes contra la poblaci�n jud�a de la zona. Todo ese
pueblo palestino, que quiere la paz, porque incluso vive del trabajo que Israel le ofrece,
es pe�n de estrategias que le son ajenas: le usan de bandera quienes quieren la guerra, le
tironean hacia un lado y hacia el otro las facciones religiosas que dividen el mundo isl�mico
y son idealizados por los occidentales que por una raz�n u otra asumen un pacifismo c�mplice
con el terrorismo, mientras sus presuntos protectores -enriquecidos- no les brindan el amparo
que f�cilmente podr�an regalarles. Esos palestinos saben que tendr�n que entenderse con los
jud�os y los israel�es y saben tambi�n que tendr�n que convivir con ellos, por los siglos
de los siglos.

Europa, rica, bien comida y bien vivida, da volteretas en nombre de intereses
variados. Le teme a sus minor�as isl�micas y en consecuencia, no est� dispuesta a decir
una palabra a favor de Israel. Tampoco arriesgar�a un soldado propio porque su impotencia militar
ya es definitiva luego de que en Kosovo, en su propio suelo, hubo de acudir a los norteamericanos
para que salvaran – paradoja- a una minor�a isl�mica amenazada de extinci�n.
Simplemente juega un rol pol�tico que maneja publicitariamente, pensando ego�stamente en sus electores
internos, sus intereses econ�micos en la regi�n y la tranquilidad de sus barrios de inmigrantes.
Hace pie en los errores norteamericanos, algunos monumentales como esa guerra sin fin ni
destino del Irak, e intenta salvar su rostro ante unos y otros sin arriesgar nada.

El otro gran actor, este s� que fundamental, es el extremismo. El islamismo radical
jihadista viene creciendo hace a�os, el mundo chiita va imponiendo su visi�n primitiva del mundo
y ha logrado golpear no solo a Israel sino al coraz�n de Occidente. Los atentados contra Nueva York y
Madrid le han dado conciencia de su poder. Ahora tiene de reh�n al pobre L�bano, una vez m�s v�ctima de
conflictos que le son ajenos. Los oportunistas temerosos de Occidente prefieren refugiarse en la teor�a
de que esas bombas se las debemos a Bush y a Aznar, desconociendo que ellas estallar�n contra todo aquel
que no se resigne a que triunfe su visi�n teol�gica intolerante, racista, esclavista de la mujer y enemiga
de las libertades individuales.

La guerra es siempre un exceso y los muertos nos duelen a todos. Podemos discutir la an�cdota puntual,
quien tir� primero o quien tir� despu�s, quien da�� m�s o menos civiles (que siempre caen en la
atrocidad b�lica). Pero no nos equivoquemos: m�s all� de las v�ctimas, en ese escenario del Cercano Oriente,
vuelven a enfrentarse los valores autoritarios de la religiosidad fan�tica contra los principios de quienes
creemos en la libertad pol�tica, en el Estado de Derecho, en la vida democr�tica, en la plenitud de
los esp�ritus que solo la sociedad abierta ofrece.

No sabí­a

El trabajo, el transito, el periodico, la tele, tengo que ir a la radio, no va a salir el programa, no me queda tiempo para comer bien, no voy a volver a casa hoy, me quedo para terminar algunas cosas, tengo que visitar a este cliente, es muy importante, se me acaba el dinero de la semana, me toca la pastillita para el estomago, hacer cita con el medico, acompañar a mi mama al mercado, estar pendiente de lo que ocurre, oïr la cadena, no hay remedio, subirme al colectivo lleno de gente, ansiar un medio de transporte mas eficaz, cederle el puesto a la anciana que entro en el bus, levantarme con la luz del alba, mirar el crepusculo, que no dura mucho en el Ecuador, llamar por telefono a mi familia, celebrarle el primer añito a mi primo-sobrino, recibir a la familia en casa, porque vienen de lejos, visitar a mi familia de oriente, conectarme a hablar con mis amigos, saber que pasa en el mundo, hacer mi plegaria diaria, leer un buen libro, prestar un buen libro, asistir a tal o cual conferencia, asistir a tal o cual exposicion de arte, irme de paseo al interior del estado y conocer gente nueva, ir al recital de tal o cual cantante, escuchar un cd con buena musica, ver una peli, hablar con mi abuela, hablar con papa, salir al parque, buscar entre las jovenes a una probable novia, hablar con la muchacha que se sento a mi lado en el autobus, saludar a toda la gente en la oficina, hablar sobre el sentido de la vida con los amigos, celebrar una fiesta con los amigos, salir de noche de un sitio y pagar un taxi hasta la casa, acompañar a un amigo a declararsele a una muchacha, darle animos, jugar futbol con los chamitos de la cuadra, excursionar un parque nacional, meterse entre los sembradïos de caña aledaños a la ciudad, viajar a otro estado, conocer gente nueva, contar un chiste, escuchar un chiste, escribir un cuento, cantar con karaoke, pasarla bien en un mall, ¡que dificil!, jugar un juego en PC, hacerle un juego a tus primitos para que se queden tranquilos, hablar con tus tïos, ir a comprar algo en la bodega, pagar la luz de la casa, con la plata de tus padres, barrer tu cuarto, lavar los baños, barrer las hojas del patio, recortar las rosas, oler a la entrada de tu puerta el aroma de los jazmines, bañarte, lavarte las manos cada dos horas, mirar como cae un aguacero, aguantar el calor del tropico, mirar el arcoiris y pensar, y bendecir, y pensar, ¿en que pensar?, de donde venimos y hacia donde vamos, para que vamos, cual es la guïa, recurrir a la Torah, aprender de un maestro, recomendar a ese maestro, agredecer a ese maestro…

No sabïa que el ser humano puede hacer tantas cosas, puede ser tan versatil, puede dar y recibir tanto, puede generar tanto a su alrededor y percibir menos de lo que ha generado, ¿cuanta capacidad hay en un PC?, ¿cuanta capacidad tiene el ordenador mas potente del mundo?, no mas que nosotros, no mas que el ser humano, Bendito sea el Creador que nos ha hecho con Su inmensa sabidurïa, Bendito El que nos hizo perfectos en nuestra imperfeccion.