Todas las entradas de: Yehuda Ribco

Engañoso EGO

Nuevamente te brindo un sano mensaje noájico a partir de la enseñanza que brinda la lectura semanal pública que se hace en el seno del pueblo judío. En esta oportunidad la sección se denomina “Koraj”.

Compartamos juntos.

Seleccionamos de la parashá

1. El EGO está detrás de todas las rebeldías.

2. No es bueno asociarse para hacer el mal.

3. Apartarse del mal y hacer el bien.

4. Preservar el honor de las cosas santas.

5. Un pueblo sano es un pueblo generoso.

6. Respetar los roles y funciones de cada uno.

7. Toda acción tiene consecuencia.

8. Reconocer –agradecer- es un gran paso en el camino del bien y la justicia.

Dice la parashá:

«Ellos se juntaron contra Moshé [Moisés] y contra Aarón, y les dijeron: -¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y el Eterno está en medio de ellos. ¿Por qué, pues, os enaltecéis vosotros sobre la asamblea del Eterno?» (Bemidbar / Números 16:3)

Pero la Torá testifica acerca de la humildad de Moshé, el más humilde de los seres que pisó la tierra:

«Y el hombre Moshé [Moisés] era muy humilde, más que cualquiera de los hombres sobre la faz de la tierra.» (Bemidbar / Números 12:3)

Entonces, ¡qué absurdo es el reclamo de Koraj y su banda cuando acusan a Moshé de ser vanidoso y ambicioso perseguidor de fama y renombre!

¡Cuánta distorsión en las percepciones provoca el enojo y el desánimo!

Y es precisamente acerca de esto que nos quiere instruir la Torá: cuando nos enrolamos en una disputa cuya finalidad es el ego, necesariamente nos sentiremos enojados y carentes de un «algo» que creemos esencial, y en ese estado perturbado, nuestros sentidos se embotan, especialmente el menos usado de los sentidos: el sentido común.

Y así, con el ego gobernando a tontas y locas nuestras vidas, andamos a ciegas y con el fracaso como única recompensa.

 

Relato: El pobre rico

Aquel hombre había encontrado la guarida secreta de algunos antiguos ladrones, o quizás habían sido piratas… ¿o era de algún rico desconfiado?
¡Qué importa!
Lo sustancial es que el antro estaba repleto de monedas de oro, variadas joyas, objetos codiciables y otras cosas que no sabía nombrar pero que parecían sumamente valiosas.

No podía creer en su suerte. Jamás había visto tantos reflejos dorados. Ni en sus más atrevidos sueños se había atrevido a fantasear con semejante riqueza.

Para mejor, todo tenía aspecto de viejo, como detenido en el tiempo siglos atrás. ¡Nadie reclamaría este tesoro!

Se abrazó a un cofre, acarició algunas relucientes monedas y luego las lanzó al aire para sentir el golpeteo de la lluvia millonaria.

No cabía en sí de tanto gozo.
– “¡Soy rico!” -gritó feliz, mientras daba saltos y se acariciaba con su recién descubierta fortuna que podría hacerlo dichoso por el resto de su existencia…

– “Pero, un momento” -pensó- “¡algo anda mal! De seguro mis envidiosos vecinos me acusarán ante las autoridades sospechándome un ladrón. ¡No quiero problemas!
O… seguramente verdaderos ladrones se enterarán de mi riqueza y me buscarán para lastimarme y robarme… ¿Qué hago ahora?”.

Por lo que decidió ir a refugiarse a una cueva perdida, en medio de una espesa jungla, pues, sabía que nadie lo encontraría allí, ya que ninguna persona acostumbraba pasar por esos lugares…

Y así vivió prisionero de su tesoro unos años, rodeado de soledad y temor, abrazado a sus inútiles y muy refulgentes objetos de los que se creía su dueño…

Preguntas para repasar y reflexionar

1. ¿Cuál fue el error más grande del personaje del cuento?

2. ¿Qué le hubieras recomendado hacer al personaje del cuento?

3. ¿Quién era dueño de quién?

4. ¿Cómo relacionas este relato con el contenido de la parashá?

5. ¿Te parece que esta enseñanza tiene alguna relevancia para la vida cotidiana?

6. ¿Conoces algún otro relato o anécdota que tenga similar contenido?

La lección de Koraj

Hay un personaje en la Torá llamado Koraj, Coré en español.
Era un personaje judío, pero cuestiones de su vida sirven como moraleja para los noájidas.
Un modelo para conocer y NO seguir.

Nos cuenta la Tradición que Koraj era un hombre que poseía innumerables fortunas; mucho poder; gran astucia; renombre; familia; amistades; en resumen, Koraj podía considerarse el hombre más satisfecho y feliz sobre la tierra.
Pero, no lo era.
Estaba insatisfecho, y por eso, era infeliz.
Le faltaba una cosa, una pequeña cosa: humildad.
La humildad es reconocer con justicia el valor de cada persona, de cada cosa, de cada cualidad.
Humildad es esforzarse por convertir en realidad lo potencialmente positivo.
Humildad es tener confianza en que lo mejor es aliado de lo bueno.
Humildad es tener conciencia de que el fracaso justo no es humillación, ni el éxito es motivo para enorgullecerse y despreciar a otros.
Le faltaba humildad a Koraj.
Y cuando la humildad no está, entonces se vive insatisfecho.
La fortuna económica parece miseria.
La salud se vive como enfermedad.
Las amistades en lugar de apoyar, incitan a equivocarse.
La felicidad no se aprovecha.
Así que, pobre Koraj, teniendo todo y con la sensación de carecer de todo…

Y Koraj expresó su falta de humildad rebelándose contra Moshé y Aarón.
Él y sus malandrines acompañantes pretendían convertirse en los líderes de Israel, es decir, no aceptaban el liderazgo que el Eterno había dispuesto para Su pueblo.
Entre gritos y piquetes de los revoltosos, Dios pone en evidencia Su deseo, demostrando públicamente que el mando político debía permanecer en manos de Moshé, y el sacerdocio para oficio de Aarón y sus descendientes.
Fue Dios el que se encargó de poner las cosas en su sitio.

¿Qué pasó con Koraj, el que tenía de todo, pero le faltaba humildad?
¿Cómo terminó su vida el exitoso Koraj que siempre quería estar un poco más arriba?
Koraj y los rufianes que lo aconsejaban y seguían, en lugar de ascender y transformarse en la cabeza del Pueblo, fueron tragados por la tierra.
Tal cual lo dicho, hubo un temblor de tierra, entonces una gran zanja se abrió bajo Koraj y los suyos, y todos los descarriados por el hambre de poder y orgullo desaparecieron para no volver.

Este hecho ocurrido en la realidad, tiene su lectura educativa: si queremos elevarnos y superarnos, es imprescindible ser humildes y correctos, porque de lo contrario, en lugar de subir- bajamos.

Tienes “la razón”…

En Internet es impresionante la cantidad de textos, imágenes, audio, video, etc. que se encuentran, impresionante.
A lo que se les suma comentarios, notas, refutaciones, apoyos, debates, contradicciones, citas, copipegado, ignorancia activa, una marabunta inmensa de (des) información que fluye en un océano enorme y en apariencia inabarcable e inagotable.
Tantas palabras, tantas opiniones, tantos, conceptos, tanta malicia, tanta degradación, tanta belleza, tanta genialidad, tanto aburrimiento, tanta tontería, tanta pudrición, tanta nobleza… en verdad, se encuentra de todo, hasta lo que ni siquiera imaginamos.

Humildemente resumiré todo esto (que es imposible de resumir) en un breve título: “Yo tengo LA razón y tú no” ((Algo similar ocurre fuera del ciberespacio, sin dudas.)).
Probablemente podrás comentar, notar, refutar, apoyar, debatir, contradecir, citar, copipegar, ignorar, ser parte de la micro masa que por un rato se alborota en esta micro sección de la infinita jungla ciberespacial.
Si tomas tu tiempo y contemplas quizás puedas darte cuenta de que tan errado no está mi titulo (al que siento que habría que añadir algo así como “Desfile interminable de EGO”).

Quiero convencer de mis ideas, de mi sabiduría, de mi delirio, de mi probidad, de mi simpatía, de mi éxito, de mi belleza, de mi lugar, de mi poder, de mi dominio, de mi rareza, de lo mío y ya no basta el reducido espacio de las relaciones interpersonales “tradicionales”, ahora hay que amplificarse al mundo ilimitado de la Internet.
Aunque no me importa en lo más mínimo lo que tú sientes o piensas o crees o te conviene, sino solamente como peón a mi servicio, para confirmarme en mi rol, para aplaudirme, para serme útil de alguna manera.
Quiero convencer-te porque me quiero, necesito, me es imprescindible, convencer-me de que estoy bien, de que sirvo, de que soy potente, de que valgo, de que tengo derecho a…

Así se puebla Internet de su apabullante y angustiante contenido de palabra escrita, música, audio, video, imágenes, “amigos” en redes sociales.
Somos amigos de gente que nunca hemos conocido.
Nos desnudamos para complacer la retina infame de quien detestamos.
Nos hacemos pasar por lo que no somos para ser admirados en sitios de video.
Escribimos para hacernos oír.
Alentamos a nuestro equipo, partido, secta, líder de forma apasionada y carente de cualquier equilibrio o pudor.
Ofrecemos para que se nos quiera o se nos adquiera.
No valemos nada… al menos eso parece…

No importa “la verdad”, de nada vale el bien y la justicia, lo que anhelamos es que se nos aplauda, se nos confirme, se nos cite, se nos quiera, se nos haga sentir poderosos.
Yo tengo la razón, a cualquier precio, y por lo tanto tú no la tienes… eso es todo lo que vale “beibi”.

No me importa si cambias de opinión, porque en verdad de nada me importas tú, solo quiero hacerte sufrir tu impotencia, tu nadería, porque YO tengo la razón…

Así funciona Internet, tristemente, según veo a diario navegando y navegando por regiones, idiomas, colores, sabores, sonidos, ofertas, demandas…
Quizás es una visión subjetiva muy negativa que tú puedas fácilmente refutar, demostrar que me estoy equivocando.

Porque así tú demostrarás que tienes “la razón”…

Repetición de reglas para publicar posts en este sitio

Reitero las reglas que están publicadas y todos los autores deben aceptar y cumplir para colaborar con sus artículos/posts.

Es necesario que atendamos a las siguientes pautas (http://fulvida.com/anuncios/pautas-para-publicar-en-fulvidacom):

  1. Deben ser temas relacionados con la identidad noájica.
    En caso de ser noticias de actualidad, biografías, anécdotas, datos interesantes, etc., igualmente se debe poner de manifiesto su relación con el marco de los Siete Mandamientos Universales.
  2. De ser temas relativos al judaísmo o Estado de Israel, sin vínculo directo y claramente manifiesto con el noajísmo, deben ser remitidos previamente al Moré Yehuda Ribco por email para que los evalúe y considere su publicación.
  3. Cuando se publiquen críticas, especialmente si tratan asuntos de política, sea nacional o internacional, la opinión debe quedar establecida como personal, del autor, sin incluir en la misma a FULVIDA o el noajísmo.
    Igualmente, los artículos de esta temática deben ser sopesados por el autor antes de su publicación, en cuanto a su idoneidad como lectura que enriquezca al lector en su identidad noájica.
  4. Manifestaciones artísticas, tales como cuentos, poesías, relatos, canciones, chistes, etc.; igualmente deben contener alguna relación con el noajísmo, o servir para fortalecer la identidad noájica del lector.
  5. Se ruega que el texto sea corregido antes de su envío para publicar, de modo tal de eliminar el mayor número de faltas de tecleo, ortografía y sintaxis. Como saben existen numerosos programas y servicios automatizados de corrección. Úsenlos por favor. No es justo que el Moré deba editar los textos para corregir faltas, que bien pudieran ser corregidas automáticamente.
    Tampoco es justo que el lector se esfuerce por comprender un texto que resulte un tanto desprolijo.
  6. Se ruega que las frases sean breves. Que se use la puntuación correctamente. Hemos visto párrafos de 300 palabras, apenas separadas por comas.
    Sabemos que no somos todos literatos, ni escritores, ni artistas, igualmente tenemos que expresarnos, cada uno desde nuestro lugar; pero debemos hacer al menos un esfuerzo para que nuestro texto pueda ser compartido.
  7. Tratar de añadir correctamente la categoría (o categorías) a la cual pertenece el texto escrito. Si es un tema que refiere a “arte” y “familia”, por ejemplo, no debiera estar en la categoría “varios”, “países”, etc.
  8. En lo posible se debe tratar de no dar referencias a sitios ajenos a FULVIDA.com o serjudio.com.
    Cuando los textos, o similares, se encuentren en estos sitios, los enlaces debieran apuntar a estos dos sitios.
  9. Está absolutamente prohibido publicar direcciones, teléfonos, emails, publicitar entidades o particulares sin la debida autorización explícita del Administrador de FULVIDA.com.
  10. Cuando se emplean textos de otros autores, se los debe citar, en lo posible con una referencia bibliográfica accesible para su relectura.
  11. Al incluir gráficos, imágenes, etc., procurar que no sean de mucho tamaño ni peso, pues pudieran entorpecer el funcionamiento de nuestro servidor WEB.
  12. Los textos publicados pasan a ser de derecho de propiedad de FULVIDA.com, pero de responsabilidad legal (civil, penal o la que fuera) absoluta del autor del texto.
  13. La Administración de FULVIDA.com determinará de motu propio el destino, formato o ediciones que correspondan a los textos que sean publicados. Sin requerir autorización del autor del texto, quien pierde todo derecho de propiedad sobre el texto publicado en este sitio que sea de su autoría.
  14. Procura acompañar con gráficos o imágenes los textos.
  15. Si tienen sugerencias, con gusto serán recibidas.

http://fulvida.com/anuncios/limites-sanos

Pensar es…

Pensar es…
Parece obvio, pero en realidad no lo es.
Puede resultar todo un ejercicio intentar definir “pensar”.
Luego es probable que nos sintamos confundidos, titubeantes, y acabemos por reconocer nuestra falta de definición.
(Otro ejercicio es que te preguntes acerca de todas las cosas “obvias” que asumes como sabidas, como compartidas con los demás… ¡te llevarás una gran sorpresa al darte cuenta de que sabes menos de lo que crees y te comunicas menos de lo que supones! Me lo puedes confirmar o denegar más abajo, en la zona de los comentarios. Gracias.)

Hagamos la sencilla fórmula de consultar el sabio consejo del diccionario.

Según la RAE pensar es:

(Del lat. pensāre, pesar, calcular, pensar).

1. tr. Imaginar, considerar o discurrir.

2. tr. Reflexionar, examinar con cuidado algo para formar dictamen.

3. tr. Intentar o formar ánimo de hacer algo.

A menudo suele ser de gran ayuda el amigo diccionario, tal útil y tan desaprovechado.
¿Es de provecho en esta ocasión?
Según 1 pensar es crear imágenes, aplicar la inteligencia, inventar, hacer conjeturas, evaluar, juzgar, figurarse algo.
¡Demasiadas cosas! ¡Demasiado abanico!
Por lo visto es un proceso que implica lo mental, pero que va desde la fantasía hasta la deducción, pasando por una variedad interesante de opciones.

La 2 parece concentrarse en la idea de juzgar por medio de un estudio dedicado, profundizar en alguna temática hasta alcanzar alguna definición o conclusión. Nos apartamos de la imaginación, de dejarse fluir entre ideas, para enfocarnos en un proceso que requiere atención, concentración y alcanzar algún resultado.

La 3, bueno creo que refiere al uso de “pensemos alguna cosa”, “pensemos qué vamos a comer”, “pensemos en dónde haremos la fiesta de aniversario”.

Me sigo quedando un poco a oscuras, les confieso.

Entonces, vayamos por partes.
Intentemos distinguir los factores que intervienen en el pensar:

  • Sujeto pensante.
  • Objeto que es pensado.
  • Proceso físico-químico del pensar.
  • Proceso psíquico del pensar.
  • Nexos que se forman a través de estos procesos.
  • Expresión –interna y/o externa- de lo pensado.

Estos procesos que ocurren no se dan en un vacío.
Es necesario un soporte físico, el cerebro; así como un contenido previo, percepciones y recuerdos.
Pensamos porque Dios a través de la creación evolutiva nos ha provisto de la herramienta esencial para hacerlo, el sistema nervioso central y los órganos de la percepción.
Pensamos porque hemos ido adquiriendo elementos mentales que vamos almacenando para luego manipular, combinar, remodelar y eventualmente recrear y crear.
Si el soporte físico falla, el pensamiento falla.
Si el soporte psíquico está contaminado o poblado de percepciones erróneas, recuerdos distorsionados o ideas corruptas, entonces el pensamiento también falla.
Así pues, un niño dotado de un cerebro con un potencial de genio es adoctrinado para la necedad, probablemente sea un necio.
Una mente potencialmente brillante es confinada a un reducto psicológico marginado y enfermizo, detrás de barrotes emocionales, entonces probablemente los pensamientos serán oscuros, reducidos, peligros y hasta macabros.
Un niño adecuadamente estimulado, educado con amor y responsabilidad, pero que su configuración física sea deficiente, probablemente no pasará de pensamientos pobres.
Un niño bien equipado, pero en un ambiente adverso, sin alimento, sin estímulos, sin educación, en constante riesgo de vida, difícilmente alcanzará la altura mental a la que podría estar “destinado”.
Y así podríamos conjeturar sobre combinaciones diversas y resultados alternativos.

Podemos resumir que el término "pensar" abarca actividades mentales de combinación y formación de ideas que pueden ser ordenadas o desordenadas. El pensar es lo que ocurre durante el juicio, la elección, la resolución de problemas, la originalidad, la creatividad, la fantasía y los sueños. Piensas en todos ellos, aunque en apariencia son bastante diferentes.

Si buscáramos cuál es la finalidad en común de todo pensamiento, quizás podríamos concluir que es lograr contestar alguna pregunta, aunque no esté siquiera formulada como tal.
Pienso para encontrar comida, porque mi cuerpo me reclama nutrientes y me asalta la pregunta de qué, dónde, cuándo, etc. encontrar la comida e ingerirla.
Pienso para encontrar compañía, porque es una de las necesidades humanas básicas, entonces imagino situaciones, fantaseo, me contacto, hago y deshago con tal de resolver esta necesidad.
Pienso para resolver un problema matemático, o un sudoku, o un crucigrama, o una adivinanza, o un inconveniente laboral, etc., porque está planteado el desafío al que debo hallar respuestas.
Pienso porque “metí la pata”, entonces me devano en inventar alguna buena excusa, en justificarme, en descubrir culpables, en elaborar historias creíbles que me liberen de la carga de la responsabilidad.
Pienso para adaptarme, para resolver el problema o conflicto que tengo ante mí.
Pienso para responder a preguntas que todavía ni siquiera han sido formuladas, para adelantarme a posibles inconvenientes, y de esa forma prevenir o disminuir los colapsos y pérdidas.
Y muchas veces pienso para no resolverlo, pero hacer de cuenta que lo resolví huyendo, mintiendo, fantaseando, delirando, obsesionándome para no encarar cambios reales, negando la realidad…

De acuerdo a quien soy y cómo estoy siendo mi pensamiento será más elaborado, más ajustado a la realidad, más beneficioso, más resolutivo, más brillante, o todo lo contrario.

Por lo que estamos viendo hasta ahora, no basta solamente con un “buen” cerebro, sino que además es necesario tener contenidos que combinar y entre éstos el haber sido educados para pensar.
Tristemente, no es lo habitual, no nos enseñan a pensar.
Igualmente pensamos, pero no al máximo de nuestra capacidad, no libres de vicios e insuficiencias producidas por el EGO a través de sus variadas herramientas de manipulación y dominio de la persona.

Una buena y sabia amiga de este hogar nos ha dado este comentario que quiero resaltar ahora y compartir contigo:

Podría decir que: pensar es un proceso en el cual todas esas “ideas, imágenes, vocecitas internas” vienen a nosotros cuando intentamos responder a “algo”, y cuyo origen está arraigado a los yoes que hacen parte de nuestro ser.

La manera como organizamos estas “ imágenes, ideas, vocecitas” para transmitir el resultado, ó para actuar; se convierte en lo que conocemos como el “pensamiento” .

Aunque creo que cuando nos detenemos para hacer el ejercicio “correctamente y elaborar la respuesta más acertada”, estaríamos ejerciendo realmente esta actividad de “pensar”.

Pasa que; muchas veces , cuando “creemos pensar”, obedecemos de forma inconsciente a las imágenes que se elaboran a partir de uno sólo de los yoes, del “yo vivido”, para responder de forma automática (una de las herramientas ofrecidas por nuestro Ego). Entonces no buscamos una respuesta acertada ó correcta sólo… actuamos. “Actuamos sin pensar”.

¿Tú qué piensas?

Me encantaría recibir tus aportes, para de esa forma ampliar y profundizar este importante tema.
Nos estamos viendo.

Enfocarse en el bien en lugar de lamentarse

Tristemente, pero con su habitual sinceridad lacónica la Torá nos relata que:

    "Aconteció que el pueblo estaba como quejándose amargamente a oídos del Eterno.
Lo oyó el Eterno, y se encendió Su furor; y un fuego del Eterno ardió contra ellos y consumió un extremo del campamento."
    (Bemidbar / Números 11:1)

Un clásico comentario a este versículo, nos dice que aquellas personas quejosas, más precisamente los perversos y corruptores, no tenían verdaderos motivos para quejarse, sino que estaban buscando excusas para separarse del Eterno.
Nada nuevo, nada fuera de lo “normal”.
Hartos de todo anhelamos lo que no precisamos ni es bueno para nosotros.
Poseemos una identidad sagrada, pero nos disfrazamos de otra cosa.
Somos ricos de diversas formas, pero queremos aquello que es propiedad de otro.
Recibimos bendición constante de lo Alto, pero nada nos deleita ni llena, pues nos sentimos vacíos, huecos, sin sentido.
Es como si algo en nuestra percepción de la realidad estuviera fallado, como si no tuviéramos la capacidad para reconocer, agradecer y disfrutar, porque somos –en apariencia- incapaces de percibir la realidad tal como es.

La queja brota como un manantial desde lo profundo.
Aparece e inunda con su caudal amargo.
Allí en donde nuestra existencia es vacía de sentido la llenamos de reproches, dudas, reclamos, demandas, miserias.

Percibimos el mundo de forma distorsionada, por lo que nada nos basta.
No somos educados para valorar ni para valer ni hacernos valer, entonces nada importa pero todo se pretende.

Por supuesto, detrás de esto se encuentra el perenne EGO que nos domina desde las cavernas de nuestro ser.
Si nuestra vida estuviera plena, si viviéramos con sentido trascendente, si gozáramos de lo que nos toca por porción, ¿cómo haría el EGO para aprisionarnos?
Por lo cual recurre al engaño constante, a falsear los hechos, a fantasear con sueños vacíos para que nos aferremos a él como a un salvador, como a un dios proveedor.

Cuanto más amargados andemos, cuanto menos satisfechos, cuanto más pendientes de lo que creemos nos falta, entonces somos mejor manipulados por nuestro tosco EGO.
En vez de vivir plenos, vamos muriendo en vida agazapados, quejosos, amargados, sonriendo pero en el fondo muy tristes.
Nada nos basta, aunque todo tengamos.

Es probable que realmente algo te esté faltando, ¿a quién no?
el problema no es que sepas lo que te falta, ni que algo te falte, sino que hagas de la falta el centro de tu vida.
Que nada sea valorado sino solamente aquello que no se tiene y se desea con pasión.

Como sabemos,
el Eterno nos devuelve aquello que nosotros damos.
Si abrimos nuestra mano con generosidad, Él es generoso con nosotros.
Si cerramos el puño y amenazamos, Él permite que seamos amenazados.
Si nos quejamos amargamente, como excusa para promover altercados, entonces seremos consumidos por los fuegos de la discordia y el resentimiento.
Y tal fue lo que ocurrió en aquella oportunidad: la crítica ácida y corrosiva culminó con una tragedia hiriente.
Según algunos comentaristas, algunos de los promotores de la queja incierta murieron trágicamente; según otros comentaristas, algunos de los grandes dirigentes populares fueron los que cayeron víctimas de la tragedia.
Como sea, el mal se cernió sobre el Pueblo a causa de la ingratitud y el alejamiento con respecto al Eterno.

Debemos recordar que existen dos tipos de críticas:

  •     La que es conocida como "critica destructiva", que se puede denominar "criticonería", o "quejismo".
        Su finalidad es apartar a la persona de la realización, del crecimiento.
        Es una herramienta empleada para mantenerse en un estado deplorable y, para peor, ausente de responsabilidad y compromiso personal.
        Sin dudas que esta crítica es enfermiza y enfermante, y por tanto su meta, tal como ella misma, es solamente la destrucción por la destrucción misma.  
  • La crítica que se conoce como "constructiva", que tiene por finalidad des-cubrir aquellos aspectos negativos que pueden y deben ser superados.
        Esta crítica por supuesto que tiende a destruir, pero no es la destrucción su meta, sino solamente el medio por el cual se llega a la construcción de algo mejor y más desarrollado.

Nosotros también, sin estar al nivel de perversos o corruptores, podemos (y solemos) desplegar la queja destructiva, para separarnos del Eterno, del prójimo y de nuestro ser.
Pasemos a explicar brevemente.

El Eterno: cuando achacamos a Él aquellos males que ciertamente podrían haber sido evitados o minimizados con la correcta intervención humana, estamos usando pretextos para apartarnos de Sus mandamientos, es decir, de Él.
En el momento que nuestra atención se centra en aquello que nos falta, nos enceguecemos para aquello que tenemos; siendo así, no importa cuánto tenemos, siempre encontraremos un "pero" para exteriorizar una queja, un dolido reclamo por lo que falta.
Ciertamente que esta manera de vivir es de mísera, a pesar de la riqueza con la que se pueda contar; y sin dudas que es una contravención al mandato de ser sinceramente agradecidos.
Apreciar, reconocer, valorar y agradecer aquello que tenemos es indispensable para alcanzar la dicha y vivir espiritualmente.

El prójimo: cuando prestamos atención a lo que los otros hacen equivocadamente, sea esto cierto o solamente idea nuestra; o cuando pretendemos más del prójimo, porque sentimos que no ha dado lo suficiente; estamos bregando por desligarnos de la gratitud que les debemos por aquello que nos han dado.
Esta actitud indigna causa miseria a uno mismo y al prójimo.
Para empeorar el panorama, nuestros Sabios nos enseñan que la persona que no valora lo que otros hacen por él, eventualmente también niega las bondades recibidas de Arriba.
La ingratitud nos cierra al prójimo, consume el canal de bondad dirigido a nosotros, y se convierte en un negro pozo de creciente dolor y soledad.

Nosotros mismos: cuando nos creemos víctimas, sin responsabilidad personal, sea porque echamos culpas al Eterno, porque reclamamos del prójimo algo que sentimos nos ha fallado, o porque nos consideramos portadores de una tara insoluble; ciertamente que estamos ampliando la brecha que nos ciega de conocernos a nosotros mismos, y de valorarnos en nuestra justa proporción.
Esta actitud nos lleva a vivir sumidos en un sentimiento de inutilidad, de angustia, en continua dependencia de la valoración ajena, del reaseguramiento de que tenemos un lugar en el mundo y que tenemos derecho a vivir.
En lugar de aproximarnos a liberar nuestras vidas de cadenas mentales, emocionales, materiales y espirituales, cuando nos sentimos víctimas solamente incrementamos el caudal de malestar y desesperanza.

¿Y por qué nos llegamos a sentir víctimas desamparadas?
¿Por qué achacamos en el otro, o en el Eterno, culpas y/o responsabilidades que no les conciernen realmente?
¿Por qué quejarnos sin hacer lo necesario para hallar en nosotros la respuesta, y mucho menos la pregunta que nos abrirá el camino a la libertad?

Esta ineptitud, en un gran porcentaje de las personas, está motivado en una escasa autoestima, es decir, en una auto-valoración inadecuada que minimiza los propios potenciales y virtudes, en tanto magnifica las deficiencias padecidas.
Este error en la percepción, esta distorsión de la interpretación, es obra del EGO. En parte por la cantidad de cáscaras y máscaras que van recubriendo al Yo Auténtico y que nos impide conocernos en profundidad. En parte por los instrumentos que emplea el EGO para sostenerse en su sitial de poder.
La persona se desconoce, se rechaza, se inventa roles, se fantasea identidades, da vueltas sin cesar como un hámster en su encierro, se mantiene en estado de indefensión para que el EGO siga siendo el amo y el dios, el salvador milagroso.
Es esta misma percepción distorsionada del ser la que conlleva otras actitudes negativas en la vida (sean propias, o como reacciones del prójimo), que también son descritas en el capítulo 11 de Bemidbar/Números, tales como:

  •     deseo materialista excedido de límites (v. 4);
  •     falsos testimonios y/o ideas delirantes (v. 5);
  •     ingratitud (v. 6);
  •     desesperanza (v. 10);
  •     enojo o rechazo (v. 11);
  •     hartazgo/desgana (v. 14);
  •     deseos de muerte o separación terminante (v. 15);
  •     pérdida del ánimo (v. 17);
  •     bajo rendimiento intelectual (v. 17);
  •     falta de confianza en el Eterno (v. 22);
  •     habladurías (v. 27);
  •     celos (v. 28);
  •     envidia (v. 28);
  •     muerte (v. 33).

En su contraparte está la vida, la libertad, el gozo, la paz… todos ellos dependen de auto-valorarse correctamente,
sin inflarse, como hacen los orgullosos que en el fondo se sienten como poquita cosa,
y sin echarse abajo todo el tiempo, como  hacen los que se sienten poca cosa.

Creo que es evidente, y por eso mismo, lo diré con claridad:
la autoestima saludable, el auto-valorarse correctamente, es solamente posible cuando la persona vive con sinceridad cada instante de su existencia. Cuando la verdad empieza a empañarse con la falsedad, va cayendo un manto de oscuridad sobre la autoestima, sobre la dicha, sobre la realización.
Y así, es posible encontrar gente muy adinerada, llenas de casi todo lo material que uno pudiera imaginar, pero que viven comiendo el pan de la mentira, y por eso, a pesar de los esplendores materiales su corazón plañe dolido por la carencia de TODO.

Como dicen los Sabios:

"¿Quién es rico? Aquel que está feliz con lo que posee."
(Pirkei Avot 4:1)

¿De quién depende para estar feliz?

¿Depende de algún rabino milagroso, vivo o muerto, al cual se le pide que rece por nosotros?
¿Depende de que sepamos de memoria tales o cuales frases o plegarias?
¿Depende de si usamos tal o cual medallita o cintita que nos parece súper poderosa?
¿Depende de la fe en tal o cual santo o dios?
¿Depende de lo que otro hará por ti?

Recuerdo a una persona que quería sentirse mejor, ser más feliz, vivir con corrección, pero no podía pues de continuo unos pensamientos "como intrusos" le amargaban y perturbaban.
Le pregunté: "¿Qué es lo qué quieres?".
Y me contestó: "¡No quiero caer!".
Entonces le respondí: "¿No te parece que sería más saludable si te enfocarás en subir?".

Cuando nos centramos en no tropezar espiritualmente, estamos cayendo y no haciendo nada realmente por ascender en nuestra espiritualidad.
No es el miedo lo que eleva, sino el amor virtuoso…

No es el aislarse, rodearse de murallas, girar en torno a sí mismo lo que procura bienestar real.
Atendamos a las palabras del insigne sabio:

     "Para el judío es un precepto de la Torá estar alegre… La clase de alegría que es obligatoria es aquella que compartes tus bienes con los menos afortunados, como los huérfanos, viudas, los pobres, los desdichados y las personas sin hogar. Pero, el que cierra sus puertas a los otros y utiliza lo que tiene para él mismo y su familia, entonces su alegría no es alegría de un precepto, sino que es alegría del estómago. Ésta es una señal de vergüenza…"
    (basado en Maimónides, Mishné Torá, Leyes de Iom Tov 6:17, 18)     

¿Estás viviendo de tal modo que puedas considerarte “alegre”, de acuerdo a  estas definiciones? 
¿Qué puedes cambiar de tu vida para alcanzar mayor alegría verdadera?

Los trofeos del EGO

Hemos instruido acerca del EGO, te recomiendo que busques y estudies al respecto, será necesario no solo para comprender el siguiente texto sino también para poder seguir avanzando en tu camino de redención y libertad.

Uno de los requerimientos del EGO es el de la obtención de trofeos, lo que se convierte en motivo de existencia para muchas personas.
Al ir en pos de esos trofeos, al obsesionarse por ellos, uno deja de vivir en plenitud, rechaza el gozo de la bendición constante, para sufrir por el anhelo de alcanzar más y más galardones, medallas supuestas ofrendas del éxito.

¿Cuáles serían esos trofeos?
No puedo indicarte todos ellos, pero haré lo posible por destacar los más habituales:

  1. Dinero.
  2. Parejas ocasionales con las cuales se mantiene relaciones sexuales.
  3. Novios/novias que se ha tenido.
  4. Campeonatos deportivos.
  5. Objetos de colección.
  6. Títulos académicos.
  7. Triunfos atléticos.
  8. Prendas de vestir y zapatos.
  9. Personas conocidas (modernamente, “amigos” del Facebook).
  10. Lugares que se ha visitado.
  11. Libros que se ha leído, aunque no necesariamente comprendido.
  12. Ocasiones que hemos tenido la última palabra en discusiones.
  13. Calificaciones en trabajo o cursos estudiantiles.
  14. Calorías perdidas en dietas.
  15. Canciones que se sabe de memoria con coreografía incluida.
  16. Películas que se ha visto.
  17. Pasajes bíblicos que se repiten como lemas.
  18. Empresas que se posee.
  19. Cabezas de animales que se ha cazado y embalsamado.
  20. Baratijas que se adquieren en viajes turísticos.

Como te he dicho he señalado un pequeño número de los trofeos más corrientes, quizás te reconozcas en alguno de ellos o puedas reconocer a algún conocido.
Antes de continuar instruyéndote al respecto de estos trofeos y su mecanismo dentro de la economía anímica de la persona, aguardaré a que me brindes tú dos respuestas que preciso para continuar.

1- ¿Puedes mencionar al menos tres otros trofeos que se convierten en centro de la vida personal?

2- ¿Cómo crees que funciona el anhelo por trofeos para someter a la persona al dominio esclavizante del EGO?

Si no obtengo respuestas de al menos cinco personas diferentes, lamentaré no podré continuar con esta enseñanza por el momento.

Así que, depende de ti que participes aquí debajo en la sección de los comentarios.

Nos estamos viendo.

El populacho en ti.

El pueblo de Dios, los escogidos para recibir la Torá, los que participaron en persona y como pueblo de la Revelación Divina constante desde el Éxodo, los que eran sostenidos por el maravilloso alimento celestial denominado “maná”, ellos eran los que menos pudieran quejarse o dudar de Dios y Su actuación en el mundo.
Para ellos la Presencia del Eterno no era cuestión de fe, de confiar en libros o relatos, de creer en doctrinas religiosas; para ellos la Presencia de Dios era una manifestación constante.
Desde el amanecer hasta el anochecer Dios estaba con ellos, en medio de ellos, protegiéndolos, alimentándolos, conduciéndolos, castigándolos, amándolos, siempre Él estaba allí.
Nadie lo dudaba.
No había “ateos” ni “agnósticos” entre ellos.
Pero, el EGO igualmente ejercía su poder oscuro sobre las mentes y corazones.
Ese EGO traicionero que desde el comienzo de nuestra vida en este mundo nos acompaña y que al principio nos sirve con lealtad, pero que luego se transforma en un ogro interno, en un malvado Faraón, en un corrupto que se hace pasar por deidad y salvador.
Ahí está, en nosotros, como nosotros, y también estaba en aquellos que eran liberados directamente por Dios y llevados por Él.
Por supuesto que Dios es Todopoderoso, nada ni nadie se Le compara.
Y a pesar de ello, el EGO podía corroer desde adentro a las personas para llevarlos a caminos de error, de desconocimiento de Dios, aunque no de negarLo.
El EGO que es el amo de la mayoría de las personas, el que motiva el origen y persistencia de toda idolatría y pecado. El EGO, que no es un dios, no es un ángel, no es un ser espiritual, sino que es una mera partecita de cada uno de nosotros, una función necesaria para el recién nacido, ese EGO es lo que nos lleva a la derrota, al error, al mal.
En estos días pudimos contemplar en la Torá varios ejemplos, uno de los cuales menciona que:

«Entonces el populacho
que había entre ellos
se dejó llevar por la gula.
Y también los Hijos de Israel volvieron a llorar diciendo: -¡Quién nos diera de comer carne!»
(Bemidbar / Números 11:4)

El “populacho” en la historia “bíblica” refiere a los gentiles que salieron de Egipto adosados al lado del pueblo judío.
Era una masa de personas de diversas nacionalidades y contextos, que tuvieron la viveza de reconocer la ventaja de escapar a la esclavitud en Egipto para recibir “de rebote” las bendiciones que provenían para Israel.
Ese populacho agitador había provocado en varias oportunidades obstáculos, problemas, rebeliones para la relación de los hebreos con Dios.
Porque no se adherían a sus propios mandamientos, no actuaban con la lealtad del noájida que corresponde a los gentiles de todas las eras, sino que hacían su vida según sus ideas y doctrinas. Por ese vicio espiritual se involucraban negativamente con los judíos y provocaban disturbios un día y al otro también.
Pero la misericordia de Moshé los toleraba, permitía que siguieran adosados a los judíos, que se beneficiaran de los bienes de los judíos, porque Moshé no quería encerrar a los judíos en “guetos”, ni excluir del bienestar a los gentiles. Sin embargo, había “olvidado” que el bien sin la justicia no es lleva a un estado de salud, de equilibrio, sino que promueve el descontrol, el caos. Y así, los gentiles revoltosos se enroscaban en disputas, en controversias, en pasiones, y llevaban hacia la zona de oscuridad a los judíos que les prestaban atención.
Tal el “populacho” en su sentido literal.
Pero podemos contemplar que puede ser también una imagen simbólica del “ajeno” que nos acompaña, que nos sigue, que nos perturba con sus demostraciones fuera de límites. El populacho simboliza al EGO.
El EGO se deja llevar por sus apetencias.
Quiere demostrar su “poder” por encima de la impotencia que lo domina en realidad, para lo cual emplea sus rudimentarias herramientas de subsistencia.
El jaleo, el grito, la revuelta, el golpe, la malicia es una de ellas.
Entonces la persona –los hijos de Israel en el relato- cuando es dirigido por los apetitos oscuros del EGO actúa con egoísmo, de manera individualista, como una isla que se niega a contactarse con el mundo, que destrata al otro, que reniega de las reglas, que solamente busca satisfacer su anhelo de “poder”, sea como sea.
Así pues, la persona se queja, llora, reclama, grita, insulta, reniega de la realidad, demanda, es desagradecida, no contempla todo lo bueno y más que ya tiene porque se obsesiona con obtener eso otro que no le corresponde.
Así nos pasa a nosotros, a cada rato, cuando dejamos al EGO en el control de nuestras vidas.
Podemos estar llenos de todo lo bueno pero no disfrutamos de nada, siempre ansiando lo que no tenemos ni nos corresponde.
Llegamos a amasar una fortuna y queremos el doble.
Nuestra relación familiar es cordial, pero la quebramos por disputas que se originan por tonterías.
Nuestro cónyuge es una espectacular compañía, pero corremos detrás de amantes y perdición.
Así andamos por la vida, sometidos a la esclavitud del EGO, atendiendo al populacho en nuestro interior en lugar de encaminar nuestra vida hacia la Luz.
Seguimos las reglas del caos en vez de organizarnos y andar en la senda del Eterno.
Queremos y queremos, ambicionamos, nos desvivimos, negamos lo que nos toca y siempre el pasto del vecino está más verde y lloramos por tenerlo, o matamos para obtenerlo.
Como el gentil que desprecia su noajismo porque le parece “poco”, “no bíblico”, “sin Torá”, y por ello se disfraza de judío, se revuelca en su vómito pero lo dice en hebreo, se apropia de festividades y rituales judaicos, y todo ello porque en verdad el EGO es su dios, porque pone al EGO en lugar de Dios.
O el gentil que reniega de todo lo santo para hundirse hasta el fondo en cualquier idolatría o doctrina que aparta de la senda del Eterno, y ni siquiera se tiene “la excusa” de pretender más de parte de Dios.
Ahí está el EGO, siempre el EGO.
Ya podemos resultar un poco aburridos con el asunto del EGO, sin embargo es tan fundamental comprenderlo y hacer lo posible para liberarnos que prefiero aburrir hasta que el mensaje dé frutos.

Conocer este origen de la malicia humana es uno de los ingredientes para ser libres y por tanto gozar de la plenitud de la bendición constante que recibimos de lo Alto.
Ahora, ¿qué hacer?
No hay respuesta simple.
Estamos dando varias a lo largo de nuestros encuentros, espero que estés leyendo, estudiando, recopilando y aplicando las enseñanzas al respecto.

Hay una duda muy interesante que merece ser atendida.
¿Solamente cumplir con los mandamientos (7 para la persona gentil, 613 para la nación judía) alcanza?
No, es evidente que es importante, es obligatorio, pero con ello no se alcanza romper el yugo del EGO.

Podemos notar que el salmista inspirado nos iluminó con la siguiente verdad: «El hacer tu voluntad, oh Elokim mío, me ha agradado; y Tu Torá está en medio de mi corazón.» (Tehilim / Salmos 40:9).
Es necesario hacer la Voluntad de Dios, aquella que nos corresponde.
Al hacer nuestra voluntad la Voluntad de Dios, estamos rompiendo el liderazgo del EGO sobre nuestra vida.
El centrar en nuestro corazón la Torá (instrucción, ley, la noájida para gentiles, la que corresponde a judíos para judíos), es un mecanismo excelente para desplazar de él al EGO.
Cuando está la Luz del Eterno en nuestro corazón, el EGO queda arrinconado, su poder imaginario queda desarmado.

Pero, no para combatir al EGO es que debemos cumplir los mandamientos y servir al Eterno al hacer Su Voluntad.
Tengamos esto bien en claro.
NO ES para ser libres del EGO, sino que esto es un beneficio secundario.
Cumplir mandamientos (lo que nos corresponden), hacer nuestra la Voluntad de Dios, es nuestro deber, nuestra misión original, y no un remedio para el primado del EGO sobre nuestra vida.
¿Se comprende?

Esta armonización de la persona con los mandamientos del Eterno, con Su Voluntad es esencial, pero no lo único.
Es imprescindible conocer lo que vivifica a cada uno de nuestras dimensiones, para que nuestro organismo integral esté nutrido y en balance.
Nuestro ser multidimensional armonizado está libre del EGO.
Acallar las voces del populacho por medio de proferir palabras de santidad.
Limpiar las emociones caóticas del populacho por medio del aprendizaje de respuestas emocionales saludables.
El adquirir el lugar social noble para no depender de falsas presunciones.
En fin, son varios los frentes de batalla para derrocar el reinado del EGO, su efervescente populacho que nos domina.

Me gustaría que me ayudaras a ayudar a más personas.
Puedes colaborar con anécdotas personales, reflexiones, con dinero para sostener la actividad de FULVIDA, con difundir nuestra existencia y mensaje de Shalom.
Es una gran forma de combatir al EGO y hacer brillar la Luz del Eterno.