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Salmos 23:4, el miedo que te consume hoy

"Aunque anduviere en valle de sombra de muerte, no temeré mal, porque Tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me darán consuelo."
(Tehilim / Salmos 23:4)

Gran frase, memorable, famosa, que fue pronunciada y puesta por escrito (según dice la Tradición) por el rey judío David.
Por ser parte de los Ketubim/Hagiógrafos, se considera que fue motivada por inspiración divina, aunque su autor y redactor haya sido un hombre.
Tratemos de aprender algo del párrafo, pero especialmente alguna enseñanza para nuestra vida.

David, siendo rey y no, fue un hombre rodeado de dificultades durante su vida. Grandes tormentos y problemas cruzaban por su camino a diario. Aún desde el vientre materno y durante 70 años, hasta el día de su fallecimiento, estuvo atravesando valles oscuros, de sombras de muerte.
Sin embargo, él no se dejaba atrapar siempre por las trampas del EGO, sino que había aprendido a escoger su camino y actuar desde la vertiente del AMOR. Era un hombre y no un ángel, una persona real y no un cuento mitológico de librito religioso, por tanto era imposible que se librara de su EGO y de actuar siempre como constructor de shalom. A veces daba algún que otro traspié, ¿quién no?
Y como persona, también era posible que cometiera errores, por ejemplo la equivocación motivada por las buenas intenciones carentes de conocimiento o adecuación.

Sí, David conocía muy bien ese valle lleno de peligro y muerte, de terrores, de noches interminables, de perseguidores, de miedo inconfesable, de deseos insospechados, de violencia, de agresión, de ceguera, de soledad, de incomprensión, de falta de esperanzas reales. Atravesaba a diario por allí. Los traidores y asesinos se levantaban en su contra, aún los de su propia sangre querían dañarle.
A pesar de ello, David tenía confianza en el Eterno y por ello los males, los males absolutamente reales y palpables, males que nadie cuerdo y coherente podría negar, males que ninguna persona con corazón y cerebro puede decir que son “buenos”, esos males que ensombrecían su vida, no le hacían temer el “mal”.
¿Cómo?
¿Acaso David no tenía miedo a que le pasaran cosas malas? ¿Era insensible? ¿Quizás un súper héroe al que le resbalan las balas y las cuestiones del mundo?
Veamos: "David tomó a pecho estas palabras y tuvo gran temor de Ajish, rey de Gat. Así que cambió su conducta delante de ellos, fingiéndose loco cuando estaba con ellos. Hacía marcas en las puertas de la ciudad y dejaba caer su saliva sobre su barba." (1 Shemuel / I Samuel 21:13-14).

Bueno, parece que David sí era humano, con sentimientos, con zozobras, con miedo, con mucho miedo a morir o algo peor. David sentía miedo y actuaba a raíz de él. Acá rebajó su dignidad y en lugar de enfrentar con valentía y poder, o de usar a Dios como un escudo mágico que todo lo resuelve, prefirió hacerse pasar por loco. Aceptó la humillación, el maltrato, la burla, antes que decir “Dios lo resuelve por mí, yo solamente rezaré y Él hará hocus pocus y todo resuelto”. No, eso no dijo David, porque no lo pensaba, así como ninguna persona leal al Eterno supone que Él está para ser nuestro esclavo y correr a solucionar nuestros inconvenientes. No es así.
David tuvo que hacer lo que pudo para salir de ese peligro real, de ese mal, que en modo alguno dijo que era algo bueno, ni afirmó que los rezos harían magia instantánea.
David tuvo miedo, como hombre normal que era, e hizo lo que podía para sobrevivir. 
Varias veces nos encontramos la frase: “se fue David y huyó”, u otras similares.
Sí, David también escapaba. No es el tema saber el motivo o la razón de cada ocasión, sino que nos interesa conocer que él huía. No siempre luchaba, no siempre enfrentaba, no siempre era valiente, no siempre tenía las respuestas, no siempre vencía, y no… Dios no lo rescataba milagrosamente. No aparecían angelitos a defenderlo, ni nubes misteriosos a ocultarlo, ni piedras derrotaban gigantes una y otra vez. Porque David era un hombre absolutamente leal al Eterno, y por ello tenía conciencia clara de que Él no es el sirviente que está para satisfacer el capricho o la necesidad del momento de cada uno. ¡Gran diferencia a lo que enseñan las escuelas New Age, sean integradas por judíos o no, en las cuales siempre encuentran alguna manera extraña y maravillosa (ilusoria y falsa siempre) para obligar a Dios a actuar al servicio del EGO personal! Sea con amuletos, rezos, repetición de salmos, actos de supuesta bondad, bailoteos, musiquitas, pactos, negociaciones, aplausos, o lo que fuera, estas personas atormentadas por el EGO pretenden manipular al Todopoderoso desde su minúscula y ridícula impotencia llena de vanidad egoísta.
¡Cuánta diferencia a lo que hacía un héroe verdadero, un hombre de Dios verdadero, un hombre íntegro (aunque con sus defectos y con sus pecados, muchos de los cuales él mismo confesó y tenemos registrados en el Tanaj), como el gran rey David!

¡Cuánta enseñanza que ya hemos adquirido hasta aquí!
¡Cómo demuele este ejemplo a los payasos religiosos que venden ilusiones de magia esotérica, de milagros por el mero hecho de rezar o “pactar” con Dios!
¡Cómo asegura el Tanaj que el mal es malo, y no algo bueno que misteriosamente Dios envía para que aprendamos que es bueno cuando en realidad es malo!
En fin, igualmente los esclavos del EGO seguirán predicando sus vanas enseñanzas, tan codiciadas y repetidas por otros esclavos del EGO.

Volvamos a David.
Si sabemos que él temía, si sabemos que el miedo también le susurraba a veces, ¿cómo afirma que no temerá al mal?
¿Cuál es ese “mal” que no temería David al andar por valle de sombras de muerte?

¿No será al propio miedo?
Vamos a pensar juntos un rato.

Existe un temor saludable, es el que produce la precaución, la cautela, la prudencia, el andar con cuidado para evitar daños o dificultades.
Cuando lo que se experimenta es una “sensación de alerta y angustia por la presencia de un peligro o mal,sea real o imaginario”, o “el recelo de que suceda lo contrario a lo que se espera o desea” (ambas según Diccionario de la lengua española, 2005, Espasa-Calpe), entonces ya se ha cruzado el umbral de lo saludable, se ha entrado en el paraje del “mal”.

Sigamos profundizando.
Hemos enseñado en ya numerosas ocasiones que todo miedo surge del sentimiento de impotencia. Existen los cinco miedos básicos, de acuerdo a la dimensión humana correspondiente, y el miedo fundamental, a la impotencia. Esa misma que vivimos de forma atroz e inenarrable en el momento traumático del nacimiento. Esa pesadilla imposible de poner en palabras, que carcome desde las entrañas, que produce temblores incontrolables. Esa sensación espantosa, mortal, que lleva a cortar el pensamiento, a acelerar el corazón, a dejarse tragar por la desesperación.
No creo que nadie quiera volver a experimentar esta tortura que parecía sin fin, atemporal, el verdadero infierno terrenal, el trauma del nacimiento con su absoluta y total impotencia multidimensional. Así pues, detrás de todo miedo está la impotencia y la vivencia traumática ya vivida de la misma hasta el colmo de la intensidad.

Si observamos con atención, el miedo no es hacia eventos del pasado. De allí podemos tener sentimientos de culpa, remordimientos, pesar.
Al respecto de la situación que estamos viviendo, en este aquí y ahora, no cabe el sentimiento de miedo, porque o ya estamos inmersos en algo que puede provocar miedo, o no lo estamos padeciendo.
Así pues, todo miedo se une a la expectativa de algo lesivo en el futuro. El miedo se asocia así a la angustia y no (en principio) al remordimiento.

Traduciendo: la visión de la impotencia futura es la que genera el miedo, cualquiera de ellos.
Nuestro miedo es una visión borrosa, y generalmente falsa, de un futuro incierto y que no existe.
Esto es absolutamente terrible.
Estamos enfocados en un espejismo irreal, y que aparta asfixia, malgastando nuestro tiempo, el único existente, que es el ahora.
Esa impotencia futura fantaseada vive a expensas de nuestra energía del día de hoy.
¿Llegas a comprender la magnitud del asunto?

Tienes un recurso limitado de energía.
Parte de ella la encapsulas en situaciones del pasado que te atormentan, las culpas, las penas, los odios, las quejas, los “hubiera hecho tal o cual”, los recuerdos ingratos. El pasado que no se deja morir, como debiera estarlo, sigue vivo gracias a chuparte tu energía vital. Te succiona tu vida algo que debiera estar muerto y enterrado. Entonces, aquí y ahora, tu única vida para vivir, está debilitada, empobrecida, falta de recursos, carente de energía.
Bueno sería comenzar a recuperar esos fondos energéticos mal administrados, mal invertidos en bancos que no rinden ganancias.
Cuando sueltas el pasado nefasto, cuando dejas morir lo que está ya muerto, cuando dejas correr sin aferrarte a lo que es vacío pero succiona energía, cuando te liberas de las anclas del pasado, entonces recuperas montón de energía, toda tuya, toda para emplear en vivir a pleno, para disfrutar, para crecer, para ser feliz.

Atento, eso no significa perder tu historia, negar tu pasado, no hacerte cargo de tus responsabilidades, olvidar quien eres y fuiste, despreciar tu patrimonio de memorias. Significa que lo que debe estar muerto, debe estar muerto. Que lo que dañó, en realidad o en tu imaginación, en el pasado, no tiene porque seguir ocupando tu tiempo ahora. Que lo que te drenó energías ayer no tiene derecho a seguir sorbiendo tu vitalidad de hoy.
Deja que los muertos sigan muertos, en tanto que pones tu foco en la vida, en lo que vitaliza, en lo que construye shalom aquí y ahora.
Podrás avanzar por el valle de sombras de muerte, de sombras de muerte, sin ser atrapado por ellas. Son solamente sombras, cosas que no tienen realidad, cosas como un vapor sin consistencia, cosas pasadas y muertas, de las cual no hay nada para temer.
¿Comprendes?
¿Realmente comprendes el mensaje?

Algo similar con el miedo que, como te dije, es la expectativa de una impotencia. Es el inexistente futuro que te inventas el que te sorbe la vitalidad, es el mañana en sombras que también se encarga de robarte tu energía que debieras usar aquí y ahora para gozar de todo lo bueno que desde Arriba te envían.
Pero no, en lugar de saborear y disfrutar, te enfocas en el miedo, te dejas atrapar y te abrazas a él, lo haces tu guía, lo adoptas como tu maestro, te sometes a él, pones tu foco en ese futuro que no tiene forma ni verdad, es solo una sombra de muerte y te desangras, te debilitas, te empequeñeces, dejas morir tu optimismo para morir mientras estás aún vivo.
El miedo crece porque le permites hacerlo.
Porque le regalas tu energía.
Porque te sumerges en el sentimiento de impotencia, como si fuera a darte bienestar o salud. Como si fuera un tesoro. Como si tu obsesión con ese futuro irreal lo fuera a modificar de alguna forma.

En tu mente aparece la idea negativa, por ejemplo de que algo bueno que tienes durará poco. Es un ejemplo, no importa ahora dar precisión, pero suponte que es una pareja, un trabajo, un objeto, algún bien que te agrada y satisface.
En vez de dedicar tu energía a gozar del aquí y ahora, de disfrutar a pleno de lo permitido, de obtener el beneficio que te corresponde por derecho, dejas escurrir tu energía hacia la fantasía de impotencias futuras. Tu novia te dejará, tu esposa te será infiel, tu esposo se irá a buscar cigarros y no volverá, te echarán del empleo, se fundirá tu negocio, te robaran el móvil, chocarás el auto, morirá tu familiar querido, y así, cualquier cosa que quieras suponer, eso invadirá tu mente. Se posicionará allí y vivirá porque te succiona la energía vital. ¡Es una estafa! Te venden ilusiones que pagas a precio muy caro, pero lo sigues haciendo una y otra vez.

Entonces, en vez de atormentarte, pelear, llorar, sufrir o creer la fantasía de la impotencia, puedes hacer otra cosa.

Admite tener esa idea,
acepta que te cruzó por la mente,
reconoce que algo en ti ha generado esa imagen irreal del futuro,
PERO,
no te subas a ese tren, déjalo ir.
Que fluya, así como el pasado negativo. Que se escurra sin llevarse consigo tu energía.

Tienes que abordar el tren a Barcelona, no el que va a Madrid. Entonces, no te subes al que dice Madrid, o Toledo o Córdoba. Te subes al que está en el andén hacia Barcelona.
Ahí está la idea negativa, la invitación al miedo, el desastre que pasa por tu mente.
Ve como pasa la idea y luego dedícate a otra cosa. No malgastes tu tiempo. Allí pasó el tren que no te servía, que iba para cualquier lado menos hacía tu felicidad, ¿por qué habrías de seguir pensando o aferrándote a él?
Te enfocas en otras cosa, en aquello que tú realmente quieres, o mejor aún, en lo que estás haciendo aquí y ahora, en eso que es justo y bueno.

Estás vivo, aquí y ahora, estás haciendo lo permitido, entonces, ¿cómo habrás de temer al mal?
Dios está contigo.
Deja ir a ese tren y enfócate en disfrutar de lo permitido.

La primera quizás abordes el tren equivocado, la segunda también, pero luego empezarás a dejar ir los trenes que te llevan a la infelicidad, a la miseria, a la duda, al enojo, al encono, a la pobreza, a la soledad, a la angustia… chau, adiós a esos trenes, ahora abordo al que me lleva por la senda del bienestar.

Dar excusas es fácil, para algunos todo un arte, una costumbre constante.
Entre que mienten y se engañan, dejan de vivir aquí y ahora, viven en una nube intoxicada, llena de penurias y penas.

Allí están los adictos a la queja. Los que hablan de sus problemas, que se victimizan, que hacen del gemido un pasatiempo, que encuentran cualquier motivo para dolerse y demostrar su llaga abierta. De una gota hacen una tormenta. De una palabra destemplada inventan un insulto. De un gesto que no comprendieron suponen agresiones y conspiraciones. Algo que les desagrada, por el motivo falaz que sea, es disparador para toda una imaginería oscura y siniestra. Se quejan, murmuran, difaman, corroen con sus palabras venenosas, inyectan toxinas como al pasar y si no tienen una audiencia con quien compartir su malestar, lo mascullan, lo mastican, lo regurgitan y lo vuelven a mascar. Rumian sus ideas negativas, cargadas de odio, llenas de impotencia disfrazada de fuerza. Son impertinentes, incontinentes, sumergidos en sus miedos terribles, los cuales probablemente niegan a más no poder para no hacerse cargo de sus enfermedades.
Tratan de contagiar a otros de su ánimo derrotista, de su rebeldía, de su vanagloria, con la intención de camuflarse en la masa de dolientes.
Y encuentran víctimas a las cuales torturar. Sean éstas las que reciben los disparos y malicias de diversos tonos, o sean los que prestan sus oídos para tales desmanes.
Avisan que no lo hacen con mala intención, que son justicieros, o luchadores por alguna causa, o pobres víctimas de sistemas complejos y ocultos, o que es necesario descargarse hablando y por tanto se los debe aceptar y tolerar en todas sus calamidades afectadas.
Hablan, escupen, ensucian, maldicen, atemorizan, llenan de dudas, provocan miedo, encabezan cruzadas y cazas de brujas. Una y otra vez vuelven a tragar el vómito para volverlo a vomitar, pero en medio se disculpan y se vuelven a victimizar. Roban la energía vital de quien cae en sus redes, sean sus damnificados o sean quienes les siguen el paso. Son fosas abiertas que llevan a la muerte, constantes vampiros que sobreviven gracias a consumir la vida de los inocentes.

¿No sería mejor hablar de bendiciones y construcción de shalom?
¿No es mucho mejor hacerlo en realidad, promover activamente la paz y ser de bendición para el prójimo?
¿No es más factible ser feliz cuando hablamos de cuestiones reales y dichosas, que si giramos incansablemente alrededor de dolores y penurias?
¿No es necesario que la vara y el cayado sean puestos en funcionamiento para corregir y enmendar a los que se descarrían en cuestiones enfermizas?

La vara del pastor, que es un pequeño bastón con el cual el pastor toca a sus ovejas, con amor, con cariño, pero con firmes límites, tal cual explica el Malbim. La vara de la justicia, (de los “isurin” según el Midrash) matizada con la bondad, la cual resulta ser misericordia. Esa vara del maestro, del líder, del conocedor del camino que lejos de herir, cura; que no lleva ánimo de dominación o castigo, sino de enseñanzas y restricciones saludables.

Y el cayado, el largo y duro bastón del pastor, aquel que empleaba para sostenerse en terrenos resbaladizos, pero también para proteger a su rebaño de las hambrientas fieras de afuera (de la Torá, según el Midrash). La garrocha protectora, que puede ser sentida como “agresiva” por parte de quien viene a agredir, pero que su sentido es eternamente protector, nunca destructor de inocentes. El bastón de la firme protección de los males que atacan sin compasión.

Estos dos elementos menciona el rey David como lo que le proveen consuelo.
Porque el sabio y experimentado rey no concibe la vida sin límites, sin justicia estricta cuando es necesaria, sin la fuerza necesaria para detener a los agresores. Es necesario el puño cuando la palabra no sirve para mantener a raya al pendenciero. Siempre dentro de la justicia, con la finalidad de construir shalom.
Sí, para que haya shalom también se precisa de la fuerza y firmeza del puño, del garrote. Pero atención, no para atacar al inocente, no como método infame de procurar obtener poder donde se es impotente, no como arma de destrucción; pero sí como elemento indispensable para mantener los límites, aquellos que son necesarios para desarrollar los mejores aspectos personales y colectivos.
El dar la otra mejilla no entra dentro del manual del leal al Eterno, del que actúa ciertamente en la construcción de shalom. Por supuesto que sí está la paciencia, la tolerancia, la comprensión, el perdón, el arrepentimiento sincero, la negociación, la comunicación, pero cuando es necesario también existe la vara y el cayado.

Por ello el camino del constructor de shalom parece difícil, porque precisa de ideas acompañadas de acciones. De firmeza a la vez que ternura. De gozo pero de lo permitido. De espiritualidad pero con los pies en la tierra. De respeto pero no de admisión del mal. De muchas otras cualidades que no te repetiré hoy, ya las hemos trabajado durante años en este sagrado Hogar.
Es el Árbol de las Vidas sefirótico armonizado, energizado, en equilibrio y sin ninguna sefirá obstruida o drenando energía de otra.

Por supuesto, es mucho más simple ser un destructor, un agresor, un perezoso, un quejumbroso. Pero a la hora de presentar los estados de cuenta ante Dios, vemos que lo que parece difícil es lo que realmente tiene valor aquí y en la eternidad; en tanto eso que parecía fácil, dejarse estar, romper, promover el caos, todo ello, al final –a la larga o a la corta- es un desastre.

Sí, también los que por miedo-impotencia dejan pasar las cosas, para que se arreglen por sí solas, para que Dios se encargue de ellas, para que el tiempo las soluciones, cuando en verdad esto no ocurrirá. Van acumulando dificultades sobre problemas, excusas sobre faltas, agresiones sobre provocaciones, miedo sobre impotencia.

Violentarse, hacia fuera, hacia dentro, con palabras, con actos, con quejas, con llantos, con sufrimiento, todo es útil a la hora de sumergirse en la impotencia.
Todas éstas son maneras erróneas de pretender obtener cierto control, pero que es también falso. Son maneras de postergar la muerte en vida, muriendo en vida.
Son pretensiones de dominio, sin jerarquía ni autoridad.
Es la triste figura del que demanda atención, se desespera por una gota de aprecio, se desvive por el aplauso ajeno, lleno de máscaras que esconden su verdadero rostro, probablemente nunca visto en el espejo.

¿Será de todo esto que nos enseña el párrafo que citamos del rey David?
¿Acaso es del miedo a lo que había aprendido a no temer David?

Ese miedo que nos consume y se manifiesta de diversas formas, pero siempre impotencia en su origen y en su fin.
David lo sabía, entonces comenzó su viaje para des-aprender y poder así aprender.
Quitarse las máscaras del Yo Vivido, para dejar solamente aquellas que estuvieran en sintonía con su Yo Esencial. Para lo cual, resulta indispensable irse conociendo. Conocer aquello que somos en verdad, nuestra eterna identidad espiritual, y no las etiquetas y nombres que nos fueron, y fuimos asignando.
La plenitud se alcanza cuando se nos revela lo que somos en realidad, nuestra identidad eterna, espiritual.
Una esencia que no teme, que no lleva al mal, que no miente, que no agrede, que no se burla, que no vive de fantasías. Una esencia que somos y nos unifica, pero que está amurallada detrás de aprendizajes, miedos, imposturas, máscaras, deberes superfluos.

El sabio hijo del rey David, nos lo dice con sus divinamente inspiradas palabras:

"Mejor es un muchacho pobre y sabio que un rey viejo e insensato que ya no sabe ser precavido; aunque aquél para reinar haya salido de la cárcel, o aunque en su reino haya nacido pobre."
(Kohelet / Predicador 4:13-14)

El muchacho pobre y sabio es nuestra esencia espiritual, nuestro Yo Esencial.
El viejo rey insensato es nuestro EGO, con las máscaras del Yo Vivido a su servicio.
El joven nace pobre, porque no tiene grandes despliegues, aunque en verdad es inmensamente rico. El joven estuvo encarcelado por mucho tiempo, detrás de las murallas que impone el EGO al Yo Esencial. Cuando podemos salir de nuestra celdita mental, cuando nos atrevemos a cruzar hacia la Luz, entonces descubrimos que nuestros miedos son aire, nubes, sombras de muerte. Allí perdimos nuestra energía, nos desgastamos, desperdiciamos oportunidades fantásticas de mejoramiento.
Cuando el rey debe gobernar, pero lo mantenemos exiliado dentro de esa celdita, rodeado de excusas, justificaciones, mentiras, adulaciones, quejas y un breve etcétera que ya vinimos mencionando.

El rey David nos dice que no tengamos miedo al miedo, que éste es el mal, y de él no hemos de temer.
Cuando fomentamos una relación directa y comprometida con el Uno y Único, sin intermediarios, sin “santos” de por medio, sin rituales inútiles, sin intercesores, sin nada entre el Padre y tú, cuando fortalecemos esa comunión con el Uno, nos volvemos parte del Uno. Es relación perfecta que siembra una paz interior que solo da el Shalom del Eterno. Nuevamente en palabras del rey David:

"Aunque acampe un ejército contra mí, mi corazón no temerá. Aunque contra mí se levante guerra, aun así estaré confiado.
Una cosa he pedido al Eterno; ésta buscaré: que more yo en la casa del Eterno todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Eterno, y para inquirir en su templo."
(Tehilim / Salmos 27:3-4)

No, no está diciendo de habitar el templo que se ubicaba en el monte Moriá en Jerusalén, pues aún no existía en aquella época.
Es otro el templo el que está haciendo referencia.
Es el templo de la confianza en Él, de estar en comunicación auténtica con Él, de no usar el rezo como ritual o “poción mágica”, sino como lazo sagrado que te une al Padre de forma íntima y perfecta.
¡Cuán lejano de la fantasía de las religiones o de los malabares de los gurúes religiosos que inventan rituales y amuletos!
El rezo para entrar en un estado de comunicación desde lo más verdadero de uno, con el Verdadero.
Sí, esto también aleja temores, quita el (falso) poder que el EGO tiene sobre ti.

En otro salmo encontramos:

"Por eso, nuestro corazón se alegra en Él, porque en Su santo nombre hemos confiado."
(Tehilim / Salmos 33:21)

El eminente sabio, el Rav Kook (Olat Reiyah vol. I, p. 218), explica que son dos estados diferentes de conexión con el Padre: el de alegría EN Dios, y el de confiar en Su santo nombre.
El primero es el más alto, aquel en el cual estamos unidos a Él, por lo cual estamos en un estado constante de gozo. No es necesaria la confianza, menos que menos la fe, ni las palabras, ni los ritos, sino un estado inexplicable de satisfacción y plenitud. De unidad interna y externa. Ser uno con el Padre.
Ocurre cuando descubrimos quien somos realmente, cuando nos despojamos de los disfraces del Yo Vivido y nos encontramos cara a cara con nuestro Yo Esencial, el lazo eterno con nuestro Padre.
Sin embargo, esta condición de autenticidad suprema, de unidad EN Dios, no puede ser constante, porque es imposible para el hombre en este mundo permanecer así sin pausa. Más bien sin momentos únicos, flashes de una intensidad sin igual, muy raramente alcanzados por la mayoría de las personas. Pero es un ideal posible, deseable, al alcance de la mano, siempre y cuando trabajemos de manera permanente en nuestra superación a través de actos de bondad y justicia y de aprender a quitar el miedo, la angustia, el reproche, la queja, la burla… en fin, al EGO del camino.

El segundo estado, el de confiar en Su nombre que no es ni siquiera parecido a estar alegre EN Él.
Es una relación más lejana, menos intensa, menos poblada de placer aunque con gran veneración y tranquilidad.
Esa confianza que erradica al miedo, que ocupa los espacios del corazón con la llama luminosa del Eterno la cual aleja las sombras del EGO.
Entonces, cuando las vicisitudes de la vida acontecen, no se los toma a la tremenda y no se reacciona en piloto automático. Sino que se procede a responder de acuerdo a esa confianza en el Eterno.

¿No te hace recordar a una frase que ya mencionamos?
”No temeré mal, porque Tú estás conmigo”.

A partir de esto, no esperar milagros, ni que Dios haga lo que tú tienes que hacer. Sino construir shalom, activamente, de dentro hacia fuera.
Shalom que debemos hacer nosotros en la tierra, con actos de bondad y justicia.
Al respecto, el Eterno en la Torá promete:

"Daré paz en la tierra; dormiréis, y no habrá quien os espante. "
(Vaikrá / Levítico 26:6)

Si leemos con mucha atención descubriremos que no dice que será por milagro, por desaparición mágica del mal, por evaporación del libre albedrío, por actos maravillosos de Dios.
Sino, consecuencia directa de las acciones de construcción de shalom de los hombres.
Es decir, el Shalom lo da Dios, pero no como acto propio de Él, sino a través de los actos que hacen los hombres que siguen Sus mandamientos.
Según comprobamos pocas líneas antes:

"Si andáis según Mis estatutos y guardáis Mis mandamientos, poniéndolos por obra…"
(Vaikrá / Levítico 26:3)

Sí, el shalom es posible, el que no haya “que espante”, también.
No con rezos, no con rituales, no poniendo la fe en algún santurrón que rece por uno, no usando cintas alrededor de la muñeca, no por repetir palabras raras, no por leer libros confusos, no por actos de fe, no por amor sentimental… no… nada de ellos es lo que el Eterno ha dictado.
Sino que el shalom proviene de una construcción, de poner por obra el plan específico que Él ha encomendado.
No por milagros, no por fe, no por rezos, no por esperar pasivamente la mano “mágica” del Señor, sino haciendo cada uno lo que tiene que hacer. El gentil a través del respeto y cumplimiento de cada uno de los siete mandamientos para las naciones, ni más, ni menos. El judío, tomando para sí aquellos de los 613 mandamientos que corresponden a la nación judía. Para andar con fidelidad según los mandamientos y lo estatutos del Eterno, poniendo por obra Sus órdenes, y no más seguir en la penuria de la servidumbre del EGO.
Recuerda, hay muchos que dicen “shalom, shalom” (Irmiá / Jeremías 6:14) y que vienen en nombre del Eterno, pero sus ropas, sus palabras, sus movimientos, sus doctrinas religiosas  NO provienen de Él ni sirven a la sagrada finalidad de construir Shalom.

Shalom, la paz, la armonía, la plenitud, el estad de unidad multidimensional y con el prójimo, el shalom que requiere acción, constante, continua, sin pausa, de construcción de Shalom.
Regresamos al rey David, quien nos dice:

"Al Eterno he puesto siempre delante de mí"
(Tehilim / Salmos 16:8)

Siempre delante, no para hacer de Él un esclavo que me hace favores, ni para sumergirme en el delirio de que rezando o aplaudiendo obtendré lo que es mi porción mágicamente.
Sino, tenerlo delante de mí para no desviarme, para no fracasar, para no temer al mal, es decir, al miedo.
Tener sus mandamientos como acción, esos mandamientos que me corresponden de acuerdo a mi identidad espiritual. Sin fantasías espirituales, porque todas ellas son producto del EGO. Lo realmente espiritual no se confunde con lo fantasioso, más bien llena de plenitud a lo mundano, dota de sentido cada cosa terrenal. ¡Todo lo contrario a la religión!

Si el mundo lo comprendiera, sería todo muy pero muy diferente.

Me despido y te encomiendo la lectura del salmo 73, teniendo presente lo que te he enseñado hoy.

Amor: ¿sentimiento y acción?

En la nación judía este shabat (día séptimo) se leerán dos parshiot (secciones) consecutivamente, en Kedoshim, encontramos un fragmento de un versículo muy famoso:

“וְאָהַבְתָּ לְרֵעֲךָ כָּמוֹךָ: אֲנִי ה” “veahavta lereeja camoja, ani Hashem” “Amarás a tu prójimo como a ti mismo, yo soy el Eterno”
(Vaikrá/Levítico 19:18).

Miles de párrafos han sido escritos e infinidad de comentarios y opiniones surgieron y lo seguirán haciendo a partir de estas profundas palabras. Por ejemplo, Rabí Akiva, quien enseñó:

"זה כלל גדול בתורה, שלא תאמר – הואיל ונתבזיתי, יתבזה חבירי עמי; הואיל ונתקללתי, יתקלל חבירי עמי. אמר רבי תנחומא: אם עשית כן – דע למי אתה מבזה, ‘בדמות א-לוהים עשה אותו’"
(בראשית-רבה כ"ד, ז).”

“es un gran principio de la Torá; para que nadie diga: ‘Como fui despreciado, que lo sea también mi prójimo. Así como me maldijeron, que lo hagan con mi prójimo’.
Rabí Tanjuma añadió: ‘Si actúas de ese modo degradante, debes saber a quién desprecias: a Dios, puesto que ‘’a Su imagen hizo al hombre’’’”.
(Bereshit Rabá 24,7).

¿Te das cuenta cuál era el significado de “amar al prójimo” para estos grandes sabios?
¿Cuál sería el concepto de “amor” que se maneja en este concepto específico?

Mientras piensas en posibles respuestas, te propongo continuar aprendiendo sobre el tema a través de conocer brevemente otro de los contenidos de estas parshiot.
Dios instruye a Moshé para que Aarón ingrese al lugar prohibido por excelencia: el Kodesh haKodashim, también conocido como “Santo de los Santos”; la pequeña habitación del Templo dedicada a alojar el Arca del Testimonio con las Tablas del Pacto en su interior. Esa pequeña sala estaba vedada para las personas, según se nos relata, quien entraba no salía con vida, puesto que la Divina Presencia irradiaba allí una tremenda energía que el cuerpo humano es incapaz de tolerar.
Dios permitió el acceso exclusivamente al Cohén Gadol (Sumo Sacerdote) y solamente en Iom Kippur (Día de la Expiación), para lo cual habían de tomar en cuenta numerosos ordenamientos que aseguraran el retorno a salvo del Cohén. Todo esto como parte de un complejo y milenario ritual destinado a la expiación (especie de enmienda) por los pecados de Israel. El ceremonial incluía el sacrificio de animales e incienso, así como el echar suertes sobre dos cabritos, uno de los cuales se dedicaba para Hashem en tanto que el otro se soltaba en el agreste desierto. A éste lo conocemos como “chivo expiatorio”, pues simbólicamente cargaba con las culpas de Israel que se perdían con él para siempre en el vacío.
Por supuesto que este acto alegórico por sí solo no eliminaba el daño (interno y externo) causado por los pecados, por lo cual el elemento principal y esencial era (y sigue siendo) la TESHUVÁ (arrepentimiento completo y sincero) que incluye acciones reparadores. Las ceremonias deben venir acompañadas, o precedidas, por los actos de bondad y justicia, entre los cuales uno de los principales es la teshuvá.

Muchos de los profetas dejaron bien claro este principio, lo espiritual no se mide tanto en cantidad de rituales y fe, sino en la conducta saludable y fiel. Te cito solamente a uno de los profetas más grandes de la historia, Shmuel/Samuel:

"¿Se complace tanto el Eterno en los holocaustos y en los sacrificios como en que SU palabra sea obedecida? Ciertamente el acatar SUS órdenes es mejor que los sacrificios, y el prestar atención es mejor que la grasa de los carneros.”
(1 Shemuel / I Samuel 15:22).

¿Puedes encontrar el nexo entre el amor al prójimo y lo que explicamos acerca de la teshuvá?
¿Sabes qué dijeron otros profetas al respecto del amor al prójimo y de la buena conducta (especialmente para con los débiles de la sociedad) contrastados con el valor de los rituales y de la fe?
¿Puedes relacionar el contenido del comentario con Iom Haatzmaut (Día de la Independencia del moderno Estado de Israel) y el Iom haZicarón leJalalei Tzahal (Día del Rercuerdo de los Caídos del Ejército de Defensa)?
Te propongo que indagues y compartas tus ideas.

Pureza e impureza

Ante todo quiero que quede claro que las reglas de pureza e impureza, tal cual dicta la Torá y las que estipulan los Sabios, en su casi totalidad son para judíos y no para los gentiles.
En tiempos en que el Templo del Eterno en Jerusalén está construido y en funcionamiento, son de aplicación práctica para los judíos, no para los gentiles. Principalmente determinaba quiénes podían ingresar al monte del Templo y participar de sacrificios y otros rituales. Solamente personas en estado de pureza estaban habilitadas para el ingreso y participación. Para cumplir con lo dicho: "tendréis en reverencia Mi santuario. Yo soy el Eterno" (Vaikrá / Levítico 19:30) y que las personas no tomaran como algo corriente y banal el hecho de entrar al Templo y ser parte de las tareas que allí se cumplían. Por ello la persona tenía que tomar conciencia de su estado, de su motivo para presentarse “ante Dios” en el Templo.
Es así que está dicho acerca del impuro "No tocará ninguna cosa santa, ni vendrá al santuario" (Vaikrá / Levítico 12:4).
Como no siempre la persona estaba alerta a su estado de pureza, o adrede concurría al Templo sabiendo que no debía, es que se instituyó en la Torá sacrificios públicos de animales para corregir por estas infracciones: "y purificará (al Santuario) y lo santificará de las impurezas de los Hijos de Israel" (Vaikrá / Levítico 16:19).
(Para abundar más sobre el tema, estudiar capítulo 47 del tomo 3 de “Guía de los Perplejos”, de Maimónides).

En ello básicamente radicaba su importancia.
Hace unos 2000 años que no tenemos más el Templo, por lo cual, casi que no tienen aplicación práctica, a excepción de algunas costumbres que de romperse no provocan ningún perjuicio palpable (ejemplo, que los cohanim –miembros de la estirpe de sacerdotes- no entren al cementerio) o algunas otras que se mantienen en vigencia por otros motivos (la separación física de los cónyuges judíos durante el lapso de la menstruación y días siguientes).
Quien desee más detalles que amplíen lo que trataremos aquí, lo invito a visitar este link.

“Tahor” (puro) y “Tamhé” (impuro) son conceptos que refieren a un estado espiritual y no a aspectos físicos, emocionales, sociales o mentales.
Puede resultar difícil de comprender, pues es muy frecuente que sean traducidos como “limpio” y “sucio” respectivamente, o ideas similares que llevan a asociar la impureza con algo manchado, echado a perder, mugriento o inmundo. Atiendan a la traducción que hace la Reina Valera de impuro: “el cual reside entre ellos en medio de sus inmundicias” (Levítico 16:16), unos renglones más abajo en este texto encontrarás la traducción judía y erudita, muchísimo más leal y fidedigna, y no leerás “inmundicias”, sino “impurezas”. Porque el concepto judío, el único aceptable y válido para comprender las escrituras judías, no vincula lo impuro con lo inmundo, o lo sucio, o lo asqueroso sino con otra cosa.
En el contexto de la Torá puro e impuro no guardan relación con higiene corporal, ni limpieza, ni cosas aborrecibles, ni nada que podamos calificar como “limpio” o “sucio”.

Tampoco tiene relación con pecar o no hacerlo (aunque la idolatría, el asesinato y el incesto podrían considerarse acciones que impurifican gravemente a quien las comete).
Uno no es impuro (como regla general) por traspasar algún mandamiento. La impureza va por otro lado.
Recuerda que la persona no se impurifica por pecar (como regla general).
La persona en estado de impureza no ha hecho nada “malo” (como regla general) para estar en ese estado.
Ni por su estado de impureza está apartado de Dios, tal como expresa claramente la Torá: "el cual habita con ellos en medio de sus impurezas" (Vaikrá / Levítico 16:16), y explica el exégeta Rashi: “aunque estén impuros la Divina Presencia está entre ellos”.

La persona llega al estado de impureza (tumhá) a causa de:

  • algún cambio en su cuerpo (ciertos flujos corporales, menstruación, la mujer luego de dar a luz, una enfermedad que ya no existe llamada tzaraat) o,
  • al entrar en contacto con algún objeto/cuerpo que trasmite la impureza.

Es decir, algo en el sistema espiritual del impuro está en desbalance.
¿Cuál es ese desequilibrio? 
Para comprenderlo primero debemos saber qué entendemos por “puro” e “impuro”.
La más acertada definición de “puro” que podemos ofrecer sería “lo que está conectado con la vida”.
En tanto que “impuro” es lo que en algún grado está desconectado de la vida. Éste precisamente es su desequilibrio, que repito, no es un pecado, ni una enfermedad ni una suciedad.

Veremos impurezas que se producen en el humano.

>> El cadáver de una persona es el grado máximo de impureza, porque habiendo estado vivo y hecho “a imagen y semejanza” del Eterno, ahora está por completo desconectado de la vida.
No importa cómo murió, lo que importa es que está muerto.

>> La persona que padecía tzaraat (una enfermedad que ya no existe, que se manifestaba por manchas en la piel, se la traduce a veces como “lepra” pero no lo era) está impura desde el momento en que el cohén le diagnostica la enfermedad y debe pasar a vivir por fuera de la comunidad hasta que se restablezca. Es como un muerto en vida. Alejado de todos, obligado a anunciar su presencia para que los transeúntes no entren en contacto con él, temido por los demás. Con su carne viva expuesta.

>> La mujer que ha parido queda en estado de impureza.
¿Por qué?
Porque en su interior llevaba otra vida, ella estaba doblemente conectada con la vida.
Al dar a luz vuelve a su situación normal, de una sola conexión con la vida.
Ha perdido, en cierta forma, una conexión a la vida, por lo que entra en estado de impureza.

>> La mujer que menstrua está en estado de impureza, porque habiendo tenido la oportunidad para concebir y engendrar un nuevo ser, lo ha dejado pasar y todo aquello que su cuerpo naturalmente había preparado para dar vida, se desprende de su interior y se pierde junto a sangre de rupturas normales de vasos sanguíneos.
¿Por qué impura en este caso?
Porque estaba todo listo para traer al mundo una nueva vida y esa vida no se materializó.
¿Pecó por ello la mujer?
¡Seguro que NO!
¿Es malvada?
Ciertamente que NO.
¿Dios la censura por ello?
NO.
Su cuerpo ha seguido los mecanismos habituales para prepararse para dar vida y luego para despojarse de aquello que ya no pudo ser. Todo es normal, no hay malicia, ni enfermedad, ni pecado. Solamente un breve desequilibrio espiritual provocado por la mayor conexión a la vida que se terminó perdiendo.

>> En el caso del hombre que eyacula algo similar, pero con mucha menor desconexión. Su cuerpo no ha provocado cambios enormes para recibir en su seno al nuevo ser, no ha modificado su aparato reproductor para prepararse para cargar en él al hijo. Simplemente ha derramado la simiente que se conjuga con el ovocito para procrear. Por supuesto que hay desconexión con la vida, pero de dimensión mucho menor, insignificante en comparación con la muerte de una persona y proporcionalmente pequeña con la menstruación.

Los procedimientos para retomar el estado de pureza depende de lo que causó la impureza, siendo rituales más complejos a mayor grado de impureza.
Estos rituales tenían como objetivo que la persona tomara conciencia del valor de la vida:

  • Aquel que estuvo en contacto con un cadáver, para saber que cada minuto es valioso, que el único tiempo que tenemos es ahora, que si no hacemos hoy nuestra parte nadie más la hará.
  • Aquel que padeció tzaraat para que no vuelva a actuar del modo que hizo que lo llevó a tan terrible enfermedad.
  • La mujer que dio a luz para que entienda que todas las dificultades durante la gestación, molestias del parto y el trabajo de criar un hijo valen mucho la pena. Que no por el dolor o contrariedades deje de procrear en el futuro.
  • La mujer que menstruó para que tome conciencia del tiempo que pasa, de la vida que está corriendo, de no dejar de lado las oportunidades que pudieran ser únicas.
  • El hombre que eyaculó para que dirija su pasión sexual hacia el compromiso con una mujer, con la cual establecer una familia y morar en armonía.

Hasta aquí un breve resumen, muy acotado.

Ahora dos preguntas para reflexionar y compartir tus respuestas acá abajo, en la zona de comentarios:

  1. ¿Cuál es la utilidad práctica para los judíos de la actualidad de conocer y mantener en lo posible su estado de pureza?
  2. ¿Cuáles podrían ser las acciones que promuevan la vida y por tanto vigoricen la pureza de la persona?

¡Mujer pecadora! ¿Será así?

Hace un rato publique un breve comentario acerca de las porciones de lectura semanal de Torá, para la nación judía, de esta semana.
Encuentras el texto haciendo clic aquí.
Allí solicité de los amables lectores que opinaran acerca de lo siguiente:

En la primera parashá nos encontramos con algunas reglas que la Torá establece para la mujer que ha dado a luz. Una de ellas dispone que desde ese momento no debe ir al Santuario, porque está en estado de impureza y no está permitido entrar al lugar del Templo en esa condición. Si nació un varón este período es de 33 días, en tanto que 66 por una niña. Al cabo de este tiempo, ella ofrecía un sacrificio en el Templo y retomaba el estado de pureza.
A veces “puro” e “impuro” son traducidos como “limpio” y “sucio” respectivamente, o ideas similares, pero en el contexto de la Torá estos son conceptos espirituales. Así, puro hace referencia a lo que está conectado con la vida, en tanto que impuro a lo que en algún grado está desconectado de la vida.
¿Se te ocurre algún motivo no sexista para que la impureza sea el doble de tiempo cuando nace una niña? Quizás parte de la respuesta está en comprender qué significa realmente “impuro”.

Una gentil lectora al poco rato puso una respuesta a mi interrogante:

La impureza es el doble de tiempo para una niña porque fue la mujer Eva quien insitó al varón Adam a pecar comiendo este de la manaza a prohibida o tal ves porque fue la mujer la última en ser hecha y fue hecha de la costilla del hombre, será porque la mujer nace más pecadora que el hombre. Ahí tengo un Poco de dudas no se sí estaré correcta. Lo demás lo voy a analizar de acuerdo a otras respuestas que nuestros amigos compartan.

Quisiera despejar algunas ideas confusas o erróneas y que llevan a conclusiones no muy acertadas.
Es con todo respeto y cariño hacia la generosa señora que nos quiso compartir sus creencias, ayudarnos a responder la duda planteada desde lo que podía aportar.
Estoy seguro de que estas ideas provienen de su pasado cristiano, plagado de mitos, leyendas, cuentos que se hacen pasar por verdades sagradas, omisiones y añadidos a los sagrados textos del pueblo judío. Ahora que la señora ha llegado a su hogar espiritual, ha comenzado su despertar y renacimiento, de a poco podrá ir des-aprendiendo, sacándose de encima y de adentro las pesadas piedras que le fueron impuestas para de esa forma ser libre y feliz, dichosa de gozar de las bendiciones que recibe constantemente del Eterno.

Vamos viendo entonces.

¿Quién paga los platos rotos?
“La impureza es el doble de tiempo para una niña porque fue la mujer Eva quien insitó al varón Adam a pecar comiendo este de la manaza a prohibida”.
Es cierto que Eva fue la que comió primero del fruto prohibido, es cierto que a instancias de ella Adam comió del fruto.
Ok, perfecto, el pecado de comer del fruto prohibido es de Eva.
El pecado de instigar a su hombre a pecar, también es de Eva.
Fue Eva la que debió pagar por sus errores, nadie más.
Dios lo establece claramente que NO pagan los inocentes por el pecado de los culpables.
Ninguno puede hacerse cargo de la acción negativa de otro, si no tiene en ella parte o responsabilidad.
Como lúcidamente expresa la Torá (judía): "Los padres no serán muertos por los hijos, ni los hijos serán muertos por los padres; sino que cada cual será muerto por su propio pecado." (Devarim / Deuteronomio 24:16).
Sí, es una gran diferencia con la teología cristiana, en la cual todos son culpables por el pecado de Adam y todos pueden salvarse con fe en el ídolo colgado de una cruz.
Nadie más es culpable por los hechos de Eva o Adam, solamente ellos por lo que a cada uno le toca.
Ni otra persona o “emisario celestial” puede tomar el lugar del pecador. Es quien pecó el que debe asumir su propio pecado, arrepentirse sinceramente en la medida de lo posible y afrontar las consecuencias de la justicia.
En palabras del profeta de la Verdad: "El alma que peca, ésa morirá. El hijo no cargará con el pecado del padre, ni el padre cargará con el pecado del hijo. La justicia del justo será sobre él, y la injusticia del impío será sobre él." (Iejezkel / Ezequiel 18:20).
Con solo estas dos breves citas, y sin necesidad de recurrir a todo el arsenal disponible, destruimos por completo el mito delirante de que la “sangre de Jesús” y la fe en ese ídolo limpia de pecados.
Al mismo tiempo le explicamos a nuestra apreciada amiga que si Eva “metió la pata”, que sea Eva la que la quite del lío y se haga cargo de las reparaciones y efectos de la justicia.
¡En modo alguno TODAS las mujeres cargan la culpa por los hechos de Eva"!
Es algo que debe quedar muy en claro, porque seguir aferrados a la fantasiosa teoría del “pecado original”, simplemente niega a la persona su altura espiritual, su lazo indestructible con el Eterno, la belleza de su existencia en este mundo.
Así pues, esta frase de la buena amiga no resuelve nuestra duda.

¿Quién está impuro?
Por otra parte, el hecho de que una mujer peque no la convierte en impura, ni a ella ni a nadie a su alrededor.
Explico con rapidez.
Impuro es aquello que está desconectado de la vida, o desconecta. Una persona muerta es la máxima expresión de la impureza, porque es lo que mayor conexión tenía mientras vivía y pasó a ser un recipiente vacío, ya sin ninguna conexión.
Cuando una mujer está menstruando, de acuerdo a la ley judía, está en estado de impureza. No es mala, ni pecadora, ni sucia, ni aborrecible, sino que simplemente perdió una chance de procrear y su organismo está desechando lo que había preparado para sustentar la nueva vida. Por ello está impura, porque teniendo la oportunidad de dar vida, no lo hizo. Repito, no por ello es mala, ni pecadora, ni aborrecible, ni enferma, simplemente tuvo una pequeña desconexión de la vida.
Y así hay otros casos en los cuales se hace patente la naturaleza de la impureza, según concepto del judaísmo tradicional.
De una naturaleza diferente es el pecado, no mencionamos ahora los que conllevan al muerte de nadie, sino el resto de los pecados, desde los cotidianos hasta los extraordinarios.
Uno de los efectos (no visible por el ojo) del pecado es rodear nuestro espíritu con manchas o murallas que impiden que la Luz espiritual nos alumbre. No resta a nuestra esencia, que permanece incambiada, ni nos desconecta de hecho de la Fuente de Vida. Sino que rodea con murallas a nuestra neshamá. Entonces, si bien en un sentido metafórico el pecado es impuro, en los hechos espirituales no hay desconexión a causa de él. Ningún pecado (dijimos que estamos exceptuando el asesinato, que desconecta a alguien efectivamente de la vida) nos desconecta de Dios.
Por lo cual, aunque Eva pecó, no por ello se desconectó de la vida. Mucho menos sus descendientes mujeres, que no tienen parte ni culpa por sus acciones.

¿Manzana? La de Blancanieves…
“comiendo este de la manaza a prohibida”.
Otro de los inventos del cristianismo que adultera el puro tesoro del pueblo judío, SU TANAJ (mal llamada “biblia judía”),que se repite y se repite y hasta parece que fuera cierto.
A propósito el divino autor no quiso mencionar la especie del árbol prohibido y se refirió a él como: “Árbol del conocimiento del bien y del mal”.
El Santo omitió adrede la identificación del árbol.
Los Sabios propusieron cuatro opciones, con sus explicaciones (que no mencionaremos aquí, porque como suele ocurrir ya tengo algo publicado al respecto –link-): citrón, trigo, higo, uva.
Para los Sabios no entraba allí la manzana.
Fueron los extraños, los apartados de la Luz, los siervos del EGO en forma de sus ídolos los que inventaron el cuento de la manzana, que quizás no es tan terrible ni peligroso como otros de sus cuentos. Pero igual, mejor apartarse del mal y hacer el bien… cuanto más alejada esté de las ideas oscuras que provienen del EGO, más libre, feliz, dichosa podrá ser.

¿Cuál costilla tiene la mujer que le falta al hombre?
porque fue la mujer la última en ser hecha y fue hecha de la costilla del hombre”.
Otra de las ideas que provienen del cristianismo, aunque reconozco que también hubo expresiones de los Sabios similares.
Pero en su origen no menciona la Torá que la mujer sale de una costilla del varón, sino que el primer humano era macho y hembra, espalda unida a espalda formando un solo ser humano. Dios separó a esa criatura en dos, una es el Adam varón la otra fue la que conocemos como Eva.
También sobre esto ya tenemos escrito, por lo que no me extenderé.
Para el cristianismo esta forma de tomar la naturaleza de la mujer, como dependiendo del varón para su gestación y nacimiento, como si el hombre hubiera tenido el poder que solamente la mujer tiene, es otro de sus mecanismos para seguir oprimiendo a las mujeres y someterlas al machismo cruel que directamente se desprende de sus libros “sagrados”.
Pero en la Tradición de la Luz, hombre y mujer, mujer y hombre, son pares, no uno sobre el otro. Son complementarios, diferentes pero equivalentes. Uno y otro necesarios y sin que las diferencias permitan la sujeción o el acoso del poder. Eso en la Tradición de la Luz, por desgracia hay cosas que vienen de la oscuridad que fueron insertadas en el judaísmo y no faltan los “religiosos” que son machistas a más no poder. Ese machismo no tiene raíces en la Torá, sino en el contacto de los judíos con las creencias y costumbres de otras naciones de antaño.
De hecho, hay una corriente de opinión valiosa dentro del judaísmo que dice que la mujer podría considerarse un peldaño por sobre el varón, puesto que cuando apareció como entidad separada y diferenciada fue la que efectivamente culminó el proceso original de la creación.
Pero mejor quedémonos con que somos complementarios, diferentes pero equivalentes.
Así pues, el haber nacido después en modo alguno la hace impura, más bien todo lo contrario.

¿Mujer pecadora?
“será porque la mujer nace más pecadora que el hombre”.
Ya lo explicamos, pero reitero: TODOS nacemos puros, sin pecado, conectados a la vida.
Como ya mencionamos, es otro invento cristiano el afirmar y decretar  que todos nacemos pecadores… ¡nada más alejado de la verdad!
Otro invento es que la mujer, por serlo, es más pecadora por naturaleza.
Sé de sectas judías, de fanáticos religiosos, muy extremistas, que se venden como el judaísmo verdadero y sus representantes, pero que no lo son ni serán por más que sean la imagen típica que de los judíos tienen algunos gentiles , que también cargan con estas ideas machistas, enfermizas, terribles.
Pues no, la mujer no nace más pecadora por ser mujer.
Pero, a los servidores del EGO que se atribuyen cargos de representantes de dioses les conviene difundir la creencia de que la mujer es débil, pecadora, inductora a pecado, fuente de males, “Lilith” perturbadora, ignorante, falta de entendimiento y otras mentiras por el estilo. Les sirve para tener sometida a la mitad más uno de la población. Les sirve para que un grupito de patriarcas sigan haciendo de las suyas, usurpando poderes, lugares y santidades.
Claro que encontraremos citas de los sabios que parecen reducir el valor de la mujer, pero ¿las comprendemos correctamente? ¿Las ubicamos en su contexto y vemos qué realmente se nos quiere decir? Recomiendo releer el texto que se abre haciendo clic aquí.

Espero que sigamos avanzando, que sigamos des-aprendiendo para poder aprender y llenarnos de cosas buenas. Somos seres de Luz en cuerpos a los que debemos amar y cuidar. Somos eternos en una vida pasajera. No perdamos nuestro tiempo en cosas que no tienen valor, sino que construyamos shalom a cada momento.

Gracias por dialogar.

El movimiento pendular de nuestro actuar y la necesidad del movimiento constante

Una de las cosas más bellas que tiene la ciencia es precisamente la descripción de la realidad a través de la evidencia indiscutible. Hay que dejar la energía fluir porque si no comienza un proceso de putrefacción. Hay que estar consciente en todo momento y entender que nos movemos por un péndulo que no está exento por las leyes de la física. Es un movimiento de oscilación que no percibimos a simple vista pero que no es imaginario, por eso es que existen los altibajos, porque todo en la vida es una ecuación y necesita ser  calibrado, la ecuación debe de ser balanceada, si el paso se da a la izquierda, el péndulo oscilará hacia la derecha igual  en igual forma y cruzará ese segmento de curva hasta llegar al punto inicial pero dependiendo del largo de la cuerda desde el péndulo en un ángulo de noventa grados, la energía cinética será la máxima mientras que la energía potencial será la mínima.

Esa energía de impacto inicial es la que va a poner en movimiento el péndulo y dependiendo del tamaño de la cuerda y del péndulo en sí, así será la inercia con la que el péndulo regrese. Una querida amiga decía que la matemática es el lenguaje del universo y definitivamente tiene mucha razón, pues el impacto que sentimos en nuestro actuar y que podemos probar matemáticamente, si partimos de la premisa que toda acción tiene una reacción, puede ser explicado por medio de la Matemática. Entonces si imaginamos que esto se da por un esquema pendular, podemos ver porqué es que las acciones siempre se devuelven con creces.

Sigamos con el ejemplo del péndulo. Imaginemos una línea perpendicular y una transversal, en la parte de abajo el péndulo está quieto y este cruza un segmento de trayectoria de una circunferencia de 0 grados a los 90 grados con cierta fuerza de impacto, cuando el péndulo regresa viene con una mayor inercia que hace que el impacto se sienta con mayor fuerza.  Ese movimiento pendular es el que caracteriza a la acción.

El secreto de la inercia dependerá de tomar la masa del péndulo y multiplicarlo por la velocidad, entonces tenemos que esa oscilación con la que el péndulo regresará creará ese impacto mayor que la fuerza con que el péndulo llegó a los noventa grados donde la energía potencial es máxima, para el ejemplo en asunto,  y la energía cinética es cero. Conforme el péndulo avanza por el segmento de circunferencia de noventa grados, al tomar en cuenta los factores de la masa y de la velocidad, que aumentarán esa inercia, la fuerza de impacto aumenta, siendo este nuestro punto de partida podemos entonces hipotetizar que si aplicáramos este ejemplo a la premisa mayor del movimiento pendular de las acciones que toman lugar en el tiempo y en el espacio, entonces una buena acción va compuesta de dos componentes, en primer lugar la masa de la acción y en segundo lugar qué tan lejos se llevó esa acción, es decir, la amplitud que será determinada por el largo de la cuerda.

Podría ser una acción de gran tamaño pero que apenas y se movió unos pocos grados, entonces, pese a que la acción es grande, al no haberse realizado mucho esfuerzo, entonces el movimiento pendular mínimo que requirió un esfuerzo mínimo, hará que inercia de la oscilación del péndulo sea mucho menor que si se hiciera un mayor esfuerzo en llevar a cabo la acción, pues ello implicaría que la potencialidad de la energía aumentaría y que la gravedad surtiendo efecto sobre el péndulo, en una amplitud máxima de noventa grados, generaría una inercia mayor y, por tanto, la fuerza de impacto una vez que el péndulo regresa sería mucho mayor, sea para bien o para mal.

Tomemos un ejemplo. Asumamos que recibo un salario de $1000 mensuales, y resulta ser que saqué un dólar para caridad. Entonces ese dólar que yo saqué representa una milésima de mi esfuerzo para darlo en caridad, o sea, que si yo dedico doscientas horas mensuales entre las horas que laboro y los tiempos de traslado para generar mil dólares de salario y de mi salario bruto doy un dólar, entonces ello equivaldría a aproximadamente a doce minutos de mi tiempo de todo aquél destinado para la obtención de mi sustento. Como vemos doce minutos de doscientas horas no es la gran cosa y, por ende, la amplitud, es decir, qué tan lejos se movió el péndulo resulta mínima.

Si tomamos ese valor de una milésima y lo calculamos dentro de la amplitud del segmento de circunferencia de cero a noventa grados, tenemos que ese dólar no movió el péndulo ni siquiera un grado. Ahora bien, si yo doy un diez por ciento de mi ingreso bruto en caridad, ello implica que destiné veinte horas para el bien de los demás, entonces la acción sigue siendo buena, o sea, el tamaño del péndulo es grande y como di caridad con un esfuerzo mayor, entonces la amplitud dentro de la curva de oscilación va a ser mayor, alrededor de casi diez grados y esto aunado a la masa del péndulo, genera mayor energía potencial que por efecto de la gravedad va a ser que la inercia sea mayor y, por ende, la fuerza de impacto también, ante lo cual percibimos que la buena acción se multiplicó y, en efecto, lo hizo.

Surge una nueva pregunta, entonces si la acción va de la mano con el tamaño del péndulo y el esfuerzo representa la amplitud de la curva de oscilación, ¿no se puede hablar entonces de una variable más que sería la longitud de la cuerda que conecta a la línea perpendicular en su extremo más alto con el péndulo en sí?

Esa variable, a mi parecer debería ser el grado de interés o, más bien, de desinterés con que la persona realice la acción, en el caso de la buena acción, cuanto mayor sea el desinterés, mayor será la longitud de la cuerda y, como es una ecuación, en el caso de lo negativo, cuanto mayor sea el interés en hacer el mal, mayor será la longitud de la cuerda, pues la longitud de la cuerda debe de ser ponderada a la hora de determinar la amplitud, es decir, la distancia más larga de cero grados y a noventa grados dentro de la curva de oscilación de cuarenta y cinco grados.  ¿Qué pasa si la buena acción busca generar una buena reacción? Al llevar un interés de recompensa se acorta la longitud de la cuerda y, por ende, se disminuye la inercia de la reacción, ante lo cual la fuerza de impacto del regreso del péndulo disminuye.  Caso contrario ocurre con la mala acción que aumenta conforme el interés en hacer el mal incrementa también.

En resumen, si se va actuar para  hacer algo bueno hay que hacerlo sin interés de recompensa, pues esto aumenta la inercia y la fuerza de impacto de la buena reacción en tanto que si se comete una mala acción, cosa que no debería ser así pero que sería iluso pensar que no lo haríamos en algún momento, se debe disminuir al máximo la saña. Creo que este ejemplo lo podríamos aplicar al caso de los administradores de justicia. No porque se condene a alguien por haber cometido un delito, ello implique que el juez tenga que ensañarse, porque  la saña transforma la loable labor de impartir justicia en una de daño hacia una persona más allá del necesario que se ocuparía para remediar las cosas.

Surge un hecho de vital importancia y es que la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma y al ser así entonces se transforma en energía potencial o cinética donde la cinética requiere de una fuerza, de un movimiento que dependiendo del tamaño del objeto generará cierta inercia. Ahora viene la siguiente premisa, si este mundo yace en el lado de la parte material, ello implica que por la fuerza de gravedad serán los objetos de naturaleza material los que sean atraídos con mayor fuerza hacia la materialidad entonces es por eso que se siente que la mala acción, es decir, aquella que se aleja de lo divino y se acerca más a lo material, va a sentirse con mucho más fuerza en el mundo material y, por ende, su inercia va a ser mayor,  pues el tamaño del objeto material en el mundo tridimensional, tiene un cierto tamaño en masa que debido a la proximidad polar negativa, va a ser que atraiga con mayor fuerza a ese objeto material hacia la tridimensionalidad.

Usemos un ejemplo muy básico, si una roca tiene X tamaño pesará x kilogramos en la Tierra donde la fuerza de gravedad es mayor y p kilogramos en Júpiter donde la fuerza de gravedad es menor. Es un ejemplo inexacto pero me parece que de alguna forma viene a clarificar un poco la idea que trato de transmitir.

Viene ahora la otra interrogante ¿qué hace que el péndulo se mueva? Es la energía resultante de la interacción de nosotros como seres humanos quienes estamos en constante movimiento, inclusive cuando reposamos. Si no actuáramos y permaneciéramos en un estado de reposo total esa energía cinética pasaría a convertirse en energía potencial y al estar en energía potencial el péndulo estaría en posición perpendicular y no habría movimiento, al no haber movimiento no habría vida pues la vida  en sí misma implica movimiento.

Surge otra pregunta, entonces ¿cuál es el efecto del cese del movimiento y, por ende, de la vida? Lo bueno es aquello que se acerca a la vida mientras que lo malo es lo que nos aleja de ella, en este caso lo bueno es lo que nos acerca, o sea, la energía cinética en tanto que la potencial tiene un valor, pero su valor es un valor futuro y no actual. Al no ser actual no se puede realmente medir, pues potencialmente el péndulo podría oscilar en una amplitud de hasta noventa grados pero esa es su máxima potencialidad, asumiendo, claro está, que exista un tope para la oscilación del péndulo dentro de un ángulo recto que bien podría ser inclusive obtuso pero que para efectos de nuestro ejemplo complicaría más aún las cosas.

Inclusive cuando descansamos, lejos de estar a cero grados dentro de la oscilación, estamos en realidad suspendidos dentro de la trayectoria bien sea a cinco, diez, veinte, noventa grados pero nos suspendemos guardando energía potencial para oscilar hacia el ángulo cero y de vuelta. En realidad el péndulo posee un ápex de ciento ochenta grados que es donde definitivamente maximizamos nuestro potencial y nuestro actuar pero que debido a la gravedad hará que en algún momento el péndulo tenga que regresar a su posición original aunque con mayor inercia para pasar de un hemisferio a otro, quizás por eso es que tengamos épocas oscuras y épocas doradas a través de la Historia.

En resumen, para poder mantener la vida y que no se dé una muerte de nuestro plano tridimensional es necesario mantener la energía cinética y esto se logra a través del movimiento, como vemos el secreto está en actuar bien y con desinterés para potenciar y aumentar la inercia del péndulo no solo para nuestro beneficio sino para el de los demás. Claro que dentro de las leyes que rigen este universo no solo está decirlo de los dientes para afuera sino que tiene que ser algo que el corazón y la mente entiendan bien, pues va más allá de la simple racionalización de las cosas, primero hay que dejar que sea el cerebro el que a través del pensamiento consciente gobierne la acción para que de esta manera pueda darse una acción auténtica y no sintética.

Quedo a la espera que los amigos de este sagrado hogar realicen las correcciones necesarias pues sé que los errores sobrarán al no ser ésta mi área de experiencia, sin embargo, hago este intento porque no se puede ir en contra de la Ciencia ni de la Tecnología y en nuestra labor de construir Shalom sería bueno el desarrollar modelos explicativos que no den lugar al cuestionamiento innecesario, no por una cuestión de EGO, sino más bien para coartarle las posibilidades a los que siguen encarcelados en sus celdas mentales y que recurren a la misma Ciencia y a la Tecnología para desvirtuar nuestros alegatos, lo cual menoscaba nuestra labor de buscar la construcción de un mundo de paz y de armonía.

 

¿Y si solo hago el bien?

No es suficiente con apartarse del mal solamente.
Como no es suficiente hacer el bien solamente.
Lo dicen los divinamente inspirados sabios escritores de la antigüedad:

" Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela."
(Tehilim / Salmos 34:15)

"Apártate del mal y haz el bien, y vivirás para siempre."
(Tehilim / Salmos 37:27)

"No seas sabio en tu propia opinión: Teme al Eterno y apártate del mal, porque será medicina para tu carne y refrigerio para tus huesos.
Honra al Eterno con tus riquezas y con las primicias de todos tus frutos.  Así tus graneros estarán llenos con abundancia, y tus lagares rebosarán de vino nuevo."
(Mishlei / Proverbios 3:7-10)

No alcanza con hacer el bien solamente, aunque muchos hombres lo digan y repitan.
El mundo (que comienza en nuestro interior) no se corrige solamente con la acción positiva, sino también a través de la justicia, que es la restricción necesaria.

Esto también lo podemos aprender de la recién celebrada festividad de Pésaj.
Atendamos:

"Durante los siete días se comerán los panes sin levadura, y no se verá contigo nada leudado ni levadura en todo tu territorio."
(Shemot / Éxodo 13:7)

Los judíos recibieron el mandamiento de comer matzá (pan sin leudar), pero no solamente esto.
También deben estar exentos de poseer jametz (alimentos que provienen de las cinco especies gramíneas).

Quien ingiere matzá, ¡qué bueno!
Está haciendo lo que corresponde, pero con ello no está cumpliendo cabalmente con su parte en la tarea, pero también es menester desprenderse de lo que no se ha de tener.

Porque hacer solamente lo bueno no es suficiente, aunque lo repita una y mil veces un señor con barba simpáticamente ataviado, o lo posteen tus amigos en el Facebook hasta el aburrimiento.
Suena bonita esta filosofía “new age” en ropajes que se creen judaicos, pero no son parte de la Cabalá, o sea, de la tradición sagrada de Israel, ni lo que debe servir como base de vida para toda persona constructora de Shalom.

Pero esto SÍ es Cabalá así como fundamento para la vida de toda persona:

"El que sigue la justicia y la bondad hallará vida, justicia y honra."
(Mishlei / Proverbios 21:21)

"De la misericordia y el derecho cantaré; a ti cantaré salmos, oh Eterno."
(Tehilim / Salmos 101:1).

Sin dejar de recordar el texto sagrado una y otra vez mencionado por nosotros:

"¡Oh hombre, Él te ha declarado lo que es bueno! ¿Qué requiere de ti el Eterno? Solamente hacer justicia, amar misericordia y caminar humildemente con tu Elokim."
(Mijá / Miqueas 6:8).

No son palabras de muchachos simpáticos de internet, ni de estrambóticos personajes sectarios, ni de venerados hombres conocedores de su limitada porción de conocimiento,
sino que son palabras del Eterno a través de los que Él escogió para expresarse, sea por medio de profecía o a través de sacra inspiración.

Bondad y justica.
Hacer el bien, pero apartarse del mal también.

Y constancia saludable, fidelidad con aquello que es merecedor, tal como el pasaje citado de Shemot continúa expresando:

"Aquel día se lo contarás a tu hijo diciendo: ‘Esto se hace con motivo de lo que el Eterno hizo conmigo cuando salí de Egipto.’"
(Shemot / Éxodo 13:8)

Así es como hemos de proceder. Mantener la tradición, no por ritualismo o formalismo, ni porque los demás están mirando y juzgando. Sino seguir las sendas de la tradición por reconocimiento, agradecimiento, porque tiene un valor supremo y que es merecedor nuestro hijo de recibir como regalo para disfrutarlo y traspasarlo a su vez.

Y cuando la gente bien intencionada nos quiera convencer de la teología “new age” tan de moda, incluso entre gente con ropajes que se creen de judío, entonces sonriamos con sincera amabilidad y ofrezcamos la construcción de shalom como reparación a sus vidas dañadas.

Para finalizar, ten presente lo que el Eterno dijo a través de Su profeta:

"¿Acaso el Único no hizo el cuerpo y el espíritu de ella?"
(Malaji / Malaquías 2:15)

No somos solamente espíritu, tampoco solo carne.
Somos seres multidimensionales, por obra del Eterno.
Él no nos dio ninguna de nuestras dimensiones para castigarnos o que nos sea de carga, sino para nuestro provecho y bendición.
Así pues, ve a disfrutar de lo que tienes permitido, goza de la vida, de tu porción; pero aléjate de aquello que te hace peligrar o daña. Sí, también cuídate de aquellos religiosos bien-intencionados que inventan sus sendas, las hacen pasar por antiguamente sagradas, y dejan de lado la verdadera Cabalá.

Todo mi aprecio y deseo de bienestar para ti.

Era mesiánica interna

Si nos enseñaran desde la cuna a identificarnos con nuestro Yo Esencial y a vivir en sintonía con él, ¡sería todo muy diferente!
Pero, al ratito de estar en el mundo (e incluso antes) ya se nos imponen etiquetas, nombres, títulos, dogmas, máscaras, elementos que van formando al Yo Vivido y nos van distanciando de nuestro ser espiritual.
Atención: el Yo Vivido no es de por sí contrario u opuesto al Yo Esencial, puede contar con numerosas cualidades que están en armonía y correspondencia con nuestra esencia. Sin embargo, el mundo pretende que se sigan sus dictados, el EGO manipula para silenciar la voz tenue del espíritu, por lo cual los bloques que se apilan y organizan en el Yo Vivido necesariamente forman murallas que aíslan la Luz del espíritu, la enmascaran, la cubren con frases, religiones, creencias, fantasías, deseos, buenas intenciones, ignorancia, superstición, miedos e infinidad de cáscaras opacas.

Sigue enseñándose en los colegios alabanzas a "héroes" de guerras y conquistas, también a competir por glorias huecas y trofeos del EGO, a compartir para obtener beneficios.
Mejor sería ofrecer oportunidades para enseñanzas trascendentes, de vida aquí y en la eternidad.
Priorizar y destacar aprendizajes valiosos en solidaridad, confianza, comunicación auténtica, espiritualidad desprovista de rituales vacíos de contenido, amor, construcción de shalom, fidelidad al Eterno –que no tiene nada que ver con religión-, colaborar con el prójimo, respeto, sentido crítico, a preguntar en lugar de responder mecánicamente, a aprender en vez de memorizar automáticamente, a trabajar en vez de mendigar o decretar (entre otros posibles aprendizajes), entonces, viviríamos en otra realidad, mucho mejor.
Mucho más próximos al Paraíso Terrenal que al caos que nos rodea y nos habita.

Si los padres en vez de "tener" hijos, comprendieran que ayudan a traer hijos a la vida y les acompañaran en el trayecto del crecimiento, estaríamos mucho mejor… ¿no?
Habría personas más saludables, felices, comprensivas, colaborativas, que disfrutan y comparten la bendición que fluye constantemente sobre nosotros.

Pero, el mundo muestra otra cosa, y lo viene haciendo desde Adán y Eva (sino desde antes).
Nos encorsetan en dogmas, nos aferran a etiquetas, nos hacen creer y sentir tal y cual, hasta nos entrenan a sentir o dejar de sentir, se nos encarrila para cargar todo lo que sea necesario para desconocer al espíritu o negarlo.
Entonces, no resulta extraño que adoremos dioses, héroes, próceres, líderes, clérigos, familiares, deportistas… el EGO en diversas manifestaciones externas. En lugar de apreciar al ser en su belleza y simpleza, a nosotros y al prójimo, y al Prójimo celestial, estamos rechazando al ser por quedarnos con la apariencia, con la foto trucada del paisaje para no ver detrás al paisaje en todo su esplendor.
Se nos cosifica, y nos cosificamos para convertirnos en objetos, cosas para otros, cosas para nosotros, bienes de consumo, recursos humanos, “ello” en lugar de “tú”, Yo Vivido que se impone y hace desaparecer al Yo Esencial detrás de cortinas de humo (blanco o negro, da lo mismo).

Al tener esto en claro, podemos comprender la importancia de des-aprender mucho, muchísimo, para de esa forma estar mejor capacitados para aprender.
Des-aprender no implica negar el pasado, borrarlo, hacer de cuenta que no existe, repudiar lo que pensamos o hicimos, censurar la memoria.
Des-aprender es dejar de vivir en piloto automático, sacar al EGO del timón, dejar de tomar las cosas por ciertas, parar de hundirse en la brea del sentimiento de culpa por el pasado o el foso sin fin de la ansiedad por lo que vendrá.
Es un tarea de higiene, o más bien, de reacomodo de la información previa para obtener una conducta y una actitud saludable y eficiente.
Esto que propongo no es un consejo que desde las alturas te comparto, es una sugerencia para mí  al igual que para ti.
Todos tenemos mochilas cargadas, pesadas, llenas de las piedras que desde siempre nos han incorporado y trasladamos como si de tesoros se tratara. Por tanto, tú y yo podemos recorrer el camino de la libertad, hacia la felicidad, hacia el gozo de la bendición que constantemente fluye sobre nosotros.
O podemos justificarnos, dar excusas, inventar teoría, aferrarnos a creencias, seguir en adoración de ídolos, apegarnos a las sectas que nos encarcelan, seguir prisioneros de nuestras celditas mentales.

Cuando iniciamos el camino del des-aprender, de a poco podemos ir descubriendo y haciendo buen uso de ese potencial inmenso que tú y yo tenemos.
Está en nuestro genoma espiritual, es nuestra sagrada conexión con el Eterno, con el todo.
Tenemos un gran poder, desaprovechado, oculto, atrapado detrás de las murallas que ha levantado el EGO.
No es un poder mágico, no haremos milagros, no tendremos al universo trabajando para nosotros, mucho menos al Todopoderoso como siervo; pero es un inmenso poder, que no conocemos, por la sencilla razón que no lo conocemos… nunca nadie nos dejó entrar en contacto con nuestra esencia, adentrarnos a descubrir nuestro Yo Esencial. ¿Recuerdas? Desde el nacimiento o antes ya nos vimos sometidos al EGO, nuestro y de otros, sufrido el trauma de la impotencia. Y nos creemos el cuentito…

Si nos acompañas hace un tiempo, tal vez sepas que en este sagrado hogar vamos dando de a poco pautas para liberar, para construir shalom, para el goce de la felicidad.
Está aquí, disponible para ti. Gratis. Ni te exigimos pagos, ni que te adhieras a una secta, ni que obligatoriamente pasees un libro que muy caro nos compres a nosotros, ni que te conviertas en misionero de nuestras ideas, ni que adores al líder espiritual del hogar, ni que te encierres a meditar en la genialidad del Moré, ni siquiera que nos des un mínimo gracias. Está aquí, lo quieres, te lo llevas. Si lo compartes es mejor que menciones el origen y la fuente. Si lo vives y quieres que otros lo vivan, quizás es bueno que también digas de donde aprendiste. Pero, nadie te persigue para ver que haces o dejas de hacer con el tesoro invaluable de vida y felicidad que te estás llevando ahora mismo de mi caja de los caudales eternos. ¿Quieres contribuir económicamente? ¡Qué bueno, eres un socio realmente! ¿Colaboras con tu presencia y trabajo? ¡Excelente, socio y pico! ¿No haces ni uno ni otro? ¡Bien por ti!
Lo cierto es que aquel que desea y puede va aplicando las enseñanzas de este hogar, obtiene algún resultado positivo visible en lo cotidiano.
Si pareciera que no, es necesario evaluar qué está pasando en su vida. Qué tanto sigue en ilusiones del EGO, cuanto sigue dependiendo de aplausos falaces del afuera, hasta dónde comprende lo que es felicidad y bendición.

¿Te preguntaste alguna vez si no está viviendo ya la era mesiánica?
La redención, la salvación, la era mesiánica está aquí.

Tomemos en cuenta que hay dos eras mesiánicas: la personal y la colectiva. Tal como hay dos exilios: el personal y el colectivo.
Exilio personal: uno vive en el reino del EGO, identificado con el Yo Vivido, ignorando o rechazando al Yo Esencial.
Exilio colectivo: el pueblo judío, como símbolo de la humanidad, está fuera de su tierra patria, sin gobierno autónomo, sin paz con los vecinos, sin la Presencia en el lugar de Su elección.
La era mesiánica, individual o general, son sus contrarios. (Descríbelas si quieres).

Es posible estar personalmente viviendo la era mesiánica aunque se siga en el exilio colectivo.
El despertar de conciencia espiritual, el reconocimiento del Yo Esencial, la liberación del yugo de EGO, la unificación interna y con la creación, la fidelidad sin negociaciones con el Eterno, la concreción de actos de construcción de shalom, es la era mesiánica individual.

Tu trabajo para lograr la redención interna, el diluir el influjo del EGO sobre ti, el andar cada vez más fluidamente por la senda del AMOR, contribuye a que vaya amaneciendo la era mesiánica colectiva.
Debes colaborar con la venida del Mashiaj, y no lo haces en la espera pasiva, sin sentido, desprovista de pasión espiritual, desconectada de la realidad; sino en la tarea activa, concreta, real, verificable de construir shalom.

Entonces, haz lo necesario para cambiar. No quieras cambiar a nadie, sino a ti mismo.
Des-aprende y entonces aprender lo apropiado.
Apártate del mal y haz el bien. Apartarse no es suficiente. Hacer el bien solamente tampoco.
Trabaja por tu redención, pero no de forma egoísta, porque entonces seguirás tan preso y exiliado como siempre. Ayuda al prójimo, se solidario, aporta constantemente en la construcción de shalom interno y externo. Medita, comunícate con el Eterno, repara lo que has dañado, haz el proceso de arrepentimiento para alcanzar la unicidad y el equilibrio. Y todas las otras buenas enseñanzas que compartimos contigo en este hogar.

A pocas horas de que la nación judía celebre nuevamente el Pesaj, tiempo de nuestra libertad, te deseo todo lo mejor, bendición y que puedas disfrutar de ella.

Comprendió, supo, conoció Elokim

Estamos a pocos días para que la nación judía festeje otra vez Pesaj, en el cual se rememora y revive la libertad de los judíos de la esclavitud de Egipto.
Uno de los primeros pasos para la liberación, sino el primero, consideramos que es este:

"Aconteció después de muchos años que el rey de Egipto murió.
Los Hijos de Israel gemían a causa de la esclavitud y clamaron a Elokim, y el clamor de ellos a causa de su esclavitud subió a Elokim.
Elokim oyó el gemido de ellos y se acordó de su pacto con Avraham [Abraham], con Itzjac [Isaac] y con Iaacov [Jacob].
Elokim miró a los Hijos de Israel y Elokim comprendió."
(Shemot / Éxodo 2:23-25)

Muchas enseñanzas podemos extraer del texto, pero me gustaría concentrarme en las dos últimas palabras.
Elokim comprendió, conoció, supo.

De acuerdo a Rashi “les prestó atención a los judíos y no se desentendió de ellos”.
¿Qué cuestiones “teológicas” deja abiertas este comentario?

Por su parte RambaN explica que debe ser entendido en su sentido literal, que hasta ese momento el Eterno había “ocultado su rostro” de ellos, pero que ahora dejó de hacerlo. Es decir, parecía como si Dios no existiera o no pudiera hacer algo, tenía el “rostro oculto”, pero ahora comenzó a operar manifiestamente.  Añade que, siguiendo la estricta justicia los hebreos no se merecían ser redimidos, pero a causa de que elevaron sinceramente sus clamores y gemidos es que el Eterno les procuró desde la misericordia.
¿Qué podemos aprender acerca del sufrimiento y del rezo?

A su vez Ibn Ezra dice que el Eterno miró lo que los egipcios hacían públicamente a los judíos, al tiempo que comprendió lo que les hacían en privado.
¿En qué se concentra este sabio a la hora de comentar el verso?

Seforno dice que Él conoció las lastimaduras de sus corazones y que sus rezos y gritos eran sinceros.
¿Cómo se puede generalizar este comentario a cualquier otra situación?

El Or haJaim comenta en esta ocasión haciendo uso de una palabra extranjera, textualmente menciona que: “se apiadó”.
¿Cómo vinculas el conocer o comprender íntimamente, profundamente, con la misericordia y la piedad?

En el Midrash se nos cuenta que el Eterno los redimió a causa de cinco factores:

  • su sufrimiento,
  • su arrepentimiento,
  • el mérito de sus antepasados,
  • la misericordia de Hashem,
  • el arribo del tiempo destinado.

¿Alguno de estos parece entrar en contradicción con los comentarios previamente citados?

Todos estas explicaciones que mencionamos, que por supuesto no son las únicas existentes o posibles, ¿tienen algo en común?
¿Se complementan de alguna forma?
¿Se contraponen?
¿Aportan a la comprensión del pasaje y de la historia ocurrida?
¿Tenemos más claro qué fue lo que el Eterno comprendió/conoció/supo en aquel momento?
¿Nos brinda alguna enseñanza práctica para mejorar nuestra vida e incentivarnos en la construcción del Shalom?

Ahora, si dejamos de querer descubrir los modos misteriosos en que opera Dios y nos enfocamos en el hombre, en tú, en el prójimo, en mí, ¿qué te parece que nos quiere enseñar la Torá con estas dos palabras?

Interesante es notar que estas dos palabras aparecen en otro sitio de la Torá, en boca de un amigo poco recomendable, el serpiente, cuando le dice a la mujer:

"Es que Elokim sabe que el día que comáis de él, vuestros ojos serán abiertos, y seréis como Elokim, conocedores del bien y mal."
(Bereshit / Génesis 3:5)

Con este nuevo dato, ¿puedes elaborar alguna nueva idea que te fortalezca en tu camino de bondad y justicia y lealtad?
Por si no advertiste, el verbo saber/conocer/comprender está usado dos veces en este párrafo en relación al Eterno. ¿Será casualidad? ¿Tenemos algo para descubrir allí?

Se viene Pesaj, tiempo de la libertad, y por eso te ayudo con unas modestas preguntas, con el propósito de liberarnos, de quebrar el yugo del Faraón (EGO) y salir de nuestro Egipto personal (celditas mentales).

Breves de la sociedad

Que atinadas palabras dijo José Emilio Pacheco ayer durante un diplomado en el INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) «Hay que dejar que la muerte haga su oficio» a propósito de aquellos hombres que después de muertos son elevados a sitiales de santos o semidioses «Hay que dejar que la muerte haga su oficio» una gran y evidente realidad pues…. lo muerto, muerto esta.

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