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El impulso del noájida “bien intencionado”

Comparto contigo una enseñanza judía, para judíos, en contexto judío, al respecto de la Torá y de los 613 mandamientos para los judíos.
NO ES para que te confundas y asumas que la Torá y los 613 son parte del tesoro de las naciones, pues no es así. Tampoco para que te creas en potestad para estudiar Torá como deben los judíos, ni para que te pongas a predicar “la Palabra”, ni para que te impongas limitaciones que Dios no quiere para ti.
Sino que es para que entiendas el mensaje universal que porta, aquel que es provechoso y de bendición para cualquier persona, sea judía o noájida, y a partir del sentido del mensaje puedas fortalecer tu propia identidad, crecer en todos tus planos, afianzarte y desarrollar todos tus potenciales.
Ahora, la enseñanza.

El rabino Gifter (en «Pirkei Torá», traducido libremente por nosotros) nos enseña:

«Dice la Torá:
No añadáis a las palabras que Yo os mando, ni quitéis de ellas, de modo que guardéis los mandamientos del Eterno vuestro Elokim, que Yo os mando.’
(Devarim / Deuteronomio 4:2).
La tendencia natural del hombre es de abstenerse a ser sometido a la voluntad ajena.
Nosotros queremos auto-gobernarnos.
Esta tendencia puede impedir grandemente nuestro servicio a Dios, ya que el verdadero servicio a Dios demanda una completa sumisión al gobierno de la Torá.
Añadir o quitar de los mandamientos -que son la manifestación de nuestro servicio a Dios- está para satisfacer la propia voluntad, pero no la voluntad de nuestro Creador.»

¿La voluntad de quien vas a cumplir?
¿La tuya?
¿La de tu pastor?
¿La de tu seudo rabino?
¿La de tu sociedad?
¿La de tu secta?
¿La de tus amigos?
¿La de tu pareja?
¿La de tus hijos?
¿La de tu patrón?
¿La de tu religión?
¿La de tu partido político?
¿La de aquel o ese otro?
¿La de los dioses?
¿La de DIOS?

El hombre saludable comprende y toma para sí el consejo de los sabios, aunque ni siquiera lo conozca:

“Haz que Su voluntad sea tu voluntad”
(Pirkei Avot 2:4)

Hacer nuestra la voluntad de Dios.
Estar en perfecta armonía con Él.

Esto implica que el noájida debe tomar conciencia de que Dios ha dictado solamente Siete Mandamientos Universales para él, ni más, ni menos.
Comprender que esos siete mandamientos son raíces de los cuales se enarbolan diversas reglas saludables de conducta, buenas para la persona y para la sociedad.
Tales son los mandamientos, no otros, ni más, ni menos.

Cuando el noájida asume mandamientos de los judíos como si fueran propios, está estafando a su ser, mintiendo para afuera, provocando el caos, llevando destrucción al mundo.

Sí, es cierto, hay mandamientos judíos que pueden ser tomados como buenas costumbres por el noájida, tales como rezar, dar caridad, respetar a los padres, amar al prójimo, entre otros, pero en modo alguno el noájida tiene derecho a decir que eso es lo que Dios le ha mandado, pues no es así.
Seguramente que se podría encontrar formas de sintonizar todas estas buenas acciones que son mandamientos para los judíos para que sean reglas de vida –opcionales- para el noájida. A excepción de aquellos mandamientos que expresamente dice la Ley que quedan absolutamente por fuera de los noájidas, tales como el Shabat con sus formalidades, el uso de tzitzit (digamos, el manto ritual, para comprendernos fácilmente), las festividades con sus modismos, el estudio de la Torá (solamente aquellas porciones limitadas que conllevan el reforzamiento de la identidad noájica están permitidas), entre otros que hemos expresado en otras ocasiones.

Así pues, querido hermano noájida, que nadie te lleve a añadir o quitar de tus Siete Mandamientos.
NADIE.
Pues nadie tiene la autoridad de Dios.
Él ha decretado, es Su Voluntad, que sean para ti los siete mandamientos universales, no otra cosa.
Por tanto, cuando algún “iluminado” oscuro te exija celebrar festividades judías como los judíos, actuar como judío, disfrazarte como judío, o hacer cualquier de los mandamientos para los judíos “o te vas al infierno”, debes ponerle un freno a tal persona, no caer en el error, fortalecerte en tu belleza interior y no corromperte detrás de las “buenas intenciones” sin conocimiento que suelen desmoronar al mundo.

Sé humilde, sé sabio, sé bueno, sé justo, al aceptar con alegría tu sagrada porción que se llama “noajismo”.
Que no es sucursal del judaísmo, que no es mala copia del judaísmo, que no es un paso hacia la conversión al judaísmo, que no es el hermano bobo del judaísmo, que no es servil del judaísmo, que no depende del bastón del rabino judío.
Sé feliz con la sagrada herencia que Dios mismo ha diseñado para ti y te la ha regalado.
No pretendas saber más que Dios, no hagas caso a tu EGO que te indica que eres tú el que decide cómo debe ser la realidad.

Sométete a la Voluntad de Dios, en lugar de presumir que eres “religioso” porque te pones algún gorrito, farfullas palabras hebreas, dices predicar en nombre de algún rabino, pones a algún rabino como pretexto para sostener con vida a tu sectita…

Dios no quiere tus disfraces, ni tu palabrería, ni tu jasideismo, ni tu cabalismo, ni tu torpe locución en algo parecido hebreo, ni tu aspiración a ser un ser especial… nada de eso quiere Dios de ti.
Él te ha indicado lo que quiere: que cumplas los Siete Mandamientos.
Que seas humilde, que seas bueno, que seas justo.

Sí, para el que está sometido al EGO estas palabras duelen, porque les obliga a ponerse en su lugar.
Se armarán mil invenciones para mantener al EGO en el poder, para seguir ejerciendo la prostitución de la religión en vez de santificar la vida con espiritualidad.

Ahora, haz tu vida.

La Perspectiva Espiritual – No judios

Autor: Reb Gutman Locks

No creas que el requisito de ayudar a otros espiritualmente aplica unicamente a tu socio judio. A nosotros tambien se nos encomendó ser luz para la Naciones. Esta obligación recae sobre cada uno de nosotros. Tenemos que ayudar a que cada persona llegue al conocimiento de un único Dios, y cómo pueden ellos llevar una vida santa.

Un no judio está obligado a cuidar los siete mandamientos que fueron dados a Adam y Noaj. Estos se refieren a la prohibición de idolatria, blasfemia, asesinato, adulterio, robo, comer carne de un animal que aun está con vida, y tener cortes de justicia en sus ciudades. De todas estas la que más precisan es la que prohibe la idolatria. Hay muchas personas que creen que están adorando al Único Dios, pero en realidad están adorando a un idolo. Un idolo es cualquier representación de Dios, o adoración de un dios limitado.

Con frecuencia, en el Kotel, tengo la oportunidad de intentar ayudar a no judios La gran mayoria de los visitantes no judios que vienen al Kotel tienen un trasfondo cristiano, asi que tomo eso como punto de partida para moverlos hacia la verdad.

La conversación es más o menos asi:

«Dime, según tu religión, está presente Dios en la maldad?»

Por lo general se quedan pensando un poco o a veces responden «De ningún modo!»

«Por eso es que nosotros decimos que la religión de ustedes sirve a un dios pequeño. Porque el dios de ustedes está unicamente en lo bueno. El Dios de las Escrituras Hebras está en todos lados. El Rey David escribió, ‘Si hago mi cama en el infierno, alli estás Tu’. Dios está incluso en el infierno. Dios es ilimitado. Pero ustedes tienen un dios limitado».

Para llegar a ser «creyentes» en su religión muchos de ustedes pasaron por un rito, «pedir a dios que entre a su corazón». Despues de hacerlo creen que Dios está alli, y todo lo que tienen que hacer de ahi en adelante es tener fe y seguir su biblia. Asi que les pregunto, «Ya que Dios está en todos lados, no tienes por qué pedirle que entre a tu corazón, verdad?. Él ya estaba alli antes que tu. A pesar que tienen una mente prejuiciada que los protege del cambio, ellos se marchan con este pequeño cambio de ideas que retan sus falsas creencias.

Cuando un no judio observa estas siete leyes el se convierte en una «Persona Justa». Tiene porción aqui y en el MundoVenidero. No hay mayor placer para él. Qué regalo tan hermoso le estarás dando.
[i] Isaias 42:6
[ii] Salmos 139:8

Autor: Reb Gutman Locks

Fuente Original: http://mysticalpaths.blogspot.com/2007/12/spiritual-perspective-non-jews.html

Resp. 986 – Duda consejo diario 364

claudiamejia nos consulta:

Shalom!
1- En el consejo diario 364 nos dicen que no debemos hablar de Di-s, sino con Di-s…
2- Discúlpenme la ignorancia, pero quisiera saber por qué no se debe hablar de Di-s?
3- Es muy difícil entender, pues sé que Di-s ha trazado nuestro camino, el cual cada uno debe recorrer,
4-  adicionalmente en los mitzvot habla de ello, de no interferir, no tratar, etc a los idólatras…
5- pero y si es alguien como yo, en búsqueda del camino correcto?
6- En qué momento es correcto hacerlo?
Gracias.

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Resp. 985 – ¿siendo ateo soy noájida?

dams nos consulta:

1- Tras leer con interés parte de las entradas de este sitio he llegado a la conclusión que cumplo casi en la totalidad los requisitos de un noájida observante(no adorar idolos…).
2-  Dado que no es requisito indispensable creer en Dios:
3- ¿Ser ateo es una forma de ser noájida?.
4- ¿Ser ateo es también una forma se ser judio si se es judio?.

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Romper el círculo vicioso

Al comienzo de nuestra vida en este mundo somos sumergidos en una espantosa sensación de suprema impotencia.
Es un trauma intenso el momento del nacimiento y lo que sigue a continuación.
Cualquier miedo, sufrimiento o pesadilla es menor a lo que se siente en esa ocasión.
Cada órgano sensorial es atiborrado de información que no puede procesar, ni organizar, ni filtrar. Fluyen torrentes de sensaciones caóticas y que se sienten como terriblemente dolorosas.
Para peor, no existe recurso fisiológico ni de aprendizaje a disposición para poner orden a ese caótico malestar, ni esperanza, ni consuelo, ni noción que lleve a “ser fuerte y soportar” hasta que el temporal pase. Nos “salva” el hecho de que nuestro sistema nervioso no está desarrollado y por tanto el cerebro está naturalmente “embotado”.

Nuestra especie está impedida de todo, no sobreviviríamos ni unas pocas horas, o tal vez minutos, sin la asistencia de algún otro que nos sostenga, proteja, alimente, críe.
Sin embargo, en nuestro diseño se nos ha provisto de un rudimentario sistema de supervivencia, extremadamente primitivo, irracional, inconsciente, que consiste en pocas y pobres herramientas: llorar, gritar y patalear; de modo tal de conseguir la atención de aquel que nos puede sostener con vida. Si nada de eso alcanza la meta, el mismo sistema de supervivencia pone al niño en un estado de desconexión con la realidad insoportable, generalmente a través del dormir.
A este sistema lo denominamos EGO, que a pesar de su escaso alcance y poder suele alcanzar su meta de que el niño sobreviva.
El EGO es útil en tanto el niño va adquiriendo madurez fisiológica y destrezas que le permitan vivir de modo cada vez más independiente y empleando otros instrumentos y recursos más allá de los básicos que provee el EGO.
Pero, el EGO se mantiene al mando y ejerce diferentes presiones para seguir en él.
El EGO, que no es un demonio, ni un ángel, ni un espíritu sino un mecanismo normal y natural del hombre, recurre a “trucos” que mantengan el estado o sentimiento de impotencia, para que la persona continúe sometida al pavor inicial, que puede estar maquillado o disfrazado, y así se siga esclavizado al supuesto poder salvífico del EGO.

Que quede claro, el EGO está diseñado para ayudarnos a sobrevivir en situaciones extremas, cuando realmente la impotencia invade a la persona y no hay otros instrumentos ni mecanismos para sobrevivir.
Pero el EGO se mantiene “encendido”, al mando de la vida del individuo, a través de los mismos instrumentos rudimentarios del inicio, si bien los va modificando y complejizando sus modos de actuar no se basan en que la persona ejerza un verdadero poder sobre sí mismo y el entorno, sino que manipule para alcanzar la satisfacción de sus necesidades de supervivencia.
Así, por ejemplo, el niño de 6 o 7 años puede cortar con cuchillo y tenedor su carne para comer, pero se enoja, grita, hace un berrinche, se niega a comer o algo parecido para que su mamá le corte el trozo de carne.
Se paraliza en el ejercicio de su poder pero para alcanzar la satisfacción de sus necesidades manipula a otro.
Y la madre cede, también el padre, y los abuelos, y la maestra, y…
Los niños bien pronto aprenden a manipular, al principio por no poder hacer otra cosa, realmente no están capacitados en una gran cantidad de acciones ni en comprensión del mundo.
Luego siguen manipulando porque es más cómodo, más fácil, en apariencia más placentero, en apariencia más seguro, brinda una especie de “dominio” sobre otros y en muchas ocasiones también brinda la satisfacción de la necesidad.
Se inventa aquello de “más vale malo conocido”, se insiste en transitar por la senda ya transitada y que no es buena.
Todo vale con tal de alejar el miedo a la impotencia, de obtener el control al punto de exceder lo que es saludable y caer en grotescas acciones y barruntados pensamientos saturados de emociones negativas.

Sería bueno dejar de manipular y esforzarse, comprometerse, responsabilizarse, dominar positivamente, pero el EGO conduce a negar la realidad, retine en la sensación de impotencia con tal de perseverar en su rol de “dios”, “salvador”, “redentor”, “camino, verdad y vida”.
Sería bueno dije, pero no es lo que se suele hacer.

Es extraño que nos aferremos al EGO, porque éste nos hunde en oleadas de miedo, de sensación de impotencia, en lugar de desprendernos de él y ser libres, saludables, dichosos.
Pero, nos aferramos, nos esclavizamos, nos sometemos, somos adoradores del EGO, al que luego podremos dar diferentes aspectos, disfraces y nombres.
Todas las excusas, mentiras, manipulaciones, justificaciones, racionalizaciones, intelectualizaciones, modos de actuar, sometimiento a mandatos externos que vamos esgrimiendo para seguir bajo el reinado del EGO se constituyen en máscaras que ocultan nuestro rostro. Son ropajes que vamos usando, de acuerdo a nuestro apego al EGO en las diversas circunstancias. Son las cáscaras del Yo Vivido, al que solemos llamar “YO”, pero que no son en realidad nuestro Yo Auténtico, sino lo que hacemos para no sincronizarnos con éste.

Es extraño, pues pareciera que amamos la impotencia, aunque le tememos profundamente, huimos de ella con toda nuestra alma, hacemos cualquier cosa para manipular y no caer en su sensación, pero no damos los pasos necesarios para afirmarnos en nuestra verdadera identidad.

Es extraño, la verdad asusta.
La luz que espanta las oscuridades, también asusta. Lo que libera es lo que se repudia.
Es extraño… ¿o no lo es teniendo claro cómo es que funcionamos bajo el imperio del EGO?

Se pretende vivir en control, se sobreexcede en la pretensión de controlar, se manipula, se cae en fallas, lo que produce inseguridad, lo que lleva al miedo, lo que es sentir la impotencia, lo que refuerza la necesidad de control, lo que hace exceder en la pretensión de controlar, lo que produce mayor inestabilidad, lo que conlleva cometer errores, lo que da miedo, lo que hace sentir aún mayor impotencia, lo que impulsa a sobredimensionar los problemas y la necesidad de controlar más allá de toda razón, lo que…
Es una especie de lucha por obtener el control para no hundirse en el caos, pero es precisamente la necesidad angustiosa de controlar –incluso lo que no se puede ni debe controlar- lo que produce mayor realidad o sentimiento de caos e impotencia.

¿Cómo superar esto?

Si tuvimos un entorno familiar asertivo, que nos impulsara a valorarnos, que nos contuviera, que nos amara en verdad y por tanto nos comprometiera a respetar los límites y a ejercer nuestro potencial a la medida de nuestra capacidad, estamos en la senda correcta.
Pero todo esto no dependió de nuestra decisión, sino de las elecciones y conductas de otros.
Además, probablemente ya somos adultos, por lo cual no tenemos como volver el reloj atrás y mejorar aquello que los otros no hicieron por nosotros.
Si somos adultos, si tenemos hijos, es hora de trabajar para que ellos no sean afectados por el imperio del mal ejercido por el EGO y sus emisarios (religiones, misioneros, sectarios, fanáticos, malandrines, corruptos, manipuladores, vejadores, falsarios, estafadores, egocéntricos, entre una larga lista).
Está en nosotros tomar conciencia y actuar de una forma provechosa, beneficiosa, nutricia, que permita al hijo conocerse en su auténtica identidad, que le permita desplegar sus mejores capacidades, que le infunda valor, que mitigue sus angustias y miedos, que refuerce lo mejor que hay en él y es posible que se desarrolle en él. No es una tarea ni sencilla ni cómoda. Sencillo y cómodo es ponerlos delante de la tele todo el día, estupidizarlos con juguetitos electrónicos las 24 horas, hacerlos adictos a tal o cual cosa, momificarlos, negarles su identidad espiritual, hacerles creer que es la manipulación el sistema para gobernarse y gobernar el mundo, estimularlos a huir de la realidad, mostrarles que fácil es mentir y echar culpas, hacerlos religiosos, obligarlos a vivir en dependencia constante, desvalorizarlos, todo eso es fácil y cómodo…
Pero no es la forma de criar hijos sanos, buenos, lindos, inteligentes, santos… Para ayudar a crecer a nuestros hijos es necesario desprenderse del EGO, porque es virtualmente imposible educar en libertad en tanto uno es esclavo del EGO.

Volviendo a aquel que ya es adulto y esclavo del EGO, ¿qué podemos hacer AQUÍ y AHORA?

Tomar conciencia del círculo vicioso que hemos descrito anteriormente con el primado del EGO sobre cada uno.
No es imprescindible tener noción de cada aspecto, ni “recordar” lo acontecido en el momento del espantoso trauma inicial, ni estar totalmente de acuerdo con esta teoría, sino conocerla.

Luego hay que reconocer aquellos aspectos en los que uno es potente y en cuales no, enumerarlos, tenerlos claro, evaluar el potencial real que se puede alcanzar.
Es hora de dejar de querer controlar aquello que no se puede controlar. Soltar, liberar, dejar ser, no asumirse en el rol del que está 100% a cargo; pero tampoco hundirse en la inacción y el caos.
Controlar aquello que es posible controlar.

Y luego está la parte que me parece más esforzada: confiar.
Confiar en el orden cósmico, diseñado y sostenido por Dios (si eres ateo, confiar en el orden de las leyes naturales).
Confiar en el prójimo… ¡nada fácil para algunos!
Confiar en que el prójimo hará su parte, sin vivir como un inocentón súper confiado y que no es precavido.
Por lo cual, es necesario ser precavido, atender a lo que nos rodea, prestar suma atención, ser “temeroso”, para que el miedo agazapado desde nuestras más íntimas entrañas no se fortalezca y prevalezca.

Luego, perdonar, ser tolerante con el fracaso propio y ajeno, pero sin dejar de actuar con justicia y rectitud.
El perdonar, perdonarse, pedir perdón, es un bálsamo poderoso… pero que muy pocos saben saborear.

Hay un aspecto fundamental, que lamentablemente no es tomado en cuenta por la gran mayoría de las personas.
Los Siete Mandamientos Universales son básicos para sostener una vida individual y colectiva saludable, que deja al EGO reducido a su mínima expresión, que brinda confianza, que potencia para superarse.
Los mandamientos de no adorar otros dioses, no blasfemar y de sostener las cortes de justicia son como las columnas que sostienen a los otros mandamientos en su finalidad de promover una sociedad saludable, en la cual se pueda vivir confiando en el prójimo.
Por no adorar otros dioses ni blasfemar, se aparta la persona de doctrinas extrañas, de religiones, de moralidades corruptas aupadas en creencias seudo espirituales. Se tiene la protección de la confianza en Dios, en el Uno y Único, quien ha provisto y ordenado los mandamientos. Al actuar en consonancia con estos dos mandamientos, se encausa a la persona en confiar, puesto que hay un poder superior, incorruptible, perfecto, que siempre está a cargo.
Por respetar a los juzgados, por promover el imperio de la justicia entre los hombres, se brinda un marco regulatorio, se alienta el ejercicio de la conducta responsable que está sometida al control de las autoridades civiles.
Estos son los marcos que contienen a los otros mandamientos, que como te dije sirven para estimular la confianza en el prójimo.
Puedes caminar tranquilo, pues nadie te atacará ni para herirte, ni para asesinarte, ni para robarte, ni para obligarte a hacer cosas que no quieres.
Puedes salir tranquilo, sin celos, sin complejos, sin resquemores, sin dudas corrosivas, porque sabes que tu esposa/esposo te será fiel, tal como tú lo eres.
Puedes dormir tranquilo, porque nadie entrará a tu casa, nadie te molestará, a tus hijos nada les pasará cuando salen por la noche.
Puedes respirar en paz, porque vives en una sociedad en la cual se respeta la vida animal en todas sus formas, lo que enfila la conducta a contemplar al prójimo y sus pertenencias, para que no se cometan actos deleznables.
Puedes confiar, porque el imperio de la LEY divina y humana está al control, al sano control, de la sociedad.
Los percances pueden ocurrir en este mundo ideal protegido por los Siete Mandamientos, por supuesto que ocurrirán accidentes, pero serán verdaderos accidentes y no imprudencias, desacatos de las normas, locuras del momento.

Pero, no vivimos en el paraíso de los Siete Mandamientos Universales.
Vivimos en un mundo dominado por el EGO, sometidos a la impotencia, rodeados de indiferencia, llenos de odio, vapuleados por las religiones, angustiados, ansiosos, deprimidos.
Vivimos encerrados en celditas mentales, acomplejados, desvalorizados, con cero autoestima, violentando los derechos de los otros, adorando falsos dioses, adulando a Jesús y otras patrañas, elogiando a los falsarios, pretendiendo ser lo que no somos.
Desconfiamos, en nada confiamos.
Somos enfermos, estamos enfermos, enfermamos.
Las diversiones son burlas, morisquetas ofensivas, mofarse de los que creemos más débiles.
Usamos de nuestra inteligencia para inventar formas de destrucción y excusas y justificaciones y mecanismos perversos de manipulación.
Abusamos de los recursos naturales, explotamos hasta la enfermedad las riquezas de nuestro mundo.
Damos la espalda a Dios pero corremos a abrazarnos a los pastores mentirosos, a cabalisteros, jasideos, seudo rabinos, iluminados, gurús, diosecitos a nuestra imagen y semejanza.
Nos creemos la gran cosa, pero no somos más que amebas un poco más sofisticadas.
El EGO domina, la impotencia está en todas partes, la promovemos nosotros.
Escapamos de la responsabilidad, de la libertad, del deber, de la justicia, de la bondad, del perdón… escapamos de todo lo bueno para seguir en la cómoda, o en lo que parece que lo es.
No tenemos vidas, encerrados, con pánico, victimizados, siendo victimarios, manipuladores…
Andamos por la vida, como patéticas sombras.
Destruimos pero somos “religiosos”.

No es casualidad que desde hace unos miles de años Dios ha dado el plan de vida para la humanidad, los Siete Mandamientos Universales, pero igualmente sigamos en el fango sin sacar la cabeza y ser libres.

Escucho tus comentarios mientras te recomiendo la relectura de http://fulvida.com/?p=434.

Sentir miedo o inculcar temor

Miedo y temor, al parecer dos cosas iguales pero que en realidad son muy diferentes, de hecho, el Creador (Bendito Es) lo señala poco después de terminar el  diluvio universal.

Al parecer  temor y miedo son la misma cosa, pero de ser así cuando el Creador les instruyo a los que descendían del arca que ambas cosas estarían sobre la creación no Lo hubiera hecho por separado.

El temor y el miedo de vosotros estará en todos los animales de la tierra, en todas las aves del cielo, en todo lo que se desplaza en la tierra y en todos los peces del mar.

(Bereshit/Génesis 9:2)

Somos capaces inculcar temor o infundir miedo.

El miedo es una reacción primitiva para usarse en contadísimas ocasiones donde el instinto de supervivencia es necesario para preservar la integridad, pero en los demás casos es una herramienta torpe y anticuada, el mundo requiere de un actuar mucho más refinado para funcionar, algo más exacto y certero.

El temor es más elaborado, con la herramienta del pensamiento se diseñan conceptos los cuales traducidos en actos reales dan como resultado una conducta más refinada.

Por ejemplo:

Dios, Creador de los cielos y la tierra, es Soberano del universo, Él nos instruyó a través de nuestros ancestros guardar 7 mandamientos básicos y fundamentales, si la persona solo por el hecho de que Dios es el Rey del universo guarda estos mandamientos es un temor que atraviesa por el intelecto, claro si en verdad sientes esa reverencia hacia el Creador del mundo.

Pero es el conocimiento traducido en actos físicos lo que puede desembocar en un temor.

O más sencillo.

Con tus hijos, ellos pueden sentir miedo de ti, si los golpeas o los maltratas cuando se portan mal, seguramente esto redundara en un miedo en ellos hacia ti, un sentimiento irracional que se sobrepone al intelecto cuando la persona está en riesgo, y en verdad que el miedo es útil en contadísimas ocasiones cuando la vida corre peligro, pero fuera de ahí el miedo es sumamente inútil, obviamente para educar el miedo no sirve de nada pues se necesita que el pequeño piense no que actué sin pensar.

Al contrario si eres una persona justa que premia o castiga por los actos siempre en aras del bienestar de tu hijo, ellos tendrán temor de las consecuencias de sus actos o a recibir un castigo de tu parte, pero será un temor proveniente del intelecto al conocer reglas de acción y consecuencia y no un miedo irracional proveniente de su instinto de supervivencia.

El temor y el miedo provienen de dos conductas totalmente distintas aunque la mayor parte de la vida nos sobrevienen las dos, el miedo se refiere a una conducta primitiva por lo tanto muy rudimentaria regularmente se manifiesta en una forma irracional, la impotencia extrapolada hasta las más mínima expresión de nuestro ser, y el temor se refiere a una conducta más elaborada más refinada y por ello mucho más benéfica.

 Podemos inculcar temor o infundir miedo en todo lo que nos rodea, el respeto en nuestra condición de seres humanos se ramifica más fácilmente del temor a lo incorrecto a lo que no es bueno, por miedo es difícil alcanzar conductas edificantes sino que es casi imposible.

El miedo nace de nuestro ego montado sobre nuestra impotencia, y el temor de nuestra tendencia a actuar en concordancia con el Bien, utilizando para ello las herramientas que Dios nos dio para ser personas de bien.

 Las manifestaciones negativas en nuestra conducta son expresiones de nuestro ego o tendencia hacia el mal, y las manifestaciones positivas son expresiones de nuestra esencia nuestro yo esencial, es muy bueno formarse, estudiar y entrenarse para ser una persona de bien, aquí en esta  sagrada casa de estudio seguro encontraras los cimientos para empezar a hacer de tu vida algo mejor de lo que habías hecho antes.

Y en resumen el miedo proviene desde el instinto y el temor desde la formación intelectual, el miedo es una herramienta del ego sino es para uso estricto de la supervivencia y el temor desde la formación intelectual es una excelente herramienta para construir Shalom.

Espero hayas disfrutado tu lectura.

Saludos.

Referencias

http://fulvida.com/id-noajica/identidad/un-texto-fundamental

Dios desechó a los judíos…

Es demasiado frecuente  que perversos misioneros, inocentes que están extraviados, o simplemente imbéciles, que envíen mensajes insultantes entre los que incluyen la hueca repetición (falsa y necia) que Dios ha dejado a los judíos de lado a causa de que éstos han pecado y ahora son otros los que están bajo la “elección” de Dios. Ellos dicen, en su ciega irracionalidad, que los nuevos elegidos son los que siguen al siniestro y patético personaje de la cruz.

Pero… ¿es eso lo que enseña Dios en Su Sagrada Palabra?

Veamos:

"Y Shemuel [Samuel] respondió al pueblo: -No temáis. Vosotros habéis cometido todo este mal;
pero con todo, no os apartéis de en pos del Eterno, sino servid al Eterno con todo vuestro corazón.
No os apartéis tras las insignificancias que no sirven ni libran, ya que son insignificancias.
Pues el Eterno no desamparará a su pueblo, por causa de Su gran nombre; porque Él ha querido haceros pueblo suyo.
En cuanto a mí, ¡lejos esté de mí pecar contra el Eterno dejando de rogar por vosotros! Al contrario, os instruiré en el camino bueno y justo.
Solamente prestad suma atención al Eterno y servidLe con fidelidad y con todo vuestro corazón, considerando cuán grandes cosas Él ha hecho por vosotros.
Pero si perseveráis en hacer el mal, vosotros y vuestro rey pereceréis."

(1 Shemuel / I Samuel 12:20-25)

La cosa está clara en la economía Divina.
Vamos por partes.

Y Shemuel [Samuel] respondió al pueblo: -No temáis. Vosotros habéis cometido todo este mal;
pero con todo, no os apartéis de en pos del Eterno, sino servid al Eterno con todo vuestro corazón.

Samuel fue uno de los profetas y jueces más grandes de todos los tiempos.
Su obra es inapelable a ojos de Dios y de los hombres.
Él, en su rol de mensajero de Dios, expresa que es cierto, los judíos –al igual que cualquier persona- también caen ante los errores o extravíos.
¿Quién está libre del mal actuar? ¡Nadie!

Pero él indica claramente que el haber pecado no implica que Dios se haya apartado de la persona,
ni que la persona deba seguir empecinada en vivir en error.
Por el contrario, el profeta de la Verdad enseña con firmeza y reiteradamente: “no os apartéis”.
Si bien has pecado, eso no significa que debas seguir apartado.
¡Todo lo contrario!
Dios, el verdadero y no ese monigote de pacotilla que inventan los “teólogos” del sujeto colgado,
Dios ama el arrepentimiento y aguarda con paciencia y amor hasta el último instante para que la persona se dé cuenta de que ha hecho mal,
se arrepienta y retorne a la buena senda que Él marca.
Él no desprecia a la persona por haber pecado, Él no echa eternamente a nadie al olvido porque se equivocó.
Eso describe más bien al fantasioso dios que es creación de los idólatras, tal como los seguidores del sujeto de la cruz. Ese falso dios es el que desprecia al pecador, envía al “infierno” al que peca, tiene “demonios” para carcomer la vida y el alma del errado, existe un “anti dios” que se regocija con hacer arder al que es malvado… en fin, una incoherencia e irracional teología que es instrumento del EGO para dominar a los que se someten a ella.

El profeta de la Verdad dice que el que hayamos pecado no es excusa para sentirnos sin la Presencia de Dios.
Por el contrario, debemos darnos cuenta de lo que hemos hecho, arrepentirnos, aferrarnos a Dios por medio de servirLo cumpliendo con Sus mandamientos.
Un servicio de TODO corazón, sin hacer pactitos, ni negociados, ni comerciar con Él.
No obedecer a Dios, cumpliendo Sus mandamientos, para que Él te dé algún beneficio aquí o en el más allá.
Tampoco para que lo halagues a cambio de que Él te pague.
ServirLo de TODO corazón, tal es la senda del que es leal a Dios y no del que se inventa excusas para seguir siendo adorador del EGO al que endiosa.

No os apartéis tras las insignificancias que no sirven ni libran, ya que son insignificancias.

El deber es servir a Dios, aunque no seamos perfectos, porque nadie nos demanda que lo seamos.
Servir a Dios, actuar movidos por el deseo de perfeccionarnos pero sin imponernos metas imposibles de cumplir.
No dejarnos boicotear por el EGO, con sus astutas pero simplonas estrategias.
Tampoco inventarnos justificaciones para hacer lo que nos complace, en lugar de enderezar nuestra voluntad según la Divina Voluntad.
Adorar dioses de pacotilla, tal como el monigote de la cruz, es hacer cosas que NO libran, NO salvan, puesto que son insignificancias, el EGO exteriorizado en la payasada de la religión.

El haber pecado o errado en el pasado no es excusa para seguir pecando, para seguir andando en el desvío en lugar de por el sendero.
No tenemos que creernos pecadores eternos por haber hecho el mal.
Muy por el contrario, es nuestro deber hallar sentido a nuestra vida.
Un sentido trascendente, un sentido de vida pleno, y no las cosas insignificantes con las que llenamos nuestras horas.
Nos poblamos de imágenes, de ídolos, de palabrejas, de sectarismos, de mentiras, de plegarias, de cancioncitas idotizantes, de rituales, de subterfugios, de religiones, de jasideísmos, de cabalisterías, de supersticiones, de tantas cosas irrelevantes a las que izamos a lo alto como si fueran realmente importantes.
Dios nos reclama que hagamos otra cosa.
Que seamos leales a Él, que andemos por Su camino, que seamos íntegros (Devarim / Deuteronomio 18:13)., que seamos justos y buenos…
Esto es de Dios y no andar viendo quién es “elegido”, quién es “salvo”, quién tiene algún “don”…
Dios no verá quien es “elegido” y quien no lo es, pues eso es un detalle. Dios verá quien anda según Sus mandamientos y quien no lo hace.
Quien Le es fiel, a pesar de los altibajos, de los contratiempos, de los errores; y quien se inventa dioses para dejar a Dios.

Pues el Eterno no desamparará a su pueblo, por causa de Su gran nombre; porque Él ha querido haceros pueblo suyo.

Dios no dejará jamás de lado a la nación judía, a la que Él escogió como Su nación santa y de sacerdotes.
Él quiso hacer del pueblo judío Su pueblo especial y nunca dejará de cumplir esta promesa.
Él no dejará de amparar a los judíos, aunque los iracundos asesinos quieran contradecirLo, aunque los fanáticos sectarios se inventen nuevas elecciones, aunque los religiosos escupan maldiciones y juren que Dios cambió de parecer.

Puede parecer injusto, poco bonito, pero tal es la realidad según la decretó el Uno y Único.
Él no se arrepiente.
Por tanto, esos pelafustanes que dicen que Dios desechó a los judíos por no aceptar al postrado pecador de la cruz, son unos mentirosos, unos blasfemos, unos asesinos de almas, gente que odia a Dios, lo que los lleva a odiar a los judíos y a toda la especie humana.

En cuanto a mí, ¡lejos esté de mí pecar contra el Eterno dejando de rogar por vosotros! Al contrario, os instruiré en el camino bueno y justo.

El verdadero fiel a Dios no deja de trabajar por el bienestar colectivo y no solo de él o de los de su secta.
El fiel a Dios construye Shalom, pues enseña acerca del bien y la justicia.
Es el fanático, el misionero, el religioso, el mentiroso, el ladrón de dinero y almas el que maldice al que no cree sus tonterías.
Es el idólatra, el creyente en falsos dioses, el seguidor del tal Jesús/Yeshuah/nombre-que-le-quieran-inventar, el que vive pecando y haciendo pecar, lo que constituye una corrupción tremenda que lleva al mundo al estado actual de caos e inmoralidad general.
El leal a Dios ora y vive en armonía con los Siete mandamientos, si es gentil, o con los 613 mandamientos si es judío.

Nada de maldiciones, nada de reprobaciones, nada de presiones o amenazas… el fiel y líder del pueblo de Dios no anda por la vida manipulando para alcanzar sus vanidosos objetivos.
Tampoco se aprovecha de la debilidad o pobreza para presentarse como “benefactor”, pero al mismo tiempo corromper hasta el hueso a la persona.

Solamente prestad suma atención al Eterno y servidLe con fidelidad y con todo vuestro corazón, considerando cuán grandes cosas Él ha hecho por vosotros.

Queda claro, lo repite el profeta, no somos abandonados por Dios aunque hayamos hecho algo malo en el pasado.
Probablemente habremos de padecer las consecuencias, pero no por castigo de Dios, ni porque hemos perdido el pacto con Él, sino porque cada acción es seguida por su necesaria consecuencia.

Dios nos ama, nosotros debemos amarLe.
¿Cómo?
Atendiendo a lo que Él nos pide: servirle con fidelidad al servir de todo corazón por medio del cumplimiento de los mandamientos que nos corresponden.

Cada persona tiene una lucha interna con su EGO, los idólatras creen ser superiores, perfectos, amados por sus inexistentes dioses, cuando en realidad son siervos estériles de sus EGOS.

El que batalla contra el EGO sin someterse a él, actúa con generosidad, con agradecimiento, recuerda el bien recibido y procura vivir con bien y justicia.
Eso es lo que Dios pretende de ti, no que seas perfecto a tu entender o según evalúa tu seca secta.

Pero si perseveráis en hacer el mal, vosotros y vuestro rey pereceréis

El que se aferra al mal, a su EGO, logra obtener mal e incluso que “su rey”, el EGO perezca junto a él.

No es sirviendo al EGO en sus multitud de disfraces como alcanzamos la plenitud en esta vida y en la eternidad, sino controlando su dominio, liberándonos de su patronazgo para ser leales a Dios por medio del cumplimiento de los mandamientos que Dios nos ha dado para que cumplamos.

Así pues, Dios en Su Palabra NO dice que Israel haya sido desechado, ni que exista otro Israel alternativo.
No hay fe en ningún colgado que tenga alguna significancia.
No es el camino de la religión lo que permite ser salvo.

Tú que estás a la Luz del Eterno lo comprendes.
Tú que estás despertando de la esclavitud del EGO lo alcanzas a comprender.
Pero tú, que sigues repitiendo los lemas malditos de la idolatría, que eres un esclavo del EGO, te negarás a entender nada que pueda ayudarte a ser feliz, libre, pleno, santo.

Maimónides acerca de una visión de salud integrada

El gran maestro RaMBaM ha dado numerosas consejos y reglas al respecto del cuidado y promoción de la salud del individuo, de la sociedad e incluso del entorno.
Si bien vivió hace ocho siglos atrás su visión trascendente, su conocimiento sagrado, le permite seguir resonando con fuerza aún en nuestros días.
Si bien los avances de la tecnología y del saber nos han provisto de novedosas herramientas y conceptos, es bueno que demos una mirada a las palabras del maestro.
Para lo cual iremos citando y analizando someramente el capítulo 23 del tercer tomo de su magna obra “Guía de los Descarriados o Perplejos”.

Ya en su título nos encontramos con una directa relación de las mitzvot con la temática de la salud: “DE QUE LOS PRECEPTOS DIVINOS PERSIGUEN ASEGURAR EL BIENESTAR DEL CUERPO Y DEL ESPÍRITU DEL HOMBRE”.
Los preceptos divinos, es decir las mitzvot, tienen una finalidad, la cual es proveer de bienestar al ser humano íntegro, tanto en su faceta corporal como espiritual.

Notemos que en este texto es posible asimilar lo “corporal” con lo “material” del ser humano, por tanto cada vez que encontremos el término “cuerpo” o “corporal” podremos traducirlo a lo que conforma la materia del ser humano.

En cuanto a lo espiritual, es un concepto amplio y a veces confuso.
Para tener un marco compartido y eficiente de comprensión convengamos en lo siguiente:

· Nefesh –alma- hace referencia a la energía vital, aquella que nos sostiene con vida en Este Mundo.

· Neshamá –espíritu- indica al menos tres ideas simultáneas:

o La información que se recopila constantemente, consciente o inconscientemente, por parte de la persona.

o La conexión inquebrantable que conecta al hombre con Dios.

o Aquello que no es corrompido de ninguna forma por el trajinar en Este Mundo y permanece en existencia luego del deceso del individuo.

Así pues, Maimónides nos asegura que los mandamientos que el Eterno ha dado a cada uno para cumplir necesariamente llevan a un estado de salud tanto en lo material como en lo espiritual.
Al ser lo espiritual un fondo incorruptible, se está indicando que las acciones de salud no solamente tendrán efectos en Este Mundo sino que también en el Mundo Venidero.

Continuemos con el texto del maestro: “El designio general de la Torá es doble: Asegurar por una parte la felicidad del espíritu, y por otra, el bienestar del cuerpo.”

El objetivo de la Torá es que la persona alcance la felicidad en su plano espiritual al tiempo que su plano material goza de bienestar.

Es interesante que notemos que no habla del bienestar del espíritu, sino de su felicidad.
Uno de los motivos podría ser que el espíritu en sí mismo jamás es modificado por la conducta de las personas.
Lo que se puede dañar y reparar es el nexo que se establece entre el espíritu y el cuerpo, pero nunca se llega a modificar el espíritu en sí mismo.
El espíritu es un lazo divino, está por fuera de los parámetros tiempo/espacio que conforman lo material. Es la conexión continua y constante que no depende de nuestra voluntad o conducta.
Sin embargo la conexión a nuestro espíritu es pasible de cambios a causa de nuestra conducta.
Cada acto erróneo, cada pecado, cada transgresión, es como una mancha, como una cáscara que se interpone entre nuestra esencia espiritual y nuestro Yo Vivido.
Cuanto más nos hundimos en errores o pecados, significa que más cáscaras hemos permitido que bloqueen el influjo positivo que irradia desde el plano espiritual.
Nada de lo que hagamos afecta nuestro espíritu, ni para bien ni para mal. Sin embargo nuestro ser íntegro se afecta, puesto que no recibimos la “luz” espiritual desde nuestro interior, al tiempo que nos poblamos de información negativa.
Para comprender mejor estas ideas precisamos de dos imágenes que nos sirvan como analogía.

La luz de este farol no cambia ni se perjudica si el vidrio que la circunda se va llenando de manchas que la oscurecen.
Hacia fuera hay menos luz, pero ésta permanece en realidad tan brillante y diáfana como siempre.
Cuando se limpia el vidrio, cuando se van quitando las manchas, es que la luz vuelve a ser percibida por el afuera. En apariencia hay más luz, cuando en realidad lo que hay es menos cáscaras interponiéndose entre ésta y el afuera.
Así pues, ninguna acción nuestra toca la llama, aunque a la vista pareciera que sí.

La segunda analogía es cómo se llena de información negativa y sin embargo no se afecta.

Probablemente hemos escuchado hablar de la fibra óptica.
Un material transparente por el cual fluye un haz de luz que transporta información.
Millones de datos viajan a velocidad fantástica en forma de luz, la cual no cambia su esencia.

Los preceptos divinos permiten llenar de información positiva, de felicidad, esas transmisiones que se establecen en el espíritu personal. Es gozo que deleita en Este Mundo pero que queda también para ser disfrutado en el Mundo Venidero, en lo que podemos entender como el deleite del paraíso.

Al ser definida como felicidad le reconocemos un componente subjetivo, pues cada quien percibe la felicidad de acuerdo a quien es. Sin embargo el generador de esta felicidad espiritual siempre está vinculado a la acción en consonancia con los mandamientos divinos que corresponden a cada quien.
Esto es, ninguna felicidad verdadera puede estar en desequilibrio con los mandamientos.

Para este plano material el objetivo de la Torá es brindar bienestar, que es un concepto que incluye lo objetivo y lo subjetivo. Al respecto trataremos más adelante.

Al actuar conforme a la Torá se estaría posibilitando el bienestar y felicidad para la persona.

Continuemos con la palabra de Maimónides: “Promuévese la felicidad del espíritu gracias a las correctas opiniones y doctrinas que comunica la Torá al pueblo, según su capacidad.”

Como habíamos mencionado anteriormente, al actuar conforme al sentido de la Torá se reducen los bloqueos entre el espíritu y lo material. Se eliminan falsas creencias, se extirpan las supersticiones, se desvanece el poder de las religiones, las ideas fantasiosas ocupan el lugar que merecen, las ideas se ordenan, por lo que la persona tiene un pensamiento más claro, una conducta más equilibrada.

Sigue el maestro: “Algunas de estas doctrinas se comunican en forma llana y sencilla, otras, en alegoría; porque ésas son manjar demasiado fuerte para que la común capacidad del vulgo las asimile.”

Algunas ideas se expresan de modo directo, por ejemplo: “No robes”. Para la generalidad de las personas es comprensible vertido de tal modo.
En ocasiones las ideas son extraídas de historias, de relatos, de ejemplos, de un modo indirecto, para que así sean captadas por las personas o se extraigan moralejas que resultara árido expresar de otra manera. Ejemplo: el patriarca Avraham se había circuncidado hacía tres días, tenía dolor y fiebre y sin embargo salió presuroso a recibir a tres extraños para hospedarlos, les brindo agua y buena comida, los acompañó, se encargó de ellos como si fueran príncipes. De esta anécdota se derivan numerosas ideas, de las que mencionamos: recibir visitantes, ser solidario, no juzgar por apariencias, el altruismo libera del dolor, entre otras ideas sublimes y necesarias.

Al actuar en sintonía con estas buenas enseñanzas, tanto las formuladas de manera directa como indirecta, estamos rompiendo la esclavitud al EGO, liberándonos de las celditas mentales que nos encierran, adoptando estilos de vida saludables.
Todo esto nos provee de gozo, de aquella felicidad que corresponde al plano espiritual.

En cuanto a lo material: “Consolídase el bienestar del cuerpo mediante la adecuada ordenación de las relaciones conforme a las cuales vivimos unos con otros. De dos maneras puede alcanzarse esto: la primera, alejando la violencia de nuestro medio, esto es, logrando que cada cual haga, no lo que le place, puede y desea, sino lo que contribuye a la común felicidad; la segunda, enseñando a cada cual las normas morales susceptibles de producir un buen orden social.”.

El bienestar radica en un “estar bien”.
Esto es, que cada componente se encuentre en su lugar y orden correspondiente.
Que se establezcan las relaciones armónicas y por tanto se reduzca el efecto perjudicial del caos.

El orden incluye un apartarse de lo que es prohibido, por ser perjudicial; pero también un aproximarse a aquello que es permitido, por ser beneficioso.

El EGO rechaza el orden, promueve el caos, puesto que en esa situación es que impera la impotencia, la cual es aprovechada por el EGO para seguir manteniendo su dominio sobre la persona.
Por lo cual, al actuar de modo altruista, solidario, generoso, comprometido, reconociendo los límites, se está destituyendo al EGO de su falso sitial de predominio para permitir a la persona desarrollar sus potencialidades, hacer uso de sus capacidades, encontrar el bienestar armónico interno y externo.
En tanto sea el EGO el que comande las acciones, el caos seguirá imperando, la impotencia no dejará de sentirse en cada ocasión, la persona estará reducida a la esclavitud y a la enfermedad.

La salud individual no es independiente de la salud colectiva y del entorno.
Por tanto al irse ordenando las relaciones entre los factores internos, entre las personas, entre ellas y su medio, la salud se extiende y fortalece.

Por tanto, parece necesario ampliar el alcance de nuestra idea de salud y de nuestra idea de persona. No basta con centrarse en el individuo, y así es como lo entendió y manifestó Maimónides: “Porque ha sido hallado que el hombre goza de una doble perfección: La una es la perfección del cuerpo, y la otra la del espíritu. Consiste la primera en la salud que sólo es posible cuando el hombre puede suplir sus necesidades a medida que se presentan, alimento, abrigo, baño, vestido, y cosas del mismo linaje. Pero el hombre no podría a solas procurarse todo esto; es imposible que un hombre aislado alcance bienestar y comodidad, lo cual sólo es hacedero viviendo en sociedad, pues que, como bien sabes, el hombre es por naturaleza sociable.

El plano material, por su misma naturaleza es cambiante y formado por diversos elementos.
Para facilitar nuestra comprensión señalamos cuatro dimensiones que la forman:

· Mental: pensamiento, imaginación, creación, razonamiento, creencias

· Social: valores, códigos compartidos, cultura, tradiciones, lenguaje, reconocimiento

· Emocional: estima, disfrute, afecto, intimidad, autovaloración

· Físico: el cuerpo y sus necesidades básicas, que son objetivas y sin las cuales la persona muere.

Estas dimensiones están íntimamente entrelazadas, es muy difícil encontrar que se pueda aislar una de las otras. Cada una afecta y es afectada de manera diversa.
Si bien es posible discernirlas, elaborar ideas al respecto de ellas, no dejan de asentarse en lo corporal, no dejan de ser elementos que constituyen un sistema complejo.
Por tanto, aquellas doctrinas que niegan alguna de las satisfacciones necesarias a cualquiera de los planos, están en discordancia con el plan de Dios expresado en la Torá, reniegan de la salud, atentan contra el bienestar de la persona y de la comunidad.
Es imposible pretender aislar al hombre, cercenarle sus derechos, impedirle la obtención de aquellos satisfactores que no colisionan contra la Divina Voluntad.
Una cosa son los mandatos del EGO, que impulsa el caos, que deteriora la salud individual, colectiva y ambiental; y otra cosa es el reclamo o anhelo por alcanzar la satisfacción en aquellos factores que son permitidos.

Prosigue Maimónides: “La segunda perfección consiste en que llegue a ser de hecho inteligente. Esta segunda perfección ciertamente no incluye cualquier acción o conducta, sino sólo conocimiento, al cual se llega reflexionando e indagando. Y es claro que esta segunda y superior categoría de Perfección sólo puede ser alcanzada cuando ha sido satisfecha la primera; porque la persona; que padece hambre, sed, calor o frío en demasía, no puede concebir una idea, ni cuando se la comunican otros, ni menos aun cuando ha de alcanzarla por propio razonamiento.”.

Es imposible pensar correctamente cuando los tres planos anteriores están desbalanceados.
Por tanto, la salud requiere no solamente de un organismo en armonía, sino también de las emociones correctamente balanceadas, relaciones sociales saludables lo que permite el despliegue mental acorde a la capacidad personal.
El plano mental ejerce su potencial de acuerdo a su capacidad biológica, a los contenidos con los que ha sido llenado y a las facilidades que permite el entorno.
Entre los contenidos que repercuten en lo mental están los mensajes que provienen de afuera pero también de las propias emociones.

Por otra parte, es necesario comprender cómo el plano mental sirve como puente hacia el plano espiritual.
El plano espiritual se satisface por medio del cumplimiento de mitzvot (aquellas posibles y pertinentes) y por medio del estudio de Torá (lo que sea pertinente).
Como menciona Maimónides es necesario el orden para alcanzar la perfección.
Un pensamiento ordenado, en el cual los factores emocionales impulsan hacia la armonía, los elementos aprendidos potencian la creatividad y el razonamiento, en un entorno cultural que favorece el análisis y la investigación, es un factor sustancial para adquirir el conocimiento necesario para llevar a cabo los mandamientos así como extirpar las creencias y doctrinas que entorpecen el desarrollo personal y colectivo.

Sigue Maimónides: “Una vez conseguida la primera perfección es posible llegar a la segunda, la más noble, sin duda alguna, ya que merced a ella sola el hombre es inmortal.”.

Como ya hemos explicado, lo que queda del individuo tras su muerte es su espíritu con la información que recabó durante su transcurso de existencia mundana.
La inmortalidad, la eternidad, la vida postrera por tanto depende de alcanzar grados de equilibrio corporales que permitan un correcto despliegue del ser humano, que lo lleve a actuar conforme la Torá, por medio del cumplimiento de los mandamientos que le corresponden. De tal forma adquiere su porción de gozo para deleitarse en el Mundo Venidero.
Pero si el hombre padece, sobrevive entre carencias, lleva su vida por caminos de insatisfacción en cualquiera de los planos que lo conforman, está poblando de información negativa su porción de eternidad.
Es por tanto imperioso lograr un equilibrio multidimensional, para uno y para el conjunto de los miembros de la sociedad.
Esto permite el despliegue de los propios potenciales, el bienestar y la felicidad, que son finalidad de la Torá, según resalta Maimónides.

Concluye el maestro: “La verdadera Torá, que es una, y fuera de la cual no hay otra Torá, de nuestro Maestro Moisés, aspira a otorgarnos esta doble manera de perfección.”

Refuerza lo expuesto anteriormente e indica que no hay otra “ley espiritual”, ninguna forma de reemplazar las enseñanzas y mandamientos que la Torá provee para una salud completa, que incluye lo espiritual.

Una síntesis, tal cual amplía Maimónides en el Capítulo 31, podría ser: “El verdadero objeto de los seiscientos trece preceptos es inculcar alguna verdad, desvanecer alguna opinión errónea, consolidar el trato social, disminuir el mal, educarnos en buenas maneras y advertirnos contra las malas costumbres.”

Esta prédica del maestro no son conjeturas o sabias ideas personales, sino que se fundamentan profundamente en la propia Palabra del Eterno:

Y el Eterno nos mandó que cumpliéramos todos estos estatutos y que atendiéramos siempre al Eterno nuestro Dios, para que nos fuera bien todos los días y para conservarnos la vida como en el día de hoy.” (Devarim/Deuteronomio 6:24)

El bienestar todos los días, por medio de atender la Palabra del Eterno y cumplir con los mandamientos.
El preservarnos con vida como hoy, a pesar de ya haber dejado Este Mundo.

No vemos al hombre como desconectado, como aislado, como caótico, pues tal es el engaño que promueve el EGO.
En tanto que el hombre integrado, en armonía interna y externa, es el camino que establece la Torá. Una integración del hombre consigo mismo, con el prójimo, con el colectivo, con el mundo y con lo eterno. Todo esto atravesado por su conexión con Dios.

La salud se forma entonces por el desarrollo de un estado de desconexión hacia uno de mayor integración y conectividad multidimensional.