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Un mundo de fantasía

Paseamos por cualquier lugar, cualquier ciudad, cualquier pueblo o aldea.

Por doquier batallan trasgos contra elfos, a cada esquina te sobresalta un mago oscuro, o gris o blanco. En cada bosque se cobijan enanos y gnomos.

Cada viejo caserón o cortijo tiene sus fantasmas vagando sus ruinas y mientras andas, puedes encontrarte sin quererlo encima de un antiguo cruce de caminos donde el alma de un suicida deambula sin rumbo, sin saber que sendero escoger.

Los rayos de luna conforman la silueta de una dama a través de unos vetustos ventanales y cada cosa que ves, desde una herradura hasta una estrella, tiene un significado oculto. 

La fantasía; que magnífica herramienta a veces y que sutil presidio otras.

“Sin fantasía no existirían delincuentes ni poetas” decía Curt Goetz (1888- 1960).

Gracias a ella, podemos imaginar distintas posibilidades, podemos suponer acontecimientos, predecir consecuencias, resolver dudas.

Nos permite componer melodías, proyectar edificios, crear obras de arte.

Por otra parte, también deja que nos manipulen y nos engañen cuando ésta trabaja al servicio de la superstición y la mentira o de intereses espurios. .

La fantasía no es mala, pero cuando nos sumergimos en un mundo imaginario como alternativa al real, cuando dejamos que la “magia” distorsione nuestra visión, entonces tenemos un problema.

Hay una tendencia creciente en nuestra sociedad que lleva a muchas personas, especialmente jóvenes, a vivir creyéndose personajes de ficción, a ¿vivir? sumergidos en juegos, en un entorno de “realidad virtual”, o cinematográfico  o de forma similar en juegos de rol.

En esta forma de “no vida”, se diluyen las responsabilidades y creamos un medio “ad hoc”, exclusivo para nosotros, excluyente para los ajenos a nuestros códigos. Con valores propios y significados comunes para los que forman parte de nuestro “no mundo”.

Un rato de juego es algo bueno en general, sociabiliza y te saca de la rutina.

Lo malo es cuando crees que tu vida es un juego y tú un personaje de ficción.

Lo que haces con ese comportamiento es en realidad huir; escapar de las inseguridades, de las cargas, de los compromisos, de la verdad.

Cuando consumes las horas, los días, los años en un mundo imaginario, cuando el “humo” te alimenta, cuando te dejas apresar sin necesidad de cadenas, cuando crees tener muchos amigos por tener 500 “amigos” en alguna red social, cuando solo existes a través del monitor de tu ordenador,…realmente ¿Qué haces?

La realidad puede ser tan sencilla como tu quieras vivirla, tanto como quieras verla y mucho más hermosa de lo que puedas llegar a imaginar,  pero si además quieres magia de la de verdad, solo tienes que pararte un instante y mirar a tu alrededor, da igual a donde.

 Observa las maravillosas relaciones que hay entre cada elemento, entre cada objeto. Cada planta, cada flor, cada persona.

Piensa en la infinidad de reacciones químicas que se producen en un segundo en una sola célula, piensa que cada color es el efecto de un cambio de posición de una diminuta partícula en el interior de un átomo.

 Mira el cielo en una noche despejada y verás el pasado de estrellas que ya ni siquiera existen desde hace millones de años.

Podría seguir poniendo ejemplos pero no acabaría nunca porque es algo que supera lo humano.

Si quieres magia, solo tienes que echar un vistazo y admirar que inmensa y bella creación. Pero tan pronto lo hayas hecho, no te olvides de vivir.

Vivir no es sólo existir,
sino existir y crear,
saber gozar y sufrir
y no dormir sin soñar.
Descansar, es empezar a morir.

Gregorio Marañón (1887- 1960), médico y escritor español.

 

 

 

El cordero de oro

La ignorancia es parte sustancial del ser humano (lo demuestra de varias maneras la foto que acompaña este texto).
El desconocimiento alcanza incluso hasta aquellos aspectos personales que pudieran ser sumamente íntimos.
Cargamos con zonas oscuras, puntos ciegos, somos naturalmente incapaces de penetrar el misterio de nuestra existencia, ¡cuánto más lo que está más allá de ella!
Esta ignorancia normal y hasta es bueno que exista, dentro de sus límites. No podemos vivir con la constante presencia de recuerdos, de proyecciones hacia el futuro, de pensamientos, de miedos, de deseos, etc. Tener toda la información al mismo tiempo, todo el tiempo, resulta en una sobrecarga, en ineficiencia, en descontrol, en locura, en muerte.
Gracias a Dios, nuestro cerebro es un gran filtro, entre su infinitud de tareas también nos sirve para bloquear y mantener fuera de la conciencia multitud inmensa de información que no es necesaria ni oportuna en este momento, es bueno que así sea.
Lo que no es tan bueno, es que aquello que debiéramos conocer y ser conscientes esté oculto, cubierto, negado.
Podemos creer que somos esclarecidos, que tenemos el saber y el poder, por lo que controlamos nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestros pensamientos, nuestro entorno.
Podemos suponer, con toda buena intención, que al menos tenemos conocimiento y conciencia de lo que nos atañe personalmente, sin embargo, somos esclavos de nuestra ignorancia y a veces incomprensión. Porque, no llegamos a conocer nuestro Yo Auténtico, nos quedamos solamente con las caretas que provee el Yo Vivido. Nos identificamos con etiquetas que nos dieron, nos inventamos personajes que asumimos como “yo”, vamos por la vida actuando como si fuera un teatro, en constante huida de encontrarnos ante el espejo del alma.
Esta ignorancia de nuestro ser, es el exilio de la persona.
Vivimos en exilio, fuera de nuestra tierra prometida.
Abandonados, desamparados, ignorantes de lo que es esencial: nuestro Yo Auténtico.
Al mismo tiempo, como tejemos historias de vida con bases imperfectas (ya que desconocen o rechazan la verdadera naturaleza del Yo), nos sentimos en la necesidad de elaborar miles de excusas, mentir y mentirnos, para no angustiarnos, para mitigar el sentimiento de culpa, para sufrir menos, para eludir la responsabilidad.
Sí, llevamos una vida de ilusión, aunque sea absolutamente real y concreta.
Una vida de desconexión de la realidad, sumergida en cuentos irreales que nos vamos inventando o tomamos de otros (padres, amigos, maestros, compañeros, medios de comunicación, etc.).
Como no estamos conectados con nuestro Yo Auténtico, no podemos estar conectados con el prójimo, ni con el entorno y tampoco con Dios. Apenas si lanzamos algunas líneas de vinculación, nos mantenemos en contacto, nos atamos, nos esclavizamos, pero no nos conectamos.
Si no nos conocemos, si no estamos conectados, si estamos en exilio, si llevamos vida de ilusión, si pasamos por este mundo como turistas sin marcar presencia, si nos mantenemos en la inconsciencia, si seguimos encerrados en celditas mentales, ¿cuál es el sentido de vivir así?

Es NATURAL de nuestra condición humana ser y sentirnos impotentes (faltos de poder).
La reacción original ante esto es la que parte del EGO, y puede expresarse de dos modos:

  • con abatimiento, desesperación, abandono, tristeza, la impotencia hecha carne (pero no concientizada); o
  • con pretensión de controlar todo, incluso aquello que está por fuera de nuestro dominio; fantasear con el control, creerse en posesión de las claves del poder, o buscar manipular la realidad (material o social) para imponer nuestro deseo.

Desde nuestros primeros momento de vida en este mundo el EGO nos acompaña.
En aquella pesadilla que es el verse sumergido por completo en la impotencia de entrar al mundo, el EGO nos auxilió, o eso creemos. Fueron sus rústicas herramientas las que nos permitieron sobrevivir, sobrellevar el terror de la impotencia, conseguir que alguien se hiciera cargo de nuestras debilidades y nos confortara. Fueron los gritos, los llantos, los pataleos del EGO los que alarmaban a los adultos a nuestro alrededor para que nos satisficieran, nos tranquilizaran, nos hicieran sentir menos el cuchillo mortal de la impotencia. Y cuando la satisfacción no era obtenida, o se demoraba, era el buen EGO el que nos desconectaba de la realidad tormentosa, el que nos llevaba al mundo de la inconsciencia, de la insensibilidad, de la anestesia, de la fantasía.
El EGO estaba allí, como salvador. Porque es su función natural, porque eso es lo que debe hacer desde su lugar de existencia en la base primitiva de nuestro cerebro.

Es este EGO salvador el que luego se toma como modelo de los dioses, ángeles, salvadores, seres místicos de la guarda, poderos milenarios, extraterrestres benéficos, etc.
Es este EGO el que es identificado luego con aquellos a los que asignamos poder, autoridad, dominio, sabiduría, consejo, etc. Cuando ciertamente el EGO no tiene poder, ni autoridad, ni dominio, mucho menos sabiduría o sapiencia, y es lo contrario a la conciencia.
Sí, el EGO es el origen de las religiones, de todas ellas.
En principio por ser la imagen interna de una “potencia salvadora”, que nos beneficia, que nos “ama” a pesar de nosotros no ser merecedores de ello.
Sí, también los que hacen de Dios, del verdadero y único, un “dios”, otro ídolo, están mancillando al Eterno, al equipararlo con los dioses inventados, con los dioses fabricados por los hombres, al hacer de la creencia personal de Él otro derivado del EGO.
Entonces, no es de extrañar que se pretenda negociar con Dios, imponerle nuestro deseo, creer en Él si nos hace los mandados, demostrar Su existencia si nos hace milagritos, suponer que Él está pendiente de nosotros como si fuéramos el centro del universo y Él nuestro servidor. También los que prostituyen lo espiritual para hacerlo religioso, esos también viven bajo el mando del EGO y no al servicio de Dios.
Todo esto es aprovechado por los miserables traficantes de la fe, sean de la religión que fueran, con el disfraz que usen, en el idioma que hablen, con el dios o dioses o no-dioses (ateos, organizaciones civiles, políticas, militares, nacionales, laborales, gremiales, etc.) que representen.
Allí está el pastor (para llamarlo en modo genérico, no solamente le pastor evangélico o mesiánico), que es el que tiene el supuesto poder, el supuesto saber. El pastor que todo lo sabe, todo lo puede, todo lo manda. El pastor que todo aconseja, prohíbe según su entender, decreta según su parecer. El pastor que no admite controversias, que no acepta preguntas “inoportunas”, que se enoja, que maldice, que presiona, que impone, que decreta, a sus ovejas y a sus dioses. El pastor que toma el lugar visible del EGO, que se convierte a ojos de sus seguidores en un dios, o emisario santificado por el dios. El pastor que nunca miente, nunca estafa, nunca se equivoca. El pastor al cual hay que tener contento, jamás contradecir o contrariar. El pastor que debe ser sostenido por el aporte de sus ovejas. El pastor que puede darse lujos que le niega a sus seguidores. El pastor que hace y deshace, que te dice una cosa y te dice la otra, que te ordena pero él y los que él escoge están libres de esa orden.
Te repito, no solo el pastor de la iglesia, puede ser un rabino, un cura, un sensei, un patrón, un comandante, un gerente, un rebe, un maestro, el burócrata, un guía, un jefe de sección, el conductor del bus, un gurú, un ministro de Estado, un monarca, un… cualquiera que esté ocupando el rol externo del EGO. Ese que se cree en control, o que realmente tiene algún poder sobre ti, sea por la función/cargo que está ocupando, por el lugar social que alcanzó, por la fantasía religiosa que le rodea e impregna con supuestos poderes, etc.
Ahí está el EGO, en ese funcionario, trabajando como el EGO sabe: gritos, pataleo, llanto o desconexión de la realidad, con sus derivados adquiridos con el crecimiento y las experiencias.
Si te pones a mirar desde el ojo de la conciencia, si analizas con la claridad que te estoy compartiendo, pronto verás cómo es que funcionan estas organizaciones basadas en el EGO, soportadas en el EGO, cuyo objetivo es el EGO.
Si estás entrampado en la telaraña del EGO, si tus puntos ciegos son muchos, probablemente no lo distingas, estarás condicionado para ver y no ver, de acuerdo a cómo te han adoctrinado. Una vez que has podido tomar distancia y te has quitado parte de la mochila de encima, cuando has des-aprendido, estás capacitado para aprender, para esclarecer, para crecer.

Cuando alcanzamos a comprender lo que está sucediendo, cómo el EGO está detrás, tanto del pastor como de la oveja, entonces es más sencillo explicar qué está ocurriendo. Se explica porqué la gente se deja estafar y se enoja cuando se trata de ayudarla, se entiende cómo amparan al pastor ladrón que vive a cuerpo de rey gracias al dinero de las ovejas que pasan miserias, se entiende el fanatismo, todo fanatismo, la ceguera.
Todos tenemos puntos ciegos, y el EGO se aprovecha de ellos, los amplifica, aumenta las sombras, porque ante la Luz el EGO se evapora.
La confusión, el caos, el desorden, la falta de razonamiento, la repetición de lema huecos, la prepotencia, la agresión verbal, la humillación, el hacerse la víctima, la queja, el reclamo injustificado, la indiferencia, todo parte de lo mismo y busca lo mismo: el dominio del EGO por sobre la persona.
Cuando Moshé desapareció en el Monte Sinaí y no retornó cuando el populacho lo esperaba, éste temió y acongojado protestó ante Aarón:

"haz para nosotros elohim (dirigentes, poderosos, dioses) que vayan delante de nosotros; porque a este Moshé [Moisés], el hombre que nos hizo subir de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido."
(Shemot / Éxodo 32:1)

Sí, la ceguera se extiende merced al EGO.
Ellos, el populacho, los extraños que se sumaron a Israel sin consentimiento de Dios, estaban aferrados a sus celditas mentales. Eran devorados por el miedo. Reaccionaban a causa del pavor o para obtener su deseo. Ellos no entendían, no comprendían, no tenían conciencia, no podían testimoniar que era Dios quien sacó a los judíos de Egipto, cosa que ellos aprovecharon para escapar también. Ellos veían a Moshé, veían a Moshé blandiendo el palo, veían a Moshé como el pastor, entonces era Moshé quien lo sacó de Egipto. Ahora, el líder ya no está. Desapareció. Entonces, desesperadamente precisan algo que ocupe su lugar. No importa lo que sea, pero que esté ahí, como el pastor, como el EGO materializado y visible.
Tal cual les pasa a algunas personas que han pasado por nuestro hogar FULVIDA, que salieron de la cárcel de la religión de Jesús/Yeshua/Isa (con cualquiera de los nombres que inventen, da lo mismo, es lo mismo), y dejaron al pastor, alias rabino mesiánico, alias moré mesiánico, alias roé, alias… Eso se dieron cuenta de que era nefasto, perjudicial, mentira, mortal, y corrieron lejos, pero bien pronto, bien bien pronto, se entramparon nuevamente. O regresaron a la misma congregación religiosa, o a una similar, o se abalanzaron sobre un rabino o alguien que se vende como tal, o se clavaron a otro líder religioso, por lo general líderes ávidos de dinero, poder, dominio sobre otros, renombre, aplausos. Bien rápido pidieron, demandaron, exigieron tener un líder como antes, alguien que fuera delante, alguien que encarnara al EGO. Amenazaron con escándalos, desastres, etc., para obtener su deseo, su retorno al caos, su sumersión en la inconsciencia e irresponsabilidad.
Sí, recuerdo a muchas personas que pasaron por aquí, por FULVIDA, y al no dárseles otro pastor que encarnara al EGO, ni otro falso dios que les esclavizara, rápidamente regresaron a sus celditas mentales, a servir a hombres, a adorar ídolos, a dormir nuevamente en la pesadilla del EGO.
Los que nos mantenemos aquí queremos hacer bien las cosas, nos miramos unos a otros y preguntamos qué estaremos haciendo mal. Seguramente que cada día podremos ir corrigiendo muchas cosas, sea en lo personal como en lo institucional. Pero, el hecho evidente, que surge cuando se analiza las cosas con calma y con el conocimiento que surge al ver al EGO, es que esas personas no fueron libres, no despertaron, sino tan solo se dieron vuelta en la cama, abrieron un poco los ojos, y volvieron a dormir. No quieren libertad, quieren servidumbre. No están preparados para servir a Dios, sino mantenerse esclavos del EGO. Con la excusa que sea, que mi esposa sigue allí, que mi esposa amenazó divorciarse, que Yehuda no me enseña hebreo, que el “rabino” tal me enseña “kabbalah”, que yo quiero seguir predicando “la palabra”, que en FULVIDA no hay “torah”, que siempre se habla de lo mismo, que… excusas, lo mismo que el populacho, quieren un pastor, quieren alguien con aparente fuerza que les marque el camino con su bastón, quien más inconsciencia y no libertad.
Analicemos, no demos excusas, analicemos y encontremos qué hay detrás.

Los esclavos del EGO, en su sumisión, en su esclavitud, tienen la necesidad de adoctrinar a otros, de manipular a los demás, de sumar gente a sus filas, de que nadie los contradiga, de reinventar la historia, de predicar la mentira con insistencia hasta que parezca que es verdad:

"… hizo un becerro de fundición, modelado a buril. Entonces dijeron: -¡Israel, éste es tu elohim (dirigente, líder, dios, poderoso) que te elevó de la tierra de Egipto!"
(Shemot / Éxodo 32:4)

Oh sí, el actuar como misionero es parte del síndrome del EGO.
El populacho, los extraños que huyeron detrás de los judíos ahora vienen a predicar “la verdad” a los judíos. Los “mesiánicos”, los “netzaritas”, los gentiles paganos que se hacían pasar por judíos, rápidamente querían adoctrinar al os judíos acerca de “torah”, de Dios. Cuando es evidente que el becerro de oro recién salió de la fundición, que era un muñeco de oro hecho por el hombre, estos misioneros con total desparpajo, con total desvergüenza anuncian y proclaman que ese es el dios de la salvación.
Sí querido amigo, el cuentito que te traen los falsos judíos mesiánicos es similar al que contaba el populacho que adoraba al becerro de oro.
Ponían al becerro en el lugar de Dios, o tal vez en el de Moshé. Como sea, le atribuían poderes mágicos, milagrosos, era la verdad y la vida, era la única conexión con Dios. Ese becerro era el que los salvó de Egipto.
Mentiras descaradas, evidentes estafas, pero dichas con tal pasión, con tanta insistencia, con tanto versículo apañado para acomodarlo a sus gustos, con tanta convicción, que finalmente los ingenuos e ignorantes podían creerles, podían sumarse a sus filas de desquiciados adoradores del EGO.
Lo vemos hoy en día, algunos lo soportan a diario dentro de sus familias o amistades.
Deben resistir el embate de los misioneros, falsos judíos que se hacen llamar efraimitas, netzaritas, mesiánicos, que vienen con su cuento preparado, entrenados en repetir lo mismo una y otra vez, en no responder a preguntas sino solamente seguir un curso de pensamiento ya dictado.
Ello vienen a traer “la revelación”, acerca del mesías, del que volverá, del hijo del hombre, del hijo de su dios, de… del becerro de oro, recién salido de la fábrica del EGO pero que es venido y vendido como sagrado, como de Dios, como salvador, como redentor.
Es así, tal cual lo vemos en el relato de la Torá, tal cual pasa hoy en día.
El “cordero”, es el becerro de oro.
Así como el populacho se inventó a su elohim, los seguidores del dios/mesías de “Nazaret”, igual hacen.
Pero también los que comercian con supuesta Kabbalah, y los que se hacen pasar por judíos aunque no sean mesiánicos, y los que se la pasan inventando historias religiosas para quedarse felices, y los que se fanatizan detrás de hombres, y… no… no es solo “pecado” los seguidores del cuento del nuevo testamento… parece que es “pecado” de los hombres en general…

Cuando al populacho se lo contraría, es despiadado. Deja correr la sangre, Agrede como puede. Es el fanatismo en persona. No se le lleva la contra. No se trae una lámpara que ahuyente las sombras. El populacho está ahí para servir al EGO, para no sentirse impotentes, para sentirse parte de algo más poderoso que les da poder y sentido a sus patéticas vidas.
El EGO domina, por lo cual hay violencia, más o menos encubierta. Hay falsedad, hay mentira, hay disfraces, hay locura, en una mayor o menor medida.
El EGO está al mando, entonces el misionero grita, llora, patalea o se desconecta de la realidad, con todas las conductas derivadas de éstas.
Piensa en el tiempo que tú eras misionero, una oveja de tu pastor. ¿Acaso no predominaba alguna de estas conductas?
O ahora, cuando te topas con todos esos disfrazados de judíos en tu vida, en el mundo o en Facebook, o en otros lugares de internet. Allí están, chapuceando en algo que creen es hebreo, mintiendo sobre su idioma. Haciéndose llamar por nombres que no son los suyos. Jurando tener un linaje que no es real. Afirmando acerca de doctrinas que no entienden pero ellos creen. Te imponen sus ideas, debes decir que sí o ellos se ofenden, se enoja, maldicen, se burlan, levantan la voz, gritan, amenazan, se hacen las víctimas, recurren a trucos como decirte que no debes juzgar, o debes amar, o que no te comportas como alguien de “torah”, o que ellos son maltratados como dijo su salvador que pasaría, o que su “rebe” es todo lo que el mundo precisa, o que su escuelita es la única santa, o… al final ellos son duros como piedras, son paredes, no entienden, no comprenden, no salen de su lugar, te cansan, te desesperan. Si tú eres débil, caes en la trampa de las risas y abrazos de bienvenida. O te dejas caer, ya cansado de luchar y ser incomprendido. Ellos son realmente los débiles, pero tienen el poder del imperio romano (EDOM) detrás. Tienen la falsa fortaleza del EGO que les impulsa a cualquier acción con tal de alcanzar sus deseos.

Pero, seamos justos y compasivos, no seamos severos, realmente para quien está encarcelado por el EGO es absolutamente difícil darse cuenta de esto, admitirlo, tomar conciencia, despertar, mantenerse fiel luego de hacerlo. El EGO hace muy bien su trabajo, por lo cual nos mantenemos en la ignorancia, absortos a la realidad, domesticados, esclavos, encerrados en la celdita mental que no tiene puerta ni llave pero de la cual no salimos.
Tampoco seamos severos, porque aprender esto lleva su tiempo y esfuerzo, y vivirlo a pleno, con lealtad, mucho más.
Así pues, el mundo de los hombres se encuentra sometido por el EGO.

(Recordemos, el EGO no es un demonio, no es un dios, no es un ángel caído, no es una fuerza mística, no es un alienígena que se posesionó de nuestra alma, no viene de fuera, no es antinatural; el EGO es una función natural, normal, de todo ser humano. Su meta es que la persona sobreviva, pero cuando se excede de sus límites, la lucha por la supervivencia lleva al egoísmo, egolatría, egocentrismo, violencia, malicia, abandono, dolor, sufrimiento, etc.
Recordemos y tengamos claro, no existe una lucha del EGO contra Dios, ni contra el hombre. Nada se opone a Dios. Y el EGO no está en lucha con el hombre, es parte natural y normal de él).

Un buen consejo para lidiar con los esclavos del EGO es no lidiar con ellos.
No enojarse, y si uno se enoja no demostrarlo.
No debatir ni rebatir, aunque uno pueda demostrar a cabalidad la falsedad del misionero, puesto que él está ciego y encerrado en su celdita. De nada sirve la razón y la lógica.
No luchar para ver quien sabe más, quien es más inteligente.
No es necesario, de hecho, es contraproducente.
Lo mejor, cuando se está en un mano a mano y no hay terceros que pueden ser perjudicados al escuchar la doctrina podrida del religioso, es no seguir su plan marcado de repetir lemas hasta el cansancio, de hablar en términos “bíblicos”, de cansarse por no llegar a nada con ellos. No, nada de esto es bueno. Lo mejor es uno hacer su propio juego y no jugar al de ellos.
¿Cómo es esto?
Nuevamente, no confrontando, no queriendo demostrar nada, no haciendo alarde del propio poder, no insultando, no aclarando versículos.
Sino, hacer una única pregunta y no salir de ella hasta que se obtiene una respuesta satisfactoria de parte del misionero.
Una pregunta inicial muy interesante es: “¿Para qué vino aquí?”, o también, “¿Para qué me está diciendo lo que me dice?”.
El misionero lanzará montón de lemas huecos, versículos, admoniciones, palabras incongruentes, supuestas respuestas. Usted ha de mantenerse firme en su pregunta, hasta que obtenga una respuesta satisfactoria. La tal respuesta debe provenir de la persona, no de sus amos, ni de libros, de tampoco sirve que esté formada con frases hechas. Debe ser personal, desde el alma de la persona que está en rol de misionero.
Luego, vaya usted al terreno personal, NO de la agresión, ni descalificación, ni de competencia, sino para conocer a la persona, su situación, su sentir. Que hable de cómo se siente con su familia, con su trabajo, con su vida. Nuevamente, no es para que usted salte y diga “Aha, ¿viste como creer en el muchachito no hizo que tu padre no abusara de ti, ni que tu marido te respete y no te golpee, ni que tu hijo no se drogue? ¿Viste como tu falso dios no sirve para nada porque no es verdad?” ¡No! No es para burlarse de la persona del misionero que usted preguntó por lo que le concierne a ella, sino para abrir un canal de Comunicación Auténtica, que lo lleve a tratar de entablar conexión de Yo Auténtico a Yo Auténtico. Seguramente fracasará, ya está avisado, pero vale la pena el intento. Porque quizás la próxima vez tenga éxito, o tal vez ahora, quien lo sabe… lo importante es no responder al EGO con EGO.
Nosotros también estamos sometidos al EGO, no por identificarnos como noájidas leales o judíos verdaderos con conocimiento y vida de judaísmo estamos libres del EGO.
El EGO está en nosotros, es parte nuestra, opera con fuerza en nuestra vida cotidiana.
Por ello, debemos estar atentos y no dejarnos llevar por él.
Porque, cuando entramos al juego del misionero, en realidad estamos poniéndonos en modo EGO para relacionarnos con el otro en modo EGO. Eso es malo, para uno y el otro.
Pero, si estamos conscientes y hacemos el esfuerzo, el EGO no tendrá tanta injerencia en nuestras conductas, aunque la tenga.
Algo será diferente si trabajamos desde el modo Dios y no desde el modo EGO.
Al no entrar a bailar la danza del EGO, dejaremos descolocado al misionero, que solamente sabe de EGO, no más.
Tratará de fortalecerse, de cerrarse, de fanatizarse aún más.
Pero recordemos, a pesar del EGO, a pesar de la indoctrinación, a pesar del fanatismo, allí dentro, en algún lugar está el espíritu puro, la conexión que también el misionero tiene con Dios. También en él habla la vocecita sagrada, aunque tapada por el griterío de la congregación de burladores.
Ahí, en algún lugar ahí, está el lazo sagrado para conectarnos con el misionero, con el siervo del EGO.
Repito, no esperemos milagros, pero estamos aquí para ser felices construyendo shalom. Así que… vamos a hacerlo…

  1. ¿Qué nuevas enseñanzas has tenido leyendo y comprendiendo este texto?
  2. ¿Cómo te puede ayudar a ser más feliz?
  3. ¿Tiene alguna utilidad práctica a la hora de tatar con tu EGO?
  4. ¿Pondrás en práctica alfo de lo aprendido aquí?
  5. ¿Cómo harás para difundir, compartir, este mensaje de vida?
  6. ¿Qué harás para apoyar nuestra sagrada tarea y que no se pierda?

Gracias por acompañarme hasta aquí.

La razón…doble filo

La razón es la facultad en virtud de la cual el ser humano es capaz de identificar, comparar y clasificar conceptos, relacionando unos con otros según sus semejanzas y diferencias; cuestionando su significado y el sentido de su uso; hallando coherencias o contradicciones entre ellos y así inducir o deducir otros conceptos nuevos y distintos de los que ya conoce.

La razón humana, más que descubrir certezas es la capacidad de establecer o descartar nuevos conceptos concluyentes o conclusiones, en función de su coherencia con respecto de otros conceptos de partida o premisas.

Tal actividad es lo que normalmente se reconoce con el concepto que expresa el verbo razonar.

El razonamiento es una parte esencial de nuestras mentes pero ¿porque el titulo plantea que tiene doble filo? Por el siguiente aspecto que debemos tener en cuenta. Cuando alguien nos dice oraciones razonables caemos en el pozo de que nuestro cerebro procesa esas frases y la tomamos como verdaderas ¿Por qué? Porque son razonables, lo que planteo es que la razón no es infalible porque si seguimos el razonamiento inductivo (clase de razonamiento) si vemos varios cuervos negros podemos pensar que todos los cuervos son negros, es una conclusión razonable porque vimos por observación que muchas de estas aves son negras, pero un día se vio un cuervo blanco; eso tira abajo la hipótesis de que todos los cuervos son negros.

Conclusión, no podemos vivir e integrarnos a nuestras sociedades sin razonar ya que como está escrito en el primer párrafo es una virtud pero no debemos engañarnos cuando alguien usa la razón para expresar sus pensamientos, ya que eso nos puede llevar a cometer errores terribles.

Partes extraídas de wikipedia.

 

¿Fama igual calidad?

 

Muchos piens

Muchos piensan que fama es lo mismo que calidad, pero paso a definir fama: prestigio. Calidad significa básicamente excelencia. Ejemplo a lo que me refiero es que algunos toman lo que dice en la página web wikipedia como la verdad absoluta solo porque esta biblioteca virtual ha demostrado ser eficaz en algunos temas, no significa por ejemplo que en los campos de la historia o lógica, etc. Sea efectiva.  Además hay que destacar que todos los artículos de wikipedia están escritos por personas, y estas personas pueden tener ciertas opiniones  o estar influenciados por agentes externos. Una forma de manipular los hechos verídicos fue por ejemplo una forma de combatir de los romanos al segundo reino judío fue borrando su conexión con la Tierra de Israel y ¿Cómo lo hicieron? Es simple cambiando el nombre de esa región por la de Palestina a sí mismo en los mapas posteriores producido en todo el reino romano escribían el nombre Palestina en donde estaba el antiguo Reino de Israel. Los mapas romanos eran utilizados en muchas partes del mundo y por esto muchos niegan la existencia de un reino judío pero ¿Cómo se relaciona con el título del último ejemplo? Hay varias formas de que un objeto se vuelva famoso/popular  una de ellas fue como miles de millones de personas vivían en el reino romano, las generaciones siguientes al ver los mapas de este imperio eran desinformados.

Cuando alguien va a comprar alcohol en gel y ve la marca lifebuoy en un estante y al lado de este se encuentra otro de marca zum va a tener una preferencia por la marca lifebuoy ¿Por qué? Porque la marca lifebuoy tiene mucha publicidad pero supongamos que la empresa o laboratorio que elabora el alcohol de marca zum, no gasta sus fondos en publicidad; los gasta en investigaciones para desarrollar bactericidas más potentes. Lo que estoy planteando en este párrafo es como afectan nuestras vidas las publicidades, pero nosotros depositamos cierta fe en las publicidades porque si usarían un lenguaje técnico no entenderíamos lo que dice la propaganda.

Aunque me cuesta aceptar lo que voy a escribir a continuación y me da mucha pena y vergüenza ajena por lo sucedido, es lo que paso con el nazismo, esta clase de dictadura se extendió por toda Alemania y se disemino por muchos países europeos. En algunos casos los nazis utilizaban publicidad y en la mayoría de las circunstancias el miedo y la fuerza para lograr sus objetivos. Desparramaron el odio, el caos y la masacre en Europa. Pero con respecto a los nazis pensemos lo siguiente ¿fue hitler el culpable de tantas abominaciones? o ¿fueron responsables los que lo siguieron?. Digo esto porque uno puede decir por ejemplo que el culpable del Holocausto fue hitler cuando él fue el fosforo que encendio la mecha de la bomba, sus seguidores eran la mecha y el asesinato de sesenta millones de personas la explosión de la bomba. Obviamente no libero de culpa al dictador de hitler.
Concluyendo voy a decir que algo famoso/popular puede ser maligno, benigno, verdadero o falso solo hay que conocer el producto, ideología, invento, etc. Y analizarlo en profundidad para rechazarlo o no.     echa y el asesinato de sesenta millones de personas la explosión de la bomba. Obviamente no libero de culpa al dictador de hitler.

 

Alegría secreta

Las religiones por lo general se presentan como la respuesta a todas las angustias, las religiones supuestamente monoteístas además insisten en ser el camino único y excluyente hacia la verdadera felicidad.
Así andan promoviendo sus doctrinas y negocios los mercaderes de la fe.
”Cree en esto y odia aquello, y te irás al paraíso”.
”Sígueme a mí y dame de tu dinero, esa es la razón de tu vida”.
”Congrégate con los hermanos, repudia al diferente, pero di que eres tolerante, entonces serás bendito”.
”Solo a través de mí tienes la verdad, la felicidad y la vida… ahora, págame por todo lo que te prometo”.
Oh sí, la religión con sus vanas promesas de que cumplas con ella para ser feliz. Entonces se hacen pactitos con los dioses, se negocian acuerdos, se inventan astucias para engañar a los dioses, se pretende ser más poderoso que Dios. Porque, también entre los que se visten de santos hay muchos que no son más que adoradores del EGO. Pervierten lo espiritual para hacerlo religión. Hacen del cumplimiento de los verdaderos mandamientos simples monedas de intercambio con Dios, al que buscan obligar a que les satisfaga en sus deseos a cambio del cumplimiento de los mandamientos.
Negociantes de la fe. Tanto los que embaucan al prójimo con religiones inventadas, con doctrinas podridas; como aquellos otros que son muy fieles a libros y verdaderas doctrinas santas, pero que no son más que negociantes, lo hacen para obtener favores de Dios. Adoradores del EGO, al que presuntuosamente, idolátricamente, hacen pasar por Dios.

Sí, también las “religiones no religiosas” ofrecen cosas parecidas.
“Pon tu fe en la ciencia y serás feliz”.
”El hombre es la medida de todas las cosas, así que tú síguenos en nuestro marco humanistas y serás feliz”.
”Ten el último juguete electrónico carísimo de “La Manzanita” y serás feliz”.
”Actualiza tu sistema operativo y tu paquete ofimático, y serás feliz”.
”Grita los goles de tu equipo y festeja la derrota del tradicional adversario, y serás feliz”.
”Bebe tal cerveza, toma aquel whisky, disfruta de tal bebida cola, y serás feliz”.
”Usa aquella ropa, está a la moda, vacaciona allí, comenta esa película, escucha esta música, serás feliz”.
”Esa pasta de dientes, ese desodorante, ese perfume, ese color de labial, y serás feliz”.
”Maneja aquel auto y modelo, ten un cuerpo así y no asá, baila con aquellas personas, júntate con ellos y rechaza a esos otros, y serás feliz”.
”Cree en cualquier cosa de moda, respira como te ordenan, repite lemas sin sentido, adora lo que te presentan, y serás feliz”.
”Junta mucho dinero y derróchalo en lujos que no precisas, en placeres que son de apariencia, en comprar amistades, y serás feliz”.

Sí, queremos la felicidad… ¿o eso es lo que nos enseñan a creer?
¿Queremos realmente la felicidad?
¿Nos hace falta?
¿Nos falta?
¿Nos enseñan a creer que queremos la felicidad?
¿Nos enseñan a creer que somos infelices?
¿Nos enseñan a creer que tener más nos hará felices?
Cada una de estas preguntas merece que nos tomemos un tiempo para reflexionar, para evaluar, para responder con seriedad.
Ninguna de estas preguntas es sencilla ni merece ser pasada sin respuesta desde lo profundo.
Yo no te brindaré las respuestas ahora, suficiente con haber planteado estas interrogantes. Si quieres haces el esfuerzo de responderlas, si no, no lo hagas.

Nos enseñan que si conseguimos tal pareja, tal estilo de casa, tanto dinero, aquel auto, esas amistades, ese dios, etc., seremos felices.
Nos enseñan a seguir una receta mágica, una fórmula milagrosa, a presionar un maravilloso botón secreto que nos proveerá de satisfacción inmediata, o de promesas de redención y placer eternos.
Todo lo que queremos y más después de pasar ese umbral, de rezar tal salmo, de adorar esa imagen, de poseer esto y aquello, de creer en aquello otro, allí siempre habrá felicidad, es la promesa que nos hacen, la creencia que nos enseñan y que nosotros tercamente aceptamos y reclamamos.

Vivimos en una ilusión, en un completo delirio que es socialmente avalado y promovido. No es el delirio de los que son enviados al hospital siquiátrico, ni medicados para controlar sus mentes, sino el delirio que es aplaudido y sostenido por la sociedad.
Estamos dentro de una burbuja de irrealidad, en la cual nos hacen creer que la felicidad está al alcance con unos procedimientos fantásticos, de libro de cuento.
Se nos deja en un estado de confusión constante, de inmadurez, en una etapa mental/emocional en la cual se cree controlar por medio del pensamiento mágico, del deseo, de conexiones metafísicas que mueven al universo a conceder deseos.
Nosotros nos acurrucamos en ese estilo de vida infantil, lleno de temores, de deseos, de hechizos.
Creemos que la felicidad la encontraremos al final del arcoíris, a través de una oración mágica, chasqueando tres veces, silbando, etc.
Sí, también con buenas intenciones nos llevan a esa fantasía de poder, y nos dicen que los niños buenos son visitados por papá-noel, o rabí-noel, o nos vamos al paraíso, o se resolverán nuestros problemas.
Y no, no es así.

El dinero no compra la felicidad, ni la manda a hacer.
La salud no es sinónimo de estar feliz.
El amor no suele ser un estado permanente, ni de permanente felicidad.
Aquel que cumple con integridad los mandamientos que Dios le ha dado para que cumpla no vive sin sufrimientos, ni sin altibajos, ni en perfecta armonía.
Las tribulaciones están a la puerta, esperando para ingresar.
No, la felicidad no está misteriosamente guardada y lista para sorprendernos cuando queremos.

Parece que nos enseñan a buscar la felicidad allí en donde no se la encuentra.
No podemos saciar nuestra sed con el contenido de un pozo seco, ni el delirio de satisfacción satisface.
Parece que muy pocos pueden responder con facilidad a la sencilla pregunta: ¿para qué ser feliz?
Si pudiéramos, quizás sabríamos ser felices.

Miremos a los personajes del Tanaj, no hay uno que no haya pasado tormentas, conflictos, dolores, separaciones, enfermedades, guerras internas y externas.
Allí están, célebres personajes que recordamos luego de milenios, muchos de ellos ejemplos de virtud, de obediencia a Dios, de acatamiento a sus mandamientos, que tropiezan, que caen, que les cuesta reincorporarse, que sufren, que no están embotados en el delirio de vivir en un paraíso terrenal constantemente, sino que trabajan en la construcción de Shalom.
Ellos son nuestro espejo, son nuestra guía, y no encontramos que ninguno haya tenido una vida sedosa, sin traumas, sin pasiones encontradas.
Desde el abismo clamaba David, desde el destierro soñaba Iaacov, en el pozo lloraba Iosef, en la impotencia golpeaba rocas Moshé, ellos sufrían, no estaban inmersos en una burbuja de irreal felicidad.
Sin embargo, pudieron ser felices.

La felicidad no está en el tener, en cosechar trofeos, en darle alimento al EGO.
Porque es el EGO el que nos impulsa a hacer cosas para sentirnos con poder, con control, en dominio, al amparo de la debilidad.
Es el EGO el que nos asusta y nos hace correr como desesperados en busca de la clave secreta que nos convierta en todopoderosos.
Es el EGO que nos confunde y no nos permite identificar nuestro ser, conoceros, amarnos, respetarnos, unificarnos, ser uno, conectarnos con nosotros mismos, con el prójimo y con Dios.
Es el EGO el que promete todo tipo de felicidades, pero nos aleja de la felicidad.
Porque es el EGO el que nos hace creer que la felicidad es algo que se obtiene, cuando la felicidad es un resultado de lo que nos está sucediendo aquí y ahora.

La felicidad es el resultado de los que nos está sucediendo aquí y ahora.
¿Cómo?
Si nos falta esto y aquello, si nos duele lo de más allá, si nos corroe la duda, si sufrimos, si no tenemos, si deseamos, si realmente las cosas no pintan bien…
¿Cómo?

 

Cuando dejamos de buscar fuera lo que está dentro.
Cuando unificamos nuestras dimensiones y las ponemos en sincronía con la dimensión espiritual.
Cuando encontramos o elaboramos el sentido a lo que nos está sucediendo.
Cuando comprendemos intensamente que este momento, éste y no otro, es nuestra única vida, nuestra única oportunidad, y que no tenemos otro. Entonces dejamos de hurgar sin piedad en el pasado, no achacamos más culpas, nos dejamos de cargar la pesada mochila del sentimiento de culpa, hacemos oídos sordos a los miedos, eludimos la ilusión de pretender controlar aquello que está por fuera de nuestro control.
Admitimos nuestra existencia, admitimos nuestras circunstancias, vivimos el aquí y ahora sin luchar en vano contra aquello que es imposible derrotar. Por más que tratemos de espantar a las sombras con palos, éstas no se irán. Las sombras se corren en presencia de una luz, no cuando son apaleadas. Lo mismo ocurre con las fantasías de control, que deseamos imponer nuestro deseo, marcar el ritmo al mundo, dominar aquello que no está bajo nuestro imperio, y fracasamos, caemos en la angustia, nos sumergimos más en la insatisfacción y la infelicidad.

Pero, vivir el aquí y ahora como lo que es, nuestra única vida; dejar fluir aquello que no puede ser retenido; no luchar contra lo que es imposible pelear; no retener lo que tiene que partir; no querer controlar lo que no se puede controlar.
Así se llega de a poco a la armonía interna que produce la armonía con el entorno.
Armonía de nuestras dimensiones para alcanzar la armonía con los demás.
De a poco, cada cosa en su tiempo.

Para que la música penetre los sentidos, cobre vida, estremezca el alma, es necesario algo más que aprender una técnica de ejecución instrumental. Es necesaria la inspiración, la maestría, el arte, ese brillo que no se produce por magia, ni por aburrida repetición de una técnica. Es el espíritu puesto al mando, con las otras dimensiones en armonía. Entonces la música está viva y hacer estremecer.
Así también la felicidad, la verdadera. Es un producto que resulta de un estado del ser, de un entrenamiento para superar las limitaciones del EGO.
Resplandece cuando la persona vive a plenitud el aquí y ahora, especialmente en los actos de bondad generosa, en el dar sincero, sin esperar nada a cambio. Cuando se beneficia en verdad a otro, por su bien, sin esperar nada, absolutamente nada.

El secreto de la alegría secreta ya te ha sido revelado.

¿Para qué?

¿Para qué?
Es la pregunta que te conviene hacer y responder con franqueza a inteligencia ANTES de hacer o decir cualquier cosa.
Te llevará unos segundos más que si no lo hicieras, pero te evitará horas o vidas de dolor.
Te producirá algunos inconvenientes, porque suele costar un poco aclarar tus reales motivos, pero te permitirá llevar una vida de plenitud y gozo.
¿Para qué diré tal cosa?
¿Para qué quiero hacer esto?
Ojo, debes responder a PARA QUÉ y no a POR QUÉ.
Porque, es común confundir ambas proposiciones y derivar hacia los “porque…”. Sí, es más fácil decir causas, reales o imaginarias, que descubrir motivos y finalidades que sean sinceras.

Estás por gritarle a tu hijo algo parecido a “estúpido”, espera, ANTES te preguntas “Para qué le estoy por decir estúpido a mi hijo?”.
En tanto haces este micro ejercicio, seguramente ya te abstendrás de lanzar esa espantosa maldición sobre aquel que se supone más amas.
Y, si por una de esas raras cosas de la vida, encuentras un motivo válido, probablemente reconozcas que hay otras maneras de expresarse, que no conseguirás nada bueno ni justo.
Sí, toma sus poquitos segundos, hay que hacer un esfuercito, pero bien vale la pena.
Siendo gentil estás a punto de decir alguna parrafada que suena a hebraico o judaico… ¿para qué?
Para ufanarte ante otros, para sentirte más “espiritual”, para creerte parte de un linaje y estilo de vida que te es ajeno, para alcanzar el paraíso, para… no, todo esto es EGO… al menos es lo que me parece a mí… ¿para qué, pues? Creo que ni tú lo sabes… y si o sabes y descubres que es el EGO, entonces, ¿para qué lo sigues haciendo?

¿Vamos a probarlo?

¿Para qué vamos a probarlo?
Para aprender a ser nosotros mismos, amos de nuestras vidas y no meros títeres de nuestros EGOs. Para actuar con nobleza, con bondad, con justicia, y no como monigotes que reaccionan con violencia, con pasión, con desmedido sentimentalismo, con malicia.
Vamos a probarlo para ver si funciona, si podemos hacer que funcione, si nos llegamos a conocer un poquito más a nosotros mismos, y así amarnos, y respetarnos y unificarnos y ser felices.

¿Para qué ser felices?
Hmmm porque para eso nacimos… ¡no! Esa no es la respuesta a la pregunta “para qué”.
Vamos de vuelta.
¿Para qué ser felices?
Para…

Noajismo y FULVIDA visto por una persona que recién despierta

Una señora que ha llegado al HOGAR FULVIDA en los últimos días nos ha brindado un breve resumen de cómo ella percibe al recién descubierto (por ella) noajismo, así como a FULVIDA.
He aquí el mismo:

" …veo que Jesús nunca fue, es ni será el mesías judío.
Veo que sigo siendo una gentil con la bendición de seguir a cabalidad el cumplimiento de las 7 leyes noájidas,
veo que no hay que complicarse mucho la existencia para agradar al Eterno,
veo toda la manipulación, descaro y desfachatez por parte del hombre nunca jamás ha sido por parte de Dios
veo que somos responsables de nuestros actos y acciones,
que el Eterno no predispone,
que la decisión de mover la balanza hacia lo bueno o lo malo siempre recaerá en nuestras vidas y en nuestro bello pero muy mal tratado planeta,
veo que el hombre es perfecto pero imperfecto por su ego,
veo que no solo faltarle al Eterno es con la violación de uno, algunos, o todos los 7 mandamientos universales, el solo hecho de no concientizar nuestros pecados personales como la ira, la indiferencia hacia los demás, el egoísmo, etc. también pecamos en contra de nuestro creador.
Veo que no necesitamos hacer rituales complicados ni oraciones descabelladas para acercarnos al Eterno y pedir de corazón perdón por todas nuestras faltas.
Veo que Noaj es el padre de los Noajidas o gentiles (eso lo aprendí aquí).
Veo que los extremos son malos porque conducen a un fanatismo el cual también desagrada a nuestro creador.
En fin, es una concepción muyyyy distante de la concepción decadente llamada cristianismo (mesiánicos, netzaritas, etc.).
Voy a seguir leyendo, madurando mi espiritualidad y tratar de agradar al máximo al Eterno.
Veo gente seria, sincera, capaz de salir hacia adelante a pesar de lo que les haya tocado vivir.
Siento (porque no lo veo) que en FULVIDA hay hermandad, respeto y muchas ganas de ayudar a los demás.
Veo que al accionar justicia terrenal (cortes terrenales) agradamos al Eterno.
El concepto del cristianismo: no hagas nada deja que Dios lo soluciones todo (si te roban, si te violan, si te matan) no hagas nada que Dios se ocupa (así no es), en nuestras manos esta hacer la diferencia y despertar a quienes siguen dormidos (así como yo lo estaba).
Gracias, Gracias por sus arduos trabajos y esfuerzos,
Aracelis Gil”

Para ser una recién llegada, creo que ha atinado en varios aspectos. Es un muy buen pan espiritual, con un adecuado enfoque.
En algunos puntos, sin embargo, habrá que continuar el proceso de des-aprendizaje para seguir aprendiendo y viviendo a plenitud. No se quita la pesada mochila en un par de días. Todo tiene su tiempo, su proceso, su momento para madurar.
Sin dudas, está en el buen camino ahora.
Muchas gracias.

Te concedo tu deseo

Todo deseo es deseo de poder.

¿Por qué?
Porque nos sentimos impotentes desde el inicio y a lo largo de nuestras vidas.
Infinidad de sucesos nos demuestran nuestra limitación, nuestra debilidad, nuestra fragilidad.
De hecho, la sombra de la muerte es la más constante presencia, cada segundo más cercana, y que ratifica sin dudas la máxima expresión de nuestra impotencia.
A esto se le suman los pensamientos, creencias, sentimientos de impotencia, que se suman a los hechos concretos, que nos envuelven en una red de sensación de inoperancia, de fatiga, de vacío, de temporalidad dolorosa.
Oh sí, es terrible, pero allí está siempre presente la impotencia.
En las cosas grandes, como la muerte, la enfermedad terminal, los avatares de la naturaleza, las catástrofes, o en las cosas menudas, como las que nos pasan todos los días, muchas veces por día. Perder las llaves, olvidar una cita, que alguien nos contradiga, equivocarnos, perder el tren, tropezar sin lastimarse. En el medio las otras situaciones de impotencia, ni tan terribles, ni tan simplonas.

Para paliar esa amarga realidad, ese sueño persecutor, esa sensación de ser como una hormiga, para evadirnos de nuestra condición es que deseamos.
Deseamos poder.
Poder en forma de dinero, dominio, mando, renombre, placeres, lujuria, lo que pertenece a otro.
Sí, el deseo es una forma de paladear la sensación de ser poderosos, de estar sobre otro, de usurpar un lugar, de ser otro, de huir de la muerte, de escapar de nuestra escasa importancia.
Deseamos, y nos creemos como dioses.
Nos vemos como si el mundo, el universo, se pusiera a conspirar para hacernos los favores.
Deseamos y nos creemos que Dios correrá a hacernos los mandados, a darnos de todo por milagro.
Oh sí, el deseo, tan presente, tanto como el sentimiento de impotencia.

Y allí, nuestro primer amigo, que luego se transforma en nuestro carcelero y tirano.
El EGO, aquel que nos dio una mano para sobrevivir al comienzo de nuestra vida.
Ese que nos sirve para reaccionar en los momentos en que no hay tiempo para pensar sino para hacer algo primitivo y sobrevivir.
El EGO se hace amo del deseo.
Porque, deseo y EGO nacen juntos, al momento en que nacemos al mundo y sufrimos el espanto de la impotencia original.

¿Puedes dejar de desear?
Realmente no.
¿Puedes erradicar al EGO?
Hmmm, no.
Pero sí puedes, y quizás deberías, aprender a vivir con ellos.
Ser tú, a plenitud, con tus deseos y tu EGO, pero siendo tú a plenitud y no como un esclavo del EGO.
Ser tú quien manda en tu vida, quien escoge qué del EGO usar, cuál deseo convertir en acción gratificante pero al mismo tiempo espiritual.

Se puede, sí, se puede.

Fuentes romanas y Jesús

Parece oportuno mencionar ahora las fuentes romanas de los siglos I y II EC respecto a la figura de Jesús y el cristianismo. Para empezar hay que indicar la parquedad de las mismas y que, siempre, son o despectivas o «indiferentemente frías». Por otro lado más que mencionar a Jesús las fuentes romanas de los siglos I y II EC se dedican a breves referencias a los «cristianos», mucho más que a la vida, hechos y muerte de la figura que adoraban. Veámoslas.

Las fuentes romanas de los siglos I y II EC

Los escritores romanos de los dos primeros siglos de la era común, Plinio el Joven, Cornelio Tácito, Cayo Suetonio Tranquilo y Dión Casio dan alguna información sobre los cristianos, directamente, y muy indirectamente sobre Jesús.

El testimonio más antiguo que se conserva de fuente romana sobre los cristianos es de Plinio el Joven (62-113 d.C.) quien, por indicación de Trajano, prohibió la formación de «asociaciones religiosas privadas», así dice Plinio «prohibí las asociaciones (hetaerias), conforme a tus ordenes» (Epist. X, 96)», considerando sospechosas las reuniones realizadas durante la noche y antes de la salida del Sol, pese a la inocencia aparente de los ritos, ceremonias e himnos que los cristianos dedicaban «a Cristo como a un Dios» (Epist. X, 96). Plinio concluye que según su entender se trata meramente de «una superstición irracional y desmesurada» (Epist. X.96)

No obstante ni Trajano ni Plinio fueron ningunos «perseguidores», por el contrario cabe añadir que Trajano no da instrucciones a Plinio -que era gobernador de Bitinia, de ahí esa consulta a Trajano- de perseguir activamente a nadie, se limita a indicar que si existe alguna denuncia se investigue y que ignore las denuncias anónimas, esta es parte de la respuesta que da Trajano:

«No deben ser perseguidos de oficio (conquirendi non sunt). Si han sido denunciados y han confesado, han de ser condenados, pero del siguiente modo: quien niegue ser cristiano (qui negaverit se christianum esse) y haya dado prueba manifiesta de ello, a saber, sacrificando a nuestros dioses, aun cuando sea sospechoso respecto al pasado, ha de perdonársele por su arrepentimiento (veniam ex paenitentia impetret). En cuanto a las denuncias anónimas, no han de tener valor en ninguna acusación, pues constituyen un ejemplo detestable y no son dignas de nuestro tiempo» (Epist. X, 97).

Tácito (61-117 d.C.) hace alusión a los rumores que culpaban a Nerón del incendio de Roma en el año 64 EC, dice: «Y así Nerón, para divertir esta voz y descargarse, dió por culpados de él, y comenzó a castigar con exquisitos géneros de tormentos a unos hombres aborrecidos del vulgo por sus excesos, llamados comúmnente cristianos. El autor de este nombre fue Cristo, el cual, imperando Tiberio, había sido ajusticiado por orden de Poncio Pilato, procurador de Judea. Por entonces se reprimió algún tanto aquella perniciosa superstición; pero tornaba otra vez a reverdecer, no solamente en Judea, origen de este mal, sino también en Roma, donde llegan y se celebran todas las cosas atroces y vergonzosas que hay en las demás partes» (Anales 15, 44).

Cayo Suetonio Tranquilo (muerto hacia el 160) en su Vida de Claudio (25,4) dice lo siguiente: «Hizo expulsar de Roma a los judíos, que excitados por un tal Cresto, provocaban turbulencias«. Durante cierto tiempo se pensó que esa referencia a «Crestos» era una referencia al término «Cristo», hoy se sabe que no es tal, sino que se trataba de un griego que se había convertido al judaísmo y organizaba disturbios en Roma, lo cual confiere además de lógica a la expresión «a los judíos». En la Vida de Nerón (16,2) este autor cuenta -ahora sí referido a los cristianos- que «Los cristianos, clase de hombres llenos de supersticiones nuevas y peligrosas, fueron entregados al suplicio«.

Dión Casio, escribe una historia romana que ocupa ochenta libros, en ella habla de la ejecución del cónsul Flavio Clemente y del destierro de su mujer, a quienes se acusa de «ateísmo», muriendo junto con otros por simpatizar con la fe judía (Epitome 67,14). No obstante el dato en sí es enormemente escueto y textualmente habla de «la fe judía» -no de las «nuevas supersticiones» a las que aluden Plinio, Suetonio o Tácito-, pese a eso algún autor lo relaciona con una persecución contra los cristianos bajo el reinado de Domiciano.

Lo escaso -por no decir nulo, fuera de la referencia de Tácito respecto a su ejecución- de información sobre la figura de Jesús demuestra que esta figura era percibida como cosa de poca importancia por parte de los autores romanos. Son coincidentes, sin embargo, en que sus seguidores apoyaban una «doctrina nueva» que era «perniciosa» y «supersticiosa».

En ese sentido parece que los autores clásicos citados sí diferencian entre cristianismo y judaísmo, pese a que algunos autores -tal vez impulsados por el ansia de encontrar más referencias externas al propio cristianismo de las existentes- insisten en identificar ciertas menciones a los judíos (como la de Suetonio en la Vida de Claudio XXV, 4) o teñidas de ambigüedad (como la de Dion Casio) como referencias a Jesús y el cristianismo. En puridad tales identificaciones caben ponerse ampliamente en cuestión.

Falta de identidad propia

El problema fundamental del cristianismo es la ausencia de una identidad propia. El cristianismo no se basa en el mensaje de Jesús -cierto o supuesto. ahora no entro en eso- sino en su muerte y resurrección y, resulta, que para redondear la cosa, precisan, vincular a Jesús al D_os de Yisrael porque si no establecen tal vinculación carecen de sentido, de ahí la necesidad -del cristinianismo- de relacionar la crucifixión con el Génesis, lo que es altamente complicado.

Porque de partida no entienden el significado de lo que ellos llaman Génesis y se llama Bereshit, no lo entienden en absoluto, y menos en la actualidad -quienes escribieron los evangelios aún entendían algo del judaísmo, por eso hay más de una señal en ellos que pone en boca de Jesús su proclamación divina, señales que pasan del todo inadvertidas para la mayoría de los cristianos actuales ¿Cuantos relacionan el «Yo Soy» con el nombre de D_os? Poquísimos-.

La creación del Antiguo Testamento -que no es el Tanaj, sino un libro cristiano- implicó la manipulación puntual pero significativa de los textos tanajicos -un ejemplo clarísimo de eso es el Libro de Isaías, pero hay más, en los Salmos, en Daniel…- ¿Por qué toda esa molestia? Pues porqué o vinculaban al llamado Jesús de Nazaret o Cristo a Hashem o… desaparecía su conexión con la divinidad, porqué ésta no se basa en el mensaje de Jesús sino en su muerte y resurrección: y para ello necesitaban que fuese el mismo D_os que el de Yisrael. Jesús no precisa ser divino pero el cristianismo sí precisa que lo sea, ya lo dice Pablo en 1 Corintios 15:14: «Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe». Es decir, el cristianismo necesita que Jesús muera y resucite, el cristianismo necesita vincular a Jesús con En Sof y lo necesita imperiosamente, pero esa necesidad, o, mejor dicho, la búsqueda de un pecado original en el que basar esa necesidad es…i nsostenible, atenta no ya a la razón sino al menor razonamiento teológico serio. De ahí que el protestantismo se abandone tanto en la «fe pura», porque esa conexión… solo es aceptable por una fe que no atienda a otra razon que la de su propio sentimiento.

¿Podría convertirme al judaísmo?… ¿Para qué?

Una buena señora me envía un mensaje consultando por un tema personal, de índole familiar, para lo cual precisaba un asesoramiento desde la perspectiva noájica al cual respondí atentamente.
Era un asunto que no viene al caso mencionar, pero con aristas muy compleja.
Sin dudas para tomar cartas en el asunto y corregir aquello que está fuera de curso.
Se lo hice saber a la señora, con la rectitud necesaria y la amabilidad correspondiente.
Al rato me responde ella con una pregunta, absolutamente fuera de contexto, sin conexión (al menos directa) con el tema tratado anteriormente.
Me pregunta:

  • “Tal vez algún día pueda convertirme al judaísmo???”

Entonces, yo replico:

  • ¿Qué tiene que ver con lo que preguntó antes?
    Y, ¿para qué lo haría?
    ¿Para complicarse más la vida?

Estas tres preguntas tenían una clara intención de mi parte.
Te explico brevemente, en su orden:

  1. Ver si la conversión al judaísmo es vista como una especie de mágica receta para solucionar sus problemas personales-familiares. De hecho, me he encontrado centenares de personas que sueñan con una conversión al judaísmo precisamente por esto, para huir de sus vida en lugar de corregir, enmendar, remediar, crecer con madurez. La ley es muy clara a este respecto, estos motivos personales no ameritan siquiera el inicio de un proceso de aprendizaje para la conclusión en una conversión formal y legal al judaísmo. Como tampoco el pretender cualquier tipo de ventaja o conseguir algún beneficio. El único motivo legalmente, y espiritualmente, válido para la conversión es el querer comprometerse a llevar una vida de servicio a Dios y al prójimo tal y como deben hacer los judíos de acuerdo a la ley judía. No es para sentirse más “cerca” de Dios, ni para tener derechos en la inmigración a Israel, ni para casarse, ni por tener amigos judíos, ni porque Jesús era judío, ni para tener promesa de paraíso como judío, ni porque uno se siente encantado con la identidad judía, ni porque un antepasado fue judío tal vez, ni porque a uno le gusta la música judía, ni porque uno sabe un par de palabras en hebreo, ni… solamente porque uno siente la imperiosa necesidad de cumplir al máximo con los mandamientos y reglamentos que deben cumplir los judíos, y con ello servir a Dios.
  2. Ésta debiera ser una pregunta clave en cada conducta que tomamos o pensamos tomar: ¿para qué hacerlo?
    Haz el ejercicio de preguntarte esto antes de cada cosa que harás, verás que interesante el resultado. Si quieres me lo cuentas luego aquí mismo, en los comentarios.
    De paso, es una obligación preguntarse esto antes de dar un paso fundamental e irreversible, como es la conversión real y legal al judaísmo
    Te pongo un ejemplo, pero te pido que no te quedes “pegado” al ejemplo, es solo eso un ejemplo.
    Si quieres hacer un tatuaje, y eres gentil, puedes hacerlo. No hay ninguna ley espiritual que te lo prohíba. Ahora bien, yo te aconsejo que te preguntes antes: ¿para qué?
    Si tu respuesta es: para tener el nombre de Alberto, mi novio, conmigo toda la vida. Yo te diría, mejor no. ¿Cómo le explicarás a Raúl, tu marido, que tengas en una nalga ese nombre hasta que la muerte los separe?
    Si me dices que quieres el tatuaje para que te acepten tus amigas, yo te diría que tampoco. Si tus amigas no te aprecian como eres y te demandan hacer cosas que tu realmente no quieres, no me parece que sean tan amigas.
    Si me dices para verte y agradarte, yo te diría piénsalo bien, tal vez no precisas ese pedacito de arte en tu piel para ser bella.
    Si me dices para… y así hasta que encuentres tu verdadero motivo.
    Antes de que mi amigo J. Ortiz proteste por tocar el tema de los tatuajes, quiero repetir que es un ejemplo. Lo tomé porque es indeleble, es una decisión de por vida, no hay vuelta atrás, te marca y así te deja. Algo parecido, pero mucho más importante, intenso, profundo, eterno pasa con la conversión al judaísmo.
  3. Sí, ser judío es complicarse la vida. Si no cumples con los mandamientos y reglamentos de la Torá, quizás pareciera que no tanto. Puedes vivir como un gentil, sin cumplir siquiera uno de los 613 mandamientos que la Torá demanda para el pueblo judío. Puedes vivir así y quizás no veas nada complicado en tu vida como judío, porque naciste así, pero sin vivir como tal. Sin embargo, no faltan aquellos que de una u otra forma te recuerdan que lo eres. Existe algo que se llama antisemitismo, algunos le dicen judeofobia, otros le dicen desprecio, odio, malicia contra los judíos. Oh sí, el pueblo judío ha padecido innumerables horrores, y lo sigue haciendo pero un poco más solapado, a causa de las gentes que no los quieren. Entonces, ya de por sí es complicado ser judío. Pero cuando te comprometes a vivir de acuerdo a los mandamientos que te corresponden de los 613, a ser puntilloso con los inacabables reglamentos que detallan como ha de ser tu vida como judío, entonces sin dudas que estás complicando tu existencia muchísimo. Que no puedes comer esto, ni mezclarlo con aquello, ni a tal hora, ni en aquel lugar, ni si tiene esto, ni si le falta aquello. Y no puedes hacer esto, que es lo más simple y normal, pero tampoco aquello, y mucho menos eso otro, aunque ayer cuando eras gentil lo podías hacer perfectamente y no constituía ni una falta contra la ley, ni una conducta maligna, ni acción poco ética ni nada de nada. Simplemente Dios, o los rabinos a cargo, dijeron “no”, y es no, aunque no cause daño, ni dolor, ni nada malo, no puedes hacerlo, y si lo haces estás “pecando”.
    Oh sí, es bello ser judío, pero muy, muy complicado.
    Es tan bello como ser noájida, aunque mis hermanos noájidas tienen un camino mucho más simple y menos alborotado para alcanzar el mismo paraíso…

La buena señora contestó rápidamente:

  •  

    porque dice que es mas complicado?
    no comprendo

A lo que yo le dije:

  •  

    Entonces, ¿no sabe lo qué es ser judío?
    Para empezar, no tiene 7 mandamientos, tiene 613.
    ¿Ya cumple usted los 7?
    ¿Está lista para sumarle 606 más?
    A todo esto, ¿tiene cabal idea de lo que es ser judío?

Sinceramente, tenía la convicción suficiente de que la amable señora quería convertirse a judía, pero no tenía noción de lo que es un judío, que debe hacer un judío, para qué ser judía.
No sé qué hay detrás de su deseo, no me lo dijo. Pero veamos cómo respondió:

  •  

    un pequeña idea.
    comprendo que a todos los que quieren convertirse al juadaismo les ponen muchas trabas
    para ver realmente cual es su interés
    nadie dijo que fuera fácil
    pero creo que lo más importante es que
    Hashem me acepta tal cual soy
    lo importante es instruirse en la Tora y refinar su alma con el cuerpo
    y elevarse al Todopoderoso

Pues bien.
La señora realmente no sabe para qué convertirse ni el tremendo compromiso que eso implica.
Pero se excusa con alguna cosa que oyó por allí: que los rabinos ponen trabas para que la persona demuestre cuál es su interés.
Realmente, no. No es para ello.
Para saber el interés sencillamente se lo preguntan al que desea convertirse. Vean el video que está aquí por favor, y presten mucha atención.

Y luego, confunde aún más las cosas.
Dice que Dios la acepta tal cual es.
Entonces, ¿para qué convertirse?
Realmente no entiendo esta respuesta.
Si Dios la acepta tal cual es, según la señora dice, y ciertamente fue Dios quien creó el noajismo y al espíritu del noájida y además hizo que la señora naciera gentil, ¿para qué convertirse al judaísmo?
Es totalmente cierto, Dios la acepta a la señora como noájida. Absolutamente cierto. Tiene todo para disfrutar aquí y en el mundo venidero como noájida.
¿Entonces?
Sigo sin entender.

Pero luego, se me oscurece aún más.
Porque, habla de la Torá, cuando sabemos absolutamente con claridad que la Torá no es de ni para los noájidas.
Es del pueblo judío y para el pueblo judío.
De su luz se desprenden chispas radiantes de vida para todas las naciones, pero el gentil puede vivir perfectamente toda su vida sin siquiera una gota de Torá, nadie le juzgará por ello, ni recibirá castigos, ni Dios le reclamará alguna cosa por no hacerlo. Porque, Dios entregó la Torá al pueblo judío, no a la humanidad. Dios demanda que sean los judíos los que la estudien y la apliquen, no los gentiles.
Ciertamente, hay muchas cosas buenas que el pueblo judío puede compartir de Torá con sus hermanos mayores, los gentiles. Pero perfectamente pueden no hacerlo y no por ello los gentiles pierden su paraíso, ni su identidad, ni su misión en este mundo.
No es muy difícil de entender, pero para que penetre en el corazón primero debes des-aprender tanta miserable doctrina religiosa que te han inculcado, tanta culpa, tanta desesperanza, tanta falsa esperanza, tanta religión que no tiene nada que ver con espiritualidad.
En fin, cuando la señora menciona que Dios la acepta tal cual es, y luego mezcla la Torá, ya podemos comprobar que precisa acomodar sus pensamientos, corregir muchas creencias, des-aprender, llenarse de Luz de Vida, para empezar a amarse, a respetarse y por fin conocerse en todo su esplendor, con la belleza que tiene pero no conoce.

Porque, y aquí hay otro concepto ajeno y erróneo, el gentil no refina su espíritu con Torá, nuevamente, ese es legado judío, no gentil. Hay cosas muy buenas para compartir, pero también se puede vivir sin ellas.
El gentil refina su espíritu viviendo como Dios le manda, no como a cada uno le parece que debiera ser.
Dios decidió que el espíritu refinado del gentil se produce con el cumplimiento de los Siete Mandamientos Universales.
¿No está claro?
Repito, ser bueno, ser justo, ser leal a Dios, a uno mismo, al prójimo. ¿Cómo? Al cumplir los Siete Mandamientos, al ser un constructor de Shalom.
Sin necesidad de creencias, ni dogmas, ni fe, ni ritos, ni bailoteos, ni palabrería, ni congregaciones, ni centros de estudios “noájicos” que en realidad son de judaísmo dulcificado y sin sentido, ni…
Simplemente siendo noájidas.
Eso es lo que Dios quiere, lo que Dios manda, no lo que a usted o a mí nos parece.
No es con conversiones al judaísmo, ni las verdaderas ni la falsas; ni con una vida estrafalaria de noajUda, es decir, alguien que se hace llamar noájida pero es un payaso que se disfraza de lo que cree es “judío” y se pasa haciendo ritos ridículos porque le son absolutamente ajenos. No es hablando algunas palabras de hebreo. Ni repitiendo versículos, en este o aquel idioma. Ni llenando el Facebook de fotitos de rabinos, ni pegando mensajitos de rabinos, ni…
No, eso no es lo que Dios mandó al noájida.
Él, Dios, mandó Siete Mandamientos… ¿quién se cree más listo que Dios para inventarse atajos a su propia perdición?

Entonces, creo que la señora (como la gran mayoría de las personas) debería leer mucho acerca de su identidad y oír menos a los que inventan religiones, caminos alternativos para estar “cerca” de Dios, pero que terminan estando cerca de su dios-EGO y ausentes de Dios.
http://fulvida.com/nosotros/empieza-aqui es un buen lugar para empezar.

Conocerte, amarte, respetarte.
Lo consigues con el noajismo, si eres gentil.
Pero no pienses que es un remedio mágico para todas las cosas que tienes que resolver y no se remedian con milagros ni fantasías.

Y no, no anheles una identidad que no es la tuya si no sabes cómo responder con sinceridad a la simple pregunta esencial: ¿para qué?
Si lo sabes, si eres sincero contigo mismo, encuentra un VERDADERO rabino ORTODOXO que te guíe en el proceso. Al final, lo que importa es construir Shalom siempre.