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Dar y recibir, en su medida

La lectura pública del pueblo judío de Torá de esta semana comienza con las palabras:

"Estas son las generaciones de Noaj / Noé … la tierra estaba llena de corrupción…"
(Bereshit /Génesis 6:9-11).

Se brinda explícitamente una razón para la catástrofe que vendrá:  "la tierra estaba llena de corrupción".

El Midrash y el Talmud (Bereshit Raba tratado de Sanhedrin) dice que los habitantes de la tierra estaban sumidos en idolatría, asesinato, el robo y el hurto, además de que habían pervertido los modos sexuales (orgías, swingers, infidelidad, prostitución como forma de idolatría, incluso teniendo relaciones sexuales entre diferentes especies).
Para ser precisos, los seis mandamientos universales en vigor, de los siete dados por Dios a Adam, eran violentados a cada rato por aquellas personas.
La degradación era cada día peor y peor.
Las advertencias no surtían efecto, la corrupción avanzaba a pasos agigantados.
Los pocos que sobresalían de esa masa enfermiza, prontamente eran desaparecidos, por las buenas o las malas.
Sí, la tierra estaba podrida por la acción del hombre.
Como si viéramos el espejo de la actualidad, por ejemplo, en donde la gente torpemente iguala a un rehén inocente sometido a vejámenes como si fuera idéntico a 1027 humanos bestiales, asesinos a sangre fría, instrumentos de terrorismo del imperialismo árabe-musulmán, que están presos por justicia imparcial.
Así también era aquella generación en bancarrota, liderada por mafiosos, plagada de “religiosos”, llena de mentiras para adormilar las conciencias y continuar con la depravación y depredación.
Era un mundo espantoso, como estamos haciendo con el nuestro.

Ahora, interrumpamos las malas noticias de antaño y procedamos a aprender algo muy interesante.

Sabemos que el ser humano es un organismo intercomunicado que da y recibe.
Ambas funciones son indispensables para una vida saludable, equilibrada, de desarrollo, de trascendencia.
Ni siquiera somos conscientes del continuo mecanismo de vida que a cada instante nos sostiene y se produce en este dar y recibir. Nos ventilamos, inhalamos y exhalamos, estamos en un flujo permanente de intercambio de gases. Pero no solamente, estamos también sometidos a otro tipo de procesos, pensemos en la temperatura, presión, contacto, etc.
En esto no intervenimos voluntariamente, sumemos a los intercambios que hacemos de forma más o menos consciente.
Damos y recibimos.
Ambos importantes y buenos.
No debemos creer como esos religiosos que ven en el recibir algo “del mundo”, de “la carne”, materialista y por tanto malo. ¡Nada que ver! Es parte de nuestra naturaleza, es tal como nos diseñó Dios.
Dar y recibir en su justa medida.
Porque pensemos, que pasa si nos restringimos fuera de límites saludables, tanto en el dar como en el recibir.
Si no pudiéramos contener nuestros esfínteres excretores, por ejemplo; o nos negáramos a expeler la materia fecal; o nos prohibiéramos respirar, etc.
Es imprescindible entenderlo, dar y recibir son buenas, todo en su justa medida.

Volvamos a la generación del Diluvio, la hermana gemela de la nuestra.
Dijimos idolatría, asesinato, depravación y robo.
Voy a pedirte que nos centremos un momento en los dos últimos.

El robo es un acto de "recibir" de otro sin su consentimiento, al tomar de otro estoy en cierta forma “recibiendo”.
Se podría decir que el robo es la corrupción del recibir.

La depravación sexual se puede entender como un acto de "dar", particularmente si lo vemos desde la posición “masculina” o activa.
Se está dando la semilla de la vida, aunque probablemente no sea fructificada en una nueva vida. En la posición activa se procura brindar placer al otro, si bien se lo obtiene también como efecto secundario. Es un proceder de la esencia masculina, al menos desde el punto de vista cabalística, el gozar por haber dado placer a otro.

En ambas acciones, robar y depravación, hay un desajuste entre el donante y el receptor.

Su EGO se apañó para deformar el dar y recibir para transformarlo en una viciosa herramienta de esclavitud.
Se convirtieron en receptores egoístas, que procuran llevar a la impotencia a otro, dominarlo, someterlo, privarlo de lo que le corresponde.
Así también con el dar fuera de cauce, en donde se es dador egoísta, se trata de dominar y someter a otro, aunque en apariencia a veces el otro pueda estar conforme con lo que ocurre (o no pueda o quiera expresar su disconformidad).
Tanto en este dar como en este recibir se está actuando a instancias del EGO, no a favor de la bondad, no por justicia, no con armonía, sino por EGO.
Ese EGO que se nos presenta como salvador, como un dios interno, como una fuerza poderosa, como un amo controlador, pero que no es más que un payaso impotente que usurpa nuestro liderazgo y nos pone en posición dudosa y de impotencia.

Con el EGO al poder, el egoísmo es la meta, lo que sienta bases para el abuso desenfrenado.
Sea en el interior de cada uno, en el microcosmos familiar, en el ecosistema mundial, en el universo.
Cuando el EGO es el que controla, estamos en la senda del dolor.

Por supuesto que Dios nos ha dado dos poderosas herramientas para canalizar al EGO, dejarlo en su lugar, tenerlo como siervo y no como amo.
Por una parte nos ha dado una esencia espiritual intachable, nada puede perjudicarla. Es lo que somos eternamente. Es nuestro lazo de Luz. Es nuestra conexión sagrada con Dios y con todo lo creado. Está en nosotros, somos nosotros, es esa vocecita constante y dulce que nos llama, pero que atareados, consumidos por el EGO no alcanzamos a escuchar o a comprender.
Por otra parte, Él nos ha dado los mandamientos. Los siete principios universales para los gentiles, los 613 para el pueblo judío. Son el manual de vida, de bendición, de “salvación”, en este mundo y para la eternidad.
Cuando la esencia espiritual resplandece a través de las acciones sintonizadas con los mandamientos, el EGO pierde el poder, el egoísmo deja de consumir a la persona, el equilibrio interno se posibilita, lo que brinda la ocasión para el equilibrio del ecosistema general.

Podemos dar y recibir de forma desajustada, entonces nos corrompemos, corrompemos al mundo.
Podemos atender a nuestra propia esencia espiritual, sea de gentil o de judío, dotarla de “alas” por medio de las acciones afines a los mandamientos correspondientes, entonces brindamos un crecimiento y shalom multidimensional a nuestro ser, al entorno, al cosmos.

Noé fue encomendado a construir un arca, una embarcación que contenía un mundo en miniatura.
Noé se vio obligado a entregarse totalmente al cuidado de cada uno de los animales, así como los humanos, que estaban instalados en el arca.
No tenía tiempo ni excusa para dejarse conquistar por el EGO.
Su deber era salvar al mundo, y lo estaba haciendo.
Estaba armonizado con su esencia espiritual, alumbrado por la Luz del Eterno, porque cumplía cabalmente con lo que le correspondía.
Toda su existencia era un trabajo constante de alimentación y de cuidado de las criaturas a su cargo, cada uno según sus necesidades específicas y horarios, y al mismo tiempo un acto de protección para él y su familia. Había límites claros, eran respetado. 
Así que por un lado, que estaba siendo protegido de las fuerzas externas de la inundación, y por otro lado, su función principal era ser protector de los demás, y por tanto de sí mismo.

Afuera había gobernado el EGO, con la corrupción.
El dar y recibir trastocados, enfermos, mortales.
En el Arca estaba el EGO bajo la bota del hombre, aquel que actuaba en sintonía con la Voluntad de Dios.
Por ello el dar y recibir eran ajustados, cabales, saludables.

Noé debía de aprender para luego ser capaz de reconstruir una humanidad basada en un equilibrio satisfactorio de dar y recibir.
Pero, al poco tiempo que descendió del buque, cuando aflojó su compromiso con “la causa”, el EGO nuevamente hizo trampas y lo llevó al abismo.
Recordemos, no estamos libres del EGO, nunca. Ni siquiera los sabios, ni los “santos”, todos cargamos el EGO, porque somos en parte EGO.
Noaj había recién recibido nuevamente los Siete Mandamientos, vislumbró la señal del arcoíris que lo simboliza, pero había salido del Arca, volvió a la vida “llana”.
Pensó que ya tenía el poder sobre el EGO, que podía ser libre y sin atención a las trampas del mismo.
Pero se equivocó:

Gen 9:20  Entonces Noé comenzó a labrar la tierra, y plantó una viña.
Gen 9:21  Y bebió el vino y se embriagó, y se desnudó en medio de su tienda.

Sí, la corrupción en el dar y recibir.
Le dio a la tierra la semilla de la vid, plantó, cuidó, cosechó, produjo vino y se emborrachó. Eso lo llevó a… bueno, es otro tema…
Tuvo sus buenas intenciones, pero poco fundamentadas.
El EGO se los comió a través de la bebida.

Para crear un equilibrio armonioso debemos estar seguros de que así como nosotros nos protegemos y a nuestros seres queridos, de hacerlo con el universo.
A fin de dar hay que saber recibir, y para poder recibir correctamente debemos aprender el arte de dar, de esta manera se completa el circuito del flujo de la vida.

Podemos construir un Arca de vida, que nos lleve, que nos contenga, que nos canalice, que nos haga crecer.
Nos convertimos en un arca, una embarcación, en donde hay reciprocidad en la energía de dar y recibir el flujo sin problemas a través de nosotros, creando un universo armonioso, equilibrado.

Podemos hacerlo, debemos hacerlo.
Es nuestra tarea en esta vida.

El cuerpo conoce

El cuerpo conoce, aprende, recuerda, actúa, se relaciona.
Quizás algunos de los verbos parezcan obvios, pero otros te puedan resultar novedosos o hasta sorprendentes. ¿El cuerpo recuerda? ¿No recuerda el cerebro o el recuerdo se graba en conexiones entre neuronas? ¿Qué tiene que ver el cuerpo en su totalidad?
¿El cuerpo conoce y aprende? Quizás pueda resultar innecesario decirlo, pero tal vez podemos descubrir mayor profundidad de lo que surge a primera vista.

Te recomiendo que dediques algún tiempo a estudiar el material que puedes encontrar al hacer esta búsqueda: http://www.google.com.uy/search?q=embodied+cognition&ie=utf-8&oe=utf-8&aq=t&rls=org

El primer banco de memoria es nuestro cuerpo.
El primero en aprender es nuestro cuerpo.
El primero en responder, incluso en edad adulta, es el cuerpo.

Cuando nacemos, cuando nos vemos sumergidos en un océano de plena impotencia, es el cuerpo el que padece, el que memoriza el trauma espantoso.
Es el cuerpo el que mantiene el recuerdo, no con palabras, no con imágenes, no con vínculos lógicos y racionales, no de forma consciente, pero el cuerpo guarda aquellos momentos y los revive.
Existen ciertos gatillos, por ejemplo sucesos que vuelven a someter a la persona a situaciones de impotencia, que activan esos recuerdos y producen efectos en el cuerpo. Nos encontramos nuevamente sometidos a los mecanismos rudimentarios para sobrevivir a la impotencia, somos reactivos, incapaces de pensar racionalmente, imposibilitados de poner en palabra o concepto lo que nos arremete, desconectados en la capacidad de contextualizar los hechos.
Repito, el recuerdo plasmado en el cuerpo no maneja un lenguaje compartido, ni relaciones lógicas, ni sentido temporal, ni convenciones, sino su propia forma de expresión, única, primitiva, inaccesible de traducción directa por parte del cerebro “superior” (corteza cerebral), son sensaciones sensoriomotoras que se expresan fuera de control mental. Es el cuerpo expresándose a través de su enlace con el sistema cerebral límbico, de forma automática, sin premeditación.

Es por ello que sentimos el terror, nos invade el miedo, no somos capaces de penetrar intelectualmente en su esencia, puesto que queda absolutamente por fuera de lo que es conocido y cognoscible por el cerebro “superior”.
Podemos sentir miedo, adivinar qué es lo que nos atemoriza, inventar excusas para temer o no hacerlo, pero el terror original, la marca indeleble, la base de todo miedo permanece por fuera del registro de pensamiento.
Incluso los sueños con sus imágenes y sensaciones más próximas al mundo del conocimiento corpóreo, están en un escalón más alto que el recuerdo grabado en el mismo.

De acuerdo a lo que nosotros hemos ido aprendiendo, el EGO encuentra en la impotencia del hombre su potencia, su dominio.
Si bien como mecanismo rudimentario para la supervivencia ha sido provechoso, luego se transforma en un obstáculo para el desarrollo y superación personal y colectiva.
Sus instrumentos (gritos, llanto, pataleo y desconexión de la realidad y los derivados de estos), nos atormentan por dentro cuando sucumbimos al miedo, también son las acciones que nos relacionan enfermizamente con el entorno, con el mundo y las otras personas.
Cuando nos sentimos impotentes, sea porque lo estamos realmente o porque esa es nuestra creencia, se ponen en funcionamiento alguno de estos instrumentos del EGO, que en lugar de permitir liberarnos y encontrar poder, nos someten a enfrascarnos en huidas, luchas imposibles, fracasos y exacerbación del sentimiento de impotencia.

Para complicar las cosas, según estamos comprendiendo, el pensamiento positivo, las buenas ondas, el optimismo pueden ser muy bonitos y ayudar en algo, pero no tienen como controlar el recuerdo que aflora desde el cuerpo ni mediar para que el recuerdo terrible que nos afecta desde la memoria corporal sea modificado.

¿Qué podemos hacer?

Dejo pendiente la continuación de esta línea de pensamiento, mientras te pido que pienses en lo que te acabo de explicar, en lo que recién pregunté y te ruego que procures unir estas ideas con el camino espiritual que Dios ha marcado para cada uno: noajismo y judaísmo, para gentiles y para judíos respectivamente.

Trampas del EGO

El EGO actúa desde lo profundo de tu ser y te manipula.
Busca presentarse como un poderoso líder, un faraón tiránico al cual temer y obedecer.
Realmente es un fantasma, una sombra, un humo impotente, pero que con habilidad te hace tropezar una y otra vez.
Te mantiene aprisionado a tu celdita mental. Te empequeñece. Te nulifica. A veces tratándote como a una piltrafa, otras inflándote hasta hacerte ver enorme, cuando en verdad no lo eres.
Si bien sus herramientas son rudimentarias, primitivas, igualmente se mantiene en su rol de “salvador”, de dios, de amo.
Te hace vivir carente, lleno de miedo, fatigado, huyendo, falto de placer y tranquilidad.
En este artículo quiero presentarte alguna de las trampas que el EGO acostumbra a usar.
Deseo que al verlas puedas reconocer si operan en ti, y si así sucede, que puedas y quieras desarmarlas para que lleves una vida de plenitud.

1. NO VIVIR EL PRESENTE. Sentir culpas por lo pasado. Atormentarse por lo que pasará. Desenfocarse del momento actual para sumergirse en otro tiempo, en realidades alternativas e inexistentes. Se puebla la menta de fantasías, de recuerdos (reales o ficcionados), para no asumir la vida en este aquí y ahora.

2. DESATENDER TUS NECESIDADES. No te atiendes, no te cuidas, no te conoces. Estás más atento a la opinión y deseos de otros que a lo que es mejor para ti, o aquello que realmente necesitas.

3. MEZCLAR PROBLEMAS REALES CON IMAGINARIOS. Tus pensamientos te arrastran a un mundo de fantasía cruel. Tus ideas, sensaciones, sentimientos, fantasías, recuerdos, anhelos, dudas, miedos, creencias, acciones, actitudes, todo se bate y vuelve a batir en tu mente, como si estuviera sometido a una poderosa licuadora. Se pican, desmenuzan, entrelazan, revuelven estos contenidos y te devuelven una imagen confusa, caótica, desordenada, plagada de terror. No existen soluciones ni tranquilidad, puesto que cada cosa está fuera de su sitio, y cuando se encuentra la punta del ovillo, está tan entreverado, tan saturado de otras cosas, que difícilmente se establezca claridad.

4. SENTIR CULPA POR DECIR “NO”. Querer agradar continuamente a todos supone un desgaste enorme. Sin embargo, como temes a la soledad, al rechazo, al fracaso, al error, al enojo del otro, entonces haces lo que no quieres, porque te resulta más fácil que asumir las riendas de tu vida.

5. ATENDER MÁS DE UNA TAREA A LA VEZ. Como huyes del presente, como no te conoces, como no te valoras, como te sumerges en un mar mental-emocional caótico, como asumes para ti mandatos de otros en lugar de respetarte y amarte, entonces te consumes cumpliendo múltiples tareas, todas ellas insatisfactorias, devastadoras, extenuantes. No te concentras, no te enfocas, pierdes el hilo del pensamiento, te entreveras.

6. PENSAR QUE ERES DISPENSABLE en tú trabajo, en casa o con tus amigos. Sientes que eres superfluo, una pieza fácilmente reemplazable, un objeto para usar y tirar. Si te equivocas, si cometes un error, si te apartas de la norma, si alguien se enoja, si te reprochan, de inmediato sientes que no vales, que no sirves, que otro ocupará rápidamente ese lugar que no te mereces. El esfuerzo por parecer que no estás oxidado ni obsoleto te desgasta, te hace fracasar en las tareas que tienes asignadas. Paradójico: de tanto querer ser perfecto, te cansas y cometes más y más errores.

7. POSTURA Y RESPIRACIÓN. No ventilas adecuadamente, te sientas, paras, caminas, de manera torpe, débil, dificultosa. Estás tensionado, tus músculos parecen agarrotarse. Los nudos musculares te tienen duro. Apenas si respiras, o lo haces muy rápido, o muy corto.

8. NO COMUNICAR. No conoces la Comunicación Auténtica, y de hacerlo, no te riges según su cuatro reglas simples y necesarias. Al no Comunicarte Auténticamente supones acerca de los otros, silencias tus ideas o sentimientos, aglomeras penas y rencores dentro de tu corazón. Los problemas se agravan, las opiniones se tornan agresiones, lo no dicho atormenta, lo supuesto gobierna y enajena las relaciones.

9. TÚ VOZ INTERNA ES UN ENEMIGO. Te repites que no puedes, que no te lo mereces, que todo lo malo para ti, que la vida es injusta, que eres un inútil, que eres pecador, etc. O por el contrario te llegas a crees que eres todopoderoso, que nunca te equivocas, que eres perfecto, que son los otros los que se equivocan, que los demás te maltratan, etc.

10. RECHAZAS EL PLACER DE LO PERMITIDO como dormir, comer, pasear, una mirada, un alimento, una compañía, un éxito, una relación sexual lícita, etc. Siempre es eso que no tienes lo que crees que te dará el placer que no sabes descubrir en lo que ya tienes. Nunca satisfecho, siempre en la queja, en la culpa, en la ambición. Puede que sea también en la culpa por tener y disfrutar, cuando sientes que algo malo te podría ocurrir por hacerlo, por lo que mejor es negarte a gozar. Te provocas a enojo, a asco, a negación, a culpa.

11. ADOPTAR LO DE OTRO. Te impones como propias las ideas de los demás. Lo que tú piensas o crees no te sirve, debe de estar mal si es que los demás no lo aprueban. Tienes que mimetizarte con los otros, seguir la moda, repetir los lemas, decir amén a lo que anuncian. Si eres diferente estás mal, nadie te querrá, serás un paria, etc. Amóldate, sé “normal”. Tales las consignas para vivir una vida de personaje de historieta en lugar de hallar tu identidad y ser tú, le pese a quien le pese.

12. ATESORAR LO DISFUNCIONAL. Tienes montón de cosas para des-aprender, desprenderte de infinidad de lemas, mandatos, ideas, etc. que antes quizás te servían o que son funcionales a la voluntad de otros. Te niegas a descargar tu mochila, te aferras a ella, te atas con fuerza. Aunque racionalmente quizás aceptes que la religión está errada, que esa persona te es perjudicial, que esa adicción te está esclavizando, igualmente te niegas a limpiarte, a liberarte. Argumentas, das excusas, te justificas, para quedarte en donde estás, cargando lo que te está dañando.

13. MARCHAR A RITMO FORZADO. Cada cual tiene su ritmo, sus tiempos, sus momentos, pero andas al ritmo que te imponen de fuera, porque la sociedad consumista ordena ser veloz y no reflexionar, porque no toleras momentos de pausa y reflexión, porque no puedes controlarte y armonizarte. El otro te impone sus tiempos, sea una pareja, un hijo, un jefe, la programación de la TV, las distracciones, etc.

14. DESCUIDAR TÚ SALUD. Duermes mal, comes mal, descansas mal, te ejercitas mal, te relajas mal, te excedes, etc.

15. DEJAR HERIDAS ABIERTAS. Estás atado al pasado, a errores, a relaciones, a convicciones, a grupos, personas, etc. No has sabido manejar tus cuestiones de ayer ni has podido cerrar las heridas que siguen abiertas y sangrando. Dices perdonar, pero en realidad escondes la mugre bajo la alfombra. Dices seguir amando, pero en verdad te escapas de la soledad que presientes. Te excusas diciendo que el tiempo todo lo cura, que si no se toca el tema se resuelve por sí mismo, que mejor no remover el fango, etc., cuando lo cierto es que por miedo al rechazo, por sentirte incapaz, por no sufrir un momento para ser libre luego, te quedas atrapado en esa celdita mental formada por tu EGO.

16. IMPONERSE METAS INZALCANZABLES. Cuando todas las energías se destinan a alcanzar lo que es improbable, se está preparando el fracaso con la consiguiente emoción perversa y el debilitamiento de la autoestima. Plantearse metas difíciles, escoger tareas arduas, proponerse nuevas cimas puede ser de mucho beneficio, siempre y cuando esté dentro del rango real de alcance de la persona.

17. SER INFLEXIBLE. No poder o no querer cambiar, ni siquiera un poco.

18. TRAMPAS. Actitudes como la falta de agradecimiento, engaño, mentira, manipulación, amenaza, promesas falsas, estafa, infidelidad, irresponsabilidad, no comprometerse, son trampas que uno se hace a sí mismo y al prójimo. El EGO lo presenta como atajos, soluciones, bálsamos mágicos que finalmente solamente sirven para encasillar a la persona, petrificarla, ser abandonada al dolor y la miseria.

Muy bien amigo, amiga, hasta aquí estas trampas del EGO.
Te reitero que será bueno para ti y para todos nosotros si compartes tus reflexiones en la sección de comentarios.
De paso, agradecería si quisieras resumir estas quince en pocas frases, encontrando cuál es el punto central de las estrategias del EGO para someterte.
Al mismo tiempo, sería excelente que compartieras ideas de cómo te parece que puedes desarticular estas trampas para ser feliz, exitoso, gozoso de Shalom.

Kinesiología,bioética y ser noájida

Hace algún tiempo, comenté un post en donde se aludía al RaMbaM y allí el moré me preguntaba sobre la relación que hay entre lo que estoy estudiando y los mandamientos noájidas. Ayer se me ocurrió publicar lo que había comentado, pero ampliando el contenido; las reflexiones al respecto. Ahora comparto con ustedes mis reflexiones:

«A cada profesional vinculado a las ciencias médicas, que se relaciona con pacientes, se le  ha  depositado la confianza de que por medio de su intervención, producirá cambios en el estado del cliente/paciente. Desde el técnico o auxiliar paramédico hasta el médico más  renombrado y périto, tienen el deber de velar por mantener la integridad del paciente, sin ponerlo en riesgo ni tampoco a ellos mismos.

En éste contexto, los kinesiólogos,como profesionales de la salud, también tenemos que los principios de la bioética, que son:
1. No maleficencia: debemos evitar realizar consciente y voluntariamente acciones que puedan causar daño o perjudicar a los demás; no poner en riesgo la integridad o vida del paciente.Esto implica que debemos tener una formación, tanto teórica como clínica estricta y actualizada permanentemente para prestar servicios a nuestros pacientes.Es una responsabilidad de cada uno de nosotros.Tanto estudiantes como profesionales.
2. Beneficencia: debemos buscar o procurar lo mejor dentro de nuestras herramientas para asegurar el bienestar del paciente con nuestra intervención.
3. Autonomía: Debemos respetar la voluntad del paciente y su familia.Informarle sobre lo que realizaremos y tener su autorización (con exclusión de cuando se dan situaciones en que las personas puedan ser no autónomas como en caso de demencia o coma,etc.) A veces es preciso contravenir esto en pos del bienestar del paciente y tenemos que fundamentar el porqué .
4. Justicia: el trato y servicios dados al paciente, deben ser ecuánimes , sin importar la clase social,económica,credo religioso, tendencia polítca,sexo,etc.

A nivel nacional, un kinesiólogo, puede desempeñarse tanto en la investigación como en la clínica . Respecto a ésta última, si, por ejemplo tenemos un paciente en UCI y no tomamos la decisión correcta a la hora de intervenirle,procurando no dañarle y buscar su bienestar, podemos generar secuelas o incluso la muerte (por yatrogenia).En el área traumatólogica, por ejemplo, podemos marcar la diferencia en ciertos casos entre rehabilitar y permitirle retomar sus actividades previas; a mejorar su calidad de vida o dejarlo con nuevas alteraciones o incluso invalidez.Estas situaciones permiten ilustrar lo siguiente:

  1. Cada uno tiene una responsabilidad social con la labor que realiza, que debe asumirse con compromiso. No debe ser nuestro interés el ganar dinero a costa del bienestar de un paciente y dejar de lado a aquellos más vulnerables por falta de recursos.
  2. .Segundo, estamos tratando con seres humanos, creados a imagen y semejanza de D-os (entiéndase esto no como algo físico,pues D-os es incorpóreo). Si  pudo evitarse alguna consecuencia, pero no se hizo,actuamos con negligencia y puede llegarse a transgredir la ley noájida de no matar.
  3. Finalmente, se debe actuar dando lo mejor de sí y entregando un trato justo a quienes requieren de nuestros servicios, sin importar asuntos personales y, como se mencionó más arriba,  la condición socioeconómica.No porque alguien sea pobre se le va a dar una atención de segunda categoría, porque no hay ser humanos de segunda clase.Todos somos iguales ante D-os y nadie ni peor es  mejor por tener más o menos dinero. Al no actuar de esta forma, se atenta contra el deber de velar por la justicia social, que debe cumplir todo ser humano, en dondequiera que viva, sea a nivel individual o por medio del establecimiento de cortes de justicia que velen por una sociedad mejor y más justa, sustentada en los 7 Mandamientos  Noájidas (Shevá Mitzvot Bnei Noaj)  entregados por el Eterno a la humanidad.

Quitando poder a nuestro Ego

Una vez arrancamos este proceso de conocernos y en el acto reconocer como opera nuestro ego, es hora de retomar los buenos concejos que nos ayudarán a alcanzar ese estado saludable en el que:  Aunque seguimos caminando con nuestro ego,  “compañero eterno en nuestro andar”, podemos optar por no hacerlo bajo su mando; sino bajo nuestra dirección.

Hace unos días el moré publicó el post que encontrarás siguiendo este link:

http://fulvida.com/ajenos/misioneros/t-mandas-en-tu-mente#comment-39705

En él nos invita a realizar un ejercicio, del cual copio la primera parte:

 

Imagina a un elefante rosado con un hombre ebrio encima. Visualízalo bien, con detalles.

Repite mientras lo haces: “Veo un elefante rosado con un hombre ebrio encima”.

Velo pero favor, encuentra los detalles de esa imagen.

Hazlo hasta que lo tengas definido claramente en tu mente, luego continúa leyendo.

Gracias.

 

Ahora, tómate un par de minutos de descanso, haz otra cosa, no sigas leyendo esto, ocúpate en algo, solo un par de minutos y luego continúa leyendo lo siguiente.

Siéntate en algún sitio tranquilo ten a mano papel y lápiz.

Ordénate que por los siguientes cinco minutos por tu mente no cruce la imagen de un elefante rosado con un hombre ebrio encima.

Quédate ahí sentado, sin hacer nada, solamente viendo el reloj hasta que pasen los cinco minutos que te he pedido.

 

Recuerda, no pienses en el elefante rosado con un hombre ebrio encima.

Si pasa por tu mente, aunque solo sea fugazmente, haz una marca con tu lápiz en el papel que tienes a mano.

Con que aparezca alguno de los elementos de la imagen, o alguna de las palabras asociadas directamente, ya es suficiente para rayar una marca en el papel.

Gracias.

 

Ahora, ya han pasado los cinco minutos.

Quisiera que contaras cuantas veces pasó por tu mente la imagen que debías no recordar, no visualizar.  ¿Puedes hacerlo y luego compartir con nosotros el número?

 

Estos fueron mis resultados al realizar el ejercicio,

En mi hoja quedaron marcadas 2 rayitas  (cabe anotar que no había pasado ni medio minuto cuando hice  la última raya, habrían sido más en ese minuto, de no ser porque pensé que iba a resultar inútil tratar de vencer la imagen que difícilmente puede introducir en mi mente al intentar definirla :  un elefante, grande, pequeño, real, ó dibujo animado, al igual que si el borracho era viejo, joven en fin , entonces me imagine una hoja llena de rayitas, y me detuve intentando definir más aspectos de mi elefante le di más tiempo a esa imagen, tanto así que llegue a imaginar mi elefante con un copetín rosado… entonces mire el reloj y faltaban largos 4 minutos, …  y me dije: “la hoja llena de “n” rayitas.

Decidí levantarme e intentar hacer algo que me apartara de la pantalla,  deje la agenda y el lapicero sobre la mesa y como se acercaba la hora del almuerzo, aliste a mi bebé en su coche y lo que necesitaba para salir a la huerta y tomar algunas verduras.   Puedo asegurar que no volvió esa imagen a mi mente… me sorprendió incluso  pasados mucho más de cinco minutos, el haberlo olvidado y sólo recordarlo cuando volví a sentarme frente a la computadora. Me reí al ver mi agenda, no lo creía!

Al terminar de leer el post, lo entendí y recordé también una de las herramientas dadas por el moré en un post de esta serie del ego.

No recuerdo las palabras exactas, pero un primer paso para vencer al ego, luego de reconocer nuestra impotencia, es sumirse en ella, dejarse llevar por la impotencia, hacerle ver a nuestro Ego que ha ganado, y dejarlo que saboree su victoria…  bueno me di por vencida casi que arrancando!

¿Cuáles con las herramientas que podemos usar para quitarle poder a nuestro Ego?

Cuando aprendes a ubicar a tu EGO, a admitir tu impotencia, a no luchar contra aquello que no es para luchar, sencillamente te sueltas y sales de tu pequeñita y tenebrosita celda mental que te asfixiaba.

Yehuda Ribco

 

Hemos sido instruidos en muchas de ellas, están aquí en este hogar, en la serie del Ego, cada artículo te brinda una luz, un aporte, una ayuda, pero no basta con mirarlos, para luego pasarlos por alto, hace falta detenerse, anhelar conocerse y descubrir al verdadero ser que se oculta tras las máscaras que conocemos como “yo”.

Seguir algunas de estas recomendaciones me ha ayudado no sólo para quitar una imagen inofensiva de mi mente   (como la del elefante con el borracho encima), sino para conocerme, re-conocerme, entender mi potencia y mis impotencias,  entender cómo opera mi ego y descubrir al ego de otros, hay tantos ejemplos… tantos.  Y estoy segura que tú encontrarás otros.

 

El ego no acaba de sorprendernos, puede ser tan “multifacético”, poderosamente hábil para justificar, ofrecer alternativas, e intentar hacer ver que no está en ti,  mientras maneja gran parte de tus actos, y se encuentra en nuestras muchas respuestas y acciones. 

Pero siempre hay alternativas para reconocerlo, y disminuirle, seguir ejercicios como este, leer, y releer las publicaciones acerca del Ego, anhelar ser libre y reconocerse tal y como somos, sin disminuirnos, sin encumbrarnos, pero ubicándonos en el justo lugar que nos corresponde, humanamente “humanos”, pero perfectibles, una obra perfecta opacada con las imperfecciones que ha creado nuestro Ego, pero a pesar de ello … perfecta

Entonces  desde nuestra condición “humana” y no de “dioses creados por el ego”, amarnos y amar a nuestro Hacedor, ha sido un bello transitar en este hogar… que quisiera que más se atrevieran a unirse, para ser libres “de aquello” que nos hace sentir infelices, aun cuando tenemos todo para ser felices…

Aprovecho para desear una ¡feliz fiesta de Sucot!, y al ego… dejémoslo de lado para disfrutar a pleno, mientras reconocemos nuestras limitaciones y la Enorme potencia del Creador.

 

Un Abrazo amigos noájidas, y un agradecimiento especial al Moré Yehuda, por ayudarnos en este transitar a la libertad y brindarnos herramientas para alcanzar la felicidad.

 

Pd:   ¡que buen plan tenemos para esta semana…! releer los textos del Ego, y aprovechar para ser felices, he aquí una perla: http://fulvida.com/ajenos/misioneros/romper-el-crculo-vicioso

¿Quién es feliz?

Uno de los sabios del Talmud (Avot 4:1) enseñaba que el rico es aquel que se contenta con su propia porción, con lo que le corresponde poseer.
Allí mismo declaraba que el respetable, el merecedor de honores, es aquel que respeta u honra a las criaturas (creaciones del Eterno).
También decía que el sabio es el que aprende de toda persona.
Y el fuerte, es quien conquista su pasión.
Son frases muy interesantes para observar, analizar, compartir y, por qué no, asumir como modelos saludables de existencia.
Ser rico porque se disfruta de lo que se tiene, sin amargarse por lo perdido, sin angustiarse por lo que falta, sin atormentarse por la competencia con otros.
Ser respetado por vivir en paz con el prójimo, al mantener relaciones desde la humildad, desde el reconocimiento de las virtudes y defectos propios y ajenos, procurando juzgar positivamente en caso de necesidad.
Ser atento hacia los demás, comprensivo, encontrar aquello que el otro tiene de valioso, rescatar hasta lo mínimo positivo con ánimo constructivo y de agradecimiento.
No dejarse llevar por pasiones, no desbarrancar detrás de anhelos desmedidos, no perder el Norte por cuestiones que resultan urgentes pero realmente poco importantes.
Sí, sin dudas son opciones saludables de vida.

Pero, ahora, cuando estamos por ingresar a la festividad (judía) subtitulada como “Tiempo de Nuestra Alegría”, a Sucot, ¿cómo podríamos responder en breve, emulando al maestro talmúdico a la pregunta de “¿Quién es feliz?”?

¿Podría ser: “Aquel que es rico con su propia porción.”?

¿Tú que opinas?

Espero que quieras compartir tus ideas con nosotros, me haría muy feliz…

Hasta luego.

(Es un tema que sería interesante seguir tratando en otras oportunidades.)

El universo te ayuda a ser feliz…

Están compartiendo una frase atribuida a Louise Hay:

“Para cambiar tu vida por fuera debes cambiar tú por dentro. En el momento en que te dispones a cambiar, es asombroso cómo el Universo comienza a ayudarte, y te trae lo que necesitas.”

Humildemente, yo no sé si el universo se entera de la existencia de cada uno, ni si está al tanto de nuestros dramas y aspiraciones.
Modestamente considero que es bastante dudoso de que el universo siquiera tenga algún tipo de conciencia individual, a la que podamos identificar como “conciencia universal”. De tenerla, es altamente improbable que te quiera ayudar, sea que estás en disposición de cambiar (para bien o mal), sea que te dejes llevar por la inercia o la pasividad.
El universo no es un dios, ni un ente, ni una fuerza.
El universo es la sumatorio de todo lo que lo compone, que incluye por supuesto lo que las personas consideramos  bueno, también lo malo así como lo indiferente. De hecho, tengo la fuerte impresión de que lo indiferente es más del 99% del mismo en su relación con el hombre y con cada miembro de nuestra especie.

Así pues, esta bonita frase, muy inspiradora y positiva, a la hora de la hora no deja de ser una bella fantasía, irreal y hasta quizás en cierto modo peligrosa.
Te hace tener esperanzas en algo improbable. Te afirma que cuentas con un poder ilimitado, el cual en realidad no existe. Te promete un auxilio que difícilmente te llegará.
Como todas las cosas bien intencionadas pero poco sustentadas en conocimiento, suelen acarrear más dramas que bendiciones.

De por sí los consejos de auto-ayuda, que en buena medida popularizo la Sra. Hay, son riesgosos.
Se constituyen en una nueva fe, en una religión, que incluyen rituales, plegarias, invocaciones fuerzas misteriosas y por supuesto, siempre habrá alguno que otro con baldes listos para recoger el dinero que los “fieles” dejarán caer a rolete, con la esperanza de obtener la bendición de parte del autor de moda del mundillo de la auto-estima, de la ineficaz seudo ciencia del crecimiento integral basado en misterios y supersticiones.

Ahora, lo que humildemente encuentro bastante acertado es el comienzo de la frase de la Sra. Hay.

Cuando uno cambia favorablemente, (desde el mismo momento en que se dispone a cambiar y se compromete a hacerlo, de hecho ya está cambiando), uno encuentra recursos en sí mismo que habían pasado inadvertidos, que estaban tapados por “noes”, por mandatos, por censuras, por la ceguera impuesta por el EGO.
Al encaminarse por la senda de la superación real, sin fantasías, sin falsas metas, sin ideales imposibles, sino pasos seguros hacia el cambio, entonces quedan a disposición recursos que parecían imposibles, insospechados en uno mismo. Son potenciales ya existentes, en el interior de cada uno o al alcance de la mano en el entorno, que favorecen y fortalecen el crecer.

No nos confundamos, no es un dios misterioso que está haciendo magia, no se están obrando milagros, no hay una confabulación universal coelhiana para favorecerte, no hay un “secreto” que se alía a tu deseo.
Nada de eso es real, nada de eso existe, a no ser en la imaginación de los que lo inventaron y de los que lo creen.

Pero sí hay un mundo a disposición para aquel que está dispuesto a tomar lo que está a su alcance.
Vivimos sometidos a una negación constante de nuestra identidad, nos sumergimos en identidades falsas, somos prisioneros de nuestro impotente EGO (al que consideramos todopoderoso).
Vivimos huyendo, fracasando, hundiéndonos en dolores y quejas, en amarguras y quebrantamientos.
Porque tenemos miedo, porque preferimos la comodidad, porque nos desconocemos en nuestro potencial.

Cuando nos embarcamos en la aventura de conocernos, a nosotros y no a nuestras máscaras, estamos cambiando y encontramos que sorprendentemente la vida es más bella de lo que nos creímos hasta entonces.
Hay más luz, más bondad, más poder, más posibilidades, pero no a causa de un genio bondadoso que nos apadrina, sino porque encontramos el poder que existe en nuestro interior y el lazo que nos conecta en verdad al universo.

Por lo cual, dispongámonos a cambiar, hagámoslo, construyamos Shalom desde el interior y hacia las capas externas y luego hasta el infinito.
Encontraremos mucho bueno, aunque no siempre sea fácil, no siempre logremos nuestras metas, no siempre seamos victoriosos… pero siempre seremos exitosos.

La felicidad es posible, el bienestar, la bendición, la plenitud, a la medida de nuestra posibilidades.

Cuando derrotamos al EGO, cuando le despojamos de su terrorífico poder, cuando dejamos de escaparnos para refugiarnos en nuestra celdita mental, estamos preparados para disfrutar de una vida plena.

Es un mensaje propicio para la festividad de Sucot que está por comenzar, muy atinado para tal ocasión.
¿Sabes por qué?

(Gracias Jackie)

La Fe del EGO

Intentaremos ver en este artículo la vacuidad y ceguera de la persona de fe.

Imagina que estás colgado en el aire, atrapado dentro de una red de pescador.
Mira en tu mente cómo tratas desesperadamente por zafar, como sacas un dedo, una mano, pero igualmente estás apresado.
Observa como te contorneas, haces giros, procuras eludir la soga mortal que te aprisiona, que te esclaviza, pero no haces más que dar vueltas, una y otra vez encarcelado por esas finas mallas que te cercan, que te niegan tu libertad.
Atiende bien a esa imagen, observa como eres impotente para salir, para construir otra realidad, porque estás atrapado, eres esclavo de la red.
Por más que tratas, nada puedes.
Te cansas, te agotas, te desanimas, pierdes la esperanzas, se te escapan las energías, todo parece ya perdido, a pesar de que estás casi al contacto con la libertad, sigues preso y sin poder salir.

Una imagen verídica de la fe, es la red de pescador que te atrapa, te inmoviliza y termina por provocarte la muerte; mientras insensiblemente miras sin ver el mundo allí al lado, tan cercano y vital, pero tan (aparentemente) imposible de alcanzar y de vivir.
Envuelto por la red de fe, el hombre de fe es indiferente al mundo, que supone que le es indiferente.
La red te rodea por todos lados, te hace sentir su opresión, te inmoviliza, te niega la posibilidad de ser libre, te atrapa, te lleva a la muerte.
La red, tan sutil y delicada, tan llena de espacios vacíos, pero al mismo tiempo tan fuerte en su misión de prohibirte ser tú mismo.

Esa imagen tormentosa, esa pesadilla terrible, es como podemos visualizar el poder que la fe tiene sobre la persona.
Sí, muchos consideran a la fe como algo positivo, un valor loable, un motor de vida, pero cuando nos detenemos un instante a pensar seriamente y con fundamentos, terminamos por reconocer que la fe es una densa red, que esclaviza, que niega la vida.

Veamos juntos cómo entenderlo.

Fe es suspensión de la razón.
Fe es desarticular la propia voluntad para depender de imaginarios poderes superiores.
Fe es admitir el absurdo aún a costa del sacrificio innecesario.

¿Por qué es así?
¿Por qué la costumbre de repetir la verdad de otros?
¿Por qué la necesidad de hallar sentimientos de seguridad en aquello que es mortal?
¿Por qué permitir hundirse en el vacío del sin sentido, teniendo la capacidad potencial de construir un mundo con sentidos?

Para comprender el poder negativo de la fe, tienes que advertir que sus raíces se sumergen en la oscuridad de los más primitivo del ser humano.
Allí, en nuestro origen a la vida en este mundo, en el momento del nacimiento, nos vemos sometidos a una espantosa tortura sensorial, somos víctimas impotentes de la avalancha de sensaciones desconocidas y desagradables, imposibilitados de reaccionar de cualquier forma asertiva, incapaces de dar sentido a las cosas, impedidos de organizar esa espantosa pesadilla caótica que es nuestro ingreso a este mundo.
Si bien la memoria “evolucionada” del hombre no está formada, sí contamos con otro tipo de memoria, pues en las bases más rudimentarias del cerebro primario, e incluso en la memoria somática, queda impreso el terror original, el sometimiento a la más fantástica vivencia de pavor impotente que podamos jamás volver a revivir.
Es ese momento espantoso el trauma original que marca el resto de la existencia.
Cada uno de los miedos, de las dudas, de las fantasías de esperanza, se vinculan con el terror primordial, con la impotencia original.
Así como también se reiteran los mecanismos originales de supervivencia: llanto, grito, pataleo, escape de la realidad. Todos ellos inconscientes, sin premeditación, involuntarios, pero programados en nuestro ser, en nuestro instinto de supervivencia.
Son estas herramientas primitivas las que dan origen a nuestro EGO, a nuestra forma de ser en el mundo.
A partir de allí nos vamos llenando de cáscaras y máscaras, vivimos de tal manera que creemos ser una o más personas, cuando en realidad estamos llamando “yo” a lo que es un personaje que nos sirve para ir sobreviviendo.

Para el recién nacido no hay orden, ni experiencias, ni lenguaje, ni historia, ni futuro, ni tiempo, ni recuerdos, ni otros, ni yo.
Hay dolor, puro dolor, dolor multidimensional.
Y hay recursos muy limitados, pobrísimos, pero que sirven al propósito de mantenerlo con vida al llamar la atención de algún otro que lo provea. Sin saberlo debe manipular a otro para no perderse en esa pesadilla que ni siquiera puede registrar o valorar o mitigar con “esperanza” o “fe”.

Allí nace el EGO, a lo que llamamos yo.
Allí nace la creencia en una deidad salvadora, a la cual someterse, a la cual esclavizarse, porque de no hacerlo, de tratar de vivir libre, entonces se volvería al abismo del dolor sin razón, a la muerte espantosa en vida.
Todas las religiones son subproductos del EGO.
Todas las religiones hacen suya y propia esa imagen interna de un dios salvador, del EGO que rescata de la impotencia torturante del comienzo. Cada dios, cada santo, cada mediador, cada ángel guardián, no es más que una representación externa y cultural de ese dios interno, de ese salvador mítico, del EGO al que se siente como el que ha rescatado al hombre de la impotencia, del infierno.

Por supuesto que Dios, el Uno y Único, NO es una de esas imágenes externas del EGO.
Pero, los que son religiosos se las arreglan para vestir sus creencias de EGO.
Son religiosos porque no son espirituales en su vida.

Entonces, toda religión, toda creencia religiosa, todo ateísmo religioso, tiene su base en el terror original, en la impotencia traumática del nacimiento, y en el EGO que aparece como salvador sin el cual la vida es imposible.
El EGO, con sus menoscabadas herramientas: llorar, gritar, patalear, escapar de la realidad. Con el paso del tiempo y las experiencias varía estas formas, pero no las abandona ni se aparta demasiado de ellas.
Entonces, no es extraño que en las religiones (deístas, teístas, ateístas, poli o monoteístas) se manipule a la gente, se pretenda modificar la realidad de acuerdo a las propias creencias, se violente, se amenace, se presione, se prometa infiernos a los pecadores y salvación especial a los que se someten al poder del dios salvador.

La religión hará cualquier cosa para seguir manteniendo la ilusión de poder, tal como el EGO hace desde el interior del ser.
Ni la religión ni el EGO salvan.
Ni uno ni otro tienen real poder, pero les damos poder al someternos a sus manipulaciones.
Ambos son impotentes, solamente capaces de reaccionas primarias, fácilmente eludibles por una persona organizada y equilibrada, pero sin embargo siguen prevaleciendo.
La mente se nubla, el corazón trastabilla, la palabra enmudece, el hombre es derrotado por sus dioses, por esos falsos dioses que no le permiten entrar en contacto con su esencia sagrada ni en conocimiento de que mantiene un vínculo constante con el Eterno.
La religión bloquea al hombre de reconocer su vínculo con Dios.
El EGO bloquea al hombre de reconocer su Yo Auténtico.

No te pido que me creas, menos que tomes mis palabras como verdaderas, pero te pido que tomes tu tiempo para reflexionar con seriedad, para releer, para evaluar estas palabras con lo que puedes constatar en los hechos.
Si ves que me equivoco, si te das cuenta de que acaso te quiero manipular, dímelo, lo aceptaré si es que lo demuestras con evidencias concretas.
Pero, si te das cuenta de que te estoy describiendo hechos, si te estoy alumbrando lo que sucede, también dímelo, y juntos veamos qué podríamos hacer para mejorar y mejorar a nuestro mundo.
¿Te animas a reflexionar ahora y a no seguir adelante hasta llegar a una idea más acabada a partir de lo que te estoy describiendo?
Gracias.
Porque no somos una secta, porque no nos interesa ser religiosos, porque no pretendemos dominarte, porque no queremos nada de ti para nosotros, es que somos libres de ponernos en el sitio de los que deben ser juzgados, para que aceptes porque compartes y no porque te sometes porque te estamos manipulando.

Ahora, sigamos.

La oscuridad, la falsedad, la ilusión es el campo de la fe.
Ya lo había advertido el profeta hace como 2500 años atrás: "¡Ay de los que se esconden del Eterno en lo profundo, encubriendo los planes! Realizan sus obras en las tinieblas, diciendo: »¿Quién nos ve?» y »¿Quién nos conoce?»" (Ieshaiá / Isaías 29:15).
Esos son los forjadores de la fe y sus esclavos.

A partir de estas raíces, la fe emplea los recursos más elementales y menos espirituales para proveerse de energías y herramientas de dominio.
Desde esa elementalidad salvaje despliega sus ramas, extiende sus hojas, se reproduce y domina.
Y promete, y hace creer, y se rebusca para afirmar que las necesidades primitivas están siendo mágica (milagrosamente) y omnipotentemente satisfechas.
El hombre de fe siente que su vida es plena, siendo que su plenitud radica en su imaginación y no en lo que los hechos demuestran. Siente que su hambre (de alimentos, o de espiritualidad) es saciada, pero es sólo un sentir vacío de contenido. (Aquí tienes el vacío de la fe: promesas e imaginación, nada más. Carencia de pensamiento pensante, de contenido trascendente, de respuestas coherentes, de preguntas adecuadas. Vacío de vida, de emotividad surgida del ser, de amor por el prójimo, de estima por uno mismo. Vacía de posibilidades, de alternativas, de descubrimientos, de acciones constructivas y renovadores.).

Paradójicamente siente que su natural hambre de Dios es saciada, pues la fe le impone falsos alimentos espirituales, le da ilusiones de santidad, le llena la vida de imágenes de lo sagrado, cantos de alabanza, rituales de purificación, señales para identificar a la hermandad de fieles, promesas de paraísos, relatos de milagros y amenazas de infiernos…
Con estas golosinas para el espíritu, el hambre de Dios es engañada, y el hombre de fe se siente satisfecho, repleto de gozo sagrado; y pobre… está tan desfalleciente de hambre que ni se percata de su situación mortal…
En tanto, algunos hombres de fe fanatizados o aprovechadores se encargan de silenciar brutalmente las voces que pueden despertar la conciencia del dolor, de la angustia, del vacío, de la soledad, de estar siendo abusados…
(Es cuestión de mirar a nuestro alrededor, la historia, quizás a nosotros y nuestros vecinos, y veremos -si podemos- tanto dolor que emerge de la fe…)

Es precaria la situación de la fe, ya que se sostiene en lo primitivo, y se apoya en las distracciones y máscaras.
Por lo cual, cuando surge alguna disensión, algo que pueda señalar la falsedad fáctica de la fe, ésta responde con un movimiento agresor que intenta extirpar aquello que demuestra su condición miserable.
Recuerda: el grito, el pataleo, la agresión pasiva, la huida de la realidad son sus herramientas básicas, así como las conductas perniciosas que se derivan de ellas.
Así verás que para tener fe es imprescindible amortiguar la reflexión, silenciar la duda, sepultar el raciocinio, acostumbrarse a andar hacia donde otro u otros señalan, mantenerse dentro de los marcos de la unidad de grupo, eliminar a lo distinto y distintivo, expulsar la idea de superación.

Evidentemente que hay personas intelectualmente brillantes que están sumergidos en la fe, en la idolatría, pero resulta que la superioridad intelectual no aplicada a criticar la propia fe, es un desperdicio de talento divino. Los que cultivan el intelecto así como la verdadera espiritualidad no temen en preguntar, cuestionar, dudar, criticar duramente. Te pido que leas cualquier página del Talmud, y comprueba si no encuentras alguna pregunta en esa página. El Talmud, que es fundamental en el judaísmo, se construyó con preguntas que respondían a otras preguntas, y así hasta llegar al límite de la capacidad humana para preguntar-respondiendo. Otro ejemplo lo tienes con Avraham, que fue el primer opositor a la fe; quien no hesitó en confrontar personalmente a Dios, en defensa de lo que él consideraba justo.

La fe es quietud, petrificación, la tranquilidad del cementerio.
La sonrisa inmutable de la estatua, el gesto inamovible del ídolo.
La fe es idolatría, pues es asumir que lo pasajero es eterno, y que lo falso suple con creces a la Verdad.
La fe habla el lenguaje de la culpa, pues aquel que no está con ella, es acusado de cargar un estigma que lo condena, que lo expulsa.
La fe habla el lenguaje de la falsa esperanza, de la ilusión, de la salvación mágica.
La fe habla el lenguaje de la amenaza, del infierno, del escarnio, de la presión, de la manipulación.

Piensa unos momentos en personas de mucha fe, esos que son fieles irrestrictos de alguna religión, secta, tendencia política, etc. ¿Son capaces de manifestar dudas acerca de las doctrinas de su fe? ¿Se atreven a plantear críticas a lo que es sostenido religiosamente como verdad? ¿Indagan por los motivos y finalidades de sus dogmas? ¿Se atreven a romper con la costumbre establecida? ¿Aceptan las divergencias? ¿Confrontan sus verdades con sus propios oídos, propios ojos, propios pensamientos, propias inseguridades? ¿Prometen la salvación eterna para los fieles y la total destrucción para los que no lo son?
Obsérvalos por favor, y verás que realmente están ciegos a todo lo que es ajeno a su fe, y ciegos ante su enorme ceguera.

Una cosa es la fe, que es ciega, que admite el absurdo, que manipula;
otra muy distinta es la creencia, el entrenamiento hasta alcanzar la convicción, el pensamiento balanceado por la emoción, el reconocimiento de las propias limitaciones, la aceptación del misterio que rodea a la divinidad.
Pero cuidado, que no se confunda fe con creencia.

Veamos un ejemplo en la Torá acerca de personas de mucha fe:

"Toda la tierra tenía un solo idioma y las mismas palabras.

Y dijeron: »Venid, edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue al cielo. Hagámonos un nombre, no sea que nos dispersemos sobre la faz de toda la tierra.»
"
(Bereshit / Génesis 11:1, 4)

Un mismo pensamiento.
Un mismo lema.
Un mismo motivo.
Un mismo cometido.
Unidad sin disputa.
Y, el miedo a desaparecer.
Y el miedo a dejar de ser.
Y el miedo que los mueve a actuar, a atacar.
Es la impotencia que está detrás de todo esto.
Es el EGO que se presenta como el único salvador.
Es el EGO que se hace religión.
Por lo cual, quieren elevarse por sobre su miedo construyendo una torre.
Una que sea tan poderosa y alta que les sirva de recuerdo, de lazo, de pegamento.
Una que alcance los cielos y desplace lo que allí tiene su lugar (en el pensamiento primitivo/infantil/alegórico el cielo es morada de Dios).
Una torre que se afiance en la tierra, en lo más bajo y erradique lo que es trascendente, superior.
En lugar de escribir libros, de promover la cultura, de entrenar personas en los caminos de la corrección; se recurrió al expediente de elevar piedras a los cielos, de erigir catedrales, de aquietar la vitalidad…
En lugar de atraer el Cielo a la tierra (elevándola, sublimándola, santificándola), se quiso conquistar los cielos y poblarlos con tierra…

En este breve relato encontramos a lo que la fe más teme, y desea hacer desaparecer de las conciencias: a Dios y por consiguiente a la espiritualidad, que es la búsqueda humana de Dios.
La espiritualidad es el polo opuesto a la fe, ya que la energía de la espiritualidad proviene de los más altos planos humanos, de aquello que lo conecta directamente con la eternidad.
¿Y qué es esto?
Pues, digamos que son tres elementos (que los podemos aprender del primer capítulo de Bereshit/Génesis):

  • Libre albedrío.

  • Creatividad.

  • Control y sublimación de los aspectos primitivos interiores.

El libre albedrío es el fundamento de toda duda, pues sólo aquel que tiene opción de elegir libremente entre lo bueno y lo malo, puede dudar. (Un perro salvaje no duda en robar un pedazo de carne, en comerse un niño. No duda, pues no está capacitado para elegir, ni ha sido condicionado para temer las consecuencias de sus acciones. Por su parte, el humano nace dotado con el potencial de elegir libremente, sólo que es común que la tenaz cultura lo entrene en acodarse tranquilamente en los establos de la fe.)
Al haber espacio para la duda, hay lugar para la creación, ya no es la reiteración la única respuesta.
Aquel que duda, crea.
Y cuando crea (o re-crea) está dominando su dimensión animal, y elevándola hacia el plano de lo espiritual. En lugar de que lo primitivo domine a la persona, enmascarándose como superioridad de la fe; lo trascendente eleva a lo inferior hacia más desarrolladas dimensiones. Cuando no es la fe la que conduce a la persona, lo primitivo es usado como combustible que eleva y perfecciona. Esto precisamente es trascender, hacer que lo inferior sea elevado, superar lo natural para pasar a un estrato más allá, estar a la búsqueda del Eterno en cada acto y situación.

Estas tres son facetas de una misma realidad, la espiritual, que es conectar nuestra esencia con la Voluntad de Dios.
Es hacer emerger la esencia espiritual que somos en cada acto de nuestra vida.
No son ritos ni lemas, no son palabras gastadas e incomprensibles, no son acciones carentes de razón, sino que es la manifestación de lo más sagrado que somos y que nos enlaza constantemente con Dios.

Para ayudarnos en la tarea de limar nuestras rudezas y construirnos como personas, el Eterno nos ha provisto de una guía insuperable denominada Torá (una para judíos y otra para gentiles), y de unos utensilios refinados denominados mandamientos (7 para los gentiles y otros 613 para el pueblo judío).
Y es nuestro deber ser fieles a la Torá, a la que nos compete sea como gentiles o judíos, así como ser cumplidores de los preceptos que Dios nos ha marcado como propios.

Pero, el mismo Dios que nos exige obediencia, nos ha otorgado libertad, y nos permite dudar, y nos insta a elegir razonadamente y no guiados por la confusión de la fe. Presta atención:

"Llamo hoy por testigos contra vosotros a los cielos y a la tierra, de que he puesto delante de vosotros la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tus descendientes, amando al Eterno tu Elokim, escuchando Su voz y siéndoLe fiel…"
(Devarim / Deuteronomio 30:19-20)

Dios ha puesto como testigos tanto lo más bajo como lo más alto, lo material y lo espiritual.
Y Dios ha puesto ante nosotros dos caminos, el correcto y el que no lo es.
Y Dios nos ha puesto a nosotros en la disyuntiva, ¿por dónde ir?
Y Dios nos exige que escojamos, que no nos aferremos a lo preconcebido, que no seamos ciegos y vacíos, sino atentos y constructores de sentido.
Y la preferencia de Dios es que escojamos el bien, que lo escojamos, no que lo heredemos y lo continuemos insensiblemente (pues la insensibilidad al bien, es indiferencia al mal).
Cuando escogemos correctamente, y cuando nos esforzamos para hacer prevalecer la bendición, estamos dando vida a la creencia, que en hebreo es emuná. Emuná es una palabra asociada a entrenamiento, crianza, perfeccionamiento a base del esfuerzo y dedicación.

Incluso el hombre de fe debe escoger, sólo que escoge pasivamente, elige sin elegir el ser llevado por la corriente, por la opinión de otros. Y entonces reza palabras de otros, canta cantos de otros, ama amores de otros, vive una vida ajena.
Y al final, tanto el hombre de fe como el creyente son enfrentados al Supremo Tribunal, y cada acto recibe su correspondiente retribución, de cada semilla se cosecha su fruto.
¿Cuál crees que será la cosecha del hombre de fe?
¿Cuál crees que será la declaración que su espíritu impoluto dará cuando el divino Juez la pida?

Ahora puedes apreciar cuán diferentes son la fe de piedra a la creencia constructora.
La creencia, como habrás captado, si bien suele ser confundida con la fe, realmente es su antítesis; pues una es la estatua y la otra la persona.
Una se mueve en el plano de las necesidades y la culpa; la otra se mueve en el plano de la trascendencia y la responsabilidad.
Una promete seguridad y mata por conseguirla; la otra es ejercicio de la libertad, y por lo tanto es campo para la inseguridad creativa.

Hemos explicado en otra oportunidad que por comodidad del lenguaje, o por no captar profundamente la esencia de los conceptos, a veces personas sabias en judaísmo utilizan como sinónimo fe y creencia. Es mejor no confundirlas. Tristemente algunos judíos caen ellos también en el equívoco de la fe, incluso en nombre de la Torá, de las mitzvot, de Hashem, Otros en nombre del progreso, la moda, la evolución. El judaísmo no está en esas corrientes corrientes. El judaísmo se expresa en el respeto y la oposición, en la solidaridad del individuo, en las preguntas que forman nuevas preguntas. La creencia está en la pureza de la búsqueda, en la convicción del sembrar, en la dialéctica que corre entre Tradición y Desarrollo.

Ser una persona completa, integral, plena, es algo más que cumplir mandamientos, que vivir una vida prefabricada y ritualista; es más bien construir Shalom.
Hacer que la Voluntad de Dios sea nuestra voluntad.
Extirpar al EGO para que brille la Luz del Eterno.
Erradicar la religión para que prospere la espiritualidad.

Ya lo enseña el salmista:

"¿Por qué han de decir las naciones: »¿Dónde está su Elokim?»
¡Nuestro Elokim está en los cielos! ¡Ha hecho todo lo que ha querido!
Los ídolos de ellos son de plata y oro, obra de manos de hombres.
Tienen boca, pero no hablan; tienen ojos, pero no ven; tienen orejas, pero no oyen; tienen nariz, pero no huelen; tienen manos, pero no palpan; tienen pies, pero no andan; no emiten sonido con sus gargantas.
Como ellos, son los que los hacen y todos los que en ellos tienen fe.
¡Oh Israel, confía en el Eterno! Él es su ayuda y su escudo.
"
(Tehilim / Salmos 115:2-9)

Cuando el hombre de fe (sea la fe del ateo, del pagano, del que se cree monoteísta, del científico, del agnóstico de cualquier hombre de fe) te increpa: ‘¿Dónde está tu Dios?
Tú, ¿qué le respondes?

Psicosomática

Una bella amiga del Facebook publicó esto hace un rato:

“El Cuerpo grita …. Lo que la boca calla. La enfermedad es un conflicto entre la personalidad y el alma . Muchas veces …… El resfrió "chorrea" cuando el cuerpo no llora … El dolor de garganta "tapona" cuando no es posible comunicar las aflicciones . El estomago arde cuando las rabias no consiguen salir … La diabetes invade cuando la soledad duele . El cuerpo engorda cuando la insatisfacción aprieta. El dolor de cabeza deprime cuando las dudas aumentan. El corazón afloja cuando el sentido de la vida parece terminar. La alergia aparece cuando el perfeccionismo esta intolerable. Las uñas se quiebran cuando el orgullo esclaviza. La presión sube cuando el miedo aprisiona . Las neurosis paralizan cuando el niño interior tiraniza …. La fiebre calienta cuando las defensas explotan las fronteras de la inmunidad . Las rodillas duelen cuando tu orgullo no se doblega. Y tus dolores callados ? …. Como hablan en tu cuerpo ? La Enfermedad no es mala…… Te avisa que te estas equivocando de camino . “

No tengo idea a quien se lo copió ella, de quien tomó la idea, de qué libro o blog salió originalmente, aunque no es de por sí una idea original, sino una que lleva bastante tiempo dando vueltas y siendo afirmada por multitudes.
(Si te interesa, ve: http://es.wikipedia.org/wiki/Afecciones_psicosom%C3%A1ticas)

Un comentario antes de continuar, no seamos tan estrictos esperando que estas relaciones sean tan exactas en su linealidad. No siempre que duele la garganta es porque algo no se dice aquello que está lastimando desde dentro. No siempre las rodillas se debilitan por un orgullo imperturbable. No siempre con todo. No es una receta mágica, no es un comprobado causa-efecto unívoco, pero sí una interesante forma de ver la exquisita relación de las dimensiones del ser humano.

Somos multidimensionales, por tanto nuestra salud y nuestra enfermedad lo son.
Las enfermedades suelen ser multifactoriales, no solamente “a” produce “b”, sino que se precisa que exista un entorno “c”, una variable “d”, un factor “e”, y sucesivamente hasta lo impensado.
¿Estás resfriado?
Qué bien, te deseo que te mejores pronto.
Pero seguramente no es porque no has llorado tus dolores y los ocultas dentro de sí, entones ellos encuentran el mágico camino del resfrío para que llores mocos.
Aunque es simpática la idea, aunque es poética, aunque a la mente infantil que nos suele gobernar le guste esta todopoderosa receta encubridora-descubridora, realmente no es tan así.

¿Qué podemos hacer nosotros?
Recordar que somos multidimensionales, conoceros, amarnos, perfeccionarnos, corregirnos, respetarnos, vincularnos, armonizarnos, establecer un estilo de vida saludable, perdonar, pedir perdón, nutrirnos satisfactoriamente, recrearnos, descansar, trabajar, crear, rechazar el mal, negar la religión… tantas cosas influyen positivamente y tantas otras negativamente… ¡tantas!

Es cierto, el efecto placebo y su hermano gemelo, el nocebo, existen, funcionan, aunque no se sepa exactamente cómo, porqué, pero están ahí.
Es cierto, nuestra mente juega un papel interesante tanto en la enfermedad, como en la recuperación, como en la prevención, como en el estado de salud.
Es cierto, el pensamiento puede canalizar energías para el bien y para el mal.
Es cierto, vivir en armonía multidimensional es un gran consejo.

Ahora, a estudiar, a aplicar, a compartir, a vivir a pleno.

Pasión deportiva

Confieso, no soy fanático de ver deportes, aunque sí de dedicar bastante tiempo al ejercicio físico (integral).
Alguna que otra vez fui a partidos de fútbol, también de básquet, creo que no más… ¿algún tramo de Fórmula 1 por TV?… sí, en un par de ocasiones concurrí al espectáculo de los Harlem Globetrotters.
Me resulta insufrible ver partidos de fútbol en la TV, cuando en los noticieros se pasan minutos y más minutos con los deportes me duermo…
En fin… creo que se comprende el punto.

A mí me cuesta bastante ponerme en el lugar de los que están sumergidos en ver partidos de fútbol, cada canal deportivo, revistas, suplementos de diarios, programas radiales, controversias en bares, apuestas, me cuesta bastante…
Ese fanatismo, esa dedicación, esa inmersión por completo en la pantalla constantemente verde de sus televisores, los relatos afónicos de partidos de países desconocidos, cuadros ignorados, nombres imposibles de pronunciar…
Se saben quién, en cuál cancha, de tantos goles, la delantera y la mejor defensa, el DT, etc., y me cuesta tanto entenderlo…

Navegan por la Red buscando goles, resultados, tarjetas, expulsados, contratados. Goles en Youtube, pases extraños, anécdotas, viejas glorias, golpizas, llantos, sublevaciones, victorias heroicas, pasan días y días y días consumiendo con pasión eso que para ellos, los fanáticos, es tan importante, incluso pareciera más que la vida, que su familia, que sus tareas, que cualquier otra cosa.

¿Eres tú uno de ellos?
¿Es alguno de tu familia o amigos?
¿Los conoces?
¿Los padeces?
¿Los disfrutas?

Esos simpáticos, o insoportables, Homeros Simpson, que se la pasan consumiendo deporte a la par de cervezas, bocaditos, golosinas, sofás, tiempo que desaparece en la nada misma…

Alguna vez le dije a alguno de estos consumidores deportivos que llegado el momento, cuando pasase a mejor vida, que no estaría picado y molesto por no saber quien ganaría el próximo mundial, ni sería relevante quién jugó en la delantera de Peñarol del ‘66, ni el nombre de la abuela de Cascarilla Morales. Tristemente me equivoqué… pues uno de aquellos fanáticos murió a muy joven edad, de una terrible enfermedad, y en su lecho agonizante aún conversaba con pasión –la escasa que su cuerpo consumido le permitía- de viejas historias y anécdotas de fútbol…
Se fue, al próximo mundo (o a la nada, según él), se fue y en su corazón aún ardía la llama –para él sagrada- del fútbol…
¿Cómo entenderlo?

Por otro lado, están los que durante 3 días se desconectaron por completo de estas distracciones banales.
Desde un poco antes de la puesta del sol que daba fin al año 5771 hasta la aparición de las tres primeras estrellas medias del sábado siguiente, por Rosh HaShaná y el Shabbat subsiguiente, no se conectaron a internet, no vieron TV, no leyeron diarios, no escucharon radios, no fueron a bares, no fueron al trabajo, no fueron a canchas, nada de eso.
Como si el mundo se hubiera convertido en un lugar lejano, al mismo tiempo que pleno.
Se dejó de lado todo lo que no fuera la santidad de estos días, el momento del juicio, cuando se presentan balances, cuando se proponen objetivos, cuando se decreta en lo Alto acerca del año que comienza.
Si las bombas no caen sobre uno, podría haber empezado la Guerra Mundial Final, pero ni se enterarían.
Fue el Iom HaDin, el Día del Juicio, ¿qué le importaba al inmerso en su significado si Nacional ganó o sigue de mala racha, si el Barcelona contrató a Forlán o no, etc?
Son días tremendos, llenos de plenitud para el que está interiorizado en ellos: la vida o la muerte, la pobreza o la riqueza, la salud o enfermedad, el sosiego o la ruina, cosas en verdad fundamentales son las que están en “juego” en el día del Juicio, es lo que se estaba decidiendo, ¿quién puede tener tiempo o energía para pensar acerca de una pelota y unos tipos correteando detrás?
De hecho, no importaba, cuando usted realmente piensa que el fútbol es una tontería, es un juego que en realidad no tiene ningún valor intrínseco.
Aunque los enfermos por la afición me contradigan, aunque con un pie en la tumba sigan aferrados a su ídolo querido, aunque la FIFA y sus similares sigan siendo multinacionales súper poderosas, en los hechos, eso es nada, aire, sobras, sombras, falsedad…

Si, como aquel amigo mío creía, al morir volvemos a la tierra y no existe de nosotros más nada: ¿de qué valió el tiempo y energías consumidos por la pasión?
Si en verdad vamos a otro mundo, uno en el cual impera la verdad: ¿cuál es el valor del tiempo y energía desperdiciados en esta pasión?

Claro que si lo tomamos como pasatiempo, si nos ayuda a relajarnos y aliviar un poco la tensión, entonces está bien, es positivo, está en función de un objetivo final elevado y trascendente.
Si somos nosotros los que practicamos el deporte, excelente, es bueno para la salud multidimensional.
Si lo hacemos para compartir con otros, de manera divertida, respetuosa, etc., bienvenido sea.
Si es un hobby que no nos consume en vida, perfecto.
Pero cuando se enajena la vida por esta pasión, cuando se vuelve importante en sí mismo, creo que es hora de respirar profundo y tomarse un descanso.
Evaluar qué es lo que estamos haciendo, y que nos estamos perdiendo.
Cuántos desperdiciamos en esta pasión y qué cosas realmente valiosas estamos degradando por ella.

Es muy fácil dejarse atrapar por el deporte profesional y es un negocio que mueve miles de millones de dólares, por lo que los “dueños” lo toman muy en serio.
Sabemos que hay personas que, literalmente, viven y son capaces de morir y matar por sus equipos.
Es una poderosa industria, que crea sus recursos para continuar enviciando a más y más, para de esa forma seguir generando millones en dividendos por segundo.

¿No sería muy bueno tomarse tres días para desconectarse de estas pasiones?
¿Tú qué crees?