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El hombre ecológico

El mundo se maneja con leyes prescritas por el Creador.
Son las leyes naturales.
Las que competen a los cuerpos son estudiadas por las ciencias naturales en sus diversas ramas y especialidades.
Las que competen a los seres humanos en su multidimensionalidad, implican tanto el trabajo de los científicos como de los sabios entrenados en conocer la dimensión espiritual.
Las leyes humanas, las que se enraízan en la dimensión espiritual, son denominadas “mandamientos”.
Los Siete Mandamientos que corresponden a los hijos de las naciones del mundo, los gentiles, también llamados noájidas.
Los mandamientos que atañen a cada judío del conjunto de los 613 que demanda Dios de la nación judía.

Los cuerpos se comportan naturalmente en consonancia a las leyes naturales físicas, no es cuestión que dependa de la voluntad, el deseo, la opinión, la ignorancia, etc.
Los cuerpos, la materia, es dependiente de las leyes físicas, se esté consciente de ellas o no, se quiera respetarlas o no.
Al mismo tiempo, la persona también debiera actuar en sintonía y concordancia con las leyes espirituales, con los mandamientos que le son acordes.
Cuando se obstaculiza el desarrollo de los mandamientos, se está provocando una ruptura, un desequilibrio, una enfermedad en la dimensión espiritual inicialmente pero que repercute más pronto más tarde en el resto de los planos personales y colectivos.

Notemos que los mandamientos son obligatorios, no son opcionales.
Son, entre otras cosas, las claves esenciales para que la persona alcance su plenitud y lleve una vida de equilibrio dinámico multidimensional.
Son tan obligatorias como las leyes naturales físicas, sin embargo, a causa de nuestro carácter medular de ser humanos, Dios nos ha conferido el libre albedrío, a través del cual nos hacemos cargo del cumplimiento de los mandamientos porque así queremos y no porque somos compelidos por algún instinto ciego e irracional.

A ver si lo entendemos.
Los mandamientos son tan ineludibles como las leyes naturales físicas, sin embargo depende de la voluntad de la persona si se somete a la divina Voluntad o no.
No existe la opcionalidad de cumplir o no, son necesarios y esenciales de no cumplirse la persona entra en un estado de desequilibrio, de desajuste, de “mal”, que lo aparta del goce de la plenitud de la bendición que está siendo derramada sobre ella.

El desequilibrio personal y colectivo se continúa en el descalabro también del ambiente.
Estamos entrelazados con nuestro entorno, lo moldeamos y nos modela, por tanto cuando nuestras acciones u omisiones nos afectan, afectamos de alguna forma al medio.

A diferencia de las otras criaturas, los seres humanos continuamente perturban el equilibrio sistémico de la naturaleza.
Explotamos hasta el abuso de los recursos naturales, adrede ocasionamos sufrimiento a otros seres vivos, nos fanatizamos en nuestro servilismo del EGO por lo que arruinamos nuestra existencia y provocamos la ruina de los demás.
En ocasiones nuestras acciones devastadoras se excusan en la ignorancia, en la falta de conciencia del alcance de nuestras acciones.
Sin embargo, la ignorancia nunca exime de la consecuencia (o del castigo).
Un ejemplo simplón pero bastante frecuente: aquel que en época de sequía enciende una fogata y no la cuida por lo cual se propaga el fuego hasta convertirse en un voraz infierno que consume bosques enteros, hogares, vidas animales y humanas, etc. Todo a causa de la torpeza de alguien que no quería generar tal caos, que se escuda en su ignorancia o falta de prevención, pero que igualmente fue el disparador de una tragedia enorme.

Cuando el EGO nos domina, nuestra enfermedad multidimensional también repercute en el medio y por tanto se enferma al ambiente.
No es una cuestión cabalistera, mística, agnóstica, fantasiosa, para prédicas de patanes y charlatanes, sino la mera y sencilla realidad.
Que no la queramos ver o admitir, es otra cosa.
Nuestro servilismo al EGO nos maltrata de continuo, y causamos daños incesantemente al entorno.

En respuesta, la naturaleza actúa como está prescrito en su manual de instrucciones, procura reequilibrar dinámicamente el sistema.
Es una respuesta automática, obviamente, diseñada por el Arquitecto y Creador.
Es la homeostasis la que impera.
Ejemplo, si la presión de los elementos intraterrenos aumenta, se genera alguna reacción que canaliza la fuerza comprimida, por ejemplo a través de la erupción de un volcán.

La creación en su orquestada belleza está destinada a ejercer movimientos que lleven al equilibrio, en tanto que el hombre debe hacerlo por libre elección.
Podemos escoger ser libres y experimentar la perfección que abunda en la naturaleza, la bendición constante que fluye sobre nosotros.
O podemos encerrarnos en la esclavitud a nuestro EGO, y padecer, mentirnos, seguir agotando todos los recursos, para llevarnos finalmente a una extinción dolorosa, sea personal o colectiva.
En buena medida depende de nosotros y nuestras decisiones cotidianas.
Nuestro EGO en el poder es un amante vergonzoso, un amo patético, un consejero imbécil, un derrochón al comando de nuestro tesoro… ¿seguiremos apostando a vivir de mentiras en lugar de encarar un proceso de retorno a nuestro equilibrio interno, multidimensional, que ejerza un balance positivo en el ambiente?

Recuera que la tan mentada y visible crisis ecológica es una terrible realidad, pero también un síntoma de una grave enfermedad, cuyo virus infeccioso es el EGO de las personas.

Nuestro desequilibrio interno es el motor de la crisis ambiental.
La mejoría se encuentra en hallar el balance interno, multidimensional, para que reverbere en un estado de homeostasis generalizado.

Así pues, es necesario embarcarnos en un camino de crecimiento personal y colectivo.
Aprender las reglas de la naturaleza y los mandamientos que nos competen.
Ejercer nuestra función, de acuerdo a nuestra esencia espiritual.
Soltar las amarras del EGO, para de es forma actuar con altruismo, con bondad, con justicia, con lealtad.
Esto lleva indefectiblemente al gozo, al bienestar, a la plenitud, a la toma de conciencia de que constantemente somos benditos, pero que nuestro EGO nos cancela el gozo y el conocimiento de nuestro bien.
Tanto nos sumergimos en el océano infecto del EGO, que nos hundimos en depresiones, en descalabros, y arrastramos al medio con nosotros.
Romper la cadena del EGO es permitirnos vivir a pleno el aquí y el ahora, sin por ello desencadenar un desequilibrio para el futuro.

Es tan simple, y por ello tan rechazado.

Somos indiferentes al prójimo, porque nos desconocemos en nuestra real identidad.
Somos indiferentes ante el ambiente, porque priorizamos el tonto deseo pasajero antes que la plenitud gozosa de la bendición.

"Estamos frente a una verdadera emergencia planetaria. Es un desafío moral y espiritual para toda la humanidad" afirmó con seriedad Al Gore, quien fuera vicepresidente de los EEUU, cuando le fue entregado el Premio Nobel de la Paz.

¿Aceptamos el desafío de crecer?
¿Aceptamos hacer nuestra parte para romper el yugo del EGO?
Peligra tu vida, la de tus queridos, la del planeta… nos estamos suicidando para seguir engordando al pernicioso EGO.

De ti depende que hagas tu parte y que difundas los mensajes de redención que te ofrecemos gratuitamente.
A disfrutar de la vida, cuando escojas vivirla en armonía multidimensional.

Te espero aquí.

El oscuro poder del EGO y cómo dominarlo

El EGO surge como primer mecanismo de defensa ante el masivo sentimiento de impotencia que inunda al recién nacido.
(Sobre el respecto ya hemos escrito, busca por favor).
Es una herramienta natural, necesaria, absolutamente rudimentaria pero bastante oportuna para los primeros momentos de existencia del individuo humano.
Luego, ya no debiera seguir activo.
Sin embargo, lo normal ((Normal NO ES sinónimo de saludable o correcto.)) es que allí permanece, encendido, usurpando la identidad personal auténtica, desviando la energía vital para su autopreservación, dominando a la persona y llevándolo por sendas terribles.

Gran parte de su “poder” radica en que se asentó en el individuo en una etapa en la cual

  • no impera el pensamiento racional,
  • no cuenta la persona con mecanismos alternativos para su defensa,
  • no tiene la asistencia del lenguaje para elaborar sus temores, angustias, enojos, vacilaciones, dolores,
  • no se puede recurrir a una base de memorias pasadas o experiencias previas,
  • no hay forma de recibir confortación o auxilio efectivo por parte de otras personas,
  • ni siquiera se posee la facultad de hundirse en fantasías reparadoras.

Visto así, estamos a merced del EGO, afincado en lo más vetusto, rancio, oscuro, irracional, inaccesible de nuestro Yo Vivido.

Tengo la idea de que para muchos lectores esta descripción será incomprensible, por lo que no cautivará el interés.
Otros lectores creerán entender algo, probablemente bastante alejado de la intención que tengo al escribir estas líneas.
Otros asentirán y comprenderán, compartirán este esbozo de nuestro ser más profundo y terrorífico, y se encogerán de hombros, agobiados por la impotencia de –aparentemente- no poder hacer nada para extirpar el EGO o al menos dominarlo.

Por tanto, antes de continuar con la elaboración de mi idea medular, pediré de tu parte retroalimentación.
Solamente continuaré cuando varios de ustedes comenten que han creído entender hasta ahora y compartan pistas de por dónde dan sus pensamientos y sentimientos al respecto.
¿Les parece?

¿DIOS o el EGO al poder?

Este texto es para la elevación del espíritu del joven Carlos Helmuth Hernández Orellana, que su recuerdo sea bendito y de bendición.

Al nacer nos vemos sumergidos en un océano insoportable de impotencia.
En un instante pasamos de la relativa calma del paraíso uterino a padecer de estrechez, dolor, arrebato, miseria, despojo entre otros terribles sentimientos, en tanto vamos avanzando dificultosamente por el canal de parto.
Horas, o momentos, más tarde, el sufrimiento se agudiza hasta su máximo, emergemos a un mundo ruidoso, alumbrado, oloroso, aireado, frío, áspero, móvil, en donde se siente hambre, cólicos, mareos, una indomable impotencia.
Las reacciones son dolor, miedo y mucha ira.
Para empeorar el sentimiento de impotencia extrema, no contamos con mecanismos para solventar tal dificultad, ni siquiera con palabras, sino solamente encerrarnos detrás de una dura corteza, a la que llamaremos EGO, y dejar actuar al instinto para preservarnos.
Tal descripción es el tormento del nacimiento, normal, común, y que inscribe una huella de espanto profundo en el alma de cada persona.
Una huella que no es accedida por recuerdos conscientes, ni por palabras, ni por descripciones científicas, pues ocurre en un momento en el cual la palabra no tiene posibilidad de ser, ni la razón, ni las experiencias tranquilizadoras.
Esa huella nos sigue marcando en nuestra existencia, es la que nos mueve de un lado a otro, la que nos zarandea con miedos, las que nos hace huir hacia la fantasía del deseo, la que nos esclaviza al EGO (nuestra primera armadura, útil al principio pero desastrosa posteriormente).

Todos nuestros enojos, decepciones, odios, rencores, deseos de venganza, deslealtades, engaños, mentiras, falsedades, máscaras, excusas, justificaciones, agresiones, aceptación de agresiones, malestares surgen directamente de la huella inicial de la impotencia primaria.
Todos nuestros miedos y temores están anudados medularmente a la huella inicial de la impotencia primaria: tu miedo a morir, tu miedo a que muera alguien querido, tu miedo a ser rechazado, a ser abandonado, a ser menospreciado, a ser maltratado, a ser ignorante, a estar loco, a ser malo, a ser diferente, a enfermarte, a ser pobre, a vivir en miseria, a ser inválido, a la oscuridad, a las maldiciones, al infierno, a equivocarte, todos, pero todos tus miedos están ensartados a esa primera impotencia.
Todos tus sufrimientos también.

Entonces, andamos por la vida esclavizados al EGO, por suponerlo un amo útil, tal como nos sirvió para rescatarnos en la primera era de nuestra vida en este mundo, cuando lo cierto es que el EGO es una cáscara vieja e inoperante que no quiere morir y desaparecer.
Nuestro amor por ese EGO nos llena de aire, nos llenamos de orgullo, nos pretendemos más de lo que somos, es un recurso para no sentirse impotente, pero que deja la impotencia completamente encendida, activa, que desde las sombras de la inconsciencia nos apena y aterra.
Nuestro EGO nos empobrece el ánimo, nos hace arrastrar en servilismo ante los que se presentan como dominantes, para sobrevivir a la impotencia actuamos como impotentes.
Nuestro EGO nos hace fantasear con súper poderes, para negarnos a admitir nuestra debilidad.
Nuestro EGO nos obliga a someternos a personajes o ilusorios seres de poder, ángeles, demonios, brujas, obispos, pastores, rabinos, cabalisteros, morés, jefes, dictadores, reyes, faraones, maestros, gurúes, líderes, amos con diferentes careta pero igual oscuridad en el alma. Ofrecen salvación y respuestas mágicas pero no son otra cosa que títeres de sus propios enfermos EGOS, que tienen la habilidad para manipular a los necios que los adoran.
Nuestro EGO nos lleva por aquí y por allá, en tanto deliramos creyéndonos racionales, inteligentes, esclarecidos, superiores, mejores, sanos, poderosos, pero somos peleles, macaquitos pordioseros en busca de un poco de amor, un poco de aceptación, un poco de paz, un poco de dinerillo para sus vicios, un poco de irreal poder.

Puedes leer y olvidarte.
Puedes leer y rechazarlo, para correr a superficiales teorías que se presentan con mucha palabrería altisonante, misticismo, títulos rimbombantes, que están en sintonía con la fealdad de tu EGO.
Puedes leer y aburrirte antes de terminar.
Puedes leer y enojarte.

Puedes leer y analizar tu vida y la de los que te rodean y comenzar a admitir que es tal cual.
Puedes leer y además de analizar y comprobar la veracidad de estas palabras comenzar a encontrar maneras saludables para ser libre del EGO, para dejar de refugiarte detrás de una armadura envejecida y ser libre a pleno.
Si haces como la última opción, estarás en la senda de disfrutar de la bendición que Dios constantemente te provee.
A cada instante desde Arriba te llega TODO lo que necesitas para tu existencia plena en este mundo y en la eternidad, pero cuando te arrinconas en tu celdita mental, dejas de gozar y te empobreces.
Enceguecerte detrás de sectas, noajismos místicos, maestros peculiares, religiones, mesianismos, palabrerías hebraicas o aramaicas, adoraciones de personajes, repetición de lemas incomprensibles, y modos similares de vivir alelado, es otro recurso de tu EGO para mantenerte esclavizado.
Romper con todo ello, actuar con bondad y justicia siendo leal a Dios, es la clave para empezar tu proceso de sanación, tu liberación, tu disfrute de la plenitud de la bendición.

Las cosas que Dios decreta para los hombres son simples, son sencillas de comprender y accesibles para realizar.
Las pruebas de esto están ante ti.
Él ordenó Siete Mandamientos para la humanidad, con palabras claras, sin rebusques, sin malabarismos metafísicos, sin palabrejas oscuras, sin conceptos complicados que no llevan a ninguna parte saludable. Siete Mandamientos en lenguaje de hombres, con posibilidades de hombres.
Si pudieras estudiar de la Torá encontrarías que en ella tampoco hay esquemas de vida complicados, ni misticismo, ni filosofías para las cuales se precisan clases preparatorias porque de lo contario no se entiende ni jota. En la Torá hallas un lenguaje simple, llano, relatos cotidianos, vidas de personas normales –no hay súper héroes ni maestros bizarros elevados a pedestales de deidades-, mandamientos concretos, ideas explicadas en sí mismas.

Cuando te presentan esquemas para los cuales tienes que hacer subibajas mentales para tal vez entender algo, cuando te inundan con palabras que a simple vista no quieren decir nada –y en una segunda lectura tampoco-, cuando los conceptos se apartan de la vida cotidiana, cuando te hacen creer que debes entrenarte para entender lo básico o tienes problemas intelectuales, simple y sencillamente no es cosa que Dios haya preparado para ti.
A Dios no agrada lo complejo, pues Él ha provisto las cosas de manera simple, concreta, clara, accesible.
No tienes TU libertad, sanación, salvación, bendición más allá de fronteras, ni en manos de algún maestro místico que te alumbrara desde su barba celestial, la palabra de Dios la tienes en ti, para que la vivas y seas bendito y goces de plenitud constante.

Por supuesto que hay niveles de conocimiento, tal como en todas las materias de estudio.
Pero Dios no dispuso los niveles complejos para todas las personas, sino para aquellos pocos que se dedican a estudiar y profundizar para su propio beneplácito.
El nivel general, el necesario, el que Dios demanda y exige, es el simple, el de las palabras de todos los días, el de las acciones concretas y explicadas en sí mismas.
Cuando llegues ante el divino Juez no te preguntará si tenías tu “netzach de zeir anpin en iesod vibratorio or adam hakadmon de hatzmut del cuarto nivel, en el olam de hatzilut con jesed del kav jozer de din en kav iashir” o cualquier otra cosa parecida y completamente incomprensible.
Te hará testimoniar si fuiste justo, si fuiste bondadoso, si fuiste leal a Sus mandamientos (siete para gentiles, los que corresponden de 613 a los judíos), tal será tu juicio.
No te demandará si dijiste “shabat shalom”, o “shalom alejem ajim”, sino si viviste como constructor de Shalom.
Si eres gentil, no te exigirá si cumpliste con el shabat, o si estudiaste más o menos Torá, porque eso no te toca ni te corresponde y de hecho te perjudica en tu plenitud multidimensional al crear distorsiones en el patrón de conducta ordenado por Él a ti.

Tienes la opción de seguir siendo esclavo de tu EGO, y del EGO de los papanatas que se erigen en tus amos-maestros-líderes-consejeros-etc. Hazlo si quieres, Dios te ha puesto esos escollos para que puedas optar entre el bien y el mal. Hazlo si amas al EGO y la muerte en vida y en la eternidad.
Hazlo, porque es más fácil seguir siendo una ovejita detrás de algún pastorcillo ridículo pero lleno de vanidad.

Pero tienes la opción de ser príncipe en el palacio de tu vida.
Ser el amo y no el siervo.
Ser siervo de Dios y no del EGO y de los papanatas que trabajan para él.
Puedes gozar de todas las bondades que hay para ti preparadas y de buen sabor, listas para disfrutar, si es que tú te lo permites.
Puedes ser la persona más feliz que conozcas, pero tienes que desearlo.

Ahora ve, corre a donar dinero para los traficantes de la fe, adhiérete a sus grupitos, alaba a sus gurúes, sé uno más de la masa… eso te dará la falsa tranquilidad del que está adoctrinado y sedado.
Vamos, ve a Facebook a promover esas agrupaciones, afíliate con pasión a clasesitas a foritos, sé uno más de los que siguen esclavos pero se venden como miembros de sectas de salvos.
Corre, huye, tiembla y no dejes de huir, eso te hace sentir mejor… ¿no?

O detén tu escape, admite tu situación, sométete a Dios tal como Él te manda y no como tú quieres que sea.
Sé bueno, sé justo, sé leal y goza… GOZA.

Si deseas, ayúdanos a seguir ayudando a otros, pues de esa forma te estarás ayudando a ti a seguir por la senda de la bendición y la conciencia de ser bendito.

Te deseo todo lo mejor, sea que escojas la muerte en brazos del EGO, sea que decidas acompañarnos por la senda de los constructores de Shalom.
De hecho, ya estás en posesión de todo lo mejor, pero probablemente no te has dado cuenta ni lo estás disfrutando.

¿Gozas la bendición o estás encadenado al pasado?

Muchos tenemos anclajes en el pasado.
Nos sentimos como atrapados por sucesos de otras épocas.
No dejamos de ver para atrás y sufrir.
Sea de abandonos, desengaños, engaños, fallas, faltas, malas relaciones, lo que fuera que nos retiene, allí está una parte de nosotros, desgastándonos, no dejándonos vivir a pleno el presente, opacando nuestro gozo de la bendición constante que recibimos de lo Alto.
Piensa y respóndete con sinceridad, cuántas ataduras te anudan al cuello, te fatigan, te detienen en tu crecimiento te prohíben la dicha en el aquí y ahora.
No tardarás en encontrar tal evento, aquel gesto, esa palabra, aquella persona, ese maltrato, alguna falsedad.
Ya lo has visto, ¿no?
Tienes tu mirada, tu corazón, tu alma, tu ser anclado en algún punto y luego todavía tienes el ánimo de mencionar lo poco satisfecho y conforme que estás con tu vida actual, la escasa esperanza para proyectarte y realizarte en el futuro cercano.
¿Es así?

Te cuento que todo esto no deja de ser el EGO, tu EGO, que te sigue esclavizando.
Pongamos por ejemplo la joven y bella dama que descubrió por casualidad la infidelidad matrimonial de su recién desposado marido.
Meses más tarde, luego de haberlo “perdonado”, haciendo un esfuerzo sobrehumano para “confiar”, sigue amargada, en confusión, sin fuerzas, desprovista de deseo sexual.
La excusa es que no puede olvidar aquella prueba que le confirmó la infidelidad.
Pero lo cierto es que lo que no puede perdonar es SU debilidad, su torpeza para no darse cuenta antes, su ingenuidad para haber confiado, su impotencia para resolver asertivamente la situación, su pobreza de ánimo para admitir que no escogió correctamente a su cónyuge… en fin, es a sí misma a quien no puede perdonar, ni quiere hacerlo, porque prefiere mortificarse a causa de su pasada impotencia y su actual impotencia.
Si aprendiera a colocar a su EGO en el lugar acorde al mismo, se desprendería de pesadas mochilas innecesarias, rompería lazos nocivos con ideas y sentimientos, alcanzaría una plenitud como nunca en el aquí y ahora.

Tú también estás en similar situación que esta hermosa dama, estoy seguro que sí, porque es propio del humano.
Quizás la anécdota sea diferente, nunca hayas sido víctima de la infidelidad matrimonial (o no te has enterado aún), pero sigues con pies de cemento aferrado a algún evento o personaje de tu pasado.
En todos ellos, con todos ellos, descubrirás que está a flor de piel tu impotencia, tu incapacidad, tu inoperancia, tu no poder resolver asertivamente… en todos ellos.
Allí te quedas retenido, como encarcelado, esperando alguna solución mágica, algún príncipe encantado que te rescate, algún milagro celestial que te libere, admitiendo en secreto pero sin reconocerlo tu impotencia pasada y actual.

Cuando aprendes a ubicar a tu EGO, a admitir tu impotencia, a no luchar contra aquello que no es para luchar, sencillamente te sueltas y sales de tu pequeñita y tenebrosita celda mental que te asfixiaba.
Por ahí te da miedo y vuelves corriendo a tus patéticos hábitos de lacayo del EGO, por ahí saboreas la vida y te quedas en ella, cada vez más lejos de la celdita.

Depende de ti, de nadie más, ni siquiera del Alto.
Tú eres quien debe admitir tu impotencia, ser amable contigo por ella, soltar y no aferrar lo que lastima, y avanzar con solvencia hacia jardines de placer que están colmados y a la espera de que tú los disfrutes.

Tú escoges, entre seguir anclado y penando o admitir tu fracaso, embolsar tu vanidad, y dedicarte a vivir a pleno.

Relee por favor este texto, analiza tus penurias actuales y tus cadenas hacia el pasado y si encuentras que mi descripción no encaja con lo que crees que te pasa, entonces serán bienvenidas las críticas y correcciones que tengas para ofrecerme.

Que pases un esplendido día, ya está preparado para que lo goces.

Eres un títere… ¿no?

Hemos  expuesto breves pero profundas reflexiones acerca del ego, sus relaciones con el sentimiento primigenio de impotencia, sus interferencias para el crecimiento, sus manipulaciones para retener en esclavitud a la persona, su debilidad esencial con apariencia de poder, los miedos y deseos que se derivan de sus dictados, entre otras importantes cuestiones.
Sería bueno tomarse el tiempo y dedicarse a recopilar, ordenar, leer, estudiar, repasar, analizar, interiorizar el profuso material disponible de forma libre y gratuita para quien desee obtener buenos resultados para su vida.
Brindará una mejor manera de vivir, mayor plenitud, apertura al goce de la bendición constante que recae sobre ti, concordia con el prójimo, un camino seguro para la buena vida.
Está a tu alcance, no es un misterio ni un secreto oculto, no es necesario tomar clases previas para creer que se comprende milenario misticismo, no es obligatorio pagar sesiones con altisonantes gurúes, ni rebajarse a ser miembro de sectas extrañamente carismáticas.
Por el contrario, es simple, es claro, es cierto, está a tu alcance de forma libre y gratuita en este sitio que es tu hogar.
Solamente debes hacer tu pequeña pero imprescindible parte.
Despojarte por un ratito de las cadenas y máscaras que el EGO te ha regalado, para permitirte tomar un camino mejor para tu existencia aquí y en la eternidad.
Te lo ofrezco gratuitamente, amablemente, aunque sé que el 99% de los lectores pasarán de largo, sedientos de palabrerías místicas, hambrientos de rituales complejos, desesperados por disfraces de espiritualismo, ansiosos por ser sometidos al mando de algún líder iluminado del cual depender, afanosos por sentirse miserables en sintonía con tu sentimiento primitivo de impotencia.
Desde hace milenios la respuesta está al alcance de quien quiera obtenerla, pero la gente empedernidamente recurre a magia, superstición, irracionalidad, religión, sectas, extremismos, violencia, impudicia, esclavitud, orgullo, lemas, emblemas… corren detrás de fantasías para dejar de ser libres, porque aman el sometimiento al EGO, al que sienten como un poderoso señor, un tirano malvado pero al mismo tiempo seguro resguardo de un mal peor…
Así sigue siendo la vida de la mayoría de las personas, ¿quizás es tu caso también?

Conozco a tanta buena gente que vio la luz, probó un poquito de libertad para salir huyendo a religiones, sectas, extremismos, cabalismos, fanatismos, filosofías, adoración de personalidades y otras formas de vivir la vida sin vivirla.
Es el común denominador de los que siguen aferrados al EGO, maquillado de tal o cual manera, porque siguen siendo víctimas de su sentimiento original de impotencia.
Se sienten profundamente impotentes, a un nivel aterrador, en un estrato en el cual las palabras no existen sino solamente la ebullición maremótica del pavor de la impotencia.
La libertad es un imposible, la responsabilidad un repudio, el anhelo es cobijarse en pequeñitas celdas mentales, bajo el mando de supuestos poderosos líderes (con el título real o imaginario que usen), en la imperiosa necesidad –casi fisiológica- de estar apoyados en bastones tóxicos, sumergidos en clanes que aparentemente los protegerán de ese infierno llamado impotencia.
Ejemplos sobran, si tú tienes conciencia y conocimiento podrás descubrir bien pronto que FULVIDA no tiene el éxito arrollador de grupitos y sectitas, pues no actúa desde la manipulación y el caos, no se aprovecha de la indefensión, no hace fiesta al EGO, sino que muestra la senda antigua con palabras modernas, senda que solamente unos escasos leales han sabido transitar con fidelidad desde los orígenes de la humanidad. El resto, antaño como ahora, prefirió los ídolos, los magnates, los príncipes, los títulos, los “sabios”, los que se disfrazan vistosamente para vender sus productos definidos como elixires espirituales… no es error de FULVIDA (aunque ciertamente los cometemos, y muchos), sino la propensión humana de someterse al EGO lo que nos imposibilita crecer y expandirnos y ayudar a más y más gente a la hora de ser libres, leales, completos, en gozo de verdadera dicha, receptáculos de la bendición constante que emana desde lo Alto para cada ser.

Cuando en el fondo te crees un títere, vives como uno.
La mayoría de las personas, desde el inicio de los tiempos, desde Eva diríamos sin temor a equivocarnos, han sucumbido a ser manipulados por las manecillas pordioseras del EGO con sus numerosos trucos y ropajes.

Eres tú quien debe preguntarse y responderse, pero con honesta sinceridad, aunque te duela, cuánto de títere eres.

Si relees lo expuesto podrás ver algunas evidencias que te ayudarán a la hora de responderte.
Pero te brindaré algunos datitos más.

Por lo general creemos que estamos haciendo bien las cosas, cuando en realidad estamos manipulando a diestra y siniestra a cualquiera que se nos ponga al frente, con tal de mantener la fantasía de exitismo a cualquier coste.
Cuando creemos que estamos siendo un desastre, que somos pobres víctimas del destino, de los otros, de la vida, de los padres, del moré, de esto y aquello y andamos paseando nuestros lamentos de un foro a otro, no hacemos más que manipular a diestra y siniestra a quien se ponga en frente.
Cuando creemos que nos llevamos bien con pareja, hijos, padres, amigos, compañeros, etc., pero solo basta un ligero movimiento, un gesto, una palabra para que con quienes conversamos se conviertan en potenciales contrincantes y allí comienza la esgrima verbal, la batalla continuada, el tremebundo manifiesto por internet de la maldad de quien osó desagradarnos queriendo o sin querer.
Todos los recursos valiosos del intelecto y de nuestras emociones se ponen en marcha de una forma como no lo haríamos para llegar temprano al trabajo o para hacer los deberes.

A pesar de su debilidad, el EGO es un arma demasiado potente, tanto que desde hace milenios le gana la batalla a los que portan el mensaje de la Luz…

Ciertamente, cuántos hechos graves se pudieran evitar aprendiendo desde niños estas reflexiones.
Dando a los hijos el buen pan del noajismo, si son noájidas; del judaísmo, si son judíos; proveyéndole de fuerzas, de reconocimiento, de respeto, de dignidad, de espacio para dudar y preguntar, de cariño, de comprensión, de bálsamo para las constantes sensaciones de inferioridad… cuánto de bueno se puede ir sembrando allí en donde el EGO de los niños aún no ha tomado completa posesión de la sagrada casa…

Y en la médula, la conciencia (que es más que el conocimiento, la prédica, el saber) que El Eterno es el dueño de todo y que nosotros somos simples depositarios de la manutención del mundo.
Nuestro poder está en Su poder.
Nuestra potencia en ser receptáculos puros para Su potencia.

Eres títere, si eso es lo que quieres de ti.

Confío en que quieres ser persona, con todo lo que conlleva, particularmente con el gozo de la bendición constante que está fluyendo para ti a cada momento.

Impotencia como condición humana

Es condición básica del ser humano el profundo sentimiento de impotencia.
A partir de ésta se va elaborando el Yo Vivido, con sus diferentes facetas y máscaras.
Nuestros fracasos y sufrimientos se arraigan en el sentimiento de impotencia.
Vamos creando una vida alrededor de este sentimiento, nos vamos armando a partir de nuestros esfuerzos para impedirlo, negarlo, rechazarlo, huir de él, luchar fútilmente en su contra.
Somos criaturas de nuestra impotencia y los mecanismos que invertimos en sofocar su presencia constante.

La persona “sana” es aquella que encuentra y emplea otro tipo de mecanismos, aquellos que sirven para armonizar su Yo Vivido con su Yo Auténtico.
Por supuesto no es tarea simple alcanzar ese estado de plenitud del ser, requiere de conocimiento, entrenamiento, conciencia, tenacidad, valentía, entrega, admisión de las propias falencias y virtudes.
Es posible encontrar caminos para esa sanidad, ese estado de sintonía dinámica plena entre los diferentes Yoes que nos retratan, pero no todos están dispuestos o tienen el acceso para lograrlo.

Sin embargo, la más de las personas en las más de las ocasiones, se aferran a sus ineficaces métodos de supervivencia, que simplemente les dejan en estado de falta de armonía, enfermos, esclavizados al EGO, padeciendo sin fin, en sufrimiento a veces enmascarado como deleite… impotentes aunque algunos presumiendo de poderes que realmente se les escapan de entre sus débiles dedos y padecientes mentes y almas.
Las más de las personas en las más de las veces no somos más que títeres patéticos a merced de nuestra impotencia primordial que repercute en las micro instancias sucesivas de impotencias cotidianas.

Es de lo más normal, aunque no por ello sea sinónimo de sano, que la persona encuentre personas, objetos, ideas a las cuales abrazarse, ejércitos a los cual enrolarse, masas en las cual sumergirse, para que de esa forma el sentimiento de impotencia parezca ser acallado y se tenga la (hueca y enfermiza) impresión de haber vencido a la impotencia y haber encontrado la clave misteriosa para el verdadero éxito.
Realmente, es de lo más normal, es decir, de lo más común y corriente.
Creo que no ha de haber persona que no caiga en esta triste manera de negar su existencia y preservar la discordia entre sus instancias del ser.

No faltan los que se afilian a partidos políticos, clubes deportivos, clanes familiares, grupejos extremistas, sectas fantasiosas, camarillas ocultistas, religiones milagrosas, y similares, para encontrar la aparente solución a su existencia opaca adornada con palabras emblemáticas, rituales complejos, procesiones a lugares santos, hostigamiento del diferente, odio hacia el otro, atontamiento del pensamiento, entre otras maravillosas drogas emocionales.

No es extraño toparnos con pobres tipejos que se inclinan servilmente ante su amo de turno, al que llaman gurú, pastor, rabino, amo, sir, milord, general, jefe, patrón, líder, maestro, sabio, moré, iluminado, amigo, hermano mayor, chamán, buda, rebe, guía, pai de santo, o como fuera que le llamen, para sobarse con ese engreimiento de sentirse poderosos, adiestrados en sus acciones, llevados por caminos que aparentan ser seguros, estimulados al punto de perder la identidad –oscura y pútrida, pero identidad al fin- y en la realidad no son más que títeres de títeres manejados por la impotencia multiplicada exponencialmente.

Los que adoran dioses que son vanidad, como el becerro dorado, como las vírgenes, como los santos cristianos, como los hombres endiosados por los pordioseros emocionales que los siguen con pía devoción, como los que abiertamente o de modo indirecto se adjudican sitiales de deidad ante las masas de opacados seres que admiten con feliz torpeza las ideas más bizarras y enfermas.

Es el sentimiento de impotencia el que nos lleva a envilecernos, a ser violentos, a someternos a líderes inmorales, a enviciarnos, a maltratarnos, a drogarnos, a empedernirnos, a ser falsos, a creernos todo poderosos, a enfermarnos, a vivir en angustias, a ser esclavos, a endiosarnos, a endiosar a lo que no es Dios…
Es ese sentimiento profundo, incrustado en lo más profundo de nuestra primera vivencia mundana.

En síntesis, cada quien encuentra a qué someterse, a qué doblegarse, para en esa genuflexión de cierta forma sentirse querido, sentirse amado, sentirse poderoso, sentirse protegido, sentirse seguro, sentirse con una vida, sentirse con sentido en la vida, sentirse con un seguro para lo que viene después de la muerte, sentirse amparado por seres, personas, objetos, grupos que mágicamente los resguardan de la eterna y temida impotencia.
(Ejemplos cotidianos sobran, quien esté capacitado podrá verlo casi a cada momento en cada persona de su entorno y en sí mismo.
Quien quiera ejemplos “bíblicos”, también son abundantes, pero muy claro está en Shemot/Éxodo capítulo 32, en el asunto del becerro dorado. Vale la pena su estudio concienzudo y teniendo en mente este aspecto tan nuclear como lo es el del sentimiento de impotencia).

Y no se dan cuenta, no pueden o no quieren darse cuenta, de que no hacen más que aumentar su impotencia.
En las fantasías de poder se cae aún más hondo en la impotencia.

Quien esto escribe no está libre de temores, de errores, de fracasos, de huidas, de sufrimientos; quien esto escribe no lo hace desde la soledad olímpica de los iluminados que están más allá de las vicisitudes humanas.
Pero esta admisión de la propia flaqueza no es sinónimo de someterse a los dictados del sentimiento de impotencia, sino de principio de sanidad.

Hay mecanismos saludables para armonizar el Yo Vivido al Yo Auténtico.
Hay maneras para mitigar el sentimiento de impotencia, para ser libres, para vivir a plenitud, para gozar del bien y la bendición que tenemos a nuestro alcance.
La cuestión es poder y querer hacerlo.

Por ahora, las personas preferimos negarnos a gozar de la bendición constante que desde Arriba nos está enviando nuestro Padre.
Por ahora, preferimos las migajas magras y el hambre extenuante de nuestras propias ideas delirantes de poder.

Que pases un esplendido día y encuentres el bien que está a tu alcance para disfrutarlo, y te deleites con él.

¿Cuándo vamos a aprender?

Es común creer que no hay solución para los problemas. Basta que nuestra comodidad se vea amenazada por alguna «gigante» crisis que nos haga perder el sueño. También es muy común que la gran mayoria de las veces la solución esté delante nuestro, pero no la vemos y cuando lo hacemos nos reimos por no haberlo hecho antes.

¿No crees que es curioso que el 99% de las veces que tuviste alguna contrariedad ha pasado igual? Y más curioso es que el 99% de las veces creíste que no existía solución. Siempre es lo mismo: Problema – Solución – Problema-Solución… ad infinitum.

En fin, por cada 99 problemas que surgieron, también hubo 99 soluciones, una para cada uno.

Piensa: ¿Cómo vas a actuar ante la próxima adversidad?

¿Qué te hace pensar que el problema que tienes carece de solución?

¿Por qué desconfias?

Hacer como si todo estuviera bien.

Pero, ¿qué hácer mientras nuestra capacidad de ver «más allá de lo evidente» se activa?

Procurar actuar como si nada malo estuviese pasando. En realidad nada malo está pasando, sólo sucede que lo bueno está ausente o viene en camino o ya llegó pero no lo ves todavia.

Piensa, ¿por qué no ves el bien que está delante tuyo?

Tres posibles razones:

1. Estás culpando a otros por lo que es tu responsabilidad

2. Estás haciendote la victima

3. Estás quejándote

Así es, tu actitud determina el momento en que tus ojos se abrirán y serás capaz de ver la tan anhelada solución.

Entiende que se hace necesario salirte de ti mismo,  es obligatorio que te des-en-si-mismes. ¿Cómo lo haces?

Sencillo: HAZ ALGO POR OTRO.

Ejemplo: En lugar de comparar tu vida con la del mendigo que se sienta todos los dias en la plaza a esperar que alguien lo ayude, es mejor que vayas a la panaderia, compres algunos panes y se los des a ese hambriento personaje.

Ejemplo: En lugar de llegar temprano a encerrarte en tu habitación a pensar en el problema, es mejor que llegues a hablar con los tuyos de cualquier cosa menos del problema.

Recuerda, la idea es que te salgas de ti mismo para que seas capaz de ver dónde está la solución.

Una cosa más

No esperes que la solución te sea enviada completa. Dios no es un repartidor de cajitas felices ni de combos.

Si el problema es falta de dinero y la solución es trabajar, es probable que el medio para llegar a obtener ese dinero sea un empleo y eso te sea enviado. ¿Captas cómo se resolverá la situación?

Hay miles de ejemplos, circunstancias y situaciones.

Finalmente, ¿has notado que cuando resuelves un problema no dejas de sentirte tonto (a) por cómo actuaste? Eso es porque acostumbramos a actuar tontamente cuando las cosas se salen de nuestro control.

¿Qué vas a hacer la próxima vez que tengas un problema por delante?

Te saludo con un fuerte abrazo!

El consejo diario 352

No temo al lado oscuro, ni a las caídas,
porque tengo confianza en poder levantarme y seguir avanzando hacia la buena meta.

Si temo, ya he comenzado a fracasar.

Si me caigo y no creo poder levantarme, ya he caído y no me levantaré.

Si sé hacia donde camino
y para qué,
entonces ya he recorrido más de la mitad y el resto es en suave llanura,
aunque ni siquiera haya movido aún un pie.