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Para recibir mi visita

Quiero aclarar algo.
Yo no deseo viajar, no me agrada salir de casa, dejar mi familia, perder horas de trabajo, etc.
Me fastidia viajar, no me gusta hacer turismo por el mero hecho de hacerlo, no es fácil conseguir comida kosher idónea para mi alimentación, etc.
Por tanto, si me invitan a un lugar a visitarlos, no lo haré por placer de viajar, para llenar mi pasaporte de sellos, para tener mis álbum de fotos plagado de aburridas fotos de lugares lejanos.
Si me invitan es porque consideran importante mi presencia, les interesa mi participación, quieren un contacto directo con el Moré, etc.
Esa invitación correrá siempre a cargo del que invita, como corresponde.
Yo no soy adinerado, de hecho vivo ajustadamente gracias a mi duro trabajo diario, y el de mi señora.
No tengo porqué pagar pasajes, tasas, impuestos, alojamiento, alimentación, nada… pues soy un invitado, alguien que sin mucha gana de viajar hace el esfuerzo, en todos sentidos, para encontrarse con amigos lejanos en el espacio pero cercanos en el alma.
Además, se debe considerar en la invitación la retribución que me corresponde, por las horas o días que no trabaje (cuento con el dinero de mi sueldo, no vivo de rentas o diezmos), y que de faltarme acarrearía dificultades injustamente a mi familia. Además de una digna retribución por la tarea que vaya a realizar, sea dando conferencias, charlas, etc.
Por si no lo saben, hay gente que se dedica a viajar y dar conferencias, cobran suculentos honorarios por eso, y no se avergüenzan, ni los que los invitan los degradan al pagarles.

Así está planteado el asunto, quizás no guste, pero son hechos que por ahora no tienen otra forma de darse.
La solución es simple, si no quieren o pueden desembolsar lo que en justicia corresponde, entonces no me inviten, créanme que no me ofendo ni me desespero.

Es buenísimo que se realicen eventos, encuentros, seminarios, todo lo posible para darle marco físico a FULVIDA, pero mientras no entiendan que el Moré no es millonario ni vive de rentas, deberán contribuir para contar con su presencia, o enviarle fotos luego de realizado el encuentro.

¡Dólares gratis, léelo!

El sistema educativo, particularmente en Venezuela, ha venido caracterizándose por su deficiente capacidad a la hora de transmitir Valores a las generaciones de relevo.

Miedo, por parte de los maestros, a corregir aquellas actitudes irreverentes que ponen en riesgo el sano desenvolvimiento de la jornada educativa, indiferencia frente a las actitudes violentas de y entre el alumnado, sinvergüencería de parte de los padres y representantes que ven a los docentes como los enemigos de sus hijos, son algunas de las constantes que se presentan en el ámbito pedagógico.

Como docente en ejercicio, he tenido que presenciar y experimentar en carne propia malos tratos provenientes de aquellos que se nos han asignado para formar como “el futuro del país”. Desde las más leves hasta las más graves faltas.

La defensa más común del maestro que confronta a sus alumnos es pedirles respeto: “Yo soy tu profesor, merezco respeto”, decimos. Sencillamente porque nuestro radio de acción está bastante limitado. Algunas veces creemos que seria bueno darle “uno solo, pero bien dado, a ver si aprende a respetar”. Lo cual seria inapropiado, pero no dejaría de brindarnos un mórbido gustico a justicia.

Resultado de tanta falta de respeto es una desmotivación a la hora de prepararse para enseñar y al momento de enseñar. Querer salir corriendo del aula, dejar todo atrás, puesto que nadie agradece lo que haces. Aunque para eso te pagan diría alguno.

En la vida siempre tendremos, de manera implícita o explicita, profesores. También fungiremos (o fingiremos) como tales.

A estas alturas de la vida entiendo que formar pataletas y berrinches por lo que el Moré diga, tratarlo como si fuera “un compinche más del barrio”, subestimarlo a la hora de leer sus críticas, darle la espalda cuando no nos gusta lo que hace, creer que es una obligación suya responder todas mis preguntas y brindarme solución a todos mis problemas, eso y más, son graves faltas de respeto.

Lo vine a entender ahora que en Venezuela terminó el año escolar, y experimenté en cierto sentido lo anteriormente mencionado. Por tal razón volví  para trabajar con el Moré Yehudá. Porque como docente me complace encontrarme en la calle a aquél alumno que se mal comportó conmigo, pero que me sigue reconociendo en cualquier lado como su maestro. Y a pesar de todo, aun así, reconoce que mis enseñanzas fueron valiosas.

Ninguno de los que nos concentramos aquí, estamos exentos de dar la espalda, pero de la misma manera, todos estamos en capacidad de volver y corregir, enmendar lo dañado.

Cuando se está en los zapatos del otro, es relativamente fácil entender al otro.

La conclusión: como dicen las mamás “hijo, respete a su profesor”.

Nota: no hay dólares gratis, despierte.

Moré

La Palabra que Dios dictó y que fielmente escribió Moshé (Moisés) se denomina Torá. Estos son los Cinco Tomos de Moshé, el Pentateuco, la base fundamental e inmodificable del judaísmo y la fuente de vitalidad del noajismo.
Es la Torá lo único que expresa directamente la Palabra de Dios, sin mediaciones, sin confusiones, sin dudas.
No ocurre lo mismo con los libros de los profetas, mucho menos con los libros de inspiración divina (tales como Salmos, Cantares, Daniel, entre otros). Pues estos libros si bien parten de profecías o de inspiraciones del Eterno, no son las palabras dictadas directamente por Dios, sino a través de sus santos varones, fieles y fidedignos, pero humanos al fin.
Así pues, la Torá ES la única Palabra de Dios.

Él le ha dado al pueblo judío, en exclusividad, la Torá, en dos vertientes: la Escrita (los cinco tomos que comprenden Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) y la Oral, que es la Tradición fiel mantenida por los sabios, rabinos y el pueblo judío que se ha mantenido leal al Eterno y Su Palabra.

Torá erróneamente ha sido traducida como «Ley», por el nefasto inventor ajeno, generalmente cristiano, que se atrevió a blasfemar creando espurias obras que se pretenden traducciones del santo y eterno legado del pueblo judío.

Pero, en los hechos la Torá es mucho más que Ley.

La palabra Torá significa «instrucción». Es el manual de vidas, que instruye fielmente cómo vivir en Este Mundo y alcanzar la plenitud en la Posteridad.

La voz Torá también se relaciona profundamente, en el idioma original, con el vocablo «Luz», pues además es la única Luz válida para el espíritu.

Ninguna creencia, idea, costumbre que no provenga de la Torá es espiritual.
(Por lo que el rebelde nuevo testamento no tiene ni un ápice de espiritualidad, tal como tampoco el Corán, los versos del Zen, las doctrinas budistas, etc. NADA de esto es espiritual, por más extraños rituales y pomposas palabras empleen).

Pero, hay una palabra más que está unida de raíz con la palabra Torá, y es «Moré».
Moré se traduce como maestro. Pero en su sentido original es el que instruye en Torá, el que muestra el camino de Luz, el que está capacitado para andar sin tropiezos y ayudar a otros a caminar por la buena senda.

El Moré instruye, aconseja, orienta, conduce, guía, enseña, rectifica, critica, corrige, ayuda, sostiene, abraza, aparta y atrae.
El Moré es que ha dedicado su vida al estudio verdadero y profundo de la Torá, para luego conducirse de acuerdo a sus instrucciones e instruir con fidedigna justicia a los que le siguen.

Por tanto, el Moré es el capitán de la nave, el timonel, aquel que conoce el mapa, que sabe navegar, que estudia para no tropezar con escollos ocultos o evidentes.

Por supuesto que el Moré es persona, y no sabe todo, no puede todo, no siempre hace todo bien, pues no hay persona que no yerre.
Pero, la misión del Moré es traer Luz, orientar, cómo pueda y sepa.
Le guste a quien le guste, le pese a quien le pese.
En tanto en la nave hay un Moré, su palabra debe ser admitida. No por sumisión, como si fuera un pastor, sino por reconocimiento a su rol, a sus estudios, a su honestidad intelectual y emocional.
El Moré es el capitán, y quien no acepte su autoridad puede comentar en privado y con respeto al respecto, o puede apartarse, pero no tiene derecho a sabotear la nave para beneficio personal. Pues, la actitud saboteadorea, aunque caristmática y populista, es la de Koraj (Coré), quien se enfrentó al Moré de su generación, para terminar hundido en lo más hondo de sus pecados y horrores.

Cuando el Moré se equivoca, o eso uno considera, debe hacérselo ver, con respeto, en privado, con corrección. Porque eso es lo correcto.

Atención que reitero que no se debe ser una oveja sumisa, no se debe aceptar todo con un «amén hermano». Pero, cada cual tiene un rol, y si todos quieren jugar a ser el timonel, la nave se estrella, la misión se pierde, el conflicto se suscita.

Para terminar, este Moré anhela que lo corrijan, que le enseñen sus discípulos, pero siempre y cuando esto se haga con respeto, no con atrevimiento, con agresividad, con injusticia, con malicia, por las espaldas. Porque actuar de esta manera, no es de constructor de shalom, sino de egolatría: idolatría del ego.

Este Moré es el primero en querer mejorar, en acepar sus errores (cuando realmente lo son), el primero en reconocer que está limitado y no sabe ni puede todo.
Por eso el trabajo y compañía de los amigos y discípulos es fundamental.

Aprendamos a construir Shalom, pues hasta los 120 años, hasta el día de la tumba tenemos cosas para aprender, para mejorar, para construir.

La culpa no es de la vaca, es del «cordero»

Aunque echando la culpa a otros de lo malo que nos sucede trae como consecuencia que la visión del mundo se cierre, menospreciamos la idiosincracia de la vida, reducimos nuestra imaginación y perdemos capacidad de descubrir como avanzar de manera creativa en la vida, hoy no le vamos a echar la culpa a la vaca, puesto que la culpa no es de ella. Asi que señora vaca, no llore más, no fue usted, fue el que le dicen «el cordero».

¡Así es! Pero, y ¿cómo?

Bueno, la culpa es del «cordero» porque:

Por culpa de él, millones de personas se han desentendido de su misión en la vida y se extraviaron en algo llamado religión.

Por culpa de él, millones de judíos fueron humillados con los métodos más aberrados jamás conocidos.

Por culpa de él, millones de personas se han desligado de la vida social, optando por recluirse en sectas que los han aislado de la realidad (cristianos, evangelicos, católicos, seudo judio-mesiánicos, netzaritas, testigos de J, mormones, y un largo etc).

Por culpa de él ,millones de personas se han sentido el excremento de la tierra cuando les restregan en la cara que son unos pecadores perdidos a menos que acepten al «cordero».

Por culpa de él, millones de personas han perdido años valiosos de su vida, por ocuparse en difundir las podridas y retorcidas enseñanzas del «cordero».

Por culpa de él, millones de personas han perdido su dinero, fruto de su esfuerzo, donandolo a los propósitos nefastos del «cordero».

Por culpa de él, millones de personas han muerto creyendo que fueron predestinados antes de la fundación del mundo para cumplir un inexistente propósito «divino» dirigido por el cordero.

Por culpa de él, millones de personas han vivido pensando que son ‘salvos’, que están ‘limpios de pecado’, libres de sus irresponsabilidades por que creen que «el cordero» les quita la culpa, y así no asumen las consecuencias de sus actos con la responsabilidad que deberian.

Por culpa de él, millones de familias se han dividido: los mundanos y «los salvos por el cordero».

Por culpa de él, en nombre él, gracias a él, por él, muchos han sufrido la muerte física y espiritual.

Por culpa de él, millones han optado por el escapismo, anhelando irse al ‘cielo’, dejando de lado la relevancia de sus vidas aqui en la tierra.

Por culpa de él, millones se desviaron hacia una falsa humildad, viviendo llenos de mugre, poniendo la otra mejilla, «sembrando» sus bienes, despojandose de sus pertenencias, creyendo que eso es ser espiritual.

Por culpa de él, millones de mujeres hermosas dejaron de lado el labial, el tinte de cabello, la ropa bonita, porque habia que lucir «virginal» para ser la esposa del «cordero», y trajo como consecuencia que muchos esposos optaran por ser infieles y mirar hacia afuera donde estaban las bonitas, quedando asi muchos hogares destruidos.

Por culpa de él, millones de jóvenes cambiaron el nombre de sus hormonas, ahora les llaman ‘satanas’. Todo lo que huela a adrenalina es satanizado.

Por culpa de él, millones dejaron de disfrutar su sexualidad, viviendo ‘castos’, con tal de agradar al «cordero».

Por culpa de él, millones de personas, luego que fueron decepcionadas por sus pastores, tomaron la via del libertinaje, cayendo en la prostitucion, homosexualismo, drogas, alcohol, vicios, vicios, vicios…

Por culpa de él, millones se hicieron pasar por judíos sin serlo, cambiaron sus nombres, sus vestimentas, sus costumbres, todo por «el cordero».

Por culpa de él, millones usan frases como: gloria a dios, dios le bendiga hermano, en bendición hermana; creyendo que por decirlas serán más espirituales.

¡Por culpa de él!

Así que, seamos sinceros, la vaca es inocente. La culpa el del ser más despreciable que ha podido existir (si en realidad existió, no creo), ese criminal yeshu -jesús.

No vale la pena desgastar, consumir, usar, debilitar, extenuar, marchitar energias en ese despreciable ser que ha convertido a muchos humanos en automatas que a todo responden sí y amén.

Después de todo, es innegable que la culpa sí es de él.

Nota: El único cordero que me gusta es el que viene acompañado de arroz, papas y ensalada.

El Formulario

El asunto no es decir las cosas, sino como se dicen. No hay palabras mal dichas sino mal interpretadas. ¡Vaya clichés! Excusas que usamos para escudarnos cuando se nos recalca un error por algo que dijimos.

Enojos, iras, frustraciones, y demás actitudes infantiles frente a nuestro corrector, son muestras que en eso de la era de la comunicación no estamos muy al tanto.

Y es que alguien dijo alguna vez que: «la intención es lo que cuenta…» y dimos fe de que asi era. Magna excusa para no concentrarnos en buscar la excelencia en nuestra vida.

Algunos luego que «fracasan» en sus intentos de decir de manera escrita lo que piensa y sienten, optan por dejar de hacerlo y mucho menos por esmerarse en apreder a hacerlo. Se inclinan más a hizar la bandera de la acción, de las obras, del hacer.

No es que hacer no sea importante, lo es. Pero saber decir es hoy tan necesario como saber hacer, porque el decir forma parte importante de la tarea humana.

Así que no se trata solamente de martirizarnos con lo qué hacer, sino saber decir por qué lo hacemos, por qué lo creemos, por qué lo pensamos, por qué lo sentimos.

El dia a dia, la rutina, el vaivén diario, demanda cada vez más el uso de adecuadas y correctas formas de expresión y/o entendimiento.

Muestra de esto es los tropiezos aun prevalecientes en algunas ocasiones para comprender y llenar un simple formulario que indica que aun no se ha hecho lo preciso por dominar con gracia esta demanda actual que es la comunicación.


El hermano mayor es más inteligente que el segundo

Para todos aquellos que tienen un hermano mayor, este artículo podria resultar interesante. Para todos aquellos que saben que el pueblo Judío es el hermano mayor de nosotros los gentiles, podria ser significativo.

Estudios recientes han demostrado que, a través de la prueba habitual del cociente intelectual (CI), se ha encontrado que los hermanos mayores obtuvieron un resultado ligeramente mejor que sus hermanos menores.

Se concluyó que aunque el hermano mayor no lo sea biológicamente, por perdida o fallecimiento de uno o más hermanos antes que él, la diferencia en el CI está presente, siempre que se haya criado como hermano mayor. Significa que la categoria social marca la ventaja intelectual y no el lugar biológico en el que se llegó a este mundo, dejando de lado que la diferencia sea de orden genético.

¿Y por qué esto es así?

-Se dice que el rol de tutor que ejerce el hermano mayor, le ha otorgado mejoramiento en las habilidades cognitivas que luego se hacen evidentes al confrotarlas con situaciones que demandan soluciones.

-Tambien se supo que los hijos únicos no sobresalen como los hermanos mayores, puesto que a diferencia de ellos, no tienen a quien tutelar.

-Curiosamente se encontró que al realizar la prueba antes de los 12 años de edad, los hermanos menores salieron mejor que los mayores, esto se debe a que hasta esa edad, el hermano mayor degrada su entorno intelectual, pero la situación cambia cuando el mayor comienza a enseñar lo que sabe al menor.

Hasta aqui lo interesante.

Ahora pasemos a lo edificante a base de lluvia de ideas:

– El pueblo judío es nuestro hermano mayor. Por tanto son ligeramente mejores que nosotros.

-La inteligencia del pueblo judío no está basada en genes. Muestra de eso es que si un gentil quiere pasar a ser ‘hermano mayor’, existe la posibilidad de hacer conversión, lo cual implica acceso total al legado, o sea a ser ligeramente más inteligente. Sabiendo que se enfrentará a situaciones nuevas que demandarán mayor y mejor capacidad de su parte.

-El pueblo judío es nuestro tutor. Queramos lo gentiles aceptarlo o no, de Tsión saldrá la Torá. A ellos se les reveló la Torá, esto es: Sabiduria, Conocimiento, Entendimiento y más. Así que a oir con atención al hermano mayor comprometido con la responsabilidad que el Padre le dio, a dejarlo cumplir con su parte, a ayudarlo con todo lo necesario en el cumplimiento de su tarea, pero sin estorbar.

-Los hijos únicos, digamos, los que son mayores pero no asumen compromiso de tutela, podrian ser aquellos que no han aceptado que tienen un hermano menor a quien guiar. Aquellos que siendo hermanos mayores son indiferentes con los gentiles.

-Los gentiles, un dia en la historia, fuimos tan sabios como el hermano mayor, hasta que nos desviamos del camino correcto y rechazamos la Torá, pero el hermano mayor asumió con responsabilidad el compromiso que el Padre les planteaba.

-Si todos los gentiles asumieramos completamente el compromiso con las Siete Leyes dadas a papá Noaj, entonces nuestro hermano mayor podria dedicarse con absoluta entrega al estudio mucho más profundo de su herencia.

Conclusión:

No se trata de aceptar que somos menos inteligentes que el hermano mayor, ni que estamos privados de ser como él, puesto que quien piense así no ha entendido de qué se trata su identidad.

Se trata de saber que tenemos a un hermano mayor en quien confiar, a quien acudir, en quien refugiarnos. Tenemos a un hermano mayor que nos puede enseñar como afrontar las nuevas situaciones.

Y, el hermano mayor que se ha dedicado a tutelarnos con tanta paciencia, Yehuda Ribco, gracias por ser el hermano mayor que está ahi, a pesar de las pataletas que como hermanos menores armamos.

¿Alguna idea para compartir?

Basado en este artículo.

Originalidad Noájida

¿Qué nos hace reconocer la originalidad de las cosas? ¿Por qué podemos catalogar a algo o alguien de ‘original’?

Posibles respuestas: ser original es ser diferente, ser original es hacer cosas de manera diferente, es salirse del común, entre otras. Las repuestas son muy relativas.

En principio tiende a ser más fácil definir qué no es ser original: dejarse influenciar por ideas ajenas, cambiar nuestra manera de pensar por presión social, querer encajar en el grupo a costa de nuestra integridad, y otras.

Pero ¿qué es originalidad noájida?

– Es sacar a flote la mezquindad, vulgaridad, medianía de la idolatría.

– Es mostrar a los extraviados que llegaron al mundo siendo únicos pero que morirán siendo imitaciones, remedos, plagios, falsificaciones, a menos que retornen a la senda original.

– Es enseñar que aquello que la abuelita enseñó acerca de ‘dios’ lo aprendió de otros que prefirieron no cuestionar a sus abuelitas.

Finalmente, la originalidad es el regreso al principio, al comienzo, al inicio, al génesis, al albor, al arranque, a la entrada, al germen, a la base, sobran los sinónimos.

Comparable a lo que se siente regresar a la casa donde naciste y pasaste tu infancia. Ese placer, ese bienestar, o esa frustración que te reta a hacer las cosas diferentes. ¿Lo has sentido?

Finalmente, retemonos a hacer algo original, algo que esté bien conectado a nuestros orígines. Tal vez sea el secreto para generar más y mejor cambio en nuestros ambientes.

Sopa de pollo para el noájida

¿A quién no le gusta una buena sopa de pollo?

Se cuenta que una vez un monje en una lejana montaña encontró un pollo, lo cazó, lo arreglo y se hizo una sopa que le cambió la vida.

Bueno, en esta ocasión no se trata de historias trascendentales que tienen el poder de cambiar su vida y hacerle olvidar su pasado para que redefina lo que otros dicen que usted es.

Esta vez se trata de eso, de sopa. ¿Tomar o comer sopa de pollo? He ahi el dilema.

Por qué no se toma el tiempo de prepararse una buena sopa, invitar a su familia, sus amigos, o sus enemigos y servirles una buena taza de sopa bien caliente. Luego en el transcurso de la comida, deje que los temas afloren: sueños, planes, proyectos, quejas, dolencias, problemas, dudas, inconformidades, etc.

¿Y luego que?

Pues hable de sus temas. Hable de lo que ha leido aqui. Hable de lo que ha escrito aqui, lo que piensa luego que lee las publicaciones de este lugar.

Y si el tema se pone bueno, sirva más sopa de pollo. ¡Incluso si quiere hable de Fulvida!

Precio de una sopa de pollo: No sé. Sopa de pollo para el noajida: no tiene precio.

¿Donde esta D-is?

“Usted perdone”, le dijo un pez a otro, “es usted más viejo y con más experiencia que yo, y probablemente podrá usted ayudarme. Dígame: ¿dónde puedo encontrar eso que llaman océano? He estado buscando por todas partes, y no he podido encontrarlo”.
“El océano respondió el viejo pez, es donde estás ahora mismo”.
“¿Esto? Pero si esto no es más que agua…Lo que yo busco es el océano”, replicó el joven pez, totalmente decepcionado, mientras se marchaba nadando a buscar en otra parte.
Somos tan parecidos a ese pequeño pez, día a día nos encontramos buscando como acercarnos a D-is, como sentir más espiritualidad, como darle más sentido a nuestra vida. Y buscamos y buscamos sintiéndonos cada vez mas decepcionados, desilusionados, preocupados; bajando así nuestra auto estima y aumentando nuestro grado de ansiedad y stress.
Y todo esto solamente por una cosa, porque no entendemos que la mejor forma de acercarnos a D-is es por medio de lo que nos rodea. En nuestra familia, nuestro trabajo, al comer, al estudiar, al ver futbol, al hacer ejercicio; en fin, en todas y cada una de nuestras acciones simples y comunes de todos los días.
Por favor, no pienses que Hashem quiere 5 horas de rezo diario, o que desea que medites en la existencia del universo todo el día, ni que busca que des todo tu dinero para los pobres, o que pases en el hospital con los enfermos todos los fines de semana.
Curiosamente no fuimos creados para buscar a D-is, fuimos creados para dejar de buscarlo; no hay nada que buscar, solo tienes que saber contemplar lo que te rodea, abrir tus ojos y mirar. Y cuando menos te das cuenta no puedes dejar de Verlo. En tu pareja, tus hijos, en ese compañero que te molesta, en el trafico que no te deja avanzar, en el gol que le anotan a tu equipo favorito. En Tooodas y cada una de las situaciones de tooodos y cada uno de nuestros días esta El, poniendo su bondad y guiándonos hacia lo que es mejor para nosotros.
Abramos los ojos, el Amo del Universo esta frente a nosotros, solo necesitamos verlo.

Lo prohibido, lo malo, lo ilegal

Seres pensantes que presumimos autonomía e independencia en nuestro quehacer diario. Forrados de ideas, creencias, prejuicios, ofuscaciones que definen lo que creemos ser. Creyentes en la infinitud del universo, pero ignorantes de que es así.

Una constante actitud defensiva hacia aquellos que fueron creados con el mismo patrón,  esgrimiendo argumento contra argumento tras cada señalamiento que amenaza nuestra frágil seguridad.

Hacemos porque vemos a los demás hacer. Nos abstenemos de esto o lo otro porque creemos que debería ser así. Evitamos porque nos dijeron que es bueno evitar.

Vivimos porque el reloj natural fue hecho para detenerse cuando el Creador lo considere conveniente. No pensamos en ello, tampoco lo esperamos, pero lo damos por sentado.

No matamos porque creemos que está prohibido. No matamos porque creemos que es malo. No matamos porque creemos que es ilegal. Una razón Divina, una razón moral, una razón legal.

Hijo de Noaj, noájida, gentil, goy, nación del mundo: ¿Qué define nuestras acciones? Dios, el sentido común, la ley humana. ¿Qué?

¿Debo acaso preocuparme por Dios? ¿Es que acaso no sabe Él cuidarse solo? Atrevido pensamiento nacido de una mente que quizás entendió que no se trata de cuidar a Dios sino de cuidarse a si mismo con lo que Dios ha dispuesto para el ser humano. O quizás no entendió.

Está prohibido no estar bien con Dios. Es bueno estar bien con Dios. Es ley estar bien con Dios. ¿Qué cree usted?

¿Y a dónde quiere llegar el escritor con todo esto? A ningún lado. Quizás porque pensar así sea parte del recorrido, o porque usted podría añadir algo nuevo, o bien porque es mejor llegar en grupo por el bien del grupo y de cada individuo.

No es divino dar una opinión, quizás seria bueno hacerlo, pero tampoco es ilegal no hacerlo.

A ustedes quedo.