Todas las entradas de: Yehuda Ribco

Para recibir mi visita

Quiero aclarar algo.
Yo no deseo viajar, no me agrada salir de casa, dejar mi familia, perder horas de trabajo, etc.
Me fastidia viajar, no me gusta hacer turismo por el mero hecho de hacerlo, no es fácil conseguir comida kosher idónea para mi alimentación, etc.
Por tanto, si me invitan a un lugar a visitarlos, no lo haré por placer de viajar, para llenar mi pasaporte de sellos, para tener mis álbum de fotos plagado de aburridas fotos de lugares lejanos.
Si me invitan es porque consideran importante mi presencia, les interesa mi participación, quieren un contacto directo con el Moré, etc.
Esa invitación correrá siempre a cargo del que invita, como corresponde.
Yo no soy adinerado, de hecho vivo ajustadamente gracias a mi duro trabajo diario, y el de mi señora.
No tengo porqué pagar pasajes, tasas, impuestos, alojamiento, alimentación, nada… pues soy un invitado, alguien que sin mucha gana de viajar hace el esfuerzo, en todos sentidos, para encontrarse con amigos lejanos en el espacio pero cercanos en el alma.
Además, se debe considerar en la invitación la retribución que me corresponde, por las horas o días que no trabaje (cuento con el dinero de mi sueldo, no vivo de rentas o diezmos), y que de faltarme acarrearía dificultades injustamente a mi familia. Además de una digna retribución por la tarea que vaya a realizar, sea dando conferencias, charlas, etc.
Por si no lo saben, hay gente que se dedica a viajar y dar conferencias, cobran suculentos honorarios por eso, y no se avergüenzan, ni los que los invitan los degradan al pagarles.

Así está planteado el asunto, quizás no guste, pero son hechos que por ahora no tienen otra forma de darse.
La solución es simple, si no quieren o pueden desembolsar lo que en justicia corresponde, entonces no me inviten, créanme que no me ofendo ni me desespero.

Es buenísimo que se realicen eventos, encuentros, seminarios, todo lo posible para darle marco físico a FULVIDA, pero mientras no entiendan que el Moré no es millonario ni vive de rentas, deberán contribuir para contar con su presencia, o enviarle fotos luego de realizado el encuentro.

Moré

La Palabra que Dios dictó y que fielmente escribió Moshé (Moisés) se denomina Torá. Estos son los Cinco Tomos de Moshé, el Pentateuco, la base fundamental e inmodificable del judaísmo y la fuente de vitalidad del noajismo.
Es la Torá lo único que expresa directamente la Palabra de Dios, sin mediaciones, sin confusiones, sin dudas.
No ocurre lo mismo con los libros de los profetas, mucho menos con los libros de inspiración divina (tales como Salmos, Cantares, Daniel, entre otros). Pues estos libros si bien parten de profecías o de inspiraciones del Eterno, no son las palabras dictadas directamente por Dios, sino a través de sus santos varones, fieles y fidedignos, pero humanos al fin.
Así pues, la Torá ES la única Palabra de Dios.

Él le ha dado al pueblo judío, en exclusividad, la Torá, en dos vertientes: la Escrita (los cinco tomos que comprenden Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) y la Oral, que es la Tradición fiel mantenida por los sabios, rabinos y el pueblo judío que se ha mantenido leal al Eterno y Su Palabra.

Torá erróneamente ha sido traducida como «Ley», por el nefasto inventor ajeno, generalmente cristiano, que se atrevió a blasfemar creando espurias obras que se pretenden traducciones del santo y eterno legado del pueblo judío.

Pero, en los hechos la Torá es mucho más que Ley.

La palabra Torá significa «instrucción». Es el manual de vidas, que instruye fielmente cómo vivir en Este Mundo y alcanzar la plenitud en la Posteridad.

La voz Torá también se relaciona profundamente, en el idioma original, con el vocablo «Luz», pues además es la única Luz válida para el espíritu.

Ninguna creencia, idea, costumbre que no provenga de la Torá es espiritual.
(Por lo que el rebelde nuevo testamento no tiene ni un ápice de espiritualidad, tal como tampoco el Corán, los versos del Zen, las doctrinas budistas, etc. NADA de esto es espiritual, por más extraños rituales y pomposas palabras empleen).

Pero, hay una palabra más que está unida de raíz con la palabra Torá, y es «Moré».
Moré se traduce como maestro. Pero en su sentido original es el que instruye en Torá, el que muestra el camino de Luz, el que está capacitado para andar sin tropiezos y ayudar a otros a caminar por la buena senda.

El Moré instruye, aconseja, orienta, conduce, guía, enseña, rectifica, critica, corrige, ayuda, sostiene, abraza, aparta y atrae.
El Moré es que ha dedicado su vida al estudio verdadero y profundo de la Torá, para luego conducirse de acuerdo a sus instrucciones e instruir con fidedigna justicia a los que le siguen.

Por tanto, el Moré es el capitán de la nave, el timonel, aquel que conoce el mapa, que sabe navegar, que estudia para no tropezar con escollos ocultos o evidentes.

Por supuesto que el Moré es persona, y no sabe todo, no puede todo, no siempre hace todo bien, pues no hay persona que no yerre.
Pero, la misión del Moré es traer Luz, orientar, cómo pueda y sepa.
Le guste a quien le guste, le pese a quien le pese.
En tanto en la nave hay un Moré, su palabra debe ser admitida. No por sumisión, como si fuera un pastor, sino por reconocimiento a su rol, a sus estudios, a su honestidad intelectual y emocional.
El Moré es el capitán, y quien no acepte su autoridad puede comentar en privado y con respeto al respecto, o puede apartarse, pero no tiene derecho a sabotear la nave para beneficio personal. Pues, la actitud saboteadorea, aunque caristmática y populista, es la de Koraj (Coré), quien se enfrentó al Moré de su generación, para terminar hundido en lo más hondo de sus pecados y horrores.

Cuando el Moré se equivoca, o eso uno considera, debe hacérselo ver, con respeto, en privado, con corrección. Porque eso es lo correcto.

Atención que reitero que no se debe ser una oveja sumisa, no se debe aceptar todo con un «amén hermano». Pero, cada cual tiene un rol, y si todos quieren jugar a ser el timonel, la nave se estrella, la misión se pierde, el conflicto se suscita.

Para terminar, este Moré anhela que lo corrijan, que le enseñen sus discípulos, pero siempre y cuando esto se haga con respeto, no con atrevimiento, con agresividad, con injusticia, con malicia, por las espaldas. Porque actuar de esta manera, no es de constructor de shalom, sino de egolatría: idolatría del ego.

Este Moré es el primero en querer mejorar, en acepar sus errores (cuando realmente lo son), el primero en reconocer que está limitado y no sabe ni puede todo.
Por eso el trabajo y compañía de los amigos y discípulos es fundamental.

Aprendamos a construir Shalom, pues hasta los 120 años, hasta el día de la tumba tenemos cosas para aprender, para mejorar, para construir.

El consejo diario 142

Una de las primeras preguntas que el Juez le hará cuando llegue al «otro lado», en la vida eterna, será: «¿Cumpliste tu parte del pacto noájida?»

Si dice que sí (y no puede mentir), entonces sentirá un enorme placer, indescriptible, pues su vida tuvo sentido, ya que cumplió la misión que Dios le dio.

No le preguntarán si habla en hebreo, si leyó historia israelí, si siguió rituales judaicos, si anhelo ser judío, si andaba afanoso detrás de la identidad judía (que o le es propia).
No le premiarán por ser una sombra judaica, ni un adepto a (alguna especie de) judaísmo.

Le retribuirán por su fidelidad al pacto noájico.

¿Esta haciendo su parte del pacto noájida actualmente?

Resp. 279 – De pecados, dogmas ajenos y redención

azul0305 nos consulta:

1- Sabemos que los mandamientos están para honrar a D-S, honrar la vida.
2- Me pregunto existen los pecados como tal?
3- En el catolisismo existen los pecados beniales y mortales.
4- Siete pecados capitales. Cómo es esto acá?
No me queda claro este tema.
azul0305

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