Somos seres humanos, todos semejantes ó idénticos, nadie es superior a otro, cualquiera puede fallar, cualquiera puede percatarse de su fallo y enmendarlo; por eso TODOS necesitamos del Perdón.
Sabido es que existen leyes para la óptima relación entre nosotros y el Padre (individualmente) y leyes para la óptima relación entre nosotros (como sociedad), cuando violamos alguna ley que rompe con la armoniosa relación que debería tener nuestro Creador con nosotros, el juicio es abierto por Él mismo, y somos misericordiosamente perdonados, aún antes de solicitar el perdón; pero cuando rompemos el equilibrio de las relaciones interpersonales, quien abre el juicio es nuestro hermano, y para anular la ofensa, debemos dar y recibir perdón.
Pero, ¿es fácil perdonar a nuestro hermano?, tenemos que reconocer que, debido a nuestro ego, es sumamente costoso olvidar (que es el perdón en la práctica) la ofensa que nos ha hecho nuestro semejante, pues se ha abierto una grieta entre dos personas, esta es sumamente corta, pero la voluntad de repararla casi siempre es mínima.
Para eso, entonces, recurrimos a nuestro sentido de valor, de valentía, a nuestro sentido común, que nos advierte cuando estamos abriendo más la grieta que nos separa de nuestro semejante en vez de tratar de cerrarla, y entonces decidimos, con toda la voluntad, cerrar dicha abertura, no es fácil, no es rápido, pero el primer paso siempre cuenta, dirigirse sinceramente a la persona ofendida, o recibir a la persona ofensora, y darle y recibir su perdón, comprometerse a subsanar la herida abierta y no volver a caer en el mismo error.
Cuando perdonamos y nos perdonan, cerrando completamente la grieta que nos separaba, entonces vuelva a existir la unidad armoniosa que se aspira de nosotros.
Ya lo dijo el salmista:
"[Canto de ascenso gradual. De David] ¡He aquí, cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía!
(2) Es como el buen aceite sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras.
(3) Es como el rocío del Jermón que desciende sobre los montes de Tzión [Sión]; porque allá ordenó Hashem bendición y vida eterna."
(Tehilim / Salmos 133:1-3)
Habitar juntos en armonía es imposible si existe un grieta de recuerdos negativos que llenan el corazón de hostilidad / lejanía, entonces no habría, brillando, en medio de la unidad de los humanos, en medio de la armoniosa paz social, la luz emanada del aceite de olivas, no haríamos trascender nuestras almas hasta llevarlas a la bendición y vida eterna.
Mientras que si juntos habitamos los hermanos en armonía, en medio de nosotros brillaría incandescentemente la Presencia del Creador, colmaríamos de gloria a la creación, trascendería nuestra alma (individual y colectiva) hasta llevarlas a la bendición y vida eterna.
¿Cuánto esperamos para darle nuestro perdón y recibir el perdón de nuestro semejante? Aprovechemos el inminente día en que renovaremos nuestra vida, en el que comenzaremos un ciclo de nueva actitud ante la vida, aprovechemos este próximo año nuevo universal para darnos la oportunidad de traer Justicia y Equilibrio a nuestro mundo, llenemos el acerbo energético de nuestro Espacio con abundante influjo positivo, ¡¡¡Empecemos ahora!!!