A continuación enumero algunos de los asuntos preocupantes que rondan por la mente de aquellos que recién se enteran que existe algo más antiguo que el Judaísmo, es decir, el Noajismo. Esto con el propósito de mostrar que en algún momento el 99.9 % de los fulvidianos (el otro 00.1% son aquellos que nacieron y crecieron en un hogar netamente noájico sin rastros de religión) pasamos por situaciones parecidas, pero que a la larga vinieron a ser parte del proceso de cambio, de mejora y/o maduración. Claro está, esto no significa que aquellos que ya tenemos cierto tiempo montados en la barca de Noaj hemos alcanzado el culmen de este viaje hacia la plenitud. Todo lo contrario, ahora es que falta.
Veamos:
1. Miedo a que la relación con Dios no vuelva a ser lo mismo que antes. Antes se creía tener una comunión intensa con el Eterno, pero a la luz del noajismo, darse cuenta que no fue tal, es una realidad que impacta a muchos. Cómo se pudo adjetivar de intensa una relación basada en la mentira de un falso e inexistente mediador, que por ser colgado consiguió supuesta entrada a la presencia de Dios, y por sus supuestos méritos había libre acceso. Y más aun, qué intensidad hay en entablar un dialogo con Dios ataviados de vestimentas ajenas: Kipá, tefilin, tzitziot, talit.
2. Miedo a aceptar que no se es parte del pueblo hebreo. Gracias a las religiones, la idea de pertenecer a una nación no elegida causa un sentimiento antipatriótico, donde pertenecer a Israel lo es todo y haber nacido en cualquier otro lugar es visto como una maldición.
3. Miedo a aceptar que el Tanaj (Biblia) no es heredad de las naciones. Durante años se leyó una carta de amor que contenía promesas, palabras bonitas y regaños amorosos, que en primer lugar estuvo dirigido a otras personas, pero que otros pretendieron cambiar el destinatario y la esencia del mensaje. Enterarse que esa carta de amor no estaba dirigida a los gentiles hace sentir estúpido a cualquiera que haya creído lo contrario.
4. Miedo a dejar de lado la meta de hacer conversión al judaísmo. Tienen la falsa ilusión de que si no se es judío no se es nadie. Les hicieron creer en sus iglesias, o en su ignorancia, que ser judío es lo máximo. Tiene la falsa idea de que solo los judíos «van al cielo». O por ahí creyó que cambiarse de camiseta y vestir la del judaísmo era una solución a diversos problemas personales y emocionales. Así se planteó un día la meta de asimilarse a los judíos, camuflarse de uno, hacerse pasar por judío. Se le ocurrió que siendo convertido y haciendo un judaísmo a su medida estaría salvo y feliz.
5. Miedo a olvidarse de ir a establecerse a la tierra de Israel. Hazte judío y vete a vivir a Israel porque las demás naciones se van a pudrir. ¿Y quién dijo que un noájida no puede irse a vivir a Israel? Pero si es por razones escapistas… hay mucha tela para cortar.
6. Miedo a decirle a otros que en realidad nunca fuimos judíos, que se erró al afirmar dicha idea. «No gracias, yo no como jamón, soy judío» vs. «¿Y eso que ahora come jamón, usted no dijo que era judío?, Sí, pero… solamente es un pedacito».
7. Miedo a comer cerdo porque la convicción de que es un animal maldito, inmundo, sucio, etc, aun permanece. Concebir la idea que afirma que un animal fue creado maldito es igual a creer en el agua bendita. ¿Acaso el agua fue creada maldita que precisa que se le bendiga?
8. Miedo a dejar de leer el Nuevo Testamento. La «neotestamentodependecia» sucede cuando se comienza a creer que leer otros los libros es una pérdida de tiempo y que sus autores están destinados a la perdición porque son «del mundo». Y que la verdad se encuentra es los evangelios y las cartas de los seguidores del colgado.
9. Miedo a descubrir que los líderes anteriores estaban errados en sus enseñanzas. El idealismo, la infalibilidad, la perfección proyectada por la religión, son sofisticaciones que demuestran claramente las falsas bases sobre las cuales ésta se erige.
10. Si se fue pastor, predicador, evangelista, profeta, maestro dominical, líder de alabanza y adoración, intercesor, danzor; y según la óptica mesiánica: jajam, shaliaj, moré, talmid, jazán, roé; miedo a aceptar que ahora se es un humano común y corriente, con defectos y virtudes. Y que entre los deberes no está decirle a otros qué hacer con sus vidas. Sin comentarios.
Finalmente, los anteriores miedos son subjetivos, irreales, falsos.
- La verdad es que ahora la relación con Dios es real, mejor, única y por sobre todo directa.
- La verdad es que es un orgullo sano ser parte de una nación con arepas, mate, tortillas, pupusas, enchiladas, frijoles, asados, las medias lunas, los panchos, el sancocho, etc.
- La verdad es que ser herederos de Siete Leyes es un gran honor.
- La verdad es que vivir y pasar al Mundo Venidero siendo noájidas es positivo, refrescante, alentador, prometedor.
- La verdad es que quedarse viviendo en el país de origen, mejorándolo, enriqueciéndolo, construyéndolo, prosperándolo es un buen ejemplo para nuestros hijos.
- La verdad es que afirmar con la frente en alto «soy gentil» es muestra de madurez.
- La verdad es que apreciar la creación como una obra maravillosa, incluyendo al cerdo, es aplaudir la obra del Eterno.
- La verdad es que leer, instruirse, formarse, compartir opiniones, buscar la verdad, con una mente abierta al aprendizaje, resultará en un crecimiento personal inimaginable.
- La verdad es que aceptar que el Maestro por excelencia es el dador de las Siete Leyes, es un antídoto contra la tendencia humana de manipular vidas ajenas.
- La verdad es que la enseñanza significativa es aquella que se da con el ejemplo, con las acciones, con los hechos.
Noájida que recién llegas, que recién naces: Vive sin miedos. Asume tu identidad liberadora. Sé feliz, eres noájida.