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Parashá Ki Tisá: la clave eterna para salvar tu alma

El pueblo judío lee esta semana públicamente de la Torá la parashá Ki Tisá, contiene enseñanzas eterna y profundas que también pueden enriquecer a la espiritualidad del noájida.
Presta atención a la Palabra eterna e inmodificable de Dios:

"…cada uno dará al Eterno el rescate por su persona…esto dará todo el que sea contado: medio siclo…"
(Shemot / Éxodo 30:12, 13)

El mensaje es extremadamente claro.
La persona que comete pecados en su relación con Dios tiene un método para redimirse, para rescatarse, para limpiarse de tal hecho.
Es el arrepentimiento, por supuesto.
Pero presta atención que no es lo que expresa el verso, la Palabra de Dios.
Sino que menciona otro método, muy especial, aunque al alcance de la mano de todos.

¿Te has dado cuenta de cuál es?
Sí: la caridad.

Así pues, ya lo sabes.
No precisas de complicados rituales, ni de sacrificios cruentos, ni de sangre, ni de intermediarios, ni de santos, ni de imágenes, ni de mediadores, ni de obradores de milagros, ni siquiera de actos complejos y bizarros… nada de eso te sirve para adquirir el rescate por tu vida por los pecados en tu relación con Dios.

Lo que precisas es tener conciencia y dar dinero para obras de bien (que no impliquen idolatría u otros crímenes), para el necesitado, para el carenciado, para centros de difusión de Torá, para SERJUDIO.com, para FULVIDA, caridad.
Tal es lo que la verdadera Palabra de Dios te dice.
Abre tu bolsillo, da de tu dinero y entonces desde lo Alto el Eterno te bendecirá en todos tus caminos y limpiará tu alma de los pecados que has cometido en contra de Él.

Ya lo sabes.
Cuando algún timador te quiera vender al tal Jesús (con el nombrete que le quieran inventar), con la excusa que te digan, con el envase que le quieran dar, con las palabrejas en supuesto hebreo que lo adornen, y te digan que ese personajillo es el camino al rescate de tu vida, debes saber que te están timando.

Dios no requiere del tal Jesús, ni de fe, ni siquiera de rezos particulares, Él no te los exige.
Dios no te pide que estudies Cabalá, o lo que te quieren hacer creer que es tal, ni que seas un noájida “jasídico”, o que te entrometas en asuntos de judaísmo, o que seas un efervescente repetidor de lemas judaicos que difícilmente captas en la esencia de tu alma.
Dios no demanda que estudies Torá, ni que te disfraces de judío, mucho menos, muchísimo menos a Dios agrada que te afilies a alguna religión o secta, o vivas una vida de miseria en cualquiera de tus cinco dimensiones de existencia.
Dios quiere, te pide, te demanda que seas leal a Él a través de ser leal a TU esencia espiritual, si eres gentil la noájida, si eres judío la judía.
A Dios agrada inmensamente que seas generoso, bondadoso, dadivoso, contigo, con el cercano, con el menos cercano. A Dios agrada que seas colaborador económico de grandes obras sagradas como FULVIDA.com y de aquellos que precisan que tú abras tu mano generosa.
Da dinero con finalidad de santidad y serás rescatado de la muerte eterna.
Por supuesto que habrás de intensificar tu arrepentimiento y tus rezos, para evitar caer nuevamente en el error que te llevó al fracaso anterior.

En cuanto a los pecados cometidos en contra de tu prójimo, además de caridad está el exacto proceso de arrepentimiento. Es imprescindible que sea realizado, con todos sus pasos, pues el prójimo ha sido perjudicado de alguna manera y por tanto es imprescindible que se reacomode el equilibrio, que las fuerzas cósmicas encuentren su canalización correcta para que tu alma se limpie de tus actos negativos en contra del prójimo.
Del proceso de arrepentimiento ya hablamos en otras ocasiones, sería muy recomendable que buscarás, leyeras y lo aplicaras en tu vida. (Busca "teshuvá").

Como ves, desde el inicio Dios ha dado el camino del rescate, de la salvación,
no precisó inventar sobre la marcha la estupidez idolátrica de parir un hijo mediante la violación de una mujer desposada, convertirse en su hijo, ser ajusticiado sádicamente por quienes debiera rescatar,
para que luego el pecador tuviera fe en su personificación del bastardillo (hijo nacido de  infidelidad matrimonial) y de esa forma se salvase.
Tal cuento mitológico plagado de inconsistencias y absurdos y blasfemia es una absoluta rebelión contra Dios y un atentado directo contra la dignidad del ser humano.

La verdad es absolutamente otra, la salvación está al alcance de tu mano, si quieres hacerlo.
Comparte de tu dinero y serás salvo.
Pero, no le des un céntimo al pastor, al supuesto rabino mesiánico, al "líder noájico" que alaba a Jesús (con el nombrete que le ponga), ni al cura, ni al misionero, ni al cabalistero, ni al títere jasideo (que no es lo mismo que jasídico), ni a ningún fetraficante, tal como no se lo darías a ningún delincuente ni a ningún adicto para que se hunda en su inmundicia.
Nada de lo tuyo para engordar el “lado oscuro”, pues cada centavo que le das a ellos es una gruesa mancha en tu alma en la eternidad.

Pero, sí abre tu mano y comparte de lo tuyo con aquellos que fortalecen la difusión de la luz, el mejoramiento del mundo, la construcción del shalom.
Cada monedita que compartas, que inviertas en el lado de la luz, será una fortuna de placer y bendición para tu vida aquí y en la eternidad.
Das, te asocias con la causa de de redimir al mundo, de ser socio de Dios y a cambio te dan multiplicado varias veces.
Dona tu dinero a quien se lo debes dar, según aprendiste de la parashá hoy.

¿De dura nuca?

En la lectura de la Torá que corresponde a la nación judía esta semana, el Eterno dice lo siguiente al respecto de los israelitas:

«Yo he visto a este pueblo, y he aquí que es un pueblo de dura nuca.»
(Shemot / Éxodo 32:9)

¿Qué podemos aprender de esto?
¿Cuál es la enseñanza para el noájida?

Pues, que más grave que el hecho de haber pecado, es el endurecerse para no enmendar el efecto del error o del pecado.
El Eterno sabe que somos pecadores y falibles, Él nos ha creado así; por tanto, Él admite nuestros errores y limpia nuestras faltas cuando nos arrepentimos.
Tal como ha anunciado el profeta de la verdad:

«Los limpiaré de toda la maldad con que pecaron contra Mí; perdonaré todos sus pecados con que pecaron y se rebelaron contra Mí.»
(Irmiá / Jeremías 33:8)

Pero a Él NO agrada el que endurece su nuca, el que niega y reniega de sus acciones negativas, y por eso no se encamina por el buen camino.
A una persona «cabeza dura», que rehúsa el arrepentimiento y la enmienda, le sobrevienen terribles calamidad que ella misma se provoca.
Tal como dice el profeta de la verdad:

«Pero no quisieron escuchar. Más bien, se encogieron de hombros rebeldemente y taparon sus oídos para no oír.
Y endurecieron su corazón como un diamante para no oír la Torá ni las palabras que el Eterno de los Ejércitos enviaba por su espíritu, por medio de los antiguos profetas. Por tanto, se desencadenó la gran ira del Eterno de los Ejércitos.
Aconteció que como llamé y ellos no escucharon, así ellos llamaron y Yo no escuché, dice el Eterno de los Ejércitos.
Más bien, los esparcí con vendaval por todas las naciones que no conocían, y tras ellos la tierra fue desolada hasta no quedar quien fuese ni viniese. Así convirtieron la tierra de las delicias en desolación.’
»
(Zejariá / Zacarías 7:11-14)

Grandes o pequeños pueden ser los errores y/o pecados que cometemos.
Somos personas, y como tales estamos atados a nuestras imperfecciones, bajos deseos, transgresiones. Como bien resumiera el inspirado sabio:

«Ciertamente no hay persona justa en la tierra que haga lo bueno y no peque.»
(Kohelet / Predicador 7:20)

Todo sentimos en nuestro interior esta verdad, todos, con más o menos claridad, llegamos a reconocer que carecemos de perfección para vivir exentos de pecados.
Ante esta realidad, se nos abren a nuestros pies cuatro caminos, cuatro maneras de vivir:

  1. Dedicados a pecar.
    No hacen caso a las advertencias, ordenanzas y consejos de la Torá y los Sabios; pasan sus días dedicados a satisfacer sus anhelos y en la huida constante de sus verdaderos terrores.
    Se saben desahuciados espiritualmente, y como tales ansían la muerte prematura que suponen les dará un poco de serenidad a sus atormentados corazones. Por eso pasan por la vida sin vivirla, son como muertos en vida (aunque quizás gocen de todo tipo de placer físico y material de manera intensa).
    Es como si en lo más profundo de sus mentes se dijeran: «Si no hay remedio, soy pecador, ¿para qué esforzarme? Mejor me dejo hundir en la perdición, en el pecado, en la negación, ¿acaso tengo otra salida?«.
    Este tipo de personas son los miserables, los que dedican su existencia a perjudicar al prójimo y a sí mismos. Son de dura nuca, obstinados en marchar detrás de lo negativo.
  2. Sumidos en fantasías o con estrechez mental.
    Estas personas creen hallar su «salvación» al seguir falsas deidades, al someterse a doctrinas de perdición en ropajes de santidad, al paralizar su pensamiento por convertirse en ovejas de líderes o ilusiones que prometen libertad y solamente entregan esclavitud.
    En lo más íntimo de sus pensamientos, es como si dijeran: «Solo no puedo vencer mis terrores, mi pecados. Necesito de un poder superior que me haga más que vencedor. Quiero sentirme seguro, quiero sentirme pecador pero salvado«.
    Y no se complican criticando estos pensamientos, ni su estilo de vida. No indagan, sino que se someten fanáticamente al «poder» que los encadena. No les importa si es lícito o no, si es verdaderamente salvador o no, lo único que les interesa es huir de sus terrores, y para lograrlo paradójicamente se  adentran muy profundo en sus mismos terrores.
    Estas personas son

    • los creyentes en las religiones del mundo (especialmente los que se hacen llamar «judíos» mesiánicos, netzaritas, etc.)1,
    • los miembros de sectas fanáticas,
    • los que se pierden detrás de adicciones (de pastores, slogans, drogas, alcohol, personas, apuestas, etc.),
    • los que repiten constantemente consignas y versículos, incluso adecuados al contexto, pero que son usados como profunda anestesia para estar aislados del mundo y de su misión en Este Mundo,
    • en definitiva, todos los que para no encarar la realidad viven de fantasía en fantasía (sea cual sea ésta).

    Son muy obstinados, enceguecidos hasta grados imposibles de creer, y con gran dificultad reconocen que andan perplejos y descarriados, y que debieran cambiar su estilo de vida.

  3. Hundidos en la des-esperanza.
    Se sienten malos, y lo más probable es que nunca hayan hecho algo grave. Consideran que su mejoramiento se obtendrá solamente a base de intensos castigos, sacrificios dolorosos, privaciones, estrictas limitaciones. La tristeza es su compañera de todas las horas, el desánimo es el estilo con el cual afrontan sus días.
    Se sienten malos, pero no por eso se dedican a actuar con malicia, perciben que eso no es correcto.
    Se sienten presos de su vida, pero no por eso huyen hacia la fantasía o el fanatismo, perciben que allí no hay libertad.
    Sienten que hay una salida a sus pesares, pero también sienten que es muy terrible el precio que deben pagar por esta solución y por eso ni la intentan.
    Así engañados por sus «sentires», pasan por la vida sin vivirla.
    También son de «dura nuca», pues mantienen la rigidez de su existencia, tiesos y sin paz.
  4. Viven en verdad.
    Estas personas son las que claman desde sus entrañas:

«Señor, escucha mi voz; estén atentos Tus oídos a la voz de mi súplica.
Oh Eterno, si tienes presente los pecados, ¿quién podrá mantenerse en pie?
Pero en Ti hay perdón, para que Seas reverenciado.
Yo espero en el Eterno; mi alma espera. En Su palabra
(Torá) he puesto mi esperanza.»
(Tehilim / Salmos 130:2-5)

Son personas que viven con verdad, justicia y bondad.
Saben que pecan y que se equivocan, pero no por eso se consideran «pecadores», ni se creen merecedores de castigos infernales. Saben que el Eterno es Juez y Padre, y que Él quiere el arrepentimiento del pecador, no su destrucción. Por eso se arrepienten sinceramente cuando corresponde, piden perdón al prójimo y al Eterno; no se sienten sucios ni avergonzados eternamente cuando deben reconocer sus faltas y pedir perdón.
Como enseñó el rabí Simja Zissel: «Cuando uno es flexible, tiene la capacidad para arrepentirse y enmendarse de sus errores, y cambiar para bien».
No fantasean con ideas falsas y nocivas tales como «la sangre de Jesús me limpia», ni tienen lemas tales como «haré el mal antes de que alguien me lo haga», ni constantemente penan sin hallar respuesta.
¡Muy por el contrario!
Son personas que saben sacar el buen jugo a cada momento: gozan en el momento del gozo, lloran en el momento del llanto, descansan en el tiempo del reposo, bregan en el tiempo del esfuerzo, etc.
No temen vivir, en cada instante tal como éste se presente, pues aman la vida.
No temen a vivir, y por eso son los verdaderos constructores del Shalom.

Para ir concluyendo por hoy, recordemos el proverbio del sabio:

«La persona que al ser reprendida endurece la nuca, de repente será quebrantada, y para ella no habrá remedio.»
(Mishlei / Proverbios 29:1)

Recuerda esta enseñanza mientras meditas en cual de las cuatro tipos maneras de vivir te encuentras tú habitualmente.

¡Cuídense y gocen de lo permitido para qué sepamos construir shalom!

Moré Yehuda Ribco
Notas:

1- Como mencioné en el comentario de la semana pasada, hay muchos malvados que se adueñan de las mentes y corazones de «fantaseadores», y les venden ilusiones de perfección, de amor, de identidad, de ligadura con Dios. En verdad estos malvados timadores solamente ansían poder y riquezas, y no tienen interés alguno en el bienestar de «sus ovejas». Son los «narcotraficantes de la fe». Tienen verdaderos imperios de producción, distribución y venta de sus poderosas drogas (dogmas, libros, cds, videos, amuletos, objetos rituales, etc.). Estas drogas son poderosas, pues atacan con violencia mentes, corazones, familias, etc. Y vienen en envoltorios de santidad, haciéndose pasar por méritos y bondad. De las drogas espirituales más nefastas que existen en la actualidad, podemos mencionar entre otras a los que dicen ser judíos pero no lo son y aman a Jesús (lo crean dios, Mesías, o rabino), que desde la base engañan a los que consumen sus ideas. Les mienten diciéndoles que ustedes son judíos (mesiánicos o con otras denominaciones falsas como ésta), les obligan a hacer actos reñidos con la Voluntad del Eterno pero ellos afirman que son enviados de Dios. Sus prédicas son drogas nefastas, que atacan y no brindan factor positivo. Por lo que les recomiendo, con todo mi cariño y aprecio, que si están infectadas sus vidas con estas «drogas de la fe», pidan asistencia a verdaderos maestros y rabinos, gente que en verdad está comprometida con la Torá y con el crecimiento integral de la persona.
Dejen de lado a esos «narcotraficantes de la fe» que ustedes llaman «pastor», «jajam», «pakid», «moré», «rabí», pero que en verdad no son más que avispados comerciantes de la «fe»; pues estas personas solamente aman sus bolsillos, sus carteras, y todo lo que ustedes les puedan dar para que ellos acrecienten su poder terrenal. Mientras tanto, ustedes están con sus almas debilitadas, con sus lazos familiares rotos, con sus vidas truncadas, y para peor con su relación con Dios manchada y corrompida.
No sean obstinados, no endurezcan su cerviz, si se dan cuenta de que están viviendo en la fantasía creada por un miserable, ¡están a tiempo de volver al buen camino! ¡Vuelvan al camino de la Luz!
Si solamente tienen una pequeña duda, aunque sea pequeñita, no dejen de indagar en la VERDADERA TORÁ, pues el feo producto de los «narcotraficantes de la fe» no resiste la mínima confrontación con la Luz de la Torá.
Anímense mis queridos, vengan al camino de la Luz. El Padre los espera de este lado… lejos de los pordioseros que corrompen la verdad.

El consejo diario 352

No temo al lado oscuro, ni a las caídas,
porque tengo confianza en poder levantarme y seguir avanzando hacia la buena meta.

Si temo, ya he comenzado a fracasar.

Si me caigo y no creo poder levantarme, ya he caído y no me levantaré.

Si sé hacia donde camino
y para qué,
entonces ya he recorrido más de la mitad y el resto es en suave llanura,
aunque ni siquiera haya movido aún un pie.

El consejo diario 351

Para algunas personas es más sencillo saber quienes no son
a tomar conciencia de quien son.

Le resulta más fácil mirar para afuera y decir «ese no soy yo»,
o disfrazarse de «otro»,
que mirar al espejo del alma y encontrar quien es en realidad.

El consejo: toma conciencia de tu ser,
es el primer paso para el verdadero estado de plenitud y bendición.

Conciencia espiritual, la conexión

Uno de los fundamentos para nuestro equilibrio es lograr un estado de conexión (consigo mismo, con el prójimo, con el mundo, con Dios).
Tal es la función primordial de nuestra dimensión espiritual: servir de nexo con el universo y con el Eterno.
Las mitzvot, los preceptos, son los eslabones que construyen y sostienen esta conexión.
Recordemos que mitzvá está íntimamente asociada con las voces tzav y tzevet, es decir ordenanza y grupo.
Es su doble faceta, son mandamientos pero al mismo tiempo son mecanismos de conectividad estipulados por Dios para el hombre.
Cada uno de los Siete Mandamientos Fundamentales para los gentiles, como los 613 de los judíos, sirven para establecer, sostener y vitalizar nuestra conexión con la Realidad.
Al cumplir mandamientos NO se está complaciendo a Dios en alguna necesidad “personal” de Él, sino haciendo un gran favor a nuestro ser y a la creación entera.
Nos estamos nutriendo, estamos perfeccionando nuestro ser, adquiriendo placer para la eternidad, conectando nuestro espíritu con el manantial multidimensional de espíritus y con la Fuente de toda vida.

Pero, nuestra vida encarnada en nuestro existencia terrena padece de muchas “necesidades” diferentes, en sus varias dimensiones del ser.
Alimentación, nutrición, cobijo, resguardo, seguridad, empleo, vivienda, cónyuges, sentido de vida, cariño, curiosidad, amistad, puedes tú añadir ítems a esta lista, incluyendo lo que te resulten necesidades, desde las prioritarias y esenciales hasta las derivadas de la moda, el placer vacío, la necedad, etc.

Lo cierto es que en nuestro mundo cada vez estamos más atareados, como los sistemas operativos de computadoras, tenemos que abrir varias ventanas y ejecutar diversos programas al mismo tiempo.
Como esos sistemas operativos, cada vez consumimos más recursos, cada vez nos resulta indispensable sumar más aparatitos, complementos, funciones que llenan el ojo.
Todos queremos ser Windows 7, el último Linux, el mejor Mac Os X, etc..
Nos parece común correr, no tener tiempo para uno mismo, menos para los hijos, aunque todo sea hecho en nombre de los hijos o del propio crecimiento en esa escala de valores tan “modernosa” en que vale la persona según lo que ostenta que posee.

Y en esa agitación, parece que hay una escasez de personas a quien recurrir para el contacto verdadero.
Estamos tan conectados a los juguetes electrónicos, que nos estamos desconectando del prójimo, del mundo, de Dios, de nuestro propio ser.
Ni siquiera tenemos conciencia de quien somos en realidad (pero, eso no se lo achaquemos al modo moderno de vida, es un error que carga la humanidad desde Adam y Javá hasta aquí).
Tanto consumismo, palabrería, mística, religiosidad de feria, chismerío de Facebook, agitación sin sentido de trascendencia, etc. no son más que las excusas novedosas para el mismo drama de la humanidad de todas las épocas.
Escapamos de nuestra esencia, con mil excusas, pero que todas apuntan a lo mismo: escapamos de nuestra esencia.
Nos desconocemos, nos rechazamos, nos alejamos del prójimo, inventamos religiones y místicas, abusamos de los recursos, encontramos empleos que nos sirvan como anestésico a nuestros problemas familiares, nos hundimos en toda clase de adicciones, nos negamos a la conciencia, nos vetamos a la conexión.

Ahora, unas líneas para revertir esta situación, para crecer en la escalera del éxito verdadero.

1- Es necesario hacer un alto.
Comenzar a percibirnos.
A darnos cuenta de cómo hemos estado viviendo para que descubramos cual es la realidad carcelaria que hemos ayudado a construir.

En la percepción de nuestro ser, desde los detalles que nos pasan desapercibidos hasta las grandes estructuras que nos envuelven por dentro y por fuera, en esa percepción estamos caminando hacia la conciencia espiritual que nos abre la conciencia multidimensional.
Puede resultar tan básico que algunos lo consideran tonto.
Detenerse a oír, a oler, a saborear, a palpar, a ver pero de manera alternativa a la habitual.
¿Sabes cuántas percepciones te estás perdiendo en este mismo momento?
Es todo un ejercicio para realizar, descubrir y descubrir tu ser en el Ser.

2- Tomemos un momento del día, de cada día, para introducirnos en nuestro ser.
Es uno de los méritos de la tefilá, la plegaria.
Están todos los otros detalles y fundamentos del rezo (para los judíos, codificados y explicados con detalles en nuestra Tradición Santa).
Pero está también la profundidad del espíritu en su función de conectividad, más allá de las palabras, de los gestos, de los rituales.
Otros lo pueden llamar meditación, o como le quieran decir, pero la idea fundamental es la misma, conectarse, amplificar la conciencia.
Darse ese lapso diario para desenvolver nuestro ser, descubrir nuestro lugar, incrementar nuestros nexos, comunicarnos con Dios.

3- Está el vivir en el aquí y ahora como otro utensilio para despertar la conciencia espiritual.
Relajar nuestra fantasías de omnipotencia, despreocuparnos por tiempos que no existen, ser uno “aquí ahora”, como Dios mismo se denomino “soy el que Soy”. En un presente perpetuo, que no es hostigado por recuerdos ni fantasías, que se asienta en la línea del tiempo pero que no se bambolea en ella.

4- Cuando estés  con alguien, debieras preguntarte y responderte con cabal sinceridad:
          1) ¿Qué puedo aprender de esta persona?
          2) ¿Qué le puedo dar desinteresadamente a esta persona?

Toda persona tiene conocimientos, ideas y perspectivas que nosotros no poseemos.
Hasta cuando el otro no quiere compartir, está compartiendo.
Incluso cuando su conducta es defectuosa y sus creencias acérrimas enemigas de la Luz, también se puede aprender algo de personas así (quizás lo positivo en lo negativo, o lo positivo en contraste con lo negativo).
Cuando escuchamos, percibimos con conciencia espiritual, entonces no solamente conversamos, sino aprendemos y construimos una conexión, es decir, damos energía a nuestra dimensión espiritual y de paso podemos servir de Luz al otro.

Por su parte, el DAR es un generador de gran conexión.

5- Cree nuevos hábitos, positivos.
       1) Sea siempre simple.
       2) No tema a introducir los pequeños ajustes necesarios. El temor es una excusa.
       3) Ejercite con constancia, nadie se hace experto por hacer algo una vez o un mes.
       4) Proponga la meta que quiere alcanzar, téngala clara, verbalícela, dibújela en su mente, repítala en voz alta.

6- Trate a diario de conectarse con otra persona, sea conocida o no.
Una vez por semana, por ejemplo, puede invitar a gente a su casa, a compartir una rica comida y una mejor conversación.
Hay tanto para dar, a bajo costo incluso, y tanto tesoro para recibir sin egoísmo.

Amigo querido, que pase un bonito día.
Que nuestra conexión se fortalezca para construir un mejor shalom.

El consejo diario 349

Para construir en ocasiones es necesario destruir.

Para que crezca un fuerte y poblado árbol, pleno y fructífero, la semilla debe desaparecer y dejar que emerja en todo su esplendor lo que contenía en su ser.

También tus errores pueden llevarte a crecer.
También tus penurias y dificultades son pasos previos a un mejor estado.

Confía y haz tu parte.