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Pureza e impureza

Ante todo quiero que quede claro que las reglas de pureza e impureza, tal cual dicta la Torá y las que estipulan los Sabios, en su casi totalidad son para judíos y no para los gentiles.
En tiempos en que el Templo del Eterno en Jerusalén está construido y en funcionamiento, son de aplicación práctica para los judíos, no para los gentiles. Principalmente determinaba quiénes podían ingresar al monte del Templo y participar de sacrificios y otros rituales. Solamente personas en estado de pureza estaban habilitadas para el ingreso y participación. Para cumplir con lo dicho: "tendréis en reverencia Mi santuario. Yo soy el Eterno" (Vaikrá / Levítico 19:30) y que las personas no tomaran como algo corriente y banal el hecho de entrar al Templo y ser parte de las tareas que allí se cumplían. Por ello la persona tenía que tomar conciencia de su estado, de su motivo para presentarse “ante Dios” en el Templo.
Es así que está dicho acerca del impuro "No tocará ninguna cosa santa, ni vendrá al santuario" (Vaikrá / Levítico 12:4).
Como no siempre la persona estaba alerta a su estado de pureza, o adrede concurría al Templo sabiendo que no debía, es que se instituyó en la Torá sacrificios públicos de animales para corregir por estas infracciones: "y purificará (al Santuario) y lo santificará de las impurezas de los Hijos de Israel" (Vaikrá / Levítico 16:19).
(Para abundar más sobre el tema, estudiar capítulo 47 del tomo 3 de “Guía de los Perplejos”, de Maimónides).

En ello básicamente radicaba su importancia.
Hace unos 2000 años que no tenemos más el Templo, por lo cual, casi que no tienen aplicación práctica, a excepción de algunas costumbres que de romperse no provocan ningún perjuicio palpable (ejemplo, que los cohanim –miembros de la estirpe de sacerdotes- no entren al cementerio) o algunas otras que se mantienen en vigencia por otros motivos (la separación física de los cónyuges judíos durante el lapso de la menstruación y días siguientes).
Quien desee más detalles que amplíen lo que trataremos aquí, lo invito a visitar este link.

“Tahor” (puro) y “Tamhé” (impuro) son conceptos que refieren a un estado espiritual y no a aspectos físicos, emocionales, sociales o mentales.
Puede resultar difícil de comprender, pues es muy frecuente que sean traducidos como “limpio” y “sucio” respectivamente, o ideas similares que llevan a asociar la impureza con algo manchado, echado a perder, mugriento o inmundo. Atiendan a la traducción que hace la Reina Valera de impuro: “el cual reside entre ellos en medio de sus inmundicias” (Levítico 16:16), unos renglones más abajo en este texto encontrarás la traducción judía y erudita, muchísimo más leal y fidedigna, y no leerás “inmundicias”, sino “impurezas”. Porque el concepto judío, el único aceptable y válido para comprender las escrituras judías, no vincula lo impuro con lo inmundo, o lo sucio, o lo asqueroso sino con otra cosa.
En el contexto de la Torá puro e impuro no guardan relación con higiene corporal, ni limpieza, ni cosas aborrecibles, ni nada que podamos calificar como “limpio” o “sucio”.

Tampoco tiene relación con pecar o no hacerlo (aunque la idolatría, el asesinato y el incesto podrían considerarse acciones que impurifican gravemente a quien las comete).
Uno no es impuro (como regla general) por traspasar algún mandamiento. La impureza va por otro lado.
Recuerda que la persona no se impurifica por pecar (como regla general).
La persona en estado de impureza no ha hecho nada “malo” (como regla general) para estar en ese estado.
Ni por su estado de impureza está apartado de Dios, tal como expresa claramente la Torá: "el cual habita con ellos en medio de sus impurezas" (Vaikrá / Levítico 16:16), y explica el exégeta Rashi: “aunque estén impuros la Divina Presencia está entre ellos”.

La persona llega al estado de impureza (tumhá) a causa de:

  • algún cambio en su cuerpo (ciertos flujos corporales, menstruación, la mujer luego de dar a luz, una enfermedad que ya no existe llamada tzaraat) o,
  • al entrar en contacto con algún objeto/cuerpo que trasmite la impureza.

Es decir, algo en el sistema espiritual del impuro está en desbalance.
¿Cuál es ese desequilibrio? 
Para comprenderlo primero debemos saber qué entendemos por “puro” e “impuro”.
La más acertada definición de “puro” que podemos ofrecer sería “lo que está conectado con la vida”.
En tanto que “impuro” es lo que en algún grado está desconectado de la vida. Éste precisamente es su desequilibrio, que repito, no es un pecado, ni una enfermedad ni una suciedad.

Veremos impurezas que se producen en el humano.

>> El cadáver de una persona es el grado máximo de impureza, porque habiendo estado vivo y hecho “a imagen y semejanza” del Eterno, ahora está por completo desconectado de la vida.
No importa cómo murió, lo que importa es que está muerto.

>> La persona que padecía tzaraat (una enfermedad que ya no existe, que se manifestaba por manchas en la piel, se la traduce a veces como “lepra” pero no lo era) está impura desde el momento en que el cohén le diagnostica la enfermedad y debe pasar a vivir por fuera de la comunidad hasta que se restablezca. Es como un muerto en vida. Alejado de todos, obligado a anunciar su presencia para que los transeúntes no entren en contacto con él, temido por los demás. Con su carne viva expuesta.

>> La mujer que ha parido queda en estado de impureza.
¿Por qué?
Porque en su interior llevaba otra vida, ella estaba doblemente conectada con la vida.
Al dar a luz vuelve a su situación normal, de una sola conexión con la vida.
Ha perdido, en cierta forma, una conexión a la vida, por lo que entra en estado de impureza.

>> La mujer que menstrua está en estado de impureza, porque habiendo tenido la oportunidad para concebir y engendrar un nuevo ser, lo ha dejado pasar y todo aquello que su cuerpo naturalmente había preparado para dar vida, se desprende de su interior y se pierde junto a sangre de rupturas normales de vasos sanguíneos.
¿Por qué impura en este caso?
Porque estaba todo listo para traer al mundo una nueva vida y esa vida no se materializó.
¿Pecó por ello la mujer?
¡Seguro que NO!
¿Es malvada?
Ciertamente que NO.
¿Dios la censura por ello?
NO.
Su cuerpo ha seguido los mecanismos habituales para prepararse para dar vida y luego para despojarse de aquello que ya no pudo ser. Todo es normal, no hay malicia, ni enfermedad, ni pecado. Solamente un breve desequilibrio espiritual provocado por la mayor conexión a la vida que se terminó perdiendo.

>> En el caso del hombre que eyacula algo similar, pero con mucha menor desconexión. Su cuerpo no ha provocado cambios enormes para recibir en su seno al nuevo ser, no ha modificado su aparato reproductor para prepararse para cargar en él al hijo. Simplemente ha derramado la simiente que se conjuga con el ovocito para procrear. Por supuesto que hay desconexión con la vida, pero de dimensión mucho menor, insignificante en comparación con la muerte de una persona y proporcionalmente pequeña con la menstruación.

Los procedimientos para retomar el estado de pureza depende de lo que causó la impureza, siendo rituales más complejos a mayor grado de impureza.
Estos rituales tenían como objetivo que la persona tomara conciencia del valor de la vida:

  • Aquel que estuvo en contacto con un cadáver, para saber que cada minuto es valioso, que el único tiempo que tenemos es ahora, que si no hacemos hoy nuestra parte nadie más la hará.
  • Aquel que padeció tzaraat para que no vuelva a actuar del modo que hizo que lo llevó a tan terrible enfermedad.
  • La mujer que dio a luz para que entienda que todas las dificultades durante la gestación, molestias del parto y el trabajo de criar un hijo valen mucho la pena. Que no por el dolor o contrariedades deje de procrear en el futuro.
  • La mujer que menstruó para que tome conciencia del tiempo que pasa, de la vida que está corriendo, de no dejar de lado las oportunidades que pudieran ser únicas.
  • El hombre que eyaculó para que dirija su pasión sexual hacia el compromiso con una mujer, con la cual establecer una familia y morar en armonía.

Hasta aquí un breve resumen, muy acotado.

Ahora dos preguntas para reflexionar y compartir tus respuestas acá abajo, en la zona de comentarios:

  1. ¿Cuál es la utilidad práctica para los judíos de la actualidad de conocer y mantener en lo posible su estado de pureza?
  2. ¿Cuáles podrían ser las acciones que promuevan la vida y por tanto vigoricen la pureza de la persona?

Para alejar la enfermedad

La tradición ha distribuido la Torá en 54 sidrot o parshiot (secciones) para su lectura consecutiva semanal. A causa de la compleja estructura del calendario judío, en algunos años se leen dos parshiot el mismo shabat. Así ocurre este año, por lo cual este sábado se leerán las dos parshiot que estamos reseñando.
Éstas no suelen ser de las “populares” para los judíos modernos, puesto que refieren a temas bastante alejados de nuestra vida cotidiana, y sin embargo, contienen muchísimas enseñanzas que nos pueden servir.
Veamos brevemente.

En la primera parashá nos encontramos con algunas reglas que la Torá establece para la mujer que ha dado a luz. Una de ellas dispone que desde ese momento no debe ir al Santuario, porque está en estado de impureza y no está permitido entrar al lugar del Templo en esa condición. Si nació un varón este período es de 33 días, en tanto que 66 por una niña. Al cabo de este tiempo, ella ofrecía un sacrificio en el Templo y retomaba el estado de pureza.
A veces “puro” e “impuro” son traducidos como “limpio” y “sucio” respectivamente, o ideas similares, pero en el contexto de la Torá estos son conceptos espirituales. Así, puro hace referencia a lo que está conectado con la vida, en tanto que impuro a lo que en algún grado está desconectado de la vida.
¿Se te ocurre algún motivo no sexista para que la impureza sea el doble de tiempo cuando nace una niña? Quizás parte de la respuesta está en comprender qué significa realmente “impuro”.

Luego la parashá continúa con normas acerca del metzorá, la persona enferma de tzaraat, que comúnmente se traduce como lepra aunque realmente era una dolencia completamente diferente. Esta persona debía apartarse de la vida social y permanecer aislado hasta que algún cohén (miembro de la tribu de Leví dedicado a los servicios del Templo y rituales) certificara que estaba curado. Entonces la persona ofrecía sacrificios al Eterno, participaba de algunos ritos de reparación y luego retornaba a la vida comunitaria.

La segunda parashá, Metzorá, trata de los procedimientos con respecto a marcas de tzaraat que aparecieran sobre objetos o viviendas. Además indica rituales de inmersión o ablución para diferentes situaciones en las que se precisa de purificación.

Dice la Mishná (principal compilación de leyes de la Torá Oral), en Negaim 2:2, que aquel que parece estar afectado por tzaraat no debe declarase enfermo o sano, sino recurrir a un cohén, para que sea este experto el que decida si es metzorá o no. ¿Cuál es el motivo para esto?
Según enseñan los que saben, es porque por lo general la persona no es capaz de ver sus propias faltas. Es más fácil ver los errores de los demás, pero cuesta mucho apreciar y reconocer las equivocaciones personales. Para sí mismo, es corriente inventar mil excusas o negaciones.
Esto es especialmente cierto en el tzaraat, porque, según la tradición, esta enfermedad no se originaba directamente en bacterias, virus u hongos, sino en conductas negativas de la persona que terminaban por afectar su salud en varios planos: físico, emocional, social y mental.
Los Sabios destacaron entre esas conductas negativas la de usar la palabra para dañar. Así pues, el que quiere perjudicar a alguien con mentiras, insultos, agresiones, engaños o cosas similares, termina dañándose también a sí mismo (y a los que le prestan atención), según aprendemos de nuestras Fuentes.

Como recordatorio:

"¿Quién es el hombre que desea vida? ¿Quién anhela años para ver el bien?
Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño.
Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela."
(Tehilim / Salmos 34:13-15)

¿Cuáles serían las enseñanzas prácticas que pudimos encontrar a partir de esta breve reseña?

Shoá y Sheminí: Recordar para comprometerse con la vida

El próximo domingo, que será 27 de Nisán, recordaremos de manera solemne a las víctimas y a los héroes de la Shoá. Desde 1959 es el “Iom hazikarón laShoá velaGuevurá”
“יום הזיכרון לשואה ולגבורה” “Día de recordación del Holocausto y el heroísmo”, según ley aprobada por la Knesset (parlamento israelí). Ésta es la fecha oficialmente marcada, porque es necesario tener un momento especial, único, que quede establecido como símbolo para todo los tiempos. También, porque no es bueno estar de duelo siempre, hay tiempo para el llanto y tiempo para la risa, tiempo para penar y otro para gozar, según enseña el rey Salomón en el Tanaj.
Pero, lo cierto es que cada día puede emplearse para el recuerdo y muy especialmente para comprometerse a que no vuelva a suceder algo similar, nunca más.
Pocos días atrás cantamos en el Seder de Pésaj, durante la recitación de la Hagadá:
“שלא אחד בלבד עמד עלינו לכלותינו” “Shelo ejad vilvad amad aleinu lejaloteinu” “Porque no fue solamente uno el que se alzó en nuestra contra para extinguirnos”. En cada época surge otro Amán el amalecita, otro Labán el arameo, otro Faraón, otro Antíoco, otro Tito, otro Arafat una y otra vez. Han intentado de todo: extirpar el judaísmo de los judíos, suprimir a los judíos del mundo, apartar del mundo a los judíos, sustraer a los judíos del judaísmo. Esto y otras tácticas más, terribles, espantosas, dolorosas, con mayor o menor “éxito”, con efectos que pueden perdurar durante largas generaciones. Pero ante esto hallamos una constante: la nación judía ha logrado prevalecer, puede haber caído, sufrido tremendas bajas, pero como nación se ha mantenido durante milenios, fiel a sí misma, a su origen, a su destino, a su esencia. “Am Israel jai vekaiam” “La nación de Israel vive y perdura”.
Recordar para comprometerse con la vida, es uno de los lemas que siempre acompañó al judaísmo.

Precisamente en la parashá que estamos comentando, Sheminí, encontramos el siguiente párrafo (Vaikrá/Levítico 11:44):

“Porque Yo soy Hashem, el que te hizo subir de la tierra de Egipto, para ser tu Dios. Por tanto, serán santos, porque Yo soy santo”.

“כִּי אֲנִי ה’, הַמַּעֲלֶה אֶתְכֶם מֵאֶרֶץ מִצְרַיִם, לִהְיֹת לָכֶם, לֵאלֹהִים; וִהְיִיתֶם קְדֹשִׁים, כִּי קָדוֹשׁ אָנִי”

“קָדוֹשׁ” “Kadosh” “Santo o sagrado”, en la tradición hebrea se entiende como aquello que está cercano al Eterno. También se comprende, en un sentido más general, como aquello que está separado y es en cierto modo único. “Lekadesh” es santificar, pero también apartar para dedicarlo a una situación o función particular. Por ejemplo, el esposo está santificado para su esposa y viceversa. Shabat es el día santificado para el pueblo judío y recíprocamente. Ierushalaim es la ciudad de la santidad, con alguna cualidad que la hace diferente y más cercana al Eterno.
Siendo así, ¿cómo puede el hombre, cualquier hombre, ser santo? ¿Se precisan de milagros, hechos maravillosos, una fe intensa, negar las cosas del mundo, vivir encerrado entre libros y soledad? ¿Qué es lo que exactamente hace sagrada la existencia de la persona?
Una de las posibles respuestas la brinda el versículo que hemos citado:

  1. Recordar la esclavitud que sufrimos, sea la de Egipto o cualquier otra (personal o colectiva).
  2. Tener presente que es el Eterno quien nos eleva de cada una de nuestras angustias.
  3. Mantener un vínculo cercano con el Eterno, fuente de toda vida y bendición.
  4. Actuar de tal modo que nuestras acciones se encuadren dentro del marco de la santidad (tal como lo define la Torá).

Recordar, pero no para estar anclado al pasado, con culpas o remordimientos, sino como trampolín para una buena vida aquí y ahora, proyectándose positivamente al futuro.

¿Y si solo hago el bien?

No es suficiente con apartarse del mal solamente.
Como no es suficiente hacer el bien solamente.
Lo dicen los divinamente inspirados sabios escritores de la antigüedad:

" Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela."
(Tehilim / Salmos 34:15)

"Apártate del mal y haz el bien, y vivirás para siempre."
(Tehilim / Salmos 37:27)

"No seas sabio en tu propia opinión: Teme al Eterno y apártate del mal, porque será medicina para tu carne y refrigerio para tus huesos.
Honra al Eterno con tus riquezas y con las primicias de todos tus frutos.  Así tus graneros estarán llenos con abundancia, y tus lagares rebosarán de vino nuevo."
(Mishlei / Proverbios 3:7-10)

No alcanza con hacer el bien solamente, aunque muchos hombres lo digan y repitan.
El mundo (que comienza en nuestro interior) no se corrige solamente con la acción positiva, sino también a través de la justicia, que es la restricción necesaria.

Esto también lo podemos aprender de la recién celebrada festividad de Pésaj.
Atendamos:

"Durante los siete días se comerán los panes sin levadura, y no se verá contigo nada leudado ni levadura en todo tu territorio."
(Shemot / Éxodo 13:7)

Los judíos recibieron el mandamiento de comer matzá (pan sin leudar), pero no solamente esto.
También deben estar exentos de poseer jametz (alimentos que provienen de las cinco especies gramíneas).

Quien ingiere matzá, ¡qué bueno!
Está haciendo lo que corresponde, pero con ello no está cumpliendo cabalmente con su parte en la tarea, pero también es menester desprenderse de lo que no se ha de tener.

Porque hacer solamente lo bueno no es suficiente, aunque lo repita una y mil veces un señor con barba simpáticamente ataviado, o lo posteen tus amigos en el Facebook hasta el aburrimiento.
Suena bonita esta filosofía “new age” en ropajes que se creen judaicos, pero no son parte de la Cabalá, o sea, de la tradición sagrada de Israel, ni lo que debe servir como base de vida para toda persona constructora de Shalom.

Pero esto SÍ es Cabalá así como fundamento para la vida de toda persona:

"El que sigue la justicia y la bondad hallará vida, justicia y honra."
(Mishlei / Proverbios 21:21)

"De la misericordia y el derecho cantaré; a ti cantaré salmos, oh Eterno."
(Tehilim / Salmos 101:1).

Sin dejar de recordar el texto sagrado una y otra vez mencionado por nosotros:

"¡Oh hombre, Él te ha declarado lo que es bueno! ¿Qué requiere de ti el Eterno? Solamente hacer justicia, amar misericordia y caminar humildemente con tu Elokim."
(Mijá / Miqueas 6:8).

No son palabras de muchachos simpáticos de internet, ni de estrambóticos personajes sectarios, ni de venerados hombres conocedores de su limitada porción de conocimiento,
sino que son palabras del Eterno a través de los que Él escogió para expresarse, sea por medio de profecía o a través de sacra inspiración.

Bondad y justica.
Hacer el bien, pero apartarse del mal también.

Y constancia saludable, fidelidad con aquello que es merecedor, tal como el pasaje citado de Shemot continúa expresando:

"Aquel día se lo contarás a tu hijo diciendo: ‘Esto se hace con motivo de lo que el Eterno hizo conmigo cuando salí de Egipto.’"
(Shemot / Éxodo 13:8)

Así es como hemos de proceder. Mantener la tradición, no por ritualismo o formalismo, ni porque los demás están mirando y juzgando. Sino seguir las sendas de la tradición por reconocimiento, agradecimiento, porque tiene un valor supremo y que es merecedor nuestro hijo de recibir como regalo para disfrutarlo y traspasarlo a su vez.

Y cuando la gente bien intencionada nos quiera convencer de la teología “new age” tan de moda, incluso entre gente con ropajes que se creen de judío, entonces sonriamos con sincera amabilidad y ofrezcamos la construcción de shalom como reparación a sus vidas dañadas.

Para finalizar, ten presente lo que el Eterno dijo a través de Su profeta:

"¿Acaso el Único no hizo el cuerpo y el espíritu de ella?"
(Malaji / Malaquías 2:15)

No somos solamente espíritu, tampoco solo carne.
Somos seres multidimensionales, por obra del Eterno.
Él no nos dio ninguna de nuestras dimensiones para castigarnos o que nos sea de carga, sino para nuestro provecho y bendición.
Así pues, ve a disfrutar de lo que tienes permitido, goza de la vida, de tu porción; pero aléjate de aquello que te hace peligrar o daña. Sí, también cuídate de aquellos religiosos bien-intencionados que inventan sus sendas, las hacen pasar por antiguamente sagradas, y dejan de lado la verdadera Cabalá.

Todo mi aprecio y deseo de bienestar para ti.

Resp. 1114 – Los noajidas podemos leer Tanaj y Tora ?

frankkk nos consulta:

Hola more, mi pregunta es si los noajidas podemos leer para aprender y obtener sabiduria para afrontar la vida Tanaj y Tora, le pregunto porque una persona no judia me esta discutiendo que podemos hacerlo y yo siempre lei de aca que es algo que le corresponde a los judios y nosotros no tenemos que leerla, solo nos la puede enseñar un judio.
Franco Farioli, 19 años, estudiante, Santa Fe, Argentina

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Resp. 1101 – Sobre idolatría – hechicería

Luis Guzman nos consulta:

Saludos Moreh: Referente al libro "Camino del gentil justo" en el Capítulo 6 Idolatría en la Parte 6 numeral 4 Hechicería, hay una nota que menciona vudu, grupos de rock como representantes o discipulos de satan (con mayúscula), poderes oscuro y ritos satánicos. ¿como explicar esto a nuevas personas que escuchan sobre noajismo? En el material de Fulvida ya tenemos claro la acepción satan. Gracias por su respuesta.
Luis Guzman, 52 años, contador, El Salvador, noajida.

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Resp. 1100 – Apellidos Judios

ivan26 nos consulta:

Hola tengo una duda,tengo un amigo que es judio,pero es que en los apellidos no lo parece,el se llama Juan Herrera Flores y su hermana tiene tambien nombre biblico Miriam,en general un judio judio se llaman jacob david y apellidos como cohen,y aparte parece mas español que judio,Sus apellidos tiene origen judio?
Gracias por su tiempo y que Dios los bendiga
Ivan estrada 28 Analista Mexico D.F

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Santidad noájida

Noájida no es ser miembro de una secta, ni de una religión, ni de una elite, ni de una clase social, ni de un grupo cerrado, ni de una moda, ni de una novedad, ni de un movimiento social, ni de… pon el título que desees o te parezca. 
Realmente, noájida es ser parte del 99.8% de la humanidad (el 0.2% restante son los judíos).
(Estimamos la población mundial actual en unos 7.000.000.000 –siete mil millones- de individuos, de los cuales solamente unos 15.000.000 –quince millones- son judíos).

Este es un hecho cierto, que no depende de creencias u opiniones.
Existen los noájidas y existen los judíos.
¿Qué los diferencia? ¿Acaso la raza, la creencia, la religión, alguna cuestión metafísica, qué?
En esencia, el pacto que los vincula con Dios.
Los noájidas están comprometidos al pacto de los Siete Mandamientos Universales, en tanto que el pueblo judío al pacto de los 613 mandamientos de la Torá.
Esa es la gran divergencia entre unos y otros.
Los noájidas, es decir la casi totalidad de la población humana, tiene asegurada la santidad, la “salvación”, la vida eterna, la bendición terrenal, simplemente por vivir éticamente, a través del cumplimiento de los siete mandamientos que les corresponde a cada uno de ellos: no adorar entidades que no son Dios, no maldecir a Dios, no asesinar al inocente, no tener relaciones sexuales prohibidas, no robar, no comer parte de un animal con vida y establecer cortes de justicia.
Por su parte, los judíos como nación tienen un yugo mucho más pesado y complejo, pues no se limita el requerimiento divino a estos preceptos básicos y esenciales, sino que el compromiso incluye numerosas acciones, infinidad de prohibiciones, muchas y difíciles pautas, que les han sido impuestas por Dios y libremente aceptadas por la nación judía hace ya más de 3300 años.

El pacto noájida es mucho más antiguo, mucho más abarcativo, en apariencia sencillo y básico, pero tan sagrado y valioso como el que Dios selló en su momento con el pueblo judío para siempre.
Así pues, el noájida que desea vivir la plenitud espiritual cuenta con su propia herencia, que son los Siete Mandamientos; tal como el judío tiene sus propios mandamientos que cumplir. Ambos sagrados, ambos de origen celestial, ambos que conducen a la vida de santidad, ambos que adquieren porción placentera en la vida venidera.

El noájida no es un hermano menor, no es el hijo pobre, no es el dejado de lado, no es el fracasado, por el contrario, SÍ ES el socio valioso de Dios en la tarea de construir shalom en el mundo, tal como lo son los judíos, pero al ejercer su propio rol, y no por querer usurpar el rol que corresponde a los judíos, o por tomar para sí acciones y/o prohibiciones que Dios dictó como mandamientos a los judíos y no a los gentiles.

Claro que el noájida que por algún motivo legalmente válido desea tomar para sí la pesada responsabilidad y compromiso de los judíos, tiene ante sí el camino de la conversión legal y formal al judaísmo. Por ser un paso de enorme significación, que es irreversible e implica un cambio profundo y rotundo en el estilo de vida, es que la conversión se realiza como paso final de un largo proceso, durante el cual el proponente estudia, experimenta, conoce, respeta, cambia, incorpora, decide y luego se presenta ante un tribunal apropiado que le tomará las pruebas necesarias y tras los procedimientos rituales la persona se convierte al judaísmo.
Por ser el pacto judío mucho más restrictivo y riguroso, la conversión solamente se da en una vía, de los menos mandamientos a los más, pero no a la inversa. Es decir, la persona que nace judía o se ha convertido legalmente, NO tiene ante sí la posibilidad legal y/o espiritual para ser noájida, porque no se admite la reducción de compromiso. Pero el gentil que desea aumentar su número de mandamientos, para pasar de los siete fundamentales a las decenas o centenas que deberá cumplir como judío, entonces eso sí es posible hacerlo.

Existe una gama de consciencia y acción entre los noájidas, porque no todos conocen su identidad espiritual, ni saben de los mandamientos noájicos, ni los cumplen. Básicamente tenemos a la gran mayoría de los noájidas, que no tienen consciencia de su identidad, ni conocen el pacto eterno que los vincula con el Eterno, ni cumplen con sus siete mandamientos con la consciencia de estar ejerciendo su rol en el mundo. Por supuesto que la gran mayoría de las personas, aunque ignorantes de los Siete, igualmente se comportan con la ética humana esencial, esa que radica en su Yo Esencial y no en los mandatos sociales. Por ello la enorme población que no asesina, no roba, respeta los lazos conyugales, respeta el dolor de los animales, llevan una vida acorde a las leyes, y sí, se tiende a no maldecir a las deidades. Pero la casi totalidad desconocen al Eterno y por ello cuando buscan en su interior y se dan cuenta de que precisan vincularse con Dios, se confunden y adoran dioses que no son Él, o se creen ateos, porque rechazan a esos falsos dioses que evidentemente no son divinidades existentes, pero incluyen allí al Eterno por error e ignorancia.
Luego están los noájidas que son conscientes de la identidad espiritual noájica, saben de los mandamientos, han tomado consciencia y hasta quizás vivieron un rato con el compromiso de armonizar su vida con la senda sagrada del noájida. Pero la consciencia espiritual volvió a embotarse, se perdió el brillo, ya se está otra vez confundido y perplejo. Quizás se regresó a la vida anterior, con idolatría, con muchas máscaras que se hacen pasar por el Yo pero son solo antifaces, o tal vez en la confusión se inmergen en un caos de noajudaísmo, una mezcolanza de algo parecido a noajismo con algo parecido a judaísmo. Error, oscuridad, mixturas enfermizas, perdida de la luz, abandono de la senda sagrada por ir detrás de cosas que llaman la atención, o parecen satisfacer el espíritu, pero son solo sensaciones del EGO. Entre estas personas suelen estar los que fantasean con la conversión al judaísmo, pero no por los motivos válidos ni por un compromiso real con la espiritualidad al estilo judío, sino más bien como efecto de su enfermedad emocional, sus problemáticas personales, que en el fondo suponen se solucionarán con una fraudulenta conversión al judaísmo. Es gente dolida, sufrida, no mala de por sí, aunque nos hemos topado personalmente con un puñado que son capaces de realizar cosas macabras, terribles, con tal de satisfacer su EGO pero escudarse en supuesta espiritualidad noájica o mística extraña. Pobre gente, esperemos que mejoren pronto y que no sigan engañando a los incautos que caen detrás de sus patrañas.
Luego están los noájidas conscientes pero que no cumplen cabalmente con sus Siete. Los motivos pueden ser variados para tal ”ortodoxia” en la creencia pero “agnosticismo” en la acción, el hecho es que existen noájidas conscientes pero no activos. Por supuesto que por lo general siguen siendo personas éticas, no incurren en crímenes ni en acciones decididamente antagónicas al noajismo, pero se abstienen de actuar como noájidas y por serlo.
Luego están los noájidas conscientes y activos, saben y cumplen. Son personas que en su vida cotidiana procuran construir Shalom, desde las cosas pequeñas hasta las grandes, desde lo diario a lo excepcional. Lo hacen porque saben que es su misión en la vida, tal como el Eterno les ha decretado y ellos aceptan con amor y respeto.

Como se aprecia, a diferencia de sectas y religiones, en el noajismo no hay necesidad de no pregonar guerras "santas", ni inquisiciones, ni castigos a los “herejes”, ni perseguir a los que piensan o hacen diferente, ni estigmatizar a los “ateos” o los que andan por su propia órbita espiritual, ni hacer pesar sentimientos de culpa para manipular, ni hacer campañas antagónicas en contra de otros noájidas o maestros judíos que acompañan al noajismo, ni… En resumen, el que anda por la senda de la Luz del noajismo no precisa manejarse con las herramientas del EGO, sino que trata en la medida de lo posible que sus palabras, acciones, presentaciones, todo lo que hacen sea desde la fuente sagrada del AMOR. Por ello en vez de guerras, antagonismos, declaraciones pomposas, rituales, ofensas, mentiras, gritos, violencia, en lugar de lo que produce el EGO se actúa y enseña acerca del perdón, comprensión, arrepentimiento, compromiso, responsabilidad, construcción de shalom, aceptación del diferente, paciencia con los ritmos y procesos del prójimo, ayuda al necesitado, aprender a conocerse y mejorarse, entre otras nociones que surgen desde la fuente del AMOR.
¡Cuán diferente es el comprometido con el noajismo (y judaísmo) verdadero a los miembros de las religiones!

Vale aquí un pequeño consejo, mucho cuidado con esos que se hacen llamar noájidas, o “maestros judíos de noajismo”, pero que son religiosos, viciosos por poder, adoctrinados por el EGO, encandilados por su vanidad, ambiciosos de llenarse con lo que te pertenece y no les corresponde. Cuidado, mucho cuidado con ellos. Pueden estar al lado tuyo, ser “amigos” en el Facebook, enviarte mensajitos muy simpáticos y en apariencia saludables a tu email, suelen llenarse la boca de frases pomposas de rabinos y citar libros judaicos, se regodean con sus conocimientos de tales y cuales, censuran a más no poder, esgrimen sonrisas y falsos afectos. Cuidado con ellos.

Mientras construimos shalom, cada uno como puede, recordemos que debemos apartarnos del mal para hacer el bien. 
Mucho más necesario es apartarnos del mal que se disfraza como bien.

También es bueno tomar tiempo para aprender, para darse cuenta de tantas cosas que rompen con los esquemas que uno ha ido aprendiendo y mamando desde la cuna.
Casi todo es nuevo, incluso aquello que parece similar a lo conocido suele ser bastante diferente y novedoso.
Entonces, ir con calma, no creerse sabio por haber leído un par de textos o haber aprendido uno o dos conceptos. Con calma pero sin pausa. Con paciencia, con respeto, con amor, con tolerancia, porque el camino del aprender realmente requiere de un poderoso e imprescindible des-aprender. Primero, primerísimo, hay que desaprender mucho de la ideología y practica previas, luego aprender mucho, hacer mucho, vivir mucho de noajismo. No se nace maestro de noajismo, aunque uno haya sido maestro en la iglesia o la universidad o la ieshivá. No se nace maestro de noajismo por ser inteligente o carismático, ni por haber sido líder religioso o tener conocimiento de hebreo o lecturas filosóficas. Por algo el Señor de señores hizo del noajismo una realidad completa y compleja pero en sencillos Siete Mandamientos, fundamentales, necesarios, básicos. Por algo Él decretó que no tuvieran una pesada y compleja Torá al estilo de los judíos, ni les puso la carga de innumerables preceptos y reglamentos derivados. Por algo el Creador no ordenó y determinó que hubieran ministros espirituales noájicos, ni rabinos que los comandaran, sino que en la vida cotidiana cada uno hiciera su parte para llevar a cabo el Plan divino. Sin amos, sin clérigos, sin opresivos rituales, sin ceremonias, sin religiosidad, sin depender de lo que decida un rabino o un concilio de rabinos, porque el noajismo se autosustenta sin depende de autoridad judías.
Claro, actualmente pareciera necesario el báculo del rabino o del maestro judío entendido, pareciera imposible el noajismo sin un libro de reglamentos procesado por alguna autoridad judía, pero es solamente por la situación del momento, por los siglos de oscuridad y apartamiento. No es parte del Plan divino, según podemos constatar, que el noájida sea una sucursal del judío, ni el noajismo una factoría judía. Por el momento, dado el fracaso de los antepasados de los noájidas actuales, es bueno tener la orientación adecuada desde el sabio maestro judío conocedor de la temática, pero es como el faro que alumbra al barco en mitad de la noche atormentada por la tempestad. Cuando el mar se calma y la claridad se establece, cuando los del barco tienen control y conocimiento, ya no dependen del faro, sino de sus propios medios para navegar con seguridad y éxito. Recuérdalo cuando pretendan encorsetarte en instituciones judías o que dependen de personas judías que no entienden o no saben del la independencia que corresponde a los noájidas y el noajismo. Independencia en la unidad, en la armonía, en el ejercicio conjunto del AMOR para establecer un mundo de shalom bajo el reino del Eterno.

Noajismo, al igual que el judaísmo, es conexión.
Con uno mismo, con el prójimo, con la sociedad, con el mundo, con Dios.
Si lo que vives de “noajismo” no te sirve para estar conectado, realmente, en paz, en armonía aún en la discusión, entonces no es noajismo.
Conectar… recuerda… conectar…

Si estás recién conociendo esto probablemente te sientas impulsado a querer reuniones, congregaciones, la vida social al estilo que conoces de tus iglesias. No tiene nada de malo reunirse para rezar, estudiar, compartir, colaborar, etc. Pero no hacerlo desde la religión, sino desde lo que corresponde al noájida y el noajismo. Recuerda que en su esencia noajismo no precisa de organización estilo iglesia o secta, noajismo es vida, constante vida, no en “reuniones” religiosas, sino en cada instante de nuestra vida. Tampoco tiene nada de malo congregarse, pero si de eso se hace todo el noajismo, entonces estamos en otro tipo de religión, en otro error, y no en el noajismo puro y sincero.

Te agradezco que hayas leído hasta aquí y quedo de ti para lo que pueda ayudarte.
Hasta luego, y que sepamos construir shalom a cada instante, y si no pudimos hace un rato, bueno… quizás ahora podamos…

El «No-Vivo»

Hace poco, me llamó la atención un comentario recibido en mi Facebook, que me hizo una persona por una relación que hice de un video que circula en internet, con un artículo de la pagina web serjudio.com.

El video muestra a un presidente de América del Sur, profiriendo  maledicencias en contra del Estado de Israel, relacionándolo con una sentencia divina; mientras que en el artículo en mención, es una respuesta a una pregunta revestida con un antisemitismo irracional y una declaración arrogante de odio hacia la humanidad de los judíos.

Juzguen, amigos, ustedes mismos:

El Video: http://www.radiojai.com.ar/jaitv/home.asp?id=63517

El Artículo: http://serjudio.com/rap1501_1550/rap1524.htm

Antes de continuar quisiera aclarar que, como bien me lo hacía saber un sabio profesor, no soy ningún militante del “anti cristianismo” o de la “anti religiosidad”, ni tampoco promotor del Judaísmo; básicamente por 2 motivos personales: del cristianismo, o de cualquier otra religión, estoy convencido que son subproductos de la sobrelimitación de la función natural del Ego del hombre, ante su incapacidad de soportar el terrible sufrimiento que produce la falta de control sobre las circunstancias de la vida, y el terrible sufrimiento por la falta de control ante lo inminente: la muerte (Ego secuestrando el Intelecto del Hombre = religión). Sobre lo segundo, la no promoción del judaísmo, porque es completamente desconocido para mí, pues no soy judío, y por lo tanto, no promuevo lo que desconozco.

Ahora bien, les comentaba que me llamó la atención un comentario que recibí, en el que la persona me indicaba que otro presidente de un país del Oriente Medio, no solamente ha proferido insanas palabras contra el Estado de Israel, sino que también ha llamado al exterminio del judío, pero que en su caso se le nota cada día más sano y más lleno de odio.

Entendí, por ese comentario, que al Presidente del país de Oriente Medio no se le está aplicando la misma “sentencia divina” que si se está ejecutando al Presidente del país suramericano.

Reza la sentencia divina, que puede ser vista en el link de arriba, así:

Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.» (Bereshit / Génesis 12:3)”.

El querido Maestro, autor de dicho artículo, advierte una posible interpretación de esa sentencia con estas palabras:

Queda en sus manos la elección de lo que le espera en su futuro: o la vida (siendo amigo del pueblo de Israel), o la no-vida (siendo enemigo de Dios y los judíos).” (Lo resaltado es propio).

Llama la atención el término que utiliza el Maestro: La No Vida.

Nótese que no utiliza otro término, como podría ser, por ejemplo: muerte, enfermedad, depresión, etc. Ahora, se puede entender la frase «no-vida» como sinónimos de las que mencioné, pero quedaría un poco vago en concepto, porque en el contexto del artículo, la frase “no-vida”, hace alusión a otros términos tales como: odio, miedo, terror, desprecio, envidia, es decir: falta de armonía o falta de ganas de vivir; por lo que fácilmente se puede deducir que dicho termino que utiliza el querido Maestro hace referencia a que los enemigos de Dios y de los Israel, pierden esa capacidad de disfrutar la existencia, es decir, la capacidad de gozar de lo bueno de la vida.

¿Pero, por qué? Es fácil deducir (esto sin restarle significados más trascendentales desconocidos para mi, y que el tal vez otros sí puedan dilucidar)  que  concentrarse  con odio, con envidia o con desprecio por lo que hacen los otros, es desperdiciar y malgastar un tiempo que se puede invertir en cosas provechosas, como por ejemplo y en el caso de los ambos presidentes, ocuparse en mejorar la calidad de vida de los ciudadanos del país que dirigen (en mi país, a las personas que les gusta meterse o investigar en la vida de otros les llamamos “metiches”, “viejas de patio”, o “gente vina” ).

El estar pendiente por lo que hace un Estado y sus ciudadanos, en las condiciones de los ejemplos expuestos, es igual a estar “No Vivo”, o bien, no gozando de la vida. Pareciera que para uno de esos mandatarios, se le está educando así: “si se concentro en lo que hacía un país ajeno al suyo, ahora concéntrese en su salud” (no quiero que me mal entiendan y piensen que estoy juzgando una acción con mi propia interpretación; solo quiero hacer énfasis en que una posible lección de una enfermedad es la desconcentración de asuntos ajenos).

Ahora bien, y de acuerdo al artículo citado, el cuidarse de la acción de maldecir a Israel, debería también aplicada a todo Estado o individuo, pues tal como se intenta exponer, antes de la acción de maldecir, hay una acción de concentración en lo que hace el otro tan excesiva, que da como resultado la acción de maldecir.

El “vivir y dejar vivir” debería ser una máxima en la vida diaria; el “dejar en paz” al otro debería ser otra.

Para terminar, quisiera apuntar otro término que el buen Maestro asocia directamente con el expresión “No-Vida”. Si notan, el Maestro lo asocia como un igual de la condición de “enemigo de Dios”.

Noten: “Queda en sus manos la elección de lo que le espera en su futuro: o la vida (siendo amigo del pueblo de Israel), o la no-vida (siendo enemigo de Dios y los judíos).” (Lo resaltado es propio).

Creo que nadie quisiera autoproclamarse enemigo de Dios (aunque tal vez por ignorancia así se actúe); sin embargo con la acción de concentrarse con odio hacia lo que hace otro, lleva como resultado a la acción de maldecirlo, lo que a su vez da como resultado un desperdicio de tiempo de vida; pero tratándose de esas acciones contra Israel, esas acciones, aparte de resultar en desperdicio de tiempo de vida, llevan consigo el título de “enemigo de Dios”.

El libro “El Camino del Genil Justo”, indica en su capítulo 7 sobre la Blasfemia, Parte 1, así:

“… Cuando alguien es perjudicado por una persona y busca venganza, pudiera (llegar a) gritarle o maldecirlo. Si el perjuicio es grande, el afectado podría no estar satisfecho solo con palabras sino que podría (llegar a) agredir físicamente a quien le perjudicó. En casos extremos, el vengador podría no llegar a satisfacer su sed de venganza hasta que llega a dar muerte. Esto es entre un hombre y su vecino. Entre el hombre y Dios la cosa es distinta. El hombre no puede matar a Dios ni puede agredirLo físicamente. La mayor venganza que un hombre puede cometer en contra de Dios es maldecirLo. Por tanto, la blasfemia es vista como la expresión del deseo de herir a Dios, incluso de borrar Su existencia o de asesinarLo…” (pag 69)

Conforme a la cita transcrita, cuando el Maestro relaciona el término “No-Vida”, con la expresión “enemigo de Dios”, en el caso de proferir palabras directas en contra de Israel, pareciera que compara al maldiciente con un blasfemo; o bien, con alguien que no reconoce la Bondad y la Grandeza del Creador.

Conclusión:

Para no ser un “No-Vivo”, hay que:

Vivir y dejar Vivir.

Dejar en paz al otro.

Cuidarse de no ser blasfemo.

 

(Este pequeño artículo lo escribo en mérito por la abuelita de una querida amiga, fallecida hace pocos días.)