Una vez el Moré había escrito que si realizáramos una analogía para describir la multidimensionalidad del ser humano, hablaríamos de un barco y que las emociones vendrían a ser las turbinas que mueven al barco y en efecto así es. Si no es por el regocijo de levantarnos, la esperanza que el día será bello, el buen humor, etc., nos postraríamos en nuestras camas en depresión.
En igual sentido, parte de esa multidimensionalidad de las emociones yace en utilizarlas en el plano físico y en el social. Nos arreglamos bien, nos perfumamos y buscamos sentirnos alegres cuando queremos atraer a una pareja y muchas veces lo logramos, salimos con alguien, las cosas comienzan “bien” pero quizás no estén tan bien, quizás lo que pasa es que como la vida es un teatro, algunos salen a la calle con disfraz pero nunca se lo quitan.
Entonces las relaciones de pareja comienzan sesgadas porque nunca se dijeron las cosas como realmente eran; que en realidad no se habían divorciado sino solo separado, que no son celosos pero en realidad se los comen los celos, es decir, no vas a ver a una pareja que realmente se diga todo de una sola vez y de hecho que tampoco tiene que decirse todo, pero tampoco deben de ocultarse aspectos medulares que puedan darle un giro de ciento ochenta grados hacia el lado negativo a una relación.
Otra cosa es que, salvo en muy contadas excepciones, el amor no surge constantemente sino más bien con el paso del tiempo. El amor salta, como una liebre en el medio de la pradera, le vez salir de cuando en cuando, pero no se acerca a ti de forma constante sino hasta que el tiempo pasa y se desarrolla la confianza verdadera. Ahora que me pongo a pensarlo, el enamoramiento no es algo malo, porque es el medio por el cual nos anestesiamos para ir dándole paso al amor constante y persistente.
Como todo lo que Dios ha creado está en perfecta consonancia con la creación, cuando se ejercita de manera proporcionada, no se puede hablar que enamoramiento sea algo malo, por el contrario, es cómo el ser humano se impulsa a buscar a una pareja, a procrear y a formar una familia con otra persona, es cómo dos se convierten en uno.
Observa que no se dice que media mitad y media mitad hacen uno, sino que dos se convierten en uno, porque una pareja se compone de dos individuos que son separados, dos personas completamente distintas pero afines, que utilizan al enamoramiento que es una emoción, como el motor para avanzar en la relación y darle paso al amor. Puede amarse durante el enamoramiento? Yo diría que sí, porque es como la fase previa a que se dé el verdadero amor.
Es algo así como quien está apenas urbanizando un terreno y entonces instala un sistema eléctrico de postes de luz y cables de corriente que no es el final ni es tan bueno y no transmite electricidad tan eficientemente como sí lo haría la infraestructura final que se vaya a instalar, pero por lo menos le da oportunidad a los guardas del terreno que viven en ranchos donde no se han construido las casas aun, de por lo menos tener electricidad para las cosas básicas. Quizás los cables no tengan el aguante como para conectar la secadora y la lavadora de ropa y la lavadora de trastos, todos a la vez, pero tiene la suficiente energía para encender el radio, mantener la nevera enfriando y poder usar la estufa y el microondas.
El enamoramiento es la fase previa al amor, como todo en la vida, los objetos con más energía cinética tienden a desgastarse más rápido que los que tienen menos flujo de energía cinética pero es más constante, te lo voy a poner con un ejemplo del diario vivir: Un velocista corre cien metros mucho más rápido que un maratonista, pero el velocista no alcanzará la distancia que sí alcanzará el maratonista, no obstante que el maratonista trota en tanto que el velocista corre.
Significa que es malo ser velocista y que es bueno ser maratonista? Te daré la respuesta que te daría un economista; depende. Hay que analizar el contexto, si hubo un choque a los cien metros y urge sacar a las personas de la chatarra que otrora fuera un coche antes de que explote, pues en ese caso se necesita un velocista, pero si lo que se ocupa es escribir una composición musical o construir una casa, lo que se debe de buscar es a un maratonista, es decir, a una persona que se tome su tiempo para hacer las cosas con el mayor detalle posible.
El enamoramiento es un velocista, embebe a las personas para que éstas siembren la semilla mutua del amor que aún no ha germinado pero que ya está en tierra fértil, es la lluvia que alimenta a la tierra para que la planta del amor maratonista surja, no es tan llamativo como el velocista que corre cuatrocientos metros en una fracción del tiempo que lo hace el maratonista y quizás su anatomía no sea tan atractiva como la del velocista, pero con su trote puede recorrer muchos más kilómetros que el velocista y aunque su anatomía no sea tan fornida como la del velocista, tiene lo suficiente para garantizar que llegará a la meta.
Muchas canciones maldicen al enamoramiento, hay quienes inclusive se quejan de ser enamoradizos, pero eso no es culpa del velocista sino del entrenador. El velocista debe de correr en plano, no lo puedes poner a correr por las piedras porque sino puede sufrir un esguince o una quebradura. En igual forma, no lo puedes poner a correr en terreno fangoso porque puede lesionarse. El enamoramiento debe de correr en terreno firme, donde no haya obstáculos ni trampas, entonces viene la tarea previa, porque el entrenador lo que hace es que busca una superficie ideal donde el velocista pueda correr de manera que la solidez del terreno le permita llegar a la meta.
Luego viene la parte de triatlón, una vez que ya corrió a la primera meta, ahora sí, ya no va a requerir de la misma velocidad sino de la resistencia, ahora sí puede caminar por las piedras y por el fango porque ya está consciente que no se encuentra en una superficie dura ni sólida, sino que ahora va por otros terrenos, el triatlonista se sabe atleta, entonces sabe cuándo ser velocista y cuándo ser maratonista, no anda a la velocidad de maratonista cuando la superficie le permite correr a mayor velocidad pero tampoco anda a velocidad de velocista cuando el terreno no le permite avanzar a tan alta velocidad.
Hasta el momento toda va bien, verdad? O sea, pareciera ser muy simple, se corre a alta velocidad en superficie sólida y se disminuye la velocidad en superficies inciertas verdad? Ah, pero resulta ser que no es sino hasta que tú lo intentas que ya te das cuenta de cómo son las cosas. Porque una cosa es tener la teoría y otra es desarrollar tu propia técnica. Así que por más libros de psicología barata pero de precio muy caro leas, donde establecen fórmulas cuasi-matemáticas para tratar de homogenizar a las personas, o con cuántos “artistas del ligue” consultes, sino intentas las cosas tú, entonces no vas a desarrollar tu propia técnica y terminarás fallando.
Otra cosa es que, igual que en los deportes y en las artes, se necesita mucha práctica para poder dominar determinado deporte o arte. El violnista que toca un concerto de Beethoven lo hace después de muchos años de práctica, el tenista que juega en Grand Slams lo hace después de haber fallado muchísimas veces, por lo que al principio vas a fallar y te vas a lastimar. Y dentro de esos fallos y esos moretones que te llevarás, te enamorarás, llorarás, te lastimarán por tu falta de experiencia, pero todo esto son piedras en el camino para que te fortalezcas, como el dolor que siento un deportista cuando alza pesas o se cae o que siente la violinista cuando no está acostumbrada a sostener el violín y se le hacen ampollas cuando lo toca.
Ahora bien, puede ser que ya no estés enamorado sino que ya ames a la persona, pero como la vida es tan incierta, podría ser que esa persona que comenzó como tu compañera velocista e inclusive maratonista, haya corrido la mitad de la carrera y se haya cansado y quiera buscar nuevos terrenos donde competir, o quizás tú, por estar corriendo más rápido de la cuenta, no te diste cuenta que la otra persona no era ni velocista ni maratonista sino espectadora, y que por eso es que no corrió el triatlón contigo. La lista y las combinaciones de razones es amplísima, pero sim importar esa lista, al final de cuentas quien queda eres tú, con tu carrera y tu triatlón por completar, bien sea con esa persona o con otra.
Hay muchos que simple y sencillamente se cansan y deciden dejar de competir. Se desilusionan del raspón, se ahogan en un vaso de agua por una quemadura del sol y hay muchos que simplemente deciden dejar de competir porque se quebraron. Entonces dejan la competencia pero de mala gana, le echan la culpa a la otra persona, a la afición que no les apoya, al sol que está muy caliente, al agua que está muy fría, a los calcetines que no les resguardaron contra el pie de atleta, etc. Pero no se ponen a pensar en que la afición es caprichosa y que quien es un verdadero de portista lo hace por amor al deporte y a sí mismo pero que no espera que le vengan a apoyar porque él es su propia afición.
Sabe que el sol estará caliente pero para eso se pone bloqueador. Sabe que la mayoría de la gente es irresponsable y que no le gusta el compromiso, así que practica y compite solo, no desprecia el trabajo en equipo pero no se echa a morir si sus compañeros de equipo son unos irresponsables y sí, se puso talco en los pies para que la humedad del sudor no dejara que se formaran hongos.
Como puedes ver, hubo un trabajo de preparación previa, no se lanzó a la carrera sin haber calentado porque sabe que se arratona, se bañó porque sabe que sino apestará y que los hongos se volverán sus inseparables “amigos” y entrenó su cuerpo para aguantar correr a altas velocidades pero también para poder nadar por el agua gélida y subir los trechos montañosos y pedregosos sin lastimarse, oh sí, el verdadero atleta entrena de previo y no se cree Superman para lanzarse a la carrera sin haberse preparado.
Y podría darse el caso que compre de cuando en cuando un libro acerca del triatlón o que vea películas sobre atletas que le inspiren y le hagan salir a correr y a entrenar en esos días lluviosos y nublados, pero ello no implica que solo se quede en la lectura, encerrado en su casa, lamentándose por no ser atleta, el atleta se hace.
Ya para ir aterrizando y dejando de lado esta analogía del triatlón que te acabo de presentar, existen ocasiones que a pesar de todo el esfuerzo que hagamos, de la preparación que tengamos y del ahínco conque trabajemos, si solo uno de los dos quiere bailar tanto y el otro no, no se va a poder bailar y hay que tener la suficiente madurez para aceptar eso.
Por eso es que aquella canción ochentera de The Police decía que si amas a alguien debes dejarlo ir. El verdadero amor da sin esperar nada a cambio, entonces quien realmente ama así, si sabe que la otra persona no está cómoda con él, lo que va a hacer es dejarla ir para ella sea feliz con quien escoja y no se va a aferrar cual pie de atleta al pie del maratonista, porque después de todo, a quién le gusta el pie de atleta?
Espero que esta enseñanza te sirva y que si estás ahorita en la posición del pie de atleta, que te des cuenta que vales mucho y que no deberías de desperdiciar tu amor en alguien que no te ama y que si estás en el otro lado, donde estás siendo acosado por alguien a quien ya no amas, que uses la comunicación auténtica y que se lo hagas saber de manera enérgica pero respetuosa, para que ambos tengan la oportunidad de encontrar a su pareja y puedan construir Shalom juntos.