Meditando otra vez con la misma almohada que me sugiriera nuestros boreales amigo Uriel y Edgar, les comparto otra reflexión:
El objetivo de todo hijo debe ser llenar de orgullo a su padre.
Nosotros al nacer, primero que nada somo hijos, respecto de nuestros progenitores. Si bien depende que cómo los padres nos crían, una vez alcanzada cierta instrucción, debemos lograr que nuestras acciones satisfagan los deseos de los padres; porque para ser buenas personas y constructoras nos criaron, entonces debemos hacerles sentir que todo aquello que nos enseñaron no fué en vano, ¿cómo?, con nuestras acciones.
El objetivo de todo hermano debe ser cuidar y amar a sus hermanos.
Debemos siempre darles y compartirles todo, porque de los mismos instructores somos, por lo tanto el bien debe partir desde casa hacia afuera; cuidarlos, amarlos, compartir con ellos, por más que no sea mutuo. Ése es a mi parecer la manera de actuar del hermano.
El objetivo de todo padre debe ser enorgullecerse por su hijo.
Todo padre quiere que su hijo sea como él, o mejor, siempre. Por lo tanto es obligación del padre enseñarle la buena senda, cómo cuidar a sus hermanos, cómo amar y respetar a sus padres, etc; es decir, si el padre debe y quiere sentir orgullo de su hijo, primero debe instruirlo en la buena senda,
El objetivo de todo esposo debe ser proveer a su mujer.
Se refiere más que nada a la institución del matrimonio, todo hombre tiene obligaciones varias para con su mujer. Debe amarla, respetarla, hacerla sentir querida y especial, etc. Como si fuera la única mujer; debe ser considerado y respetuoso, seguro que hay muchas razones pero se me ocurre una: la mujer es la eterna compañera del hombre en el mundo.
Hasta acá el significado obvio y que con sentido común sabemos.
Ahora bien, de acuerdo a la reflexión derivada de lo anterior, según a mi entender, llevando todo a un contexto expandido y general y más precisamente la misión nuestra como noájidas, podríamos decir que:
El objetivo de todo hijo debe ser llenar de orgullo a su padre.
Todos nosotros, los no-judíos, descendemos de nuestro patriarca Noaj; y para honrar y »llenar de orgullo» la memoria del ancestro virtuoso, es nuestro deber llevar a cabo las 7 leyes, que es su legado y a su vez lo recibió del mismo Creador.
El objetivo de todo hermano debe ser cuidar y amar a sus hermanos.
Extendiendo un poco algo de lo aprendido en Bs. As., nuestro deber primordial es el de ayudar y querer a nuestro prójimo desinteresadamente, sin esperar nada a cambio. Proveerles de aquello que en verdad necesiten, sin importar su creencia, ideología, raza, etc.
El objetivo de todo padre debe ser enorgullecerse por su hijo.
Algunos son ya padres, otros no, pero la idea es que en nuestros descendientes está la esperanza de la construcción de shalom, por eso depende mucho de lo que hagamos ahora, para que cuando les inculquemos a nuestros hijos la bondad y la paz mediante las 7 leyes noájidas, sintamos el »orgullo» de ellos, como buenos noajiditas, y la satisfacción de haber logrado el objetivo con los hijos. Depende mucho de nosotros y las cosas en las que los instruyamos.
El objetivo de todo esposo debe ser proveer a su mujer.
Todos nosotros, los hombres, debemos respetar a la mujer, sea esposa, novia, hermana, madre, vecina.
¿La razon?, pues dentro de ellas es en donde se gesta la nueva vida, con cuya llegada viene la esperanza de la construcción de shalom ahora y en el futuro y a través de las generaciones venideras. Los futuros potenciales constructores de shalom vienen de la mujer.