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El eterno dilema entre comunicación y difusión

La comunicación, elemento inherente al ser humano, es un valor aprendido y aprehendido que contribuye al desarrollo sano de la personalidad.

Hoy en dia, en un momento en el que la comunicación y la expresión son tan nombradas, tan usadas por cualquiera en la calle, he reflexionado sobre el eterno dilema que se presenta a la hora de definir lo que es: comunicación; cuando en estos últimos siglos, sobretodo a partir del nacimiento de los medios eléctricos, se tergiversa, confundiéndole con el concepto "difusión".

Este siglo nuevo que recién ha comenzado, y que ha traído consigo un auge increíble en los medios de expresión y difusión, nos ha colocado en un buen rol ante nuestro desarollo como sociedad; es ésta una excelente prueba que determinará qué tan maduros hemos llegado a ser, y qué tanto comprendemos lo que alguna vez podemos decir.

Nunca antes los medios de expresión y difusión fueron tan universales, tan comprometedores, tan enriquecedores para nuestras vidas; pues el que una persona común y corriente sea leido, escuchado o visto en buena parte del mundo, otorga un poder para el que se requiere suma responsabilidad. Pero muchos no sabemos aún usar éstos medios; muchos aún permanecemos al márgen de lo que es la menos subjetiva expresión, la menos emocional difusión de ideas, aunque algunas veces logremos, casi que al azar, dar en el punto de lo que es una asertiva difusión de contenidos.

Esa es la meta, la meta es lograr una asertiva difusión de contenidos; no se pide para ello objetividad, ya que sería ésto imposible entonces, ni se pide imparcialidad, porque ésto no sería viable, simplemente se pide asertividad. Un valor que muy pocos hemos aprehendido en su totalidad, aunque sepamos lo que es y cómo se logra.

Pues bien, la comunicación es el acto a través del cual, mediante un medio, se establece entre dos ó más personas una pluridireccionalidad de mensajes, que suelen ser: personales, directos y dinámicos.

Un medio de comunicación es aquel a través del cual no existen tiempos, pues el emisor y el receptor envían tan dinámicamente mensajes, tanto verbales ó escritos, como gestuales. Trayendo como consecuencia el que sea muy personales y directos; pues al emitir un mensaje verbal el uno, el otro automáticamente envia un mensaje gestual que implica ya un acto comunicativo, haciendo al momento, como se dijo, muy dinámico, a la vez que directo, pues cada respuesta tiene que ver con el mensaje emitido.

Importante es el hecho comunicativo para el ser humano, ya que es inherente a nuestra personalidad el deseo de expresarnos y difundir lo que pensamos; pero como bien se empezó diciendo, lograr comunicarse, requiere de aprehensión y de aprendizaje, pues el hecho comunicativo es por ley: social, es la regla de oro en la convivencia interpersonal, y para ésto es necesario que adquiramos del medio la base de éste elemento. Poco a poco la práctica diaria hará que aprendamos a usar correctamente lo que hemos adquirido en el tiempo.

La difusión, es parte substancial de la comunicación, pero no la engloba en su totalidad, sino que cubre una parte, la del emisor. La difusión no tiene receptores; difundir es el hecho mismo de informar, de emitir unidireccionalmente un mensaje, sin más. Saber esta diferencia nos hace comprender cuánta energía se desperdicia a veces queriendo comunicar, mientras lo que se hace es informar. Saber que se es comunicador, sólamente si existe una contraparte, es lo primero que necesitamos para comprender que nuestro mensaje debe ser lo más asertivo posible…

Ahora bien, es lo primero, pero no lo único…

Del moré Yehuda Ribco, muchos, gracias a D’, hemos aprendido a reconocer ciertos elementos que nos ayudan cómo mejorar nuestra personalidad, en varios de sus articulos de Cterapia puedes conocer cómo logras una comunicación asertiva. Lo que él llama muy acertadamente una Comunicación Auténtica.  

Bien, ¿por qué he dicho que la objetividad es algo imposible de lograr?

El criterio juega un rol sumamente importante en ésto, aunque no es lo único que vale. Cada persona es un mundo como se dice por ahí, y aunque a veces, compartimos criterios, muchas veces no, y esto es natural. No se puede permitir que todos pensemos igual, "todo es según el color del cristal con el que se mira"…

El famoso respeto a las ideas del otro, es algo que aún no alcanzamos a comprender del todo; precisamente por el hecho de no saber el preciso significado del concepto. El respeto va más allá de la tolerancia, el respeto es el reconocimiento del valor inherente y los derechos innatos de los individuos. No se trata de soportar ó no lo que el otro dice, se trata de reconocer (y aquí podríamos entrar en nuevo análisis etimológico: La palabra está formada por el prefijo RE y el vovablo conocer. Es una palabra cuya etimología nos dice qué es todo en la vida. Bueno y malo; dificil y sencillo; negro y blanco.)

Así pues, puedes observar que para comunicarse, no sólo es necesaria la buena intención, ni el mucho conocimiento acerca de un determinado tema; muchos factores vienen implicados en el hecho comunicativo, entre los más importante mencionamos ya la difusión asertiva de contenidos (o sea que si se requiere conocer el tema en profundidad), mencionamos el carácter imprescindible de "respetar" el mensaje del otro, de mirar cuán auténtica está siendo nuestra comunicación (ver link), pero lo más interesante de todo; y lo que he querido plasmar acá, es el conocer el código a través del cual se envían los mensajes.

Si usted no conoce el código morsey esta frente a un telégrafo y le dicen: envíe S.O.S a tal sitio, ¿cómo podrá usted, sin conocimiento previo del código morse, enviar dicho mensaje?

Es muy dificil comunicarse cuando carecemos del preciso conocimiento del lenguaje; a veces las trabas más difíciles son precisamente lingüisticas. Un ejemplo es cuando nos preguntan: ¿qué has sabido de tal ó cual persona?, y nosotros no sabemos con seguridad cómo está esa tal ó cual persona, por lo que respondemos, en la mayoría de los casos con un lugar común: "debe estar bien" cuando lo correcto sería decir: "ha de estar bien". Si, puede parecer una tontera pero el vocablo debe es imperativo del verbo DEBER; ¿cómo podemos afirmar con carácter tiránico algo así? En cambio que ha de estar usa el indicativo del infinitivo del verbo ESTAR; mucho más sincero y humilde de nuestra parte. Recordemos que la PNL es otro de los elemenos presentes dentro del acto comunicativo.

Habiendo escrito ya lo suficiente como plasmar mis ideas, déjoles a ustedes el espacio para que se expresen.

Un recurso más que valioso

Desde que nace el sol en Paria, bañando de luces y creando un juego de sombras en las metálicas aguas de caños y ríos que van a depositar el inmenso caudal de aguas vivas en el grande océano, hasta que va muriendo el astro rey más allá de la Sierra de Perijá, dejando estelas rojizas en el claro cielo zuliano, matizado en escalas de color que le dan un aire de nostalgia al inicio de la noche, en la cual brillará el enigmático Relámpago del Catatumbo; podemos vislumbrar aquellas palabras del Almirante Colón cuando escribe en su bitácora de viaje: “Grandes indicios son estos del Paraíso Terrenal, porque el sitio es conforme a la opinión de estos santos y sanos teólogos, y asimismo las señales son muy conformes, que yo jamás leí ni oí que tanta cantidad de agua dulce fuese así adentro y vecina con la salada; y en ello ayuda asimismo la suavísima temperancia, y si de allí no procede el Paraíso, parece aún mayor maravilla, porque no creo que se sepa en el mundo de río tan grande y tan hondo”

Venezuela, tierra de gracia, es tan hondo el amor que siento por ti, como lo es el padre Orinoco, es tan alta la estima que guardo por ti, como la cima del Tope de mi país, el Pico Bolívar, es tan mística la pasión que me embarga cuando escucho el himno nacional como lo es el Autana, el árbol de la vida; es tan enérgica la fuerza con la cual lucharía, y daría, sin pensarlo, mi vida por ti, como lo es el Churún Merú. Venezuela, mi país, mi terruño, mi patria, mi cuna, mi lecho de muerte, mi todo; no concibo la vida sin ese espacio, sin ese aire, sin ese sol, sin la imponencia del Ávila, desde cuya cima se ve la grandeza de nuestro país: Bosques tupidos, pinares, laderas, alamedas, un gran valle, y del otro lado, el mar, el infinito mar caribe, el mar de los ancestrales guerreros que dieron su nombre, que guardaron su memoria en estas tierras, en estas islas, en nuestras islas, las antillas de sotavento.

D’, en su infinita sabiduría nos ha hecho el más grande regalo, nos ha dado un espacio en el ancho mundo, donde lo que impera es la Eterna Primavera.

Un idilio es mi país, un Paraíso, flanqueado por desiertos en su punto más septentrional, protegido por tupidas selvas en el punto más austral, resguardado por altas y encumbradas montañas en su punto más occidental y abierto al oriente, al nacimiento de la luz, al surgimiento de la vida, en el hermoso y dadivoso delta del mar de aguas dulces que le regalamos al mundo.

Pero un país no se hace de bellos paisajes, un país no es solamente sus recursos naturales, un país no basa su estructura de Estado en nada más que su rico potencial para dar. Un país es libertad, justicia, equidad, respeto, tolerancia, amor, es un conjunto de valores que solo su recurso humano puede darle.

No sólo por mi, también por mi hermano

Siguiendo el link usted encontrará un video corto pero más que significativo sobre la amenaza iraní a la humanidad – no sólo a Israel. A los tiranos hay que combatirlos con acción. Acción sustentada en principios de Moral y Ética. Sin tenerles miedo, sin caer en la imprudencia.
http://www.aish.com/iran/
Allí podrán, si así lo estiman conveniente, firmar una petición para enjuiciar a Mahmoud Ahmadinejad en el marco de la Convención de la Naciones Unidas sobre Genocidio que clasifica como crimen contra la humanidad al  "incitamiento a cometer genocidio".

PACIENTE BONDAD

Cuánto cuesta un helado?

En los días en que un helado costaba mucho menos, un niño de 10 años entró en una confitería y se sentó a una mesa. La mesera puso un vaso de agua en frente de él.

-"¿Cuánto cuesta un helado de chocolate con almendras?", preguntó el niño.

-"Cincuenta centavos", respondió la mesera.

El niño sacó su mano de su bolsillo y examinó un número de monedas.

-"¿Cuánto cuesta un helado solo?", volvió a preguntar.

Algunas personas estaban esperando por una mesa y la mesera ya estaba un poco impaciente.

-"Treinta y cinco centavos", dijo ella bruscamente. El niño volvió a contar las monedas.

-"Quiero el helado solo", dijo el niño. La mesera le trajo el helado, y puso la cuenta en la mesa y se fue.

El niño terminó el helado, pagó en la caja y se fue.

Cuando la mesera volvió, ella empezó a limpiar la mesa y entonces le costó tragar saliva con lo que vio.

Allí, puesto ordenadamente junto al plato vacío, había veinticinco centavos … Su propina.

(Recibido por email de un amigo)

Palabras para reflexionar

Cuan hermoso es pensar,
pero mas hermoso es, escribir…
Muchas barreras se caen…
Hermosos horizontes se abren…
Rios de frescas aguas llenan nuestras vidas…
Luces multicolores engalanan nuestra existencia…
Cuando la gracil y dulce Palabra del Eterno…
Llena nuestro ser…
Espero podamos pensar y escribir, amar y compartir,
educar y formar nuestro ser…
para ayudar a hacer de este mundo…
un mundo mejor con la ayuda de Dios…

El mundo es como un Rio donde esta Dios,
esperando que tu entres a unirte a El,
no te quedes en la orilla…
que alli solo tus tobillos sentiran su toque…
no te metas hasta las rodillas…
que alli solo lograras saltar,
no te metas hasta el lomo,
pues pensaras que todo lo sabes,
pues tu cabeza no esta con Dios,
entra a lo profundo de Dios en su Rio
y deja que El en su amor te lleve
por el camino de la Bendición.
(José María Ramírez)

Rico no es el que más tiene si no el que menos necesita
(Desconocido)

Las personas son vengativas, irrazonables, inconsecuentes y egoístas;

 

educar y formar nuestro Ser para ayudar a hacer

 

Ideas y efectos

Escribe Rabí Elijah Benamozegh en su libro "Israel y la Humanidad": "No todos perciben inmediatamente la implicaciones necesarias de un principio dado. La sociedad tiene tal inercia que siempre requiere cierto tiempo para que las transformaciones inherentes a las ideas que acepta (como válidas) se vuelvan evidentes (al final al ver la perspectiva global); pero, en el largo tramo, la lógica siempre trae las consecuencias a partir de las premisas".


Cuando hablamos de una sociedad moderna, se nos vienen a la mente valores como respeto, libertad, justicia, libertad de expresión, etc. Estos son conceptos morales que un ciudadano verdaderamente libre aprecia y por tanto no los negocia. Pero ¿qué pasa si en una sociedad se relativizan totalmente estos conceptos superditándolos a "mi gusto y gana"?

Converzando con un colega matemático de origen vasco, mientras caminábamos a unas conferencias en la Universidad de Orleans (Francia), el expresaba su convencimiento pleno de que la democracia no era un mecanismo perfecto para hacer caminar a una sociedad pero que era lo mejor que teníamos a mano. En esto coincidimos totalmente. Después de unos días de charlas y cafés, en que hablábamos de miles de cosas menos de Matemática, llegamos a acuerdos en muchas cosas. En algo en que no coincidimos es en la existencia o no de valores morales universales. El decía que no existe tal cosa y yo decididamente creo que siempre han estado allí.

 Nunca llegamos a un acuerdo. Mantuvimos correspondencia por algunos meses sin encontrar un punto medio de convergencia sobre este tema. Después de bastante tiempo me di cuenta que la razón detrás de esta imposibilidad de mediar se debía a un concepto básico de nuestras cosmovisiones: él atribuía al pueblo ser la causante de la soberanía de un Estado mientras que para mi tal soberanía viene de la mano de la Existencia Primera.

El me decía, "ahora está prohibido casarse entre hermanos, pero ¿quién sabe? si en España nos ponemos de acuerdo, reunimos los votos y decidimos cambiar esto. Yo no le vería ningún problema". "Pues bien", le decía yo, "¿qué tal si por el 100% de los votos deciden ustedes que el maltrato infantil es legítimo? ¿Seguirías pensado igual?".

Como bien expresa el texto de Rabí Benamozegh, citado al principio del artículo, cuando se ven las cosas en una buena perspectiva de tiempo, las ideas aceptadas como válidas por una sociedad terminan mostrando sus pros y contras en el mediano plazo. Si en una sociedad, subordinamos el respeto a los derechos de una persona a su pertenencia o no a un determinado grupo humano o a una determinada opinión, entonces no será raro terminar escuchando como se califica de "intolerable" cuando le agreden a un colega conocido nuestro y, por otro lado, se condona una agresión a unas personas a quienes no queremos bajo el argumento de "bien hecho: se lo tenían merecido".

Ahora que hemos planteado el tema, lo animo estimado lector a que como miembro de su sociedad se cuestione "¿qué entiende por democracia y respeto al Estado de Derecho el ciudadano promedio de mi país?".

Bajarse de la montaña para aprender a vivir bajo el agua

He sido sincero y lo más honesto posible en los artìculos que he escrito en Fulvida.com y en mi blog personal. Lo he dicho ya pero lo repito: de manera similar a como muchos de los amigos lectores de Fulvida.com, mi sobrevuelo y posterior aterrizaje en la pista de las Siete Leyes no fue un camino de rosas pero tampoco un camino pantanoso – todo gracias a Dios. Es que a más de darse cuenta uno que ha estado escalando una montaña enorme pero equivocada, resulta que, como andinista, uno carga su mochila personal. Una mochila llena.

Ahora bien, cuando el montañista está bien enrumbado – tiene un buen mapa y una buena brújula – apunta a la dirección y camino que lo lleven a la montaña apropiada. Además pone en su mochila aquellas cosas que le son de utilidad: una brújula, una linterna, una mini cocinilla, gas para la cocinilla, un pequeño jarrón para derretir nieve y así poder rehidratarse, etc.etc.etc.

El montañista, mientras más experimentado –  "más ducho" como decimos en Ecuador, escoge de mejor manera y cada vez mucho más eficientemente, sus herramientas para escalar en la vida. Con el tiempo se va dando cuenta que no sólo es importante llevar las buenas herramientas, sino que "lo barato sale caro" y opta entonces por comprar cuerdas de primera calidad, botas de primera calidad, carpa de primera, etc. Al fin y al cabo de estas cosas puede depender su vida cuando llege el temporal… Ah y muy importante: el andinista experimentado sabe que "los peores enemigos son el miedo y  la imprudencia".

Algunos, en nuestra vida de andinistas-buscadores-de-la-verdad, nos subimos a varias montañas equivocadas y, lo que es peor aún, llenamos de piedras (totalmente inútiles  y de hecho perjudiciales) nuestras mochilas. De hecho muchos ni siquiera utilizamos (a su tiempo) el sentido común (que a veces parece ser poco común) para sacar las piedras de las expediciones anteriores. ¿Cuál es el resultado? Que, progresivamente, el mochilero  se va haciendo cada vez más daño a causa del peso e inutilidad del incrementado peso. Pero peor aún: en su búsqueda se acostumbra a cosas complicadas y parece cada vez más autoconvencido de que "seguro llegar a la verdad debe doler".

En buena hora de mi vida, me encontré lejos de mi patria, de mi familia y de un entorno donde todos los agentes eran más andinistas sombies que elogiaban al que se calzaba la mochila más grande.

Y ahí estaba yo: por fin tomando la decisión de cuestionar si es realmente peligroso sacarme al menos una piedrita de mi mochila…   ¿Fácil? Nunca he dicho que lo sea. Pero mucho más pronto que tarde mi organismo empezó a sentir alivio por aquellos gramos que arrojé. ¿Otra piedrita? ¿Por qué no? ¿Otra más? ¿Qué tal una cuarta?… Pronto empecé a volverme más diestro en el arte de arrojar piedras contaminadas y uno que otro bulto podrido de mi mochila y, más importante aún, ya no envidiaba a aquellos que, cual gallitos de pelea, competían para ver quien rompía el récord de cargar la mochila más pesada. Piedra a piedra, cada vez más eficiente, cada vez más rápido, cada vez más saludable y vuelto a la vida…

Con el tiempo por fin entendí (algo que había leido hace muchos años) de por qué era que mientras unos estudiantes cristianos y musulmanes (de una universidad) contestaban a la pregunta planteada por su profesor,  "¿qué harían si reciben una condena de ser sumergidos al fondo del mar?", diciendo (los primeros) "me arrepentiría de todos mi pecados para irme con Jesús" y (los segundos) "lo aceptaría con resignación pues estaba escrito en el libro de Alá", (por otro lado) el único estudiante judío de la clase contestaba "¡aprendería a vivir bajo el agua!". ¡Claro! Este descendiente de Abraham sabía que es en este mundo donde uno está en capacidad de trascender las limitaciones de nuestro ser finito para conectarnos con el Infinito. 

Entonces, ¿a qué le llamamos sensibilizar con nuestro prójimo? ¿Sentarse a llorar con quienes no quieren sacarse sus mochilas? No. Más bien le invito a que nos terminemos de secar las lágrimas, a que nos levantemos y nos animemos a caminar rumbo a la montaña correcta – a la vez que nos vamos quitando piedras de la mochila –  y a mostrar a otros mochileros con el ejemplo que aun cuando uno haya tenido la mochila más grande del mundo, ES posible cambiar. Avance, estimado lector, para que usted mismo les diga a sus pares "¡vamos para adelante! Si puedo darte una mano, con mis defectos y virtudes, te la doy. Pero no te puedo dar caminando lo que a ti te corresponde".

Y si se pone a pensar cómo sería el mundo si todos camináramos más aliviados y libres, con herramientas de primera calidad en nuestra mochila en vez de piedras putrefactas, se daría cuenta que

comer no es malo, pero meter algo en decomposición al estómago hace daño;
beber no es malo, pero el alcohol industrial sirve para otras funciones;
usar la libre expresión no es malo, pero difamar y mentir es parecido a asesinar;
la política no es mala, pero el mal uso de ella puede arruinar pueblos enteros;
la izquierda no es mala y tampoco lo es la derecha, pero si camina solo a un extremo no podrá ir derecho, de frente a su montaña.

¿La política es un tema vetado para los noájidas? ¡Todo lo contrario! Necesitamos más políticos honestos y mucho mejor si tienen claro que el camino de Dios es el camino de la moderación.

Al igual que con otros tópicos – como familia, amigos, salud mental, salud física, economía y amor al prójimo – hacer pólítica con un sustento de Ética y Moral brotando de las Siete Leyes, no sólo que no "desgasta al ser humano" sino que de hecho lo lleva a conectarse con las necesidades de su pueblo: ¿cómo mejoramos nuestra sociedad? ¿esta ley estorba o ayuda?

¿Decir que un tirano llegó como presidente y se transformó en dictador es odiarlo? "Callar para no perder más" fue la estrategia cómplice usada por Europa: millones pagaron con sus vidas la desidia y quemimportismo. Entonces mi estimado lector si usted quiere saber si seguir los acontecimientos políticos puede

beneficiar su vida como noájida;
enseñarle a ser mejor noájida;
motivarle a encontrar pautas para marcar la diferencia ante el malestar que le rodea;
añadir significado a su vida,

entonces mi respuesta es ¿por qué no? ¿Acaso no le bendijo el Creador a usted (mucho más que a mi) con inteligencia, lógica, sensibilidad y sentido común?

Pero si usted amable lector prefiere leer aquel horóscopo que le dice "hoy es un perfecto día para ti signo noájida: cargarás una vez más tu mochila empedrada", bueno, es su decisión. Usted bien puede escoger que artículo le conviene y cuál no.

Finalmente, con toda la sinceridad de la que soy capaz, quiero hacerle un llamado estimado lector para que active todo su potencial en beneficio de la divulgación apropiada y crecimiento de las Siete Leyes en el mundo hispanoparlante. ¡Usted puede marcar la diferencia! Por mi parte trataré de seguir aportando todo lo que me es posible desde el lugar en el que esté – no hace falta ser coordinador / representante de Fulvida para ello.

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Foto: El monte Sinaí visto desde arriba (Wikipedia – la enciclopedia libre).

La pseudolibertad de prensa

Me encontré un par de artículos de opinión muy bien escritos, de cuyo contenido me hago eco y quisiera comentar. Los artículos son "El resentido" de Manuel Ignacio Gómez Lecaro (El Universo, 17 de mayo 2007) y "Fascismo XXI" de Simón Espinosa Jalil (La Hora, 17 de mayo 2007).

Los dos artículos apuntan desde diferente perspectiva pero con congruencia a denunciar al caballero que gobierna Ecuador — quien llegó a Carondelet como uno más de una lista larga de presidentes populistas mal-elegidos por su señoría, el pueblo ecuatoriano, y que hoy es un dictador más en el prontuario latinoamericano.

¿Dónde quedaría aquel discurso de defensa de derechos humanos y de democracia del pseudopatriota? Quizás era solo una pseudoconvicción lo que le motivaba a gritar en la tarima sus diatribas. Como bien lo dice Manuel Gómez, "en otras épocas, Correa hubiera criticado con toda su fuerza a cualquier mandatario que reaccionase como él hoy reacciona ante la prensa. ¿Dónde se fue ese Correa? ¿No aprendió en sus años universitarios en Europa y Estados Unidos lo que es la verdadera libertad de expresión y prensa?".

En todo caso, una vez más quiero dejar en claro mi opinión sobre lo que está pasando en Ecuador. Lo que se viene dando sería imposible si no tuviera un sustento popular. La fuerza de Correa yace en un descontento y fustración generalizados más una vacuidad de cultura democrática. La gente prefiere hecharle la culpa al Imperio, a los politiqueros, a los pelucones, a lo que sea, con tal de evitar un mínimo juicio autocrítico: ¡nosotros hemos elegido o hemos tolerado a los que nos han gobernado!

Como bien lo dice Simón Espinosa Jalil, la manera en que procede el pseudopatriota "en el lejano siglo XX se llamaba fascismo, y sus defensores también fueron, al principio, socialistas". Y si buscamos con detenimiento nos daremos cuenta que los Mussolini y Hitler tienen su cuna justamente en una frustración generalizada que elige a un pseudopatriota (in extremis resentido) que ya en el poder se cree un dios con hambre de poderes absolutos. ¿El mecanismo? Una asamblea, una pseudo-nueva-constitución creada a la medida del pseudomonarca, o la revolución pseudopacífica del Socialismo Chavista (el Stalinismo del siglo 21), cualquier mecanismo es válido para la causa… Cualquiera que se le cruce en el camino "deberá ser aplastado"…

Puede que Correa hipnotice a más y más adeptos… Pero la Ley, Estado de Derecho y la Libertad de Opinión no dependen de cuántos votos uno gana.

El Alzheimer del pueblo palestino

NMI Digital-Caracas. Un chiste macabro dice que la enfermedad de Alzheimer brinda un gran beneficio: sólo permite conocer gente nueva… Pero causa el enorme daño de borrar la propia historia. Y esto no es un chiste. La tragedia palestina, al marginar la historia, obtura sus vías de solución. Se ha dicho que los palestinos “no pierden la oportunidad de perder la oportunidad”. Y esto es así porque no recuerdan sus propios errores y, en consecuencia, no advierten que pueden hallar su independencia y prosperidad a la vuelta de la esquina.

¿Qué cosas tan importantes han olvidado? Por razones de espacio, sólo puedo brindar una síntesis.

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Palestina estaba bajo el mandato colonial de Gran Bretaña. La comunidad judía profundizó su lucha emancipadora porque, desde finales del siglo XIX, venía construyendo su Estado y no aceptaba algo que no fuera la independencia. Había fundado centenares de kibutz, escuelas, hospitales, caminos, granjas, teatros, forestó yermos, canalizó el agua y hasta edificó Tel Aviv sobre dunas de arena.

Creó la primera universidad, la primera orquesta sinfónica y el primer instituto científico del Medio Oriente. Tenía aparato administrativo y fuerzas de defensa. Gran Bretaña, que contaba con el apoyo de la comunidad árabe de Palestina y de la Liga Árabe que ella misma había ayudado a fundar, elevó el problema a las Naciones Unidas con la esperanza de que condenasen las pretensiones judías y pudiese continuar su mandato.

Se formó un comité integrado por países neutrales que recomendó el fin del tiempo colonial británico y la partición de Palestina en dos Estados: uno árabe y otro judío. Las fronteras del Estado judío fueron dibujadas según las poblaciones predominantemente judías y el resto fue adjudicado al Estado árabe. Ambos se mantendrían unidos por cruces territoriales y la complementación económica.

¿Qué pasó? Los judíos aceptaron el veredicto. Aunque no se les hacía un regalo, porque Israel ya existía gracias al sudor de sus habitantes, se legitimaba su anhelo de soberanía. Los árabes, en cambio, rechazaron la oferta y proclamaron su intención de arrojar a todos los judíos al mar. En efecto, apenas Israel proclamó su independencia, siete ejércitos árabes violaron la decisión de las Naciones Unidas y se arrojaron sobre el exiguo territorio. Los judíos carecían de armas: nadie se las vendía porque consideraban imposible que pudiesen sobrevivir. El único país que accedió a proporcionárselas fue Checoslovaquia, porque suponía que el socialismo del flamante Estado lo llevaría a la órbita soviética.

En conclusión, si la agresión árabe hubiese triunfado, no existiría Israel. Pero la historia fue distinta. La guerra la quisieron y forzaron los árabes, no Israel. Y perdieron. Ahí comenzó la tragedia palestina. Por culpa de sus dirigentes. De haber actuado con sensatez, en 1947 ya hubieran tenido su Estado propio.

Luego de la derrota, los países vencidos se apoderaron de lo que quedaba de Palestina. Gaza pasó a ser administrada por Egipto y Cisjordania fue anexada al reino de Transjordania, que cambió su nombre por Jordania. En consecuencia, los territorios que hubieran correspondido al Estado árabe palestino fueron devorados por esos dos países, no por Israel. Pero durante dieciocho años ni una sola voz egipcia, jordana o palestina reclamó convertirlos en un Estado independiente, con Jerusalén Este de capital. Jerusalén Este había quedado en manos jordanas, pero no fue convertida en su capital ni fue a visitarla ningún jefe de Estado árabe; era un villorrio marginal donde, eso sí, se destruyeron las centenarias sinagogas, se arrancaron lápidas del Monte de los Olivos para construir letrinas y se prohibió el acceso de los judíos al Muro de las Lamentaciones.

Los palestinos perdieron otra vez la oportunidad de proclamar su Estado en Gaza y Cisjordania. Llegó el año de 1967. Los Estados árabes, impulsados por el entonces presidente de Egipto, Gamal Abdel Naser, decidieron terminar con Israel. Bloquearon el Golfo de Akaba y exigieron el retiro de las tropas de Naciones Unidas que evitaban el encontronazo de los enemigos. Pese a los desesperados ruegos de Israel, las Naciones Unidas se marcharon y dejaron libre la ruta de la matanza. Pero Israel, que no tenía ocasión suicida, no esperó a que fuera demasiado tarde, a que la mano del verdugo lo agarrase del cuello. Estalló la Guerra de los Seis Días.

La victoria israelí fue impresionante. Pero no cambió la realidad: Israel seguía siendo un pequeño Estado en medio del océano árabe. En consecuencia, tendió la mano a sus enemigos y ofreció negociaciones de paz que incluían la devolución de territorios. Los líderes árabes se reunieron en Jartum para dar su respuesta. Y la respuesta fueron los arrogantes y famosos “tres noes”: no al reconocimiento, no a las negociaciones y no a la paz con el Estado de Israel.

Los palestinos volvieron a perder esa oportunidad. Ahora olvidan que un halcón como Menahem Begín, para obtener la paz con Egipto, le reintegró generosamente hasta el último grano de arena del Sinaí. Y que además le obsequió pozos petrolíferos, rutas, aeropuertos, los complejos turísticos de Taba y Sharm El Sheik, desmantelando incluso la ciudad judía de Yamit, construida entre Gaza y el Sinaí. Vale la pena recordar que quien estuvo a cargo de la penosa tarea de sacar a los colonos israelíes de la península fue el entonces general Ariel Sharón.

Debo obviar otros hechos para referirme a la última, magnífica y ya olvidada oportunidad desperdiciada. Sucedió en Camp David II. El Primer Ministro israelí, Ehud Barak, más pacifísta que Rabin, le ofreció a la Autoridad Nacional Palestina todo lo que pretendía (menos la autodestrucción, por supuesto). Arafat replicaba con un monocorde no. Clinton le reprochó, irritado: “Basta de decir no: haga sus propias propuestas”. No las hubo. No las hubo porque habrían conducido a la paz.

El líder israelí volvió triste: había ofrecido sin resultado mucho más de lo que su pueblo aceptaría. Arafat volvió alegre porque continuaría la guerra que lo mantiene en la primera página de los diarios de todo el mundo. Su vida de combatiente le otorga más laureles que la aburrida administración de un país. Era obvio que pocos días después iba a lanzar la segunda, innecesaria y criminal Intifada.

Digámoslo sin cobardía: entre la creación de un Estado palestino pacífico y la promocionada Intifada, ¡Arafat eligió la Intifada! Si ahora no existe un Estado palestino independiente es por voluntad de la dirigencia palestina, no de Israel. Hay que denunciar esta verdad simple y dura. De lo contrario, se ahondará en la estéril tragedia que enluta al Medio Oriente y que demora una solución que está al alcance de la mano.

La enfermedad de Alzheimer impide recordar que esta Intifada fue decidida antes de Camp David, como confesó el ministro palestino de Comunicaciones.

No estalló contra Sharon, que ni siquiera era ministro, sino contra el pacifista Barak, quien durante los cinco meses que le quedaban en el gobierno recurrió a todas las declaraciones y negociaciones posibles, directas e indirectas, para que cesara la violencia y continuara el proceso de paz. No hubo caso, no hubo un solo día sin ataques palestinos y el efecto inevitable fue el triunfo electoral del Primer Ministro Ariel Sharón.

Desde hace décadas, en Israel actúa el Movimiento Paz Ahora, que dinamiza a un millón de adherentes. ¿Qué movimiento por la paz existe entre los palestinos? No pido que reúnan cien mil, ni diez mil. ¡Me conformaría con sólo mil! Pero eso no es posible porque su dirigencia ha estimulado la pérdida de memoria y un desmesurado crecimiento del odio. Los palestinos, después de cada nueva frustración, se dedican a matar judíos. “Habrá paz”, dijo Golda Meir, “cuando amen a sus hijos más de lo que nos odian a nosotros”.

Esta también es una simple y dolorosa verdad.

Marcos Aguinis