Archivo de la categoría: Despertando al projimo

El consejo diario 211

Construir shalom no es un lema inventado por un maestro uruguayo,
no es una frase bonita para colgar en un poster,
no es una excusa para seguir sin hacer tu parte.
Construir shalom es lo que Dios manda
y solamente se consigue en el trato diario, en lo cotidiano, con la gente, con tu cónyuge, con tus hijos, en tu trabajo, en todos lados a los que vayas.

El consejo diario 210

Tu misión (asiganda por Dios) no está en un monasterio o en un arca para «los elegidos»,
sino en medio del mundo, para traer luz a los rincones oscurecidos,
traer una palabra de aliento al caído,
orientar al desnorteado,
impedir el dominio del malvado.

Continuar encerrado entre tus cuatro paredes,
es rehusar cumplir con tu parte.

Si tú no la haces, nadie más la hará.

El consejo diario 209

Es hora de que los gentiles con conciencia noájica
hablen, se muevan, luchen con la verdad,
con las armas de la bondad y la justicia, de acuerdo a los parámetros del Eterno.
Retirarse es seguir dejando al mundo en manos del horror, del caos, de la maldición, de la falsedad.

El consejo diario 208

El tiempo del arca de Noé pasó,
ahora es el tiempo del mundo.
Puede que sean pocos los que sean salvados al final,
pero mientras tanto no podemos repetir el error de Noé
que se conformó con estar a salvo él y los suyos,
mientras el mundo reventaba.
La indiferencia al cumplimiento de la propia tarea asignada por lo Alto
es severamente juzgada por el Juez.

El consejo diario 207

Si te dicen: «Mira lo que la tele dice que pasa en Gaza», como forma de provocarte o humillarte, tú bien puedes responder: «Sí, eso es lo que la tele dice».
¿Comprendes la diferencia entre la realidad y el recorte parcial y falso que realizan los medios de (des)información masiva?

Similar consejo para todas aquellas circunstancias en las cuales el prójimo quiera debatir en base a meras opiniones, sin ningún valor más que el que tú les quieras acreditar.

¿El mundo está loco?

¿El mundo está loco, al menos el occidental, que tanto amor tienen hacia los asesinos terroristas y genocidas de Hamás?
¿El mundo está loco que denigra condenando a Israel por defenderse con el último recurso que le queda?
¿El mundo está loco que habla de «masacres de pobres palestinos», pero niega las evidencias que demuestran las matanzas y agresiones constantes en contra de Israel? ¿O acaso si los muertos son judíos o israelíes, no cuentan?
¿El mundo está loco que denuncia «masacres de pobres palestinos», y enarbola la bandera de los asesinos, siendo que la única masacre en la zona de Israel la están perpretrando los guerrilleros, muy bien perttrechados, del bando del imperialismo fanático musulmán?

No, el mundo no está loco.
El mundo está muy enfermo, pero no loco.
Está enfermo de odio, nacido en un ego desmedido y descontrolado.
El mundo está fatalmente herido por la enfermedad de odiar a Dios, para adorar al ego.
En su enfermedad, el mundo odia a los que portan la Presencia de Dios en la tierra; odian a los judíos.

Esclavizados por su ego, sometidos por su rebeldía, vejados por su odio, se asocian con lo peor que ha engendrado la especie humana.
Se abrazan con asesinos de sus propios hijos, de cobardes que usan mujeres y niños como escudos.
Se identifican con esos guerrilleros que no tienen piedad ni compasión.
Se enrolan en las filas del caos y el mal, solamente para tener alguna excusa que les habilie a odiar a Dios y a los judíos sin sentirse culpables.

Pero en sus almas, la carroña que comen los está matando.
Son insensibles al terrible daño que se están ocasionando y están acarreando a sus famlias y sociedades.

Cada día el mundo está más enfermo, y no se precisa ser médico global para percatarse de esto.
El síntoma más patente por estos días es esta ola de fervor hacia los terroristas de Hamás.
Si antes el odio a los judíos se limitaba a lo particular o local, de a poco se ha ido incrementando hasta llegar a este terrorismo espiritual que no tiene paralelo en la historia.

Tristemente, el mundo no está loco.

Está enfermo.

La cura está al alcance de todos: actuar con bondad y justicia, siendo leales a Dios.
No se precisan grandes filosofías, ni palabrería, ni idealismos,, ni pacifismos, ni ismos.
Solamente actuar con verdaderas bondad y justicia.

Si así hiciéramos, Hamás jamás hubiera tenido cabida en el mundo.
Todo el terrorismo patrocinado por el imperialismo árabe musulmán, en complicidad con el imperialismo cristiano, no hubiera surgido.

El camino a la paz está marcado, la verdadera paz.
Cuando los gentiles dejen de lado su odio hacia Dios y Sus cosas, cuando dejen de buscar en ismos su vida, cuando dejen de pretender tener la solución pero solamente ser artífices del caos y el mal.

Actuar con bondad y justicia, siendo leales al Eterno.
Tan simple, tan accesible, tan necesario.

Tú puedes hacer ahora tu parte para construir Shalom, sin esperar más, sin dar excusas, porque cada palabra para justificar tu inacción, es un apoyo a la causa de los malignos.

Tú eres quien tiene que construir Shalom ahora.

Resp. 394 – Torá y gentiles

Hola maestro, le consulto porque es muy importante para mi tener claro que debemos los gentiles estudiar en la Torah. Me dicen muchas cosas pero quiero tener su segura palabra en este tema. Gracias.

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EL NOÁJIDA ADVERTIDO Parte I

¡Qué mundo en el que nos ha tocado vivir a los Noájidas de hoy! ¡Qué desafíos morales y espirituales tenemos delante de nosotros! No es una exageración advertir que nuestra generación, caracterizada por la innovación y los avances tecnológicos, se está acostumbrando a “vivir” en la oscuridad de sus mentes y a relacionarse entre sí con “códigos de manipulación, deslealtad y mentira”, siendo estos vicios los más grandes peligros para la sociedad civilizada.

Esta situación ha sido causada, entre otras cosas, por los impulsos de la mala inclinación que no han sido sometidos al temor del Eterno, como por ejemplo: avaricia, orgullo, ansias de poder, egoísmo, suscitando:
a) en el ámbito religioso: una piedad inerte e hipócrita;
b) en el ámbito legislativo: un sistema de justicia viciado y corrompido, como por ejemplo, aceptación en el juicio de testimonios falsos y/o testimonios dudosos, jueces parciales, jueces que aceptan soborno, manipulación de las leyes, entre otras formas de perversión del Derecho;
c) en el ámbito político: anarquía (por un lado) y liviandad (por el otro);
d) en la esfera familiar: pleitos, amarguras y degradación del ser hombre y de sus sueños.

De allí la relevancia que tiene el estudio y la internalización de los principios filosóficos que el Noajismo propugna y defiende a escala mundial: el orden individual y colectivo, la bondad, el esfuerzo, la libertad del pensamiento y la refinación del carácter, siendo esta última la finalidad esencial del ser Noájida, lo que en realidad significa: buscar con estricta justicia aquello que es justo y así actuar, de acuerdo a las más elevadas normas de equidad contenidas en las 7 Leyes Universales y siguiendo fielmente los Códigos de Ética que le son intrínsecos.

Para conseguirlo, el Noájida deberá enmarcarse dentro de las siguientes pautas de la moral y la ética:

1. Debe ser distinguido como un ciudadano virtuoso y conocedor de las leyes de su país, siendo cuidadoso en reconocer, señalar y combatir todo aquello que entra en la esfera de lo pernicioso y lo innoble.
2. Para ello, debe estar cercano a las necesidades de sus conciudadanos y al pueblo al cual pertenece, para instruirles en la senda de la justicia y para reprocharles y orientarles en lo que resulta ser repugnante para la comunidad. Afirma el Talmud, respecto a nuestros deberes como ciudadanos ejemplares: “Cualquiera que sea capaz de advertir reprochando a los miembros de su casa por incumplimiento y no lo hace, es castigado y considerado culpable de los pecados que estos cometan; por no advertir a la gente de su ciudad, es castigado por los pecados de la gente de su ciudad, por no advertir al mundo entero, es castigado por los pecados de todo el mundo”. (Shabat 54b).
3. Debe ser estrictamente recto y ecuánime en sus apreciaciones. Ordena el Eterno en su Palabra: “La justicia, sólo la justicia seguirás, para que vivas y tengas en posesión la tierra que el Eterno tu Dios te da.» (Deuteronomio 16: 20).
4. Si está desarrollando actividades de gerencia, debe rechazar totalmente la corrupción, por más leve que esta pudiera ser, en especial, el soborno.
5. Si es Juez, debe juzgar basado en evidencias y testimonios, objetivamente, esto es, a través del intelecto y no por emociones o presiones de otra índole, como por ejemplo, una amenaza en su contra, predisposición contra uno de los imputados, xenofobia, soborno, entre otras formas de acobardamiento. Dice el Texto Sagrado: «Cuando haya pleito entre algunos y acudan al tribunal para que los juzguen, absolverán al justo y condenarán al culpable.» (Deuteronomio 25:1). También señala: «No tuerzas el derecho; no hagas distinción de personas ni aceptes soborno, porque el soborno ciega los ojos de los sabios y pervierte las palabras de los justos.» (Deuteronomio 16:19); y «El que justifica al impío y el que condena al justo, ambos son abominables al Eterno.» (Proverbios 17:15).
6. En fin, debe contribuir con el cumplimiento de las normas que han sido establecidas por aquellos hombres y mujeres que tienen la responsabilidad de hacerlo, reconociendo que uno de los primeros deberes del Noájida es “observar fielmente las leyes del Estado donde el Eterno lo haya destinado a vivir”, siempre y cuando no atenten contra su fidelidad al Eterno ni traiga desmejora a los Derechos Fundamentales del hombre.

Todos estos principios y normas (entre otros más) son los fundamentos sobre los cuales debemos edificar nuestra propia existencia y ayudar a nuestra familia a lograrlo, sin recurrir a bochornosas amenazas de tinte religioso, sin atropellos verbales o sicológicos, sin manipulaciones ni desmanes; sólo con la influencia positiva de nuestra palabra y conducta, que finalmente traerá, sin lugar a dudas, plenitud de libertad, seguridad jurídica y familiar en nuestra sociedad, logrando instaurar en ella, definitivamente, el Dominio del Eterno entre los hombres, cuya esencia es la justicia, la equidad y el orden, despertando en cada ciudadano su desarrollo integral, verdadera estabilidad social y la tan anhelada paz. Sólo entonces se podrá alcanzar el Estado Real, el Estado virtuoso que fuera vislumbrado y anunciado por los Profetas verdaderos de Israel.

La meta final

Un joven esperaba en la costa un buque que lo llevara a su hogar.

Un adulto se detuvo, se burló de él, y le dijo que estaba parado en el lugar equivocado.

Sugirió al muchacho que caminara tres millas hasta el sitio fijado usualmente para el ascenso de pasajeros.

El joven se mantuvo firme. Poco después, el barco vino río abajo. Se volvió hacia él, y liberó la planchada para llevarlo a bordo.

El adulto miraba con sorpresa.

«¿Cómo sabías», preguntó, «que el buque pararía para recogerte?»

«Muy simple», contestó el muchacho. «Verás, el capitán es mi padre».

Una vez que nos percatamos de que Dios es el padre y capitán de todos, y actuamos en consonancia, la vida recibe mayor dirección y significado, y Dios nos llevará a casa.

Esta es la meta final de los Mandamientos Noájicos.

Preguntas de reflexión:

1. ¿A quién representa el jóven de la historia?

2. ¿A quién representa el adulto de la historia?

3. ¿Cuál podria ser el sitio usualmente usado que aconsejó el adulto?

4. ¿Encierra esta historia alguna otra enseñanza además de la ya planteada?