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Problemas y respuestas

Hablando un poco de todo, cada vez que escribo algo nuevo, me voy compenetrando más con el valor de la precisión y de la puntualidad a la hora de escribir. Esas solemnidades de muchísimas palabras producto del imperialismo romano que se enseña en el Derecho y demás ciencias derivadas vienen a convertirse en un mecanismo similar al que se utiliza en el ejército a la hora de hacer que los reclutas marchen por horas y horas para inducirlos a un estado cuasi-meditativo donde después de un momento no ponemos atención a lo que se está escribiendo, precisamente por la extensión de las palabras; y es que creo a nosotros los que escribimos de esa forma nos sucede que por tanto escribir comenzamos a divagar y nos encerramos en un proceso eutanásico mental que nos hace creer que estamos siguiendo una secuencia lógica cuando en realidad no es así. Por ende, he decidido que salvo excepciones muy calificadas, no escribiré más de mil palabras para expresar una idea.

El problema es simplemente una reacción a una acción anterior que generó el resultado que percibimos como malo. Nuestro EGO, en su típico lloriqueo (manifestación activa del mismo) busca lamentarse sobre la leche derramada cuando lo que tenía que hacer era no derramarla en primer lugar, pero ya cuando el problema está hecho, lo más importante es buscar enmendar el error y no agravarlo. Es una cadena, una concatenación de sucesos que comienzan con una acción que generó una reacción (el problema que percibimos) pero que tiene dos opciones, o actuar para acentuar el problema o buscar resolverlo, sin embargo, si usáramos la metáfora de un camino, tendríamos que eun día nos dispusimos a dar un paseo y resultó ser que encontramos un tenedor en el camino.

Por un lado está el camino izquierdo que lleva una secuencia, si escojo ese trecho, caminaré y en algún momento tendré que llegar a otra intersección, es decir, a otro tenedor en el camino, lo mismo ocurriría si escogiera el lado derecho. ¿Y será el lado izquierdo el lado “siniestro” o será el lado derecho el lado “diestro”? Si analizamos etimológicamente las dos palabras, derecho implica rectitud y rigidez, o sea, seguir el lado más fuerte del cuerpo y por otra parte está la izquierda que es seguir el lado que es más débil (siniestra). Para los griegos, en su creencia de la dualidad del ser en géneros (positivo-masculino) y (negativo-femenino) definieron la diestra y la siniestra, sin embargo, el concepto peyorativo con el que se ve a la izquierda tiene que ver con la injerencia de la iglesia católica durante el oscurantismo que vino a demonizar a la izquierda pues adujo que las mujeres eran más fáciles de corromperse al demonio, ya que creían que el lado izquierdo era el lado débil del cuerpo.

Oscuras leyendas plagadas de chovinismo y misoginia que vinieron a tergiversar a la Ciencia y a sembrar maldad y confusión en las mentes pueriles de los súbditos que en nada se asemejan a la realidad pero que aún hoy en día siguen ahí. Cabe hacerse la pregunta, si siento hambre (aspecto relacionado con el cubrir una necesidad humana) y satisfago mi hambre, ¿es esto malo o es esto bueno? Reformulemos la pregunta: ¿será la necesidad de satisfacer el hambre algo bueno o algo malo? Quizás sea más importante preguntarse ¿es bueno el suicidio? ¿Por qué usamos el ejemplo del suicidio? Porque el que deja de comer deja de percibir vitaminas y minerales necesarios para el correcto funcionamiento de su cuerpo y eventualmente perecerá (interrupción del ciclo biológico microcósmico dentro del cuerpo humano) lo cual, de mediar voluntariedad, implicaría el peor crimen de todos, asesinato a sí mismo.

Entonces, la persona escogió el camino de la izquierda (satisfacción de una necesidad corporal) y una vez satisfecha esa necesidad se vuelve a encontrar un tenedor en el camino; seguir comiendo (camino de la izquierda, aspecto siniestro) o una vez que ya satisfizo su necesidad de alimento, dedicarse a enriquecer el alma (camino de la derecho, aspecto diestro). Como podemos ver, no se trata de si este camino es malo o si este es bueno sino más bien se trata de cómo utilicemos las herramientas que el Creador ha puesto en este mundo para que nosotros construyamos nuestra vida, la respuesta es la razonabilidad, o sea, el buscar el medio. Claro que está bien satisfacer el hambre, pues de otra manera nos moriríamos, pero una cosa es satisfacer el hambre y otra es atiborrarse, porque el que se atiborra crea exceso de minerales en el cuerpo que eventualmente se calcificarán y le traerán problemas de salud al atiborrado.

Así que no fue que un demonio le tiró una zancadilla a fulanito que está obeso y con problemas cardiovasculares y endocrinológicos, sino que, en el momento en que satisfizo su hambre física, debió haber ingerido vitaminas y minerales espirituales. Pero no vamos a hacer como esas religiones ignorantes que parten de la premisa de la culpa para confundir a sus seguidores, después de todo nuestro propósito es el de traer luz, entonces no tiene sentido el fustigar, mejor digamos que la próxima vez que tengas dos caminos en frente no pienses en términos de mal o bien, sino más bien de izquierda (polo negativo) y derecha (polo positivo) donde el Creador, en su infinita sabiduría creó las cosas para que sean utilizadas pero no para que sean desperdiciadas.

Por ello no se trata de no comer, sino de comer con medida; no se trata de no hacer ejercicio, sino de hacer ejercicio con salud y mensura; no se trata de no tener relaciones con la pareja, se trata de no ser un promiscuo y así hay cualquier cantidad de ejemplos que podemos aplicar y citar a diario.

Que pasen una excelente semana y que siempre busquen traer luz a donde quieran que estén.

Shabat y Sucot 5773

A cada uno de los siete días de la festividad de Sucot le corresponde una pequeña lectura de la Torá en particular. 
Fueron escogidas del capítulo 29 de Bemidbar/Números y describen las ofrendas diarias prescritas por el Eterno para consagrar esta festividad. 
En Shabat, además se añade la porción en Shemot/Éxodo 33:12 a 34:26, en la que se tratan diversos temas, de los cuales se destaca la mención a las tres fiestas de la peregrinación (Shalosh Regalim: Pesaj, Shavuot y Sucot).

Asomando entre la descripción de estas festividades encontramos el siguiente pasaje relativo al Shabat:

"Seis días trabajarás, pero en el séptimo día te abstendrás (de labor). Aún en el tiempo de la siembra y de la siega te abstendrás (de labor)."
(Shemot / Éxodo 34:21)

¿Para qué son mencionadas especialmente las tareas de siembra y siega?
¿No era suficiente con decir “seis días trabajarás y al séptimo no lo harás”? ¿Qué necesidad de especificar el no realizar labor de la siega y de la cosecha? ¿Acaso las tareas agrícolas no son también trabajo y/o labor creativa como las otras prohibidas de realizarse en el día de Shabat?
¿Hay algo en especial en estas actividades que precisan ser resaltadas por sobre el resto de las posibles?
Como no hay casualidades ni palabras superfluas en la Torá, podemos captar que existen motivos de peso, enseñanzas valiosas que trataremos de descubrir ahora. Ésta es una de las virtudes de la Torá y del judaísmo, ambas nos impelen a estudiar, a analizar, a no tomar las cosas por fe y sin cuestionamientos, sino que nos invitan a que descubramos lo que está oculto en aquello que está a la vista.

Explica el sabio Najmánides (RaMBaN) que siembra y siega son labores esenciales para la vida humana, sin ellas es impensable obtener organizadamente el sustento de la tierra, y sin embargo tampoco han de hacerse en Shabat. No valen las excusas y justificaciones del hombre cuando el mandato del Eterno es explícito y claro. Seis días son para trabajar, para hacer toda la obra que es necesaria, para conquistar, para crear, para modificar, para creernos tan poderosos como para ser los amos del mundo que habitamos; pero llegado el día séptimo, cuando es Shabat, el hombre (judío) debe reposar de todo intento por demostrar su dominio sobre la naturaleza. Debe aprender a convivir en armonía con el entorno, en contemplación y aprecio, en respeto y humildad, y no en actitud de posesión, de supuesta propiedad. Porque Dios es el Señor del Shabat, tal como es el Señor de todo el universo, y Él ha establecido que cesemos (los judíos) de laborar en ese día santo. Tengamos en cuenta que de las labores agrícolas el sembrar y cosechar son el principio y el fin, lo que da sentido primero y último a toda el duro trabajo en el campo. Pero tampoco esta importancia es excusa admisible para cancelar el Shabat. Que las nobles e importantes tareas se realicen antes o después, pero no en Shabat. Solamente el riesgo de vida es justificativo para quebrar este mandato, asegura la ley judía.

Aprendemos así que el hombre tiene permiso para tomarse con calma el tiempo de relax del Shabat. Que el hombre abandone la pretensión de dominar, de obligarse a estar a cargo de todo, que cese su ilusión de poder total. Tal es uno de los motivos que sostiene esta idea de no laborar en Shabat. Podemos comprender que no tiene porque controlar todo, estar atento a todo, pretender manejar todo. Cuando aprende a controlar solamente aquello que puede controlar, a hacer lo que está en su capacidad y posibilidad hacer, es que está en real posesión de dominio y fortaleza. Pero muchas veces el hombre se pone en situaciones extremas, se agita, se angustia, se desespera por ejercer el control allí en donde no lo tiene, y por ello fracasa, y se duele y se esfuerza inútilmente aún más.
El comprender nuestro lugar, nuestro real poder y nuestros límites, es importante para mantener un estado de salud integral, de bienestar. Es una enseñanza que emana directamente de las prohibiciones de ejercer actos creativos, acciones de posesión artificial sobre la naturaleza, en el santo día del Shabat y en los iamim tovim (días sagrados). Cuando el hombre aprende que el mundo sigue girando aunque él no esté a cargo, que no tiene la obligación de estar pendiente de cada detalles y de todo al mismo tiempo, es que comienza a tomar conciencia de su verdadero poder, que es inmenso, pero limitado.

Además, esta prohibición ordenada por el Eterno, sirve para incorporar la idea de que la obtención de trofeos y logros materiales no lo es todo, ya que por encima de esto se encuentra el valor espiritual de las cosas. Si para alcanzar el éxito se recurre a acciones negativas, a actos prohibidos por la ley, a cuestiones contrarias a la ética, de poco y nada vale el éxito, ya que es un trofeo falso, una apariencia de triunfo. En el judaísmo sabemos que el fin NO justifica los medios, y que NO vale todo para alcanzar las metas propias o grupales. Más bien, la meta es el camino que se va transitando, los pasos que se van dando, lo que contribuye a la construcción de un mundo de mayor bienestar compartido con el prójimo. Si llegamos a obtener la medalla de oro, qué bueno, si es merecida y ha sido con honor y salud. Pero si no la alcanzamos, pero hicimos nuestra tarea con dignidad y honestidad, dando lo mejor, igualmente hemos salido victoriosos. Quizás no en la evaluación materialista y parcial, pero sí en la perspectiva espiritual.

Estas sencillas ideas que surgen de la interpretación de este versículo sin dudas ponen de manifiesto la frecuente enseñanza de la Sucá: “Las endebles chozas, de precaria construcción, jamás hubieran proporcionado protección el desierto salvaje, a menos de que los judíos contaran con el brazo protector del Eterno” (Sefer HaJinuj 286; TB Sucá 11b).
Siendo así, hasta la más humilde Sucá vale más que la más impresionante mansión.

¿Comprendes como esta frase acerca de la Sucá se vincula con la enseñanza que mencionamos del Shabat?
¿Puedes dar ejemplos en tu vida cotidiana de cómo a veces quieres controlar lo que está fuera de tu alcance?
¿Cuál suponías que era el motivo por el cual Dios prohibió realizar labores creativas en Shabat?

Quiera el Eterno que sepamos tomarnos el tiempo para la contemplación, para así hacer posible el tiempo de la construcción de un mundo de mayor bienestar para todos.

Shabat Shalom y Jag Sameaj.

Moré Yehuda Ribco

Espiritual y religioso

Un querido amigo uruguayo, radicado en España por el momento, nos ha regalado el siguiente comentario en un post de mi humilde autoría:

“Lo espiritual nace de la propia esencia de Dios, lo religioso nace del EGO de la persona. El espíritu anhela realizar la voluntad de aquel que lo dio, lo religioso busca cumplir la voluntad que nace del capricho del EGO.”
(Charlie, http://fulvida.com/id-noajica/identidad/ser-espiritual-en-el-diario-vivir#comment-51799)

Lee por favor estas breves líneas con cuidado y comprensión.
Ahora, ¿Qué tienes tú para aportar al respecto?
Gracias.

Resp. 1088 – La vida de un bebe

Sandi nos consulta:

Hace unos meses atras fallecio mi bebe de meses no llego a su primer anito, aun me hago preguntas , tengo dudas, busco respuestas y me invaden muchas dudas , e leido mucho y aun no encuentro un rayito de claridad. A donde va a donde se fue, donde esta que viene. Gracias
Sandi, 36, Venezuela

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La espiritualidad diaria

Leo en la publicación “Kesher” de este mes (pag. 19) el siguiente pasaje del rabino Naftali Silberberg, quien integra el equipo editorial de chabad.org:

“Dios está más interesado en nuestros rutinarios días de trabajo que en nuestras piruetas extra-curriculares de los días festivos.
Podemos ser la imagen misma de la devoción cuando vestimos un ‘kittel’ (túnica larga de color blanco) y, meciéndonos mientras pronunciamos las oraciones en los Iamim Noraim o, desafiando a los elementos, comemos en la sucá o bailamos en estado de éxtasis durante Simjat Torá; pero, ¿es esto tu verdadero yo?
Es nuestra rutina diaria la que realmente refleja quienes somos, no nuestros aislados arrebatos de devoción durante los días festivos.”

Quise compartirlo contigo, porque refleja con sencilla claridad nuestra postura constante en lo que refiere a espiritualidad, tanto la judía como la noájica.
¿Quisieras tú darnos a saber tu comentario al respecto?

¿…por qué Vivimos?

Porque “La vida es la única oportunidad para vivir, y en ello elevarnos.

 

Vivimos:

Para volver, para retornar, …

para dejar fluir lo auténtico mientras trabajamos por contener las herramientas innecesarias del Ego,  y al hacerlo optar por  lo permitido.

 

 

Vivir entonces es poder disfrutar “aquí”, trabajando para el “más allá”…

porque siempre tenemos esa única opción de retorno”.

 

Que éste inicio de año, recuerdes siempre porque vives.

 

Mis mejores deseos para este 5773, y que sean inscritos para un año bueno y dulce.

Un abrazo!

El sentido de la vida

A los cuarenta días de la fecundación el Eterno impregna la “neshamá” (espíritu) en el feto humano.
Ese es el Yo Esencial de cada uno, nuestro núcleo constante, intransferible, auténtico, inmutable, que es propiamente “YO”.
Es nuestro YO real, aquí y en la eternidad, puesto que no proviene de nuestros padres, no se obtiene por transferencias de otras fuentes, no se forma a partir de elementos provistos de fuera, sino que es lo que directamente el Eterno ha decretado que sea nuestra esencia personal.
Como el profeta Ieshaiá anuncia en nombre del Eterno: ki-ruach milfanay ya’atof uneshamot ani asiti” – "el alma delante de mí lo envuelve (al cuerpo), y los espíritus (de los hombres) Yo los he creado" (Ieshaiá / Isaías 57:16).

La neshamá es nuestra persona eterna, es nuestra identidad sagrada.
Ese espíritu encarna para darnos la maravillosa oportunidad de experimentar de todo aquello que es lícito gozar en este mundo y que podemos obtener durante el transcurso de nuestra existencia terrena. A través de nuestro cuerpo, de nuestros sentidos, de nuestras vivencias obtenemos disfrute, gozo, experiencias, un tipo de conocimiento que solamente es posibles de alcanzar encarnados y en relación ecosistémica, puesto que el espíritu en su naturaleza no es pasible de modificaciones ni de sensaciones.
Es decir, estando encarnados es como podemos dotar al espíritu de una mayor perfección, aquella que solamente le llega por intermedio de su encarnación en este Yo Vivido que estamos siendo en el mundo.
El conocimiento que proviene de la experiencia permite a la neshamá saber lo que siendo solo espíritu le es imposible saber.

Esto que te explico ahora es de fundamental importancia, puesto que nos permite ver la vida desde la óptica correcta, la espiritual, la celestial.
Vinimos al mundo a aprender de aquello que nos ocurre, a disfrutar, a sentir placer, a pasarla bien, a obtener el beneficio de cada momento y de todo aquello que es permitido para nosotros.
No estamos aquí para atormentarnos, ni para pagar deudas pendientes, ni para divertir a algunos dioses aburridos, ni para encarcelar al espíritu en un espantoso cuerpo. Tampoco estamos aquí por accidente, producto de algún virtuoso azar que nos coloca en la vida de manera aleatoria y sin sentido último.
Por el contrario, el mundo ha sido creado por Bondad y Amor, para que lo usemos en nuestro provecho, sin abusar de él. Estamos para comer de cada fruto permitido, en tanto nos abstenemos de lo que nos ha sido prohibido. Incluso el hecho de tener límites y esforzarnos por mantenerlos y no traspasarlos es parte de la educación de la neshamá, para que en la eternidad también experimente el gozo del resultado del propio esfuerzo, de comer de la cosecha de lo que uno mismo ha sembrado.

Vinimos al mundo por Amor, para disfrutar, para aprender, para que nuestra neshamá se lleve un tesoro de experiencias sensoriales, de construcción de sentido, de obtención de logros positivos, que en su existencia etérea no puede obtener.

Seguramente que muy raramente pensamos en ello.
En parte porque no nos educan con esta enseñanza profunda y verdadera, sino que nos introducen en ideologías y creencias oscuras, nefastas, de dolor, de incertidumbre, de fanatismo, de amenazas, de manipulación de EGO.
En parte porque las cuestiones diarias nos sumergen en cuestiones del momento, que se hace necesario resolver ya, y que parece necesario que así sea, pero al mismo tiempo nos alejan de preguntas estremecedoras, de pensamientos que se introduzcan un poco más allá de lo obvio, urgente o mandatado por otros.

Asumimos que somos la máscara o máscaras que estamos siendo.
Asumimos que somos el nombre que nos dieron, el título o ocupación que desarrollamos, los lazos que formamos o nos encomendaron, los roles que acordamos cumplir (hijo, hermano, padre, esposo, amante, amigo, jefe, empleado, rebelde, santo, crápula, curioso, inteligente, el mejor, el peor, el loco, troll, etc.), asumimos cosas y las hacemos sin cuestionarnos mucho. Y cuando cuestionamos, rápidamente nos dejamos convencer por fanatismos, creencias, religiones, dogmas, cientificismos, negociantes de la fe, el EGO.
Nos aferramos a las máscaras del Yo Vivido, nos olvidamos de nuestro Yo Auténtico, nos hundimos en lemas y frases repetidas, en mandatos que son de otros, en actuar el papel del personaje que hemos tomado en el gran teatro de la vida. Queremos cosas y nos desesperamos por ellas. Hacemos del tener EL objetivo de la vida, y del no tener la miseria más grande. Pretendemos que el último celular nos dará la felicidad, la tablet más rápida nos dará el acceso al conocimiento, el auto más lujoso el placer, el sexo desenfrenado la placidez, el viaje lejano la aventura deslumbrante, el campeonato de fútbol, la camiseta del jugador goleador, el juguete más llamativo, el cuerpo más esbelto, la dieta para rebajar de peso menos calórica… tener, tener, trofeos, fama, títulos, dinero, posesiones, objetos, amigos en Facebook, seguidores en Twitter, tener, tener, no importa realmente qué mientras sea más, mejor que otros, que me haga creer que tengo y tengo poder… eso parece ser el objetivo de la vida…
Y damos excusas cuando aparece la duda por lo que estamos olvidando, nuestro Yo Auténtico. Queremos escapar de nuestra realidad, de nuestra miseria, de nuestra vida malgasta en falsedades.
Pareciera como si tantas justificaciones y mentiras al solitario vinieran a alivianarnos la carga, ¿para qué esforzarnos en descubrir nuestra verdadera identidad? ¿Para qué el estrés de tratar de adivinar qué quiere nuestra neshamá? ¿Para qué el trabajo de hacer lo correcto, de apartarnos de lo prohibido, si es más sencillo ser una oveja más que sigue al pastor-lobo-loco?
Dejamos al EGO tomar el control, porque es la fantasía de que estamos mejor así.
Encerraditos en la celdita mental, ajenos a la vocecita que desde los profundo nos llama para llevar una vida mejor, así, en las penumbras de nuestra celdita es como pasamos los días, con la impotencia sofocándonos, pero creyéndonos todopoderoso (o absolutamente impedidos de cualquier cambio positivo).

Es el EGO, con las máscaras y cáscaras producidas por el Yo Vivido.
Recordemos que tanto el EGO como sus manifestaciones del Yo Vivido son amigos del Yo Auténtico, siempre y cuando estén en sintonía con él, que sirvan a sus propósitos, que cumplan el rol que les corresponde y no se conviertan en amos cuando su lugar es ser servidores.
Porque, es cierto, queremos sobrevivir, y para ello está el EGO.
Somos padre, amigo, esposo, empleado, estudiante, maestro, hijo, inteligente, torpe, y las mil facetas que componen nuestra vida diaria, somos todo ello pero ninguno de ello en exclusiva.
Somos un mecanismo complejo, que cuando se reduce a una vida de fantasía, monolítica, concreta, estamos endurecidos por fuera y vacíos por dentro.
Y eso nos hace sentir la impotencia, el sufrimiento, la angustia existencial.
Por lo cual trataremos de demostrar que podemos, que somos, que valemos, que tenemos, que no sufrimos, que valemos, pero es todo juego de espejismos, puro EGO.
Esto es el círculo vicioso del EGO.

Sentirse impotente, creerse todopoderoso, hacer para demostrarlo, fracasar porque no eres todopoderoso, reforzar la sensación de impotencia, creerse todopoderoso, hacer para demostrarlo, fracasar, sufrir la verificación de la impotencia, creerse todopoderoso… y así una y otra vez.
(Similar ciclo perverso es el que se creer absolutamente inútil, y no solamente se siente impotente sino que también se lo cree, entonces no hace o mal-hace, con eso demuestra que es un fracasado, lo que verifica su impotencia, lo que le refuerza su creencia de inutilidad, lo que…).
EGO, puro EGO.

Esas vivencias innobles no son las que debiera quedar en la memoria perpetua de la neshamá.
No vinimos al mundo a sufrir, ni a arreglar entuertos de supuestas vidas previas, ni a pasarla mal, ni a ser fastidiados por una deidad aburrida, ni a prepararnos para el infierno… para nada de eso fuimos creados con Amor y Bondad por el Eterno.
Vinimos a disfrutar de lo permitido, para que de eso modo el espíritu obtenga la experiencia de placer que solamente con experiencias de gozo terrenal puede conseguir.
Entonces, cuando permitimos que sea el EGO el que está al control, no solamente arruinamos nuestra permanencia en este mundo sino que estamos llenado de recuerdos negativos la memoria espiritual.
(Estos recuerdos negativos son los que efectivamente podrían considerarse “infierno”).

El poder rectificador de la teshubá, el arrepentimiento sincero, es el que permite armonizar los planos del ser, encuadrar el Yo Vivido al ritmo del Yo Esencial, derrocar al EGO para someterlo.
Porque la teshubá no es para el tiempo del error o pecado, sino para todo momento.
”Lashub”, el regreso, el retorno, la vuelta, el  volver a lo más sagrado y auténtico de cada uno, para perfeccionarnos, para disfrutar de la vida y gozar de los frutos en la eternidad.

Pero no solo el retorno a lo individual, sino también a la unidad del ser.
La unidad de los diversos planos propios, pero al mismo tiempo a la unidad primordial de todo lo creado.
Retornar a la Fuente, unificarnos, dejar la separatividad para ser uno en el Uno.

Así traemos el Cielo a la Tierra, elevamos la materia a la espiritualidad.
Dejamos de lado los enconos, las fatigas, los quebrantos, el EGO para ser solidarios, altruistas, bondadosos, justos, nobles.
Tal es el secreto de la felicidad, de la bendición, de la eternidad.

Cuando Rosh Hashaná se acerca, cuando un nuevo aniversario del reconocimiento de Dios como Rey de reyes, podemos seguir en la senda de la ignorancia, penando en la oscuridad de la celdita mental, llenarnos de miedos y deseos vacíos. O podemos comenzar a vivir como Dios quiere de cada uno.

Tiempo de fe

Pongamos nada en una habitación al vacío y démosle solamente mucho tiempo.
Mantengamos el vacío como tal, que no entre nada de luz, ni cualquier otra onda electromagnética. Que no penetren esporas ni semillas, ni alguna bacteria o virus decida colonizar el lugar. Incluso hemos tomado el resguardo de quitar todo aire, todo gas para dejar el cuarto vacío perfectamente vacío, pero eso sí, démosle tiempo, mucho tiempo. Permitamos que pasen años, décadas, incluso siglos.
De paso, también si queremos tengamos mucha fe en que algo crecerá con plena vida y sentido dentro de esa habitación perfectamente aislada de todo elemento externo, sellada a toda contaminación de afuera.
Solo tiempo, mucho tiempo para que las cosas sucedan, y mucha fe, para que algún dios (o Dios) decida hacer algún milagro sorprendente allí.

Si pasaron mil años, diez mil, un millón, seguramente que dentro del cuarto seguirá habiendo la misma nada que anteriormente.
¿Cómo lo sabemos?

Bueno, en principio porque nuestros sentidos y razón así lo atestigua.
Desde que el hombre es consciente, desde que la ciencia ha tomado el control sobre el pensamiento, hemos descubierto que no existe “generación espontánea”, nada nace del vacío, ni se producen “saltos cuánticos” que generen algo a partir de la nada.
Sí, los antiguos filósofos a veces compartían la creencia con el pueblo y los brujos de que piojos, moscas, gusanos, ratas y otros bellos animalitos surgían de la nada, pero hace un tiempo bastante largo se demostró que no es así (aunque sigue habiendo gente aferrada a la ceguera que aún insisten en creer que es posible).

Por otra parte, desde el lado de las Fuentes notamos que el Eterno no ha creado nada nuevo a partir de la nada sino solamente al comienzo de la Creación.
Luego todo fue desarrollándose de lo que Él ya había creado.
Sí, hay ciertos escasos hechos milagrosos narrados en el Tanaj que parecen contradecir las leyes de la física, de la conservación de la masa y energía por ejemplo, y sinceramente no lo sé explicar ni encuentro quien lo haga. Tampoco me perturba mucho ser ignorante al respecto.
Lo cierto es que ni siquiera el Eterno hace que surja algo de la nada desde que creó el todo de la nada.

Así pues, ni el infinito tiempo ni la infinita fe lograrán algo por sí mismos.
¿Qué se precisa para que en el cuarto vacío aparezca, por ejemplo, una plantita?

Pues, veamos: una semilla o un retoño, tierra, bacterias (descomponedores que les dicen), gases (oxígeno, dióxido de carbono, nitrógeno, entre otros), materia que abone la tierra, agua, luz y sí también tiempo… y sí, también al Eterno que provea la “vida”.
¿Qué significa esto?

Que ni el tiempo, por sí solo, ni la fe vacía de acción “mueven montañas” ni producen modificaciones en la realidad.

Se escuchan comentarios constructivos.

Elige la vida y la eternidad

Rabí Yehuda haLevi en el Cuzarí enseña (entre otras cosas): “Lo fundamental no es filosofar sobre la teoría, sino la práctica por medio de la acción, es decir, el cumplimiento de los mandamientos del Eterno con corazón íntegro”.

Ésta no es una prédica solitaria del famoso rabino español, sino que es una reiteración del mismo mensaje que una y otra vez surge de las fuentes de la Tradición.

Siglos antes, en la Mishná nos encontramos con la famosa definición: "No es el comentario lo fundamental, sino el llevar a los hechos lo estudiado" (Avot 1:17).
Porque muchos se confunden y suponen que en la fe, o en la palabrería, o en el conocimiento desprovisto de acción está “el camino” a Dios, pero en los hechos, lo que el Eterno exige del hombre, de todo hombre, no va por el lado de la teoría, ni del sentimentalismo, ni de las creencias huérfanas de realización práctica. El camino del Eterno ES el cumplimiento de aquellos preceptos que le competen a cada uno. Según vimos: "Yo te diré todos los mandamientos, las leyes y los decretos que les has de enseñar, para que los pongan por obra en la tierra que les doy para que tomen posesión de ella.’ ‘Tened cuidado, pues, de hacer como el Eterno vuestro Elokim os ha mandado. No os apartéis a la derecha ni a la izquierda. Andad en todo el camino que el Eterno vuestro Elokim os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y para que prolonguéis vuestros días en la tierra que vais a tomar en posesión." (Devarim / Deuteronomio 5:28-30).

Y en la misma Torá escrita encontramos: "Pondréis por obra mis decretos y guardaréis mis estatutos para andar en ellos. Yo soy el Eterno vuestro Elokim. Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis decretos, los cuales el hombre que los cumpla, por ellos vivirá. Yo soy el Eterno." (Vaikrá / Levítico 18:4-5).
Sí, así es. Es al cumplir con los mandamientos, al poner por obra, al andar por el camino establecido por el Eterno de acción edificante, esa es la manera de “vivir”, aquí y en el más allá. No por medio de la fe, ni por salvadores, ni lisonjas a santos, ni por ayunos que nadie demanda, ni por santurronerías carentes de sustento, ni por la palabrería, ni siquiera por ser ducho en conocimiento esotéricos o más concretos. Lo que vivifica realmente, lo que da sentido a la existencia es el lleva una vida en sintonía con los mandamientos del Eterno. Siete que Él declaró para cada uno de los hijos de las naciones del mundo, en tanto que 613 dio para el pueblo judío.

Y el profeta, ¿qué nos dice de parte del Eterno?
"Si un hombre es justo y practica el derecho y la bondad, –porque: no come sobre los montes (ofrendas de idolatría), no alza sus ojos hacia los ídolos de la casa de Israel, no mancilla a la mujer de su prójimo, no se une a mujer menstruosa, no oprime a nadie, devuelve su prenda a quien le debe, no comete robo, da de su pan al hambriento y cubre con ropa al desnudo, no presta con usura ni cobra intereses, retrae su mano de la maldad, obra verdadera justicia entre hombre y hombre, camina según mis estatutos y guarda mis decretos para actuar de acuerdo con la verdad-, éste es justo. Éste vivirá, dice el Señor Elokim." (Iejezkel / Ezequiel 18:5-9).
Veamos la lista de acciones que describe a un hombre de justicia y bondad, y sin sorpresa, encontramos que las cuestiones rituales no están mencionadas, las teológicas apenas si son apuntadas, pero lo que rescata y destaca el profeta como mensajero verdadero del Eterno es la acción concreta en la realidad, aquella que obra en las relaciones con el prójimo.
El Eterno promete VIDA, aquí y en la eternidad, y no resalta para nada la fe, ni la adhesión a milagreros, ni la adulación de personajes, ni la adiposidad conseguida por estudiar textos reservados, ni el repetir lemas religiosos, ni los malabares cabalisteros, ni los bailoteos supuestamente místicos, ni… ¡no, nada de eso es lo que desea Dios del hombre!
Él expresa, una y otra vez, sin cansancio, con paciencia, eternamente, que nuestra forma de vivir debe ser de acuerdo a los mandamientos que nos corresponden, que en su base y sustento son: bondad y justicia.

Ahora, cada cual puede salpicar su existencia con las creencias que le plazca, con los rituales que le acomoden, con las excusas que pergeñe… por eso estamos sometidos al EGO.
Pero el mensaje no cambiará, ya que Dios ha hablado y Él no es hombre para cambiar según la opinión de uno u otro.

Así pues, vive como Dios manda, para que no sobrevivas como a tu EGO se le ocurra.
Elige la vida: "Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tus descendientes, amando al Eterno tu Elokim, escuchando su voz y siéndole fiel" (Devarim / Deuteronomio 30:19-20).

El Camino sagrado

El pasaje del “Shemá Israel” (Devarim/Deuteronomio 6:4 y ss.) suele ser muy conocido y repetido (muchas veces sin llegar a comprenderlo realmente).
Lo encontramos varias veces en el libro de rezos judío, pues es necesario que la persona judía lo repita como plegaria más de una vez por día.
Es, ciertamente, un pilar sobre el que se apoya buena parte de la ideología judía en lo que refiere a creencias y actitudes “religiosas”.

Pero, resulta, que por lo general dejamos en la ignorancia el pasaje que en la Torá está inmediatamente introduciéndolo, veámoslo brevemente ahora:

"Pero tú (Moshé), quédate aquí conmigo (dice el Eterno). Yo te diré todos los mandamientos, las leyes y los decretos que les has de enseñar (a los judíos), para que (los judíos) los pongan por obra en la tierra que les doy para que tomen posesión de ella (Israel).
‘Tened cuidado
(dice Moshé a los judíos), pues, de hacer como el Eterno vuestro Elokim os ha mandado (a ustedes, judíos). No os apartéis a la derecha ni a la izquierda.
Andad en todo el camino que el Eterno vuestro Elokim os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y para que prolonguéis vuestros días en la tierra que vais a tomar en posesión.
‘Éstos, pues, son los mandamientos, las leyes y los decretos que el Eterno vuestro Elokim ha mandado que
(yo Moshé) os enseñara (a ustedes judíos), para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis para tomarla en posesión (Israel).
Son para que reverencies al Eterno tu Elokim, tú con tu hijo y el hijo de tu hijo, guardando todos los días de tu vida todas sus leyes y sus mandamientos que yo te mando, a fin de que tus días sean prolongados.
Escucha, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien y seas multiplicado grandemente en la tierra que fluye leche y miel, como te ha prometido el Eterno, Elokim de tus padres."
(Devarim / Deuteronomio 5:28-30, 6:1-3)

Muy interesante y esclarecedor párrafo. En una rápida lectura podemos advertir que no contiene de por sí nada novedoso, nada que no encontremos en otras partes de la Torá y del Tanaj.
Apreciamos una y otra vez el mismo claro y poderoso mensaje: el Eterno es el que diseñó y ordenó los mandamientos que ha dado a cada quien, 613 para el pueblo judío y siete para cada uno de los gentiles. Él ha decretado que ese sea el modo de vida, del cual no es bueno apartarse.
El CAMINO no es una creencia, ni la fe en algún ser espiritual, ni la repetición de lemas o pasajes sagrados, sino que el camino es lo que el Eterno ha mandado, los mandamientos que Él demanda de cada uno que cumpla.
Entonces, si queremos andar con seguridad por la senda del Eterno, sin apartarnos, sin equivocarnos, sin desviarnos, sin inventar propias doctrinas, lo que tenemos que hacer está claramente expresado: cumplir con los mandamientos que nos competen. Eso es lo que tenemos que hacer, no otra cosa. No tenemos porqué aferrarnos a dogmas o ideologías, ni seguir costumbres que nos son ajenas, ni husmear en misterios o secretos, puesto que eso NO ES lo que el Eterno ha revelado como el CAMINO que debemos seguir.
Es el cumplimiento de esos mandamientos que nos corresponden lo que nos vivifica, lo que nos otorga vida en Este Mundo y en la Eternidad, es nuestro bien y bienestar, es nuestra “esperanza”. No hay otra cosa, tal como queda expresado rotundamente por el mismo Dios en boca de Su siervo más fiel, Moshé el gran maestro.
El Eterno no obtiene ninguna ventaja, no le cambia si cumplimos o no con lo que Él nos demanda, es a nosotros a quien beneficia, a nosotros a quien brinda bienestar.
Cuando vivimos en sintonía con los mandamientos que nos ha dado Dios a cada uno, entonces estamos en una relación correcta con Él pero también con el prójimo, con nuestra familia, con nuestra posteridad, con el ecosistema, con el cosmos. Somos un elemento que promueve la vida, que reproduce la bendición, que comparte la Luz con otros.
¿Cómo?
No por la fe, no por “la palabra”, no por el estudio o memorización de párrafos bíblicos, no por congregarse con “hermanos”, no por la creencia en tal o cual cosa, sino por la acción positiva, aquella que está en armonía con los mandamientos que Él nos dictó.
Atiende bien, esto no es una enseñanza de un rabino ni de un maestro, es lo que el propio Eterno expresa, revela, demuestra como EL CAMINO.

Nosotros podemos divertirnos con los jueguitos del EGO, o podemos estar empantanados con ellos. Distracciones hay miles, tal como excusas y justificaciones. Palabra zalameras o las que son ofensivas fluyen como ríos de leche y miel, pero nada de eso cambiará la Verdad, la Norma sagrada que ha dictado el Rey de reyes.
Él no nos pide creencia, no precisa de nosotros, no requiere que le halaguemos o satisfagamos como a dioses de piedra o barro. Pero Él sí nos ordena vivir con un código de conducta que hace del mundo un paraíso y del paraíso una realidad terrenal.

Ten presente:

"Guardad cuidadosamente los mandamientos del Eterno vuestro Elokim y sus testimonios y leyes que te ha mandado.
Harás lo recto y bueno ante los ojos del Eterno…"

(Devarim / Deuteronomio 6:17-18)

Harás lo que es bueno y justo ante el Eterno, porque en eso quedan contenidos todos los mandamientos.
Hacer lo bueno y justo.
Hacer…